DESAHOGOS EUCARÍSTICOS. Tercera parte
POR JOSÉ MARÍA LORENZO AMELIBIA
Querido amigo: Durante veinticinco años he ido publicando estos desahogos eucarísticos y los desahogos espirituales del libro anterior. Me parece que son como la expresión y experiencia de mi vida interior en distintas circunstancias de mi existencia. Ojalá te sirvan de algo. Un abrazo: Josemari Lorenzo y Amelibia
Mi correo electrónico: mistica@jet.es
NOTA IMPORTANTE. Se pueden reproducir los artículos. Solamente exijo se indique el nombre del autor: José María Lorenzo Amelibia. Todo escrito es como hijo de su autor.
367 . - PROPÓSITO PARA EL 2003
Si todavía no has pensado un propósito para ese año, aquí te sugiero uno: Vivir con fervor creciente la Misa y Comunión del Domingo. Comienza ya desde ahora.
Van pasando los años, y sin darnos cuenta entramos en la rutina. Casi, casi, nos olvidamos de que la Misa es el Sacrificio de la Nueva Alianza, la Comunión con el Cuerpo de Cristo. Y sobre todo no caemos en la cuenta de que la Misa es oración atenta al Señor, la plegaria mejor de la semana. Ya no existe otro sacrificio para adorar a Dios, para aplacar a Dios, para agradecerle y pedirle su gracia. Vamos a ir a la iglesia todos los domingos con la gran alegría de ofrecer al Padre el sacrificio de su Hijo que se inmoló por nosotros en la cruz, y de nuevo lo hace ahora en cada Misa de forma incruenta. Vamos a celebrar nuestra fe.
Me quejaba ante un amigo de que pocas veces veía yo en el sacerdote celebrante un fervor tal que me animara a la devoción y me ayudara a despertar de mi letargo o distracción. Y él, con finura y tacto, me indicó: "¡Mejor!, así ejercitas más tu fe en el misterio".
Y junto al sacrificio de Cristo, la Comunión. Estar con el alma limpia; purificada con la frecuente confesión. Acercarse con la misma devoción de los dos de Emaús. ¡Con hambre de Dios! Y muy conscientes de que Jesús en aquellos momentos, enviará el Espíritu Santo y permanecerá con nosotros durante toda la semana. ¡Sí! ¡Oh... si cumplimos bien este propósito de año nuevo: vivir con fervor la Misa y Comunión del Domingo...! Se notará en nuestra vida.
368. - CATEDRALES NUEVAS Y VIEJAS
Me gusta la Catedral de Burgos, porque, a pesar de estar abierta a los turistas, curiosos del arte, han sabido dejar un lugar preferente - siempre abierto - para que el amante de la Eucaristía pueda permanecer en adoración el tiempo que desee. Así debieran estar todos los templos, abiertos todas las horas, para que los fieles y el sacerdote puedan adorar y dar gracias a Jesús. Pero no muchos imitan al cabildo burgalés.
"La culpa del frío que hace está en que los que debieran arder, no se molestan ni en encender el fuego" - he leído y no sé dónde.
Hace pocos meses se ha inaugurado una catedral sin par en la ciudad de San Francisco de California. Es un edificio espectacular, de proporciones gigantescas. "La idea de Dios ha sobrevivido a los abismos del siglo XX, y nace despojada complejos de modestia o de mera funcionalidad" - decía entonces ABC -. Hubo un concurso de arquitectos, y al final, el cardenal Mahony se decidió por Moneo, porque, además de su extraordinaria profesionalidad, encontraba en él afinidades artísticas y filosóficas. El ser de origen español, y con raíces familiares católicas, pesó mucho en la decisión del prelado.
Y ahí tenemos brillante, luminosa, señera, inmensa, la Catedral de Los Ángeles. Pero, ¿de verdad inspirará devoción, fervor, amor a la Eucaristía, acercamiento a Dios? Miedo me da que no sea así. Y mi temor crece, cuando el creador de tal obra, entrevistado con ocasión de la entrega del monumento, responde así a las preguntas:
- ¿Cree Rafael Moneo que después hay algo, que Dios existe?
- Lo único que puedo decir - contestó - es que la construcción de la Catedral de los Ángeles me ha hecho volver a pensar en muchas cosas y en la educación religiosa que recibí; me ha obligado a plantearme varios presupuestos. Y desde luego no soy exactamente la misma persona ahora que cuando comencé la obra. No me ha dejado incólume.
Bendito sea Dios si se ha obrado en él la conversión a la fe que recibió. Pero un enorme interrogante se dibuja en mí: ¿Pueden crear con éxito catedrales personas agnósticas o de fe vacilante? Por si acaso, prefiero orar en la Catedral de Burgos o en cualquier otra catedral o iglesia hecha con fe, si me dejan entrar sin pagar. ¡Porque esa es otra!
369. - ADORADORES
Mientras muchos trabajan, descansan o se distraen, nosotros, ya jubilados de antiguas obligaciones, dedicamos horas a la adoración, agradecidos a Jesús que se ha quedado por siempre en todos los Sagrarios del mundo. Asumimos esta responsabilidad.
Siempre ha habido adoradores en el mundo; ahora son menos. Y esta función desinteresada y humanitaria, el Señor la convierte en bendición para el mejor desarrollo del Reino de Dios.
¡Venid, adoremos al Señor!
Algunos hermanos son adoradores nocturnos y convierten las tinieblas de la noche en luz eucarística para bien de la Iglesia. Existen también adoradores diurnos en el silencio contemplativo, y allí se agranda su capacidad de amar al Señor y a sus hermanos. Los inmensos frutos de este apostolado se reflejan en el quehacer de la Iglesia. Por eso, cuando decae el fervor o el número necesario de almas contemplativas, se resiente toda labor evangelizadora, porque "si el Señor no edifica la casa, en vano laboran los albañiles".
Toda nuestra labor de adoración y alabanza va encaminada de forma directa a la entrega y al servicio a nuestros prójimos. Somos conscientes de que sin este amor a nuestros semejantes, serían vanos los sacrificios e incluso farisaica nuestra adoración a Jesús. Venid, adoremos al Señor, aclamemos a Jesucristo en el Sacramento, porque suya es la gloria por todos los siglos.
370. - SACERDOTES EUCARÍSTICOS
Se van suprimiendo "horas santas", "jueves eucarísticos", y en general cualquier devoción que suponga adoración a Jesús Sacramentado. Es raro ya ver al sacerdote orar en su parroquia delante del Sagrario. Incluso llegamos a "sospechar" que si alguno lo hace tiene que ser del Opus. ¡Y Jesús está presente para todos! Tenemos que abrir las puertas de nuestros templos, animar a los fieles con machaconería, como lo hicieron quienes nos precedieron, para que visiten a Jesús. Algunos pueblos se están transformando mediante este "procedimiento". El párroco de Bonares, (Huelva) José Rafael Prieto es testigo de verdaderos milagros de conversión. Hoy más que nunca necesitamos sacerdotes eucarísticos. Dadnos, Señor, sacerdotes santos.
Hemos de apreciar a la Santísima Eucaristía en sus tres dimensiones: Sacrificio, Comunión y Presencia Real. En cuanto a las dos primeras se ha progresado a lo largo de la Historia. En la Presencia permanente de Jesús, en los últimos siglos, también se había hecho hincapié, pero en los años postconciliares ha ido a menos hasta cerrarse la mayor parte de las iglesias. Resulta inexplicable esta actitud bastante generalizada. Se excusan los rectores de iglesia con el peligro de gamberros y ladrones. Pero la realidad es otra: no se fomenta la adoración a Jesús ni en las homilías, ni en la confesión, ni en los grupos parroquiales. ¡Es preciso que nos esforcemos por ir poniendo remedio a esta tragedia en nuestro ambiente! Ha habido incluso casos de algún cura (loco quiero pensar) que ha llegado a desechar las formas que quedaban después de haber comulgado los fieles. ¡Terrible sacrilegio!
371. - TOMAR LA ANTORCHA
Hoy algunas personas maduras llevan encendida la antorcha de la fe y del amor eucarístico. Sin dejarla nosotros los mayores de nuestras manos, hemos de buscar otros adoradores que nos acompañen y sean ellos mismos, jóvenes, quienes aviven esta llama de amor al Sacramento. Me emocionan las cartas de un religioso, todavía no sacerdote, que está inflamado de amor a Jesús. Me alegran los mensajes encendidos por el fuego del amor al divino prisionero del Sagrario, y más aún cuando proceden de una persona que no ha llegado a los cuarenta.
Todos juntos hemos de transmitir lo que Dios nos ha dado por su gracia; es un deber, una responsabilidad y nuestro gran honor. Cada uno hemos de hacer germinar esas semillas que se desprenden de nuestros frutos ya del todo maduros. Procurar que caigan en corazones jóvenes, sin desalentarnos por aparentes fracasos. En largas horas de adoración hemos asumido el compromiso de encender numerosos puntos de luz, que se han de convertir en antorchas, y tal vez en hogueras de amor eucarístico. Jamás puede terminar la era eucarística de nuestros santos, Pedro Julián Eymard, Micaela del Santísimo Sacramento, Don Manuel González, el padre García Nieto y otros muchos que nos precedieron. Quienes hemos recibido el don de Dios en el silencio de nuestros Sagrarios, nos hemos comprometido a llevar al Señor a todas las partes, a ser reflejo de su doctrina y signo alegre de la salvación.
Nuestra antorcha seguirá iluminando en la oscuridad de este mundo paganizado me incendiará muchos corazones. ¡Por siempre seas bendito y adorado Señor Eucaristía! Que siempre ardan nuestros corazones en tu amor.
372. - MIS SAGRARIOS FAVORITOS
Es el mismo Jesús en un Sagrario o en otro, en cuaresma o en adviento, en nuestra juventud o cuando ya la madurez asoma a nuestras sienes. Pero yo tengo mis Sagrarios favoritos y me encanta encontrarme con Jesús más en un sitio que en otros. Supongo que a muchos pasa lo mismo. Somos humanos; así nos ha hecho Dios.
Recuerdo que en mi juventud estuve de vacaciones en una ciudad muy bella y en su Iglesia Catedral me confesé: "Vas a cambiar de Sagrario - me decía el padre que me dio la absolución -. Verás, aumentará tu fervor". Y así fue. Siempre que regreso a aquel templo se acrecienta mi amor eucarístico. Es como un volver con Jesús a Betania.
Más impresiona aún mi alma, cuando visito el Sagrario en que Cristo me habló de conversión, y dio un revolcón tan fuerte a mi tibieza juvenil que cambiaron desde entonces mis aficiones y perspectivas. Y son muchos más: el Sagrario de mis años de formación, el de mi antigua parroquia, el del convento de clausura de mis visitas veraniegas, y aquellos otros tan bellos de santuarios marianos, llenan mi alma del más puro amor cada vez que los visito. En ellos veo el pan que no es pan, pero me abre el ansia de comer en la Cena del Señor. Allí veo al Hombre de mi gran amistad, pero no es sólo humanidad, es el mismo Dios encarnado en el seno de la Virgen María. ¡Alimento del Dios - Hombre! Y me postro con redoblado amor, y preparo mi alma para recibirlo con veneración.
Visitar los Sagrarios favoritos ayuda a levantar la piedad si estaba cayendo un poco en rutina. Después, el regreso al Sagrario de todos los días ya es distinto. Como si nuestra fe se actualizara. Dios nos ha creado seres humanos y nos brinda la ocasión sensible para que redoblemos el amor.
373. - UNA NIÑA CHINA
Es una historia conmovedora; como aquellas contadas por las catequistas de nuestra niñez para encender nuestro fervor eucarístico. ¡Y lo consiguieron!:
Un grupo de soldados chinos penetraron en una iglesia, abrieron el Sagrario y arrojaron las sagradas especies por el suelo. El sacerdote sabía el número de formas del copón, treinta y dos.
Cuando aquellos hombres impíos salieron del templo, no se dieron cuenta de que una niña rezaba en la parte trasera de la iglesia. Esa misma noche, evadiendo la vigilancia de los soldados, entró de nuevo con valentía en el templo. Desde su rincón, casi invisible, hizo una hora santa para reparar los ultrajes que Jesús había sufrido en el Sacramento. Al finalizar, tomó con su lengua la Sagrada Eucaristía, una de aquellas formas que yacían por el suelo. La pequeña regresaba noche tras noche al mismo lugar; durante treinta y dos practicó su hora de reparación al Señor, y comulgó con una de aquellas Hostias abandonas en el suelo. Pero la última noche hizo un ruido que despertó al guardián. Se abalanzó éste sobre la indefensa criatura, y allí mismo la asesinó a culatazos de fusil. ¡Había consumido la última forma de las esparcidas, un mes antes! El martirio fue presenciado desde la ventana por el sacerdote, prisionero en su propio domicilio.
El ejemplo de la niña fue contado por Mons. Fulton Sheen, el obispo americano de la televisión. Le impactó a él para siempre de tal manera que desde entonces, todos los días de su vida, practicó una hora de oración ante Jesús Hostia.
Ojalá cunda este ejemplo sencillo entre tantas almas creyentes, pero poco fervorosas. Amigo, si hasta ahora no te habías "apuntado" a la visita diaria larga y reposada al Sagrario, hazlo ya.
374. - PASCUA 2003
El aroma de las flores tiene perfume de pascua y frutos de Eucaristía. Bendita sea la pasión y muerte de Jesucristo que nos da seguridad de Resurrección. Benditos los sufrimientos, unidos a la cruz de Jesús; ellos nos guían hacia fervor eucarístico y son prenda de nuestra Resurrección.
Sufro al ver personas que pierden la fe cuando les sobreviene el dolor propio o el de sus seres queridos. ¿Por qué no se confortan en la sagrada Comunión?
No permitas, Señor, que nos acostumbremos a comulgar, a visitarte, a ser hijos tuyos. Que la tibieza rutinaria no nos aparte de las fuentes de la esperanza y de la vida. La comunión frecuente ha de transformar nuestra existencia. No hay razón para decir que comulgamos demasiado y nos entra la rutina. Quienes participamos del misterio pascual, buscaremos las cosas de arriba; gustaremos de las cosas de arriba; no de las del suelo.
Los Apóstoles creyeron en Jesús resucitado, sin haber visto el momento preciso, y fueron después testigos gozosos del más sublime misterio. ¡Jamás anidará la frialdad al creer en tu Resurrección, llena de gozo! Que la fe del Sacramento eucarístico se una a la esperanza de nuestra salvación, en la seguridad de que Tú, Jesús, triunfaste del sepulcro y de la muerte y contigo seremos felices para siempre.
Señor, yo creo, pero aumenta mi fe. Transforma ya mi alma en la blancura de la Pascua, porque en Ti he creído y esperado; jamás quedaré confundido.
375. - DON ALEJANDRO ZUZA
Si viviera, don Alejandro Zuza tendría ahora ciento treinta y cinco años. Fue el sacerdote que más influyó en mi fervor eucarístico y mariano, entre mis nueve y doce años. Todavía me son válidas las fórmulas que nos enseñaba para antes y después de comulgar: "Ahora, Jesús mío, que estáis dentro de mí me postro a vuestros pies confiado en que nada me negaréis. Os pido vuestra gracia que es el mayor bien, y el don de la perseverancia para no perderla jamás. Os pido por la Iglesia, por el Papa, la paz de las naciones, por la conversión de los pecadores, por las almas de purgatorio, por mis padres, mi familia y por todo mí mismo". Y después con un tono más enfático, si cabe, añadía para finalizar: "Permaneced Vos en mí y yo en Vos en esta vida, y luego en el Cielo. Amén". Era como una consecuencia de lo que nos dice San Juan: "El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él". (Jn. 6,56)
Soy persona ya adulta en la fe; medito estas frases; me sumerjo en la realidad gozosa de fundirnos en Jesús. Me doy cuenta de que el sarmiento permanece verde y fructifica cuando está unido a la cepa; de lo contrario se seca y es preciso cortarlo, atarlo en gavillas para después quemarlo. "Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos", - dice Jesús -. "O unido a la vid, o al fuego", - dirá San Agustín -. Maravillosa unidad de comunión la que se instaura entre Cristo y el alma que se acerca a la Eucaristía.
Todas estas ideas grababa en nuestras almas don Alejandro de una manera sencilla, pero eficaz. Y sabía unir de forma admirable el amor a la Eucaristía con el amor a la Virgen. "María, - nos explicaba - durante los nueve meses que llevó al Hijo de Dios en su seno, permaneció en Cristo, y Cristo en ella. Y durante toda su vida fue la Virgen sarmiento fresco, lleno de frutos, unido siempre a la verdeara vid. Que Ella os enseñe a comulgar con fervor".
Que Ella - digo yo ahora - haga fructificar en nuestras almas tantas enseñanzas de buenos sacerdotes como don Alejandro, que nos educaron en nuestra niñez a amar a Jesús sacramentado y a la Virgen María.
376. - VERTICAL, HORIZONTAL
No se trata de una clase de geometría; aquí pretendemos siempre la unión íntima con Jesús Sacramentado, presente entre nosotros. ¡La vertical! Y crear entre nosotros un vínculo de amor con todos los que participan en la misma mesa, que, aun siendo muchos, formamos un solo cuerpo. ¡La horizontal!
Las dos líneas forman una cruz al juntarse guardando su posición: el símbolo cristiano. En la Misa, la vertical y la horizontal forman numerosas veces el símbolo de nuestra fe. Desde los comienzos, los cristianos vivían unidos, y todo era común entre ellos. Practicaban a tope la comunión en la total plenitud de su significado: unión común con Jesús y con los hermanos. A este encuentro fecundo eucarístico debemos aspirar. Porque son muchos quienes acuden a la sagrada Mesa por rutina, sin apreciar a su prójimo, y con la mirada puesta en el vacío de una distracción prolongada.
Vamos a salir de casa hacia el templo con esta decisión que mi amigo plasmaba en música: "A tu encuentro , Señor, mi Dios y salvador". (1) Y en el camino, hablar con Jesús de esta manera: "Dadme vivir una existencia en total intimidad contigo. Por la fe, verte y oírte; por la esperanza, palparte, por la caridad, unirme a Ti". Y con relación a mis hermanos, a aquellos con quienes me uno en el travesaño horizontal de la cruz, dadme mansedumbre, generosidad, y un poco de este cariño divino con el que Tú nos has amado.
377. - SABOR DEL MES DE JUNIO
¡Qué sabor tenía en nuestros tiempos jóvenes el mes de Junio dedicado al Corazón de Jesús! A la alegría de las vacaciones junto al temor de los exámenes, se juntaba el lenitivo gratificante del amor entrañable a Jesús que nos ama, e inunda de paz y gozo los momentos más áridos de la vida estudiantil, junto a la felicidad del verano que se avecina.
Allí, en la capilla de nuestro seminario de Pamplona, al lado de Jesús expuesto con solemnidad en la Custodia, fraguó nuestra fe; se afianzó nuestro amor a Jesucristo que nos quiere, al Corazón de Jesús.
Nadie confunde una fotografía con una persona, ni la imagen del Corazón de Jesús con la misma Persona divina de la Santísima Trinidad hecha Hombre, hecha Eucaristía. Ahí late de verdad el corazón que tanto ha amado a los hombres. No es necesario que abunden en las iglesias las imágenes de Olot, aunque pueden venir bien si nos encaminan hacia el Sagrario, donde se encuentra de verdad el Corazón de nuestro gran Amor.
La misma Santa Margarita María de Alacoque recibió las principales comunicaciones del Corazón de Jesús durante al exposición mayor del Santísimo Sacramento. Allí, en momentos de contemplación de Jesús Hostia, le descubrió el Señor el abismo de su amor a los hombres. Allí se le mostró nuestro Redentor herido por las espinas de nuestros pecados, y le pidió la hora santa reparadora en la noche del jueves al viernes. Y el mismo Jesús le ofreció desde su trono eucarístico la gran promesa: quien comulgue nueve primeros viernes de mes seguidos, no morirá en desgracia de Dios. - ¡Oh la Comunión bien hecha! - Es puro Evangelio: "Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día" (Jn. 6,54)
Nos dicen que Margarita recibió setenta y dos veces mensajes divinos. Una ignorada religiosa salesa ha "esclarecido" de manera sensible unos capítulos del Evangelio. Y durante más de trescientos años ha fomentado la adoración, reparación, esperanza e ilusión para vivir la gracia santificante en tantos millones de cristianos. ¡Bendita devoción al Corazón de Jesús! ¡Bendito mes de junio consagrado a su amor! ¡Cuántos lo están olvidando! Yo me apunto con vosotros a vivirlo más a tope.
378. - CORPUS 2003
La primera procesión del Corpus fue larga: desde Nazaret hasta Ain Karin para visitar a Isabel. No caminaba Jesús en custodia de metales preciosos, iba hospedado en la carroza más excelente: el seno de su Madre, la Virgen María. Hoy marchará el Señor por las calles de tu pueblo o ciudad. Es el mismo de los tiempos de Palestina; el que curaba enfermos y predicaba la Buena Nueva; el Hijo de Dios creador de lo visible e invisible.
¿Por qué en muchos lugares va perdiendo auge la mayor solemnidad de Jesús? ¡Llena, Señor, nuestras almas de fe y de ilusión! Queremos acompañarte.
"Cristianos, regocijaos - decía el cura de Ars -: vuestro Dios va a comparecer entre vosotros. Este dulce salvador visitará vuestras plazas y calles, vuestras moradas. En todas partes derramará las más abundantes bendiciones. ¡Felices caminos los que vais a estremeceros bajo tan santos y sagrados pasos! ¿Quién nos impedirá decir al volver a discurrir por la misma vía: por aquí ha pasado nuestro Dios. Por esta senda ha seguido cuando derramaba sus bendiciones sobre la feligresía"?
Van pasando años y siglos desde que Urbano IV instituyó esta fiesta. En muchos lugares se celebra hoy con el mismo fervor. En otros ha decaído la fe. En nosotros está mantenerla y tomar iniciativas para mover a aquellos pastores que se dejan llevar por corrientes desacralizadoras.
379. - BIEN DISPUESTOS
Hoy día es fácil acercarse a comulgar. Yo he visto hacerlo a personas incluso no bautizadas. Da espanto observar cómo acuden a la Santísima Eucaristía gente que casi nunca va a Misa, vive en adulterio, o comete gravísimos pecados contra la caridad y la justicia. Hablo, por supuesto, de lo externo, de lo que se ve y aprecia, sin pretender introducirme en la conciencia de nadie. Dios nos juzgará.
Impresiona mucho leer lo de San Pablo, cuando nos habla de la Eucaristía en la Carta a los Corintios, capítulo XI. Es duro contra los fieles de Corinto porque sus celebraciones "ya no son comer la Cena del Señor"; y quien participa de manera indigna, "come y bebe su propia condenación" (11,29). ¿Por qué no predican los sacerdotes sobre las disposiciones esenciales para comulgar?
La vida cristiana la manifestamos en el cumplimiento de los mandamientos: amor a Dios y al prójimo. Y la fuente de estos dos grandes amores la encontramos en la Eucaristía. ¡Maravilla de este sacramento que exige el amor para acercarse a Él, y da la fuerza para amar en abundancia! Es un círculo que se va ampliando como ondas en el agua, hasta llegar a la inmensidad. Ahí los santos encontraron fortaleza hasta ser héroes del amor.
Qué a gusto y con cuánto amor vamos a orar con la plegaria eucarística III: "Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu".
380. - TÚ PARA MÍ, SEÑOR, YO PARA LOS DEMÁS
Don Leocadio Galán fue un sacerdote santo; vivió enamorado de la Eucaristía. Pasaba largas horas delante del Sagrario y celebraba su Misa con gran fervor de todos conocido. Este era el lema que dirigió su vida entera: "Tú para mí, Señor, y yo para los demás". En pocas palabras se encierra un programa ideal para todo cristiano y para todo sacerdote. Fue el resumen de la biografía de don Leocadio. De su larga contemplación eucarística sacó fuerza para crear la casa de la "Misericordia" en Alcuéscar, y para fundar una comunidad de sacerdotes que irradian espiritualidad no sólo en aquel lugar extremeño, sino en muchos puntos de España.
He tenido la suerte de estar en aquel lugar de paz, entrega y amor. He visto trabajar a los hijos de don Leocadio, hoy en vías de canonización, y he quedado prendado de su fervor, de su acogida, del cariño que tienen hacia todo el mundo. Son unos sacerdotes singulares, "Esclavos de María y de los Pobres", y amantes de le Eucaristía. Allí se palpa el fervor de los mejores tiempos de la iglesia.
Necesitamos hoy testigos de la Eucaristía, hombres y mujeres al igual que el padre Galán y sus hijos, que saquen del Sagrario todo su empuje de caridad hacia los hermanos.
¿Y por qué no yo? Cuando acudamos mañana a Misa o esta misma tarde a nuestra visita al Señor, nos formularemos esta pregunta: ¿por qué no soy yo testigo, como tantos santos lo han sido?
Los dos grandes amores de todas las almas entregadas son la Eucaristía y la Virgen María. De estos dos grandes amores brotó la congregación sacerdotal "Esclavos de María y de los Pobres", obra de aquel sacerdote que decía: "Tú para mí, Señor, y yo para los demás".
381. - OH... LAS CARTAS DE LOS SANTOS
Bendito sea el que inventó la manera de comunicarnos por la escritura con personas distantes en la geografía. Los santos han aprovechado de manera admirable este noble descubrimiento postal. ¡Y hoy podemos realizarlo de forma electrónica!
Ahí van unos breves párrafos dignos de meditarlos e incluso de guardarlos en nuestra baraja de pensamientos. Están tomados de las cartas de Santa Margarita María de Alacoque, gran apóstol del Corazón Eucarístico de Jesús:
- El Señor os destina a honrar su vida de gloria en el Santísimo Sacramento. Por eso quiere que hagáis vuestro trono en la cruz para glorificarle llevando amorosamente las pruebas sin quejarse nunca.
- El Señor os ha escogido para honrar su vida humillada en la Eucaristía; por eso debéis ofreceros a Él como la nada ante el todo. Por eso también debéis haceros violencia para trabajar con fervor en el servicio de vuestro Maestro.
- Viva Jesús en el corazón de sus fieles amantes que desean consagrar sus acciones para rendir homenaje a su Sagrado Corazón en el Santísimo Sacramento. Unamos nuestras almas a las suyas a fin de que las preserve del pecado.
- Corazón de Jesús, te escojo por morada para que seas mi fuerza en las luchas.
Inmersos en este misterio maravilloso de Jesús que nos transmite la Santa Salesa en sus cartas, nos fundimos gozosos en Él. Queremos vivir esta realidad de fe, y llenos e amor trabajar por extender un poco el Reino de Dios.
382. - TRANSMITIR EL GOZO EUCARÍSTICO
Me gustaría vivir la Eucaristía de tal manera que mi paso por el mundo fuera como sembrador de alegría y esperanza. Eso mismo deseo para ti. Intentamos llevar a los hombres a Dios a base de lecciones aburridas, y nuestros hijos y alumnos se cansan. ¡Qué difícil nos resulta, Señor, ser altavoces válidos del mensaje de fe! Y siempre será verdad que "la fe se transmite por el oído".
¿Cómo difundir nuestro fervor eucarístico de manera que llegue a calentar su alma quien está frío, a vibrar quien permanece siempre yerto? Yo estoy seguro de que, si todos cuantos comulgamos supiéramos ser custodia transparente del Señor, que va dentro de nosotros, por todos los lugares, casi sin darnos cuenta, iríamos sembrando gozo y esperanza, como en un festival de la más sana alegría. ¡Oh las vivencias profundas de fe eucarística!
Ese "algo" de fervor no se logra a fuerza de puños, sino en la contemplación prolongada de Cristo sacramentado. Él está día y noche en nuestros templos. A veces como verdadero prisionero encerrado con verjas impenetrables, a causa de la falta de fe práctica de ovejas y pastores. ¡Abrid nuestros templos a la adoración eucarística! - debemos decir dondequiera veamos iglesias cerradas. Y aunque nuestra petición parezca estéril, no caerá en un vacío profundo. Dios que ve nuestra oración, de alguna manera ha de hacerla fructificar.
383.- PARA RESUCITAR LAS PARROQUIAS
¿Cómo sonaría hoy esta carta del obispo a todos su curas?: "Pido a todos mis amados cooperadores en la cura de almas que, al menos en el tiempo pascual, abran las iglesias lo más temprano posible; siempre antes de las seis de la mañana. Esperad sentados en vuestro confesonario vengan o no vengan penitentes. Mientras esperáis, orad. Seguros estamos de que vuestra experiencia os moverá a seguir todo el año imponiéndoos este fecundo sacrificio no sólo en tiempo pascual".
Este mandato o ruego ya lo hizo hace muchos años a todos sus sacerdote el Beato Don Manuel González. Supo crear en su diócesis, y por imitación en todas las diócesis de España, sacerdotes enamorados de la Eucaristía y del sacramento de la Penitencia.
El mismo santo había permanecido en su parroquia de Huelva interminables horas frente al Sagrario. En aquella sede, que allí permanece como testimonio, aguardaba a los fieles ya hacía oración a Jesús del que estaba enamorado.
En aquellos años fueron cambiando nuestras parroquias todas porque el amor eucarístico iba en aumento. Las personas mayores recordamos el fervor creciente de los años cuarenta y cincuenta. Los templos siempre abiertos; llenos de almas generosas que a todas las horas visitaban al Señor. Era imposible que los ladrones penetraran en aquellos recintos sagrados porque siempre había fieles en vigilante oración.
El mejor modo de resucitar las parroquias es fomentar la confesión y comunión y la visita al Sagrario, como en los tiempos de don Manuel González. Los sacerdotes que hoy día lo siguen haciendo son testigos de ello.
Señor, dadnos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, enamorados todos de la Eucaristía.
384. - CALIENTA TU ALMA
Vivir siempre orientado hacia el divino imán, Jesús en el Sagrario. Así lo hacía el beato don Manuel González y solía decir: "A este brasero hay que acercarse para tener calor". ¿Te quejas de que no sientes nada en el trato con Dios? Acércate a Él con insistencia. Golpea la puerta del Sagrario como lo hacía San Alfonso María de Ligorio una y otra vez. Cuando entras a casa - felices los que tienen esta gran compañía - salúdalo siempre, y cuando vas a salir, despídelo. Si pasas delante de una iglesia abierta, no te resistas; entra unos breves momentos para decirle al Señor que caliente tu alma y la de quienes están medio olvidados de Él.
Darse cuenta de la presencia de Jesús de todos los modos posibles: miradas llenas de amor hacia una iglesia cercana. Vivir y comportarse exactamente igual como si Jesús en figura humana estuviera junto a mí; porque lo está en la Eucaristía. Es el mismo que andaba por los campos de Palestina, en el taller de Nazaret; el que nació en Belén, murió y después resucitó. ¡Dios y hombre verdadero! Ser consciente de que lo tengo en mis manos en la consagración; lo miro cuando se alza sobre nuestras cabezas; lo acojo en forma de alimento cuando comulgo, lo mismo que los Apóstoles en la Última Cena. Lo adoro expuesto en la custodia, lo mismo que cuando estaba en la Cruz o subía a los Cielos.
¡Queremos verte siempre, Jesús, con los ojos de la fe. Has de llenar nuestra vida, y arderemos de celo como verdaderos apóstoles tuyos! Actualizaremos de todas las formas posibles tu presencia: cuando nos alejamos de la iglesia después de comulgar, no perderemos el contacto contigo, Señor. Vamos a penetrar en el fondo de nuestro corazón; y allí te sentiremos, siempre estás unido al Padre y al Espíritu Santo.
Todo esto con gran paz, sin violencia. Así se irán caldeando nuestras almas un día y otro; así iremos incendiando el mundo de amor.
385. - LA GENUFLEXIÓN
EL padre Juan Martín era un sacerdote a quien yo no conocía mucho, pero lo veía siempre lleno de gran fervor eucarístico. Lo adiviné, sobre todo, al observar la reverencia y fervor de sus genuflexiones. Cuando regresaba de la calle a su residencia, - ¡suerte inmensa los religiosos que tienen por huésped a Jesús - abría la puerta de la capilla, tomaba agua bendita, ,y con toda pausa y cierta solemnidad, hacía una genuflexión sentida, llena de fe. Era una confesión de amor, de seguridad plena, de que allí se encontraba el mismo Jesús, el que hacía milagros en Palestina, el de la Última Cena, el que resucitó para siempre.
Después también he visto a otros sacerdotes practicar el saludo de la genuflexión con parecida unción a la del padre Juan Martín. Estos sencillos actos de fe valen tanto o más que un sermón entero sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
¡Qué pena el caso contrario! El de aquellos que pasan delante del Sagrario con la indiferencia de un animal, de un ignorante o de un descreído. "¿Cuándo habrán comenzado a dejar algunos sacerdotes la genuflexión delante del Sagrario?" - me decía mi amigo, ferviente adorador -. ¿Por qué molestará a muchos "funcionarios eucarísticos" esta muestra sencilla de amor? ¿Será falta de fe? ¿Será consecuencia de una rutina incomprensible? Porque quienes por su edad avanzada o inmovilidad de la rótula no practican este rito de adoración, suelen apoyarse en algún mueble o hacer una reverencia tan profunda y sentida que en ellos equivale a nuestra tradicional genuflexión.
Hoy hemos de formular un propósito muy sencillo, pero eficaz: al entrar en una iglesia y ver el lugar de la Eucaristía, siempre ha de ser nuestra genuflexión sentida, de adoración, expresión del amor que nuestro corazón tiene a Jesús. Es una forma sencilla de propagar nuestra fe. Y es una manera de manifestar reverencia y agradecimiento a Aquél que por nosotros permanece por siempre sacramentado. Si así lo practicamos, formaremos parte, sin dudarlo, del cortejo de los santos del Cielo que festejamos en este primer día de Noviembre.
386. - MANANTIAL INAGOTABLE
Unos náufragos llevaban varios días en una barca en el mar ya casi muertos de sed. De pronto uno de ellos se inclina y prueba el agua, al alcance de sus manos, y exclama: ¡Es dulce; y nosotros estamos sedientos! Se salvaron.
Y yo me digo: Estamos rodeados de fuentes de agua viva; de la que salta hasta la vida eterna... y muchos perecen en la angustia, en la búsqueda de manantiales... ¡Abrid, sacerdotes, las iglesias a la adoración eucarística! Ahí está el que dijo: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías a Él y te daría de beber agua viva, agua que salta hasta la vida eterna".
Enseñar a nuestros hijos, a nuestros alumnos o nietos en la escuela, en casa o en la catequesis: "En medio de vosotros está Alguien a quien no conocéis", alguien que os acompañará como el mejor amigo durante toda vuestra vida.
El mundo pasa sed; muere de sed, y busca saciarla en charcas cenagosas. Ignora la verdadera fuente de agua viva: la Eucaristía. ¡Oh si supiéramos enseñarle dónde está el verdadero manantial! Y nosotros lo sabemos. Es Jesús Sacramentado, son la Misa y la Comunión fuentes inagotables. "Lo toma uno, lo toman mil. Cuantos más se acercan, más se agranda, y nunca jamás se agota", nos dice Santo Tomás.
Acercarnos a las aguas vivas con alma bien preparada, en gracia santificante, con disposición y gran deseo de recibir a Jesús; el mismo que nació en Belén y resucitó entre los muertos.
387. - ESTAR CONTENTOS CON DIOS
"Dios estará contento conmigo - decía un hombre sencillo -. Voy a Misa todos los domingos sin faltar uno, y asisto a ella con atención. Dios estará contento conmigo". Y no es eso ni mucho menos. En la Misa se renueva el sacrificio del Hijo de Dios al Padre, y se nos ofrece la oportunidad de ofrecernos con Jesús en ese mismo sacrificio. ¡Nosotros somos quienes hemos de estar contentos con Dios! ¡Menuda oportunidad que nos ofrece! Además allí mismo se nos da Jesús en alimento; nos brinda su fuerza; nos va transformando en Él.
¿Puede existir mayor gracia? Sí. Todavía más. Se nos ofrece el Señor como señal de nuestra Resurrección. Porque "quien come mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día". (Jn 6, 54).
Es preciso considerar este misterio todas las semanas y mejor aún hacerlo todos los días. Concentrarnos antes de ir a Misa para ofrecernos con Jesús y aceptar gozosos el ofrecimiento que Él nos hace. Muchos van a Misa por cumplir; por costumbre; otros muchos han dejado de acudir y solo se acercan por algún compromiso social. Es una pena.
Pero nosotros hemos de participar gozosos y con devoción. Hemos de animar a otros a que se animen en esta labor de tanta fe y necesidad para la buena marcha del Reino de Dios. Atentos y bien preparados cada domingo. Deseando con ilusión unirnos al sacrificio de Cristo para adorar al Padre y ofrecernos a Él; reparar los pecados propios y del mundo entero; alimentarnos del Cuerpo y Sangre de Cristo. Que María Inmaculada nos conceda la gracia de vivir felices por tan gran don que el Señor nos ha concedido.
388. - NAVIDAD CALIENTE DEL 2003
Frío en Navidad. Parece lo normal. Pero a mí, la fiesta del nacimiento de Jesús me da calor y fuego de acogida en el hogar. Y, como por instinto, la Navidad me lleva al Sagrario, lugar donde hierve de amor el mismo Jesús que nació en Belén. Ahí está en cuerpo y alma de niño y de mayor. Lo mismo que en el Portal hace ya dos milenios.
Me gustan los belenes. Me quedaré, como todos los años, largo rato contemplando distintos nacimientos hechos con cariño en honor de Jesús. Es hermosa oración. ¡Qué bueno cantar allí esos villancicos aprendidos en la niñez! Pero aún disfruto más en estos días contemplando a Jesús en el Sagrario, porque ahí está de verdad; lleno de calor y vida; arropado por el amor de cuantos le queremos. La fe suple cuanto ignoran los sentidos.
Navidad, sí, me habla de calor, de fuego y de amor. Pero también por contraste me habla de frío. Y diré con don Andrés Manjón: "La culpa del frío que hace, la tienen cuantos habían de arder, pero no quieren acercarse al fuego". Oh los sacerdotes y obispos, los cristianos fríos por la pereza de acercarse al brasero del fuego divino. Porque muchos comulgan, sí, pero como quien toma un trozo de pan, en total distracción o ignorancia.
En estos días invito a todos a arrimarnos a la hoguera del Belén, al fuego del Sagrario, al volcán de la Misa y de la Comunión. Así será de verdad Navidad caliente, amable, ardorosa, llena de la verdadera caridad.
389. - AÑO 2004, ¿EL PROPÓSITO?
Hoy hace un año, cuando daba comienzo el que ayer terminó, ofrecía a los amigos del "Ameno Huerto" el propósito que para mí formulé: Vivir con fervor creciente la Misa dominical, y para ello prepararme de una manera inmediata a ella. Vivir asimismo con ilusión la Comunión. Es necesario levantarnos de la rutina diaria que nos invade sin darnos cuenta. Kempis dice: "Si cada año quitáramos un defecto, presto seríamos perfectos". Mi experiencia ya madura me dice que no es fácil cumplir el ideal del autor de la "Imitación ce Cristo".
En el inicio del 2004 es preciso hacer un alto en el camino. Y en este descanso nos preguntamos: ¿Cómo he cumplido aquel propósito? ¿Cuántos domingos me he acordado? En conjunto, ¿han sido mis encuentros dominicales mejor participados? ¿Ha sido la Misa auténtica oración? ¿Me ha servido la Comunión acicate para cada día de la semana?
No sé qué responderá cada uno de los amigos del Ameno Huerto. A mí me ha venido muy bien aquella santa determinación. Creo haberla recordado todos los domingos y el sábado por la noche. He acudido a la Misa con mejor preparación que otros años; he ido con la decisión de celebrar mi fe en una pascua renovada; con deseo de adorar, dar gracias, ofrecerme a Jesús en la Hostia del Sacrificio. Pero a la vez he comprobado que me queda mucho camino por andar. Y por eso vuelvo a formular de nuevo el propósito para este año que hoy comienza: atención, mucha atención en la Eucaristía dominical; va a ser aún más oración; más relación íntima con Dios; más adoración, acción de gracias, petición de perdón, súplica por todo cuanto llevo en mi corazón cristiano. "Me acercaré al Altar de Dios; al Dios que llena de alegría mi juventud".
No sé si volveré a insistir en esto el año que viene, si Dios me da vida, pero estoy seguro de que, si cumplo este propósito aún mejor, mi relación con Dios será más viva e íntima; habrá mejorado también el trato de amor con mis semejantes. Y es que nuestra atención amorosa a estos santos misterios transforma poco a poco la existencia propia. Por eso, no hemos de cansamos de repetir de una manera consciente este propósito sobre la Misa dominical.
390. - ¿POR QUÉ NO SERÁN TODAS LAS MISAS IGUALES?
Ayer acudí con un grupo de personas amigas a una celebración eucarística. Éramos alrededor de veinte. Todos con fe sincera y con deseo de permanecer como hermanos. La santa Misa sirvió del mejor lazo de amistad y pudimos decir con Santo Tomás: "Nos congregó en la unidad el amor de Cristo". Es el sacramento de la caridad, de la piedad acrisolada, pero es preciso dejarse "coger" por Él. ¡Qué pena que existan tantas misas rutinarias... qué dolor que cada vez acuda menos gente a la renovación del Sacrificio de Cristo!
Sí, todas las Misas son iguales, pero no es idéntico el fruto de ellas, porque depende mucho de la disposición de cada uno. El alimento eucarístico antes fue grano de trigo, nacido de diversas espigas; una vez convertido en harina, en masa y en pan, es ahora el Cuerpo de Cristo, y nos une en abrazo de amor. El vino eucarístico antes fue racimo de la vid y, una vez exprimido en mosto y fermentado, y puesto sobre la mesa del Altar, es la misma sangre de Jesús que nos une con los hermanos y se convierte en vínculo místico. Todo es signo de unión y de caridad. Y es el mismo Dios hecho hombre, y después Eucaristía quien nos "amasa" y deifica, y nos hace vivir en amor mutuo y en amor a Él. Conociendo esta maravilla de fe ¿se podrá eliminar a un hermano de participar en el Santo Sacrificio, bajo el pretexto de tener un mal carácter? Esta pregunta produce en mi alma una serie de connotaciones que me hace temblar y retorcerme por dentro para superar el escándalo.
Oh si fueran todas las Misas como la de los veinte amigos. Si todos pudiéramos conectar con el Sacramento como ayer en aquella celebración inolvidable. ¡El Señor nos conceda vivir la Misa con tal fervor que nos transforme en uno con Jesús y con los hermanos!
391. - "SOLIS PRESBITERIS"
(Para sólo los presbíteros lo escribí, pero a nadie le está vetado leerlo).
Hoy, día siete de Enero del 2004, he visto con gozo a un sacerdote anciano sentado largo rato delante del Señor en el Sagrario de la residencia del Buen Pastor de Pamplona. ¡Bendito seas por siempre Jesús Sacramentado! Oh los Sagrarios abandonados que decía don Manuel González. Aquel movimiento de este santo parecía imparable, pero un colectivo ignominado, ignorante y digno de ser ignorado, lo ha hecho parar, y es preciso poner remedio.
Existen algunas excusas para justificar esta ausencia de Sagrario: que en la celebración Eucarística el sacrificio es lo primero; que se conservaban las hostias consagradas en la pixis eucarística para los enfermos... Todo eso es cierto, pero existe una evolución homogénea del dogma, y hemos llegado con pura lógica de fe, hasta aquí: que Jesús permanece real y sustancialmente presente en la Eucaristía, también después de la Misa. Y Cristo, inmolado en el Altar, está en el Sagrario y prolonga su presencia entre nosotros. ¡Ahí está y sigue desconocido por los suyos.
Hay ministros del Señor en quienes no se aprecia la ilusión de ser sacerdotes de Cristo; no quieren aparecer como los íntimos del Divino Maestro, de aquellos que fueron elegidos "para estar con Él y para ser enviados a predicar". Muchos llenan el vacío de Cristo con cuatro cosillas de este mundo. ¡Qué pocos se sientan en sus "ratos libres" a estar con Él, a quien un día entregaron su corazón... ¡Qué buen ejemplo me ha dado el sacerdote del Buen Pastor! Pero creo que falta el trato constante con Cristo, la intimidad con el Amigo en mutuo diálogo. Es que si de verdad amamos al Amor de los Amores, lo buscaremos donde se encuentra realmente presente con su cuerpo, alma y divinidad, en el Sagrario.
Por otra parte ¿cómo se prepara el sacerdote para la Santa Misa; cómo da gracias después de ella? Con demasiada frecuencia vemos en ellos la escasa preparación y nula acción de gracias después de recibir al Señor en la comunión. Pido a Jesús que dé a sus sacerdotes el gusto de lo espiritual, el gusto de la Eucaristía, la afición a estar con el Amigo. ¡La primera razón del sacerdote es la Eucaristía!
Señor, dadnos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, que nos estimulen a todos al fervor eucarístico. Cuando un corazón está lleno de Jesús, lo demás es accidental: sólo Dios importa en primer término.
392. - OBSEQUIO EUCARÍSTICO
Hace unos días fui a confesarme y pronto he de volver. No conviene demorar mucho este sacramento de la reconciliación. El padre confesor me exhortó con estas palabras que ofrezco a la consideración de quien lo desee: "En honor a Jesús Eucaristía a quien amas; en honor a la Santísima Trinidad que te ha creado, vas a formular este propósito: amar más y mejor a tus semejantes". Fue conciso mi sacerdote. Casi mejor, porque esta frase, así, aislada se graba como a fuego en el alma. Todos los días he de repetirla varias veces, y espero vaya haciendo efecto en la práctica de mi fe.
Un amigo, con lenguaje descarnado, comentaba en una ocasión: "Amar a Cristo en el Sagrario cuesta muy poco. Ahí está, y no molesta a nadie. Los difícil es amar al que "chincha", al que me ignora, al compañero de mal carácter".
Todos hemos comprobado esta realidad: es muy difícil el amor al prójimo. Pero es imposible el amor a la Eucaristía sin un propósito firme de querer a nuestros semejantes. Es más: los dos amores van unidos íntimamente; como la primera Eucaristía con el lavatorio de los pies hecho por Jesús.
Cuando uno de estos días vuelva al confesonario, tengo que decirle al padre espiritual cómo me ha ido en cuestión de amor. Sé que debo arrepentirme de mis descuidos, pero deseo no olvidarme jamás de tan acertada consideración: "En honor a Jesús Eucaristía a quien amas; en honor a la Santísima Trinidad que te ha creado, vas a formular este propósito: amar más y mejor a tus semejantes".
393. - LA ALMUDENA, SABER HACER
Visitar la catedral de la Almudena en Madrid deja señal en el alma. Digno templo que dedica una de sus capillas a Santa Micaela del Santísimo Sacramento, la madrileña que vivió para la Eucaristía y el amor a las personas más pobres. Ella solía decir: "Necesito pasar unas horas con Jesús Sacramentado". El templo - madre de la capital de España es acogedor. Refugio para conversar largo rato con Jesús del Sagrario.
La capilla más digna de esta iglesia metropolitana es para la Eucaristía. Allí, durante gran parte del día está expuesto Jesús en la custodia. Vemos allí decenas de fieles que permanecen largo rato en oración. Todo invita allí al silencio, al recogimiento interior. Allí, como diría nuestro Cervantes: "Cristo de nuestras almas se apacienta - En tan alto convite, - Y nosotros a Cristo apacentamos; - Y el alma se sustenta de él, - Sin que se le quite nada - Por muchas veces que comamos; - Porque es Dios infinito el que gustamos".
Allí, el residente o el peregrino escuchará a lo largo del año pláticas y conferencias cargadas de honda espiritualidad cristiana. En los días de mi permanencia, pudimos escuchar temas de invitación a la vida cristiana; llamadas al sacramento de la reconciliación; a la santidad; a la Eucaristía; a transmitir la fe; formas de expresar el amor cristiano...
Esta Santa Iglesia Catedral está abierta de 9 a 21 horas. La entrada es libre; sin previo pago. Hay, sí, turistas que contemplan el arte. Pero abundan también las almas con deseo de Dios. La Almudena es ejemplo de cómo se han de centrar el amor y honor a la Eucaristía en nuestras catedrales.
394. - DESENGAÑO, 26
Tocando a la Gran Vía, próxima al edificio de Telefónica de Madrid, está la calle Desengaño. Para muchos puede tener esta rúa connotaciones poco gratas, relacionadas con el mundo de la prostitución y de la droga.
Yo conocí hace muchos años, en el número 26, una iglesia vieja cerrada al culto. Hoy, del todo renovada, es el templo eucarístico diocesano de San Martín. Si acudes a la capital de España y tienes oportunidad, no dejes de visitar a Jesús en esta iglesia. Está expuesto el Santísimo Sacramento durante la mayor parte del día. Por la noche recibe la visita sosegada de los adoradores nocturnos. En horas determinadas se congregan los fieles para a oración común. Me cupo la suerte de escuchar allí, en el transcurso de una hora santa, bellas poesías eucarísticas, alternando con melodías suaves de órgano. Todo ello muy propio para profundizar en el amor íntimo a Jesús, presente para siempre entre nosotros. Feliz iniciativa de la diócesis de Madrid. El templo eucarístico no se contenta con mantener y fomentar la adoración. Organiza a lo largo del año numerosas conferencias, escuela de liturgia para niños, mediaciones cuaresmales y otros muchos actos. Me impresionó una frase que leí en aquel lugar santo: "Si dejáis entrar a Dios en vuestro corazón, entonces todo en vosotros cambiará".
395 . - PASCUA 2004
Un año de la década de los setenta me tocó vivir la Semana Santa en Andalucía. Sus procesiones son muy bellas y llenas de fervor religioso. Alegre la aurora de la Resurrección. En la madrugada pascual entré en el templo de un pueblo pequeño. El joven cura estaba solo preparando el altar de la celebración. En aquel vaivén tranquilo de entrada y salida a la sacristía, cantaba con gozo melodías alegres de resurrección. No podía contener la ilusión de nuestra gran esperanza. Poco después entraban los fieles en el recinto sagrado, y todos con cara de fiesta.
Con el reflejo del gozo en nuestras almas hemos de celebrar siempre el triunfo pascual. Porque Jesús ha vencido a la muerte, y ya nunca volverá su cuerpo al sepulcro. ¡Si Jesús ha resucitado, nuestra fe es cierta; con una seguridad plena! Por eso la esperanza y alegría total.
La Pascua siempre ha de estar unida al Sacramento del Amor; a la Misa, al Sagrario, a la Resurrección. Y todo ello es motivo de un nuevo gozo. Juan Pablo II nos dio el año pasado el regalo de una encíclica sobre la Eucaristía. Allí nos lo recordaba: "La Pascua está concentrada para siempre en el don del Gran Sacramento". Pro eso si voy a Misa, ahora y siempre, veré a Jesús que se me ofrece en la Comunión lleno de vida, resucitado, como realidad y como signo de vida gloriosa. Celebramos, sí, su muerte, porque fue necesaria, paso previo para el triunfo total. Y aclamamos ahora alegres su resurrección.
Estas verdades de fe que contemplamos nos llenan de asombro. Voy a fomentar mi capacidad de admiración, porque es verdad, no pura fantasía: Cristo resucitado está hoy en medio de nosotros, en el Sacramento del Altar. Que no nos pase como a los dos de Emaús que tardaron tanto en reconocerle.
396. - LA CONSAGRACIÓN
Misa de 11 en el Valle de los Caídos, en Cuelgamuros. El entorno es grandioso. Recuerda las grandes obras faraónicas, y por contraste, las catacumbas. Caminamos metros y metros de túnel sagrado, iluminado con sobriedad. Al fondo, en el presbiterio, aparecen nueve sacerdotes concelebrantes. Pocas veces he participado en una Eucaristía tan sencilla y solemne a la vez, enaltecida por el más genuino canto gregoriano. En el ambiente se palpa el fervor común.
Unos segundos antes de la consagración, se apagan todas las luces y quedan iluminados tan sólo el Santo Cristo y el Altar. En ese recogimiento íntimo y divino, se obra el milagro de la consagración del pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesús. La sagrada Hostia es elevada con lentitud y presentada a los fieles para la adoración morosa y amorosa. ¡Señor, yo creo, pero aumenta mi fe!
Hemos de ir decididos y convencidos a Misa. Vamos a celebrar la muerte y resurrección de Cristo. Allí se hace presente para entregarse al Padre en total acción de gracias a la Divinidad, para aplacar a la Santísima Trinidad por los pecados del mundo; para ser nuestra salvación.
Es necesario comenzar el rito sagrado con atención y fervor, como los benedictinos del templo de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Y en el momento cumbre de la Eucaristía, la consagración, fijar nuestras miradas atentas, como si ninguna otra cosa existiera en nuestro derredor, en Jesús que se eleva sobre nosotros. Y exclamar desde el fondo de nuestro corazón - sólo Dios debe oírnos, ningún hombre -: "Señor mío y Dios mío, acéptame, me ofrezco contigo".
397. - EL GESTO DE ADORACIÓN
Entré un día de calor en la capilla eucarística de la catedral de Burgos. Aquel recinto sagrado invita a la oración, y en nada estorban los cientos de turistas que desean admirar el arte. A todo el encanto del entorno se añade el hecho de que delante de este Sagrario oró repetidas veces la enamorada de le Eucaristía, santa Micaela del Santísimo Sacramento. Poco después de iniciar mi visita entraron en aquel nido de amor dos sacerdotes: uno era mayor, el otro, muy joven. La genuflexión de ambos fue lenta, sentida, reverente, expresión total de la fe y amor que forzosamente tenían que llevar en sus corazones. Luego, permanecieron recogidos largo rato, ajenos al mundanal ruido del exterior, atentos a Jesús, solemnemente expuesto por uno de ellos en la custodia.
A Jesús, nuestro amigo y compañero en todas las iglesias, hemos de amarle con finura de enamorados. Su presencia permanente entre nosotros tiene importancia capital para todos los creyentes, pero de una manera especial para aquellos hombres y mujeres que un día decidieron seguirle con amor indiviso. También es algo imprescindible para otros - tal vez menos fuertes en su decisión - que desean permanecer en un amor a Jesús total y sin fisuras. ¡Oh Cristo sacramentado que llegas a enamorar a vírgenes y penitentes, desposados, niños y jóvenes!
Pena me da cuando el ministro del Señor pasa indiferente delante del tabernáculo, sin ademán externo de adoración, reflejo del amor que debe invadir su alma sacerdotal. Mayor tristeza aún, ver algunos templos que más parecen salón de actos en los que impiden, a propósito, al fiel cristiano doblar sus rodillas en gesto de adoración tradicional al Dios hecho alimento y compañía. Allí es preciso estar de pie durante la misma consagración. ¡Como los propios ateos que jamás doblarán sus rodillas ni su entendimiento ante Dios en quien no creen! ¿Cómo no habrán caído en la cuenta pastores de nuestra Iglesia de este detalle? ¡Que sí, que ya sabemos lo de el orar de pie...! ¡Que no somos ignorante...! Pero el ateo jamás se arrodilla... ¡Y aquellos dos curas de Burgos, qué gesto más pleno de adoración!
¡Bendito seas Jesús Eucaristía: a Ti el amor, la adoración, nuestra vida entera!
398. - SIEMPRE CON JESÚS
María, la Virgen, nunca pudo cansarse de estar con Jesús. Los nueve meses de presencia ininterrumpida la marcaron para siempre. El tiempo de vida oculta en Nazaret tuvo que ser de solicitud amorosa hacia el Hijo pequeño, pero sin agobio. Presencia gozosa, y sacrificio al tener que dejarle ocuparse de "las cosas del Padre celestial". ¡María, ejemplo de almas eucarísticas!
Dicen que el cura de Ars rezaba con lágrimas en los ojos aquella oración pronunciada por los sacerdotes antes de recibir a Jesús: "Haz que siempre me adhiera a tus mandatos y no permitas que jamás me aparte de Ti". Y al tomar la sagrada Hostia en sus manos le decía: "Si supiera que te iba a dejar alguna vez, jamás te aflojaría".
¡Siempre con Jesús! Porque el amor desea aquello que dura. Para el amante nunca ha de tener fin el cariño. Quien haya comulgado alguna vez con fervor lo comprende. ¡Hambre insaciable de Eucaristía! Y goza el alma con las palabras de San Juan en el Evangelio: "Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él". ¡Ahora, y por la tarde, y mañana... y al día siguiente! ¡Por siempre! ¡Por toda la eternidad!
Es cierto, la Virgen María no agobiaba a Jesús con sus muestras de ternura. Cumplía con sus deberes de estado. El alma enamorada no permanece ni un minuto más del reglamentado en adoración: ha de cumplir sus obligaciones profesionales. Pero qué gozo poder disponer de una mañana o de una tarde íntegras para dedicarlas al gran amor.
399. - CORUPUS DEL AÑO 2004
Ojalá vibraran todos los obispos y sacerdotes con la Eucaristía como Don Manuel González. Muy pronto cambiaría nuestro pueblo a mejor. El Corpus era para él un día radiante, como la mañana más luminosa de junio, como la custodia, como el sol, como el Sagrario más visitado. Los testigos que presenciaron al Santo Obispo llevando en sus manos al Señor, quedaban como extasiados. Comentaban después el hecho llenos de devoción: "Caminaba don Manuel absorto; con la mirada fija en la Sagrada Hostia. Casi ni pestañeaba. Parecía decir: Dios está aquí; venid adoradores, adoremos".
En junio de 1936 era obispo de Palencia nuestro santo. No pudo celebrar el Corpus por las calles. Eran los días amargos en que se fraguaba la guerra civil. Hubieron de conmemorar la fiesta en la misma catedral. Los católicos acudieron con fervor. Ni cabían en el templo. Querían desagraviar al Santísimo por las injurias inferidas a su Divina Majestad. El Obispo del Sagrario Abandonado decía con palabra encendida: "Quisiera que mi voz fuera potente; que llegara hasta los últimos rincones de Palencia. Mi alma rebosa de alegría al veros como una piña rodeando con lealtad al Rey de los Cielos". Los hombres hasta lloraban. La fe se palpaba vibrante. No menos que si Jesús, oculto bajo las sagradas especies, apareciera en figura de hombre como en Palestina.
Durante toda la octava de la gran fiesta se turnaban junto al Sagrario de la Catedral decenas y centenares de fieles en ininterrumpida guardia de honor.
Así celebran los santos la gran jornada del Amor Cristiano. Hoy vemos algunos conatos tímidos de dar al Corpus su genuino esplendor. Hemos de animarnos unos a otros. Estimular a nuestros obispos y sacerdotes. ¡Pobres ellos, y pobre pastoral parroquial o diocesana si la fiesta del Corpus no cesa de disminuir en fervor y asistencia! Roguemos al Señor...
400. - CUATROCIENTOS
Cuatrocientos números de estos desahogos eucarísticos suponen horas y horas de lectura y oración; y muchas más aún cuesta escribirlos. Quien los siga leyendo demuestra amor grande a su vida interior y, sobre todo, tierna devoción a la Eucaristía. Quien los escribe tiene también ese mismo deseo.
En lo humano todo es perfectible y, por supuesto, también en estos desahogos. Pero ahí queda el espíritu de ellos: fidelidad total al dogma revelado; adecuación entre la teoría doctrinal y la práctica pastoral; empeño en que la Eucaristía en su triple dimensión, sacrificio, comunión, presencia real, se por siempre amada por todos los hombres.
Me cuentan que un agnóstico leyó varios números de estos desahogos" y los calificó como "Chispazos de amor". ¡Ojalá llegaran a incendiar el mundo entero en el fuego divino eucarístico! ¡Cuatrocientos "Chispazos de amor!
Cuando comenzábamos la andadura, deseábamos que el mundo ardiera de amor a Jesús Sacramentado. Durante casi veinte años viene funcionando ininterrumpidamente esta pluma que no se cansa de proclamar el amor de Jesús en el Sagrario y el amor a Jesús del Sagrario, de la Misa, de la Comunión. Con realismo, llenos de horror, hemos de confesar que en este no corto espacio de tiempo ha disminuido la asistencia a la Misa dominical; y se han cerrado más y más templos a la adoración eucarística. Menos mal que todavía quedan algunos abiertos. Cuánta purificación necesitamos hasta que vuelva de nuevo el fervor al Sacramento! Danos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas que nos enfervoricen en el amor a la Eucaristía y a todos nuestros hermanos.
401. - EL BOMBÓN DEL PAPA
Escribir una encíclica debe de ser una labor muy difícil. Los papas la redactan ayudados normalmente por su colaboradores más eximios. Suelen ser estos escritos muy condensados y nada fáciles de leer, pasto de profesores, teólogos y personas de mucha erudición en temas religiosos. Dentro de esta textura publicó el año pasado Juan Pablo II la encíclica titulada "Ecclessia de Eucaristía". Para mí es un regalo, un bombón del Papa, porque en ella no se nos ofrecen tan solo esas ideas abstractas clásicas, sino que refleja el Pontífice sentimientos profundos de su experiencia de fe.
Nos habla del asombro que suscita en nosotros la Eucaristía. Nadie, que yo sepa, había utilizado este morfema en referencia al misterio del Cuerpo y la Sangre del Señor, hechos alimento sobrenatural. Y el sacerdote en esta maravilla pone su boca y su voz a disposición de Aquel que lo pronunció en el Cenáculo. Y desde ese momento, encima del Altar, está Jesús entero: el mismo que tuvo en sus brazos María o andaba por los campos de Palestina. Conocer esta maravilla produce admiración en nosotros, lo mismo que en el Papa. Nos invita con fervor Juan Pablo II a contemplar a Cristo dondequiera que se manifieste, sobre todo en el Sacramento: ¡Venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor. Dios está aquí!
Quisiera que tú y yo vivamos ensimismados en Jesús Eucaristía. Siempre junto a Él. y desde allí lanzarnos con fervor a la conquista del mundo para Dios, llenos de fe, amor y entusiasmo. Que se renueve en nosotros la expresión de los dos de Emaús, de manera que se abran nuestros ojos y lo reconozcamos". (Lc. 24,31).
402. - MI ANTIGUA CATEQUISTA
No te asusten las ideas un poco abstractas en materia de religión. ¡Hazlas tuyas! Serán para ti de lo más sabroso que encuentres. Profundiza en ellas. Te gustarán.
Cuando éramos niños, Dios en su providencia nos entregó una catequista santa. Ella nos animaba a participar en la Misa todos los días, a comulgar y a visitar a Jesús. Consiguió lo largo de los años que algunos centenares de niños y jóvenes fuéramos almas eucarísticas. En aquellos momentos ella nos mostraba todo de forma muy concreta: Jesús en el Sagrario nos espera; es nuestro amigo íntimo; hay que contarle todas las cosas; pedirle por nuestra familia, compañeros y educadores; uno por uno. Encomendar al Papa, a nuestros sacerdotes y misioneros. Narraba con frecuencia algunos ejemplos de niños enamorados de la Jesús: Gopal, San Tarsicio, Santa Imelda...
Pasaron los años y la Providencia me regaló algunas cartas de mi antigua catequista llenas de ideas espirituales. Pero ya no eran tan concretas; a mí se me antojaban como muy abstractas. Me hablaba de la Santísima Trinidad, de las relaciones maravillosas entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Me hablaba de la Eucaristía como centro del misterio Trinitario, porque nunca puede estar separado el Hijo, del Padre y del Espíritu Santo. ¡Es para caer en éxtasis de amor! Sí - me decía -"Permanecer en este amor".
Al pasar los años me doy cuenta de que mi catequista era un alma contemplativa. Yo quisiera, para mí y para cuantos han leído estas líneas, el fervor eucarístico que inundó a mi maestra en la fe y que supo transmitirlo a nosotros.
403. - CELEBRAR EN EL CENÁCULO
Me da gusto leer la encíclica de la Eucaristía porque en ella se refleja el alma de Juan Pablo II. A la fuerza tiene que ser nuestro pontífice un alma enamorada de este Gran Sacramento. Nos dice que celebró la Misa en el Cenáculo y fue para él un gozo. Se siente agradecido a Jesús que le permitió renovar, en ese mismo lugar, el misterio de la Última Cena. Se le ve emocionado al recordar esto años más tarde.
Cuando visitó el Huerto de los Olivos su alma mística pensaba que aquellos viejos árboles habían sido testigo de la oración angustiosa de Jesús después de la instrucción del Sacramento del Amor. La Eucaristía es una maravilla. Si uno cree, no puede quedarse indiferente. Encierra en síntesis el núcleo mismo de la Iglesia. Y es el centro de nuestra vida cristiana.
Existen formas muy hermosas de expresar nuestra relación con Dios: la esclavitud mariana, la pasión del Señor en el viacrucis, la vivencia de la inhabitación de la Santísima Trinidad... pero hay algo que ningún cristiano puede ignorar o marginar: la Eucaristía. En cuanto una persona se da cuenta de este misterio, ve en él algo que no existe en ningún otro: al mismo Cristo como alimento, compañía, realmente presente. Lo mismo que cuando vivía en Nazaret. Y ese Jesús que es Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad, nos lleva al Padre y al Espíritu Santo.
Las demás devociones pueden considerarse, sí, importantes, pero un poco tangenciales. Ésta es la gran devoción, la nuclear. No hacemos de menos con ello a la Virgen María. ¡Todo lo contrario! Aunque nada nos dice sobre el particular la Sagrada Escritura, seguro que ella viviría centrada en este misterio de fe.
404. - SENSIBLES A LA EUCARISTÍA
Estuve en el año 2000 en Liébana celebrando el año santo. Acudían todos los días centenares de personas de España y del extranjero. En este santuario se conserva y venera el trozo mayor de la cruz de Nuestro Señor Jesucristo que existe en la cristiandad. Cuando el sacerdote lo elevaba para bendecir al pueblo, a muchas personas les embargaba la emoción, contemplando el mismo madero donde fue colgado nuestro Salvador para redimir a los hombres.
Cuando el sacerdote celebra la Misa y los fieles participan en ella, ha de producir en nosotros un estímulo de fe mayor que el lignum crucis por muy grande que sea. Damos gracias a Dios, junto con el Papa en la encíclica, por el gran regalo de la Eucaristía y del sacerdocio. "Cuando pienso en la Eucaristía, cuando miro mi vida de sacerdote, de obispo, de sucesor de Pedro, me resulta espontáneo recordar tantos lugares en los que he tenido la gracia de celebrarla" - nos dice el Papa. Y va recordando: iglesias, estadios, rincones de montaña... "y en todos los lugares se celebra en cierto sentido sobre el altar del mundo".
Quisiera mantener mi alma muy sensible a la Eucaristía, como el Vicario de Cristo. Te invito también a ti a esta empresa de amor. Quisiera vivir la Misa con tanto fervor y fe que contemplara de alguna manera la empresa salvadora del Señor. Y desde la Misa ofrecer a mi Señor "el mundo nacido de sus manos, y de algún modo hacer que retorne a Él" ¡Cuántos aspectos en la Eucaristía todavía sin descubrir!
405. - CELEBRAR Y COMULGAR CON FERVOR
Es fácil emocionarse en el día de la ordenación; es fácil celebrar emocionados y con lágrimas la primera Misa. Mas para muchos el día de la ordenación es el día de su perdición". Estas palabras decía el padre Nieto a un grupo de sus seminaristas en la víspera de recibir el presbiterado. Y es que la rutina corroe la piedad más acendrada, si no se toman medidas espirituales de confesión frecuente y oración personal. A esto es preciso añadir la lectura de libros santos y el control de nuestra vida interior.
Miguel Mayo es un seglar de Sevilla, colaborador de la revista "Tablada al habla". Él nos dice lo siguiente: "Tengo un amigo sacerdote que ha logrado escapar de la carcoma de la rutina. Sus misas suelen durar cerca de una hora, y el momento de la consagración, diez minutos. Cuantos acudimos a sus Eucaristías vemos cómo muchas veces, cuando eleva el Cuerpo de Cristo y el Cáliz de su Sangre, comienza a llorar mansamente y mantiene en el aire las Sagradas Especies un tiempo prolongado".
El mismo autor añade: "Cuando veo a un sacerdote que dice la Misa con rutina no puedo menos de preguntarme: ¿No se da cuenta de lo que tiene entre sus manos? Si un presbítero celebra sintiendo lo que hace, da la impresión de que el tiempo se detiene".
Y los seglares, ¿cómo comulgan? Porque es el mismo Jesús que el sacerdote fervoroso ha traído al Altar. ¡Es para morirse de emoción darse cuenta de que Cristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, habita en el Sagrario viviente de nuestros cuerpos en gracia.
406. - IDEAS QUE ENFERVORIZAN
Me gusta zambullirme en los salmos con espíritu de amor y adoración. Quien los compuso, el rey David, no podía soñar siquiera en la maravilla de la Eucaristía que llegaría al mundo varios siglos después. Nosotros, de la mano del salmista podemos decir cuando nos acercamos al Sagrario: "A Ti te busco, Señor, desde que apunta la aurora; mi alma tiene sed de Ti. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote".
Santa Gertrudis era una monja plenamente eucarística; vivía enamorada de Jesús, hecho blando pan, y le decía: "Oh mar inmenso, ¿por qué tardáis tanto en recibir esta débil gota de agua en vuestra plenitud?" Imagínate con atención amorosa delante de este océano de amor, Jesucristo Eucaristía, y desea con ardor, como esta pequeña gota de agua, fusionarte para siempre en este divino océano.
Santa Margarita María recibió revelaciones personales del Corazón de Jesús. La Iglesia las considera dignas de nuestra atención. Ella quería penetrar en el mismo corazón de Cristo que tanto ha amado a los hombres, y hacer en Él su casa, su mansión y su refugio.
Cuando un alma se recoge junto al Sagrario y se aísla del mundanal ruido; goza y disfruta de esta unión con Jesús; Sale de la presencia del Buen Dios con el alma henchida de gozo y con el deseo de amar más a sus semejantes y de hacer algo por este mundo que se aparta de Dios. ¡Qué bueno repasar estas ideas con frecuencia para estimularnos en este fervor que exige la presencia de Jesús en la Eucaristía.
407. - LA CATEDRAL DE TERUEL
Acabo de visitar la catedral de Teruel. Me ha gustado. Está abierta muchas horas al día. Y han sabido conjugar la curiosidad del turista con la piedad acendrada del cristiano. Por una puerta se entra en el templo de arte mozárabe; por otra contigua, en la iglesia, la casa de Dios y puerta del Cielo, donde permanece el Señor como alimento y compañía, solaz y dueño de nuestras almas. Pero en ninguna de las dos puertas nos han exigido el tique de entrada.
En la cripta yacen los restos del obispo Beato Polanco y de su, también beato, Vicario General. Nos enseñan una lección de fidelidad a la fe con la fortaleza de su martirio. Bella la custodia procesional del Corpus, adornada con un barroquismo trascendente.
Al salir gozoso de esta catedral se me han ocurrido algunas consideraciones. ¿Por qué todavía quedarán templos en España donde se cobre cuota por entrar a visitarlos? ¿Por qué no habrá sacerdotes como el canónigo de Teruel que muestren, llenos de orgullo noble, el lugar donde yacen sus mártires o confesores y nos cuenten algo de sus vidas? ¡Con cuánta veneración nos explicaba nuestro canónigo la santidad del obispo Polanco y la de su Vicario, hoy en los altares!
Que la fiesta de Todos los Santos nos impulse a amar de veras a Jesucristo sacramentado y a imitar a estos pioneros de la Eucaristía que no dudaron en entregar sus vidas por defender la fe católica.
408 . - INICIATIVAS EUCARÍSTICAS
Cuando Carlos Osoro era obispo de Orense se le ocurrió mantener abierta durante la noche una iglesia en la zona de la movida juvenil, para que pudieran ellos conocer el mensaje de Jesucristo, reflexionar en silencio y lograr apoyo espiritual. El prelado quería llevar el amor a la Eucaristía al mismo lugar donde miles de jóvenes acuden para divertirse. "No pretendo - decía - hacer la competencia a las tabernas, pero sí ofertar algo nuevo que da una forma distinta al hombre".
Ignoramos el resultado de tan feliz iniciativa del Monseñor. Pocos meses después partía Osoro a la sede arzobispal de Oviedo. ¿Habrá dado resultado este método pastoral? Me parece digna de mención esta obra de celo. Pero ¿cuándo nuestros obispos estimularán a sus sacerdotes a abrir los templos durante el día? Algunos, sí, se van abriendo. Pero son innumerables los que continúan cerrados, cuando más necesidad tenemos de la ayuda de Jesús.
En alguna ocasión nos hemos referido a la iglesia de San Martín de la calle Desengaño 26 de Madrid; y al pueblo de Bonares en Huelva, donde un sacerdote constata verdaderos milagros de la gracia, desde que tiene expuesto el Santísimo Sacramento durante casi todo el día y velado por varios cientos de adoradores turnándose.
Es preciso que nosotros nos movamos; hablemos con nuestros curas y obispos; les convenzamos de que hay que volver a los tiempos de don Manuel González, cuando España y gran parte de América Central y del Sur vibraban en fervor eucarístico. Porque la salvación del mundo está en la Eucaristía hoy, ayer y siempre.
409. - FINURAS EUCARÍSTICAS
Es consecuencia de tener fe y un sentimiento de amor delicado que nos impulsa a finuras eucarísticas normales. Me contaba un señor de un sacerdote: nadie lo miraba en la capilla aquella tarde. Estaba del todo solo. Yo sí lo veía, pero él lo ignoraba. Cada vez que pasaba delante del Sagrario hacía tan sentida la genuflexión que aun el más ignorante se podía dar cuenta de que algo había allí. Por supuesto, mucha fe y mucho amor.
El otro día - caso contrario que me dio pena - observaba cómo tanto el párroco, coadjutor y monitor pasaban delante del Sagrario repetidas veces y ni una sola vez practicaron la genuflexión como homenaje de adoración a nuestro Jesús sacramentado. Eso no es finura; todo lo contrario. ¿No será falta de fe? Al menos se trata de incongruencia, amor debilitado, mal ejemplo a los fieles.
Hace unos días recibí la bendición con el Santísimo. ¡Cuánta devoción y cuánta atención suponía en el sacerdote que la impartía! Sus ojos fijos en la sagrada Hostia; era una bendición pausada, como resistiéndose en acabar. ¡Dios está aquí, venid adoradores, adoremos a Cristo redentor! Este era el afecto que brotaba en mi alma durante aquel acto de Cielo. ¡Sacerdotes enamorados de Cristo!
En bastantes iglesias se está colocando el almohadillado en los reclinatorios de los fieles. Algunos párrocos llenos de fe quieren fomentar la adoración eucarística facilitando el arrodillarse a personas con problemas de artrosis. ¡Eso es fe y amor! ¡Finura eucarística! Y hay sacerdotes que mantienen sus iglesias abiertas sin miedo a gamberradas. Ellos entran y salen varias veces al día en el templo. ¡Custodios del Señor! Ellos encargan a almas de gran vida interior se turnen con frecuencia en sus visitas. Jesús ahí sí es el centro de la parroquia. Siempre el apostolado será fecundo.
Pero hay otra finura eucarística sublime. Lo que hacía Micaela del Santísimo Sacramento. Por amor a Cristo Eucaristía, amar a los más débiles, ayudarles, ser su apoyo, incluso ofrecer la propia vida como lo hizo Santa de la Eucaristía.
410. - AUDIENCIA ESPECIAL: ES NAVIDAD
Todos los días Jesús me concede audiencia en el Sagrario. Pero hoy es Navidad: audiencia especial. Me la ha otorgado en la iglesia más próxima; junto al belén que se encuentra instalado a la izquierda del Tabernáculo.
Con amor impaciente aguardaba yo aquella Virgen María visita privilegiada. Es el día del santo de Jesús. Hay muchos invitados. Tú también estás aquí. En una iglesia distinta, en un entorno diferente, con un belén más sencillo o artístico. Da igual. Cristo es el mismo ayer, hoy y en todas las partes.
De entrada nos ponemos de rodillas; con los ojos bajos activamos nuestra fe. Sentimos su presencia. Lo del belén de la izquierda es un recuerdo de su cumpleaños; lo del Sagrario es lo más sublime de la realidad actual. Nos dirigimos ahora a Dios Padre en nombre de Jesús. Le pedimos envíe al Espíritu Santo para que nos infunda el amor de hermanos buenos y salgamos de la audiencia como los pastores de Belén: llenos de alegría y cariño hacia todos.
Y nos dirigimos ahora a María, la Virgen, la madre de del Señor, que está feliz porque "un hijo nos ha nacido; un niño se nos ha dado". Ella conoce nuestros corazones y los va a poner en la cuna de Jesús para darle calor humano.
Y ahora le alabamos como los ángeles con villancicos que brotan del fondo de nuestra alma. Todos los días vamos a cantar estas alabanzas. Y le pedimos tantas cosas... ¡Cuánto necesitan nuestros padres o nuestros hijos; nuestra Iglesia o nuestros enfermos; nuestro pueblo o las naciones lejanas! Tú, Jesús, recibe nuestros corazones: son tuyos. Transfórmalos en esta audiencia solemne de Navidad.
411. - AVIVA, SEÑOR, MI ALMA EN EL 2005
El tiempo es imparable: ya lo dice el salmo: "Transcurre rápido, y nosotros volamos". Se pueden contar con los dedos de una mano las personas que me educaron en la fe y todavía permanecen en este mundo. Casi todas están ya en la eternidad. Todo pasa. Sólo Dios permanece. Y Jesús quedará junto a nosotros en la Eucaristía mientras vivamos. Y cuando nos vayamos de este mundo, estará Jesús presente en medio de cuantos nos sucedan. Así lo prometió. "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos". "Los Cielos y la Tierra pasarán, pero mi palabra no pasará".
Señor, todos los días del 2005 he de tener encendida mi lámpara eucarística. - ¡Mientras Tú me des vida! - Porque Tú, Señor, iluminas mis tinieblas.
Hace años tomé encendida la antorcha de la fe. Me la entregaron mis mayores y he procurado iluminar a otros, pero no siempre lo he conseguido. En este año, Jesús, aviva Tú mi lámpara, y enséñame a ir pasando el testigo a otra generación, porque Tú siempre has de estar con nosotros.
Dirige en este 2005 en tu presencia mis pasos. Sabré consultarte en la Eucaristía, y tendré siempre en mi memoria el Sagrario. Ayúdame a amar a mis semejantes y a animar todo cuanto pueda hacia el amor al Gran Sacramento. No sé si llegaré a ver el final. En todo caso, guarda mi alma junto a Ti, Señor.
412. - ADORAD AL AUGUSTO SACRAMENTO
Cuando yo tenía once años, - ya he cumplido los setenta - se celebraba en Estella el Congreso Eucarístico que, a nosotros los niños, nos llenó de admiración sacra. Nunca he visto acontecimiento mejor preparado. Aquellas solemnidades calaron en mi alma para siempre. Durante semanas enteras preparamos arcos de triunfo y guirnaldas, y ensayamos canciones litúrgicas en honor al Santísimo Sacramento. Todavía resuena en mi alma el himno del Congreso: "Adorad al augusto sacramento; y en ademán de pleitesía, cantad: "Gloria a la Eucaristía, la obra maestra del Señor". ¡Gloria, triunfo y honor a Cristo Rey! Por el amor de los amores, jurad ser siempre adoradores del sacramento del amor". Vive en mi alma esta melodía con la misma o mayor fuerza de adoración de hace sesenta años. Desde entonces procuro disfrutar del regalo infinito de la presencia real de Jesucristo. ¡Y que Él me ayude a perseverar hasta contemplarlo cara a cara!
Procuro desde aquellos días benditos, como tantas personas que han vivido esta experiencia de fe y amor, conversar personalmente con Él en su domicilio, en el Sagrario. Y siento la alegría de poder morar, en la casa del Señor todos los días de mi vida. Y no una sola vez, sino diariamente en la comunión. Deseo y le pido comprometerme con todas mis fuerzas a practicar siempre en mi vida el mandamiento del amor.
¡Adorad al augusto Sacramento! Quiero decir como Jesús, "Aquí estoy Padre para cumplir tu voluntad" (He. 10,9). ¡Qué Él me ayude!
Hermano, recibe esta confidencia, porque nos une algo muy grande: el amor a Jesús Eucaristía.
413. - SANGRE DERRAMADA POR TODOS LOS HOMBRES
Me inquietó durante una temporada la fórmula de la consagración del vino en lengua española, el final de la misma: "Sangre... que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados". Yo conocía el texto latino que decía: "Será derramada por vosotros y por muchos". Mi inquietud se la expresé a un amigo buen teólogo:
¿Está bien traducida la fórmula de la consagración? ¿Por qué el texto latino dice "por muchos", y en castellano se traduce "por todos los hombres"?
Esta fue la respuesta llena de sabiduría del amigo teólogo:
- "La expresión por muchos" se traduce perfectamente por "la muchedumbre" o "por todos los hombres". Mira Isaías 53, creo que es el versículo 11 ; no implica de suyo eliminación de alguno. La traducción de la fórmula de la consagración del vino en la Misa está muy bien hecha: "Por vosotros y por todos los hombres"".
Únete, pues. Al Señor con total fe y consciencia actualizada. Abrázate al Señor y pasa a ser propiedad suya. Eres de Dios, de Jesús. Él por esta nueva Alianza de la Eucaristía se hace tu socio y tu amigo. Mucho he meditado esta explicación del teólogo. Te la ofrezco para tu tranquilidad.
414. - CON EL ALMA LIMPIA
Hemos visto acercarse a la Sagrada Comunión a personas que casi nunca asisten a la Misa dominical; a hombres que explotan a sus trabajadores; a concubinos y adúlteros... En mi juventud recuerdo de un "respetable" caballero que se jactaba de haber "liquidado" en retaguardia en tiempo de guerra a decenas de convecinos, e iba a comulgar con sus manos juntas como si fuera un querubín.
Desde los primeros siglos de la Iglesia se aprecia este problema de laxitud. San Pablo nos recuerda la obligación de acercarnos a la Eucaristía con el alma limpia. Santo Tomás nos dice en la bellísima secuencia del Corpus: "Toman el cuerpo del Señor los buenos y lo toman los malos, pero la suerte es muy desigual: la vida o la perdición".
En los primeros siglos se legislaba sobre pecados públicos que requerían pública penitencia antes de obtener la "paz de la Iglesia" y acercarse a la comunión. A quienes sacrificaban a los ídolos para salvar sus vidas, - los "lapsi" - se les exigía un tiempo determinado de penitencia delante de sus hermanos.
Nadie con pecado mortal puede recibir al Señor sin antes haberse arrepentido y confesado. El nuevo Código de Derecho Canónico en contadísimas ocasiones permite acercarse a la Eucaristía, si no ha habido tiempo de confesarse, con el solo acto de contrición perfecta y el propósito de recibir el sacramento de la penitencia. Lo gravísimo es que muchas personas han perdido la conciencia de pecado. Perdona a tu Pueblo, Señor, y danos el don de la verdadera penitencia.
415 . -SAN FRANCISCO DE SALES CON FERVOR Y AMOR
Me gusta leer, y gozo contemplando la vida de muchos santos en su amor a la Eucaristía. Uno de estos hombres eucarísticos en Francisco de Sales. Quería recibir a Jesús con el alma muy limpia. Por eso se confesaba cada dos o tres días. A veces lo hacía delante de sus fieles. Dicen que durante la Misa se le veía con frecuencia con los ojos bañados en lágrimas.
Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal describe las celebraciones de este santo: "Era fácil ver que estaba con una profunda reverencia y atención ante Dios; con los ojos modestamente bajos, el rostro muy recogido, con una dulzura y serenidad tan grandes que quienes le miraban con atención se conmovían. Sobre todo en la Consagración y en la Comunión se veía en su rostro un candor tan pacífico que llegaba al corazón. El divino Sacramento era su verdadera vida y su fuerza, y en esta acción parecía un hombre todo transformado en Dios... Hace muchos años me dijo que en el momento que se ponía ante el altar nunca tenía la menor distracción".
Francisco Favre declaraba: "Cuando celebraba la santa Misa se le veía muy distinto que de ordinario: con semblante sereno, sin distracciones, y cuantos le miraban en la Comunión quedaban muy emocionados por su devoción, pues tenía el rostro encendido, como unido al divino Amor que estaba allí presente. Y esto lo sé por haberle ayudado siempre que decía la Misa".
Y otro testigo afirmaba: "Después de la Comunión se quedaba parado y arrobado y suspirando como en un rapto; y pasado un poco tiempo, yo le señalaba con el dedo la continuación y entonces seguía. Y esto era cosa casi ordinaria".
Digo todo esto para actualizar nuestra fe y nuestro fervor eucarístico. Que jamás caigamos en la rutina en tan divinos misterios.
416. - EN SAN ISIDORO DE LEON
Tienen para mí un hechizo especial los templos eucarísticos. Esas iglesias multiseculares, donde permanece Jesús expuesto día y noche acompañado por almas enamoradas. Tal es San Isidoro de León.
Atraen al pueblo, sí, sus pinturas románicas, pero cautiva de una manera especial la exposición del Santísimo Sacramento todos los días del año y a todas las horas. El pueblo leonés y cuantos visitamos el santuario lo apreciamos como la joya más importante de toda la magnificencia de la ciudad. Allí nunca faltan adoradores. Desde niños aprenden de sus padres a amar a Jesús. Hemos visto a novios, jóvenes y ancianos permanecer largo rato junto al divino Maestro. Veinte reyes, enterrados en aquel lugar, aguardan al pie mismo de la Eucaristía la resurrección de los muertos. Allí también se venera un cáliz de ágata, regalo de doña Urraca de Castilla.
Al visitar con emoción San Isidoro venía con insistencia a mi mente este pensamiento: el mismo Jesús cuidado con tanto mimo, adorado con tanta fe y devoción por centenares de fieles, el mismo Cristo, maestro y amigo, está en el Sagrario de mi parroquia, en tantos Sagrarios de iglesias rurales y urbanas cerradas a la adoración eucarística, sin que nadie le haga caso. ¡Qué fe más lánguida por parte de tantos cristianos!
Perdona, Señor, nuestra incongruencia y aumenta la fe en nosotros. ¡Del olvido e ingratitud de los hombres, te consolaremos, Señor! Olga. Margarita Gatti
417. - PERSEVERAR EN EL AMOR
Una vez Jesús tocó mi corazón durante una visita larga en el Sagrario. Aquello parecía el Tabor. Daba la impresión de que nunca se iba a pasar, como un atisbo de vida eterna. Pero luego vienen los días iguales. Los ratos de adoración en lucha contra el sueño. Jesús siempre está entre nosotros. Él nunca cambia, pero nosotros, sí. Seguro que esta experiencia mía le ha ocurrido a más de uno de cuantos me leen.
A lo largo de mi vida he visto a bastantes personas perseverar en el amor eucarístico; a otras, languidecer y olvidarse de los días felices, de aquellos primeros encuentros con el Señor. A alguno - ¡qué desgracia! - perder del todo la fe.
La vida del cristiano es lucha. La del cristiano ferviente en la Eucaristía, además es amar, aun en los días secos en que parece que hay pinchos en el reclinatorio. ¡Decirle entonces a Jesús en el Sagrario lo mismo que Samuel, aconsejado por Elí: "Habla, Señor, que tu siervo escucha"! Repetirlo varias veces. Seguro que no percibirás sonidos exteriores con palabras en tu idioma; no es lo normal. Pero sí recordarás entonces una frase del Evangelio, una canción eucarística... algo te sugerirá el Señor, porque Él no puede abandonar a quien se ha decidido a perseverar en el amor.
Y nunca dejes tu relación íntima con Dios. Aun en el supuesto de que algunos días nada te salga o estés pasando una mala temporada, agárrate entonces a los Evangelios, al Kempis, a algún libro de visitas al Santísimo. El Señor te habla a ti con aquellas palabras que lees. Entrégate y persevera en el amor. Pídele conmigo el don de la perseverancia.
418. - MISA Y PASCUA
No llego a entender a aquellos para quienes la Misa es tedio y tristeza. ¡Es gozo de Resurrección! ¡Es la renovación semanal de la Pascua cristiana! Hoy es nuestra Pascua, el día del Señor, su triunfo definitivo. Jesús, cuando resucitó, se apareció a los dos de Emaús, les confirmó en la fe y ellos quedaron convencidos para del todo de que su Maestro había vencido para siempre la muerte. Desde entonces mismo celebraban en las casas todas las semanas el gozo de la Eucaristía.
San Pablo nos dice en la primera a los Corintios cómo repetían las mismas palabras y gestos del Señor en la Última Cena y cantaban el aleluya llenos de júbilo pascual.
Pectorio en el siglo II da detalles del gozo de la Resurrección en la Misa y del símbolo místico del pez. "Ijzys" en griego significa pez. Y sus letras son el comienzo de la expresión "Jesucristo Dios y salvador". De aquí viene el sentido místico del Pez para los cristianos. "Oh raza divina del Pez... recibe el alimento dulce como la miel, del salvador de los santos. Come con avidez teniendo el Pez en la palma de las manos. Aliméntame con el Pez, te lo ruego, Señor y Salvador".
Y muy pronto pronunciaron también los primeros cristianos la secuencia que con emoción seguimos escuchando en la semana pascual: "Inmolen los cristianos alabanzas a la Víctima Pascual. El Cordero redimió a las ovejas. Cristo inocente reconcilió con el Padre a los pecadores".
En estos días solemnes nos unimos todos los creyentes en Jesús resucitado a los primitivos seguidores de Jesucristo que celebraban con gozo el triunfo del Señor, a los católicos de todos los siglos, a los actuales, porque ya no hay duda: el Resucitado nos espera.
419. - BOLTAÑA, CON AMOR EUCARÍSTICO
Hacía veinte años que no me acercaba a Boltaña, pueblo del Pirineo de Huesca. En él he palpado el mismo amor eucarístico de tiempos ya lejanos. A la fuerza han tenido que pasar por allí sacerdotes amantes de verdad de Jesús. El entorno es bellísimo, el templo vetusto y un poco mazacote. Pero ¡qué hermoso el amor que allí se respira!
Amenazaba tormenta y era ya la hora de comer. Entré en el interior del atrio cuando salía una persona de visitar a Jesús. Dentro quedaba otro fiel . ¡Aquí no faltan almas amantes de la Eucaristía! Cuando acudí a un pequeño restaurante próximo al templo le dije a la camarera:
- Aquí el cura actual y los anteriores son muy creyentes y aman a la Eucaristía.
- ¿Por qué? - me responde -.
- La iglesia está abierta y la gente visita al Señor. Hace casi ya veinte años también comprobé lo mismo - le digo -.
- Han cambiado muchos curas - dice la joven. Con todos estamos muy contentos. Pero hubo uno que por temor a los ladrones cerró la parroquia. Enseguida marchó una comisión del pueblo a pedirle que la abriera. Es la casa de todos y la casa de Dios. Y la abrió al día siguiente. Ahora permanece así hasta las ocho y media de la noche.
Aquello me emocionó. ¡Si los curas y obispos fueran del estilo de don Manuel González, del padre Nieto, de los sacerdotes de Boltaña y de otros muchos que de vez en cuando aparecen... de otra manera funcionaría el pueblo cristiano. Y Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre.
420.- CORPUS DEL 2005
Ha pasado ya un año desde el Corpus del 2004 y todavía sigue en mi memoria la Misa de aquel día de luz: un fraile joven y extranjero dirigía el Santo Sacrificio con emoción y fervor. Se notaba en cada palabra que pronunciaba. ¡Hablaba desde su experiencia de fe! Recuerdo a la perfección algunas ideas brillantes que pronunció. Sólo quisiera que, al rememorarlas, produjera en nosotros la misma emoción que en su alma; la misma que en mi espíritu en aquellos momentos:
¡Eucaristía, fuente y culminación de nuestra vida cristiana! Es el Santísimo Sacramento fuente, manantial de donde nace nuestro fervor; donde se acrisola nuestra fe; aguas cristalinas, reflejo del amor de Dios; lugar de amores entre Dios y las almas creyentes y enamoradas. Eucaristía, fuente generosa donde se nos da el agua que salta hasta la vida eterna. Quien bebe de esta agua no volverá a tener nunca más sed".
¡Eucaristía, culminación de nuestra vida cristiana! En ella desembocan todas nuestras aspiraciones. Ella nos conduce al amor a nuestros hermanos, porque "Uno es el pan, y uno somos la muchedumbre, porque todos de un mismo pan participamos".
Misterio de fe; misterio que a veces lo veo tan claro que ni siquiera me parece misterio: porque palpo a Jesús; intuyo el momento de la primera celebración eucarística en la Cena del Señor. Realmente nos trajo Cristo su cuerpo y su sangre; nos lo dio para alimento de nuestras almas. Ha entregado su vida por nosotros y aquí lo tenemos. Él vendrá dentro de unos momentos sobre el Altar; es el mismo que recorría los campos de Palestina, el que nació en Belén, murió en la cruz y resucitó glorioso.
Por amor da su vida por nosotros. Por amor hemos de darla poco a poco por nuestros hermanos. Venimos aquí a la Eucaristía para aprender a dar gracias al Señor, para asimilar la gran lección de cariño hacia todos y de compartir nuestros bienes espirituales y materiales. Todo esto nos decía el fraile sencillo y piadoso. Luego lo vi muy recogido en procesión; como perla nueva joven en medio de un grupo de curas ancianos.
Y aquel frailecico extranjero nos exhortaba cuando concluía la celebración: "La Misa no acaba ahora. Podemos decir que la Eucaristía continúa. Tened esto en cuenta. Podéis ir en paz".
421. - LA LÁMPARA DE LUGO
En dos ocasiones he tenido la suerte de visitar a Jesús Sacramentado en la catedral de Lugo: Templo eucarístico nacional, con exposición permanente de la Eucaristía y muchos fieles adoradores.
La ciudad de Lugo es eucarística por esencia. Su escudo está formado por un copón y la sagrada Hostia. Alabamos al Señor por ello.
En esta ciudad se celebró al finalizar el siglo XIX el segundo congreso eucarístico nacional. Los congresistas y adoradores nocturnos quisieron dejar un recuerdo perpetuo de su fe y entrega al Señor: una lámpara que permaneciera siempre encendida, llena de amor y arte.
Allí está desde hace algo más de cien años iluminando a Cristo sacramentado y solemnemente expuesto. Lo que en su día era aceite, ahora son focos luminosos. Pesa mil kilos; es de bronce plateado; cinco metros de altura y dos de diámetro en su parte más ancha; es de forma acampanada. Fue colocada solemnemente en 1902 y costeada por treinta mil personas. La parte superior es un penacho formado por hojas de acanto. De él cuelgan unas cadenillas que sostienen dos vasos para el aceite que dio luz muchos años. Cuatro varas doradas, rematadas con sendos ángeles, sostienen un arco grande. En él están esculpidas cuarenta y nueve matronas que representan las provincias de España. Una inscripción rodea el mismo arco y dice así: "Que la fe de los adoradores de España alumbre a Jesucristo Dios y hombre permanentemente expuesto aquí en la Hostia, rodeado de alabanzas". En una arqueta interior se guarda, como si fuera el corazón de la lámpara, los nombres de los treinta mil adoradores donantes. Santísimo Sacramento seáis por siempre bendito y alabado.
422. - EL EJEMPLO DE LA NIÑA LOLI
Siempre me llega al corazón cuando me entero de que algún niño ama con gran fervor a Jesús en la Eucaristía. Loli es un caso conmovedor. Sus padres habían decidido preparar a sus dos hermanas, de nueve y diez años respectivamente, para su primera Comunión. Loli pidió acudir como oyente a aquellas catequesis. Ella nos cuenta más tarde que para convencer a los padres que le dejaran comulgar rezaba y suplicaba un día y otro: "Pasaba largos ratos de rodillas ante el Señor. A veces me ponía chinitas en los pies... me privaba de dulces y los daba a mis hermanos... les regalaba mis mejores juguetes".
Y logró que el Dios moviera el corazón de sus padres. Y se acercó a la Eucaristía con un fervor poco común en esta tierna edad. En aquella solemnidad hizo un pacto con Jesús: comulgar todos los días. Para ello salía de casa todas las mañanas a las siete sin ninguna pereza. En los viajes frecuentes de familia se arreglaba para guardar el ayuno desde las doce de la noche, y siempre encontraba la oportunidad de alguna Misa donde poder recibir a Jesús Hostia. En Almería entró en un templo sin que se dieran cuenta sus padres y coincidió su llegada con el momento de la Comunión. ¡Qué gozo recibir a Jesús! ¡Y qué susto sus padres, cuando advirtieron la ausencia de la niña!
Escribía así: "Desde mi primera Comunión vivía mi alma nada más que para el Señor. La dulce obsesión de la jornada era prepararme para la Comunión del día siguiente. Tenía un cuidado extremo para no cometer faltas". Pronto descubrió su vocación de alma consagrada. Y, sí, fue religiosa. Y santa. Su nombre completo: María Dolores Segarra Gestoso. Fundó las misioneras de Cristo Sacerdote. Ofreció al Señor su vida por esta obra y le fue aceptada, a los 38 años. La Iglesia está reconociendo oficialmente su santidad.
423. - CUANDO LLEGA EL VERANO
Verano, tiempo de descanso para muchos y para otros de mayor trabajo; de alabar al Señor por la plenitud de la naturaleza, para todos. En julio las mieses están en sazón, recuerdo de la Eucaristía. Misterio de vida, misterio de amor: el trigo que se transforma en harina, la harina, en pan; el pan, en el cuerpo de Cristo que guarda nuestras almas para la vida eterna.
Yo no me cansaría de insistir en este tiempo y siempre en la disposición del alma para recibir a Jesús Sacramentado. Que no se puede servir a dos señores. No cabe participar en la mesa del Señor y en la del demonio. Desde los primeros cristianos se insistía mucho en esto. "Dios escudriña las entrañas y el corazón y nadie puede escapar a su mirada". San Cipriano llamaba "lapsi" a quienes habían sacrificado a los ídolos para salvar sus vidas del martirio. Estos no podían acercarse a recibir el cuerpo de Jesús sin antes haber hecho penitencia pública.
Hoy hemos de recordar lo mismo: nadie ofrece materialmente incienso a los ídolos. ¡No tiene sentido! Pero cuántos abusan del prójimo, le injurian gravemente, adulteran, roban en los negocios o especulan, incluso blasfeman... y marchan después a recibir el cuerpo de Jesucristo sin antes haber pasado por el Tribunal de la Penitencia.
"Quien come indignamente el cuerpo del Señor – nos dice San Pablo – come su propia condenación". En el invierno lo decíamos. En el verano volvemos a insistir: la Comunión ha de recibirse con el alma en gracia santificante.
424.- DAMIÁN DE MOLOKAI
Todos lo conocíamos desde niños como "El Padre Damián". Mucho le ha costado – y no sé por qué – escalar la gloria de Bernini. Porque su nombre era sinónimo de héroe en santidad, en entrega a los más débiles y marginados, los leprosos de la isla de Molokai.
Damián sacaba fuerza de la Eucaristía para atender a los enfermos, para ser una estrella de primera magnitud dentro de la santidad de la Iglesia Católica. Todos los días comenzaba su jornada en aquella capilla solitaria con media hora de meditación, Misa y otra media hora de adoración y acción de gracias. Todo esto practicaba desde su noviciado, pero ahora le saca chispas a la dulce compañía de Jesús en el Sagrario; siente la presencia física del mayor amigo, del que nunca falla, y es ¡Dios y hombre verdadero!
Era tal la fe y amor que sentía por la Eucaristía que escribía a un compañero cuando ya se encontraba leproso en la última fase: "La terrible enfermedad con que ya me veo, hace progresos espantosos, y amenaza con dejarme irregular y quizás incapacitado para celebrar la santa Misa, y no teniendo otro sacerdote, me veré privado de la Comunión y del mismo Santísimo Sacramento. Esta privación es lo que más me costaría y haría insostenible mi situación. Hasta el momento me siento feliz, y si me dieran la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: "Me quedo para toda la vida con mis leprosos"". Esto lo decía tres años antes de morir.
La presencia de un Jesús cercano en su iglesia le hace sentirse cada vez más amigo y próximo a Él y a sus queridos enfermos. No conoce otra forma de vida sino Jesús y sus leprosos. Murió a los 49 años, mártir del amor; enfermo como sus enfermos. El 4 de junio de 1995 fue beatificado. ¡Señor, yo creo en Ti! Ayúdame a creer hasta las últimas consecuencias; como al Padre Damián.
425. - ¿POR QUÉ EL BAJÓN EN LA IGLESIA DEL VIEJO MUNDO?
Por la falta de amor a la Eucaristía en su triple aspecto: misas más rutinarias, celebradas por ministros tipo funcionario; comuniones sin ningún fervor; iglesias cerradas a la adoración eucarística. Así el mundo irá perdiendo la fe. Es preciso resurgir, pero va a costar tiempo.
No pretendo ser negativo; todo lo contrario. Conozco brotes sacerdotales, religiosos y de almas selectas con un fervor eucarístico sin igual. Sé de curas rurales que pasan horas y horas junto al Sagrario. No son muchos, pero los hay. Y, por supuesto, se nota en tales parroquias. Conocí a uno que había fijado en la misma iglesia su despacho; en los últimos bancos del templo. En aquel rincón místico que se percibía nada más entrar, recibía las consultas, oraba, confesaba, practicaba su lectura espiritual y su breviario. Sólo salía cuando el deber le llamaba. Con cuánta propiedad podía decir: "Habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida". ¡Me impresionó!
"Necesito pasar horas junto al Jesús sacramentado", decía santa Micaela del Santísimo Sacramento. Y conozco también a un cura joven que lo practica.
Me decía un misionero veterano: "A la mañana, la Misa; media hora de oración personal y el breviario. Total, dos horas. Durante el día, alguna muy breve visita. No me da tiempo para más porque tengo muy llena la jornada. A la noche, no me interesa ver la televisión, me marcho a la capilla. A veces me quedo dormido, pero por lo general puedo dedicar más de media hora a estar con Jesús".
Algunos casos, sí, hay de éstos, pero no es el ambiente eucarístico el que prima en nuestros sacerdotes y fieles, como lo fue hasta los años sesenta. Señor, dadnos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas.
426. - SAN JUAN DE ÁVILA, CELO POR EUCARISTÍA
Cuando un sacerdote o un cristiano normal tiene ferviente amor a la Eucaristía, su celo apostólico siempre produce efecto. Tal es el caso de Juan de Ávila.
A los catorce años marchó a estudiar leyes a Salamanca. Alguien allí le indujo al amor a la Eucaristía, porque desde sus dieciocho años – nos dicen – pasaba largas horas delante del Sagrario y comulgaba con una reverencia extraordinaria. Edificaba a todos cuantos le veían.
Después de estudiar Teología canta Misa a sus veintiséis años. Siempre daba ejemplo de gran amor a la Misa, a la Comunión, al Sagrario. Predicaba desde muy joven con gran unción y provecho por todos los rincones de Andalucía, y provocaba por todas partes auténticas conversiones.
Su descanso, pasar horas junto a Jesús Sacramentado. Es el gran misionero: los pobres son evangelizados por su palabra y ejemplo; los obispos le consultan sus problemas; muchos nobles abren ante él su conciencia.
Cuando sube al púlpito lo hace siempre templado por el fervor del mismo Cristo que desde la Eucaristía le da fuerza. Exhorta a quienes asisten a su Misa: "Permaneced después de comulgar en profunda adoración". Su temática preferida es Jesucristo, el Santísimo Sacramento, el Espíritu Santo, la Virgen María. Sus sermones los estudia arrodillado delante de Jesús. ¡Y siempre así! ¡Hasta la muerte!
Hoy es patrono del clero secular. Ejemplo de cómo ha de vivir un sacerdote, un apóstol, enamorado de le Eucaristía.
427. - ¿DESDE CUÁNDO LOS SAGRARIOS?
En mis años más jóvenes me preguntaba muchas veces: ¿Desde cuándo habría comenzado en la Iglesia la costumbre de visitar a Jesús? ¿Desde cuándo se guardaría el Cuerpo de Jesucristo en los Sagrarios? Pronto me di cuenta que se trataba de un asunto muy estudiado.
La costumbre de conservar el Santísimo Sacramento después de la Misa en las iglesias se remonta a los primeros siglos del cristianismo. Nuestros primitivos católicos llevaban a sus casas la santísima Eucaristía con el fin de poder comulgar en el tiempo oportuno. Ya el Concilio de Nicea - siglo IV – recomendaba que los próximos a morir habían de recibir la sagrada Comunión como viático – acompañamiento para el viaje a la eternidad -. Para ello conservaban el Santísimo en un armario cercano al altar, dentro de un cofrecito o "sacrarium". El diácono estaba encargado de guardar la llave. El pan eucarístico se envolvía en un lienzo blanco. Esta costumbre permaneció hasta el siglo IX.
Por entonces comenzó a hablarse de Sagrario real. Dentro de él había una cajita para las sagradas Hostias consagradas; se llamaba la píxide. En algunas iglesias conservaban a Jesús en la misma sacristía o en el bautisterio, en el interior de una especie de paloma de metal. Siempre con gran reverencia y cuidado, muy conscientes de la presencia real de Jesucristo.
A partir del XII se fue desarrollando el culto de adoración al Santísimo Sacramento. Era pura lógica de fe. En los siglos posteriores todo fue en aumento. Basta recordar los Autos Sacramentales, la procesión del Corpus, y modernamente los Congresos Eucarísticos. Después de los años sesenta de nuestro siglo pasado, ha decaído esta sublime devoción en algunas partes del mundo. Es preciso fomentarla y que nuestros sacerdotes se den cuenta de que Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre.
428. - LA FE DE NUESTROS MAYORES
He tenido la suerte en estos últimos años de visitar distintas ciudades de España. He admirado su arte. He constatado que más del noventa por ciento de la belleza expresada en arquitectura, pintura, escultura y orfebrería está contenida en nuestros templos y museos anejos a catedrales. Y ante esta realidad me pregunto: ¿por qué hoy tantas personas en nuestra patria están perdiendo la fe o viven en una indiferencia religiosa?
El gozo de contemplar estas maravillas creadas por el hombre nos invita a creer y al amor de Dios. ¿Cómo tantos millones de personas - muchas de ellas de una inteligencia preclara - van a estar equivocadas en aquello que precisamente ha sido la gran ilusión de su vida?
Es hermoso admirar cada una de las piezas de culto eucarístico de tantas catedrales e iglesias. Cada vaso sagrado tiene su historia. Aquellas custodias, aquellos cálices y patenas han contenido horas y horas el cuerpo y la sangre de Cristo, objeto de la adoración de los fieles que nos "precedieron en la fe y duermen el sueño de la paz".
Sufro, es verdad, por el hecho de que algunos templos, a causa de la incuria de nuestras gentes, se hayan convertido en museos y hayan dejado de ser centros de reunión de los fieles para adorar a Dios. Pero a la vez me reafirmo en mi fe católica, ayudado por el testimonio de tantas personas que pusieron corazón, vida, tiempo y dinero con generosidad para dignificar con el arte el misterio de nuestra fe.
¡Y qué pena da que, en muchos lugares de abundancia, riqueza y bienestar social, los edificios más pobres sean precisamente las iglesias modernas! Que el Señor nos dé sacerdotes santos para afirmar y aumentar nuestra fe.
429. - HE MIRADO ALGUNOS TEXTOS...
H mirado algunos textos de los sermones de San Juan de Ávila. ¡Quién pudiera expresarse con la unción, fe y belleza de este santo! Encendía a los fieles andaluces en el amor a Cristo. Da un gusto santo penetrar en aquellas ideas que él mismo meditaba junto a la Hostia Santa, como preparación a su predicación:
- A la voz del sacerdote se abren los Cielos y desciende el Señor sobre los blancos corporales como en una nueva Encarnación. Es el mismo cuerpo de Jesús, con su sangre, con su divinidad y su alma. Entonces habitó en el seno virginal de María; aquí en la Sagrada Hostia.
- No se puede responder a esta maravilla de la Eucaristía sino por vía de fe llena de admiración y amor. ¡Aunque hubieras hecho, Señor, una sola vez el prodigio en la Última Cena, hasta el fin del mundo debiéramos admirarnos. Pero, Señor, lo repites todos los días y te das hoy en manjar a nosotros.
- Señor, nos vienes a ayudar cada día y te quedas encerrado bajo las apariencias de pan y vino para ser nuestro alimento y nuestra fuerza. Y penetras en nuestras mismas entrañas. ¿Por qué lo haces? Acógenos en ese horno de amor que es tu corazón.
- Alabado seas, Señor, pues hiciste un convite de tu Hijo bendito; no solo para que comieran tus discípulos, sino todos los hombres del mundo. Qué bueno meditar en estas sublimes ideas elaboradas en el alma ardiente de un Juan de Ávila.
430. - MI GRAN SENTIMIENTO
No de tristeza, que rara vez es buena; sí de compunción y deseos de reparar. Mi gran sentimiento es de no haber estado en todo momento embebido en el amor eucarístico; de no haber tratado a Jesús siempre con aquella consciencia de presencia plena, como en las larguísimas visitas después de mi conversión.
Señor, es verdad que nunca te he negado; que siempre me has atraído como imán, pero esa atracción no influía en mí durante todo el día y no me bastaba para librarme de sentimientos hostiles. Todo por mi culpa.
Te quedaste para todos los hombres. Sabías que muchos no te amarían en el Sacramento; te ningunearían; pasarían junto a Ti de la misma manera que junto a un árbol en invierno.
Tú sabes de mis rutinas; de mis faltas de amor; de mis abandonos y del de aquellas personas en quienes más debiera haber influido. ¡Qué dolor por no haberte sido fiel en plenitud!
Eres bueno, Jesús; nos quieres mucho. ¡Y siempre en silencio en el Sagrario! A nadie molestas. Atraes a todos que a Ti se acercan. Quienes te tratamos, lo menos que podemos hacer es mostrar tu amor y tu bondad. ¡Cuánto siento no haber conseguido darte a conocer como debiera!
Miro a los grandes santos eucarísticos. Cuánto fomentaron tu amor. Además vivían en caridad y amor al prójimo y esto daba fuerza a su palabra.
Atrae, Jesús, a todos a tu regazo, para que de tu amor saquemos esa locura de amor que siempre te dominó.
EN EL AMENO HUERTO DESEADO (Nº 261)
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