martes, 26 de abril de 2011

Madrugadores de Buenos Aires

sábado 23 de abril de 2011

EL SANTO TRIDUO PASCUAL. Parte 2.

La participación eucarística con las especies consagradas la tarde anterior de ahí el nombre de misa de presantificados de este rito completa la celebración. Esta termina con la oración sobre el pueblo, invocando la bendición divina sobre él.
Aunque la acción litúrgica de la pasión sustituye a las Vísperas, sin embargo, la Liturgia de las Horas no prescinde de ellas.
Y toma el salmo 115 de la liturgia pascual judía por su clara aplicación eucarística al sacrificio de Jesús (cf. 1 Cor 10,16; 11,26);
el salmo 142, que parece un eco del poema del Siervo, y
el cántico de Flp 2,6 11, que descubre los sentimientos de Jesús durante la pasión.
Después de la celebración de la pasión o de las Vísperas, la Iglesia se sumerge en el silencio de la espera de la resurrección.
El Viernes Santo es dio de ayuno; pero de un ayuno no penitencial, como el de la Cuaresma, sino pascua! (cf. SC 110), porque nos hace vivir el tránsito de la pasión a la resurrección.

Este ayuno no es un elemento secundario del Triduo pascual. Por eso, la Iglesia recomienda que se guarde también durante todo el Sábado Santo.


EL SÁBADO SANTO



Es el segundo día del Triduo pascual. La rúbrica del Misal explica su significado:


"Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, y se abstiene del sacrificio de la misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne vigilia o expectación nocturna de la resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales. En este día no se puede distribuir la sagrada comunión, a no ser en caso de viático


Y la Iglesia, junto al altar desnudo, celebra el Oficio divino; un oficio impregnado totalmente de reposo y de contemplación.
Los salmos del Oficio de lectura hablan del sueño en paz (Sal 4) y de la carne que descansa serena (Sal 15), mientras las lecturas, bíblica (Heb 4,1 13) y patrística (homilía sobre el gran sábado), evocan el descenso de Cristo al abismo para dar el reposo definitivo a los patriarcas del Antiguo Testamento (cf. 1 Pe 3,19 20).
Pero hay un salmo, el salmo 23, que pide ya que se alcen las compuertas para que entre el Rey de la gloria, alusión implícita a la resurrección.
Los Laúdes se mantienen entre la espera de la resurrección (cf. el salmo 150 y Ap 1,18) y la meditación del valor redentor de la muerte de Jesús (cf. Sal 63 e Is 38).



La hora intermedia tiene un tono esperanzado con el recuerdo de la luz que brilla después de las tinieblas (cf. 1 Jn 2,8b 10).
Las Vísperas repiten los salmos de la misma hora del Viernes Santo, pero con antífonas que recuerdan las palabras de Jesús alusivas al signo de Jonás y ala destrucción del templo de su cuerpo:


" Como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra
(ant. 2: Mt 12,39 40).


"Destruid este templo dice el Señor , y en tres días lo levantaré'. El hablaba del templo de su cuerpo"
(ant. 3: Jn 2,19 21).


El resto de los textos recuerdan el misterio de nuestra identificación, por medio del bautismo, con Cristo muerto y sepultado (cf. Rom 6,3 4).


EL DOMINGO DE PASCUA EN LA NOCHE SANTA:
LA VIGILIA PASCUAL




Al comenzar la noche se inicia el tercer día del Triduo santo de la Pascua. Nuevamente el Misal nos dice:
"SEGÚN UNA ANTIQUÍSIMA TRADICIÓN, ÉSTA ES UNA NOCHE DE VELA EN HONOR DEL SEÑOR (Ex 12,42). Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Le IZ,35ss), deben asemejarse a los criados que, con las lámparas encendidas en sus manos, esperan el retorno de su Señor, para que cuando llegue les encuentre en vela y les invite a sentarse a su mesa.
La vigilia pascual es esencialmente una larga celebración de la Palabra de Dios y de oración, que culmina con la eucaristía.

NO ES, POR TANTO, UNA MISA VESPERTINA EN VÍSPERA DE UN DÍA FESTIVO, NI SIQUIERA ES UNA CELEBRACIÓN MÁS DEL AÑO LITÚRGICO, SINO LA ACCIÓN LITÚRGICA MÁS IMPORTANTE, EL VÉRTICE DE TODAS LAS CONMEMORACIONES TANTO DEL TRIDUO PASCUAL COMO DE TODO EL AÑO.

Todos los momentos de la vigilia están cargados de simbolismo y de belleza, empezando por la propia hora de la celebración, para que se advierta el contraste entre las tinieblas y la luz, el pecado y Cristo resucitando glorioso.
La acción se desarrolla en cuatro partes bien definidas.
Primero el lucernario o rito del fuego y de la luz, cuyo origen hay que buscar en la antiquísima práctica judía y cristiana de encender la lámpara pronunciando una bendición al Señor.




La preparación del cirio pascual, que se enciende con el fuego nuevo y es llevado en procesión hacia el interior del templo, constituye la evocación simbólica de la resurrección de Cristo:




"LA LUZ DE CRISTO, QUE RESUCITA GLORIOSO, DISIPE LAS TINIEBLAS DEL CORAZÓN Y DEL ESPÍRITU".
El cirio es la columna de fuego que iluminó a los israelitas al pasar el mar Rojo, como canta el pregón pascual:
"ES EL LUCERO QUE NO CONOCE OCASO, ES CRISTO RESUCITADO, QUE, AL SALIR DEL SEPULCRO, BRILLA SERENO PARA EL LINAJE HUMANO".



La liturgia de la Palabra, o segunda parte, tiene un dinamismo propio, que se va mostrando en el ritmo, tan significativo, de lectura, canto y oración.




El conjunto de los textos proclamados es un repaso a toda la historia de la salvación la creación, Abrahán, el éxodo, los profetas, Cristo , que gravita sobre la Pascua del Señor.
En efecto, todos los momentos evocados de la historia de la salvación representan otras tantas victorias de la vida sobre la muerte hasta llegar a la resurrección de Jesús.
En ella no sólo Cristo es glorificado, también a nosotros alcanza ese poder de salvación, como proclama la lectura apostólica de Rom 6,3 11:



"POR EL BAUTISMO FUIMOS SUPULTADOS CON ÉL EN LA MUERTE,
PARA QUE ASÍ COMO CRISTO FUE DESPERTADO DE ENTRE LOS
POR LA GLORIA DEL PADRE, [MUERTOS
ASÍ TAMBIÉN NOSOTROS ANDEMOS EN UNA VIDA NUEVA...



Al término de la liturgia de la Palabra, en el canto del Gloria se encienden todas las luces de la iglesia y se echan al vuelo las campanas.



El canto del Aleluya hace también su aparición de una manera solemne.
Todo esto son signos de la fiesta grande de la Pascua.
Después de la homilía que da paso al rito viene la liturgia de los sacramentos del bautismo y de la eucaristía.
La Iglesia, madre fecunda gracias a la resurrección de Cristo, engendra en este día nuevos hijos en virtud del Espíritu Santo y los nutre con el cuerpo del Señor. El rito bautismal se reduce a lo esencial: letanías, bendición del agua, promesas y ablución.
La liturgia recomienda encarecidamente que se administre el sacramento en el curso de esta vigilia.
Para ello sugiere incluso que no se bautice durante la Cuaresma.



Si no hay bautismos, debe recordarse el rito bautismal mediante la renovación de las promesas por todos los presentes y la aspersión con el agua a toda la asamblea.
La eucaristía de la noche santa de la Pascua tiene un encanto especial como anuncio eficaz de la muerte del Señor y proclamación gozosa de su resurrección en la espera de su venida (cf. 1 Cor 11,26; 16,22; Ap 22,17.20).
Pero la atención maternal de la Iglesia está dedicada a los nuevos hijos:



"ESCUCHA, SEÑOR, LA ORACIÓN DE TU PUEBLO Y ACEPTA SUS OFRENDAS, PARA QUE LA NUEVA VIDA QUE NACE DE ESTOS SACRAMENTOS PASCUALES SEA, POR TU GRACIA, PRENDA DE VIDA ETERNA"

EL DÍA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR


Inaugurada la celebración festiva de la Iglesia en la solemne vigilia, la liturgia no dejará de decir durante todo el día durante la octava pascual y durante la Cincuentena:

"ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR" (SAL 117,24)

"EL DÍA EN EL QUE CRISTO, NUESTRA PASCUA, HA SIDO INMOLADO"
(PREF PASE. I; CF. 1 COR 5,7).


La Liturgia de las Horas ofrece un Oficio de lectura, que es un doblaje de la vigilia pascual, para aquellos que no han asistido a ella.
Los Laúdes contienen salmos dominicales: Sal 62, Dn 3,57 88 y Sal 149, que tienen en este día un relieve especial como alabanza al Señor de la nueva creación, a Cristo resucitado:



"HA RESUCITADO DEL SEPULCRO NUESTRO REDENTOR;
CANTEMOS UN HIMNO AL SEÑOR, NUESTRO DIOS"
(ANT. 2).

La lectura breve recuerda que el Señor resucitó a/ tercer día (Hech 10,40 43) para reforzar la idea de que estamos en el día tercero del Triduo pascual.
La Hora intermedia se basa en el salmo 117, el gran canto pascual, que procede del ritual de la cena judía (cf. Mt 26,30).


La misa del día se abre con la exclamación jubilosa del canto de entrada:



"HE RESUCITADO Y AÚN ESTOY CONTIGO" (SAL 138,18).

Cristo, el Esposo, sale al encuentro de la Iglesia, representada en María Magdalena, que, llorosa, le busca al amanecer, y, al ver la losa quitada del sepulcro, corre a avisar a Pedro y al otro discípulo (Jn 20,1 9) La oscuridad de la noche da paso a la fe en las Escrituras, según las cuales "él había de resucitar de entre los muertos". Apelando a este testimonio y a su propia experiencia, Pedro anuncia la resurrección de Jesús y el perdón de los pecados que reciben los que creen (Hech 10,34.37 43), mientras Pablo invita a buscar los bienes de arriba, donde está Cristo (Col 3,1 4).
Convencida de ambos mensajes, la liturgia ora diciendo:



"¡OH DIOS, QUE EN ESTE DÍA NOS HAS ABIERTO LAS PUERTAS
DE LA VIDA POR MEDIO DE TU HIJO, VENCEDOR DE LA MUERTE!
CONCÉDENOS, AL CELEBRAR LA SOLEMNIDAD DE SU RESURRECCIÓN,
QUE, RENOVADOS POR EL ESPÍRITU, VIVAMOS EN LA ESPERANZA
DE NUESTRA RESURRECCIÓN FUTURA"
(COL.).
El misterio de la Pascua del Señor, por la acción del Espíritu, barre de todos nosotros la vieja levadura del pecado y nos transforma en panes ázimos de la sinceridad y la verdad (1 Cor 5,6b 8).



La Iglesia se siente "RENOVADA POR LOS SACRAMENTOS PASCUALES", el bautismo y la eucaristía.
Por eso celebra esos mismos sacramentos, "EN LOS QUE TAN MARAVILLOSAMENTE HA RENACIDO Y SE ALIMENTA", rebosante de gozo pascual.


Fuente: www.cmfapostolado.com




Surrexit Hodie Christus!
Aleluya!



¡Cristo ha resucitado hoy!
¡Aleluya!


¡BUENA Y SANTA PASCUA DE RESURRECCIÓN!


LES DESEAMOS

LOS MADRUGADORES
DE
BUENOS AIRES
"ADSUM!"
Madrugadores de Buenos Aires

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