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viernes 21 de octubre de 2011
Sacerdotes; ¿por qué les llamamos "Padres"?
¿Por qué llamamos a los sacerdotes "Padre"?
¿No lo prohibió Jesús en Mateo 23, 8-11?
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo.
Respuesta:
Para interpretar la Biblia correctamente hay que tomar en cuenta varios factores esenciales. Entre ellos:
1- Leer los versículos en su contexto.
Si se leen los versículos que siguen al de arriba, se puede ver que el propósito de Jesús es enseñar a no presumir, a no creerse superiores por ser padres o maestros o directores: El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado" (Mt 23,11-12).
2- Interpretar a la luz de la Biblia completa.
En la Biblia San Pedro, San Pablo y San Juan se identifican ellos mismos como padres espirituales. San Pedro llama al evangelista Marco "hijo": "Os saluda la que está en Babilonia, elegida como vosotros, así como mi hijo Marcos"(1 Pedro 5,13).
San Pablo se define a sí mismo como padre espiritual: "Pues aunque hayáis tenido diez mil pedagogos, en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo que, por el evangelio, os engendré en Cristo Jesús" (1Cor 4,15) También en la Carta que dirige a Filemón dice "Te ruego en favor de mi hijo Onésimo, a quien engendré entre cadenas " (Filemón 10) Pablo se sabe padre espiritual y vive su vocación como tal en completa humildad. El sabe que engendra por y para Cristo. San Pablo es fidedigno intérprete de las palabras de Jesús ya que la Biblia no se contradice.
También el evangelista San Juan llama a los cristianos "hijos míos" y llama a los padres "padres", cosa que estaría prohibida si tomamos literalmente a Mateo 23 donde dice "Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra". San Juan escribe:"Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre, Os he escrito también a ustedes padres, porque conocéis al que es desde el principio" (1 Juan 2, 14). ¿Si se deben tomar literalmente las palabras de Jesús, "uno solo es vuestro padre", como es que San Juan con frecuencia llama a los cristianos "hijos míos"? ¿Acaso no se está identificando como padre?
Así encontramos diversos pasajes en donde San Juan llama a los cristianos hijos suyos, lo que lo cataloga como padre espiritual:
"Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis". I Juan 2,1
"Os escribo a vosotros, hijos míos" I Juan 2,12
"Hijos míos, es la última hora" I Juan 2:18
"Y ahora, hijos míos, permaneced en él" I Juan 2,28
"Hijos míos, que nadie os engañe" I Juan 3,7 y otros.
3- Entender la Biblia con la ayuda de la Tradición Apostólica.
La Biblia no se puede comprender plenamente fuera de la Tradición Apostólica. La Iglesia desde los primeros siglos ha llamado a sus pastores "padres". Algunos dirán que no necesitan conocer la enseñanza de los primeros siglos porque el Espíritu les ayuda a interpretar personalmente. Pero el Espíritu Santo no se contradice al pasar el tiempo ni enseña doctrinas opuestas a diferentes grupos. Además, el Espíritu Santo no comunica toda la verdad directamente a cada miembro del cuerpo sino que, habiendo instruido a la Iglesia, inspira a cada miembro a recurrir a ella humildemente para formarse.
En conclusión, las palabras de Jesús, tomadas en un sentido literal absoluto, prohibirían dejarse llamar padre, maestro o director. No se admitirían excepciones. Entonces nos preguntamos:
¿Cómo llaman los protestantes a sus progenitores, educadores y directores?; ¿Prohíben los padres protestantes que sus hijos les llamen "papa"? ¿Por qué sólo objetan a que se le llame "padre" al sacerdote?
Pedro, Pablo y Juan reconocieron que Dios unge al pastor espiritual para ser padre. Los sacerdotes son padres espirituales porque, como San Pablo, "engendran en Cristo Jesús" por medio del bautismo y la Palabra.
Jesús, en el pasaje discutido (Mt 23, 8-11) hace una importante advertencia contra el abuso de la autoridad espiritual (Ver: Ez 34). Los obispos y sacerdotes no son padres por cuenta propia sino por delegación divina. Se les pedirá cuenta por esa gran responsabilidad. Jesús advierte contra los abusos de los que están en autoridad, especialmente los obispos y sacerdotes, porque los ama y de ellos depende la salud de las ovejas.
jueves 20 de octubre de 2011
Que importante es orar
Los evangelios narran con mucha frecuencia los momentos en que Jesús se retiraba a un monte para orar. Eran momentos de intimidad, espacios de íntima comunión de amor, en los que Jesús; el hijo amado, abrazaba la voluntad de Dios su Padre. En el Evangelio de Lucas 6, 12 al 19 nos encontramos a Jesús orando por la Iglesia que nace: justo antes de elegir a los doce apóstoles, Jesús se retira a un monte para orar.
La elección de los doce es de tanta importancia para el plan salvador de Dios, que por eso Jesús pasa toda la noche en oración. Y podemos aprender de este suceso la importancia que tiene orar antes de tomar decisiones trascendentales en nuestra vida. Jesús nos enseña que todo sucede en orden al plan de Dios y que por tanto es Dios, quien mejor nos puede guiar, conducir e iluminar en la vida. La oración es la fuente de la vida espiritual y alimento cotidiano del alma. La Madre Teresa de Calcuta, hoy beata de la Iglesia, cuando se refería a la necesidad de la oración decía que “muchas familias sufren dificultades, se separan, pelean y destruyen; mucha gente pierde el gusto por la vida y el trabajo, están descontentos y vacíos, porque se ha abandonado la oración”.
Cuando descubrimos el poder que tiene una oración confiada y sincera, que nace del encuentro intimo y filial con Dios nuestro Padre “Todo se renueva a nuestro alrededor, surgen nuevos objetivos e ideales” (Juan Pablo II). La Oración, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica “es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a Su Divina Voluntad”.
Es lo que vemos que sucede después de la elección de los doce: “Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Jesús una fuerza que sanaba a todos”. Del mismo modo, cuando la oración toma el primer lugar en nuestra agenda, en nuestras relaciones, en la cotidianidad del día a día; el poder de Dios se manifiesta en nosotros; además que nos impulsa a la acción y al servicio a Dios en los hermanos. Sólo en el silencio de la oración el alma se deja transformar por Dios, quien va haciendo en ella su obra de Alfarero, moldeándola de acuerdo a su voluntad. Guardemos espacios de nuestro día para orar sin desfallecer y así ver la Gloria de Dios en nosotros.
martes 18 de octubre de 2011
Ser católico es ser plenamente cristiano
Cristianos son todos los que creen en Jesucristo, verdadero Dios y hombre. Ser cristiano es un don que se recibe en el bautismo impartido con agua en nombre de la Trinidad (Cf. Mt 28, 20). Cristianos son los católicos, ortodoxos, protestantes y evangélicos y otros que creen en la Trinidad. ¡Somos todos hermanos!
Ser católico es creer en la plenitud de la fe cristianaHoy hace falta recordarlo porque hay quienes no reconocen a los católicos como cristianos. Quieren apropiarse del título "cristiano" sólo para ellos. Crean así falsamente una mutua exclusión entre ser "cristiano" y ser "católico". Dicen, por ejemplo: "Yo era católico pero ahora soy cristiano". Preguntan: "¿Eres cristiano o católico?". Los católicos debemos cuidarnos de no caer en la trampa. Podemos responder: "Soy cristiano y por eso soy tu hermano en Cristo; soy también católico porque creo en toda la fe cristiana". Si bien los católicos reconocemos que nuestros hermanos bautizados de otras iglesias son cristianos no por eso renunciamos a nuestra propia identidad cristiana. San Agustín, siglo IV: Los de fuera, lo quieran o no, son hermanos nuestros.
Desde el primer sigloLos escritos de los Padres de la Iglesia demuestran que, desde los primeros siglos, los cristianos que estaban unidos a la Iglesia fundada por Cristo eran llamados Católicos. Estos reconocían la plenitud de las doctrinas Apostólicas.
Un ejemplo: San Ignacio de Antioquía, obispo, fue discípulo directo de San Pablo y San Juan. Era ciertamente cristiano y católico.
Nadie puede dudar que San Ignacio era cristiano: "Lo único que para mí habéis de pedir es fuerza, tanto interior como exterior, a fin de que no sólo hable, sino que esté también decidido; para que no sólo, digo, me llame cristiano, sino que me muestre como tal. Porque si me muestro cristiano, tendré también derecho a llamarme así, y entonces seré de verdad fiel a Cristo" (Carta a los Romanos, III, 2).
Nadie puede dudar que San Ignacio era católico pues sus enseñanzas ampliamente lo demuestran.
(Otros testimonios)
No es suficiente llamarse cristiano. Tampoco es suficiente llamarse católico.
Hay que serlo y por lo tanto vivirlo. (moral vs. moralismo)
-De nada vale decir que aceptamos a Cristo como Señor y Salvador si no vivimos consecuentemente.
-De nada vale ser bautizado si después rompemos con Dios por el pecado y no nos arrepentimos.
Jesús dijo: "El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama" Juan 14,21.
San Juan: "Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él." -I Juan 2,4.
Cada cual es responsable del don recibido. Hay cristianos que sin culpa desconocen algunas verdades (eucaristía, confesión, etc.) Pero quien desprecia las doctrinas que conoce se hace culpable. El cristiano debe esforzarse por conocer la doctrina verdadera y completa (ortodoxia) y practicarla (ortopraxis).
Por el Padre Jordi Rivero, 4 marzo, 2006
Ser católico es creer en la plenitud de la fe cristianaHoy hace falta recordarlo porque hay quienes no reconocen a los católicos como cristianos. Quieren apropiarse del título "cristiano" sólo para ellos. Crean así falsamente una mutua exclusión entre ser "cristiano" y ser "católico". Dicen, por ejemplo: "Yo era católico pero ahora soy cristiano". Preguntan: "¿Eres cristiano o católico?". Los católicos debemos cuidarnos de no caer en la trampa. Podemos responder: "Soy cristiano y por eso soy tu hermano en Cristo; soy también católico porque creo en toda la fe cristiana". Si bien los católicos reconocemos que nuestros hermanos bautizados de otras iglesias son cristianos no por eso renunciamos a nuestra propia identidad cristiana. San Agustín, siglo IV: Los de fuera, lo quieran o no, son hermanos nuestros.
Desde el primer sigloLos escritos de los Padres de la Iglesia demuestran que, desde los primeros siglos, los cristianos que estaban unidos a la Iglesia fundada por Cristo eran llamados Católicos. Estos reconocían la plenitud de las doctrinas Apostólicas.
Un ejemplo: San Ignacio de Antioquía, obispo, fue discípulo directo de San Pablo y San Juan. Era ciertamente cristiano y católico.
Nadie puede dudar que San Ignacio era cristiano: "Lo único que para mí habéis de pedir es fuerza, tanto interior como exterior, a fin de que no sólo hable, sino que esté también decidido; para que no sólo, digo, me llame cristiano, sino que me muestre como tal. Porque si me muestro cristiano, tendré también derecho a llamarme así, y entonces seré de verdad fiel a Cristo" (Carta a los Romanos, III, 2).
Nadie puede dudar que San Ignacio era católico pues sus enseñanzas ampliamente lo demuestran.
(Otros testimonios)
No es suficiente llamarse cristiano. Tampoco es suficiente llamarse católico.
Hay que serlo y por lo tanto vivirlo. (moral vs. moralismo)
-De nada vale decir que aceptamos a Cristo como Señor y Salvador si no vivimos consecuentemente.
-De nada vale ser bautizado si después rompemos con Dios por el pecado y no nos arrepentimos.
Jesús dijo: "El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama" Juan 14,21.
San Juan: "Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él." -I Juan 2,4.
Cada cual es responsable del don recibido. Hay cristianos que sin culpa desconocen algunas verdades (eucaristía, confesión, etc.) Pero quien desprecia las doctrinas que conoce se hace culpable. El cristiano debe esforzarse por conocer la doctrina verdadera y completa (ortodoxia) y practicarla (ortopraxis).
Por el Padre Jordi Rivero, 4 marzo, 2006
viernes 14 de octubre de 2011
El Pez, símbolo cristiano católico
Pez Ichthys
Las letras de la palabra griega para "Pez": Ichthys, son al mismo tiempo las iniciales que forman un acróstico de las palabras: Iesous Christos Theou Yios Soter
Ichthys: I = Iesous (Jesús); Ch = Christos (Cristo); Th = Theou (Dios); Y= Yios (Hijo); S=Soter (Salvador)
El Significado es: "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador"
El símbolo del pez y el críptico fueron adoptados por los cristianos de la Iglesia Primitiva para representar a Jesucristo y manifestar su adhesión a la fe.
Una profesión de fe
Los cristianos, siendo minoría en un mundo pagano, tenían sus propios símbolos para identificarse y avivar su fe. En el pez (Ichthys), encontraban la profesión de fe, la razón por la que adoraban a Jesús y estaban dispuestos a morir. Los creyentes son "pequeños peces", según el conocido pasaje de Tertuliano (De baptismo, c. 1): "Nosotros, pequeños peces, tras la imagen de nuestro Ichthys, Jesús Cristo, nacemos en el agua". Nos encontramos con una clara alusión al sacramento del bautismo. El cristiano no solo muere y nace de nuevo en el bautismo sino que vive de las aguas del bautismo, es decir, en la gracia del Espíritu Santo. El cristiano que se aparte de la vida de estas aguas muere. Como un pez muere al salir del agua, el cristiano muere si se deja seducir por la mente del mundo.
Un poco de historia
El símbolo del pez puede que sea inspirado por la multiplicación milagrosa de panes y peces o por los peces que Jesús Resucitado compartió con sus discípulos (Jn 21, 9). Al llamar a sus discípulos Jesús les dijo: “Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres” Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. (Mt 4, 19-20). La referencia escrita del símbolo cristiano del pez mas antigua que se conoce es de Clemente de Alejandría, (nacido en 150), quien recomienda (Paedagogus, III, XI) tener como sello una paloma o un pez.
San Clemente no da explicación de estos símbolos, por lo que se puede concluir que ya estos era ampliamente conocidos. El pez se encuentra ya en monumentos romanos de las primeras décadas del siglo II, como la Capella Greca y las Capillas del Sacramento de la catacumba de San Calixto. Los primeros cristianos lo utilizaban en numerosos frescos y sarcófagos.
La asociación del símbolo con la Eucaristía
En el epitafio de Abercius, obispo de Hieropolis del siglo II, y en el epitafio de Pectorius de Autun. Abercius leemos que en su viaje a Roma, en todas partes recibió como alimento "el Pez del manantial, el grande, el puro", como también "vino mezclado con agua junto con pan". Pectorius también habla del Pez como un delicioso alimento espiritual que nos da el "Salvador de los Santos". La asociación con la Eucaristía también es evidente en los frescos de la catacumba de Santa Priscila.
Un dato interesante
BUSCADORES
El psicólogo argentino Jorge Bucay, en su libro Cuentos para Pensar relata la historia de un hombre a quien define como un buscador. Desde la historia imaginaria de un viajero que anda en búsqueda de la ciudad perfecta para vivir, Bucay define al hombre y a la mujer como eternos e insatisfechos buscadores. Buscamos y no nos cansamos de buscar. Mientras tenemos vida andamos en búsqueda de salud, prosperidad material, seguridades; en fin, cada uno de nosotros desde que despertamos hasta que llega la hora del descanso nocturno, andamos en una búsqueda desesperada de la felicidad. Buscamos por mil caminos, abrimos el oído a mil voces; en la mayoría de los casos, seguimos a ciegas las propuestas que el mundo, desde sus criterios limitados y engañosos, nos hace como garantía de felicidad, bienestar y paz.
Sin embargo, en la Palabra que hoy meditamos, Dios nos hace una advertencia y nos muestra un camino: escuchar su voz y seguirle; cumplir sus mandatos para ser dichosos. El reclamo que Jesús hace a las ciudades de Corozaín y Betsaida, se convierten hoy en la acusación que Dios hace a nuestra generación, que ha dejado de escuchar la voz de Dios para seguir los criterios desordenados del mundo y sus engaños. Como el hijo prodigo del evangelio, hemos abandonado la casa de nuestro padre para ir en búsqueda de lo que en la casa paterna tenemos de sobra. Nos hemos marchado lejos de la voz de nuestro Padre Dios para buscar fuera de Dios lo que sólo en El podemos encontrar.
La propuesta de Jesús sigue siendo la misma; son dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. Como el profeta Baruc, debemos reconocer que hemos desobedecido y no hecho caso de la voz de Dios y por esa razón hemos tenido que recoger las amargas consecuencias de nuestros pecados. Dios nos ha bendecido con prodigios admirables que han pasado desapercibidos a nuestro ciego corazón.
Por lo tanto, resuena claramente el llamado que Dios nos hace a recapacitar, corregir nuestros errores y seguir la voz de Jesucristo el Buen Pastor. Como lo afirma el salmista, “El nos lleva a verdes pastos y en fresca hierba nos hace descansar para restaurar las fuerzas”. El continúa hablando hoy, su palabra resuena por toda la tierra y podemos escucharle cada vez que abrimos los oídos del corazón a la contemplación del mundo creado por amor a nosotros, cada vez que nos acercamos a la mesa de la palabra en la eucaristía, cada vez que le reconocemos al partir en pan en el banquete eucarístico. Sigue siendo la Iglesia el lugar privilegiado por el cual Dios se acerca al hombre y el hombre a Dios. Por eso Jesús dice a sus discípulos: “el que los escucha a ustedes, a mi me escucha; y el que los rechaza a ustedes a mi me rechaza”. Que el propósito de hoy sea “hacer caso de lo que nos manda el Señor para que así nuestra vida tenga sentido y valor” (Jos 1,8).
lunes 10 de octubre de 2011
Felicidad Vs Llanto y desesperación
REFLEXION DEL EVANGELIO
DE LUCAS 12, 1-7
Has sido creado para alcanzar la felicidad que Dios mismo ha conseguido por ti y para ti. Felicidad que consiste en vivir como salvados, sin temores; conscientes de que lo más importante; lo verdaderamente valioso va mucho más allá de lo físico y material. Por esta razón, escuchamos a Jesús decir a sus discípulos: “cuídense de la hipocresía, cuídense de quienes pueden arrojarlos al lugar del castigo”.
En muchas oportunidades Jesús hace referencia a este lugar de castigo, en donde será el llanto y la desesperación; el rechinar de dientes. Ante esta previsión que Jesús nos hace no debemos limitarnos a pensar en el infierno como el lugar de fuego y castigo en donde Dios arroja a quienes le han dado la espalda, sino que desde una perspectiva integral de la fe y de la vida, debemos pensar más bien en la angustia que produce perder el sentido de la vida para el que hemos sido creados.
Hemos sido creados para el Reino de Dios y no para las tinieblas; para la luz y no para la oscuridad. Nuestros esfuerzos, sueños y anhelos deberían tender a la construcción de ese Reino de amor, perdón y paz en todo lo que hacemos, de este modo nos libraremos del llanto y la desesperación fruto de la pérdida del sentido de la vida que consiste en conocer y amar a Jesucristo, el Señor. Contrario al llanto y a la desesperación, Jesús nos promete dicha y felicidad por la que debemos luchar y trabajar uniendo la fe a la vida.
Jesús, al prevenirnos sobre el cuidado que debemos tener de aquellas situaciones, personas o circunstancias que quieren dar muerte al Reino de Dios en la vida y arrojarnos al lugar de castigo, nos invita de alguna manera a luchar por alcanzar la meta de la que habla San Pablo: la corona de la inmortalidad en el Reino de los Cielos, corona que vamos vislumbrado mientras centremos la mirada de Jesús y asumamos la vida como una peregrinación; en la que en medio de caídas y pecados, avancemos tomados de la mano de Dios, para el cual somos mucho más valiosos que todos los pájaros del campo.
martes 5 de julio de 2011
Consejo del Papa para vivir las vacaciones
No dejéis de meter el evangelio en vuestras maletas...
Antes de despedirse de los más de diez mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano después del rezo del Ángelus, el Santo Padre quiso compartir una breve reflexión sobe el período de descanso que ya inicia. El Papa dijo que salir de vacaciones, “no se trata de irse por irse para encontrar descanso, más bien se trata de vivir de una manera nueva nuestras relaciones con nuestros prójimos, con Dios, tomando el tiempo que esto requiere”.
Recordó que en el pasaje evangélico de este domingo, en el que Jesús dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados”, el Papa nos invitó a leer este evangelio como fuente de “descanso y serenidad” para las vacaciones sabiendo que “La fe en su presencia nos ofrece la serenidad de quien se sabe siempre amado por el Padre”. El Papa dejó una consigna: “Dejemos amplio espacio a la lectura de la Palabra de Dios, en particular al Evangelio, que no dejaréis de meter en vuestras maletas en estas vacaciones!”.
Dar mayor importancia al diálogo y escuchar sin mirar el reloj: En tiempo de vacaciones las conversaciones pueden y deben ser más relajadas y aprovechar el tiempo de descanso para tratar temas más profundos. Recordar los abuelos y amigos: En las vacaciones se pueden crear lazos de unión mucho más estrechos e íntimos entre padres e hijos, entre nietos y abuelos, entre tíos y primos. Debemos disfrutar las vacaciones con sobriedad y con agradecimiento como exigencia moral de un mínimo de apoyo con los que no las tienen porque no pueden.
La vida cristiana, no lo olvidemos, es el tesoro más grande que Dios nos ha dado por ello práctica más intensamente los sacramentos de la Eucaristía y la confesión y/o algunos actos de piedad como son: visitas al Santísimo, le rezo del Ángelus, el Rosario, visita algún santuario. Procura cada día que una frase del Evangelio te guíe a lo largo de la jornada. Dios no se toma vacaciones en su búsqueda de amor al hombre. Las vacaciones pueden ser tiempo excepcional para salir al encuentro de Cristo en los demás. Y es que en verano, seguimos siendo cristianos. Es más, tenemos una magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo por ejemplo: no te olvides de los que sufren por la enfermedad o dolor del alma, puedes aprovechar este periodo para visitarlos.
Reza por las vocaciones y por los misioneros: El verano es el momento en que miles de jóvenes hacen la experiencia vocacional para descubrir el llamado de Dios ya sea al sacerdocio, a la vida religiosa o consagrada. Cientos de jóvenes dejan sus vacaciones para dedicarse a la evangelización ahí donde haga falta.
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