ESE ES MI HIJO AMADO. (DIOS PADRE) ANA GARCIA DE CUENCA.

En Sueño Profético hablaban de cuando Dios vivió de hombre y entre los hombres. Dijo uno:

Aún hay infinidad de hombres que no saben por qué Dios bajó a la Tierra. Dios quiso, Él mismo, dar testimonio de su Gloria, Él mismo decir:

“Mandaré mis Palabras en otra carne que no sea Dios. Pero mis Palabras serán las mismas que hoy estoy diciendo.

Hablaré de la Gloria de mi Padre, para que sean justificadas las Palabras que mi Padre dijo a los profetas, anunciando mi Venida.

Quedará dicho cómo es el Vivir de mi Gloria, por el Mismo Dios, no por el hombre.

Yo he traído la Salvación y os dejo mi Paz”.

A esto, Dios bajó a la Tierra. Los que no Lo aceptaron, hoy no están con Él. Y todos los que no aceptaron a los que Él habló con ellos, como enviados por Él, hoy no están en su Gloria.

Dios tiene su Mundo espiritual, Eterno, y sin mando del hombre; sin mando ni para saber del ser que más hubieras querido en la Tierra y que en la Gloria estuviera; sin mando para que el Elegido venga de la Tierra a esta Gloria y sepa en un arrobo lo que un hombre no puede saber al final de una carrera, por muchos estudios que tuviera.

Todo esto quiso Dios Padre que fuera enseñado por Dios Hijo. El que no quiera que esto sea así, ¿cómo Dios lo va a entrar en su Gloria?, cuando ya quede sin libertad y sin poder, y haya abusado de la Libertad que Dios le dio.

Esta es pregunta del Cielo: ¿Si el hombre no acepta, después del Nacimiento de Dios, y sigue usando el martirio para el que Dios tiene como el Padre tenía al Hijo, crees tú pecador que Dios te dará su Gloria?

Desperté, oí:

Dios Padre dijo al hombre en la Tierra cuando su Hijo estaba entre el hombre:

“Ese es mi Hijo Amado”.

El que no Lo quiso, ¿cómo estar hoy en su Gloria?

Dios Hijo manda sus Palabras en un Instrumento.

Ya, al mandarlas, ama. Y el hombre tiene que amar las palabras que dice y respetar al Instrumento.

Dios deja ver que es Dios el que habla.

Y no da Gloria al que maltrata.

El hombre sigue postura del mando que da Luzbel.

Y Dios, para el que Lo desprecia, no puede Gloria tener.

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