domingo, 30 de octubre de 2011

Pablo, un misionero para los gentiles (página 2) - Monografias.com

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Pablo, un misionero para los gentiles (página 2)

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Partes: 1, 2

Una de las características comunes de esta gente es que están hipnotizados por sus propias emociones. Otra característica es que se han convertido en siervos de Dios por su propia cuenta, ya que han hecho una promesa a Dios, y se sienten obligados a cumplirla. ¿Puede esta gente de verdad ser apartada para servir a Dios? Algunos pastores están hipnotizados por sus propias congregaciones. Han recibido reconocimiento de tantas personas y las han oído decir: Puedes convertirte en un siervo de Dios. Hipnotizados por lo que la gente de su alrededor dice, son nombrados ministros por otras personas. Si no saben lo que es la justicia de Dios, hay pruebas de su incapacidad para hacer la obra de Dios. En otras palabras, Dios no llama a nadie que no conozca Su justicia para ser Su siervo y no utiliza a nadie así. Entonces, ¿a quién llama Dios para ser Sus siervos? Los que son llamados por Dios son los que conocen y creen en el Evangelio de la justicia de Dios. Los que se convierten en siervos de Dios son llamados para servirle solo después de haber recibido la remisión de los pecados al creer en la Palabra. Entonces Dios les da el poder para predicar el Evangelio de Su justicia. Por supuesto, hay siervos que son llamados y utilizados como manzanas ornamentales para predicar el Evangelio.

En el Tabernáculo había siete copas en forma de flor de almendro encima de cada rama de la lámpara de oro. Cada copa estaba apoyada sobre una manzana ornamental y así daba luz dentro del Tabernáculo (Éxodo 25, 31-39). De hecho, Jesús es la Luz y nosotros somos las manzanas ornamentales que apoyan la predicación del Evangelio de la justicia de Dios. Pablo fue un misionero para los gentiles. Fue el siervo de Dios que dio testimonio de la justicia de Dios de manera clara y sistemática. Si Pablo hubiese predicado la justicia del hombre en vez de la justicia de Dios, no habría sido un siervo de Cristo. Sin embargo fue un apóstol enviado por Dios que predicó Su justicia. Por eso se le respeta tanto en las comunidades cristianas. Si los cristianos no creen en la justicia de Dios que Pablo predicó, la fe cristiana pierde su valor. Al creer en el testimonio escrito de Pablo sobre la justicia de Dios, los cristianos han pasado su fe de generación en generación. A través de la justicia de Dios revelada en el Libro de Romanos podemos llegar a entender la justicia de Dios y creer en ella.

Pablo fue enviado por Dios

¿Qué significa la palabra Apóstol? Significa persona enviada por Dios. Un apóstol es una persona enviada por Dios para dar testimonio de las obras de Jesucristo, quien ha salvado a la humanidad del pecado, y dar testimonio de Su salvación. ¿Por qué es tan especial ser un apóstol? Podemos encontrar la respuesta a esta pregunta si examinamos las tareas desempeñadas por los apóstoles que fueron enviados por el Señor. Ellos no se veían a sí mismos como meros testigos del Evangelio. Sabían que eran embajadores especiales de Dios. Como eran apóstoles, Dios habló a través de sus palabras con autoridad y por tanto sus palabras tenían el poder de Dios. En el Libro de Romanos, Pablo escribió la carta y se presentó como apóstol. Pablo les recordó a los santos en Roma que era un apóstol, pero también nos lo recuerda a nosotros. Nos dice cómo debemos interpretar el Libro de Romanos por nuestro bien. Debemos aceptarlo como la Palabra de Dios que predica Su justicia. Dios no nos habla directamente, pero a través de las Epístolas Paulinas podemos conocer la justicia de Dios. Por tanto, debemos obedecer lo que Dios nos está enseñando a través del Apóstol Pablo. Por eso las palabras del apóstol son tan importantes. Las palabras de los apóstoles son las palabras que revelan la voluntad de Dios y Su justicia, y tienen Su autoridad.

El Evangelio histórico donde se manifiesta la justicia de Dios

Que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras. El Evangelio de la justicia de Dios debe poder ser corroborado en el Antiguo Testamento. Un evangelio que afirme ser el Evangelio de la justicia de Dios sin tener el apoyo de la Palabra profetizada en el Pentateuco y los Libros de los profetas en el Antiguo Testamento no puede llamarse el Evangelio de la justicia de Dios. El verdadero Evangelio no puede completarse por su propia cuenta sin la Palabra del Antiguo Testamento. Entonces, ¿cuál es el Evangelio de la justicia de Dios? Es un Evangelio fundado en la Palabra de promesa profetizada en el Antiguo Testamento. Al hablar sobre el Evangelio de la justicia de Dios, el Apóstol Pablo dijo: Que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Como dice este pasaje, el Evangelio de la justicia de Dios puede encontrarse en el sistema de sacrificios practicado en el Tabernáculo. Este sistema de sacrificios practicado en el Tabernáculo profetizó acerca de cómo y por qué método tomaría Jesucristo los pecados de la humanidad. La imposición de manos incluida en el sistema de sacrificios del Tabernáculo se refiere al bautismo de Jesús en el Nuevo Testamento. La palabra más importante en la introducción del Libro de Romanos es el Evangelio donde se manifiesta la justicia de Dios. Esta palabra es tan importante porque es el tema principal del Libro de Romanos. Este libro se escribió para explicar la gran justicia de Dios. En el versículo 1, Pablo mencionó el Evangelio, y dijo que era el Evangelio de Dios. Él fue llamado y apartado por este Evangelio. En el versículo 2 explica en más detalle dónde empezó este Evangelio. Encontró su principio en la promesa del Antiguo Testamento, Prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras. En otras palabras, es un Evangelio fundado en las profecías sobre Jesucristo. En el versículo 9, Pablo una vez más destaca la majestuosidad del Evangelio, y lo llama el Evangelio de Su Hijo.

Entender el Evangelio como las buenas noticias

Nosotros interpretamos el significado de Evangelio (euaggelion en griego) como buenas noticias. Sin embargo, muchas personas no van más allá de esta definición de Evangelio como buenas noticias, y no pueden entender lo que significa la justicia de Dios. Por eso, para entender por qué el Evangelio significa buenas noticias, debemos empezar por entender que la justicia de Dios es perfecta. En las religiones de este mundo, el estándar del bien y del mal es relativo. Sin embargo, en el cristianismo, la justicia de Dios es absoluta; es algo único que no puede compararse con la justicia de ningún ser humano. Pablo dijo que la justicia de Dios se revela en el Evangelio (Romanos 1, 17). Por tanto, el Evangelio de la justicia de Dios es el Evangelio de salvación para todos los pecadores. Si alguien cree en el Evangelio que contiene la justicia de Dios, todos sus pecados desaparecerán y será una persona sin pecados. Esta es la razón por la que Dios nos ha dado el Evangelio donde Su justicia está revelada.

Antes de que Pablo conociese la justicia de Dios, siguió la Ley. La Ley exigía buenas obras y un estándar moral muy alto. Sin embargo, esta Ley no le dio paz, ni le permitió recibir la verdadera justicia de Dios. Pablo, como todos nosotros, era incapaz de cumplir la Ley, y confesó que en la Ley era un hombre completamente honesto (Romanos 7, 24). Incluso los ateos, si cambian, escuchan las buenas noticias de la justicia de Dios y creen en ella, entonces podrán ser salvados de sus pecados y recibir la vida eterna. Esta es la bendición más valiosa de la justicia de Dios. No de la justicia del hombre. El Evangelio que Dios le ha dado a la humanidad es bueno porque contiene Su justicia. Asimismo es bueno porque Dios nos ha salvado de nuestros pecados a través de las obras de Jesucristo. Por culpa de nuestros pecados no pudimos presentarnos ante Dios. Nuestros pecados nos han separado de Dios. La justicia de Dios nos permitió ir a Dios porque Jesucristo tomó todos nuestros pecados y los borró. Aunque queríamos estar sin pecados, no podíamos encontrar a Dios porque no conocíamos la justicia de Dios. Ahora estamos alabando al Señor quien ha venido a nosotros como la justicia de Dios.

Jesucristo es Dios para los creyentes

Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne. Este pasaje nos dice que Jesucristo nació en la casa de Judá. Desde el principio, Jesucristo era el Hijo de Dios y el Rey de reyes. Según las profecías del Antiguo Testamento, nació de la semilla de David, en la casa de Judá, y se convirtió en el Sumo Sacerdote del Cielo. Solo los levitas podían convertirse en los sacerdotes del pueblo de Israel. Nadie podía ser sacerdote si no era de esta tribu. Sin embargo, Jesucristo no es un sacerdote terrenal, sino el Sacerdote celestial. Vino al mundo para borrar todos los pecados a través de Su bautismo y Su derramamiento de sangre en la Cruz. La labor del Sacerdote celestial era el bautismo y el derramamiento de sangre en la Cruz. Cristo es el centro del cristianismo y la encarnación de la justicia de Dios. Todo lo demás tiene un papel secundario. Jesucristo es Dios mismo, y el Salvador para todos los que creen en Él. Jesús no solo tenía atributos divinos, sino que para la humanidad se ha convertido en su Salvador. No hay ningún ser humano como Él. Solo Jesucristo es el Dios eterno y el Salvador para los pecadores. Para nosotros, solo Jesucristo es nuestro Dios. Esto no significa que no reconozcamos a Dios Padre y al Espíritu Santo como Dios.

Para toda la humanidad el Señor es el Creador y Salvador eterno

Que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos. Esencialmente Jesucristo es el Hijo de Dios santo y sin pecado. Jesucristo es el Dios Santo por naturaleza, pero vino a este mundo encarnado en un hombre, tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue crucificado y derramó Su sangre en la Cruz, se levantó de entre los muertos, y así se convirtió en el Salvador de todos los que creen en la justicia de Dios. Como Jesucristo es nuestro Creador, incluso la muerte y la oscuridad no pudieron ganarle. Él es el Hijo de Dios Padre, el Señor a quien no le falta nada para ser reconocido como el Salvador de los pecadores. Aunque Jesucristo es omnipotente, ha salvado a todos los pecadores de sus pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y Su sangre derramada. Por lo tanto ha completado Su obra de trasladarlos al Reino de Dios. ¿Qué hizo Jesús cuando vino a este mundo?

Al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz, y levantarse de entre los muertos, nos ha dado el don del Espíritu Santo a todos los que creemos en la justicia de Dios. Por eso Jesucristo es el Salvador que ha salvado a los pecadores de sus pecados al ser bautizado por ellos, morir clavado en la Cruz, y levantarse de entre los muertos. Se ha convertido en el Dios de todos Sus creyentes, porque ha cumplido Su promesa fielmente. Jesús es el Hijo del Dios vivo y el Salvador de los pecadores. Esta afirmación era el elemento básico de la fe cristiana durante la era de la Iglesia Primitiva. Sin embargo, esta fe ha sido sustituida por el Credo de los Apóstoles en términos formales. Desde el 313 d.C., cuando Constantino el Grande proclamó el Edicto de Milán que otorgó la libertad religiosa a los romanos, el Credo de los Apóstoles ha sido utilizado como el estándar para bautizar a las personas como signo de ser cristianos.

Llamar a Jesús Señor tiene dos significados: en primer lugar significa que Jesús es Dios; en segundo lugar significa que Jesús es el Salvador de los pecadores. Estos dos significados nos demuestran por qué los cristianos de la Iglesia Primitiva no querían utilizar el término Señor para nadie más. Si hubiesen utilizado este nombre para denominar a alguien más, habría sido lo mismo que no creer en Jesucristo como su Salvador. El Señor es el Creador eterno para toda la humanidad y también es el Salvador eterno. Jesucristo es la justicia eterna de Dios. 빠por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre. Los que han sido redimidos de todos sus pecados y se han convertido en siervos de la justicia de Dios al creer en la justicia de Dios, son los que se han convertido en el pueblo de Jesucristo y los que le obedecen. Por eso solo predican la justicia de Dios conseguida por Jesucristo, y no tienen ninguna razón para predicar su propia sabiduría carnal, sus pensamientos o su orgullo.

Si alguien afirma ser siervo de Dios pero alardea de su conocimiento, sabiduría o buenas obras de la carne, entonces no es un siervo de Jesucristo. Los que se han convertido en siervos de Jesucristo predican y difunden solamente la justicia de Dios durante todas sus vidas. Para dar testimonio de la justicia de Dios, Sus siervos utilizan ejemplos en sus sermones, pero estos ejemplos tienen como objetivo exaltar la justicia de Dios aún más. Los siervos de Dios son los que solo viven por las obras que manifiestan la justicia de Jesucristo. Dios ha hecho que estos siervos de la justicia prediquen Su justicia a todo el mundo. Al escuchar la Palabra de salvación predicada a ellos por los siervos de Jesucristo, muchas personas que viven en el mundo están siendo redimidas de todos sus pecados y convirtiéndose en hijos de Dios. entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo. Todos los santos de Roma eran gentiles al principio. Nosotros tampoco éramos el pueblo de Dios al principio, sino que éramos gentiles. Sin embargo, al conocer la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, que contiene la justicia de Dios, y al creer en esta Palabra de Evangelio, ahora pertenecemos a Jesucristo. Somos los seguidores de Jesucristo llamados por Dios. Ahora pertenecemos a Cristo. Esto es una bendición enorme y un honor maravilloso. ¿Cómo nos pudo pasar algo así a nosotros? Por naturaleza no podíamos evitar nacer como esclavos del pecado, pero a través del Evangelio de la justicia de Dios nos hemos convertido en seguidores de Cristo. Solo podemos dar gracias a Dios por este Evangelio de un poder tan maravilloso. Todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Todos los que creemos en la justicia de Dios deseamos que todos tengan la gracia de la remisión de los pecados y paz en sus corazones. Por eso queremos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Si nosotros, los justos, no tuviésemos este deseo, no dedicaríamos nuestros corazones a las demás almas.

Sin embargo, en los corazones de todos los que han conseguido la justicia de Dios por fe, el Espíritu Santo está presente, y desean que todo el mundo reciba la remisión de los pecados. Por eso queremos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, el don de Dios de la remisión de los pecados, a todos los que no conocen la justicia de Dios y todavía tienen pecados en sus corazones, y queremos que crean en este Evangelio. Deseo desde lo más profundo de mi corazón que todos ustedes crean en la justicia de Dios, y que sus corazones tengan paz que fluya como él caudal de un río.

Pablo dio gracia a Dios por la fe de los justos

됲imeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Pablo, quien creyó en la justicia de Dios, siempre se regocijó cuando el Evangelio que contenía la justicia de Dios se predicaba por todo el mundo. Como él, todos los justos están agradecidos por su fe en la justicia de Dios y Su voluntad. Los justos se regocijan porque la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu se está predicando vigorosamente por todo el mundo. El Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la Verdad del que el Señor habló en Juan 3. En Juan 3, 5, el Señor dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. El agua mencionada aquí se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan (1 Pedro 3, 21). El Espíritu aquí implica que Jesús es el Hijo de Dios y Dios mismo, y que al creer en el bautismo que Jesús recibió al venir al mundo para borrar los pecados, en la muerte que sufrió en la Cruz y en Su resurrección, podemos convertirnos en el pueblo de Dios y entrar y vivir en el Reino de Dios.

¿Por qué dijo el Apóstol Pablo que estaba tan agradecido a Dios por los santos en Roma? Había dos motivos. En primer lugar, porque los santos en Roma creían en Jesucristo como el Hijo de Dios, y al creer en la justicia de Dios, fueron salvados de sus pecados. En segundo lugar, porque gracias a los santos en Roma el Evangelio se estaba predicando por todo el mundo. Para predicar el Evangelio en el Libro de Romanos, Pablo a menudo cita las profecías del Antiguo Testamento. Define la justicia de Dios como la Que Él prometió anteriormente a través de Sus profetas en las Sagradas Escrituras, y concluye diciendo que su misión es hacer que los gentiles de todas las naciones obedezcan a Dios por fe. Después de decir esto, alaba a Dios por los cristianos en Roma. Esto lo hace porque su fe fundamental era la misma fe en la justicia de Dios, y porque predicaron la justicia de Dios a los demás también. La razón por la que la fe de los cristianos romanos era pura era que habían defendido su fe en la justicia de Dios incluso en Roma. Roma era un lugar lleno de religiones paganas, y por eso Pablo le dio gracias a Dios por la fe de los cristianos que vivían en Roma. Sin embargo, esto no significa que Pablo empezase su epístola exaltándoles por su devoción. En realidad Pablo dio gloria a Dios por la fe de los cristianos en Roma.

Estos cristianos habían nacido de nuevo al creer en la justicia de Dios. Por eso, el resultado de nuestra fe en la justicia de Dios nos hace nacer de nuevo. Si los cristianos en Roma hubiesen alardeado de su propia justicia humana en vez de la justicia de Dios, Pablo les habría reprendido. Pablo escribió esta carta de hermandad a los cristianos en Roma que creyeron en la justicia de Dios. porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones. El Apóstol Pablo amaba a los hermanos y hermanas en Roma. Le dio gracias a Dios por los creyentes en Roma. ¿Por qué? El hecho de que hubiese gente de Dios en Roma le hizo muy feliz a Pablo. Además, a través de Roma deseó predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, en el que la justicia de Dios se manifestaba, por todo el mundo. Así que Pablo oró constantemente por el Evangelio y por la gente de Dios en Roma para que el Evangelio que contiene la justicia de Dios se predicase por todo el mundo. Al final el deseo de Pablo se cumplirá. 벯gando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros un misionero que predica la justicia de Dios siempre ora y busca la puerta para el Evangelio. En vez de trabajar solo quiere trabajar unido con otras personas. Pablo fue un misionero para los gentiles y un verdadero padre espiritual para ellos. Como los santos en Roma aprendieron lo que era la justicia de Dios a través de Pablo, dejaron atrás la justicia humana. Hoy el mundo entero está llegando a creer en la justicia de Dios manifestada en el Evangelio predicado por Pablo a través del Libro de Romanos. A través de Pablo Dios hizo conocer el Evangelio del bautismo de Jesús, Su muerte en la Cruz y Su resurrección no solo a los romanos de los tiempos de Pablo, sino a la gente de todo el mundo. Ahora, como entonces, a quien cree en la justicia de Dios no le falta nada para convertirse en el pueblo de Dios. porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados.

Para establecer la fe de todo el mundo que creía en Jesús de manera más firme, Pablo quiso compartir la Palabra del Evangelio, el don espiritual que contiene la justicia de Dios. Cuando creemos en la Palabra del Evangelio de Dios del agua y el Espíritu nuestra fe se hace más firme y las dudas no la pueden mover. La razón por la que esto ocurre es que en este verdadero Evangelio, la justicia de Dios se revela. Cuando Pablo vio la fe de los santos en Roma, vio que algunos tenían que reforzar esta fe aún más. Por eso dijo que quería impartirles algún don espiritual. Entonces, ¿qué es este don espiritual ante Dios? Se refiere al Evangelio del agua y el Espíritu que contiene la justicia de Dios, con la que Dios ha borrado los pecados de la humanidad. Esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado fortalece la fe de los cristianos y les permite nacer de nuevo. Si alguien cree en el Evangelio que contiene la justicia de Dios predicado por Pablo, su fe inestable se hace estable. ¿Ustedes también quieren cambiar su fe imperfecta por una fe perfecta? esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. El Evangelio de Verdad predicado por Pablo que contiene la justicia de Dios trae paz y seguridad a las mentes de los que creen en él. Esto se debe a que el Evangelio predicado por Pablo es el Evangelio del agua y el Espíritu. Los santos en Roma necesitaban ser reconfortados por la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. El corazón de Pablo siempre podía ser reconfortado por la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que él predicaba. ¿Es el evangelio en el que creen un evangelio que reconforta sus corazones? La Verdad que puede traer paz a sus corazones y reconfortar a la humanidad es el Evangelio del agua y el Espíritu. Este Evangelio es el Evangelio que tanto Pedro como Pablo, junto con todos los Apóstoles, creyeron (1 Pedro 3, 21; Gálatas 3, 27; y 1 Juan 5, 6).

Oraciones que son contestadas

Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. Pablo quería que el Evangelio diera frutos. Cubrió zonas muy extensas en sus misiones, y predicaba el Evangelio que contiene la justicia de Dios en muchas regiones diferentes. Cada vez que hacía esto, tenía frutos espirituales abundantes; es decir que muchas personas recibían la perfecta remisión de los pecados y se convertían en hijos de Dios sin pecados al creer en la justicia de Dios. El Evangelio predicado por Pablo era diferente al evangelio predicado por las personas religiosas de hoy en día. El Evangelio que predicó el Apóstol Pablo contiene la justicia de Dios. Pero en el evangelio que predican los cristianos de hoy en día falta esta justicia de Dios. El Evangelio de la Verdad que contiene la justicia de Dios es el Evangelio del agua y el Espíritu, y cualquier Evangelio que no contenga la justicia de Dios es imperfecto. En el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios el bautismo que Jesús recibió de Juan, Su muerte en la Cruz y Su resurrección están incluidas. Sin embargo, en el evangelio predicado por los cristianos de hoy en día solo se encuentran Su muerte y Su resurrección.

El Apóstol Pablo quería ir a Roma a predicar el Evangelio que contenía la justicia de Dios. Pero había obstáculos en su camino. Aunque el Apóstol Pablo quería ir a Roma, sus oraciones no se contestaron fácilmente. Así, a veces parece que Dios no contesta las oraciones de Sus santos y siervos tan fácilmente, pero Dios nunca deja de escucharles. La respuesta de Dios a la oración de Pablo puede parecer retrasada, pero en realidad estaba esperando que la situación en Roma fuera adecuada para el ministerio evangélico de Pablo y a que su corazón estuviese preparado. Dios quiere oraciones de corazón. ¿Qué es una oración que pide cosas completamente espirituales? Es una oración no egoísta ofrecida para la predicación de la justicia de Dios. No hay ningún motivo por el que esta oración no se conteste. Todas las oraciones que se ofrecen según la justicia de Dios se contestan sin falta. Puede que se sientan defraudados cuando sus oraciones no se contestan en mucho tiempo, pero si oran de acuerdo con la justicia de Dios, sus oraciones serán contestadas inmediatamente. Por eso, si tenemos la fe que conoce la justicia de Dios, nuestras oraciones también serán contestadas. Pablo entró en Roma cuando sus oraciones fueron contestadas y predicó el Evangelio que contiene la justicia de Dios a toda la gente del mundo.

El Evangelio es siempre para los que son pobres de espíritu

끠griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. A través de su fe, Pablo explica el Evangelio en el que se manifiesta la justicia de Dios. 끠griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Solo los que conocen la justicia de Dios pueden ser así. Como hombre que tenía fe en la justicia de Dios, Pablo tenía la función de predicar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Esta responsabilidad le pesaba en su corazón. Por eso se llamó a sí mismo deudor. Incluso ahora, los que creen en la justicia de Dios desean predicar el Evangelio a todo al mundo.

El Evangelio donde se manifiesta la justicia de Dios es siempre para los pobres de corazón. Jesucristo enseñó el Evangelio no solo a la gente como Nicodemo, gente privilegiada que nació en familias con mucha cultura, sino que también enseñó el Evangelio a los 밵blicanos y pecadores. En Juan 4, Jesús enseñó el Evangelio de la justicia de Dios a una mujer Samaritana. Más adelante, durante la era apostólica, Dios le dijo a Pedro que el Evangelio no solo se les entregó a los limpios ritualísticamente, como los judíos, sino también a los gentiles como Cornelio. Por eso Pedro declaró lo siguiente de manera clara: Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia (Hechos de los Apóstoles 10, 34-35). 끳í que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. A los ojos de Pablo, incluso entre los cristianos en Roma que decían creer en Jesús, no había suficientes creyentes que entendiesen la justicia de Dios correctamente. Así que Pablo quiso predicar el Evangelio en el que creía a los romanos que tenían fe en Jesús. Nosotros debemos entender el corazón de Pablo. ¿Entienden por qué Pablo quiso predicar el Evangelio incluso a los que ya creían en Jesús? Para entender a Pablo, primero debemos acercarnos al Evangelio en el que creyó. Este Evangelio en el que Pablo creyó contiene la justicia de Dios. La inmensa mayoría de los cristianos de hoy en día creen en una versión del Evangelio que no contiene la justicia de Dios en vez de creer en el Evangelio que contiene la justicia de Dios. Pablo quiso predicar el verdadero Evangelio que contiene la justicia de Dios.

El Evangelio donde se revela la justicia de Dios

porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. El Evangelio predicado por Pablo era un Evangelio que permitía a la gente ser salvada de sus pecados si creían en él. Hoy en día, por el contrario, hay muchas personas que están predicando otros evangelios y muchos cristianos creen en estos evangelios falsos. Entonces, ¿cuál es el Evangelios que tiene el poder de Dios para la salvación a todo aquel que cree? Este Evangelio es el Evangelio del agua y el Espíritu que contiene la justicia de Dios. Sin embargo pocas personas lo saben. Mientras que muchas personas hablan del poder del verdadero Evangelio del que Pablo habló, lo hacen solo con sus labios. Solo hay un número muy reducido de personas que han experimentado lo qué es el poder del verdadero Evangelio al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Y qué hay de ustedes? ¿Han experimentado el poder el Evangelio del agua y el Espíritu del que habló Jesucristo? Si de verdad hubiesen creído y experimentado este Evangelio, estarían completamente sin pecados y habrían dado testimonio a todo el mundo proclamando el poder del Evangelio del agua y el Espíritu. Este pasaje es el tema principal del Libro de Romanos, y es el principio elemental del cristianismo y lo más importante de la fe.

La razón es que este versículo nos explica cómo encontrar la justicia de Dios. El hecho de que seamos incapaces de reconciliarnos con Dios por nuestra cuenta es la Verdad enseñada por la justicia de Dios. Como nos habíamos rebelado contra Dios, sin una ofrenda de paz era imposible reconciliarnos con Dios e íbamos a ser condenados por Él. Además, hemos sido contaminados por los pecados de nuestros antepasados. Del mismo modo en que una persona que está muy enferma y emite un olor repugnante parece impura ante los demás, a los ojos de Dios no solo somos impuros, sino que además si nos presentamos ante Dios en este estado, seremos destruidos para siempre. Entonces, ¿cómo debe solucionar la humanidad el problema de sus pecados? Por nuestra cuenta no hay nada que podamos hacer para quitar nuestros pecados. Sin embargo, Dios nos ha dado Su justicia y así ha borrado nuestros pecados. Al creer simplemente en esta justicia de Dios, podemos recibir la remisión de nuestros pecados. La justicia de Dios está contenida en la Palabra del agua y el Espíritu (Juan 3, 4-5; Mateo 3, 13-17; y 1 Pedro 3, 21).

La justicia que vino de Dios

Como Pablo resumió en este pasaje, la justicia de Dios se refiere al hecho de que Jesucristo ha salvado a la humanidad de sus pecados graves y desesperados. La justicia de Dios se revela en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad gloriosa. La razón por la que la Justicia de Dios se reveló a la humanidad de esta manera es que todo el mundo ha pecado y no puede alcanzar la justicia de Dios por su cuenta. Así que debemos encontrar la justicia de Dios en la presunción de que la humanidad está totalmente corrupta y es incapaz de llegar a la justicia de Dios desde sus orígenes. La justicia escondida en el Evangelio es la justicia de Dios. La justicia de Dios viene Por la fe en Jesucristo. Cuando leemos lo que el Apóstol Pablo dijo en el principio de esta epístola, podemos ver que la justicia de Dios es la justicia de Cristo que Dios nos ha dado. Así que Pablo dice: La justicia de Dios está revelada en el Evangelio. El Evangelio está relacionado con Jesucristo (Romanos 1, 2-3). Por tanto, Cristo es quien cumplió la justicia de Dios, y al creer en esta justicia de Dios cumplida por Cristo estamos salvados. Pablo explica la justicia de Dios en dos partes, y ambas son indispensables. En primer lugar, desde el principio, Jesús ha sido justo. Dicho de otra manera, como Jesús es Dios, es absolutamente santo y está sin pecado. Por eso cuando estaba en la carne, pudo decir: porque yo hago siempre lo que le agrada (Juan 8, 29), y les preguntó a sus enemigos: ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? (Juan 8, 46). En segundo lugar, al obedecer la Ley de Dios, Jesús cumplió la perfecta justicia de Dios. Cuando Jesús le pidió a Juan el Bautista que le bautizase, Juan le dijo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?. Entonces Jesús le dijo a Juan: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó (Mateo 3, 14-15). Pablo dijo que la justicia de Dios está revelada en el Evangelio, lo que significa que la justicia de Dios puede encontrarse en el bautismo recibido de Juan. Esto nos demuestra cómo podemos conseguir la justicia de Dios que todos necesitamos. También nos dice que la justicia de Dios solo puede conseguirse por fe.

¿Cuál es la verdadera justicia de Dios?

porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Podemos ver que el Evangelio del que habló el Apóstol Pablo es diferente a los evangelios imperfectos predicados por los cristianos de hoy en día. Esto se debe a que la justicia de Dios se revela en el Evangelio del que Pablo habló. Entonces, ¿a qué se refiere este Evangelio donde se manifiesta la justicia de Dios? Se refiere al Evangelio del agua y el Espíritu del que Jesús habló (Juan 3, 5). ¿Qué es exactamente el Evangelio del agua y el Espíritu? Consiste en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz. Entonces, ¿por qué fue Jesús bautizado por Juan el Bautista? Fue bautizado para cumplir toda la justicia de Dios (Mateo 3, 15). ¿Qué consiguió Jesús al ser bautizado? Al recibir Su bautismo aceptó todos los pecados del mundo para siempre. ¿Dónde está la prueba de esto? Las palabras porque así en Mateo 3, 15 son la prueba. Las palabras porque así son ?en griego, lo que significa de esta manera, de la manera más adecuada, o no hay otra manera a parte de esta. En otras palabras, al ser bautizado por Juan, Jesús aceptó todos los pecados del mundo para siempre, y al hacer esto cumplió todo lo que Dios Padre quería conseguir. Al haber cargado con los pecados del mundo a través de Su bautismo, Jesucristo fue a la Cruz y fue sacrificado. Entonces se levantó de entre los muertos y ha borrado todos los pecados de la humanidad como el Padre quería. Esta es la justicia de Dios. Pablo dice que al creer en la justicia de Dios todos podemos convertirnos en creyentes nacidos de nuevo.

De hecho, la justicia de Dios se encuentra en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y todos los que creen en este Evangelio se convierten en personas sin pecado y en el pueblo de Dios. Por el contrario, los no creyentes no pueden alcanzar la justicia de Dios porque no creen en la justicia de Dios que les ha llegado por el Evangelio del agua y el Espíritu. Pablo sigue diciendo: 댯s justos vivirán por fe. Esto significa que incluso si una persona ha recibido la remisión eterna de los pecados al creer en la justicia de Dios, seguirá viviendo su vida de fe creyendo en la justicia de Dios hasta el final. Los que creen en la justicia de Dios vivirán; pero los que no creen morirán. El Evangelio del que el Apóstol Pablo está hablando es el Evangelio en el que la justicia de Dios está revelada, como él dijo: En él la justicia de Dios se revela. ¿Creen en este Evangelio donde se revela la justicia de Dios? Solo pueden vivir si creen. El Evangelio en el que se revela la justicia de Dios está escrito en Mateo 3, 13-15. A través de María, Jesús nació en este mundo encarnado en un hombre. Está escrito: Que dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1, 21).

En este pasaje el nombre Jesús significa Salvador, es decir Jesús es quien salvará a la humanidad de sus pecados. Cuando Jesús vino a este mundo, vivió una vida en privado sirviendo a Su familia hasta que cumplió 29 años, pero cuando cumplió los 30 años fue al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista según la voluntad de Dios Padre. Este fue el comienzo de Su vida pública. En ese momento, Juan el Bautista estaba bautizando a gente en el río Jordán. El bautismo que Juan administraba a la gente era un bautismo que exigía el arrepentimiento, pero el bautismo que le administró a Jesús fue el bautismo que le pasó todos los pecados del mundo. Debemos tener cuidado y no confundir estos dos tipos de bautismo; es decir, el bautismo de arrepentimiento que Juan el Bautista administró a la gente común, y el bautismo a través del que le pasó los pecados. Jesús fue bautizado por Juan para cargar con todos los pecados del mundo. Jesús le ordenó a Juan: Me vas a bautizar, pero Juan le preguntó: ¿Por qué me pides que te bautice si eres Tú quien debería bautizarme a mí?. Sin embargo, Jesús le contestó: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó y Juan tuvo que obedecerle. ¿Qué significado se esconde en este pasaje? Como les he dicho antes, las palabras porque así en Mateo 3, 15 en griego son ?, lo que significa de esta manera, de la manera más adecuada, o no hay otra manera a parte de esta. El significado de la palabra así apunta hacia el proceso por el cual Jesús tuvo que tomar todos los pecados del mundo al recibir, sin falta, el bautismo que le administró Juan el Bautista.

Esta es la razón por la que Jesús tuvo que ser bautizado por Juan el Bautista. Al ser bautizado por Juan, Jesús cargó con todos los pecados del mundo. El Evangelio del agua y el Espíritu da testimonio de la justicia de Dios. Cuando Jesús fue crucificado, al sangrar en la Cruz, antes de entregar Su último aliento dijo: Está acabado. Estas últimas palabras significaban que al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre, Jesús ha salvado a todo el mundo de sus pecados. El bautismo y la sangre de Jesús constituyen el Evangelio en el que se revela la justicia de Dios. Jesús tuvo que tomar sobre Sí mismo todos los pecados del mundo hasta el final al ser bautizado, tuvo que derramar Su sangre y morir en la Cruz, y tuvo que levantarse de entre los muertos. Este Evangelio, donde se manifiesta la justicia de Dios, puede salvar a todos los pecados de sus pecados. Esta es la justicia de Dios revelada en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu del Señor. Este verdadero Evangelio es la mejor noticia para todos los pecadores. ¿Son sus acciones perfectas o insuficientes? ¿Creen en la justicia de Jesús? ¿Creen en la importancia del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz? El bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz constituyen el Evangelio en que está revelada la justicia de Dios, que ha borrado todos los pecados del mundo. Todos deben creer en este Evangelio de todo corazón y que Jesús ha borrado todos los pecados de este mundo al ser bautizado por Juan el Bautista. Cuando los que están solteros se casen tendrán hijos. Entonces la verdadera fe es creer que incluso los pecados de sus hijos están incluidos en los pecados del mundo y fueron pasados a Jesús a través de Su bautismo. Si imaginamos que un hermano entre nosotros vive hasta los 82 años, debemos creer que todos los pecados de su vida entera, de sus 82 años, fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Jesús nos está diciendo que todos los pecados que fueron, son y serán cometidos hasta el final del mundo, están incluidos en los pecados del mundo, y para tomar estos pecados fue bautizado por Juan el Bautista. Entonces fue a la Cruz y derramó Su sangre. El bautismo que Jesús recibió de Juan era el bautismo perfecto que fue más que suficiente para borrar todos los pecados de la humanidad. Romanos 1, 17 dice: porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Este Evangelio es el Evangelio del agua y el Espíritu donde está revelada la justicia de Dios.

La verdadera fe consiste en creer como Abraham

Abraham no tenía hijos a los 100 años. Un día Dios se le apareció cuando su nombre aún era Abram y le dijo: Abram, Abram. Sal y mira hacia el cielo. ¿Ves la multitud de estrellas?. 듦iacute;, hay muchas estrellas. Te daré tantos descendientes como estrellas hay en el cielo. ¡Sí!. Aunque esto le parecía imposible a Abraham, creyó porque era la Palabra de Dios. Así, como Abraham creyó en la Palabra de Dios, su fe fue aprobada por Dios. Abraham creyó que la humanidad, que era incapaz de cumplir la Ley de Dios y sus 613 mandamientos, recibiría la justicia de Dios al creer en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y Su sangre. Como Sara, la mujer de Abraham, ya había pasado la edad de la menopausia, hablando realísticamente era imposible que tuviera hijos. Pero a pesar de esto Abraham creyó en la Palabra de Dios y esta fe le permitió tener a Isaac. Este tipo de fe es la fe en la justicia de Dios. Con esta fe creemos en la justicia de Dios y somos salvados de todos nuestros pecados. Del mismo modo en que Abraham fue aprobado por Dios porque creyó que no había nada que Dios no pudiese hacer, y que cumpliría Su promesa sin falta, nuestra fe también es aprobada por Dios cuando creemos en Su Palabra. Quien cree en la Palabra de Dios ha recibido el don que se obtiene al creer en Su justicia. Quien cree en la justicia de Dios recibe la remisión de los pecados y el don del Espíritu Santo. Si creen en la justicia de Dios entregada a la humanidad, estarán benditos para tener esta justicia de Dios.

Dios trae salvación a los que creen en Su justicia manifestada en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Qué tipo de fe nos pide Dios? Si Dios hubiese dicho que podíamos salvarnos por nuestras obras justas, nadie podría ser salvado de sus pecados. Sin embargo, los que creen en la justicia de Dios reciben la salvación de los pecados. Dios no toma los atributos del hombre. ¿De verdad dio Dios la Ley a la humanidad para que la cumpliera? ¿Acaso no nos dio la Ley para que nos diésemos cuenta de nuestros pecados y creyésemos en el 2Evangelio del agua y el Espíritu? Eso es lo correcto. Los cristianos de hoy en día deben darse cuenta de lo incorrecto que es creer en Dios sin conocer Su justicia. Para enseñar a la humanidad que todo el mundo tiene pecados, y estos nos mandan al infierno, Dios nos dio la Ley (Romanos 3, 20). Romanos 1, 17 dice: porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Los seres humanos no tenemos justicia propia ante Dios. Desde nuestro nacimiento nacimos con doce tipos de pecados diferentes por naturaleza (Marcos 7, 21-25). Cuando cometemos todo tipo de pecados malvados, arrogantes, asesinos y adúlteros en nuestras vidas, ¿cómo no vamos a necesitar la justicia de Dios? Nuestro Dios hizo que Jesús pagase la condena de nuestros pecados a través de Su bautismo y Su sangre, y al hacer esto nos ha salvado de todos nuestros pecados al creer en esta justicia de Dios. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Jesús hemos obtenido la justicia de Dios. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y afirman lo siguiente, recibirán el Espíritu Santo de Dios: 끠través de la justicia de nuestras acciones no podemos conseguir la justicia de Dios. Por eso solo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos recibir la justicia de Dios. Nuestra justicia humana no es nada de lo que alardear.

Creemos que el bautismo de Jesús y Su sangre en la Cruz forman la justicia de Dios. Por fe nos hemos convertido en los que han recibido todas las bendiciones que Dios ha prometido. ¿Tienen esta fe perfecta en la justicia de Dios? La justicia de Dios está en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y en Su sangre. Después de que Jesús fuese bautizado por Juan el Bautista, gritó a la gente refiriéndose a Jesús: ¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! (Juan 1, 29). Al ser bautizado, Jesús tomó todos los pecados del mundo. Todos los pecados de la humanidad fueron pasados a Jesús. Por tanto, todos los pecados de la humanidad se borran al creer en este Evangelio con el que Jesús ha borrado todos los pecados mediante Su bautismo y sangre. Si alguien todavía tiene pecados en su corazón, esto se debe a que no tiene la justicia de Dios, y por tanto no ha podido borrar sus pecados. A través del testimonio de que Juan pasó los pecados del mundo a Jesús al bautizarle y de que Jesús los borró podemos librarnos de nuestros pecados. Sus pecados también fueron pasados a Jesús a través de Su bautismo, y Él cargó con los pecados del mundo para siempre, fue a la Cruz, fue crucificado, derramó Su sangre y así completó la justicia de Dios. Pasemos a Juan 19, 28-30. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.

Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. Entonces ¿a quién se la pasaron los pecados de este mundo? ¿Dónde fueron condenados? Cuando Jesús fue bautizado por Juan todos los pecados del mundo fueron pasados a la cabeza de Jesús. Al ser bautizado y derramar Su sangre, Jesús ha borrado todos los pecados del mundo por completo. Pero a pesar de esto algunas personas afirman: Jesús tomó el pecado original pero no los pecados personales, y por tanto para librarnos de los pecados personales debemos pedirle perdón a Dios todos los días mediante oraciones de arrepentimiento. Este tipo de fe no es el tipo de fe que se pone en la justicia de Dios. La Biblia afirma claramente que Jesús ha salvado a los pecados de sus pecados al ser bautizado y derramar Su sangre. Esta es la verdad. Quien cree en Jesús correctamente no debe tener pecados en su corazón. Cuando los seres humanos nacen, para ser salvados de sus pecados, deben recibir la remisión de sus pecados al creer en la justicia de Dios revelada en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que han nacido de nuevo por su fe en la justicia de Dios puede vencer al mundo y vivir una vida completamente libre de los pecados del mundo. A esto se le añade los derechos adquiridos como hijos de Dios. Antes creíamos en Jesús como el Salvador, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás (Efesios 2, 3). Pero cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu donde se revela la justicia de Dios, nos convertimos en los justos. En el preciso momento en que creemos en esta Verdad, recibimos el don del Espíritu Santo (Hechos de los Apóstoles 2, 38). Por eso todos debemos creer que el bautismo de Jesús recibido de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz son la justicia de Dios. Este es el Evangelio del agua y el Espíritu en el que se revela la justicia de Dios. ¡Les pido a todos ustedes que vuelvan al Evangelio del agua y el Espíritu, y que acepten el Evangelio de la justicia de Dios! Todos los pecados de sus corazones serán entonces borrados y recibirán la plenitud del Espíritu Santo.

Si somos cristianos atentos

porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. La ira de Dios recae sobre los que se levantan contra Su Evangelio con sus pensamientos y juicios injustos. ¿Quién es esa gente? Son los que no creen en el Evangelio de la justicia de Dios. En otras palabras, entre los cristianos, hay algunos que creen en la justicia de Dios y están agradecidos por ella, pero al mismo tiempo hay gente que se levanta contra ella y la blasfema. Así que a esta gente le espera la ira temerosa de Dios en los últimos días. Como son personas malvadas ante Dios, no tienen ningún deseo de estudiar la Palabra de Dios más a fondo. Como no temen a Dios, ignoran Su justicia y no creen en ella. Dios les castigará con el juicio de fuego y azufre que descenderá del cielo. El infierno es un lugar preparado para los que no creen en la justicia de Dios. La justicia de Dios es el amor con el que Él nos amó. Para todos los que han rechazado el amor de Dios, solo les espera la ira y el castigo de Dios. Está escrito en el Cantar de Cantares 8, 6: porque fuerte es como la muerte el amor, duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Dios padre nos dio a Su Hijo, pasó nuestros pecados a Su Hijo, hizo que muriera en la Cruz y lo levantó de entre los muertos. Al hacer esto Dios ha salvado a todos los pecadores para que puedan recibir la remisión de los pecados. Este es el amor de Dios. El amor de Dios cambiará y descenderá en forma de castigos crueles sobre los que no crean en la salvación que ha venido a través de este amor y la nieguen. Esto se debe a que se levantan contra Dios como siervos de Satanás. El Cantar de Cantares 8, 7 dice: Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían. En vez de creer en la justicia de Dios, muchos cristianos que dicen creer en Jesús están ofreciéndose a otras causas en Su nombre. Aunque trabajen duro para dar más ofrendas y evangelizar, todo lo que les espera es la ira y el odio de Dios. Deben darse cuenta de que la ira de Dios descenderá sobre todos los que no crean en Su justicia. Los sermones es las iglesias de hoy en día no dan testimonio de la justicia de Dios. Sin embargo, la ira de Dios y Su justicia son las enseñanzas principales de la Biblia, y cuando se trata de predicar la Palabra del Señor, el Evangelio que revela la justicia de Dios no debe olvidarse. Pero a pesar de esto, cuando examinamos las denominaciones cristianas actuales según la Palabra, muchas de ellas dejan fuera la justicia y la ira de Dios, y solo piden que la gente crea en Jesús de cualquier manera. Esto se debe a que el cristianismo actual se ha convertido en una religión del mundo. Si alguien es un cristiano atento, debe creer tanto en la justicia como en la ira de Dios.

La justicia de Dios es un elemento indispensable para la evangelización

Cuando los cristianos de hoy en día predican el Evangelio a otras personas, ¿qué es lo que predican primero? La mayoría empieza con las bendiciones de la carne cuando evangelizan. Les hablan de las bendiciones de la carne a sus oyentes porque así pueden convencerlos más fácilmente como comienzo de su evangelización. La razón por la que hacen esto es que intentan satisfacer los deseos de sus oyentes. Sin embargo, cuando se trata de creer en dios, el problema más fundamental que debe resolverse primero es el pecado. Ante Dios debemos centrarnos en el problema de cómo resolver los pecados, y decidir si vamos a tener fe en Dios. Pero cuando muchos cristianos intentan evangelizar a más gente, ¿de verdad hablan de los pecados de la humanidad y de la justicia de Dios? No, no tratan estos temas. Por el contrario son incapaces de hablar de ellos y los evitan porque no conocen la justicia de Dios. Pablo dijo: porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias (2 Timoteo 4, 3). La comezón de oír en este pasaje se refiere a la búsqueda de los deseos propios. En este pasaje Pablo está avisando que un evangelista no debe intentar evangelizar a los pecadores satisfaciendo sus deseos humanos. El Apóstol Pablo no predicaba el Evangelio en el que la justicia de Dios se revela para satisfacer dichas necesidades. Sin embargo, los predicadores de hoy en día prometen bendiciones carnales a sus oyentes. En otras palabras, están predicando el Evangelio haciendo hincapié en que los oyentes recibirán recompensas abundantes si aceptan a Jesús. La estrategia más utilizada para predicar el Evangelio es hacer hincapié en las bendiciones carnales que Jesús nos ha dado. Por eso los cristianos desean tanto predicar el Evangelio a los demás. Sin embargo Pablo no utilizó estas tácticas como método de evangelización. Por el contrario Pablo dijo: La razón por la que quiero ir a Roma a predicar el Evangelio es que quiero hablaros de la justicia de Dios que he recibido para que tengáis la misma fe. Podéis tener esta fe si queréis, y la justicia de Dios está preparada para vosotros. Pero mucha gente aún así no cree en la justicia de Dios, y por tanto sigue bajo la ira de Dios condenada por Sus manos para siempre. Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. A los que se levantan contra la justicia de Dios y no creen en ella, lo que pueden saber de Dios ya se les ha dado de dos maneras: una es la conciencia que Dios les ha dado, y la otra es la revelación natural de la creación. Al manifestar estas cosas Dios ha hecho que los que se levantan contra Él conozcan Su existencia así como el hecho de que es el amor de Dios el que les ha dado la gracia de la salvación. Sin embargo, como la mayoría no acepta el amor de Dios hasta el final aunque lo conozcan, todos merecen ser castigados con la maldición de Dios por sus pecados.

Aunque se inventen excusas

porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Los que van a cargar con la ira de Dios dirán que no conocían Su existencia. Sin embargo Dios ha manifestado Su existencia a todo el mundo a través de la creación. Por tanto, los que no creen en Dios, ni creen en el amor de la justicia de Dios aunque hayan oído hablar de ello de la boca de Sus evangelistas, no tendrán excusa para sus pecados. La ley de la justicia para Dios significa aplicar el principio de que el precio del pecado es la muerte, y arrojar a los pecadores a su destrucción. Quien no esté dentro de la ley del amor de Dios será juzgado por Dios con Su ley de la ira, es decir, Su ley de la justicia. Hacia la última parte de Romanos 1, Pablo habló sobre lo que ocurriría en los últimos días y dijo que los hombres y mujeres se presentarían ante Dios en silencio. No podrán poner ninguna excusa por no creer en la justicia de Dios aunque intenten hacerlo, y el mundo entero recibirá el juicio de Dios. Ahora estamos viviendo en la era de la gracia de Dios. Sin embargo, Su ira se está acumulando. Vemos cómo la ira se está acumulando como un diluvio. Mis queridos hermanos, no esperen hasta que estén enterrados en esta ira. No pongan excusas. Admitan que no podrán poner excusas por no haber creído en Su justicia y escapen de Su ira aferrándose a Su justicia. Para ser salvados de la ira de Dios no hay otra manera que creer en Su justicia. Deben recordar que Dios les ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu aunque no creen en Su justicia para que puedan estar revestidos de ella.

Este pasaje también está dirigido a los cristianos de hoy en día

Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. ¿Quién va a sufrir la ira de Dios? Son los cristianos pecadores que, aunque creen en Dios, no han sido librados de sus pecados porque no creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que ha glorificado a Dios y se ha convertido en Su justicia. La mayoría de los cristianos de hoy en día son pecadores. En otras palabras, aunque creen en Dios y en Jesucristo como su Salvador, no creen de corazón en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, a través de la que Dios ha borrado todas las iniquidades de todos los pecadores. Este tipo de fe es incorrecto. Quien tenga ese tipo de fe se enfrenta al amor de la justicia de Dios, aunque diga creer en Jesús. Por eso Dios dijo que se aseguraría de hacer caer Su ira sobre esta gente. Este pasaje se cumple en la gente de hoy como está escrito en la Biblia. Como no conocen la justicia de Dios, aunque dicen conocerle, no le dan gracias ni le glorifican, sino que sus pensamientos están llenos de banalidades. Por eso Pablo explicó el estado horrible en el que están los que se exponen a la ira del Dios Todopoderoso, y lo que les ha hecho estar sometidos a esa ira. La razón por la que se han convertido en objetos de la ira de Dios es que han rechazado el conocimiento de la justicia de Dios. Este conocimiento es la Verdad que Dios ha manifestado a través de la naturaleza y todas las cosas creadas en ella, y nos ha convertido en hijos de Dios a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Al mostrar las consecuencias horribles de rechazar el conocimiento de Dios, el Apóstol Pablo quiso describir el futuro de la humanidad más detalladamente. El corazón humano está oscurecido por el pecado. Cuando la justicia de Dios se muestra por la revelación de la naturaleza y a través de la Palabra de la Biblia, el no creer en ella aunque se conozca merece la ira de Dios. Entonces, ¿quién puede glorificar a Dios? El que tiene un conocimiento correcto de la justicia de Dios. Solo los que saben que Dios es el Señor, santo, omnisciente, inamovible, lleno de amor, y justo puede glorificar a Dios. La razón de la existencia del hombre es glorificar a Dios. Pero a la gente no le gusta Dios porque es soberano. No les gusta Dios porque Su soberanía niega su independencia. No les gusta porque es santo. La santidad de Dios descubre sus pecados y los condena, y como Dios es omnisciente, a la gente no le gusta Dios. La omnisciencia de Dios les hace tener miedo de que sus pecados queden expuestos. A la gente no le gusta Dios porque Dios no cambia. El que Dios no cambien significa que Sus atributos son siempre los mismos. A los seres humanos no les gustan estas verdades. Así que intentan suprimir estas verdades y negar su existencia. Sin embargo, lo que está claro es que por sus características humanas la gente no alaba a Dios. Sin embargo, a través de la justicia de Dios, la gente puede obtener Su misericordia y glorificar a Dios. Pero esto solo es posible si se cree en la justicia de Dios.

La gente insensata

됲ofesando ser sabios, se hicieron necios. ¿Quiénes son los necios? Los que no creen en la Palabra de Dios y creen en sí mismos pensando que son sabios. Como estas personas creen que son inteligentes por su propia cuenta, no piensan en la justicia de Dios ni en lo que necesitan sus almas, así que piensan que no necesitan creer en Dios. Dios describió a estas personas como bestias que perecen (Salmo 49, 20). ¿Y ustedes? ¿Se consideran buenos cristianos aunque no conozcan la justicia de Dios? Si es así deben cambiar sus pensamientos necios y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. Entonces recibirán la sabiduría y la salvación de Dios. Los pecadores sustituyen a Dios con cosas materiales. Por eso se han convertido en necios. Los necios actúan de manera estúpida. Cometen el acto estúpido de convertir a Dios en una imagen de una criatura. Por eso los siervos de Dios deben predicar Su justicia. De lo contrario la humanidad no puede escuchar la justicia de Dios y será destruida por su estupidez. Sin embargo, la misericordia de Dios permite que Su justicia de predique de manera suficiente incluso a los necios. Que cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Los que son estúpidos ante Dios entregan sus almas a Satanás y a los ídolos, cuando deberían tomar parte en la gloria de Dios. Por tanto sufrirán con el mundo cuando este sea destruido y estarán malditos para siempre. Todo el mundo necesita el tipo de fe que conoce a Dios correctamente y le da gloria correctamente. Quien adore a las criaturas de Dios como si fuesen dioses es un necio.

Muchas personas le dicen a Dios: ¡Por favor, déjame en paz!

por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos. Los que van a ser malditos por Dios son los que traicionan la Verdad de Su justicia, no creen en ella y la rechazan. Esta gente vive en este mundo según los deseos de la carne. Dios los deja solos para que cometan pecados, y esto lo hace para que pequen todo lo que quieran y así sean destruidos el último día. Esto se debe a que Dios tiene misericordia de quien quiere tener misericordia y condena a quien no puede evitar condenar. Las personas malvadas cometen pecados según sus deseos carnales. La personificación última de los deseos carnales es la homosexualidad. Pero deben darse cuenta de que la ira de Dios se revela desde el cielo contra estos pecadores. Los seres humanos, cuando desconocen esta ira de Dios, le insisten diciendo: 넩os, por favor, déjame en paz. No me intentes mandar; déjame vivir mi vida como yo quiera.

La gente ni siquiera desea conocer la justicia de Dios. Es un gran pecado. Por eso Dios deja a estar personas bajo Su ira. Sin embargo, como el padre del hijo pródigo, Dios está esperando a que los hijos rebeldes de la ira vuelvan. Está esperando a que conozcan Su justicia y vuelvan a Él. Debemos volver a Dios. Nuestro deseos también es volver a Dios, pero el problema es que no podemos volver a Dios a través de nuestros propios esfuerzos. Por el contrario, nuestros propios esfuerzos solo producen el resultado contrario, y nos hacen alejarnos de Dios y levantarnos contra Él. En nuestra carne pensamos que Dios nos ha quitado todo lo que nos puede hacer felices. Pensamos que si nos alejamos de Dios, seremos felices y libres. Sin embargo, cada vez descubrimos más que alejarnos de Dios no nos da la felicidad, sino la miseria. No vemos libertan sino nuestras debilidades de la carne. Por tanto, debemos abandonar nuestras ideas erróneas y obedecer la Palabra de Dios para recibir Su amor de salvación libremente. Dios no deja a la humanidad en su banalidad sino que la juzga. Sin embargo, la humanidad puede superar el juicio a través de su fe en la justicia de Dios. Al creer en la justicia de Dios no tienen que ser condenados por sus pecados, sino que por el contrario recibirán mucho más esplendor 뙡 que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Dios debe ser alabado por nosotros para siempre. En vez de alabar a Dios hay gente que desobedece Su voluntad y exalta y adora la sexualidad humana por encima de la voluntad de Dios. Los homosexuales son el extremo. Aún así la justicia de Dios es tan grande que incluso estas personas, si creen en el Evangelio de la justicia, pueden librarse de sus pecados y convertirse en los hijos de Dios. por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Hay muchas personas que mueren de SIDA en este planeta. En este momento esta enfermedad sigue produciendo mucho dolor. Hay estudios que demuestran que el SIDA es más contagioso entre homosexuales que entre heterosexuales. Dios odio los pecados y acciones cometidas por las homosexuales. Pero como los seres humanos son débiles, muchos siguen cometiendo estos pecados. Sin embargo, al final pagarán el precio de sus pecados con sus propios cuerpos. Pero aún así, a través del Evangelio de Su justicia, Dios ha borrado todos los pecados que hay en sus almas. Aunque ustedes hayan caído en este pecado, si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en el que se manifiesta la justicia de Dios, entonces podrán librarse de todos sus pecados. Dios ama sus almas. Por eso Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista para aceptar los pecados del mundo. Murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos de nuevo y así se ha convertido en su Salvador. Para escapar de las maldiciones de la enfermedad y de la muerte eterna, no hay otra opción que creer en la justicia de Dios. Si creen en la justicia de Dios esta justicia de Dios será suya. Espero que ustedes tengan las bendiciones de Dios. Que como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen. ¿Qué consecuencias sufren los que no quieren tener a Dios en sus corazones? Sus corazones están heridos. Como resultado acaban cometiendo todo tipo de pecados y por estos pecados sus almas son destruidas. Se convierten en almas desesperadas. Nos rompe el corazón ver que hay tantas almas así en el mundo.

Todos nosotros creemos que la Palabra del Evangelio que contiene la justicia de Dios es absolutamente necesaria para estas personas. Esto se debe a que ellas también pueden ser salvadas de todos sus pecados si creen en la justicia de Dios. Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades. Estos pecados son muy comunes entre los cristianos que creen en Jesús pero no han nacido de nuevo. Sus pecados se manifiestan de estas maneras y la primera de todas es que sus pensamientos son malvados. Los corazones de los que no creen en la justicia de Dios están gobernados por Satanás y cometen pecados que surgen de sus pensamientos malvados. Les gusta hablar de los demás a sus espaldas. Dios describió a esta gente como una generación de malignos (Isaías 1, 4). Sin embargo, estas personas también pueden librarse de todos sus pecados si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y vuelven a Dios. Espero que la justicia de la misericordia de nuestro Señor esté con todos ustedes. murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres. Esta es la lista de pecados cometidos por los que se levantan contra la justicia de Dios y no creen en ella. Los corazones de los pecadores, que no tienen el Espíritu Santo, están llenos de estos deseos pecadores y tienen tantos que rebosan. En primer lugar tienen a criticar a otras personas y no tienen misericordia.

En segundo lugar, odian a Dios. Persiguen y odian a la gente de Dios. Como sus corazones son orgullosos, pasan todo el tiempo alardeando de su propia justicia. En tercer lugar, planean el mal. Estas personas desobedecen a sus padres carnales y les rompen el corazón. Sin embargo, aunque hayan vivido este tipo de vida y cometido tantos pecados hasta ahora, si creen en el Evangelio donde se revela la justicia de Dios, ellos también pueden librarse de todos sus pecados y recibir la vida eterna como gente justa y sin pecado. Por tanto, esta gente debe creer en Jesús como su Salvador. Jesús, como su Salvador, les dará la gracia de la remisión de los pecados y les revestirá de la gloria del Cielo. Necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. Como las mentes de los pecadores están cegadas, no pueden descubrir la Verdad por su cuenta. Traicionan sus promesas. Hacen cosas crueles que ningún ser humano debería hacer. Si sus intereses se ven amenazados, realizan actos sin piedad para protegerlos. Por culpa de estos pecados morirán y serán arrojados al infierno. Sin embargo a ellos Dios también les ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu, la gracia de salvación y así les ha dado la oportunidad de ser salvados. Le doy gracias al Señor. Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Todo sabe que si tiene pecados debe ir al infierno. Pero a pesar de esto los pecadores no solo practican sus pecados sino que además provocan a otros pecadores para cometer los mismos pecados. Esto lo hacen porque son una generación de malvados. Por tanto no podrán evitar el castigo por sus pecados. Sin embargo, si reconocen ante Dios que son una generación de malignos y vuelven a la salvación justa de Dios y creen en ella, podrán ser redimidos de todos esos pecados. El Señor nos prometió a todos: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar (Mateo 11, 28). Les pido a todos que crean en esta Palabra del Señor, la justicia de Dios. Aunque todos los seres humanos son una generación de malignos, si creen en la justicia de Jesucristo, pueden ser salvados de sus pecados

Autor:

Manuel Gutiérrez

Partes: 1, 2


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Pablo, un misionero para los gentiles (página 2) - Monografias.com

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