Palestina fue, a través de su historia, dominio a variadas tribus nómadas y diversos pueblos, ejemplo: los asirios-los babilónicos ambos pueblos semíticos descendientes de Hammurdi, los fenicios, los judíos, los egipcios, los persas, los griegos, los romanos, los árabes.. etc.
Jerusalén es judeo-cristiana, arqueológica e históricamente patente
y evidente. El mahometismo hace presencia en Palestina con la
llegada de las turbas guerreras musulmanas seis siglos después y,
desde el punto de vista de la fe, con un relato teórico –
independiente de toda aplicación palpable- científica. Israel-ruinas.
La tradición occidental desde las antiguas Atenas, Jerusalén y Roma, no se ha movido entre la represión o la descarga del impulso, sino que ha peleado por la libertad interior, que pasa por el dominio de sí, pues sin ésta difícilmente el hombre puede hablar de libertad, ya que no se trata simplemente de la ausencia de coacción externa, sino de capacidad para poder determinarse en orden al bien.
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Científicamente: ¿Quien fue Jesús? ¿Qué que pretendía este personaje?
Era un judío del s. I, perteneciente a la estirpe de David, que se anunció como el Mesías sufriente profetizado en Isaías 53 y que predijo su muerte y su regreso posterior para juzgar a vivos y muertos e implantar el Reino de Dios. El Evangelio de Ntro. Señor Jesucristo, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan le servirán como las Actas de los Apóstoles.
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Los primeros seguidores de Jesús durante décadas fueron exclusivamente judíos... como Teresa de Jesús, fray Luis de León o Edith Stein. Sacar a Jesús de la historia de los judíos es, desde luego, una gran pérdida porque, guste o no, se trata del judío más importante de la Historia.
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Es posible que el islam rezuma agresividad hacia los judíos y los cristianos en la medida en que no son fácilmente convertibles. Si en el Corán esto aparece con frecuencia, en los jadizes llega a extremos de paroxismo fanático haciéndose referencia incluso a su exterminio total.
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ISLAM: lo que lo define es la conquista del poder mezclado con un elemento religioso. La ideología marxista hacía lo mismo, sólo que ésta rechazaba a Dios.
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“fidem custodire, concordiam servare”», custodiar la fe, conservar la concordia.
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¿Qué opinión tiene del Corán como libro revelado?
Que, desde luego, no tiene punto de comparación con la Biblia a la que cita bastante mal, como si su autor la conociera de oídas y éstas no exactas. Dr.C.VIDAL.2005.07.12
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«Mientras que la Biblia ha servido para ensalzar el libre albedrío, la libertad y la dignidad humanas, el Corán ha venido a representar todo lo contrario, al presentarse como un manual técnico de una máquina: se toma o se deja, pero no se interpreta». George Weigel 2008.
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Islamofascismo es un movimiento totalitario, tan extremista y criminal como pérfido y cínico.
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Al ser la teocracia y la falta de libertad, y no la pobreza o nuestras políticas exteriores, los caldos de cultivo de los terroristas, se trata de su libertad o nuestra destrucción, por emplear la frase de Bernard Lewis
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Podhoretz sabe que Al Qaeda no inventó la yihad, sino que más bien ocurrió lo contrario. Por eso, y aunque el acoso a los terroristas de la banda mahometana de Ben Laden esté dando sus frutos, plantea que ha de librarse una larga guerra contra las raíces del islamismo radical, contra la ideología que lo inspira; o sea, contra el islamofascismo.
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Los peligros del relativismo y el multiculturalismo de una sola dirección. Esto es, nuestro respeto hacia los demás sin que los demás tengan la más mínima disposición a respetarnos. Las implicaciones del olvido de las raíces histórico-culturales de la religión cristiana, están dejando desraizadas y desnortadas a las nuevas generaciones. Como dice Weigel, «si la fe irracional [en referencia al islamismo] supone una grave amenaza contra el futuro de la Humanidad, lo mismo ocurre con la pérdida de la fe y la razón». Es más, sin fe en la posibilidad de conocer la verdad de las cosas, de discernir el bien del el mal, los occidentales nos estamos desarmando intelectual, cultural y moralmente. Y todo en medio de una guerra impuesta por unos fanáticos del islam. 2008
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El yihadismo es la ideología de inspiración religiosa que enseña que es obligación moral de todos los musulmanes emplear todos los medios necesarios para forzar la sumisión del mundo entero al islam. En consecuencia, el yihadismo es nuestro enemigo. Es el enemigo de Occidente en una guerra multifrente que ha comenzado muy a nuestro pesar y que de la que sólo podemos salir derrotados o victoriosos. En este punto ‘Faith, Reason, and the War against Jihadism’ (La fe, la razón y la guerra contra el yihadismo) nos recuerda al libro de Podhoretz World War IV. 2008.
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Sabios no tan sabios. Otro problema serio es que la enseñanza islámica la llevan a cabo los ulemas (sabios) que en realidad son «sabios» solo en un pequeño ámbito del saber: han aprendido el Corán de memoria, han tomado los viejos dichos atribuidos a Mahoma (Sunna) y centenares de miles de respuestas jurídicas de otros imanes. Pero no han estudiado matemáticas, sociología, psicología; la Historia para ellos se limita al mundo islámico; el estudio de las religiones se hace sólo con función apologética, por si el islam es atacado. Es como si nuestros sacerdotes hubieran estudiado sólo la Biblia y además, partiendo de comentarios antiguos.
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Islam - Nacimiento del islam -600 años ca. después de Cristo-, movimiento religioso, político y militar; el fundador, Mahoma, a la vez predicador, caudillo y jefe militar, del que puede decirse que tuvo un éxito rotundo y una influencia considerable, que aún perdura, en una parte del mundo. Todo ello, basándose en el libro musulmán, el Corán, que no está redactado por Mahoma sino por Dios, o Alá, o la Divinidad Suprema, y por lo tanto no puede discutirse, o adaptarse, o criticarse, como algunos pretenden hoy, convirtiéndose en los peores herejes; porque ¿cómo sería posible "adaptar" Dios a los tiempos modernos? Hay que volver a Alá y a su verbo, el Corán, que es eterno. Claro, atribuir a Dios errores evidentes, es necedad.
Corán - Y ni siquiera detenerse en la minuciosidad, podría decirse maniática, del Corán sobre preceptos de la vida cotidiana que resultan sorprendentes, divertidas o indignantes; como cuando se indica meticulosamente cómo hay que lavarse tres veces seguidas la cara y las manos, los pies y los tobillos, evitando rozar siquiera los genitales, con lo cual cualquiera puede imaginar los resultados desde el punto de vista higiénico, sin hablar del olor.....
Yihad – guerra; el islam fue una civilización de alguna importancia que ha entrado, desde hace siglos, en decadencia, y cómo su actual y virulento resurgimiento constituye un intento de retorno a la potencia de antaño, y asimismo cómo esa vuelta es una vuelta a lo peor del islam desde sus orígenes, a su fanatismo integrista y a su declarada "guerra santa", o yihad, en la más tremebunda versión de la misma palabra. En el siglo VII los mahometanos invadieron a griegos, romanos, godos, judíos, iranios, indios. Los consideraban decadentes, como ahora a nosotros. Traían una cultura cerrada y dogmática, una teocracia de guerreros que, si morían, iban al paraíso. Islam: lo que lo define es la conquista del poder mezclado con un elemento religioso. La ideología marxista hacía lo mismo, sólo que ésta rechazaba a Dios.
Cultura - Hubo pensadores musulmanes –los más conocidos Avicena y Averroes, pero no son los únicos– que se inspiraron en y comentaron a Platón y Aristóteles, los cuales nada tenían, ni podían tener, de musulmanes. Y como ya entonces Algacel, el purista, el integrista, les condenó, en su libro Destrucción de los filósofos y en otros escritos. O sea, que el "farol" musulmán intentó nutrirse de otros "faros", como el pensamiento de Atenas y la Grecia clásica, o de la Roma imperial. Y esos "reformistas", o "revisionistas", fueron combatidos y vencidos por sus propios "hermanos" musulmanes. Pero "faros", para seguir empleado dicho término, no fueron sólo Atenas y Roma, ni, entre los pensadores, sólo Platón y Aristóteles, o Cicerón y Tácito, pongamos, antes del Siglo de las Luces. La Edad Media también conoció lo suyo. Y dejando, une fois n’est pas coutume, el "eurocentrismo", ¿quién se atrevería a negar que países como la India, China, Japón, por ejemplo, conocieron sus propias y peculiares civilizaciones? Soy consciente de estar sacando ejemplos de un cajón de sastre, o al buen tuntún, pero me parece importante señalar que en todos estos casos, y en muchos más, junto a la civilización, y coexistiendo con ella, existía la barbarie, basándonos en criterios contemporáneos, y en ninguno de ellos es tan evidente como en el islam.
Asesinar - Tres cosas me parecen indiscutibles en este aspecto: la primera, la exaltación de la "guerra santa". El Corán no dice: "No matarás"; dice: "Tu deber es matar a los infieles". En segundo lugar, la afirmación rotunda de que las mujeres, bajo todos los conceptos, son inferiores a los hombres; y, la tercera, la aceptación de la esclavitud como virtud eterna. Se podrían decir muchas más cosas sobre el islam, u otras religiones, pero éstas bastan para relativizar la aportación del islam al progreso intelectual, sin negarla en cuanto a matemáticas o astrología, por ejemplo, y recordar al mismo tiempo que los primeros cristianos combatían la esclavitud bajo el Imperio Romano.
Intolerancia - Desde luego, hay que tener en cuenta las épocas y comparar lo comparable, y si la Iglesia Católica es culpable de la Inquisición (de la cual se ha arrepentido abiertamente), hoy, y para hablar como en el Café de Chinitas, ni mata ni quema infieles; al contrario los enemigos quieren quemarla con las calumnias y deformando la historia; además, éstos no piden perdón por sus propios crímenes y mentiras. Los intentos para justificar y exculpar el islam, de cara al terrorismo islámico, afirmando que nada tienen que ver porque el islam condena el terrorismo y la violencia, son puras mentiras, como se demuestra citando el Corán, precisamente.
Adeptos - Aunque pueda parecer estrafalario, se recuerda la intensa propaganda que por los años 30 del siglo pasado nos "explicaba" (a nuestros padres, más bien) que el nazismo no podía ser tan monstruoso como se decía, porque había surgido en Alemania, uno de los países más civilizados y cultos del mundo. Sin embargo, así fue: tal país, magníficamente civilizado y culto, fuente de la filosofía contemporánea, entre otras cosas, parió efectivamente el monstruo nazi, y había que combatir y vencer el nazismo. Contemporáneamente, el comunismo causó más de cien millones de muertos y todavía es la causa de la opresión de centenares de millones de seres humanos. El islamismo es también opresor y lo malo es que el daño que puede hacer a Occidente no sólo están en el pasado, sino también en el futuro. Habernos separado de Dios y -por conveniencia negligente- fomentado un pseudo-cristianismo, nos trajo en el siglo XX totalitarismos como el comunista y el nazi; además el relativismo galopa con otro totalitarismo nefasto ‘el islamismo’. “Falta coraje en el islam para decir que la raíz de la violencia está en unir política y religión” Samir Khalil / Jesuita egipcio, doctor teólgo e islamólogo- 2005. La causa del terrorismo islamista es el islamismo, como la causa del terrorismo comunista es el comunismo, como la causa del terrorismo nacionalista es el nacionalismo. Ideologías todas que desandan el camino de considerar al hombre como un ser digno de derecho y que consideran que el individuo debe someterse al colectivo. ¡Ideologías del mal!
Lucidez - Dejando, pues, abierta la necesaria discusión sobre las aportaciones, límites y contradicciones de la civilización musulmana de ayer, intentemos ponernos de acuerdo sobre la mejor manera de combatir y vencer el islam terrorista de hoy. Y sepamos definitivamente, con una frase que parece de una evidencia necesaria: "El islam no es Occidente, Occidente no es el islam".
Sinceridad – Cristo, Verbo encarnado en María Virgen, se nos revela como: “Yo soy la verdad, camino y Vida”; “Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”. Con voluntad firme de purificarnos sin culpabilizar a los demás de nuestras faltas, el cristiano vence la mentira. Sabe que perdonando y ofreciendo el perdón al enemigo, es capaz de brindar un testimonio coherente a quienes tienen por objetivo ‘dominar’.
Amenaza - No podemos olvidar que «la tolerancia sin verdad es hipocresía».
Porque a nadie se le escapa que la gran amenaza a que se enfrenta Occidente es el Islam. Evidentemente, esto no es del todo cierto, porque hay quien piensa aún que la religión del Corán sólo predica el amor al prójimo y trata a las mujeres como las feministas desearían. Nada más lejos de la realidad: la yihad pretende exterminar a los infieles para, en las cenizas de la civilización occidental, erigir el Imperio de Mahoma. Por ley mahometana, todos los seguidores de Mahoma que se conviertan al cristianismo u otra religión, deben ser condenados a muerte, ¡obligatoriamente! Lea las "suras" más significativas, porque más vale "conocer a su enemigo" desde sus propias palabras.
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ISRAEL: hay palestinos mahometanos en el parlamento israelí, ¿Quién considera posible la inversa?
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Tras la batalla de Hattin, Saladino ordenó el degollamiento de todos los templarios y hospitalarios.
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A inicios del siglo VIII, España era un crisol de las culturas clásica, cristiana y germánica, y se hallaba situada a la cabeza de Occidente. La invasión islámica aniquiló totalmente esa cultura e implicó un trastorno social sin precedentes.
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La idea de conquista mahometana forzosamente lleva a los musulmanes a un revanchismo oscuro, primitivo y revulsivo; anclado en tribus desterradas. MMV.
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Sobre lo de la religión más tolerante, recordar solamente tres hechos –para más información puede verse, por ejemplo, España frente al Islam de Cesar Vidal–: El año 711 la España visigoda fue conquistada a punta de espada, no vinieron pacíficos misioneros. Pero lo de la tolerancia también fue entre ellos, por poner únicamente un ejemplo, ¿quién destruyó Medina Azahara en el s. XI y por qué? No fueron los cristianos, sino los bereberes que encontraron que los musulmanes cordobeses estaban un tanto relajados. Por último, señalar que uno de los motivos de la expulsión de los moriscos fue su actuación, en no pequeña medida, como quintacolumnistas de los ataques, a nuestras costas, provenientes del norte de África. Después de 1610, España no ha vivido los momentos de su máximo esplendor, pero no fue por la expulsión de los moriscos, con toda certeza.
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«El Corán es la Constitución y el Islam la solución», gritaban en El Cairo [2005], los extremistas, pero el lema suena igual en las medinas y los zocos de cualquier país de confesión musulmana, desde Marruecos, hasta Indonesia. La pujanza de los integristas es evidente en todas partes.
Parece claro que esta situación refleja sobre todo una crisis grave de identidad en las sociedades musulmanas, alienadas por siglos de opresión y sometidas a la oscuridad de la ignorancia por parte de sus dirigentes mahometanos. Occidente puede reprocharse el no haber reaccionado antes y haber aceptado por su propia conveniencia la existencia de esas dictaduras que proporcionaban una estabilidad aparente, en lugar de favorecer la germinación de sociedades libres y abiertas entre los árabes. Ahora el problema se ha hecho evidente y no solamente plantea graves incógnitas sobre la estabilidad de países clave para nuestros intereses como es el caso de Egipto sino que ya no podemos ignorar que tarde o temprano llegará a los colectivos musulmanes que viven entre nosotros, a no ser que decidamos tomar las medidas adecuadas. Y la más importante debería ser volver a reafirmar las virtudes y los valores absolutos de la libertad y la democracia por encima de las corrientes laxas del multiculturalismo. Debemos demostrar que creemos firmemente en la superioridad de nuestros propios valores políticos y sociales y volver a hacerlos atractivos para el resto de mundo, como ha sido durante siglos. Debemos tener claro que los demócratas estamos obligados a ser tolerantes, pero sólo con los que no sean en sí mismos intolerantes, como son los partidarios de la teocracia medieval de inspiración islamista. MMVI.
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Cada una de nuestras religiones conoce, de una forma u otra, esta regla de oro: "Compórtate con los demás como quisieras que los demás se comporten contigo".
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«El cristianismo es la única religión en la que Dios se hace tangible, se hace hombre para hablar a los hombres, y es Padre de hermanos a quienes les da incluso la libertad de rebelarse contra Él».
«En el Islam, en cambio Alá no se propone como Padre. Para los musulmanes, el ´Padre Nuestro´ es una blasfemia, el libre albedrío no se contempla y todos, desde los animales a los hombres, incluso la mano del hombre que mata, son un mero instrumento del poder de Alá».
«No hay que esperar pasivos e inertes la destrucción de la civilización cristiana, ha llegado el momento para los creyentes de levantar la cabeza, de hablar, de defender los valores cristianos practicándolos, volviéndolos a consagrar en los gestos, porque sólo así se pueden afrontar los desafíos modernos».
«¿Por qué no se tiene el valor de hablar abiertamente de Cristo?», se preguntó*, constatando el silencio mediático en torno a su persona que sólo se viola para atacarlo. «En cambio --concluyó la autora de «La expulsión de Cristo»-- no hay que tener miedo de hablar de civilización cristiana, no simplemente de civilización occidental, porque, caído el sistema soviético, somos un único pueblo cristiano en Europa, Rusia, América, Australia y parte de África y Asia».
* El libro de la escritora Rosa Alberoni, «La expulsión de Cristo». 2006-08-25
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Se presenta el libro "El Islam en la España actual"
"La diferencia fundamental entre Cristianismo e Islam está en la superación o no del escándalo de la Cruz"
Don José Luis Sánchez Nogales, sacerdote diocesano de Almería y actual Vicerrector Académico de la Facultad de Teología de Granada, presentó en la tarde del jueves 15 de enero su nuevo libro "El Islam en la España actual", en el Centro Universitario Francisco Suárez de Granada. El padre Sánchez Nogales aborda las diferencias entre el cristianismo y el Islam, la dificultad del diálogo interreligioso cristiano-musulmán y las razones del fenómeno cada vez más creciente de españoles conversos a la religión de Mahoma, que atribuye tanto a la decepción con "su anterior vida cristiana como por el desencanto de las utopías de la izquierda cultural y política".
(Odisur/ReL) En la presentación estuvieron el director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), D. Jorge Juan Fernández Salvador, y el profesor titular de traducción e interpretación del Islam de la Facultad de Teología de Granada, D. Salvador Peña Martín.
D. José Luis, junto a los cargos ya citados, es Ordinario de Fenomenología y Filosofía de la Religión del Centro de Estudios Eclesiásticos del Seminario Diocesano de Almería, Consultor de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales y Consultor de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Islam en el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Durante su periplo pastoral en la diócesis almeriense fue Delegado Episcopal de Enseñanza de la Diócesis de Almería, Director Espiritual del Seminario Menor de la Inmaculada y del Seminario Mayor de S. Indalecio, entre otros cargos. Ha escrito casi una veintena de libros, entre los que destacan Cristianismo e Islam: frontera y encuentro, Religión, Religiosidad Alternativa y sectas, El Islam entre nosotros. Cristianismo e Islam en España, Filosofía y Fenomenología de la Religión, Abrahán y los pueblos bendecidos, etc. También ha colaborado en otras publicaciones, sin olvidar los más de sesenta artículos que tiene publicados en torno a su especialidad.
Con motivo de la presentación de este libro, D. José Manuel Palma Segura, director de la Delegación de Medios de Comunicación del Obispado de Almería, entrevistó a D. José Luis Sánchez Nogales, quien respondió a una serie de interrogantes que atañen a su obra y, en especial, a la convivencia entre el Islam y la cultura occidental.
Sin duda el título de su obra llama poderosamente la atención en los tiempos que corren ¿Cuál es la finalidad que persigue con este libro?
Con este libro he pretendido escribir un ensayo en torno a los tres términos que componen su título: Islam, España, Actualidad. Es un ensayo y por tanto no tiene otra pretensión que aportar un análisis de una situación con referencia a datos rigurosamente contrastados. Pero no tiene como objetivo decir ni la única ni la última palabra sobre un fenómeno tan complejo como el abordado. Es, por consiguiente, una aportación que pretende realizar el servicio de acercar este fenómeno polifacético a un amplio sector de lectores. Pero es, como todas y especialmente, una obra sometida a crítica, matizaciones, puntualizaciones, diálogo, etc.
Es un ensayo en el que he pretendido mantener un método descriptivo de este fenómeno, con especial atención a lo que está aconteciendo actualmente en España. Para ello he partido de la realidad histórica de las relaciones entre España y el Islam. Este método no me impide pronunciarme en determinadas ocasiones para matizar, puntualizar o reseñar declaraciones, escritos, propuestas, reivindicaciones, etc., que afectan a la exactitud de los hechos, los datos históricos. Y he procurado hacerlo siempre de un modo respetuoso.
En nuestra sociedad, cada vez más, hay personas que afirman que ser cristiano o musulmán da igual, ya que ambos creen en Dios. ¿Cuáles son los fundamentos distintivos entre una confesión y otra?
El Islam es una religión cronológicamente post-cristiana, pero pneumatológica y espiritualmente pre-cristiana, pues está doctrinalmente cercana a concepciones veterotestamentarias. La diferencia fundamental entre Cristianismo e Islam está en la superación o no del “skandalon crucis”. El Islam no puede concebir un Dios que se hace hombre y que sin perder su transcendencia se ha revelado como más que clemente –atributo de Dios en el Islam-. Dios en la fe cristiana es com-pasivo porque no sólo se ha “apiadado” de su creación, sino que ha querido padecer-con ella y elevarla desde su mismo corazón. El “Dios Padre” misericordioso de los Evangelios es diferente del “Dios Señor” clemente del Corán. Creer en un solo Dios es nuestro punto de convergencia. Jesucristo como Hijo de Dios, encarnado, muerto en cruz y ascendido al seno de Dios Uno y Trino es el punto en que los caminos se distancian.
A tenor de la anterior pregunta, también hay musulmanes que dictaminan que el cristianismo se recoge en el Corán ¿Es así?
El Islam sostiene que Judaísmo, Cristianismo e Islam son una única y misma religión. Afirman que fue fundada por Abrahán. Moisés continuó la predicación monoteísta abrahánica, pero los judíos se desviaron del monoteísmo puro. Por eso vino el ‘profeta Jesús’ para sanar el monoteísmo judío. Pero los cristianos hemos adulterado la enseñanza de Jesús e incluso “el Evangelio” (en singular). Mahoma, finalmente, restaura el puro monoteísmo como el último y definitivo profeta (“sello de la profecía”). De este modo, el Islam se blinda contra la historia: se proclama como la más antigua (Abrahán) y la más moderna (Mahoma), la mejor de las religiones que recoge los dos monoteísmos anteriores, cuyo tiempo ya está periclitado. El gran escándalo para el entendimiento musulmán es la persistencia del cristianismo y su evolución científica y técnica muy por encima de las sociedades islámicas. Pues se trata de una religión ‘inferior’ a la ‘eminente superioridad del Islam’. Es una posición de ferreo exclusivismo.
Europa, y ello incluye a España, ha sido testigo del florecimiento de numerosos derechos de igualdad y justicia para sus miembros, sin hacer distinción de sexo o estatus social ¿Tradición y modernidad pueden conjugarse dentro del Islam?
Es un tema debatido. Los más tradicionales afirman que hay que “islamizar la modernidad” y no modernizar el Islam. Así el shayj Abdesalam Yasîn, ideólogo del partido islamista “Justicia y Caridad” de Marruecos. Hay juristas musulmanes que consideran que debe darse una fuerte evolución en el derecho islámico tradicional –cerrado en el siglo X- para superar las tres desigualdades básicas que impiden la aproximación de las sociedades islámicas a posiciones de modernidad: la superioridad del varón sobre la mujer, la del musulmán sobre el no musulmán y la del hombre libre sobre el esclavo. Es Muhammad Sharfî, ex ministro de educación en Túnez, quien hace estas afirmaciones. No obstante, existen pensadores y sabios emergentes en el seno de las sociedades islámicas que trabajan muy seriamente por la superación de las distancias entre la “modernidad” y el Islam. Pero, ¿qué modernidad? Muy posiblemente los pueblos islámicos tendrán que encontrar su camino hacia una modernidad brotada de su propia tradición identitaria. Y está por ver cómo se articularan –a muchos años vista- estas “modernidades”.
Desde hace algunos años hemos sido testigos de cómo la comunidad islámica ha crecido considerablemente en España. ¿Se puede hablar de un Islam hispanizado o de una España islámica?
La mayoría de los musulmanes residentes en España son inmigrados. Es verdad que la mitad de la población de Ceuta y Melilla es islámica –unas 70.000 personas- y gran parte de ella española o nacionalizada. Existe un grupo de españoles de origen culturalmente cristiano que, pasando por partidos de extrema izquierda, desembocaron en el Islam. No sabemos cuántos son estos conversos. Desechada la disparatada cifra de 100.000, Junta Islámica –la organización de conversos más visible- afirma que son 50.000. Otras fuentes establecen un número de entre 6.000 y 12.000. Son estos conversos los que están reivindicando una “identidad andalusí”, a partir del contacto con algunas familias que viven en el Magreb y que son descendientes de los moriscos expulsados de España mediante los decretos de 1609 y 1614. La identidad o nacionalidad “andalusí” sirve de plataforma para reivindicar una cultura diferente de la cristiana, heredera de la cultura de Al Ándalus, presentada como el súmmum del esplendor y del progreso, de la convivencia entre religiones y de la tolerancia ideológica, una especie de paraíso perdido que sirve de referente para una fuerte oposición a la identidad cristiana de España. Nada que objetar a que sean cuidadosamente recibidos todos los elementos que confluyen en la actual identidad de España. Lo problemático es la alimentación de un “espíritu” de revancha histórica y cultural que acusa al cristianismo de haber cometido un horrendo crimen histórico: el haber quebrantado el esplendor del Islam en la España medieval. No se hacen referencias, evidentemente, a la anterior invasión del territorio y de su cultura romano-visigoda por ejércitos bereberes y sirios a partir de 711.
El 11M marcó un antes y un después en la concepción que muchos ciudadanos tenían sobre el Islam ¿Todos mahometanos (los musulmanes) están llamados a participar activamente en la conocida yihâd? ¿Estamos ante una guerra santa?
El yihâd se traduce correctamente como “esfuerzo en el camino de Dios”. La corriente mística la entiende como una lucha interior, espiritual, para el dominio de sí mismo y la sumisión a Dios. Pero el Islam tradicional, en los códigos de derecho islámico clásicos, ha recibido el concepto en su acepción militar tanto defensiva, en primer lugar, como agresiva. Por mucho que hoy haya sectores que se empeñan en mostrar que el yihâd es un concepto espiritual de lucha interior, ahí están todos los códigos de derecho islámico de las cuatro escuelas jurídicas que lo entienden y desarrollan en su forma militar y violenta. Los códigos de derecho establecen el Yihâd como “fard al-kifâya” o deber colectivo de la comunidad. Como tal, basta con que lo cumpla un número suficiente de miembros, quedando el resto dispensados. Pero en el caso de que estén en peligro los dominios islámicos, puede convertirse en deber individual (fard al-‘ayn), como la oración, el ayuno, etc. El primero es el sentido que tiene en el código de al-Qayrawânî: “La Guerra Santa (yihâd) es una obligación de Derecho divino que cumplen unas gentes por los demás”. En el texto coránico y en la tradición del profeta del Islam existen episodios de lucha armada, algunas acaudilladas por el propio profeta. También es verdad que el derecho impone restricciones y condiciones al ejercicio del yihâd: no se puede atacar mujeres, niños, ancianos, no combatientes, en algunos códigos se prohíbe atacar a hombres de la religión monjes, religiosos, etc. Por eso, aunque los terroristas pretenden justificar sus actos desde esta institución del yihâd, en honor a la verdad hay que decir que la codificación legal no justifica ni permite tales actos.
¿Es viable un diálogo entre católicos y musulmanes actualmente?
Es muy difícil, pero es posible y de hecho se está llevando a cabo en distintos foros y niveles. Precisamente, después del revuelo provocado en ciertos sectores del mundo islámico tras el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, ha habito un intercambio de cartas entre un numeroso grupo de sabios destacados y reconocidos del mundo islámico y la Secretaría de Estado. Este intercambio concluyó con la convocatoria de un fórum en el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso entre los días 4 y 6 de noviembre de 2008. Partiendo de las múltiples llamadas al diálogo realizadas por la Iglesia católica a partir del Concilio Vaticano II y en respuesta a una carta de 128 líderes musulmanes dirigida al Papa y a otros líderes cristianos, se llegó a un comunicado final el 6 de noviembre de 2008 en el que por primera vez católicos y musulmanes firman un documento conjunto en este alto nivel de representación. El párrafo primero de ese comunicado contiene dos subpárrafos: en el primero los católicos hacen profesión del núcleo de su fe, que incluye la confesión de Jesús Hijo de Dios en el misterio trinitario; en el segundo, los musulmanes hacen profesión de su fe monoteísta y de su amor al profeta Mahoma, nombrado esta vez por su nombre. Es la primera vez en la historia en que se ha firmado por ambas partes un documento conjunto con tan explícitas confesiones de fe, en el respeto y el mutuo entendimiento. El Santo Padre recibió a los participantes en el Forum al final del encuentro. Todo ello como fruto de un “hablar en la verdad” y desde el respeto, tal y como Benedicto XVI viene proclamando. Este fórum ha sido un resultado muy directo de su conferencia en Ratisbona. Contrariamente a las consecuencias catastróficas para las relaciones entre cristianismo e Islam que pronosticaba determinada prensa laicista y beligerante frente a la Iglesia católica en España.
He tenido oportunidad de conocer varios casos de jóvenes universitarios católicos (tienen los sacramentos de la iniciación cristiana) que se han convertido al Islam. Y todos ellos me argumentan de una manera u otra que es ahora cuando están en la verdad..; ¿nos encontramos ante el principio del fin del cristianismo en España o sólo se tratan de casos aislados?
Los conversos españoles al Islam en el fondo son personas decepcionadas tanto por su anterior vida cristiana como por el desencanto de las utopías de la izquierda cultural y política. Muchos de ellos habrían encontrado su lugar en esas utopías políticas humanistas enfrentadas a la concepción cristiana de la vida y la hegemonía –todavía- cultural del catolicismo en Europa. Frente al desinfle de esas utopías, el Islam les ofrece ahora una plataforma de oposición ante el modo de vida moderno-occidental, ante el predominio cultural de la Iglesia católica. Y, muchas veces, un lugar de calidez humana que no tuvieron oportunidad de gozar en su anterior vida religiosa. Son adalides de un Islam vivido en Occidente, con creencias y prácticas islámicas llevadas a cabo en micromundos protegidos por el derecho occidental que defiende la libertad de pensamiento, de conciencia, de expresión, fundamentadas estas libertades en valores cristianos que arrancan de la dignidad inalienable de la persona. Y, además, gozando actualmente de la simpatía del poder político y de amplios sectores de la cultura que ven en ellos, también, un elemento válido para contrarrestar lo que piensan es una excesiva preponderancia del catolicismo en España. Convencido de la sinceridad de estas personas en su búsqueda, sin embargo tengo que decir que no es lo mismo vivir el Islam bajo derecho cristiano-occidental que bajo derecho islámico en las sociedades donde el Islam es hegemónico.
Publicado el 16 Enero 2009 - 1:05pm
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Violencia en la Biblia y en el Islam - diferencias radicales entre la Biblia y el Corán
Abril MMXI
Los apologistas del Islam justifican los textos en pro de la violencia que hay en el Corán equiparándolos con los versículos sobre la violencia y la guerra en la Biblia.
Se basan en que no sólo el Corán tiene textos en pro de la violencia, sino que hay textos bíblicos en los que se ordena la violencia.
El objetivo de este artículo es demostrar que es falso el argumento de los filo islamistas.
En primer lugar, no hay grupos que empleen la violencia y la justifiquen en nombre de Moisés, Buda, Jesús, o de los dioses hindúes, pero si que es habitual y cotidiano que en nombre de Allahú Ajbar se asesine a otras personas, y que estos asesinos se justifiquen y legitimicen sus asesinatos ante sus correligionarios con textos del Corán y se amparen en la Shari´a, la ley islámica.
Si bien es cierto que no todos los musulmanes son terroristas, no es menos cierto que todos los que islamoterroristas son musulmanes, que todos aquellos que asesinan en nombre de su divinidad son musulmanes.
En la Biblia hay dieciséis pasajes en los que se habla de violencia
Deuteronomio 20:10-17: Cuando te acerques a una ciudad para combatir contra ella, le propondrás la paz. Si te responde con paz y te abre sus puertas, toda la gente que se halla en ella te rendirá tributo laboral, y ellos te servirán. Pero si no hace la paz contigo, sino que te hace la guerra, entonces la sitiarás.
Cuando el Señor tu Dios la entregue en tu mano, matarás a filo de espada a todos sus varones. Solamente las mujeres, los niños, los animales y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín, podrás tomar para ti y comer del botín de tus enemigos que el Señor tu Dios te entregó. Harás esto con todas las ciudades que estén muy distantes de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones de aquí. Pero en las ciudades de estos pueblos que el Eterno tu Dios te da por heredad, no dejarás con vida a ninguna persona. Los destruirás completamente, como el Eterno tu Dios te ha mandado: heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos. De esta manera no os enseñarán a imitar todas las abominaciones que ellos hacen para sus dioses, de modo que pequéis contra el Señor vuestro Dios.
A excepción de la parte de no matar a las mujeres y los niños, esto suena parecido al versículo del Corán:
Corán 17:16: Cuando queremos destruir una ciudad, ordenamos a sus ricos y ellos se entregan en ella a la iniquidad. Entonces, la sentencia contra ella se cumple y la aniquilamos.
El pasaje bíblico no es una orden abierta para todos los tiempos, sino que es una orden para un tiempo concreto y pasado, en el que se pide destruir heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos.
Sí, resulta que se trataba de una orden específica y temporal, dada en un momento específico al pueblo de Israel acerca de un blanco militar concreto. Esto es por qué los cristianos y los judíos no tratan estos versos como imperativos actuales.
El texto del Corán sí que es un imperativo para todos los tiempos y todos los lugares de la tierra.
Los apologistas del Corán resaltan que el apóstol Pablo escribe a Timoteo con violencia:
1 Timoteo 1:20: Himeneo y Alejandro he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar. En el contexto del versículo anterior, estos dos hombres "naufragaron en lo que respecta a la fe", pero no hay nada que indique que les se ha dañado físicamente.
La práctica de la Iglesia primitiva fue excomulgar a los apóstatas, y hay muchas razones para creer que éste era el "destino" de estos dos individuos. Ellos fueron expulsados de la Iglesia por Pablo. La Iglesia cristiana no aboga por matar a los apóstatas.
Contrasta esto con estas palabras de Muhammad: "Al que cambió su religión islámica, entonces matarlo´" (Bujari 84:57)
Abu Bakr, el primer califa y otros discípulos de Muhammad declararon que este condenó a muerte a los apóstatas del Islam. Por esta razón, la Shari á y la práctica jurídica islámica penaliza la apostasía con la pena de muerte.
El paso siguiente que se supone, según los apologistas del Corán, debe inspirar a los judíos y cristianos a la violencia es el relato bíblico de la victoria de David contra los filisteos:
1 Samuel 46-54: Entonces David dijo al filisteo: Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de los Ejércitos, Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado. El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré. Te cortaré la cabeza y daré hoy los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a los animales del campo. ¡Y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel! También todos estos congregados sabrán que el Señor no libra con espada ni con lanza. ¡Del Señor es la batalla! ¡Y él os entregará en nuestra mano! Aconteció que cuando el filisteo se levantó y se fue acercando al encuentro de David, éste se dio prisa y corrió al combate contra el filisteo. Entonces David metió su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra quedó clavada en su frente, y éste cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, y lo mató sin tener espada en su mano. Entonces David corrió, se puso sobre el filisteo, y tomando la espada de éste, la sacó de su vaina y lo mató cortándole la cabeza con ella. Cuando los filisteos vieron muerto a su héroe, huyeron. Entonces los hombres de Israel y de Judá se levantaron gritando, y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat, y hasta las puertas de Ecrón. Los cadáveres de los filisteos yacían por el camino de Saraim hasta Gat y Ecrón. Cuando los hijos de Israel volvieron de perseguir a los filisteos, les saquearon su campamento. Luego David tomó la cabeza del filisteo y la llevó a Jerusalem, pero puso sus armas en su morada.
Evidentemente se trata de un relato de un acontecimiento histórico. En ningún caso se trata de un imperativo ni de una orden para la posteridad. Lo mismo acontece en los siguientes textos
2 Samuel 4:7-8: Cuando llegaron a la casa, mientras yacía en su cama en su dormitorio, que lo hirió y lo mató, y lo decapitó. Tomaron la cabeza, y se fue por el camino de la Arabá toda la noche, y trajo la cabeza de Is-boset a David en Hebrón. Y dijo al rey: "Aquí está la cabeza de Is-boset, el hijo de Saúl, tu enemigo, que buscaba su vida;. El Señor ha vengado hoy a mi señor el rey, de Saúl y de su descendencia
2 Samuel 20:21, 2 Reyes 10:6, 2 Reyes 10:10, 2 Reyes10: 7
Estos textos relatan textos históricos de violencia, pero que en ningún momento son tomados como órdenes o imperativos fuera del lugar y momento histórico al que son dados.
Deuteronomio 7:1-4: Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entrarás para tomarla en posesión, y haya expulsado de delante de ti a muchas naciones: heteos, gergeseos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos: siete naciones mayores y más fuertes que tú, y cuando el Señor tu Dios las haya entregado delante de ti y tú las hayas derrotado, entonces destrúyelas por completo. No harás alianza con ellas ni tendrás de ellas misericordia. No emparentarás con ellas: No darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirá a otros dioses, de modo que el furor de el Señor se encenderá sobre vosotros y pronto os destruirá.
Desde hace milenios no hay heteos, gergeseos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, y la orden iba en concreto contra esos siete pueblos.
Esta es la historia, pero en ningún caso parte de la enseñanza de composición abierta, ni ningún imperativo para la posteridad.
Esto contrasta totalmente con la orden e imperativo abierto y para todos los tiempos que se da en el Corán a los musulmanes en todos los lugares de la tierra:
Corán 48:29: Muhammad es el Mensajero de Alá, y los que están con él son despiadados con los infieles, pero misericordioso con los demás.
Corán 3:141: para que pruebe Alá a los creyentes y extermine a los infieles.
Corán 4:101: …Los infieles son para vosotros un enemigo declarado.
Corán 9:123: Creyentes! Combatid contra los infieles que tengáis cerca! Que os encuentren duros! Sabed que Alá está con los que Le temen!
Corán 25:52: No obedezcas, pues, a los infieles y lucha esforzadamente contra ellos
Corán 66:9: ¡Profeta! ¡Combate contra los infieles! y los hipócritas ¡Muéstrate duro con ellos!
Los apologistas del Islam sacan dos versículos de los Evangelios
Lucas 19:26-27: El respondió: Pues yo os digo que a todo el que tiene, le será dado; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Pero, en cuanto a aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.
Los apologistas del Islam lo citan como palabras de Jesús, pero de hecho, este es el final de una parábola contada por este. Las palabras en realidad pertenecen a uno de los personajes de su historia.
Esto se puede contrastar con las propias palabras de Muhammad:
El Apóstol de Alá dijo: "La hora no se establecerá hasta que se pelea con los judíos, y la piedra detrás de la cual un judío se esconde dirá." Oh, musulmanes! Hay un judío oculto detrás de mí, así que matarlo. "(Bujari 52:256)
Los apologistas del Islam citan las siguientes palabras de Jesús como extremadamente violentas:
Mateo 10:34-36: No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada. Porque yo he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa.
Aquí Jesús se refiere a las dificultades que sufrirán los cristianos. La espada es una metáfora de la persecución contra los cristianos. Los yihadistas se consideran así mismos como la Espada del Islam.
El rabino judío Jesús no creó ninguna milicia armada. Pero Muhmmad fue un líder militar que asesinó a prisioneros, violó a sus mujeres y esclavizó a mujeres y niños.
Cuando Muhmmad dijo que "El Yihad en el camino de Alá eleva la posición de un hombre en el paraíso" (Sahih Muslim 20:4645), sus seguidores sabían lo que quería decir. Ellos participaron en la guerra después de su muerte, que continúa hasta nuestros días.
En el Corán hay más de 109 versos en los que se llama a los musulmanes a la guerra con los no creyentes
El Corán contiene al menos 109 versos que llaman a los musulmanes a la guerra con los no creyentes [judíos y cristianos]. Algunos son muy gráficos, con la orden explicita de cortar cabezas y manos y matar a los infieles dondequiera que estén escondidos. Los musulmanes que no se unen a la lucha son llamados ´hipócritas´ y se les advierte de que Alá les enviará al infierno si no participan en la masacre.
Compare esto con la palabra de Alá en el Corán, en el que es un imperativo para todos los tiempos y todos los lugares de la tierra.
Corán 8:12: Voy a sembrar el terror en los corazones de los infieles: Cortadles el cuello, pegadles en todos los dedos!"
Corán 2:191-193: Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado. Tentar es más grave que matar. No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada, a no ser que os ataquen allí. Así que, si combaten contra vosotros, matadles: ésa es la retribución de los infieles. Pero, si cesan, Alá es indulgente, misericordioso. Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda culto a Alá. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos.
Corán 2:216: Se os ha prescrito que combatáis, aunque os disguste. Puede que os disguste algo que os conviene y améis algo que no os conviene. Alá sabe, mientras que vosotros no sabéis.
Corán 2:244: ¡Combatid por Alá y sabed que Alá todo lo oye, todo lo sabe!
Corán 3:56: A quienes no crean les castigaré severamente en la vida de acá y en la otra. Y no tendrán quienes les auxilien.
Corán 3:151: Infundiremos el terror en los corazones de los que no crean, por haber asociado a Alá algo a lo que Él no ha conferido autoridad. Su morada será el Fuego. ¡Qué mala es la mansión de los impíos!
Corán 4:74: Que quienes cambian la vida de acá por la otra combatan por Alá! A quien. combatiendo por Alá, sea muerto o salga victorioso, le daremos una magnífica recompensa.
Corán 4:89: Querrían que, como ellos, no creyerais, para ser iguales que ellos. No hagáis, pues, amigos entre ellos hasta que hayan emigrado por Alá. Si cambian de propósito, apoderaos de ellos y matadles donde les encontréis. No aceptéis su amistad ni auxilio,
Corán 4:95: Los creyentes que se quedan en casa, sin estar impedidos, no son iguales que los que combaten por Alá con su hacienda y sus personas. Alá ha puesto a los que combaten con su hacienda y sus personas un grado por encima de los que se quedan en casa. A todos, sin embargo, ha prometido Alá lo mejor, pero Alá ha distinguido a los combatientes por encima de quienes se quedan en casa con una magnífica recompensa,
Corán 4:104: No dejéis de perseguir a esa gente. Si os cuesta, también a ellos, como a vosotros, les cuesta, pero vosotros esperáis de Alá lo que ellos no esperan. Alá es omnisciente, sabio.
Corán 5:33: Retribución de quienes hacen la guerra a Alá y a Su Enviado y se dan a corromper en la tierra: serán muertos sin piedad, o crucificados, o amputados de manos y pies opuestos, o desterrados del país. Sufrirán ignominia en la vida de acá y terrible castigo en la otra.
Corán 5:51-52: Creyentes! No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos! Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Alá no guía al pueblo impío. Ves a los enfermos de corazón precipitarse a ellos, diciendo: "Tenemos miedo de un revés de fortuna". Pero puede que Alá traiga el éxito u otra cosa de Él y, entonces, se dolerán de lo que habían pensado en secreto.
Corán 8:12: Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: "Yo estoy con vosotros. Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. Cortadles el cuello, pegadles en todos los dedos!"
Corán 8:15-17: ¡Creyentes! ¡Cuando os encontréis con los infieles marchando, no les volváis la espalda! Quien ese día les vuelva la espalda -a menos que sea que se destaque para acudir a otro combate o para incorporarse a otra tropa- incurrirá en la ira de Alá y tendrá la gehena por morada. Qué mal fin... ! No erais vosotros quienes les mataban, era Alá Quien les mataba !. Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Alá Quien tiraba, para hacer experimentar a los creyentes un favor venido de Él. Alá todo lo oye, todo lo sabe.
Corán 8:57: Si, pues, das con ellos en la guerra, que sirva de escarmiento a los que les siguen. Quizás, así, se dejen amonestar.
Corán 9:5: Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores [los cristianos por asociar a Jesús con Dios] dondequiera que les encontréis. Capturadles! Sitiadles! Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces dejadles en paz! Alá es indulgente, misericordioso.
Corán 9:14: Combatid contra ellos! Alá le castigará a manos vuestras y les llenará de vergüenza, mientras que a vosotros os auxiliará contra ellos, curando así los pechos de gente creyente
Corán 9:20: Quienes crean, emigren y luchen por Alá con su hacienda y sus personas tendrán una categoría más elevada junto a Alá. Ésos serán los que triunfen.
Corán 9:29-31: Los judíos dicen: "Uzayr es el hijo de Alá". Y los cristianos dicen: "El Ungido es el hijo de Alá". Eso es lo que dicen de palabra. Remedan lo que ya antes habían dicho los infieles. Que Alá les maldiga! Cómo pueden ser tan desviados! Han tomado a sus doctores y a sus monjes, así como al Ungido, hijo de María, como señores, en lugar de tomar a Alá cuando las órdenes que habían recibido no eran sino de servir a un Dios Uno. No hay más dios que Él! Gloria a Él! Está por encima de lo que Le asocian!
Corán 38-39: ¡Creyentes! ¿Qué os pasa?¿ Por qué, cuando se os dice: "Id a la guerra por la causa de Alá!" permanecéis clavados en tierra? Preferís la vida de acá a la otra? Y qué es el breve disfrute de la vida de acá comparado con la otra, sino bien poco...? Si no vais a la guerra, os infligirá un doloroso castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que podáis causarle ningún daño. Alá es omnipotente.
Corán 9:41-42: Id a la guerra, tanto si os es fácil como si os es difícil! Luchad por Alá con vuestra hacienda y vuestras personas! Es mejor para vosotros. Si supierais... Si se hubiera tratado de una ventaja inmediata o de un viaje corto, te habrían seguido, pero el objetivo les ha parecido distante. Jurarán por Alá: "Si hubiéramos podido, os habríamos acompañado a la guerra". Se pierden a sí mismos. Alá sabe que mienten.
Corán 9:73: ¡ Profeta! Combate contra los infieles y los hipócritas, sé duro con ellos! Su refugio será la gehena. Qué mal fin...!
Corán 9:88: Pero el Enviado y los que con él creen combaten con su hacienda y sus personas. Suyas serán las cosas buenas. Ésos son los que prosperarán.
Corán 9:111: Alá ha comprado a los creyentes sus personas y su hacienda, ofreciédoles, a cambio, el Jardín. Combaten por Alá: matan o les matan. Es una promesa que Le obliga, verdad, contenida en la Tora. en el Evangelio y en el Corán. Y quién respeta mejor su alianza que Alá? Regocijaos por el trato que habéis cerrado con É1! Ése es el éxito grandioso!
Corán 9:123: Creyentes! Combatid contra los infieles que tengáis cerca! Que os encuentren duros! Sabed que Alá está con los que Le temen!
Corán 25:52: No obedezcas, pues, a los infieles y lucha esforzadamente contra ellos, por medio de él.
Corán 33:60-62: Si los hipócritas, los enfermos de corazón y los agitadores de la ciudad no cesan, hemos de incitarte contra ellos y pronto dejarán tu vecindad. Malditos, serán capturados y muertos sin piedad donde quiera que se dé con ellos, conforme a la práctica de Alá con los que vivieron antes. Y encontrarás la práctica de Alá irreemplazable.
Corán 47:3-4: Y esto es así porque los infieles siguen lo falso, mientras que los creyentes siguen la Verdad venida de su Señor. Así es como Alá los pone como ejemplo a los hombres. Cuando sostengáis, pues, un encuentro con los infieles, descargad los golpes en el cuello hasta someterlos. Entonces, atadlos fuertemente. Luego, devolvedles la libertad, de gracia o mediante rescate, para que cese la guerra. Es así como debéis hacer. Si Alá quisiera, se defendería de ellos, pero quiere probaros a unos por medio de otros. No dejará que se pierdan las obras de los que hayan caído por Alá.
Corán 48:16-19: Di a los beduinos dejados atrás: "Se os llamará contra un pueblo dotado de gran valor, contra el que tendréis que combatir a menos que se rinda. Si obedecéis, Alá os dará una bella recompensa. Pero, si volvéis la espalda, como ya hicisteis en otra ocasión, os infligirá un castigo doloroso". "No hay por qué reprochar al ciego, al cojo o al enfermo. Y a quien obedezca a Alá y a Su Enviado, Él le introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos. A quien, en cambio, vuelta la espalda, Él le infligirá un castigo doloroso":
Alá ha estado satisfecho de los creyentes cuando éstos te han jurado fidelidad al pie del árbol. Él sabía lo que sus corazones encerraban e hizo descender sobre ellos la sakina, prometiéndoles, como recompensa, un éxito cercano y mucho botín, del que se apoderarán. Alá es poderoso, sabio.
Apologistas contemporáneos afirman a veces que el Yihad significa "lucha espiritual". Si fuera así, entonces ¿por qué los ciegos, cojos y enfermos están exentos?
Corán 48:29: Muhammad es el Enviado de Alá. Quienes están con él son severos con los infieles y cariñosos entre sí. Se les ve o inclinados o prosternados, buscando favor de Alá y satisfacerle. Se les nota en el rostro que se prosternan. Tal es su imagen en la Tora. Y en el Evangelio se les compara con la semilla que, habiendo germinado, fortifica su brote y éste crece y se yergue en el tallo, constituyendo la alegría del sembrador, para terminar irritando a los infieles por su medio. A quienes de ellos crean y obren bien, Alá les ha prometido perdón y una magnífica recompensa.
Corán 61:4: Alá ama a los que luchan en fila por Su causa, como si fueran un sólido edificio.
Corán 61:9-12: Él es Quien ha mandado a Su Enviado con la Dirección y con la religión verdadera [el Islam] para que prevalezca sobre toda otra religión, a despecho de los asociadotes [los cristianos por asociar Dios con Jesús]. ¡Creyentes! ¿Queréis que os indique un negocio que os librará de un castigo doloroso?: ¡Creed en Alá y en Su Enviado y combatid por Alá con vuestra hacienda y vuestras personas! Es mejor para vosotros. Si supierais... Así, os perdonará vuestros pecados y os introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos y en viviendas agradables en los jardines del edén. ¡Ese es el éxito grandioso!
Corán 66:9: ¡Profeta! ¡Combate contra los infieles y los hipócritas! ¡Muéstrate duro con ellos!
No hay contexto histórico para mitigar esta exhortación coránica, ya sea en el verso coránico o en aquellos que lo rodean., ni tampoco en los hadices:
Los Hadices son los dichos y las acciones de Muhammad relatadas por sus compañeros y compiladas por aquellos “sabios” que les sucedieron. Los hadices más importantes son los de Al-Baujari y Muslim b. al Hayyay (Musulmanes), Abud Da´ud, al-Tirmidhi, al-Nasa´i, Ibn Maýa.
Bujari (52:177) - El Apóstol de Alá dijo, "La hora no se establecerá hasta que se pelee contra los judíos, y la piedra detrás de la cual un judío se esconde dirá." Oh, musulmanes! Hay un judío ocultar detrás de mí, así que matarlo. "
Bujari (52:256) - El Profeta ... Se preguntó si estaba permitido atacar a los guerreros paganos en la noche con la probabilidad de la exposición de sus mujeres y niños al peligro. El Profeta respondió: "Ellos (es decir, mujeres y niños) son de ellos (es decir, de los paganos)." En este mandamiento, Muhammad establece que está permitido matar a no combatientes en el proceso de matar a un supuesto enemigo.
Esto proporciona la justificación de los atentados terroristas islámicos.
Bujari (52:220) - El Apóstol de Alá dijo ... "Me han hecho victorioso con el terror"
Abu Dawud (14:2526) - El Profeta (la paz sea sobre Él) dijo: "Tres cosas son las raíces de la fe: que se abstengan de matar a una persona que pronuncia," No hay más Dios que Alá "y no le declara no creyente el pecado lo comete, y no con excomulgarlo del Islam por su ninguna acción, y el Yihad se llevará a cabo ininterrumpidamente desde el día que Alá me ha enviado como un profeta hasta el día en el último miembro de mi comunidad a luchar con el Dajjal (Anticristo)
Abu Dawud (14:2527) - El Profeta dijo: La lucha en el camino de Alá (Yihad) te corresponde junto con todos los gobernantes, si es piadoso o impío
Musulmanes (1:33) - el Mensajero de Alá dijo: Se me ha ordenado combatir contra la gente hasta que den testimonio de que no hay más dios que Alá, que Muhammad es el mensajero de Allah
Bujari (8:387) - El Apóstol de Alá dijo, "me ha ordenado combatir a la gente hasta que digan: ´Nadie tiene el derecho a ser adorado sino Alá
Musulmán (1:149) - "Abu Dharr relató:" dijo: Mensajero de Allah, cual es el mejor hecho del Profeta, y Él contestó: La creencia en Allah y el Yihad en su causa ... "
Musulmanes (20:4645) - "... Él (el Mensajero de Allah) lo hizo y dijo: No hay otro acto que eleva la posición de un hombre en el Paraíso a un grado de cien (el más alto), y la elevación entre uno grado y otro es igual a la altura de los cielos de la tierra Él (Abu Sa´id) dijo: ¿Cual es este acto Él respondió:?! El Yihad en el camino de Alá, el Yihad en el camino de Alá "
Musulmanes (20:4696) - "el Mensajero de Allah (la paz sea con Él) dijo: ´Aquel que murió, pero no luchó en el camino de Alá ni tampoco expresó ningún deseo (o determinación) de Yihid murió la muerte de un hipócrita."
Musulmanes (19:4321-4323) - Tres hadices independientes en el que Muhammad se encoge de hombros sobre la noticia de que niños inocentes fueron asesinados en una incursión de sus hombres contra los infieles. Su respuesta: "Son ellos (es decir, el enemigo)."
Tabari 7:97 A la mañana después del asesinato de Ashraf, el Profeta declaró: "Matar a cualquier judío que caiga bajo vuestro poder."
Ashraf fue un poeta, asesinado por los hombres de Muhammad porque había insultado al Islam.
Aquí, Muhammad amplía el ámbito de sus órdenes de matar. Un hombre de negocios judío inocente fue muerto después por su compañero musulmán, simplemente por ser no-musulmanes.
Tabari 9:69 "Matar infieles es un tema menor para nosotros" Las palabras de Muhammad, profeta del Islam.
Ibn Ishaq: 327 - "Alá dijo, ´Un profeta debe masacrar antes que recoger cautivos. Un enemigo sacrificado es expulsado de la tierra. Muhammad, que ansiaba los deseos de este mundo, sus bienes y los cautivos de rescate traería. Pero Alá quiere matarlos a manifestar la religión´".
Ibn Ishaq: 990 - que nadie piense que cortar la cabeza de alguien, mientras grita "Allahú Ajbar!" es una costumbre moderna, aquí es una cuenta de esa práctica muy antigua que Muhammad, que parece aprobar.
Ibn Ishaq: 992 - "Lucha contra todos en el camino de Alá y matad a los que no creen en Alá". Son instrucciones de Muhammad a sus hombres antes de una incursión militar.
Texto abierto e imperativo universal
La expulsión de los pueblos que habitaban en Canaan es realizada por la avispa que es enviada por Dios:
Éxodo 23:27-33: "Yo enviaré mi terror delante de ti y traeré confusión a todo pueblo donde tú entres. Haré que todos tus enemigos huyan de delante de ti. Yo enviaré delante de ti la avispa, la cual echará de tu presencia a los heveos, cananeos y heteos. No los echaré de tu presencia en un solo año, para que la tierra no quede desolada ni se multipliquen contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de tu presencia, hasta que multipliques y tomes posesión de la tierra. Yo estableceré tus fronteras desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos; y desde el desierto hasta el Río. Yo entregaré en vuestra mano a los habitantes del país, y tú los echarás de tu presencia. No harás pacto con ellos ni con sus dioses. No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí; porque si rindes culto a sus dioses, ciertamente ellos te harán tropezar."
En ningún caso es un imperativo abierto para judíos o cristianos.
Por el contrario, el Corán habla mal de los cristianos, judíos, "infieles" y "paganos", y ordena a sus lectores a "matar a los infieles dondequiera que le hallareis"
Corán 5:51: ¡Creyentes! No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos! Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Alá no guía al pueblo impío.
Corán 9-28-29: Creyentes! Los asociadores (los cristianos por asociar Jesús con Dios) son mera impureza. Que no se acerquen, pues, a la Mezquita Sagrada después de este su año! Si teméis escasez, Alá os enriquecerá por favor Suyo, si quiere. Alá es omnisciente, sabio. Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura (judíos y cristianos), no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!
Los textos bíblicos de la conquista de Canán relatan una historia, la conquista de Canaán, en ningún caso son tomados como edictos, y ni judíos ni cristianos los toman, ni pueden tomarlos como imperativos, órdenes o edictos.
Los apologistas del Corán toman el texto de la Epístola de Pablo a los Romanos como una orden para el asesinato, equivalente a la guerra santa del Yihad.
Romanos1:20-32:
Porque lo invisible de Él -su eterno poder y deidad- se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas; de modo que no tienen excusa. Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias; más bien, se hicieron vanos en sus razonamientos, y su insensato corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios se hicieron fatuos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen a la semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por tanto, Dios los entregó a la impureza, en las pasiones de sus corazones, para deshonrar sus cuerpos entre sí. Ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y veneraron y rindieron culto a la creación antes que al Creador, ¡quien es bendito para siempre! Amén. Por esta causa, Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por relaciones contra naturaleza. De la misma manera, también los hombres, dejando las relaciones naturales con la mujer, se encendieron en sus pasiones desordenadas unos con otros, cometiendo actos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución que corresponde a su extravío. Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios a una mente reprobada, para hacer lo que no es debido. Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia. A pesar de que ellos reconocen el justo juicio de Dios, que los que practican tales cosas merecen la muerte, no sólo las siguen haciendo, sino que también se complacen con los que las practican.
El texto sigue (Romanos 2:1-3):
Por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo. Pero sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que practican tales cosas.
Oh hombre que juzgas a los que practican tales cosas y haces lo mismo, ¿supones que escaparás del juicio de Dios?
Los apologistas consideran que el cristianismo condena con la pena de muerte las faltas anteriormente enumeradas, pero omiten que el juicio es únicamente de Dios y no del hombre.
La violencia religiosa es patrimonio exclusivo de los musulmanes
Únicamente los musulmanes se basan en sus textos religiosos para asesinar a los que consideran infieles, a aquellos que siendo correligionarios suyos son considerados malos musulmanes.
Los textos bíblicos que se refieren a la violencia son limitados en el tiempo, concretos en un lugar histórico y no son textos abiertos ni imperativos ni órdenes que puedan aplicarse, porque no sólo no existen esos pueblos a los que se refieren los Textos Sagrados del judaísmo y del cristianismo, sino que son considerados como relatos históricos y en absoluto han sido dados como órdenes perpetuas.
En todas las épocas los mismos rabinos en su relectura de la Biblia siempre han considerado estas citas como relatos históricos, en los que se impone el imperativo que está escrito en Levítico 19:18: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Levítico 19:34: Como a un natural de vosotros consideraréis al extranjero que resida entre vosotros. Lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, el Señor, vuestro Dios.
Una vez se le preguntó al sabio Hilel si podía resumir la Torá de forma concisa, él respondió: Lo que es odioso para ti, no lo hagas a tus semejantes. Ama al prójimo como a ti mismo Esa es toda la Torá, el resto es la explicación; ir a aprender. Talmud Shabat 31a, el "Gran Principio"
En el Nuevo Testamento:
Santiago 2:8: Si de veras cumplís la ley real conforme a las Escrituras –Torá-: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, hacéis bien
Marcos: 12:28-34:
Se le acercó uno de los escribas al oírles discutir; y dándose cuenta de que Jesús había respondido bien, le preguntó:¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: -El primero es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos dos. Entonces el escriba le dijo: -Bien, Maestro. Has dicho la verdad: Dios es uno, y no hay otro aparte de él; y amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Esta Regla de Oro (Amar al prójimo como a uno mismo) no aparece en el Corán ni en activa ni en pasiva
Los apologistas del Islam quieren hacer creer que las religiones que se declaran monoteístas tienen textos equivalentes en intransigencia y violencia.
Nada más lejos de la realidad.
Independientemente de que el lector crea o no en un Ser Supremo, el Dios de la Biblia no tiene nada que ver con el Alá del Corán.
Los apologistas del Islam argumentan que el Corán está tergiversado y malinterpretado por los islamistas. Pero lo que no explican estos apologistas es que la mayoría de jeques, ulemas, cadís, ayatolás, y líderes religiosos del Islam justifican el Yihad.
Otros apologistas del Islam refieren que los textos violentos del Islam son historia y no imperativo, siendo los textos coránicos que enaltecen la violencia y exaltan el odio contra el infiel los que más abundan, ya que más de dos terceras partes del Corán son apología del Yihad, de la guerra contra el infiel.
La pregunta es cómo es que los textos de Yihad aparecen en imperativo, y no como relato histórico, y como es que son tomados como imperativo y orden abierta universal precisamente por la mayoría absoluta de los líderes religiosos de todas las escuelas del Islam.
Hay otros apologistas del Islam que afirman que el Islam es una religión de paz y critican de islamofobia a los que vinculan el Islam con la violencia, cuando ellos mismos son incapaces de explicar cómo esta pacífica religión sigue siendo tan abiertamente malinterpretada por aquellos que son sus más devotos y fervientes fieles creyentes.
NOTAS
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=14983
CDV. 20. IV. MMXI
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LAS ESCRITURAS SAGRADAS DEL PUEBLO JUDÍO,
PARTE FUNDAMENTAL DE LA BIBLIA CRISTIANA
2. Sobre todo por su origen histórico, la comunidad de los cristianos está vinculada al pueblo judío. En efecto, aquél en quien ella ha cifrado su fe, Jesús de Nazaret, es hijo de ese pueblo. Lo son igualmente los Doce que él escogió " para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar " (Mc 3,14). Al principio, la predicación apostólica no se dirigía más que a los judíos y a los prosélitos, paganos asociados a la comunidad judía (cf. Hch 2,11). El cristianismo ha nacido, por tanto, en el seno del judaísmo del siglo I. Se ha ido separando progresivamente de él, pero la Iglesia nunca ha podido olvidar sus raíces judías, claramente atestiguadas en el Nuevo Testamento; reconoce incluso a los judíos una prioridad, pues el evangelio es " fuerza divina para la salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego " (Rom 1,16).
Una manifestación siempre actual de aquel vínculo originario consiste en la aceptación por parte de los cristianos de las Sagradas Escrituras del pueblo judío como Palabra de Dios dirigida también a ellos. La Iglesia, en efecto, ha acogido como inspirados por Dios todos los escritos contenidos tanto en la Biblia hebrea como en la Biblia griega. El nombre de " Antiguo Testamento ", dado a este conjunto de escritos, es una expresión forjada por el apóstol Pablo para designar los escritos atribuidos a Moisés (cf. 2 Cor 3,14-15). Su sentido fue ampliado, desde fines del siglo II, para aplicarlo a otras Escrituras del pueblo judío, en hebreo, arameo o griego. Por su parte, el nombre de " Nuevo Testamento " proviene de un oráculo del Libro de Jeremías que anunciaba una " nueva alianza " (Jr 31,31) expresión que se convirtió en el griego de los Setenta en la de " nueva disposición", " nuevo testamento " (kainê diathêkê). Aquel oráculo anunciaba que Dios había decidido establecer una nueva alianza. La fe cristiana, con la institución de la eucaristía, ve esta promesa realizada en el misterio de Cristo Jesús (cf. 1 Cor 11,25; He 9,15). En consecuencia, se ha llamado " Nuevo Testamento " al conjunto de escritos que expresan la fe de la Iglesia en su novedad. Por sí mismo, este nombre manifiesta ya la existencia de relaciones con " el Antiguo Testamento”.
A. El Nuevo Testamento reconoce la autoridad de las Sagradas Escrituras del pueblo judío
3. Los escritos del Nuevo Testamento no se presentan nunca como una completa novedad. Al contrario, se muestran sólidamente arraigados en la larga experiencia religiosa del pueblo de Israel, experiencia recogida bajo distintas formas en los libros sagrados que constituyen las Escrituras del pueblo judío. El Nuevo Testamento les reconoce una autoridad divina. Este reconocimiento de autoridad se manifiesta de muchos modos más o menos explícitos.
1. Reconocimiento implícito de autoridad
Empezando por lo menos explícito, que sin embargo es revelador, observamos en primer lugar el empleo de un mismo lenguaje. El griego del Nuevo Testamento depende estrechamente del griego de los Setenta, no sólo por los giros gramaticales influenciados por el hebreo, sino también por el vocabulario, sobre todo el vocabulario religioso. Sin un conocimiento del griego de los Setenta es imposible captar exactamente el sentido de muchos términos importantes del Nuevo Testamento.5
Este parentesco de lenguaje se extiende naturalmente a numerosas expresiones que el Nuevo Testamento toma prestadas de las Escrituras del pueblo judío y que dan pie al fenómeno frecuente de las reminiscencias y citas implícitas: es decir, frases enteras incorporadas por el Nuevo Testamento sin indicación de su carácter de cita. Las reminiscencias se cuentan por centenares, pero su identificación se presta frecuentemente a discusión. Para dar el ejemplo más significativo de dicho fenómeno, recordemos que el Apocalipsis no contiene ninguna cita explícita de la Biblia judía, pero es un verdadero tejido de reminiscencias y alusiones. El texto del Apocalipsis está tan impregnado de Antiguo Testamento que resulta difícil distinguir lo que es alusión de lo que no lo es.
Lo que decimos del Apocalipsis se realiza también, en grado menor pero con toda certeza, en los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas.6 La diferencia está en que en estos otros escritos se encuentran además numerosas citas explícitas, es decir presentadas como tales.7 Esos escritos indican abiertamente sus dependencias más importantes y manifiestan con ello que reconocen la autoridad de la Biblia judía como revelación divina.
2. Recurso explícito a la autoridad de las Escrituras del pueblo judío
4. Ese reconocimiento de autoridad toma diversas formas según los casos. A veces se encuentra, en un contexto de revelación, el simple verbo legei, " dice ", sin sujeto expresado,8 como ocurrirá más tarde en los escritos rabínicos, pero el contexto demuestra que hay que sobreentender un sujeto que da al texto gran autoridad: la Escritura o el Señor o Cristo.9 Otras veces el sujeto es expresado: es " la Escritura ", " la Ley ", " Moisés " o " David ", de quien se advierte que estaba inspirado, o " el Espíritu Santo " o " el Profeta ", a menudo " Isaías ", a veces " Jeremías ", pero también " el Espíritu Santo " o " el Señor ", como decían los oráculos proféticos. 10 Mateo tiene dos veces una fórmula compleja, que indica al mismo tiempo el autor divino y el portavoz humano: " según fue dicho por el Señor por medio del Profeta que dijo " (Mt 1,22; 2,15). Otras veces, la mención del Señor sigue siendo implícita, sugerida simplemente por la elección de la preposición dia, " por medio de ", para hablar del portavoz humano. En los textos de Mateo, el empleo del verbo " decir " en presente sirve para presentar las citas de la Biblia judía como palabra viva, cuya autoridad es siempre actual.
En lugar del verbo " decir ", la palabra empleada para introducir las citas es a menudo el verbo " escribir " y el tiempo verbal: en griego, es el perfecto, tiempo que expresa el efecto permanente de una acción pasada: gegraptai, " ha sido escrito " y desde entonces " está escrito ". Ese gegraptai tiene mucha fuerza. Jesús lo opone victoriosamente al tentador, la primera vez sin otra precisión: " Está escrito: No sólo de pan vive el hombre " (Mt 4,4; Lc 4,4); la segunda vez, añadiendo un palin, " también ", (Mt 4,7) y la tercera vez, un gar, " porque ", (Mt 4,10). Ese " porque " explicita el valor de argumento atribuido al texto del Antiguo Testamento, valor que estaba implícito en los dos primeros casos. Puede ocurrir que un texto bíblico no tenga valor definitivo y deba ceder su lugar a una disposición nueva; entonces el Nuevo Testamento emplea el aoristo griego, que sitúa la declaración en el pasado. Tal es el caso de la ley de Moisés en torno al divorcio: " Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, [Moisés] escribió (egrapsen) para vosotros este mandamiento " (Mc 10,5; cf. también Lc 20,28).
5. Muy a menudo el Nuevo Testamento utiliza textos de la Biblia judía para argumentar, tanto con el verbo " decir " como con el verbo " escribir ". A veces se encuentra: " Pues dice " 11 y más a menudo: " Pues está escrito ".12 Las fórmulas " pues está escrito ", " porque está escrito ", " según está escrito " son muy frecuentes en el Nuevo Testamento; sólo en la carta a los Romanos, se las encuentra 17 veces.
En sus argumentaciones doctrinales, el apóstol Pablo se apoya constantemente en las Escrituras de su pueblo. Pablo establece una neta distinción entre los argumentos escriturísticos y los razonamientos " según el hombre ". A los argumentos escriturísticos les atribuye un valor irrefutable. 13 Para él, las Escrituras judías tienen igualmente un valor siempre actual para guiar la vida espiritual de los cristianos: " Todo lo que fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que con la perseverancia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza ".14
A una argumentación basada en las Escrituras del pueblo judío, el Nuevo Testamento le reconoce un valor decisivo. En el Cuarto Evangelio, Jesús declara a este propósito que " la Escritura no puede fallar " (Jn 10,35). Su valor viene del hecho de que es " palabra de Dios " (ibid.). Esta convicción se manifiesta continuamente. Dos textos son particularmente significativos a este propósito, pues hablan de inspiración divina. En la Segunda a Timoteo, después de una mención de las " Sagradas Letras " (2 Tim 3,15), se encuentra esta afirmación: " Toda Escritura es inspirada por Dios (theopneustos) y útil para enseñar, refutar, corregir y educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y preparado para toda obra buena " (2 Tim 3,16-17). Hablando precisamente de los oráculos proféticos contenidos en el Antiguo Testamento, la Segunda de Pedro declara: " ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; pues nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios " (2 Pe 1,20-21). Estos dos textos no se contentan con afirmar la autoridad de las Escrituras del pueblo judío; señalan la inspiración divina como fundamento de dicha autoridad.B. El Nuevo Testamento se proclama conforme a las Escrituras del pueblo judío
6. Una doble convicción se manifiesta en otros textos: por una parte, lo que está escrito en las Escrituras del pueblo judío tiene que cumplirse necesariamente, pues revela el designio de Dios que no puede dejar de realizarse; por otra parte, la vida, la muerte y la resurrección de Cristo corresponden plenamente a lo que habían dicho las Escrituras.
1. Necesidad del cumplimiento de las Escrituras
La expresión más tajante de la primera convicción se encuentra en las palabras dirigidas por Jesús resucitado a sus discípulos, según el Evangelio de Lucas: " Estas son las palabras que os dije cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario (dei) que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos acerca de mí " (Lc 24,44). Esta aserción revela el fundamento de la necesidad (dei, " es necesario ") del misterio pascual de Jesús, necesidad afirmada en numerosos pasajes de los Evangelios: " es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho [ ] y a los tres días resucite "; 15 " ¿Cómo entonces se cumplirían las Escrituras, que dicen que es necesario que eso ocurra? " (Mt 26,54); " Es necesario que esta palabra de la Escritura se cumpla en mí " (Lc 22,37).
Puesto que es absolutamente " necesario " que se cumpla lo que está escrito en el Antiguo Testamento, los acontecimientos se producen " a fin de que " aquello se cumpla. Eso declara a menudo Mateo, desde el evangelio de la infancia, luego en la vida pública de Jesús16 y respecto del conjunto de la Pasión (Mt 26,56). Marcos tiene un paralelo a este último pasaje, en una vigorosa frase elíptica: " Pero [ocurre] para que se cumplan las Escrituras " (Mc 14,49). Lucas no utiliza ese tipo de expresión, pero Juan recurre a él casi tan a menudo como Mateo.17 Esa insistencia de los Evangelios en el objetivo asignado a los acontecimientos, " a fin de que se cumplan las Escrituras ", 18 da a las Escrituras del pueblo judío una importancia extraordinaria. Da a entender claramente que aquellos acontecimientos carecerían de significado, si no correspondían a lo que dicen las Escrituras. En tal caso, ya no se trataría de una realización del designio de Dios.
2. Conformidad con las Escrituras
7. Otros textos afirman que en el misterio de Cristo todo es conforme a las Escrituras del pueblo judío. La predicación cristiana primitiva se resumía en la fórmula kerigmática recogida por Pablo: " Os transmití en primer lugar lo que yo mismo había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras y se apareció " (1 Cor 15,3- 5). Pablo añade: " así pues, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído " (1 Cor 15,11). La fe cristiana no se basa pues sólo en acontecimientos, sino en la conformidad de esos acontecimientos con la revelación contenida en las Escrituras del pueblo judío. De camino hacia su Pasión, Jesús dijo: " El Hijo del hombre se va según lo que está escrito de él " (Mt 26,24; Mc 14,21). Después de su resurrección, se dedicó él mismo a " interpretar, según todas las Escrituras, lo que le concernía " 19 En su discurso a los judíos de Antioquía de Pisidia, Pablo recuerda esos acontecimientos diciendo que " Los habitantes de Jerusalén y sus jefes no le reconocieron y, al condenarlo, cumplieron las Escrituras de los Profetas que se leen cada sábado " (Hch 13,27). Por estas declaraciones, el Nuevo Testamento se demuestra indisolublemente vinculado a las Escrituras del pueblo judío.
Añadamos algunas constataciones que merecen retener la atención. En el Evangelio según san Mateo, una palabra de Jesús proclama una perfecta continuidad entre la Torá y la fe de los cristianos: " No creáis que he venido a abrogar la Ley o los Profetas; no he venido a abrogarla, sino a cumplirla " (Mt 5,17). Esta afirmación teológica es característica de Mateo y de su comunidad. Está en tensión con la relativización de la observancia del sábado (Mt 12,8.12) y de la pureza ritual (Mt 15,11) que encontramos en otras palabras del Señor.
En el Evangelio según san Lucas, el ministerio de Jesús inicia por un episodio en que, para definir su misión, Jesús se sirve de un oráculo del Libro de Isaías (Lc 4,17-21; Is 61,1-2). El final del Evangelio amplía la perspectiva hablando del cumplimiento de " todo lo que está escrito " sobre Jesús (Lc 24,44).
Los últimos versículos de la parábola de Lázaro y el rico epulón (Lc 16,29-31) demuestran de modo impresionante hasta qué punto es esencial, según Jesús, " escuchar a Moisés y a los Profetas ": sin esta dócil escucha, los más grandes prodigios no sirven de nada.
El Cuarto Evangelio expresa una perspectiva análoga: aquí Jesús atribuye a los escritos de Moisés una autoridad previa a la de sus propias palabras, cuando dice a sus adversarios: " Si no creéis en sus escritos, ¿cómo creeréis en mis palabras? " (Jn 5,47). En un Evangelio en el que Jesús afirma que sus palabras " son espíritu y son vida " (Jn 6,63), esta frase da a la Torá una importancia primordial.
En los Hechos de los Apóstoles, los discursos kerigmáticos de los jefes de la Iglesia, Pedro, Felipe, Santiago, Pablo y Bernabé sitúan los acontecimientos de la Pasión y la Resurrección, de Pentecostés y de la apertura misionera de la Iglesia, en perfecta continuidad con las Escrituras del pueblo judío. 20
3. Conformidad y diferencia
8. Por más que nunca afirma explícitamente la autoridad de las Escrituras del pueblo judío, la Carta a los Hebreos muestra claramente que reconoce esta autoridad, pues no cesa de citar sus textos para fundar su enseñanza y sus exhortaciones. La carta contiene numerosas afirmaciones de conformidad a su revelación profética, pero también afirmaciones de conformidad acompañada de algunos aspectos de no conformidad. Eso ocurría ya en las epístolas paulinas. En las Cartas a los Gálatas y a los Romanos, el apóstol argumenta a partir de la Ley para demostrar que la fe en Cristo ha puesto fin al régimen de la Ley. Demuestra que la Ley como revelación ha anunciado su propio fin como institución necesaria para la salvación. 21 La frase más significativa a este respecto es la de Rom 3,21, en que el apóstol afirma que la manifestación de la justicia de Dios en la justificación ofrecida por la fe en Cristo se ha realizado " independientemente de la Ley ", pero, sin embargo, es " conforme al testimonio de la Ley y los Profetas ". De modo análogo, la Carta a los Hebreos muestra cómo el misterio de Cristo cumple las profecías y el aspecto prefigurativo de las Escrituras del pueblo judío, pero comporta al mismo tiempo un aspecto de no conformidad a las instituciones antiguas: según los oráculos del Sal 109(110),1.4, la situación de Cristo glorificado es, por eso mismo, no conforme al sacerdocio levítico (cf. He 7,11.28).
La afirmación de fondo sigue siendo la misma. Los escritos del Nuevo Testamento reconocen que las Escrituras del pueblo judío tienen un valor permanente de revelación divina. Se sitúan en una relación positiva respecto de ellas, al considerarlas como la base sobre la cual se apoyan. En consecuencia, la Iglesia ha mantenido siempre que las Escrituras del pueblo judío son parte integrante de la Biblia cristiana.
C. Escritura y tradición oral en el judaísmo y el cristianismo
9. Entre Escritura y Tradición se dan tensiones en muchas religiones. Se dan en las de Oriente (hinduismo, budismo, etc.) y en el Islam. Los textos escritos nunca pueden expresar exhaustivamente la tradición. Se los completa, pues, por adiciones e interpretaciones que acaban también siendo puestas por escrito. Estas últimas, sin embargo, están sujetas a ciertas limitaciones. Esto se puede observar tanto en el cristianismo como en el judaísmo, con aspectos en parte comunes y en parte distintos. Un rasgo común es que las dos religiones están en gran parte de acuerdo en la determinación del canon de sus Escrituras.
1. Escritura y Tradición en el Antiguo Testamento y en el judaísmo
La Tradición engendra la Escritura. El origen de los textos del Antiguo Testamento y la historia de la formación del canon han dado lugar a importantes trabajos de investigación durante los últimos años. Se ha llegado a un cierto consenso, según el cual al final del siglo I de nuestra era, el lento proceso de formación de un canon de la Biblia hebrea estaba prácticamente terminado. Este canon comprendía la Torá, los Profetas y la mayor parte de los " escritos ". A menudo es difícil determinar el origen de cada uno de los libros. En varios casos, hay que contentarse con hipótesis. Estas se basan principalmente en observaciones tomadas del estudio crítico de las formas, la tradición y la redacción. Se ha concluido que los preceptos tradicionales fueron reunidos en colecciones, que fueron progresivamente incluidas en los libros del Pentateuco. Muchos relatos tradicionales fueron igualmente puestos por escrito y agrupados. Más tarde se juntaron textos narrativos y reglas de conducta. Los oráculos proféticos fueron recogidos y reunidos en libros que llevan los nombres de los profetas. También se reunieron textos sapienciales, salmos y relatos didácticos de épocas más tardías.
Ulteriormente la Tradición produjo una " segunda Escritura " (Misná). Ningún texto escrito puede bastar para expresar toda la riqueza de una tradición.22 Los textos sagrados de la Biblia dejan abiertas muchas cuestiones en torno a la justa comprensión de la fe de Israel y de la conducta a seguir. Eso provocó en el judaísmo fariseo y rabínico un largo proceso de producción de textos escritos, desde la " Misná " (" Segundo Texto "), redactada a principios del siglo III por Yehudá ha-Nasí, hasta la " Tosefta " (" Suplemento ") y el Talmud en su doble forma (de Babilonia y de Jerusalén). A pesar de su autoridad, tampoco esta interpretación fue considerada suficiente en los tiempos sucesivos, por lo que se le añadieron explicaciones rabínicas posteriores. A estas adiciones no se les reconoció la misma autoridad que al Talmud: sólo ayudan a interpretarlo. Para las cuestiones que siguen abiertas hay que someterse a las decisiones del Gran Rabinato.
Así el texto escrito pudo suscitar desarrollos ulteriores. Entre el texto escrito y la tradición oral se mantiene y se manifiesta una tensión.
Límites del papel de la Tradición. Cuando es puesta por escrito para unirse a la Escritura, la tradición normativa no adquiere por ello la misma autoridad que la Escritura: no forma parte de los " Escritos que manchan las manos ", es decir " que son sagrados " y son acogidos como tales en la liturgia. La Misná, la Tosefta y el Talmud tienen su lugar en la sinagoga como lugar de estudio, pero no son leídos en la liturgia. En general, el valor de una tradición se mide por su grado de conformidad con la Torá. La lectura de ésta ocupa un lugar privilegiado en la liturgia de la Sinagoga. Se le añaden pasajes escogidos de los Profetas. Según una antigua creencia judía, la Torá fue creada antes de la creación del mundo. Los samaritanos no aceptan ningún otro libro como Sagrada Escritura. Los saduceos, por su parte, rechazaban toda tradición normativa fuera de la Ley y los Profetas. Por otro lado, el judaísmo fariseo y rabínico afirma que junto a la Ley escrita existe una Ley oral, que fue dada simultáneamente a Moisés y goza de la misma autoridad. Eso declara un tratado de la Misná: " En el Sinaí, Moisés recibió la Ley oral y la entregó a Josué, Josué a los antiguos, los antiguos a los profetas, y los profetas la entregaron a los miembros de la Gran Sinagoga " (Abot 1,1). Como podemos ver, existe una notable diversidad en el modo de concebir el papel de la tradición.
2. Escritura y Tradición en el cristianismo primitivo
10. La Tradición engendra la Escritura. En el cristianismo primitivo se puede observar una evolución parecida a la del judaísmo, pero con una diferencia inicial: los primeros cristianos tuvieron Escrituras desde el principio, pues, como judíos, reconocían como Escrituras la Biblia de Israel. Eran incluso las únicas Escrituras que reconocían. A ellas se añadió para ellos una tradición oral, " la enseñanza de los Apóstoles " (Hch 2,42), que transmitía las palabras de Jesús y el relato de acontecimientos en torno a él. La catequesis evangélica fue tomando forma muy lentamente. Para asegurar mejor su transmisión fiel, se pusieron por escrito las palabras de Jesús así como otros textos narrativos. Con ello se fue preparando la redacción de los Evangelios, que no se completó más que algunas decenas de años después de la muerte y la resurrección de Jesús. Por otro lado, se iban componiendo fórmulas de profesión de fe así como himnos litúrgicos, que se han incorporado en las Cartas del Nuevo Testamento. Las mismas Cartas de Pablo y de otros apóstoles o dirigentes fueron leídas en primer lugar en la Iglesia destinataria (cf. 1 Tes 5,27), luego fueron transmitidas a otras Iglesias (cf. Col 4,16) y conservadas para ser releídas en otras ocasiones. Más tarde, fueron consideradas como Escritura (cf. 2 Pe 3,15-16) y unidas a los Evangelios. Así el canon del Nuevo Testamento se fue constituyendo progresivamente en el seno de la Tradición apostólica.
La Tradición completa la Escritura. El cristianismo comparte con el judaísmo la convicción de que la revelación de Dios no puede ser enteramente expresada en textos escritos. Esta convicción se manifiesta al final del Cuarto Evangelio, donde se dice que el mundo entero no podría contener los libros que habría que escribir para contar todo lo que hizo Jesús (Jn 21,25). Por otra parte, la tradición viva es indispensable para vivir la Escritura y actualizarla.
Podemos recordar aquí la enseñanza del Discurso de después de la Cena sobre el papel del " Espíritu de la verdad " después de la marcha de Jesús. El Espíritu recordará a los discípulos todo lo que Jesús dijo (Jn 14,26), dará testimonio de él (15,26), guiará a los discípulos " a toda la verdad " (16,13), dándoles una comprensión más profunda de la persona de Cristo, de su mensaje y de su obra. Gracias a la acción del Espíritu, la tradición sigue siendo viva y dinámica.
Después de haber declarado que la predicación apostólica se encuentra " expresada de modo especial " (" speciali modo exprimitur ") en los Libros inspirados ", el Concilio Vaticano II observa que la Tradición es la " que hace comprender más profundamente en la Iglesia la Sagrada Escritura y la vuelve continuamente operante " (Dei Verbum 8). La Escritura es definida como " Palabra de Dios puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu divino "; pero la Tradición es la que " transmite a los sucesores de los apóstoles la Palabra de Dios confiada a ellos por Cristo Señor y por el Espíritu Santo, a fin de que, iluminados por el Espíritu de la verdad, la guarden fielmente, la expongan y la propaguen en su predicación " (DV 9). El Concilio concluye: " así pues la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas ". Y añade: " Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad " (DV 9).
Límites de la aportación propia de la Tradición. ¿En qué medida puede haber en la Iglesia cristiana una tradición que añada materialmente algo a la palabra de la Escritura? Esta cuestión ha sido ampliamente debatida en la historia de la teología. El Concilio Vaticano II parece haberla dejado abierta, pero por lo menos se ha negado a hablar de " dos fuentes de la revelación ", que serían la Escritura y la Tradición; al contrario, ha afirmado que " la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia " (Dei Verbum 10). Con ello ha rechazado la idea de una tradición completamente independiente de la Escritura. Por lo menos en un punto, el Concilio menciona una aportación propia de la Tradición, pero es un punto de máxima importancia: la Tradición " da a conocer a la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados " (DV 8). Hasta tal punto Escritura y Tradición son inseparables.
3. Comparación entre las dos perspectivas
11. Como acabamos de constatar, la relación entre Escritura y Tradición presenta correspondencias formales en el judaísmo y el cristianismo.
En un punto hay incluso más que correspondencia, puesto que las dos religiones coinciden en la herencia común de la " Sagrada Escritura de Israel ".23
Pero desde un punto de vista hermenéutico, las perspectivas difieren. Para todas las corrientes del judaísmo del período correspondiente a la formación del canon, la Ley estaba en el centro. En efecto, en ella se encuentran las instituciones esenciales reveladas por Dios mismo y encargadas de gobernar la vida religiosa, moral, jurídica y política de la nación judía después del exilio. La colección de los Profetas contiene palabras inspiradas también por Dios, transmitidas por los profetas reconocidos como auténticos, pero no una ley que pueda servir de base a las instituciones. Bajo este aspecto, los Profetas ocupan un segundo lugar. Los " Escritos " no se componen ni de leyes ni de palabras proféticas: ocupan, por consiguiente, un tercer lugar.
Esta perspectiva hermenéutica no fue asumida por las comunidades cristianas, a excepción quizás de ambientes judeocristianos, unidos al judaísmo fariseo por su respeto hacia la Ley. La tendencia general en el Nuevo Testamento es la de dar más importancia a los textos proféticos, entendidos como anuncio del misterio de Cristo. El apóstol Pablo y la Carta a los Hebreos no dudan en polemizar contra la Ley. Por otra parte, el cristianismo primitivo se encuentra en relación con los celotas, la corriente apocalíptica y los esenios, con los que comparte la espera mesiánica apocalíptica. Del judaísmo helenístico adopta un conjunto de Escrituras más extenso y una orientación más sapiencial, susceptible de favorecer las relaciones interculturales.
Pero lo que distingue el cristianismo primitivo de todas esas corrientes es la convicción de que las promesas proféticas escatológicas no se deben considerar simplemente como objeto de esperanza para el futuro, pues su cumplimiento inició ya con Jesús de Nazaret, el Mesías. De él hablan en último término las Escrituras del pueblo judío, cualquiera que sea su extensión; a la luz de él deben ser leídas las Escrituras para poder ser plenamente comprendidas.
D. Métodos judíos de exégesis empleados en el Nuevo Testamento
1. Métodos judíos de exégesis
12. El judaísmo extraía de las Escrituras su comprensión de Dios y del mundo así como de los designios de Dios. La expresión más clara del modo cómo los contemporáneos de Jesús interpretaban las Escrituras aparece en los manuscritos del Mar Muerto, manuscritos copiados entre el siglo II a.C. y el año 60 d.C., en un período bien próximo al del ministerio de Jesús y de la formación de los Evangelios. Conviene sin embargo recordar que esos documentos expresan sólo un aspecto de la tradición judía; provienen de una corriente particular en el seno del judaísmo y no representan pues a su conjunto.
El más antiguo testimonio rabínico sobre un método de exégesis, fundada por otro lado sobre textos del Antiguo Testamento, es una serie de siete " reglas " atribuidas tradicionalmente a rabí Hilel (muerto el 10 d.C.). Por más que esta atribución podría no ser fundada, aquellas siete midot representan ciertamente una codificación de modos contemporáneos de argumentar a partir de la Escritura, especialmente para deducir de ella reglas de conducta.
Otro modo de utilizar la Escritura se puede observar en los escritos de historiadores judíos del siglo I, especialmente Josefo, por más que ya es empleado en el mismo Antiguo Testamento. Consiste en servirse de términos bíblicos para describir acontecimientos e ilustrar con ello su significado. Así el retorno del exilio de Babilonia es presentado en términos que evocan la liberación de la opresión egipcia en tiempos del Exodo (Is 43,16-21). La restauración final de Sión es representada como un nuevo Edén.24 En Qumrán, se utiliza ampliamente una técnica análoga.
2. Exégesis en Qumrán y en el Nuevo Testamento
13. Desde el punto de vista de la forma y del método, el Nuevo Testamento, en particular los Evangelios, presenta grandes parecidos con Qumrán en el modo de utilizar las Escrituras. Las fórmulas para introducir las citas son a menudo las mismas, por ejemplo: " así está escrito ", " como está escrito ", " según fue dicho ". El uso similar de la Escritura deriva de una perspectiva de base parecida en las dos comunidades, la de Qumrán y la del Nuevo Testamento. Una y otra eran comunidades escatológicas, que veían las profecías bíblicas como cumplidas en su misma época, pero de un modo que sobrepasaba la espera y la comprensión de los profetas que originariamente las habían pronunciado. Una y otra tenían la convicción de que la plena comprensión de las profecías había sido revelada a su fundador y transmitida por él: en Qumrán, " el Maestro de Justicia "; para los cristianos, Jesús.
Exactamente como en los rollos de Qumrán, ciertos textos bíblicos son utilizados en el Nuevo Testamento en su sentido literal e histórico, mientras que otros son aplicados, de un modo más o menos forzado, a la situación del momento. Se consideraba que la Escritura contenía las palabras del mismo Dios. Ciertas interpretaciones, en una y otra serie de textos, toman una palabra separándola de su contexto y de su sentido original y le atribuyen un significado que no corresponde a los principios modernos de la exégesis. Se debe advertir sin embargo una diferencia importante. En los textos de Qumrán, el punto de partida es la Escritura. Ciertos textos, por ejemplo el pésher de Habacuc, son comentarios continuos de un texto bíblico, que aplican, versículo por versículo, a la situación presente; otros son colecciones de textos relacionados con un mismo tema, por ejemplo 11Q Melquisedec sobre la época mesiánica. En el Nuevo Testamento, al contrario, el punto de partida es la venida de Cristo. Lo que se intenta no es aplicar la Escritura al momento presente, sino explicar y comentar la venida de Cristo a la luz de la Escritura. Eso no impide que se utilicen las mismas técnicas de comentario, a veces con un parecido impresionante, como en Rom 10,5-13 y en la Carta a los Hebreos.25
3. Métodos rabínicos en el Nuevo Testamento
14. Los métodos judíos tradicionales de argumentación bíblica para establecer reglas de conducta, codificados más tarde por los rabinos, son utilizados frecuentemente, tanto en las palabras de Jesús recogidas por los Evangelios como en las cartas. Las que se repiten más a menudo son las dos primeras midot (" reglas ") de Hilel, el qal wa-homer y la gezerah shawah. 26 Corresponden grosso modo al argumento a fortiori y al argumento por analogía.
Un rasgo característico es que a menudo el argumento trata sobre el sentido de una sola palabra. El sentido se establece gracias a la aparición de aquella palabra en cierto contexto y a continuación se aplica, a veces de modo bastante artificial, a otro contexto. Esta técnica presenta un parecido impresionante con la práctica rabínica del midrás, pero se observa al mismo tiempo una diferencia característica: en el midrás rabínico, se citan opiniones diversas provenientes de distintas autoridades, porque se trata de una técnica de argumentación, mientras que en el Nuevo Testamento la autoridad de Jesús es decisiva.
Pablo utiliza esas técnicas con una frecuencia especial, particularmente en sus discusiones con adversarios judíos instruidos, sean o no cristianos. A menudo se sirve del método para combatir posiciones tradicionales en el judaísmo o para exponer puntos importantes de su propia doctrina.27
Se encuentran igualmente argumentaciones rabínicas en la Carta a los Efesios y en la Carta a los Hebreos.28 La Carta de Judas, por su parte, está mayoritariamente formada por explicaciones exegéticas parecidas a los pesharim (" interpretaciones ") encontrados en los rollos de Qumrán y en ciertos escritos apocalípticos. La Carta utiliza figuras y ejemplos, así como una estructura por encadenamiento verbal, todo ello en conformidad con la tradición judía de exégesis escriturística.
Una forma particular de exégesis judía que se encuentra en el Nuevo Testamento es la de homilía pronunciada en la sinagoga. Según Jn 6,59, el discurso sobre el Pan de la Vida fue pronunciado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Su forma corresponde bastante a la de las homilías sinagogales del siglo I: explicación de un texto del Pentateuco con el apoyo de un texto de los Profetas; luego se explica cada expresión del texto y se introducen ligeros ajustes en la forma de las palabras para adaptarlas a la nueva interpretación. Rasgos del mismo modelo se encuentran igualmente en alguno de los discursos misioneros de los Hechos de los Apóstoles, especialmente en el sermón sinagogal de Pablo en Antioquía de Pisidia (Hch 13,17-41).
4. Alusiones significativas al Antiguo Testamento
15. El Nuevo Testamento utiliza a menudo alusiones a acontecimientos bíblicos como medio para mostrar la significación de algunos acontecimientos de la vida de Jesús. Los relatos de la infancia de Jesús en el Evangelio de Mateo no revelan todo su sentido si no se leen sobre el trasfondo de los relatos bíblicos y post-bíblicos sobre Moisés. El evangelio de la infancia según Lucas está aún más en relación con el estilo de alusiones bíblicas que se encuentra en el siglo I en los Salmos de Salomón o en los Himnos de Qumrán; los Cánticos de María, de Zacarías y de Simeón pueden ser comparados con los himnos de Qumrán.29 Algunos acontecimientos de la vida de Jesús, como la teofanía cuando su bautismo, su transfiguración, la multiplicación de los panes y la marcha sobre las aguas, contienen igualmente alusiones intencionadas a acontecimientos y relatos del Antiguo Testamento. La reacción de los oyentes a las parábolas de Jesús (por ejemplo, a la de los viñadores homicidas, Mt 21,33-43 par) demuestra que estaban habituados a la utilización de la simbología bíblica como técnica destinada a expresar un mensaje o a dar una lección.
Entre los Evangelios, el de Mateo es el que regularmente muestra el más alto grado de familiaridad con las técnicas judías de utilización de la Escritura. A menudo cita la Escritura a la manera de los pesharim de Qumrán; hace amplio uso de ellas para sus argumentaciones jurídicas o simbólicas de un modo que más tarde pasó a ser corriente en los escritos rabínicos. Más que los demás Evangelios, utiliza en sus relatos (evangelio de la infancia, episodio de la muerte de Judas, intervención de la mujer de Pilato) los procedimientos del midrás narrativo. El uso frecuente del estilo rabínico de argumentación, especialmente en las Cartas paulinas y en la Carta a los Hebreos, atestigua sin duda alguna que el Nuevo Testamento proviene de la matriz del judaísmo y está impregnado de la mentalidad de los comentadores judíos de la Biblia.
16. Se llama " canon " (del griego kanôn, " regla ") a la lista de los libros reconocidos como inspirados por Dios y válidos como regla para la fe y las costumbres. La cuestión que nos ocupa aquí es la de la formación del canon del Antiguo Testamento.
Situación en el judaísmo
Hay diferencias entre el canon judío de las Escrituras 30 y el canon cristiano del Antiguo Testamento. 31 Para explicar esas diferencias, se admitía generalmente que al principio de la era cristiana, existían dos cánones en el judaísmo: un canon palestino en hebreo, el único que más tarde fue retenido por los judíos, y un canon alejandrino en griego, más extenso (se le da el nombre de "los Setenta"), que fue adoptado por los cristianos.
Investigaciones y descubrimientos recientes han puesto en duda dicha opinión. Ahora parece más probable que en la época del nacimiento del cristianismo las colecciones de los libros de la Ley y los Profetas estaban cerradas en una forma textual sustancialmente idéntica a la de nuestro Antiguo Testamento actual. La colección de los " Escritos ", por su parte, no estaba tan bien definida, ni en Palestina ni en la diáspora judía, ni en cuanto al número de los libros ni en cuanto a la forma de su texto. A finales del siglo I, parece que entre 22 y 24 libros habían sido generalmente acogidos por los judíos como sagrados, 32 pero sólo mucho más tarde la lista pasó a ser exclusiva.33 Cuando se fijaron los límites del canon hebreo, los libros deuterocanónicos no fueron incluidos en él.
Muchos de los libros que formaban parte del mal definido tercer grupo de textos religiosos, fueron leídos regularmente por comunidades judías a lo largo de los primeros siglos después de Jesucristo. Fueron traducidos al griego y circularon entre los judíos helenizados, tanto en Palestina como en la diáspora.
17. Los primeros cristianos eran en su mayor parte judíos de Palestina, " hebreos " o " helenistas " (cf. Hch 6,1): sus puntos de vista sobre de la Escritura reflejarían los de su entorno, pero estamos mal informados a este respecto. Más adelante, los escritos del Nuevo Testamento demuestran que entre las comunidades cristianas circulaba una literatura sagrada más extensa que el canon hebreo. Tomados globalmente, los autores del Nuevo Testamento muestran un conocimiento de los libros deuterocanónicos y de algunos no canónicos, pues el número de libros citados en el Nuevo Testamento sobrepasa no sólo el del canon hebreo, sino también el que se conjetura como canon alejandrino. 34 Cuando el cristianismo se propagó por el mundo helenístico, continuó utilizando los libros sagrados que había recibido del judaísmo helenizado.35 Sabemos que los cristianos de expresión griega recibieron de los judíos las Escrituras bajo la forma de los Setenta, pero no conocemos con precisión dicha forma, pues los Setenta nos han llegado en manuscritos cristianos. Parece que la Iglesia recibió un conjunto de Escrituras sagradas, que en el interior del judaísmo llevaban camino de convertirse en canónicas. Cuando el judaísmo decidió cerrar su propio canon, la Iglesia cristiana ya era suficientemente autónoma en relación con el judaísmo como para no sentirse inmediatamente afectada por ello. Sólo en una época posterior el canon hebreo ya cerrado empezó a ejercitar alguna influencia sobre la opinión de los cristianos.
18. El Antiguo Testamento de la Iglesia antigua tomó formas diversas en las distintas regiones, como demuestran las distintas listas de la época patrística. La mayoría de los escritores cristianos a partir del siglo II, así como los manuscritos de la Biblia de los siglos IV y siguientes, utilizan o contienen un gran número de libros sagrados del judaísmo, incluyendo algunos que no fueron admitidos en el canon hebreo. Sólo después de que los judíos hubieron definido su canon, pensó la Iglesia en cerrar su propio canon del Antiguo Testamento. Nos falta información sobre el modo cómo se procedió y las razones que se alegaron para incluir tal libro en el canon y rechazar tal otro. Es posible, sin embargo, delinear a grandes rasgos la evolución del tema en la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente.
En Oriente, a partir de la época de Orígenes (entre el 185 y el 253), se procura conformar el uso cristiano al canon hebreo de 2224 libros, utilizando para ello distintas combinaciones y estratagemas. El mismo Orígenes era consciente, además, de la existencia de numerosas diferencias textuales, a veces considerables, entre la Biblia hebrea y la griega. A ese problema se añadía el de las distintas listas de libros. Los esfuerzos realizados en orden a adaptarse al canon y al texto hebreos no privaron a los autores cristianos de Oriente de utilizar en sus escritos libros que no habían sido admitidos en el canon hebreo, ni de seguir para los demás el texto de los Setenta. La idea de que el canon hebreo debía ser preferido por los cristianos no parece haber producido en la Iglesia de Oriente una impresión profunda ni duradera.
En Occidente se mantiene igualmente una utilización más amplia de los libros sagrados, que encuentra en Agustín su defensor. Cuando se trata de seleccionar los libros a incluir en el canon, Agustín (354-430) basa su juicio en la práctica constante de la Iglesia. A principios del siglo V, algunos concilios tomaron postura para fijar el canon del Antiguo Testamento. Por más que aquellos concilios fueron sólo regionales, la unanimidad expresada en sus listas los hace representativos del uso eclesial en Occidente.
En cuanto a las diferencias textuales entre la Biblia en griego y en hebreo, Jerónimo basa su traducción en el texto hebreo. Para los libros deuterocanónicos, se contenta generalmente con corregir la antigua traducción latina (Vetus Latina). Desde entonces, la Iglesia en Occidente reconoce una doble tradición bíblica: la del texto hebreo para los libros del canon hebreo y la de la Biblia griega para los demás libros, todos en traducción latina.
Fundándose en una tradición secular, el concilio de Florencia, en 1442, y más tarde el de Trento, en 1564, disiparon, para los católicos, dudas e incertidumbres. Su lista se compone de 73 libros, recibidos como sagrados y canónicos, en cuanto que inspirados por el Espíritu Santo: 46 para el Antiguo Testamento y 27 para el Nuevo Testamento.36 Así la Iglesia católica ha logrado su canon definitivo. Para determinar este canon, el Concilio se basó en el uso constante de la Iglesia. Adoptando este canon más amplio que el hebreo, ha preservado una memoria auténtica de los orígenes cristianos, puesto que, como hemos visto, el canon hebreo más limitado es posterior a la época de la formación del Nuevo Testamento.
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Testamento%20y%20en%20el%20judaísmo
MMV.
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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
DURANTE EL ENCUENTRO INTERRELIGIOSO
EN EL INSTITUTO PONTIFICIO "NOTRE DAME"
Jueves 23 de marzo de 2000
Distinguidos representantes judíos, cristianos y musulmanes:
1. En este año que celebramos el bimilenario del nacimiento de Jesucristo, me alegra mucho poder cumplir mi deseo, que albergaba desde hace mucho tiempo, de hacer un viaje por los lugares de la historia de la salvación. Me siento profundamente emocionado al seguir los pasos de los innumerables peregrinos que, antes que yo, han orado en los santos lugares vinculados a las intervenciones de Dios. Soy muy consciente de que esta tierra es santa para judíos, cristianos y musulmanes. Por eso, mi visita sería incompleta sin este encuentro con vosotros, distinguidos líderes religiosos. Gracias por el apoyo que vuestra presencia aquí, esta tarde, da a la esperanza y a la convicción de tantas personas de entrar realmente en una nueva era de diálogo interreligioso. Somos conscientes de que estrechar las relaciones entre todos los creyentes es una condición necesaria y urgente para asegurar un mundo más justo y pacífico.
Para todos nosotros Jerusalén, como indica su nombre, es la "ciudad de la paz". Quizá ningún otro lugar en el mundo transmite el sentido de trascendencia y elección divina que percibimos en sus piedras, en sus monumentos y en el testimonio de las tres religiones que conviven dentro de sus murallas. No todo ha sido o será fácil en esta coexistencia. Pero debemos encontrar en nuestras respectivas tradiciones religiosas la sabiduría y la motivación superior para garantizar el triunfo de la comprensión mutua y del respeto cordial.
2. Todos estamos de acuerdo en que la religión debe centrarse auténticamente en Dios, y que nuestro primer deber religioso es la adoración, la alabanza y la acción de gracias. La sura inicial del Corán lo afirma claramente: "Alabad a Dios, el Señor del universo" (Corán 1, 1). En los cantos inspirados de la Biblia escuchamos esta llamada universal: "¡Todo ser que alienta alabe al Señor! ¡Aleluya!" (Sal 150, 6). Y en el Evangelio leemos que cuando nació Jesús los ángeles cantaron: "Gloria a Dios en las alturas" (Lc 2, 14). Ahora que muchos sienten la tentación de vivir su vida sin ninguna referencia a Dios, la llamada a reconocer al Creador del universo y Señor de la historia es esencial para asegurar el bienestar de las personas y el correcto desarrollo de la sociedad.
3. Si nuestra devoción a Dios es auténtica, exige necesariamente que prestemos atención a los demás seres humanos. Como miembros de la única familia humana e hijos amados de Dios, tenemos deberes recíprocos que, como creyentes, no podemos ignorar. Uno de los primeros discípulos de Jesús escribió: "Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1 Jn 4, 20). El amor a nuestros hermanos y hermanas entraña una actitud de respeto y compasión, gestos de solidaridad y cooperación al servicio del bien común. Así pues, la preocupación por la justicia y la paz no es algo que quede fuera del campo de la religión; al contrario, es realmente uno de sus elementos esenciales.
Desde el punto de vista cristiano, no corresponde a los líderes religiosos proponer fórmulas técnicas para la solución de los problemas sociales, económicos y políticos. Su tarea consiste sobre todo en enseñar las verdades de la fe y la recta conducta, y en ayudar a las personas, incluidas las que tienen responsabilidades en la vida pública, a ser conscientes de sus deberes y a cumplirlos. Como líderes religiosos, ayudamos a las personas a vivir una vida íntegra, y a armonizar la dimensión vertical de su relación con Dios con la dimensión horizontal del servicio al prójimo.
4. Cada una de nuestras religiones conoce, de una forma u otra, esta regla de oro: "Compórtate con los demás como quisieras que los demás se comporten contigo". Por más valiosa que sea esta regla de conducta, el verdadero amor al prójimo va más allá. Se basa en la convicción de que cuando amamos a nuestro prójimo mostramos amor a Dios, y cuando lo ofendemos, ofendemos a Dios. Esto significa que la religión no admite la exclusión y la discriminación, el odio y la rivalidad, la violencia y el conflicto. La religión no es, y no debe llegar a ser, un pretexto para la violencia, especialmente cuando la identidad religiosa coincide con la identidad cultural y étnica. ¡La religión y la paz van juntas! La creencia y la práctica religiosa no pueden separarse de la defensa de la imagen de Dios en todo ser humano.
Aprovechando las riquezas de nuestras respectivas tradiciones religiosas, debemos difundir la convicción de que los problemas actuales no se resolverán si no nos conocemos los unos a los otros y permanecemos aislados. Todos somos conscientes de las incomprensiones y los conflictos del pasado, y sabemos que aún influyen mucho en las relaciones entre judíos, cristianos y musulmanes. Debemos hacer todo lo posible para transformar la conciencia de las ofensas y de los pecados del pasado en una firme decisión de construir un futuro nuevo, en el que sólo exista la cooperación respetuosa y fecunda entre nosotros.
La Iglesia católica desea mantener un diálogo interreligioso sincero y fecundo con las personas de fe judía y con los seguidores del islam. Ese diálogo no es un intento de imponer a los demás nuestros puntos de vista. Lo que nos exige a todos es que, permaneciendo fieles a lo que creemos, nos escuchemos respetuosamente unos a otros, procuremos discernir todo lo que hay de bueno y santo en las enseñanzas de cada uno, y contribuyamos a apoyar todo lo que favorece el entendimiento mutuo y la paz.
5. Los niños y los jóvenes judíos, cristianos y musulmanes presentes aquí son un signo de esperanza y un incentivo para nosotros. Cada nueva generación es un don divino al mundo. Si les transmitimos todo lo que hay de noble y bueno en nuestras tradiciones, lo harán florecer en una fraternidad y una cooperación más intensas.
Si las diferentes comunidades religiosas en la ciudad santa y en Tierra Santa logran vivir y trabajar juntas con amistad y armonía, no sólo se beneficiarán enormemente a sí mismas, sino que también contribuirán a la causa de la paz en esta región. Jerusalén será verdaderamente una ciudad de paz para todos los pueblos. Entonces, todos repetiremos las palabras del profeta: "Venid, subamos al monte del Señor (...). Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas" (Is 2, 3).
Volver a comprometernos en esta tarea, y realizarla en la ciudad santa de Jerusalén, significa pedir a Dios que mire con bondad nuestros esfuerzos y los lleve a buen fin. Que el Todopoderoso bendiga abundantemente nuestros esfuerzos comunes.
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El hombre "buscado" por Dios
y "en busca" de Dios
1. El apóstol san Pablo, en la carta a los Romanos, recoge, con un poco de asombro, un oráculo del libro de Isaías (cf. Is 65, 1), en el que Dios llega a decir por boca del profeta: "Fui hallado por quienes no me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí" (Rm 10, 20). Pues bien, después de haber contemplado, en las catequesis anteriores, la gloria de la Trinidad que se manifiesta en el cosmos y en la historia, ahora queremos iniciar un itinerario interior a lo largo de los caminos misteriosos por los que Dios va al encuentro del hombre, para hacerlo partícipe de su vida y de su gloria. En efecto, Dios ama a la criatura formada a su imagen y, como el pastor diligente de la parábola que acabamos de escuchar (cf. Lc 15, 4-7), no se cansa de buscarla ni siquiera cuando se muestra indiferente o, incluso, molesta por la luz divina, como la oveja que se ha alejado del rebaño y se ha extraviado en lugares inaccesibles y peligrosos.
2. El hombre, seguido por Dios, ya advierte su presencia, ya es iluminado por la luz que está detrás de él y ya es atraído por la voz que lo llama desde lejos. De este modo, comienza a buscar él mismo al Dios que lo busca: buscado, busca; amado, comienza a amar. Hoy empezamos a delinear esta sugestiva trama entre la iniciativa de Dios y la respuesta del hombre, descubriéndola como un elemento fundamental de la experiencia religiosa. En realidad, el eco de esa experiencia se percibe también en la voz de algunas personas que están lejos del cristianismo, signo del deseo de toda la humanidad de conocer a Dios y ser objeto de su benevolencia. Incluso un enemigo del Israel bíblico, el rey babilonio Nabucodonosor, que en los años 587-586 antes de Cristo destruyó la ciudad santa, Jerusalén, se dirigía a la divinidad en estos términos: "Sin ti, Señor, ¿qué sería del rey que amas y que has llamado por su nombre? ¿Cómo podría ser bueno a tus ojos? ¡Tú guías su nombre, lo llevas por el camino recto! (...) Por tu gracia, Señor, que concedes abundantemente a todos, haz que tu excelsa majestad sea misericordiosa y que reine en mi corazón el temor por tu divinidad. ¡Dame lo que es bueno para ti, puesto que has plasmado mi vida! (cf. G. Pettinato, Babilonia, Milán 1994, p. 182).
3. También nuestros hermanos musulmanes testimonian una fe análoga, repitiendo a menudo, durante su jornada, la invocación que abre el libro del Corán y que celebra, precisamente, el camino por el que Dios, "el Señor de la creación, el Clemente, el Misericordioso", guía a aquellos en quienes infunde su gracia.
Sobre todo la gran tradición bíblica impulsa al fiel a dirigirse con frecuencia a Dios, a fin de que le conceda la luz y la fuerza necesarias para hacer el bien. Así reza el salmista en el Salmo 119: "Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón; guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo (...). Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra" (vv. 33-35. 37).
4. Así pues, en la experiencia religiosa universal, y especialmente en la transmitida por la Biblia, encontramos la conciencia del primado de Dios que va en busca del hombre para guiarlo hacia el horizonte de su luz y de su misterio. En el principio está la Palabra que rompe el silencio de la nada, la "buena voluntad" de Dios (cf. Lc 2, 14), que jamás abandona a la criatura a su propio destino.
Evidentemente, este comienzo absoluto no suprime la necesidad de la acción humana, no elimina el compromiso de una respuesta por parte del hombre, el cual es invitado a dejarse alcanzar por Dios y a abrirle la puerta de su vida, pero que también tiene la posibilidad de rechazar esa invitación. A este respecto, son estupendas las palabras que el Apocalipsis pone en los labios de Cristo: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20). Si Cristo no recorriera los caminos del mundo, permaneceríamos solitarios en nuestro horizonte limitado. Pero es preciso que le abramos nuestra puerta, para que comparta nuestra mesa, en comunión de vida y amor.
5. El itinerario del encuentro entre Dios y el hombre se realizará bajo el signo del amor. Por una parte, el amor divino trinitario nos precede, nos envuelve, nos abre constantemente el camino que lleva a la casa paterna. En ella nos espera el Padre para abrazarnos, como en la parábola evangélica del "hijo pródigo", o mejor, del "Padre misericordioso" (cf. Lc 15, 11-32). Por otra, se nos pide que respondamos con amor fraterno al amor de Dios. En efecto, el apóstol san Juan, en su primera carta, nos exhorta: "Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. (...) Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (Jn 4, 11. 16). De ese abrazo entre el amor divino y el humano florecen la salvación, la vida y la alegría eterna.
05 VII. 2000 – S.S. Juan Pablo II – Magno
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BIBLIA: Admitimos que hubo algunos sacerdotes que sobrepasaron el límite de la prudencia al prohibir la lectura de la Biblia, no con intención de disminuir su importancia, sino para protegerla. Martín Lutero tuvo que admitir que sin la Iglesia católica él no hubiera tenido la Biblia (ver su Comentario sobre San Juan, 16).
Por siglos, el idioma universal de la Iglesia y del mundo occidental fue el latín. En todas las misas el sacerdote leía la Biblia en este idioma. Cuando el latín dejó de ser el idioma universal en el occidente, por tradición, las lecturas de la Biblia quedaron en latín pero los feligreses tenían los misales con la traducción en su propio idioma.
Los que piensan que antes de Martín Lutero no existían traducciones de la Biblia están equivocados. Antes de que él tradujera la Biblia al alemán, la Iglesia tenía ediciones completas o trozos de ella en 26 diferentes lenguas europeas, y en ruso. Por ejemplo, existía la Biblia Héxapla del año 240, la de Jerónimo, La Vulgata, del 390. Había además 30 ediciones de la Biblia completa en alemán antes de la
versión de Lutero en 1534(2), nueve antes de que él naciera. Había 62 ediciones de la Biblia, autorizadas por la Iglesia en Hebreo, 22 en griego, 20 en italiano, 26 en francés, 19 en flamenco, dos en español: la Biblia ALFONSINA (de "Alfonso el Sabio", año 1280) y la Biblia De la Casa de Alba (año 1430, AT)(3), seis en bohemio y una en eslavo, catalán y checo.(4)
La primera Biblia impresa, fue producida bajo los auspicios de la Iglesia católica- impresa por el inventor católico de la imprenta: Johannes (Juan) Gutenberg. La primera Biblia con capítulos y versículos numerados fue producida por la Iglesia católica, gracias al trabajo de Esteban Langton, Arzobispo de Canterbury, Inglaterra. A pesar de esto acusan a la Iglesia de haber intentando la destrucción de la Biblia; si hubiera deseado hacer esto, tuvo 1500 años para hacerlo.
"Las sectas protestantes dicen que solamente la Biblia es fuente de revelación. ¿Podrían ustedes con la sola Biblia dar el capítulo y versículo donde se afirma que S. Mateo, S. Marcos, S. Lucas y S. Juan son los autores de los Evangelios que llevan su nombre y certificarlo de forma apodíctica, sin tener que recurrir a la Tradición de la Iglesia Católica?. Esto es sumamente importante, ya que más del 90 % de lo que sabemos acerca de Jesús, está en estos cuatro (4) sagrados documentos del origen del cristianismo y –siguiendo vuestra tesis-, no encontrando en la Biblia tal afirmación, no son dignos de considerarlos Palabra Divina con todas sus consecuencias." ¿Hay algún protestante que pueda responder a esta pregunta?
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En todo el proceso de completar el canon la lista de libros del NT entendemos mejor que fue la Biblia la que salió de la Iglesia y no la Iglesia de la Biblia. Por eso, verdaderamente no hay separación entre "Biblia" y "Tradición". La Biblia forma parte de la Tradición de la Iglesia católica. No es cuestión de fe, de historia es materia.-
La Tradición engendra la Escritura: “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta”.
-II Tesalonicenses 2,15
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BIBLIA E IGLESIA: La Iglesia es una comunidad que escucha y anuncia la Palabra de Dios. La Iglesia no vive de sí misma sino del Evangelio y encuentra siempre y de nuevo su orientación en él para su camino. Es algo que tiene que tener en cuenta cada cristiano y aplicarse a sí mismo: sólo quien escucha la Palabra puede convertirse después en su anunciador. No debe enseñar su propia sabiduría, sino la sabiduría de Dios, que con frecuencia parece necedad a los ojos del mundo (Cf. 1 Corintios 1, 23).
La Iglesia sabe bien que Cristo vive en las Sagradas Escrituras. Precisamente por este motivo, como subraya la Constitución dogmática «Dei Verbum»,, siempre ha tributado a las Escrituras divinas una veneración parecida a la dedicada al mismo Cuerpo del Señor (Cf. «Dei Verbum», 21). Por esta razón, san Jerónimo decía con razón algo que cita el documento conciliar: la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo (Cf. «Dei Verbum», 25).
Iglesia y Palabra de Dios están inseparablemente unidas entre sí. La Iglesia vive de la Palabra de Dios y la Palabra de Dios resuena en la Iglesia, en su enseñanza y en toda su vida (Cf. «Dei Verbum», 8). Por este motivo, el apóstol Pedro nos recuerda que «ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios» (2 Pt 1, 20).
Damos gracias a Dios porque en estos últimos tiempos, gracias también al impulso dado por la constitución dogmática «Dei Verbum», se ha reevaluado más profundamente la importancia fundamental de la Palabra de Dios. De esto se ha derivado una renovación en la vida de la Iglesia, sobre todo en la predicación, en la catequesis, en la teología, en la espiritualidad y en el mismo camino ecuménico. La Iglesia debe renovarse siempre y rejuvenecer y la Palabra de Dios, que no envejece nunca ni se agota, es el medio privilegiado para este objetivo. De hecho, la Palabra de Dios, a través del Espíritu Santo, nos guía siempre de nuevo hacia la verdad plena (Cf. Juan 16, 13).
En este contexto, querría evocar particularmente y recomendar la antigua tradición de la «Lectio divina»: la lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón (Cf. «Dei Verbum», 25). Si se promueve esta práctica con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia. Como punto firme de la pastoral bíblica, la «Lectio divina» tiene que ser ulteriormente impulsada, incluso mediante nuevos métodos, atentamente ponderados, adaptados a los tiempos. No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino (Cf. Salmo 118/119, 105).
…«que la Palabra del Señor siga propagándose» (Cf. 2 Tesalonicenses 3, 1) hasta los confines de la tierra para que, a través del anuncio de la salvación, el mundo entero, oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame (Cf. «Dei Verbum»1). De todo corazón, ¡gracias! S. S. Benedicto XVI – P.M. 2005-09-16- ZS05091620
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En el Antiguo Testamento, las palabras "el Santo de Dios" indicaban a Aarón como sumo sacerdote que tenía la misión de realizar la santificación de Israel (cf. Sal 105, 16; Si 45, 6). La confesión de Pedro en favor de Cristo, a quien llama "el Santo de Dios", está en el contexto del discurso eucarístico, en el cual Jesús anuncia el gran Día de la reconciliación mediante la ofrenda de sí mismo en sacrificio: "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo" (Jn 6, 51).
Así, sobre el telón de fondo de esa confesión, está el misterio sacerdotal de Jesús, su sacrificio por todos nosotros. La Iglesia no es santa por sí misma, pues está compuesta de pecadores, como sabemos y vemos todos. Más bien, siempre es santificada de nuevo por el Santo de Dios, por el amor purificador de Cristo. Dios no sólo ha hablado; además, nos ha amado de una forma muy realista, nos ha amado hasta la muerte de su propio Hijo. Esto precisamente nos muestra toda la grandeza de la revelación, que en cierto modo ha infligido las heridas al corazón de Dios mismo. Así pues, cada uno de nosotros puede decir personalmente, con san Pablo: "Yo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20).
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Tradiciones del pueblo judío
El candelabro de siete brazos. El candelabro de siete brazos que vemos en casi todas las cosas que tiene relación con los judíos se llama Menorah. Ellos lo utilizan recordando una visión del profeta Zacarías donde vio un candelabro de oro, que según un ángel simbolizan " los ojos de Yahvéh; ellos recorren toda la tierra " ( Zac 4, 10 ). En la tradición judía los siete brazos representan la Semana de la Creación, con el Sábado en el centro. Se le considera un símbolo de la Luz divina y de la esperanza del pueblo hebreo, y como tal ha perdurado en las sinagogas. Cuando se creó el Estado de Israel, la menorá fue incorporada, junto con las dos ramas de olivo de la visión de Zacarías y la palabra "Israel" en hebreo, al escudo nacional.
Las tablas de la Ley. Las dos tablas de la Ley, con las diez Palabras (mandamientos) es otro símbolo religioso característico del pueblo judío, esculpido o representado con frecuencia en las sinagogas. Recuerda que Yahvéh les dio la Torá ( la Ley ) en el Monte Sinaí y también la llamada a la obediencia y a la fidelidad a Dios.
La estrella de David. Ellos la llaman "Maguen David" que literalmente significa "el escudo de David". Es una estrella de seis puntas, formada por dos triángulos equiláteros superpuestos. A pesar de lo que la mayoría de las personas creen, este símbolo no es "judío". Desde la antigüedad se usaba este símbolo como decoración. En la Edad Media lo emplearon también los cristianos e incluso musulmanes; estos últimos lo llamaban "Sello de Salomón" y lo emplearon como signo mágico. La tradición de esta estrella comenzó a formarse cuando se hablaba de un escudo mágico que tuvo David, que originalmente no se relacionaba con ninguna estrella de seis puntas. En el siglo XIX las familias judías de Europa central lo empezaron a utilizar para sentirse identificados como grupo y desde entonces es el símbolo más conocido del judaísmo. Los nazis lo utilizaron como una marca de vergüenza que habría de acompañar a millones de seres humanos en su camino hacia la muerte. También la bandera de Israel tiene la estrella de David como señal de su identidad.
El kipá y el talit. Kipá es el nombre del gorrito que llevan todos los varones judíos durante los servicios religiosos. La tradición judía enseña que cubrirse la cabeza ante Dios es un acto a la soberanía y de reconocer la santidad de Dios. Muchos judíos piadosos, y en particular los rabinos, lo llevan puesto todo el día. El Talit es el chal que se emplea durante la oración. Generalmente es de lana blanca. Tiene flecos o borlas, en sus cuatros esquinas (Núm 15,37-41). Se coloca de modo que cubra la espalda y caiga hacia adelante sobre los hombros. Todo varón judío debe vestir su talit durante la oración común. Es costumbre obsequiarle uno de estos mantos al joven judío en la ceremonia de iniciación a la vida adulta (la fiesta de bar mitzvah ). La bandera de Israel sigue el esquema básico de un talit: fondo blanco, con dos delgadas bandas celestes a lo largo de la misma, y el escudo de David en el centro.
El muro de las lamentaciones. Muchas veces vemos a los judíos rezando de frente a un viejo muro en la ciudad de Jerusalén. Es el que ellos llaman "Kotel maaraví" o "muro occidental". Se trata de una pared de 18 metros de alto y varias decenas de largo, que según ellos es el único resto del templo de Jerusalén. En realidad, parece que era parte del muro exterior que rodeaba el templo en sí. Es un lugar de reunión de judíos piadosos de todo el mundo; allí se ora por la paz, por la reconstrucción del templo, por la venida del Mesías, y por cualquier otro motivo importante. También se reúnen en los días de fiesta y a la salida del culto del sábado. Con frecuencia es el escenario de la fiesta de iniciación de los judíos jóvenes (ellos llaman a esta fiesta de iniciación"bar mitzvah" para los varones y "Bat mitzvah" para las niñas). Hasta los trece años el varón recibe los méritos o castigos que corresponden a su padre, pero desde entonces es responsable por sí mismo.
Costumbres alimentarias. Las leyes alimentarias de los judíos se conocen con el nombre de "Kashrut" y vienen de la Biblia: Levítico 11,1-29 y Deuteronomio 14,3-21, aunque la tradición judía ha ido añadiendo algunos más. Los alimentos aptos para el consumo según las normas bíblicas y de la tradición se denominan "kósher" o "kásher". Las normas más elementales son las siguientes: 1. Se prohíbe totalmente ingerir grasa o sangre. 2. Se prohíbe totalmente comer carne de animales inmundos, en especial cerdo. 3. Se prohíbe cocinar la carne en leche (Dt 14,21), y, en general, de beber leche junto con carnes. Para que todas las normas alimentarias se cumplan, es preciso que la matanza de animales la haga un matarife que se asegura de producir mínimo sufrimiento y un desangramiento lo más completo posible. El judío realmente creyente debe adquirir todos sus alimentos en tiendas que aseguren su pureza. En los Estados Unidos, muchos alimentos envasados llevan un símbolo "K" o "U", que asegura su carácter kósher según lo que mandan las tradiciones.
Lavarse las manos antes de comer: Los orientales piensan que nuestras costumbres a la hora de lavarnos las manos son cuanto menos antihigiénicas. Lavarse las manos antes de comer es para ellos un rito. La manera de comer sin cuchillos, tenedores y cucharas hace que sea muy necesario lavarse las manos. El lavatorio de manos viene desde tiempos muy antiguos y estuvo muy en boga durante la época de los profetas. (2 Reyes 3,11). Cuando los fariseos decían de los discípulos de Jesús, que éstos comían sin lavarse las manos (Mt 15, 1-2; Mc 7, 1-5), era por el largo ceremonial que tenían de lavarse las manos, y de ello hablaban, ya que parece ser que los discípulos no seguían al pie de la letra las largas prescripciones.
Posición a la hora de comer: La costumbre general era comer tumbados, acostados o reclinados como si estuvieran de rodillas. Pronto los judíos cogieron la costumbre romana de comer totalmente acostados.
Los elementos para servir la comida: No hay mesas, una estera en el suelo hace sus veces. En la antigüedad del pueblo judío se usaba una estera de piel o de cuero extendida sobre el suelo. En algunas ocasiones ponían un pequeño taburete y se sentaban alrededor. Normalmente no hay sillas salvo en banquetes donde se usaban una especie de banquillos. En la Biblia vemos varios casos donde se habla del rey o de personajes muy importantes, donde sí usaban estas especies de sillas. Usar sillas, sillones, etc. era señal de dignidad y distinción. En el mundo oriental los únicos platos que se utilizan son donde se pone la comida para luego ser servida. Frecuentemente había un solo plato donde todos metían la mano para comer, recuerda el texto de Jesús: " Uno que moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme." (Mt 26,23).
Las oraciones a la hora de la comida: Antes de empezar a comer los comensales expresan al dueño de la algunas palabras de agradecimiento: "Dios sea alabado", "En el nombre de Dios", etc. Los judíos acostumbraban a orar a la hora de la comida (Jn 6,11 Mt 15,36). Al terminar la comida hacían una segunda oración, para ella se basaban en el texto bíblico de Deuteronomio 8,10: "Pero después que hayan comido y se sientas satisfechos, alabarán al Señor su Dios por la buena tierra que les ha dado." Al decir estas oraciones, era costumbre que los huéspedes lo hicieran en voz alta, y el resto decía: "Amén", o repetían algunas palabras de la oración.
Otros utensilios: No usaban ni cuchillo ni tenedores, cucharas, platos ni servilletas. Ellos decían: "¿Para qué necesita el hombre una cuchara cuando Dios le ha dado tantos dedos?". Unos panes gruesos como la franela lo utilizaban como cucharas, de esta manera lo usaban para sacar sopas, salsas o jugos. La carne se sirve en un plato y se come también con los dedos. El caldo se sirve en un plato por separado y se usa para humedecer el pan que se come a la vez con el alimento contenido.
Lavarse después de comer: Después de comer es necesario lavarse las manos. Si hay un sirviente, éste trae la jarra de agua y la jofaina, poniendo el agua sobre las manos de los que participaron en la comida. Sobre los hombros, el sirviente se pone una toalla para que se sequen las manos. En el caso de que no haya sirvientes esto lo hacen unos a otros.
Agradecemos al autor: Tomado de www.inicia.es/de/buzoncatolico MMV
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Otra intervención significativa del Espíritu Santo en la vida de Jesús, después de la de la Encarnación, se realiza en su bautismo en el río Jordán.
El evangelio de san Marcos narra el acontecimiento así: «Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”» (Mc 1, 9-11 y par.). El cuarto evangelio refiere el testimonio del Bautista: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él» (Jn 1, 32).
2. Según el concorde testimonio evangélico, el acontecimiento del Jordán constituye el comienzo de la misión pública de Jesús y de su revelación como Mesías, Hijo de Dios.
Juan predicaba «un bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Lc 3, 3). Jesús se presenta en medio de la multitud de pecadores que acuden para que Juan los bautice. Éste lo reconoce y lo proclama como cordero inocente que quita el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29) para guiar a toda la humanidad a la comunión con Dios. El Padre expresa su complacencia en el Hijo amado, que se hace siervo obediente hasta la muerte, y le comunica la fuerza del Espíritu para que pueda cumplir su misión de Mesías Salvador.
Ciertamente, Jesús posee el Espíritu ya desde su concepción (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), pero en el bautismo recibe una nueva efusión del Espíritu, una unción con el Espíritu Santo, como testimonia san Pedro en su discurso en la casa de Cornelio: «Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder» (Hch 10, 38). Esta unción es una elevación de Jesús «ante Israel como Mesías, es decir, ungido con el Espíritu Santo» (cf. Dominum et vivificantem, 19); es una verdadera exaltación de Jesús en cuanto Cristo y Salvador. Mientras Jesús vivió en Nazaret, María y José pudieron experimentar su progreso en sabiduría, en estatura y en gracia (cf. Lc 2, 40; 2, 51) bajo la guía del Espíritu Santo, que actuaba en él. Ahora, en cambio, se inauguran los tiempos mesiánicos: comienza una nueva fase en la existencia histórica de Jesús. El bautismo en el Jordán es como un «preludio» de cuanto sucederá a continuación. Jesús empieza a acercarse a los pecadores para revelarles el rostro misericordioso del Padre. La inmersión en el río Jordán prefigura y anticipa el «bautismo» en las aguas de la muerte, mientras que la voz del Padre, que lo proclama Hijo amado, anuncia la gloria de la resurrección.
3. Después del bautismo en el Jordán, Jesús comienza a cumplir su triple misión: misión real, que lo compromete en su lucha contra el espíritu del mal; misión profética, que lo convierte en predicador incansable de la buena nueva; y misión sacerdotal, que lo impulsa a la alabanza y a la entrega de sí al Padre por nuestra salvación.
Los tres sinópticos subrayan que, inmediatamente después del bautismo, Jesús fue «llevado» por el Espíritu Santo al desierto «para ser tentado por el diablo» (Mt 4, 1; cf. Lc 4, 1; Mc 1, 12). El diablo le propone un mesianismo triunfal, caracterizado por prodigios espectaculares, como convertir las piedras en pan, tirarse del pináculo del templo saliendo ileso, y conquistar en un instante el dominio político de todas las naciones. Pero la opción de Jesús, para cumplir con plenitud la voluntad del Padre, es clara e inequívoca: acepta ser el Mesías sufriente y crucificado, que dará su vida por la salvación del mundo.
La lucha con Satanás, iniciada en el desierto, prosigue durante toda la vida de Jesús. Una de sus actividades típicas es precisamente la de exorcista, por la que la gente grita admirada: «Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen» (Mc 1, 27). Quien osa afirmar que Jesús recibe este poder del mismo diablo blasfema contra el Espíritu Santo (cf. Mc 3, 22-30), pues Jesús expulsa los demonios precisamente «por el Espíritu de Dios» (Mt 12, 28). Como afirma san Basilio de Cesarea, con Jesús «el diablo perdió su poder en presencia del Espíritu Santo» (De Spiritu Sancto, 19).
4. Según el evangelista san Lucas, después de la tentación en el desierto, «Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu (...) e iba enseñando en sus sinagogas» (Lc 4, 14-15). La presencia poderosa del Espíritu Santo se manifiesta también en la actividad evangelizadora de Jesús. Él mismo lo subraya en su discurso inaugural en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4, 16-30), aplicándose el pasaje de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí» (Is 61, 1). En cierto sentido, se puede decir que Jesús es el «misionero del Espíritu», dado que el Padre lo envió para anunciar con la fuerza del Espíritu Santo el evangelio de la misericordia.
La palabra de Jesús, animada por la fuerza del Espíritu, expresa verdaderamente su misterio de Verbo hecho carne (cf. Jn 1, 14). Por eso, es la palabra de alguien que tiene «autoridad» (Mc 1, 22), a diferencia de los escribas. Es una «doctrina nueva» (Mc 1, 27), como reconocen asombrados quienes escuchan su primer discurso en Cafarnaúm. Es una palabra que cumple y supera la ley mosaica, como puede verse en el sermón de la montaña (cf. Mt 5-7). Es una palabra que comunica el perdón divino a los pecadores, cura y salva a los enfermos, e incluso resucita a los muertos. Es la Palabra de aquel «a quien Dios ha enviado» y en quien el Espíritu habita de tal modo, que puede darlo «sin medida» (Jn 3, 34).
5. La presencia del Espíritu Santo resalta de modo especial en la oración de Jesús.
El evangelista san Lucas refiere que, en el momento del bautismo en el Jordán, «cuando Jesús estaba en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo» (Lc 3, 21-22). Esta relación entre la oración de Jesús y la presencia del Espíritu vuelve a aparecer explícitamente en el himno de júbilo: «Se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra...”» (Lc 10, 21).
El Espíritu acompaña así la experiencia más íntima de Jesús, su filiación divina, que lo impulsa a dirigirse a Dios Padre llamándolo «Abbá» (Mc 14, 36), con una confianza singular, que nunca se aplica a ningún otro judío al dirigirse al Altísimo. Precisamente a través del don del Espíritu, Jesús hará participar a los creyentes en su comunión filial y en su intimidad con el Padre. Como nos asegura san Pablo, el Espíritu Santo nos hace gritar a Dios: «¡Abbá, Padre!» (Rm 8, 15; cf. Ga 4, 6).
Esta vida filial es el gran don que recibimos en el bautismo. Debemos redescubrirla y cultivarla siempre de nuevo, con docilidad a la obra que el Espíritu Santo realiza en nosotros.
S. S. Juan Pablo II – 03 Junio 1998
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JUAN PABLO II - HOMILÍA -
Elblag 06 junio 1999
1. «Damos gloria a tu Corazón, Jesús nuestro, oh Jesús...».
Doy gracias a la divina Providencia por poder estar con vosotros para alabar y glorificar al sacratísimo Corazón de Jesús, en el que se ha manifestado del modo más pleno el amor paterno de Dios. Me alegra que se mantenga viva siempre en Polonia la buena costumbre de rezar o cantar todos los días del mes de junio las letanías del Sagrado Corazón.
Saludo a todos los que participáis hoy en esta ceremonia, la tarde del domingo. De modo especial saludo a mons. Andrzej Sliwinski, pastor de esta diócesis, al obispo auxiliar y a todo el Episcopado polaco, encabezado por el cardenal primado, que ha presidido esta celebración. Saludo a los sacerdotes, a las personas consagradas y a todo el pueblo de Dios de la diócesis de Elblag. Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de Rusia, procedentes del distrito de Kaliningrado, que han venido con su arzobispo, mons. Tadeusz Kondrusiewicz. Saludo también a los fieles de la Iglesia greco-católica. Saludo a toda la joven Iglesia de Elblag, particularmente vinculada a la figura de san Adalberto. Según la tradición, no lejos de aquí, en Swiety Gai, dio su vida por Cristo. A lo largo de la historia, la muerte de ese mártir ha dado en esta tierra abundantes frutos de santidad. En este lugar quiero recordar a la beata Dorotea de Matowy, esposa y madre de nueve hijos, y también a la sierva de Dios Regina Protmann, fundadora de la congregación de las Hermanas de Santa Catalina que, si Dios quiere, la Iglesia elevará al honor de los altares en Varsovia durante esta peregrinación, a través de mi ministerio. También será incluido en el catálogo de los beatos un hijo de esta tierra, don Wladyslaw Demski, que dio su vida en el campo de concentración de Sachsenhausen, defendiendo públicamente la cruz, ultrajada sacrílegamente por los verdugos. Vosotros habéis recogido esta magnífica herencia espiritual y debéis conservarla, incrementarla y construir el futuro de esta tierra y de la Iglesia de Elblag sobre el sólido cimiento de la fe y de la vida religiosa.
2. «Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros».
Así lo invocamos en las letanías. Todo lo que Dios quería decirnos de sí mismo y de su amor, lo depositó en el Corazón de Jesús y lo expresó mediante este Corazón. Nos encontramos frente a un misterio inescrutable. A través del Corazón de Jesús leemos el eterno plan divino de la salvación del mundo. Y se trata de un proyecto de amor. Las letanías que hemos cantado contienen de modo admirable toda esta verdad.
Hoy hemos venido aquí para contemplar el amor del Señor Jesús, su bondad, que se compadece de todo hombre; para contemplar su Corazón ardiente de amor por el Padre, en la plenitud del Espíritu Santo. Cristo nos ama y nos muestra su Corazón como fuente de vida y santidad, como fuente de nuestra redención. Para comprender de modo más profundo esta invocación, tal vez es preciso volver al encuentro de Jesús con la samaritana, en la pequeña localidad de Sicar, junto al pozo, que se encontraba allí desde los tiempos del patriarca Jacob. Había acudido para sacar agua. Entonces Jesús le dijo: «Dame de beber»; ella le replicó: «¿cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». El evangelista añade que los judíos no se trataban con los samaritanos. Jesús, entonces, le dijo: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice ´dame de beber´ tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva (...); el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4, 1-14). Palabras misteriosas.
Jesús es la fuente; de él brota la vida divina en el hombre. Sólo hace falta acercarse a él, permanecer en él, para tener esa vida. Y esa vida no es más que el inicio de la santidad del hombre, la santidad de Dios, que el hombre puede alcanzar con la ayuda de la gracia. Todos anhelamos beber del Corazón divino, que es fuente de vida y santidad.
3. «Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia» (Sal 106, 3).
Queridos hermanos y hermanas, la meditación del amor de Dios, que se nos ha revelado en el Corazón de su Hijo, exige del hombre una respuesta coherente. No sólo hemos sido llamados a contemplar el misterio del amor de Cristo, sino también a participar en él. Cristo dice: «Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos» (Jn 14, 15). Así, al mismo tiempo que nos dirige una gran llamada, nos pone una condición: si quieres amarme, cumple mis mandamientos, cumple la santa ley de Dios, sigue el camino que Dios te ha señalado y que yo te he indicado con el ejemplo de mi vida.
La voluntad de Dios es que cumplamos sus mandamientos, es decir, la ley que dio en el monte Sinaí a Israel por medio de Moisés. La dio a todos los hombres. Conocemos esos mandamientos. Muchos de vosotros los repetís cada día en la oración. Es una devoción muy hermosa. Repitámoslos, tal como están escritos en el libro del Éxodo, para confirmar y renovar lo que recordamos:
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
No tendrás otros dioses delante de mí.
No tomarás en falso el nombre del Señor, tu Dios.
Recuerda el día del sábado para santificarlo.
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que te va a dar el Señor, tu Dios.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No darás testimonio falso contra tu prójimo.
No codiciarás la casa de tu prójimo.
No codiciarás la mujer de tu prójimo» (cf. Ex 20, 2-17).
El fundamento de la moral que dio el Creador al hombre es el Decálogo, las diez palabras de Dios pronunciadas con firmeza en el Sinaí y confirmadas por Cristo en el sermón de la Montaña, en el marco de las bienaventuranzas. El Creador, que es al mismo tiempo el supremo legislador, ha inscrito en el corazón del hombre todo el orden de la verdad. Ese orden condiciona el bien y el orden moral, y constituye la base de la dignidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios.
Los mandamientos fueron dados para el bien del hombre, para su bien personal, familiar y social. Para el hombre son realmente el camino. El mero orden natural no basta. Es necesario completarlo y enriquecerlo con el orden sobrenatural. Gracias a él, la vida cobra nuevo sentido y el hombre se hace mejor. En efecto, la vida necesita fuerzas y valores divinos, sobrenaturales: sólo entonces adquiere pleno esplendor.
Cristo confirmó esa ley de la antigua Alianza. En el sermón de la Montaña lo dijo con claridad a los que lo escuchaban: «No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo vino para dar cumplimiento a la ley, ante todo para colmarla de contenido y de significado, y para mostrar así su pleno sentido y toda su profundidad: la ley es perfecta cuando está impregnada del amor de Dios y del prójimo. Del amor depende la perfección moral del hombre, su semejanza con Dios. «El que acoge mis mandamientos y los cumple -dice Cristo-, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él» (Jn 14, 21). Esta ceremonia litúrgica, dedicada al sacratísimo Corazón de Jesús, nos recuerda ese amor de Dios, anhelado intensamente por el hombre, y nos señala que la respuesta concreta a ese amor es cumplir en la vida diaria los mandamientos de Dios. Dios ha querido que esos mandamientos no se borren de nuestra memoria, sino que permanezcan bien grabados para siempre en la conciencia del hombre, a fin de que, conociéndolos y cumpliéndolos, «tenga la vida eterna».
4. «Dichosos los que respetan el derecho».
El salmista define así a los que caminan por la senda de los mandamientos y los cumplen hasta el fin (cf. Sal 119, 32-33). En efecto, el cumplimiento de la ley de Dios es la condición para obtener el don de la vida eterna, o sea, la felicidad que nunca termina. A la pregunta del joven rico: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?» (Mt 19, 16), Jesús responde: «Si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos» (Mt 19, 17). Esta invitación de Cristo es particularmente actual en la realidad de hoy, en la que muchos viven como si Dios no existiera. La tentación de organizar el mundo y la propia vida sin Dios, o contra Dios, sin sus mandamientos y sin el Evangelio, existe y se cierne también sobre nosotros. Y la vida humana y el mundo construidos sin Dios, al final se volverán contra el hombre. Hemos visto numerosas pruebas de esta verdad en el siglo XX, que está a punto de concluir. Transgredir los mandamientos divinos, abandonar el camino trazado por Dios, significa caer en la esclavitud del pecado y «el salario del pecado es la muerte» (Rm 6, 23).
Nos encontramos frente a la realidad del pecado. Es una ofensa a Dios, una desobediencia a Dios, a su ley, a la norma moral que Dios dio al hombre, inscribiéndola en su corazón, confirmándola y perfeccionándola mediante la Revelación. El pecado se opone al amor de Dios hacia nosotros y aleja de él nuestro corazón. El pecado es «el amor de sí llevado hasta el desprecio de Dios», como dice san Agustín (De civitate Dei, 14, 28). El pecado es un gran mal, en sus múltiples dimensiones: comenzando por el original, pasando por todos los pecados personales de cada hombre, hasta los pecados sociales, los pecados que gravan sobre la historia de la humanidad entera.
Debemos ser siempre conscientes de ese gran mal; debemos tener siempre una fina sensibilidad, para reconocer claramente la semilla de muerte que entraña el pecado. Aquí se trata de lo que se suele llamar el sentido del pecado. Tiene su fuente en la conciencia moral del hombre y está vinculado con el conocimiento de Dios, con el sentido de la unión con el Creador, Señor y Padre. Cuanto más profunda es esta conciencia de la unión con Dios, fortalecida por la vida sacramental del hombre y por la oración sincera, tanto más claro es el sentido del pecado. La realidad de Dios esclarece e ilumina el misterio del hombre. Hagamos todo lo posible para que nuestra conciencia sea sensible y para protegerla contra la deformación o la insensibilidad.
Veamos las grandes tareas que Dios nos encomienda. Debemos formar en nosotros un verdadero hombre a imagen y semejanza de Dios. Un hombre que ame la ley de Dios y quiera vivir según ella. El salmista, que exclama: «Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado» (Sal 50, 3), ¿no es para nosotros un ejemplo conmovedor de hombre que se presenta ante Dios arrepentido? Quiere la metánoia de su corazón, para llegar a ser criatura nueva, diversa, transformada por el poder de Dios.
Tenemos el ejemplo de san Adalberto. Sentimos aquí su presencia, porque en esta tierra dio su vida por Cristo. Desde hace mil años nos dice, con el testimonio de su martirio, que la santidad se consigue mediante el sacrificio, que aquí no hay lugar para componendas, que es preciso ser fieles hasta el final y que es necesario tener valentía para proteger la imagen de Dios en la propia alma, hasta el sacrificio supremo. Su martirio es una exhortación a los hombres para que, muriendo al mal y al pecado, dejen que nazca en ellos un hombre nuevo, un hombre de Dios, que cumpla los mandamientos del Señor.
5. Queridos hermanos y hermanas, contemplemos al Sagrado Corazón de Jesús, que es fuente de vida, pues por medio de él se ha logrado la victoria sobre la muerte. También es fuente de santidad, pues en él ha quedado derrotado el pecado, que es el enemigo de la santidad, el enemigo del progreso espiritual del hombre. Del Corazón del Señor Jesús deriva la santidad de cada uno de nosotros. Aprendamos de ese Corazón el amor a Dios y la comprensión del misterio del pecado, mysterium iniquitatis.
Hagamos actos de reparación al Corazón divino por los pecados cometidos por nosotros y por nuestro prójimo. Reparemos por el rechazo de la bondad y del amor de Dios.
Acerquémonos diariamente a esta fuente, de la que brotan manantiales de agua viva. Pidamos, como la samaritana: «Dame de esa agua», pues da la vida eterna.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros. Amén.
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El famoso diálogo de Jesús con la mujer samaritana, narrado por el evangelista Juan. La mujer se dirigía todos los días a sacar agua de un antiguo pozo, que se remontaba a tiempos del patriarca Jacob, y ese día se encontró con Jesús, sentado, "fatigado del camino" (Juan 4, 6). San Agustín comenta: "Hay un motivo en el cansancio de Jesús... La fuerza de Cristo te ha creado, la debilidad de Cristo te ha regenerado... Con la fuerza nos ha creado, con su debilidad vino a buscarnos" (In Ioannis Evangelium, 15, 2). El cansancio de Jesús, signo de su auténtica humanidad, puede ser visto como un preludio de su pasión, con la que Él llevó a cumplimiento la obra de nuestra redención. En particular, en el encuentro con la Samaritana, en el pozo, sale el tema de la "sed" de Cristo, que culmina con el grito en la cruz: "Tengo sed" (Juan 19, 28). Ciertamente esta sed, como el cansancio, tiene un fundamento físico. Pero Jesús, como sigue diciendo Agustín, "tenía sed de la fe de esa mujer" (In Ioannis Evangelium, 15, 11), al igual que de la fe de todos nosotros. Dios Padre le envió para saciar nuestra sed de vida eterna, dándonos su amor, pero para ofrecernos este don Jesús pide nuestra fe. La omnipotencia del Amor respeta siempre la libertad del hombre; toca a su corazón y espera con paciencia su respuesta.
En el encuentro con la Samaritana, destaca en primer lugar el símbolo del agua, que hace clara alusión al sacramento del Bautismo, manantial de vida nueva para la fe en la Gracia de Dios. Este Evangelio, de hecho, forma parte del antiguo camino de preparación de los catecúmenos a la iniciación cristiana, que tenía lugar en la gran Vigilia de la noche de Pascua. "El que beba del agua que yo le daré --dice Jesús--, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna" (Juan 4,14). Este agua representa al Espíritu Santo, el "don" por excelencia que Jesús vino a traer de parte de Dios Padre. Quien renace en el agua y el Espíritu Santo, es decir, en el Bautismo, entra en una relación real con Dios, una relación filial, y puede adorarle "en espíritu y verdad" (Juan 4,23.24), como sigue revelando Jesús a la mujer samaritana. Gracias al encuentro con Jesucristo y al don del Espíritu Santo, la fe del hombre llega a su cumplimiento, como respuesta a la plenitud de la revelación de Dios.
Cada uno de nosotros puede ponerse en el lugar de la mujer samaritana: Jesús nos espera, especialmente en este tiempo de Cuaresma, para hablarnos al corazón, a mi corazón. Detengámonos un momento en silencio, en nuestra habitación, o en una iglesia, o en otro lugar retirado. Escuchemos su voz que nos dice: "Si conocieras el don de Dios...". Que la Virgen María nos ayude a no perder esta oportunidad, de la que depende nuestra auténtica felicidad.
Benedicto PP XVI. 27. III. MMXI
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1526 - Destrucción de la mayor parte de la biblioteca de Matías Corvino, rey de Hungría, en la conquista de Buda por los turcos musulmanes.
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El primer núcleo de judíos bautizados a la fe de Cristo ‘Rey de los judíos’, fue duramente perseguido por los judíos.
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El llamado pueblo palestino comenzó a existir como tal en 1948 – d. C. en pleno siglo XX. Antes de eso eran poblaciones de origen diverso a veces, efectivamente, semi-nómadas y a veces plenamente sedentarias.
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No sería justo responsabilizar globalmente al Islam de la aceleración del terrorismo que suponen los activistas suicidas. Pero no se puede aceptar la excesiva pasividad de las autoridades cívico-religiosas en el ámbito musulmán ante un fenómeno que tiene su base en fanatismos difíciles de atajar. La tarea decisiva —como se está comprobando en parte en Palestina y acaba de recordar Tony Blair— corresponde a los propios protagonistas. 2005
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Conocidas autoridades religiosas mahometanas africanas y algunas en Europa, aprueban, consienten, solicitan u obligan la “ablación del clítoris”. Y, por ejemplo, en la Literatura oficial, en lugar de “ablación del clítoris” se dice “mutilación genital”. ¡Como si el clítoris tuviera alguna función genital! 2005.
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A nadie se le escapa que la gran amenaza a que se enfrenta Occidente es el Islam. Evidentemente, esto no es del todo cierto, porque hay quien piensa aún que la religión del Corán sólo predica el amor al prójimo y trata a las mujeres como las feministas desearían. Nada más lejos de la realidad: la yihad pretende exterminar a los infieles para, en las cenizas de la civilización occidental, erigir el Imperio de Mahoma. MMV
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No se trata de que cohabiten musulmanes y cristianos en un mismo territorio, sino si es posible una sociedad democrática con una numerosa población musulmana. 2004 Alfonso García Nuño.
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Es indispensable que los mahometanos miren con respeto lo que los cristianos miramos con fe; y es indispensable que los cristianos miremos con respeto lo que los mahometanos miran con fe; esto no significa tener que aceptar lapidación contra la mujer, amputación al ladrón, superioridad del hombre sobre la mujer u otras formas aberrantes de la ley islámica ‘sharía’ que violan los «derechos humanos».
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en el mar de Galilea queda atrás el mundo de Pedro para seguir a Cristo
«Demostremos, como cristianos y musulmanes, que se puede vivir juntos en una sincera fraternidad».
Necesidad de «un diálogo sincero, profundo y constante entre católicos y musulmanes, del cual se podrá obtener un gran conocimiento y confianza recíproca».
Os aseguro que la Iglesia quiere continuar construyendo puentes de amistad con todas las religiones para intentar buscar el bien auténtico de cada persona y de la sociedad» Benedicto XVI.
«Los que se profesan pertenecientes a una religión tienen el deber de trabajar por la paz». Benedicto XVI.
En sus siete meses de Pontificado, Benedicto XVI se ha reunido ya con varios líderes religiosos, hebreos, musulmanes, protestantes y ortodoxos. 2005-10-15
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En el Islam no hay clérigos –aunque la inmensa mayoría de los periodistas repita la palabra con tozudez digna de mejor causa– , ni los así denominados están consagrados, ni administran sacramentos (que tampoco hay), ni pertenecen a un aparato jerárquico equiparable al nuestro de presbíteros, párrocos, coadjutores, obispos, etc. En el Islam no hay sacerdotes, vaya. Por favor, entérense. Y la consideración como tales de los imanes (no faltan cursis, que por lo general no saben árabe, que los llaman imames, como si con el término castellano no bastase) sólo es una simplificación, por oportunismo de unos y desconocimiento de otros.
Lo que se está pretendiendo es adjudicar un salario (siempre los dineros detrás de estos agravios religiosos) a un musulmán cualquiera por el solo hecho de serlo, porque ésa es la verdad: cualquier muslim puede ejercer de imán en cualquier tiempo y lugar, con el único y obvio requisito de conocer el ritual de rezo. El imán es quien dirige la oración colectiva. Y nada más. F.M. Pareja lo aclara de forma meridiana: "Técnicamente no hay cargo profesional de imán: sólo durante la oración se es imán y se deja de serlo cuando ésta se termina" (Islamología, p. 534). El empeño por considerar al imán como una especie de párroco y por consiguiente con derecho a emolumentos es mero oportunismo, mera ignorancia, mera desvergüenza. 2004.11.11 - Serafín Fanjul - L.D.ESP.
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"Obras todas del Señor, bendecid al Señor".-
¡Gloria y alabanza a ti, Santísima Trinidad, único y eterno Dios!
San Juan Crisóstomo (†14 de septiembre de 407) meditando el libro del Génesis, guía a los fieles de la creación al Creador, que es el Dios de la condescendencia, y por eso llamado también «padre tierno», médico de las almas, madre y amigo afectuoso. Une a Dios Creador y Dios Salvador, ya que Dios deseó tanto la salvación del hombre que no se reservó a su único Hijo. Comentando los Hechos de los Apóstoles propone el modelo de la Iglesia primitiva, desarrollando una utopía social, casi una «ciudad ideal». Trataba de dar un rostro cristiano a la ciudad, afrontando los principales problemas, especialmente las relaciones entre ricos y pobres, a través de una inédita solidaridad.
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Gracias de la visita
¡Laudetur Iesus Christus!
«Cien preguntas sobre el Islam» Doctor y Pbro. árabe don Samir Khalil Samir, Sin prejuicios y sin ingenuidad. Editado por ‘encuentro-actualidad’.
Señor doctor Samir Khalil Samir, sacerdote católico jesuita profesor de la Universidad St. Joseph de Beirut y del Pontificio Instituto Oriental de Roma, es hoy en día uno de los mayores especialistas en relaciones entre cristianismo e islam. – 2005.
«El lenguaje político del islam» Bernard Lewis. Editado por ‘taurus’
«La crisis del islam» Bernard Lewis. Editado por ‘B’ (Argentina, etc.).
«El conflicto del islam» Marc Ferro. Editado por ‘cátedra’.
«España frente al islam» Dr. César Vidal. Editado por ‘la esfera de los libros’.
«El valor distinto de las religiones» José Morales. ‘Editado por Rialp’.
«Verdad, valores, poder» Joseph Ratzinger. ‘Editado por Rialp’.
«El islam entre nosotros» José Luis Sánchez Nogales. Editado por BAC
«Al-Andalus contra España» Serafín Banjul. ‘Editado por Siglo XXI editores’.
«Raíces culturales y espirituales de Europa» G. Reale. Editado por Herder’.
«Fe, verdad y tolerancia» Joseph Ratzinger. ‘Editado por SÍGUEME’
«La Iglesia» Joseph Ratzinger» ‘Editado por San Pablo’.
«Introducción al cristianismo» Joseph Ratzinger. ‘Editado por Sígueme’.
«Leyendas negras de la Iglesia» V. Messori. ‘Editado por Planeta-Testimonio’.
† ¡Bendito sea Dios, que nos hace fuertes, para salvar y ser salvados, para curar y ser curados, para amar al hermano y ser por él amados!. †
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