Señor ¿a quién vamos a ir? Solo Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios (Juan 6,68).
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lunes 29 de octubre de 2007
domingo 28 de octubre de 2007
Otros pilares de la nueva era
Espiritismo: Ya hemos visto cómo la Nueva Era proviene principalmente del espiritismo, es decir, de la comunicación con espíritus malignos y de las instrucciones recibidas de éstos. No está constituido por meros descubrimientos hechos por los hombres. ALERTA... Son dictados y dictámenes provenientes del demonio. La Nueva Era proviene del Espiritismo pero también lo incluye y lo fomenta. El Espiritismo, ahora llamado "canalización" y hasta "espiritualismo", es la práctica de contactar espíritus malignos, o sea, ángeles caídos. Se cree -erróneamente- que el Espiritismo es la práctica de contactar espíritus buenos e inofensivos. Pero... ¿de dónde vienen estos espíritus?
Las actividades espiritistas están expresamente prohibidas en la Biblia (Deuteronomio 18, 9-12). La Iglesia Católica también las prohíbe. Por eso podemos afirmar que la información recibida mediante prácticas espiritistas -sean veraces o no- no vienen del Espíritu de Dios, ni de Sus Ángeles, ni de las almas de la Iglesia Triunfante (las de las santos que están en el Cielo), ni siquiera de las almas de la Iglesia Purgante (almas que se encuentran en estado de purificación en el Purgatorio que, aunque no gozan aún de la Visión Beatífica -de la Visión de Dios- son almas ya salvadas que forman parte de la Comunión de los Santos). Se puede concluir, entonces, que el Espiritismo es la práctica de contactar espíritus malignos.
Lo que sucede es que los dictados de los espíritus malignos aparentan ser enseñanzas iluminadas, porque los ángeles caídos son engañadores igual que el jefe de los demonios: la antigua serpiente, Satanás, el inventor o padre de la mentira (cfr. Juan 8, 44; 2a. Corintios 11, 14).
Usan principios psicológicos y lenguaje espiritual para poder engañar mejor: "Si toman del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal serán como Dios", fue el engaño de la Serpiente a Adán y Eva. Y hoy Satanás sigue engañándonos con el "árbol de la ciencia del bien y del mal": sabrán como dios - serán como dios - conocerán como dios... sanarán como dios - harán milagros como dios...
Rosacrucismo: Principios en que se basan las Sociedades Rosacruces muy antiguas, (siglo XVII), presentando evidentes semejanzas o interrelación con la Masonería. También panteísta: "Creemos en un ser supremo de quien todos somos parte", comienza la declaración de principios de los Rosacruces.
Relativismo moral: Es la negación de las premisas sobre las cuales descansa la ley moral, llegándose al extremo de afirmarse que Dios incluye tanto el bien como el mal. No hay diferencia entre el bien y el mal, entre el vicio y la virtud. Todo depende de la opinión de cada persona. Es bueno lo que a cada quien le plazca. Si la persona acepta su propia bondad, todo lo que haga es bueno, aunque sea malo.
Dentro del marco del New Age, la revelación de Dios en Jesucristo pierde su carácter singular e irrepetible. Muchos serían los "Mesías" que han aparecido a lo largo de la historia, es decir, maestros especialmente iluminados que se presentan para guiar a la humanidad. Krishna, Buda, Jesús, Quetzacoatl, Mahoma, el Sun Myung Moon, Osho, Sai Baba e innumerables otros serían profetas de una misma talla con un mismo mensaje. El cristianismo resulta ser poco más que un período pasajero de la historia.
Relativismo práctico y subjetivismo: El relativismo que es la negación de la realidad (todo es apariencia o una impresión de la realidad), en la Nueva Era se amplía uniéndose al Subjetivismo. Así se propone: ¿cree ud. su propia realidad? No hay una verdad; cada quien tiene la suya. De allí el gran auge de lo fantasioso y de lo imaginario. Además, este tipo de prácticas tan insanas pueden llevar a situaciones depresivas graves. Así es la táctica del Demonio: subirlo a uno, darle una serie de poderes o hacerle creer a uno que los tiene, para después hundirlo irremisiblemente en el abismo.
Esoterismo y Ocultismo: Conjunto de prácticas escondidas o secretas mediante las cuales se pretende llegar a la divinización de uno mismo.
Quietismo: La búsqueda de una extrema pasividad espiritual que tiende a la destrucción del ser humano a través de una supuesta absorción en la divinidad. Es la raíz del Budismo, cuyo ideal es el estado de "nirvana", en el cual ya el hombre no tiene deseo, ni pasión, ni la "ilusión" del mundo exterior. El Quietismo se conecta con el Relativismo al considerar el mundo exterior una ilusión o apariencia.
Materialismo y Hedonismo: Aunque las metas y métodos del Nueva Era parecen ser muy espiritualistas, el móvil subyacente es eminentemente materialista (no de Dios) y hedonista (búsqueda del placer), pues se considera que la meta suprema del hombre es la satisfacción personal y el éxito.
Integracionismo u Holismo: "Holos", del griego "total". Todo está interconectado. Todas las cosas son interdependientes y deben ser consideradas "integralmente" o "holísticamente". Esto se aplica actualmente a la salud. A través de esta teoría se busca la reconciliación de contrarios, como en el Taoísmo: la ciencia y el ocultismo, lo positivo y lo negativo. También se busca por medio de esto la integración de todas las religiones y, por supuesto, la integración de todas estas doctrinas falsas, paganas, heréticas que hemos revisado, para el NEW AGE.
Las actividades espiritistas están expresamente prohibidas en la Biblia (Deuteronomio 18, 9-12). La Iglesia Católica también las prohíbe. Por eso podemos afirmar que la información recibida mediante prácticas espiritistas -sean veraces o no- no vienen del Espíritu de Dios, ni de Sus Ángeles, ni de las almas de la Iglesia Triunfante (las de las santos que están en el Cielo), ni siquiera de las almas de la Iglesia Purgante (almas que se encuentran en estado de purificación en el Purgatorio que, aunque no gozan aún de la Visión Beatífica -de la Visión de Dios- son almas ya salvadas que forman parte de la Comunión de los Santos). Se puede concluir, entonces, que el Espiritismo es la práctica de contactar espíritus malignos.
Lo que sucede es que los dictados de los espíritus malignos aparentan ser enseñanzas iluminadas, porque los ángeles caídos son engañadores igual que el jefe de los demonios: la antigua serpiente, Satanás, el inventor o padre de la mentira (cfr. Juan 8, 44; 2a. Corintios 11, 14).
Usan principios psicológicos y lenguaje espiritual para poder engañar mejor: "Si toman del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal serán como Dios", fue el engaño de la Serpiente a Adán y Eva. Y hoy Satanás sigue engañándonos con el "árbol de la ciencia del bien y del mal": sabrán como dios - serán como dios - conocerán como dios... sanarán como dios - harán milagros como dios...
Rosacrucismo: Principios en que se basan las Sociedades Rosacruces muy antiguas, (siglo XVII), presentando evidentes semejanzas o interrelación con la Masonería. También panteísta: "Creemos en un ser supremo de quien todos somos parte", comienza la declaración de principios de los Rosacruces.
Relativismo moral: Es la negación de las premisas sobre las cuales descansa la ley moral, llegándose al extremo de afirmarse que Dios incluye tanto el bien como el mal. No hay diferencia entre el bien y el mal, entre el vicio y la virtud. Todo depende de la opinión de cada persona. Es bueno lo que a cada quien le plazca. Si la persona acepta su propia bondad, todo lo que haga es bueno, aunque sea malo.
Dentro del marco del New Age, la revelación de Dios en Jesucristo pierde su carácter singular e irrepetible. Muchos serían los "Mesías" que han aparecido a lo largo de la historia, es decir, maestros especialmente iluminados que se presentan para guiar a la humanidad. Krishna, Buda, Jesús, Quetzacoatl, Mahoma, el Sun Myung Moon, Osho, Sai Baba e innumerables otros serían profetas de una misma talla con un mismo mensaje. El cristianismo resulta ser poco más que un período pasajero de la historia.
Relativismo práctico y subjetivismo: El relativismo que es la negación de la realidad (todo es apariencia o una impresión de la realidad), en la Nueva Era se amplía uniéndose al Subjetivismo. Así se propone: ¿cree ud. su propia realidad? No hay una verdad; cada quien tiene la suya. De allí el gran auge de lo fantasioso y de lo imaginario. Además, este tipo de prácticas tan insanas pueden llevar a situaciones depresivas graves. Así es la táctica del Demonio: subirlo a uno, darle una serie de poderes o hacerle creer a uno que los tiene, para después hundirlo irremisiblemente en el abismo.
Esoterismo y Ocultismo: Conjunto de prácticas escondidas o secretas mediante las cuales se pretende llegar a la divinización de uno mismo.
Quietismo: La búsqueda de una extrema pasividad espiritual que tiende a la destrucción del ser humano a través de una supuesta absorción en la divinidad. Es la raíz del Budismo, cuyo ideal es el estado de "nirvana", en el cual ya el hombre no tiene deseo, ni pasión, ni la "ilusión" del mundo exterior. El Quietismo se conecta con el Relativismo al considerar el mundo exterior una ilusión o apariencia.
Materialismo y Hedonismo: Aunque las metas y métodos del Nueva Era parecen ser muy espiritualistas, el móvil subyacente es eminentemente materialista (no de Dios) y hedonista (búsqueda del placer), pues se considera que la meta suprema del hombre es la satisfacción personal y el éxito.
Integracionismo u Holismo: "Holos", del griego "total". Todo está interconectado. Todas las cosas son interdependientes y deben ser consideradas "integralmente" o "holísticamente". Esto se aplica actualmente a la salud. A través de esta teoría se busca la reconciliación de contrarios, como en el Taoísmo: la ciencia y el ocultismo, lo positivo y lo negativo. También se busca por medio de esto la integración de todas las religiones y, por supuesto, la integración de todas estas doctrinas falsas, paganas, heréticas que hemos revisado, para el NEW AGE.
sábado 27 de octubre de 2007
Reflexiones de Jean Guitton acerca del universo
¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Qué sucedió al principio de los tiempos y dio origen a todo lo que hoy existe, a esos árboles, a esas flores, a esos transeúntes que andan por la calle? ¿Qué fuerza ha dotado al universo de todo lo que existe?...
Los objetos más familiares pueden conducirnos hacia los enigmas más inquietantes. Por ejemplo, esta llave de hierro que está sobre mi escritorio, delante de mí. Si pudiera reconstruir la historia de sus átomos, ¿hasta dónde tendría que remontarme?... El metal de mi llave es tan antiguo como la misma Tierra, cuya edad es hoy estimada en cuatro mil quinientos millones de años. ¿Significa esto el fin de nuestra investigación? Intuyo que no. Seguramente es posible remontarse aún más al pasado para encontrar el origen de la llave... Este pequeño trozo de metal contiene toda la historia del universo, una historia que comenzó hace miles de millones de años, antes de la formación del sistema solar...
El cerrajero que fabricó la llave no sabía que la materia que martillaba había nacido en el torbellino ardiente de una nube de hidrógeno primordial. Debemos remontarnos hasta el origen del propio universo, para encontrarnos así a quince mil millones (o veinte mil millones) de años atrás. ¿Qué pasó en ese momento? La física moderna nos dice que el universo nació de una gigantesca explosión que provocó la expansión de la materia. Todavía hoy podemos observarla; por ejemplo, en las galaxias. Esas nubes constituidas por centenares de miles de millones de estrellas, continúan alejándose unas de otras por el empuje de esa explosión inicial...
A partir de ese momento, durante millones de años, el universo será anegado por radiaciones y por un turbulento plasma de gas. Al cabo de unos cien millones de años, en medio de inmensos torbellinos de gas, se forman las primeras estrellas. En su seno se van a fusionar los átomos de hidrógeno y de helio para dar origen a los elementos pesados, que acabarán apareciendo mucho más tarde, miles de millones de años después.
Estudiemos ahora la historia de la Tierra. Hace unos 5.000 millones de años que existe. Después de mil millones de años de existencia, no había en ella más que inmensos desiertos de lava fundida que vomitaban sin interrupción columnas de vapor y de gas a varios kilómetros de altura. Poco a poco, esas nubes oscuras se acumularon y formaron la primera atmósfera de la Tierra con gas carbónico, amoníaco, óxido de carbono, nitrógeno e hidrógeno.
Pasaron millones de años. Lentamente, el calor comenzó a decaer, la Tierra se fue apagando. En ese momento la lava tenía forma de una pasta, tibia aún, sobre la que ya se podía nadar. El primer continente acababa de nacer. Es entonces cuando ocurrió un acontecimiento capital: las nubes, que giraban en el cielo, se condensaron y la primera lluvia del mundo comenzó a caer. Durará siglos. El agua invadió casi todo el planeta, rompió todas las depresiones hasta que formó el océano primitivo. Durante centenares de miles de años, olas gigantescas golpearán las rocas.
La Tierra, el cielo y las aguas, estaban todavía vacíos. Sin embargo, las moléculas primitivas eran constantemente agitadas por las monstruosas tormentas, que se desencadenaban, quebrantadas incansablemente por la formidable radiación ultravioleta del sol. En este estadio, surgió lo que parecía un milagro. En el corazón de este caos, se juntaron y se combinaron algunas moléculas para formar progresivamente estructuras estables, reflejo de un orden. Ahora una veintena de aminoácidos existía en los océanos: Eran los primeros ladrillos de la materia viva.
Y podemos preguntarnos: ¿Quién elaboró los planos de la primera molécula de ADN, portadora del mensaje inicial, que permitió reproducirse a la primera célula viva? La aventura de la vida está ordenada por un principio organizador Superior, sin duda alguna.
Dice Jean Guitton: La vida es la historia de un orden cada vez más elevado y general. Porque, a medida que el universo vuelve a su estado de equilibrio, se las arregla, a pesar de todo, para crear estructuras cada vez más complejas... Ilya Prigogine, premio Nóbel de Química, declaró un día: “Lo asombroso es que cada molécula “sabe” lo que harán las otras moléculas simultáneamente y a distancias macroscópicas. Nuestros experimentos muestran que las moléculas se comunican. Todo el mundo acepta esta propiedad en los sistemas vivos, pero es, por lo menos, inesperada en los sistemas inertes.
Por eso, Francis Crick, premio Nóbel de Biología por el descubrimiento del ADN, dice: Un hombre honesto, que estuviera provisto de todo el saber que hoy está a nuestro alcance, debería afirmar que el origen de la vida parece actualmente provenir del milagro, tantas condiciones es preciso reunir para establecerla.
Y el mismo Jean Guitton dice: El universo es un vasto pensamiento. En cada partícula, átomo, molécula o célula de materia, vive y obra, a espalda de todos, una omnipresencia. Esto quiere decir que, en efecto, el universo tiene un eje, o mejor, un sentido. Este sentido profundo se encuentra en su interior, bajo la forma de una causa trascendente... Si veo un progreso constante de la materia hacia estados más ordenados; si hay una evolución de las especies, todo me lleva a pensar que en el fondo mismo del universo, hay una causa de la armonía de las causas, una inteligencia. La presencia de esta inteligencia en el corazón mismo de la materia, me aparta para siempre de la concepción de un universo que habría aparecido por azar, que habría producido la vida por azar y la inteligencia también por azar...
Tomemos un caso concreto: una célula viva está compuesta de una veintena de aminoácidos, que forman una cadena compacta. La función de estos aminoácidos depende, a su vez, de alrededor de 2.000 encimas específicas. Siguiendo el razonamiento, los biólogos han decidido que la probabilidad de que un millar de encimas diferentes se unan ordenadamente para formar una célula viva (a lo largo de una evolución de varios miles de millones de años) es del orden de uno entre 10 1.000, que es tanto como decir que la probabilidad es nula.
Otro ejemplo, para que la unión de nucleótidos conduzca por azar a la elaboración de una molécula de ARN utilizable, es necesario que la naturaleza multiplique a tientas los ensayos durante al me-nos 1015 años, es decir, un tiempo cien mil veces más largo que la edad total de nuestro universo...
Concluyo, diciendo que, al observar la pasmosa complejidad de la vida, el universo es inteligente, es decir, una inteligencia trascendente ordenó (en el mismo instante de la Creación) la materia que ha dado origen a la vida.
Todos los detalles del universo han sido cuidadosamente previstos. Si cambiáramos cualquiera de estos detalles, todo desaparecería. Si aumentáramos apenas en un uno por ciento la intensidad de la fuerza nuclear, que controla la cohesión del núcleo atómico, suprimiríamos cualquier posibilidad de que los núcleos de hidrógeno permanecieran libres. Estos se combinarían con otros protones y neutrones para formar núcleos pesados. Y al no existir el hidrógeno, no podría combinarse con los átomos de oxígeno para producir el agua indispensable para el nacimiento de la vida. Por el contrario, si disminuimos ligeramente esa fuerza nuclear, la función de los núcleos de hidrógeno se hace entonces imposible. Sin función nuclear, no hay soles, no hay fuentes de energía, no hay vida. Lo mismo pasa con la fuerza electromagnética. Si la aumentáramos muy ligeramente, intensificaríamos la relación entre el electrón y el núcleo; entonces, no serían ya posibles las reacciones químicas que resultan de la transferencia de electrones a otros núcleos. Una gran cantidad de elementos no podrían formarse y en un universo así, las moléculas de ADN no tendrían ninguna posibilidad de aparecer.
En cuanto a la fuerza de la gravedad, si hubiera sido apenas un poco más débil en el momento de la formación del universo, las primitivas nubes de hidrógeno nunca habrían podido condensarse y alcanzar el umbral crítico de la fusión nuclear, y las estrellas nunca se habrían encendido. Por el contrario, una gravedad más fuerte habría conducido a un verdadero desbocamiento de reacciones nucleares, y las estrellas se habrían abrazado furiosamente y habrían muerto tan deprisa que la vida no habría tenido tiempo de desarrollarse.
En resumen, cualesquiera que sean los parámetros considerados, la conclusión es siempre la misma: si se modifica su valor, por poco que sea, suprimimos cualquier posibilidad de eclosión de la vida. Por eso, las constantes fundamentales, que han permitido la aparición de la vida, parecen, pues, ajustadas con una precisión maravillosa... Todo esto no hace sino confirmar mi convicción: ni las galaxias ni sus miles de millones de estrellas, ni los planetas y las formas de vida que albergan, son un accidente o una simple fluctuación del azar. No hemos aparecido, así como así, un buen día cualquiera, porque un par de dados cósmicos hayan caído bien. Dejemos eso para quienes no quieren afrontar la verdad de las cifras... La probabilidad matemática de que el universo haya sido engendrado por azar es prácticamente nula.
Los objetos más familiares pueden conducirnos hacia los enigmas más inquietantes. Por ejemplo, esta llave de hierro que está sobre mi escritorio, delante de mí. Si pudiera reconstruir la historia de sus átomos, ¿hasta dónde tendría que remontarme?... El metal de mi llave es tan antiguo como la misma Tierra, cuya edad es hoy estimada en cuatro mil quinientos millones de años. ¿Significa esto el fin de nuestra investigación? Intuyo que no. Seguramente es posible remontarse aún más al pasado para encontrar el origen de la llave... Este pequeño trozo de metal contiene toda la historia del universo, una historia que comenzó hace miles de millones de años, antes de la formación del sistema solar...
El cerrajero que fabricó la llave no sabía que la materia que martillaba había nacido en el torbellino ardiente de una nube de hidrógeno primordial. Debemos remontarnos hasta el origen del propio universo, para encontrarnos así a quince mil millones (o veinte mil millones) de años atrás. ¿Qué pasó en ese momento? La física moderna nos dice que el universo nació de una gigantesca explosión que provocó la expansión de la materia. Todavía hoy podemos observarla; por ejemplo, en las galaxias. Esas nubes constituidas por centenares de miles de millones de estrellas, continúan alejándose unas de otras por el empuje de esa explosión inicial...
A partir de ese momento, durante millones de años, el universo será anegado por radiaciones y por un turbulento plasma de gas. Al cabo de unos cien millones de años, en medio de inmensos torbellinos de gas, se forman las primeras estrellas. En su seno se van a fusionar los átomos de hidrógeno y de helio para dar origen a los elementos pesados, que acabarán apareciendo mucho más tarde, miles de millones de años después.
Estudiemos ahora la historia de la Tierra. Hace unos 5.000 millones de años que existe. Después de mil millones de años de existencia, no había en ella más que inmensos desiertos de lava fundida que vomitaban sin interrupción columnas de vapor y de gas a varios kilómetros de altura. Poco a poco, esas nubes oscuras se acumularon y formaron la primera atmósfera de la Tierra con gas carbónico, amoníaco, óxido de carbono, nitrógeno e hidrógeno.
Pasaron millones de años. Lentamente, el calor comenzó a decaer, la Tierra se fue apagando. En ese momento la lava tenía forma de una pasta, tibia aún, sobre la que ya se podía nadar. El primer continente acababa de nacer. Es entonces cuando ocurrió un acontecimiento capital: las nubes, que giraban en el cielo, se condensaron y la primera lluvia del mundo comenzó a caer. Durará siglos. El agua invadió casi todo el planeta, rompió todas las depresiones hasta que formó el océano primitivo. Durante centenares de miles de años, olas gigantescas golpearán las rocas.
La Tierra, el cielo y las aguas, estaban todavía vacíos. Sin embargo, las moléculas primitivas eran constantemente agitadas por las monstruosas tormentas, que se desencadenaban, quebrantadas incansablemente por la formidable radiación ultravioleta del sol. En este estadio, surgió lo que parecía un milagro. En el corazón de este caos, se juntaron y se combinaron algunas moléculas para formar progresivamente estructuras estables, reflejo de un orden. Ahora una veintena de aminoácidos existía en los océanos: Eran los primeros ladrillos de la materia viva.
Y podemos preguntarnos: ¿Quién elaboró los planos de la primera molécula de ADN, portadora del mensaje inicial, que permitió reproducirse a la primera célula viva? La aventura de la vida está ordenada por un principio organizador Superior, sin duda alguna.
Dice Jean Guitton: La vida es la historia de un orden cada vez más elevado y general. Porque, a medida que el universo vuelve a su estado de equilibrio, se las arregla, a pesar de todo, para crear estructuras cada vez más complejas... Ilya Prigogine, premio Nóbel de Química, declaró un día: “Lo asombroso es que cada molécula “sabe” lo que harán las otras moléculas simultáneamente y a distancias macroscópicas. Nuestros experimentos muestran que las moléculas se comunican. Todo el mundo acepta esta propiedad en los sistemas vivos, pero es, por lo menos, inesperada en los sistemas inertes.
Por eso, Francis Crick, premio Nóbel de Biología por el descubrimiento del ADN, dice: Un hombre honesto, que estuviera provisto de todo el saber que hoy está a nuestro alcance, debería afirmar que el origen de la vida parece actualmente provenir del milagro, tantas condiciones es preciso reunir para establecerla.
Y el mismo Jean Guitton dice: El universo es un vasto pensamiento. En cada partícula, átomo, molécula o célula de materia, vive y obra, a espalda de todos, una omnipresencia. Esto quiere decir que, en efecto, el universo tiene un eje, o mejor, un sentido. Este sentido profundo se encuentra en su interior, bajo la forma de una causa trascendente... Si veo un progreso constante de la materia hacia estados más ordenados; si hay una evolución de las especies, todo me lleva a pensar que en el fondo mismo del universo, hay una causa de la armonía de las causas, una inteligencia. La presencia de esta inteligencia en el corazón mismo de la materia, me aparta para siempre de la concepción de un universo que habría aparecido por azar, que habría producido la vida por azar y la inteligencia también por azar...
Tomemos un caso concreto: una célula viva está compuesta de una veintena de aminoácidos, que forman una cadena compacta. La función de estos aminoácidos depende, a su vez, de alrededor de 2.000 encimas específicas. Siguiendo el razonamiento, los biólogos han decidido que la probabilidad de que un millar de encimas diferentes se unan ordenadamente para formar una célula viva (a lo largo de una evolución de varios miles de millones de años) es del orden de uno entre 10 1.000, que es tanto como decir que la probabilidad es nula.
Otro ejemplo, para que la unión de nucleótidos conduzca por azar a la elaboración de una molécula de ARN utilizable, es necesario que la naturaleza multiplique a tientas los ensayos durante al me-nos 1015 años, es decir, un tiempo cien mil veces más largo que la edad total de nuestro universo...
Concluyo, diciendo que, al observar la pasmosa complejidad de la vida, el universo es inteligente, es decir, una inteligencia trascendente ordenó (en el mismo instante de la Creación) la materia que ha dado origen a la vida.
Todos los detalles del universo han sido cuidadosamente previstos. Si cambiáramos cualquiera de estos detalles, todo desaparecería. Si aumentáramos apenas en un uno por ciento la intensidad de la fuerza nuclear, que controla la cohesión del núcleo atómico, suprimiríamos cualquier posibilidad de que los núcleos de hidrógeno permanecieran libres. Estos se combinarían con otros protones y neutrones para formar núcleos pesados. Y al no existir el hidrógeno, no podría combinarse con los átomos de oxígeno para producir el agua indispensable para el nacimiento de la vida. Por el contrario, si disminuimos ligeramente esa fuerza nuclear, la función de los núcleos de hidrógeno se hace entonces imposible. Sin función nuclear, no hay soles, no hay fuentes de energía, no hay vida. Lo mismo pasa con la fuerza electromagnética. Si la aumentáramos muy ligeramente, intensificaríamos la relación entre el electrón y el núcleo; entonces, no serían ya posibles las reacciones químicas que resultan de la transferencia de electrones a otros núcleos. Una gran cantidad de elementos no podrían formarse y en un universo así, las moléculas de ADN no tendrían ninguna posibilidad de aparecer.
En cuanto a la fuerza de la gravedad, si hubiera sido apenas un poco más débil en el momento de la formación del universo, las primitivas nubes de hidrógeno nunca habrían podido condensarse y alcanzar el umbral crítico de la fusión nuclear, y las estrellas nunca se habrían encendido. Por el contrario, una gravedad más fuerte habría conducido a un verdadero desbocamiento de reacciones nucleares, y las estrellas se habrían abrazado furiosamente y habrían muerto tan deprisa que la vida no habría tenido tiempo de desarrollarse.
En resumen, cualesquiera que sean los parámetros considerados, la conclusión es siempre la misma: si se modifica su valor, por poco que sea, suprimimos cualquier posibilidad de eclosión de la vida. Por eso, las constantes fundamentales, que han permitido la aparición de la vida, parecen, pues, ajustadas con una precisión maravillosa... Todo esto no hace sino confirmar mi convicción: ni las galaxias ni sus miles de millones de estrellas, ni los planetas y las formas de vida que albergan, son un accidente o una simple fluctuación del azar. No hemos aparecido, así como así, un buen día cualquiera, porque un par de dados cósmicos hayan caído bien. Dejemos eso para quienes no quieren afrontar la verdad de las cifras... La probabilidad matemática de que el universo haya sido engendrado por azar es prácticamente nula.
La ouija
Autor: P. Jordi Rivero
El 'juego' de la ouija consiste en poner las manos sobre una pequeña plataforma que se desplaza lentamente sobre un tablero, movida por alguna fuerza misteriosa. El tablero está inscrito con números y las letras del alfabeto. Los jugadores esperan respuesta a sus preguntas según las letras sobre las que se mueva la plataforma. La 'diversión' está en la curiosidad y el misterio de comunicarse con algún espíritu que revela secretos y, cuanto más parezca 'funcionar', más la ouija (y el espíritu detrás de ella) atrae y ata, hasta convertirse en una obsesión.
Un artículo que nos enviaron (no conocemos su autor pero representa bien la posición de los medios seculares) dice:
Mucha gente se ve atraída por la posibilidad de contactar con un ser querido ya muerto, otros sólo por curiosidad y otros para pasar el rato... La verdad es que con el tiempo la ouija está variando el destino del contactante en función de las nuevas creencias. Por ejemplo hay quien la utiliza supuestamente para contactar con seres extraterrestres, seres de otras dimensiones, ángeles, ... En definitiva, parece que el juego del tablero hoy en día nos ofrece numerosas posibilidades.
Orígenes
Ya Pitágoras (540 a.C.) usaba un artefacto parecido cuando se reunía en 'círculos' en los que 'una tabla mística que se movía con ruedas' hacia signos que el filósofo y uno de sus estudiantes interpretaban a la audiencia como revelaciones del mundo invisible. En la China, antes del nacimiento de Confusio, se usaba algo similar, lo que parecía ser una forma 'no peligrosa' de comunicarse con los espíritus de los muertos.
El mundo del ocultismo abrazó con entusiasmo a la ouija. En 1853, en Francia, el 'espiritualista' M. Planchette, diseñó una ouija similar a la que hoy día es popular. Elija J. Nond, en USA, le hizo variaciones; William Fuld le compró los derechos y un año después la patentizó. Finalmente, en 1966, 'Parker Brothers' compró los derechos sobre el juego de la ouija y ha sido desde entonces su fabricante. Sin embargo la ouija, en diferentes versiones, se ha popularizado tanto que se puede obtener por infinidad de medios.
'Parker Brothers' y otros, para aumentar el mercado, han querido enterrar la relación de la ouija con el ocultismo. A estos señores lo que les interesa es popularizar el juego para hacer dinero. Prefieren decir que los jugadores buscan su 'yo' subconsciente para obtener respuestas. Según esta versión, la ouija trae a nuestra conciencia lo que está oculto en nuestro subconsciente. Como una llave para acceder a nuestro conocimiento interior.
Pero eso es pura ficción para cubrir una realidad más oscura. Cuando el hombre se abre a buscar respuestas más allá de lo que se puede llegar por el uso de la razón (estudio, lógica), entra en el campo de lo sobrenatural en el que sólo hay dos caminos: Dios y el demonio.
El mismo artículo arriba mencionado delata la verdad sobre este nefasto juego: 'En definitiva (la ouija) es una manera más de intentar acercarnos al mundo de lo oculto, en busca de información de aquello que por el momento no podremos demostrar'.
Ahora existe una nueva versión de la ouija para el siglo XXI: un juego para ordenadores (computadoras). Es más sofisticado que el tablero pero su importe espiritual es el mismo.
Importe espiritual
Ciertamente nadie que conozca y ame a Dios busca su dirección por medio de la ouija. Dios se da a conocer (se revela), no por medio de juegos, sino a través de Su Hijo, Jesucristo. El nos lo enseña todo en la revelación que confió a Su iglesia.Quien desea buscar la verdad va a las Sagradas Escrituras y a las enseñanzas de la Iglesia. Entonces, con el corazón abierto al Espíritu Santo sabremos como aplicar las enseñanzas a la vida diaria.
Algunos empiezan a jugar ignorantes del mal que hacen. Pero lamentablemente muchos juegan por pura soberbia, pues sabiendo que ofenden a Dios continúan haciéndolo. Muchos me escriben, aún después que les he explicado sobre estas cosas, no buscando salirse sino preguntándome sobre el significado de los mensajes que aparecen cuando juegan. Si usted desea jugar con el demonio y descifrar sus mensajes, no busque mi ayuda. Escribo solo para alertar a los que no saben lo que es la ouija y ayudar a los que de verdad se quieran arrepentir.
No se puede justificar el uso de la ouija con el pretexto de entretenerse y curiosear lo oculto. La verdad es que al jugar con la ouija se abre la puerta al demonio cuyo objetivo es llevarnos el infierno.
El Primer Mandamiento prohíbe apelar a otro espíritu fuera de Dios. El rey Saúl recurrió a una mujer de Endor para conjurar el espíritu del difunto profeta Samuel y fue castigado por Dios (1 Sam 28: 8-17). Se trata del pecado de adivinación: querer 'desvelar' el porvenir recurriendo a espíritus (que en realidad son demonios).
Pero, ¿no rezan los católicos a los santos? Esto es muy diferente. A los santos no los invocamos jamás en forma de oráculo. Nos conformamos con pedirles que recen por nosotros y que nos ayuden en nuestro peregrinar. Les pedimos que nos ayuden a vivir lo que Dios nos manda, no a buscar otro camino.
Un defensor de la ouija escribe: '...aunque tradicionalmente se considera a la ouija un juego, los expertos de todo el mundo nos recomiendan que podemos disfrutar de ella, pero sin perderle el respeto.'Estos 'expertos' se contradicen. Por un lado nos dicen que la ouija es solo un juego y rechazan toda advertencia de peligro contra ella, pero al mismo tiempo nos dicen que le tengamos 'respeto'. Entonces, ¿Es un juego o es algo serio? Si estos 'expertos' le tuvieran respeto a Dios no quisieran ofenderle buscando en la ouija lo que sólo Dios puede dar: la verdad. Es cuestión de fidelidad.
Alguno me acusa de que mi oposición a la ouija 'coarta la mente de la persona que le gusta indagar en lo oculto, priva a la mente humana de la investigación responsable'. Debo aclarar que no coarto a nadie. A quien quiera jugar a la ouija solo le advierto en lo que se está metiendo. Queda libre para decidir. En cuanto a la 'investigación responsable', nada tiene de responsable tirarse de un décimo piso a ver que ocurre. Los peligros, especialmente los peligros para el alma, se conocen a la luz de nuestra alianza de fe con Dios. No hacemos lo que Dios prohíbe para 'investigar' ¿Hacían 'investigación responsable' Adán y Eva cuando comieron del fruto prohibido?.
La ouija nos atrae por la curiosidad y por la soberbia.
En un artículo favorable a la ouija leemos:
(La ouija) nos conquista haciéndonos creer que somos seres fabulosos, reencarnaciones de personajes famosos, ... De modo que se hace casi irresistible volver a conectar para recabar más información.
El mismo artículo descarta todo peligro justificando que podemos mantener el control de la situación:
Así que mientras no te olvides que eres tú quien debe llevar la voz cantante se supone que no pasará nada.
¿Se supone que no pasará nada? Es notable la semejanza entre esta mentalidad moderna y la tentación de la serpiente en el paraíso:
Replicó la serpiente a la mujer: 'De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.' -Génesis 3,4-5
El demonio, sigue ofreciéndonos los consejos que le dieron tan buen resultado con nuestros primeros padres: 'no morirán...serán como dioses'. Entonces ridiculiza a quién vea el peligro detrás de sus 'juegos'.
Los efectos no son automáticos.
Puede ser que se juegue con la ouija muchas veces sin constatar perjuicio alguno. Puede que al principio parezca un juego inofensivo. El enemigo sabe que a veces es mejor esperar a que sus presas se adentren mas profundo en la trampa. Si tan solo logra distraer del camino recto ya ha logrado su cometido.
¿Cómo puede funcionar la ouija?
Siendo mucho más inteligente que nosotros, el demonio tiene conocimientos que nos parecen maravillosos pero que los utiliza para atraparnos y engañarnos. Puede además imitar voces y apariencias de personas que han muerto.
No debemos buscar conocer sino lo que Dios nos quiera revelar, ya sea por medio del uso natural de la razón sometida a Dios o por su revelación.
Hay que advertir que, aunque se use la ouija por curiosidad, se está abriendo camino para el demonio y no es de extrañar que la persona quede espiritualmente afectada. Los resultados pueden ser, por ejemplo, dificultades posteriores en la oración, fantasías, obsesiones y otras opresiones mentales. Puede ocurrir que la persona se envicie con la ouija. En ese caso la opresión del demonio sobre esa pobre alma se hace mayor. Se entra en lo oculto hasta convertirse en una fascinación.
¿Qué hacer?
Cuide de que la ouija no entre en su hogar. No se deje influenciar por los que dicen que es sólo un juego inofensivo. Una mente consagrada a Dios tiene en El su guía y no se abre al vacío para buscar respuestas. Como sacerdote he conocido a muchas personas oprimidas por ese 'juego'.
Si alguna vez, aunque por juego, has usado la ouija, arrepiéntase y confiéselo como pecado contra el Primer Mandamiento.Renuncie a Satanás y prométale a Dios jamás recurrir a la superstición ni a lo oculto. Solo Dios es fuente de verdad. Si regresas al Señor con esta actitud NO TEMAS. Dios es infinitamente poderoso y misericordioso. CONFÍA EN SU PERDÓN. Dios ha venido a salvarnos. Todos somos pecadores. Si tan solo renunciamos al pecado y entramos por el Camino de Su gracia el enemigo nada podrá por mucho que amenace.
Señor, 'no nos dejes caer en la tentación y líbranos del maligno'. Amén.
El 'juego' de la ouija consiste en poner las manos sobre una pequeña plataforma que se desplaza lentamente sobre un tablero, movida por alguna fuerza misteriosa. El tablero está inscrito con números y las letras del alfabeto. Los jugadores esperan respuesta a sus preguntas según las letras sobre las que se mueva la plataforma. La 'diversión' está en la curiosidad y el misterio de comunicarse con algún espíritu que revela secretos y, cuanto más parezca 'funcionar', más la ouija (y el espíritu detrás de ella) atrae y ata, hasta convertirse en una obsesión.
Un artículo que nos enviaron (no conocemos su autor pero representa bien la posición de los medios seculares) dice:
Mucha gente se ve atraída por la posibilidad de contactar con un ser querido ya muerto, otros sólo por curiosidad y otros para pasar el rato... La verdad es que con el tiempo la ouija está variando el destino del contactante en función de las nuevas creencias. Por ejemplo hay quien la utiliza supuestamente para contactar con seres extraterrestres, seres de otras dimensiones, ángeles, ... En definitiva, parece que el juego del tablero hoy en día nos ofrece numerosas posibilidades.
Orígenes
Ya Pitágoras (540 a.C.) usaba un artefacto parecido cuando se reunía en 'círculos' en los que 'una tabla mística que se movía con ruedas' hacia signos que el filósofo y uno de sus estudiantes interpretaban a la audiencia como revelaciones del mundo invisible. En la China, antes del nacimiento de Confusio, se usaba algo similar, lo que parecía ser una forma 'no peligrosa' de comunicarse con los espíritus de los muertos.
El mundo del ocultismo abrazó con entusiasmo a la ouija. En 1853, en Francia, el 'espiritualista' M. Planchette, diseñó una ouija similar a la que hoy día es popular. Elija J. Nond, en USA, le hizo variaciones; William Fuld le compró los derechos y un año después la patentizó. Finalmente, en 1966, 'Parker Brothers' compró los derechos sobre el juego de la ouija y ha sido desde entonces su fabricante. Sin embargo la ouija, en diferentes versiones, se ha popularizado tanto que se puede obtener por infinidad de medios.
'Parker Brothers' y otros, para aumentar el mercado, han querido enterrar la relación de la ouija con el ocultismo. A estos señores lo que les interesa es popularizar el juego para hacer dinero. Prefieren decir que los jugadores buscan su 'yo' subconsciente para obtener respuestas. Según esta versión, la ouija trae a nuestra conciencia lo que está oculto en nuestro subconsciente. Como una llave para acceder a nuestro conocimiento interior.
Pero eso es pura ficción para cubrir una realidad más oscura. Cuando el hombre se abre a buscar respuestas más allá de lo que se puede llegar por el uso de la razón (estudio, lógica), entra en el campo de lo sobrenatural en el que sólo hay dos caminos: Dios y el demonio.
El mismo artículo arriba mencionado delata la verdad sobre este nefasto juego: 'En definitiva (la ouija) es una manera más de intentar acercarnos al mundo de lo oculto, en busca de información de aquello que por el momento no podremos demostrar'.
Ahora existe una nueva versión de la ouija para el siglo XXI: un juego para ordenadores (computadoras). Es más sofisticado que el tablero pero su importe espiritual es el mismo.
Importe espiritual
Ciertamente nadie que conozca y ame a Dios busca su dirección por medio de la ouija. Dios se da a conocer (se revela), no por medio de juegos, sino a través de Su Hijo, Jesucristo. El nos lo enseña todo en la revelación que confió a Su iglesia.Quien desea buscar la verdad va a las Sagradas Escrituras y a las enseñanzas de la Iglesia. Entonces, con el corazón abierto al Espíritu Santo sabremos como aplicar las enseñanzas a la vida diaria.
Algunos empiezan a jugar ignorantes del mal que hacen. Pero lamentablemente muchos juegan por pura soberbia, pues sabiendo que ofenden a Dios continúan haciéndolo. Muchos me escriben, aún después que les he explicado sobre estas cosas, no buscando salirse sino preguntándome sobre el significado de los mensajes que aparecen cuando juegan. Si usted desea jugar con el demonio y descifrar sus mensajes, no busque mi ayuda. Escribo solo para alertar a los que no saben lo que es la ouija y ayudar a los que de verdad se quieran arrepentir.
No se puede justificar el uso de la ouija con el pretexto de entretenerse y curiosear lo oculto. La verdad es que al jugar con la ouija se abre la puerta al demonio cuyo objetivo es llevarnos el infierno.
El Primer Mandamiento prohíbe apelar a otro espíritu fuera de Dios. El rey Saúl recurrió a una mujer de Endor para conjurar el espíritu del difunto profeta Samuel y fue castigado por Dios (1 Sam 28: 8-17). Se trata del pecado de adivinación: querer 'desvelar' el porvenir recurriendo a espíritus (que en realidad son demonios).
Pero, ¿no rezan los católicos a los santos? Esto es muy diferente. A los santos no los invocamos jamás en forma de oráculo. Nos conformamos con pedirles que recen por nosotros y que nos ayuden en nuestro peregrinar. Les pedimos que nos ayuden a vivir lo que Dios nos manda, no a buscar otro camino.
Un defensor de la ouija escribe: '...aunque tradicionalmente se considera a la ouija un juego, los expertos de todo el mundo nos recomiendan que podemos disfrutar de ella, pero sin perderle el respeto.'Estos 'expertos' se contradicen. Por un lado nos dicen que la ouija es solo un juego y rechazan toda advertencia de peligro contra ella, pero al mismo tiempo nos dicen que le tengamos 'respeto'. Entonces, ¿Es un juego o es algo serio? Si estos 'expertos' le tuvieran respeto a Dios no quisieran ofenderle buscando en la ouija lo que sólo Dios puede dar: la verdad. Es cuestión de fidelidad.
Alguno me acusa de que mi oposición a la ouija 'coarta la mente de la persona que le gusta indagar en lo oculto, priva a la mente humana de la investigación responsable'. Debo aclarar que no coarto a nadie. A quien quiera jugar a la ouija solo le advierto en lo que se está metiendo. Queda libre para decidir. En cuanto a la 'investigación responsable', nada tiene de responsable tirarse de un décimo piso a ver que ocurre. Los peligros, especialmente los peligros para el alma, se conocen a la luz de nuestra alianza de fe con Dios. No hacemos lo que Dios prohíbe para 'investigar' ¿Hacían 'investigación responsable' Adán y Eva cuando comieron del fruto prohibido?.
La ouija nos atrae por la curiosidad y por la soberbia.
En un artículo favorable a la ouija leemos:
(La ouija) nos conquista haciéndonos creer que somos seres fabulosos, reencarnaciones de personajes famosos, ... De modo que se hace casi irresistible volver a conectar para recabar más información.
El mismo artículo descarta todo peligro justificando que podemos mantener el control de la situación:
Así que mientras no te olvides que eres tú quien debe llevar la voz cantante se supone que no pasará nada.
¿Se supone que no pasará nada? Es notable la semejanza entre esta mentalidad moderna y la tentación de la serpiente en el paraíso:
Replicó la serpiente a la mujer: 'De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.' -Génesis 3,4-5
El demonio, sigue ofreciéndonos los consejos que le dieron tan buen resultado con nuestros primeros padres: 'no morirán...serán como dioses'. Entonces ridiculiza a quién vea el peligro detrás de sus 'juegos'.
Los efectos no son automáticos.
Puede ser que se juegue con la ouija muchas veces sin constatar perjuicio alguno. Puede que al principio parezca un juego inofensivo. El enemigo sabe que a veces es mejor esperar a que sus presas se adentren mas profundo en la trampa. Si tan solo logra distraer del camino recto ya ha logrado su cometido.
¿Cómo puede funcionar la ouija?
Siendo mucho más inteligente que nosotros, el demonio tiene conocimientos que nos parecen maravillosos pero que los utiliza para atraparnos y engañarnos. Puede además imitar voces y apariencias de personas que han muerto.
No debemos buscar conocer sino lo que Dios nos quiera revelar, ya sea por medio del uso natural de la razón sometida a Dios o por su revelación.
Hay que advertir que, aunque se use la ouija por curiosidad, se está abriendo camino para el demonio y no es de extrañar que la persona quede espiritualmente afectada. Los resultados pueden ser, por ejemplo, dificultades posteriores en la oración, fantasías, obsesiones y otras opresiones mentales. Puede ocurrir que la persona se envicie con la ouija. En ese caso la opresión del demonio sobre esa pobre alma se hace mayor. Se entra en lo oculto hasta convertirse en una fascinación.
¿Qué hacer?
Cuide de que la ouija no entre en su hogar. No se deje influenciar por los que dicen que es sólo un juego inofensivo. Una mente consagrada a Dios tiene en El su guía y no se abre al vacío para buscar respuestas. Como sacerdote he conocido a muchas personas oprimidas por ese 'juego'.
Si alguna vez, aunque por juego, has usado la ouija, arrepiéntase y confiéselo como pecado contra el Primer Mandamiento.Renuncie a Satanás y prométale a Dios jamás recurrir a la superstición ni a lo oculto. Solo Dios es fuente de verdad. Si regresas al Señor con esta actitud NO TEMAS. Dios es infinitamente poderoso y misericordioso. CONFÍA EN SU PERDÓN. Dios ha venido a salvarnos. Todos somos pecadores. Si tan solo renunciamos al pecado y entramos por el Camino de Su gracia el enemigo nada podrá por mucho que amenace.
Señor, 'no nos dejes caer en la tentación y líbranos del maligno'. Amén.
miércoles 24 de octubre de 2007
Ser padre compromete
No es extraño que el mundo parezca de locos y que todo se esté desmoronando. ¡Si formar a los hijos y conducir el hogar está resultando una labor titánica!
Pero por ahí se está resquebrajando el mundo, ¡y por ahí hay que empezar a salvarlo! Se necesita armazón en el hogar, claridad en los criterios y sostén en los hijos. Los padres están perdiendo las armas espirituales y no saben luchar.
El padre y muy probablemente la madre salen desde temprano. El día es para el trabajo. La mente, para la oficina. La tarde, para lo más urgente de la casa. Y la noche para el cansancio.
A los hijos les toca lo que sobra de todo este oleaje, la resaca de todas estas tormentas y tensiones. Ese es el hueco que nadie puede llenar ni suplir.
Se rompen ligamentos en la estructura del hogar y todo queda como desarticulado.
No es extraño que el hijo declare tantas guerras dentro del hogar, si está acostumbrado a ver guerrear desde que nace.
No es extraño un hijo solitario, rebelde, arisco, si no ha visto el entendimiento y la armonía. No es extraño que su conducta no sea franca, directa, abierta, sino de disimulos, de mentiras, de silencios. Si ha visto la hipocresía como norma de vida.
No es extraño verlo apartado de la religión, si en casa nadie practica la Palabra de Dios. No es extraño que pierda los frenos a la edad de los amarres y la pasión lo tiente, y el vicio se los lleve, si nadie lo está aconsejando ni pasando su crisis junto a él.
No es extraño un hijo "enigma", introvertido, extravagante, si vive bajo el misterio de la falta de madre y de la falta de hogar.
Hacemos rendir el dinero, ¡pero pasamos impasibles la vida!
Yo sé que los padres tienen dentro un caudal enorme, pero lo están abasteciendo muy poco, y de ese poco, la mitad son aguas muertas.
Yo sé que el hijo es un campo para mucho fruto, pero regado a cuentagotas, ni madura bien, ni crece a tiempo.
El problema no es de leyes, sino de padres.
El problema no es de escuela, sino de hogares.
El problema no es de sermones, sino de ejemplo.
El problema no es el ambiente que reina afuera, es el clima moral que se respira dentro...
El hogar pasa tantas horas vacío, que ya no es una frontera protectora.
Si el hijo no tiene a sus padres a su lado... ¿de que sirve haberlo tenido?
Pero por ahí se está resquebrajando el mundo, ¡y por ahí hay que empezar a salvarlo! Se necesita armazón en el hogar, claridad en los criterios y sostén en los hijos. Los padres están perdiendo las armas espirituales y no saben luchar.
El padre y muy probablemente la madre salen desde temprano. El día es para el trabajo. La mente, para la oficina. La tarde, para lo más urgente de la casa. Y la noche para el cansancio.
A los hijos les toca lo que sobra de todo este oleaje, la resaca de todas estas tormentas y tensiones. Ese es el hueco que nadie puede llenar ni suplir.
Se rompen ligamentos en la estructura del hogar y todo queda como desarticulado.
No es extraño que el hijo declare tantas guerras dentro del hogar, si está acostumbrado a ver guerrear desde que nace.
No es extraño un hijo solitario, rebelde, arisco, si no ha visto el entendimiento y la armonía. No es extraño que su conducta no sea franca, directa, abierta, sino de disimulos, de mentiras, de silencios. Si ha visto la hipocresía como norma de vida.
No es extraño verlo apartado de la religión, si en casa nadie practica la Palabra de Dios. No es extraño que pierda los frenos a la edad de los amarres y la pasión lo tiente, y el vicio se los lleve, si nadie lo está aconsejando ni pasando su crisis junto a él.
No es extraño un hijo "enigma", introvertido, extravagante, si vive bajo el misterio de la falta de madre y de la falta de hogar.
Hacemos rendir el dinero, ¡pero pasamos impasibles la vida!
Yo sé que los padres tienen dentro un caudal enorme, pero lo están abasteciendo muy poco, y de ese poco, la mitad son aguas muertas.
Yo sé que el hijo es un campo para mucho fruto, pero regado a cuentagotas, ni madura bien, ni crece a tiempo.
El problema no es de leyes, sino de padres.
El problema no es de escuela, sino de hogares.
El problema no es de sermones, sino de ejemplo.
El problema no es el ambiente que reina afuera, es el clima moral que se respira dentro...
El hogar pasa tantas horas vacío, que ya no es una frontera protectora.
Si el hijo no tiene a sus padres a su lado... ¿de que sirve haberlo tenido?
Valorar los talentos que Dios nos da. Mateo 25,14-30
Autor: Fray Nelson Medina
Talento que da Dios; talento que hay que poner a trabajar. El hombre de esta parábola felicitó al que había ganado cinco talentos, y al que había ganado dos talentos; les dio exactamente, la misma felicitación “Muy bien, empleado fiel y cumplidor, has sido fiel en lo poco, tendrás un cargo importante, pasa al banquete de tu Señor” (Mateo 25,23)
Esta fórmula de felicitación fue la misma; uno había ganado dos talentos, y otro había ganado cinco; pero la felicitación fue la misma, ¿Por qué? porque lo que Dios mira, no es si fueron dos, o si fueron cinco; sino, que el que tenía cinco, ganó otros cinco, o sea duplicó; aprovechó todo lo suyo, aprovechó todo lo que tenía; y el que tenía dos, ganó otros dos, aprovechó todo lo que tenía. Mientras tanto, el que había recibido un solo talento, eso es como si no hubiera recibido nada dígase que ese hombre que recibió un solo talento, lo enterró en la tierra, lo metió en la tierra, ¿Y cuál era su propósito? sacarlo de la tierra y devolvérselo al señor ¿Qué sacó? ¡Nada!
Ese es el ejemplo de una vida vacía, de una vida estéril, de una vida sin sentido; ¿Qué saqué yo de la vida? Nada. Hay muchas personas que están viviendo así; es decir, la vida me dio, por ejemplo, dinero; pero, ¿el dinero me lo voy a llevar después de que me muera? parece que no. El que pone su esperanza sólo en el dinero ¿qué le pasa? que cuando se va de esta tierra le toca devolver su talento; lo único que hizo fue dinero, y ese dinero, esa fortuna ¿para quién va a ser? será para los herederos, será para las peleas de los juicios de sucesión, que para eso existen los abogados, será para lo que sea; pero a ese hombre no le va a aprovechar;
1. Primera enseñanza: A Dios no le importa la cantidad de mi trabajo; sino la calidad de mi trabajo. El que había ganado cinco talentos recibió la misma felicitación, que, el que había ganado dos talentos; luego a Dios no le importa el número de talentos.
Mire, Él es el dueño del universo; o sea, Él no está necesitando que nosotros le demos, ni unos centavitos, ni unos talentos, ni unos millones, ni nada; Él no necesita nada de nosotros; a Él no le interesa la cantidad; sino la calidad de nuestro trabajo, y ¿cuál es la calidad que Él quiere de nosotros? es muy sencillo: ¡Todo! Así de sencillito; de cinco talentos que tienes; te consigas otros cinco, y si fueron veinte que consigas otros veinte; ¿qué significa eso? Significa: ¡Todo! Todo tu ser. Esa es la calidad, que Él quiere. Entonces, las personas que dan grandes donaciones a las obras de caridad; y dicen, bueno, yo he tenido un año muy bueno; he tenido ingresos por mil trescientos millones de pesos; entonces, yo puedo dar perfectamente, una donación de un millón y medio. Un millón y medio es una donación que, seguramente, ninguno de nosotros podría dar. Nuestras capacidades no dan hasta allá, y nosotros diríamos ¡Guau! Puede dar un millón, y medio. ¡huuy! tiene mucho dinero; pero Dios no mira eso; a Dios le interesa la cantidad; sino la calidad, y la calidad que Dios quiere es ¡Todo! que todo tu ser esté trabajando para la gloria del reino de Dios. ¡Todo tu ser!
2. Segunda enseñanza. Hay personas que están viviendo, como el hombre que tuvo un solo talento; es decir, están viviendo como para devolver todo lo que la vida les dio. Todo.
Por ejemplo, pensemos en la belleza. La belleza es un talento; decía por ahí un pensador “la belleza es el primer don que la naturaleza le da a las mujeres, y es el primer don que les quita” entonces, si una persona vivió, por ejemplo, para la belleza; dicen: “me voy a dedicar a pesar treinta kilos; me voy a dedicar a tener el cabello estilizado; me voy a dedicar a tener la piel tersa; me voy a dedicar a…” Y esa va a ser mi vida; entonces el gimnasio, la dieta, el tratamiento, la vanidad, la crema, el menjurje, la untura, el emplasto, ¿no es cierto? “Me voy a dedicar a eso” pero ¿y qué pasa con esa persona? Pues, pasa, que eso pasa... pasa, que eso se acaba. Entonces, hay personas que están viviendo así; dedicadas a ser porcelanas de museo: y dicen “yo voy a ser una porcelana, voy a tener piel de diosa de aquí en adelante, tendré un cutis apropiado como para una diosa”; y eso es tedioso; porque estás tratando de tener piel de diosa pero resulta que un día todo eso se acaba.
Y, entonces, ¿la persona qué estaba haciendo? no estaba haciendo nada: entonces la segunda enseñanza que sacamos; es que, hay que saber en dónde están trabajando nuestros intereses; en dónde están trabajando nuestros talentos. Porque los otros se fueron a trabajar mientras que este, a la tierra; hay personas que sólo miran tierra; es decir, que sólo miran para este mundo, para esta tierra, y por eso, se entierran; porque sólo piensan en las cosas de esta tierra; el que sólo piensa en las cosas de esta tierra, tiene su talento enterrado, y cuando llegue Dios a pedir cuentas; lo único que va a encontrar es, que, lo que Dios le dio, lo perdió; porque en realidad de ahí no sacó ninguna ganancia, esta es una segunda enseñanza que quería compartir con ustedes.
3. Tercera enseñanza. Vamos a sacar todavía otra enseñanza; muchos de nosotros no conocemos los talentos que tenemos; una de las señales de que una persona no se quiere es que uno se vuelve violento, se vuelve agresivo, se vuelve altanero; las personas que no se quieren así mismas, obran así; de pronto, alguno dirá ¿cómo así? yo no entiendo ¿por qué esa es una de las maneras de no quererse? Pero póngale cuidado; y verá que eso es así, cuando una persona siente que no vale nada, trata de imponerse; es decir, trata de hacerse sentir, porque siente que no vale nada. La agresividad que muchos de nosotros tenemos en nuestras familias; o que tenemos ante la sociedad; o que tenemos en el colegio; o en la universidad; esa agresividad se muestra a veces con las palabras.
Hay personas que van a hablar; pero primero, deberían sacarse un sapo que tienen ahí, de los últimos insultos, majaderías y porquerías que dijeron; hay gente que vive con lagartijas, cucarachas, etc. en su boca… Hay mujeres que consideran que es muy inn y muy interesante ser groseras; entonces abren su boca de alcantarilla apestosa, y sacan todo género de lagartijas y porquerías; y ya sienten que son las mujeres libres, podrán pensar: “¿han visto cómo yo soy libre hablando de lo que me venga en gana y como se me antoje?” Les podríamos decir: “Sí mijita; pero hable para otro lado, porque está que apesta, se le pudrió alguno de sus sapos. Mijita voltéese para allá porque eso está que apesta”; entonces dese cuenta usted, mi querida amigay amigo; toda esa agresividad que acumulamos en las palabras, es porque seguro, hay una falta de amor a si mismo.
Miren, pasan cosas simpáticas; por ejemplo, hay gente que para sentirse fuerte, necesita estar en un grupo, en medio de una “bola” de gente; esas son las famosas pandillas ¿y en qué consiste una pandilla? Pues en que cada uno de los pandilleros es un cobarde, por eso tienen que juntarse; diez, doce, “¡ah! ¡Somos los duros! nos llamamos los duros, sí; ¡Sí, somos los duros!”
Entonces, usted coge a cualquiera de la pandilla, juntos; se sienten fuertes; y retan a cualquiera: “oiga ¿Qué se cree usted? ¿Quién es usted? ¿Qué me ve?” Detrás de esas personas que parecen tan duras, casi siempre, lo que hay es miedo, vacío, soledad, falta de familia, miedo al silencio.
Me comentaba una amiga: “yo llego al apartamento, y lo primero que hago, es poner un ruido”; ¿a qué llama, ella poner un ruido? poner una grabadora, poner el equipo, poner un CD, encender el televisor, lo que sea; y le preguntaba yo “¿y por qué eso? ¿Le pones cuidado a los programas de la televisión, de la radio?” Decía: “no; realmente, no; es tener un ruido de fondo solamente”
Le tenemos miedo al silencio; le tenemos miedo a encontrarnos con nosotros mismos; no nos queremos; es muy curiosa la contradicción que vive la juventud contemporánea; nos consentimos... aparentemente nos consentimos; especialmente, en comodidades, en manjares, en ropa, en esas cosas; en la medida de nuestras posibilidades nos consentimos, y nos mimamos.
Pero, en el fondo son vidas que están vacías de verdadero amor; o sea que, fíjate lo que estamos diciendo, la mayor parte de la juventud, me atrevo, a decir se consciente así misma; pero no se ama ¿Cuál es la señal de la persona que tiene verdadero y recto amor así misma? Es una persona que está en PAZ.
Usted se imagina, por ejemplo, el caso de una pareja de enamorados donde resulta que el varón va a visitar a la pareja, llega a casa de ella, entra; apenas, ha dado un paso dentro de la casa; Ella le dice: “espérate que le voy a subir el volumen al equipo”; “no, pero es que yo quiero que hablemos”; “espera que va a empezar el programa de televisión, perdón un momento, que me voy a acomodar aquí, el walkman”; El, evidentemente, le diría; “bueno, ¿Es que, yo no te importo?” “¡Ay! después hablamos de eso”
Así nos pasa a nosotros; estar en silencio significa, encontrarse uno con uno mismo, y como uno, no es amigo de uno mismo; y como uno tiene miedo de encontrarse con uno mismo, por eso vive con ruidos externos. Entonces, uno está mirando ese modelo de hombre de nuestros días; hombres fuertes, audaces; ante los cuales, todas se derriten; y entonces el hombre común, el hombrecito este se pone a mirarse, y dice: “en primer lugar, estoy un poquito panzoncito; en segundo lugar, ninguno de mis ídolos ha tenido todos los barros que yo tengo; en tercer lugar se me está cayendo el pelo; no tengo músculos, sudo mucho, soy feo, no sé bailar; para decir algo tengo que ir a la cocina”; ...el muchacho no se quiere; el muchacho en esas circunstancias ¿cómo se va a querer? ¿Por qué? porque el está mirando ese ídolo. Y, él dice: “no pues me falta demasiado, me falta mucho”, y si esto decimos de los hombres; analice cuánto sucede también para las mujeres.
Hubo una joven; estas historias son reales, no historias secretas, sino historias reales; una muchacha escribía en su diario; ella me compartió una partecita de su diario, y esa muchacha escribía en su diario sus pequeñas congojas, sus problemas, sus angustias, sus soledades; escribía poesía, pensamientos, autógrafos, en fin todas estas cosas; y entonces ella, por allá en una determinada fecha, escribía: “siento que tengo un grave problema, algo que impide que mi vida afectiva se organice” yo que estaba leyendo eso; (porque ella me había permitido), pensé para mis adentros: “¿Quién sabe que dificultad ha tenido esta pobre niña, seguramente, problemas de familia? ¿Quién sabe, el papá o la mamá? ¿Quizás son separados? ¿Quién sabe que podrá estar sucediendo?”
Ella seguía escribiendo allá en su diario, con una hermosa letra; porque eso si, tenía una letra preciosa; “sí, tengo un grave problema, y yo creo, que aquí, ya nadie me podrá querer, la verdad es que me siento muy distinta, me siento muy sola” en fin, pensaba una cantidad de cosas; y, yo, a esas alturas; porque como es una novelita completa, la del diario, yo seguía leyendo; y entonces, ella dice “pero, a partir de mañana, voy a empezar a solucionar mi problema; a partir de mañana, pondré toda mi fuerza de voluntad; y mi problema se podrá arreglar; voy a endurecer el abdomen”
Todo ese drama tan espantoso, porque ella se sentía acomplejada ¿por qué? porque estaba “aguada”, ese era todo su problema; y como todo su valor, toda su autoestima, todo su ser estaba en no tener un cuerpo aguado; ella sentía que por esa circunstancia, ya nadie la podía querer, “Ya nadie me puede aceptar, estoy aguada, ¿qué voy hacer? Bueno, pero si hay algo que puedo hacer, a partir de mañana, endurecer el abdomen”
Nosotros no nos queremos; y la razón por la que no nos queremos, es porque creemos que tenemos que parecernos a tal modelo, a tal cantante, a tal artista hombre, o mujer; y si no soy así, nadie me va a querer, nadie me va a aceptar; este es nuestro grave problema; y ¿Qué pasa con eso? que no descubrimos nuestros talentos; nosotros tenemos talentos, pero la condición para descubrirlos, la condición para abrirles la puerta a esos dones de Dios, ¿Es cuál?
La condición es que nosotros empecemos por reconocer que así nos ama Dios; que Dios no necesita que te parezcas a ninguna super, ultra, mega modelo; porque si no eres así, y si no tienes mirada matadora, si no tienes una vida revesada; entonces nadie te va a querer; Dios no obra así; Dios es bueno; Dios te ama así, como tú eres.
Eso no significa que Dios no vaya a transformarte; pero Dios empieza por aceptarte, y por eso, lo que nosotros debemos hacer ahora es, hacer una oración para aprender a aceptarnos, para aprender a querernos, y poder decirle a Dios “Señor tu me amas, tu me aceptas a mi”
Y, mientras yo esté pensando que la condición para ser hombre, o para ser mujer; que la única condición para ser hombre o ser mujer es que yo me parezca a tal o cual persona; yo tengo cerrada las puertas de los talentos. Pero este es el dolor, y estas son las lágrimas, y estos son los dolores de muchísimas muchachas, y de muchísimas niñas, este es el dolor, y no solo de las cosas físicas, sino de las cosas de familia, y de las cosas intelectuales.
Hay personas que nos sentimos de pronto acomplejadas, “¡ay! yo soy un bruto, yo siempre la embarro, siempre que llega el examen la embarro, no salgo con nada; y yo he decepcionado mucho a mi mamá, yo tengo muy desinflada a la gente, y todo el mundo me trata mal, y yo no valgo nada”
¿Así, van a florecer los talentos de Dios? Así, no, hermano; así, no, hermana; entonces vamos hacer oración, a pedirle a Dios que nos conceda aceptarnos, que nos conceda amarnos; pero no amarnos con ese amor propio que excluye a otras personas, y que las humilla, sino amarnos como Dios nos ama; es decir, para realmente florecer en Él, para dejar de castigarnos, y así tendremos las puertas abiertas a los talentos que Dios nos regala, y así podremos también poner a trabajar todos esos talentos para su Gloria para su honra para su honor.
Talento que da Dios; talento que hay que poner a trabajar. El hombre de esta parábola felicitó al que había ganado cinco talentos, y al que había ganado dos talentos; les dio exactamente, la misma felicitación “Muy bien, empleado fiel y cumplidor, has sido fiel en lo poco, tendrás un cargo importante, pasa al banquete de tu Señor” (Mateo 25,23)
Esta fórmula de felicitación fue la misma; uno había ganado dos talentos, y otro había ganado cinco; pero la felicitación fue la misma, ¿Por qué? porque lo que Dios mira, no es si fueron dos, o si fueron cinco; sino, que el que tenía cinco, ganó otros cinco, o sea duplicó; aprovechó todo lo suyo, aprovechó todo lo que tenía; y el que tenía dos, ganó otros dos, aprovechó todo lo que tenía. Mientras tanto, el que había recibido un solo talento, eso es como si no hubiera recibido nada dígase que ese hombre que recibió un solo talento, lo enterró en la tierra, lo metió en la tierra, ¿Y cuál era su propósito? sacarlo de la tierra y devolvérselo al señor ¿Qué sacó? ¡Nada!
Ese es el ejemplo de una vida vacía, de una vida estéril, de una vida sin sentido; ¿Qué saqué yo de la vida? Nada. Hay muchas personas que están viviendo así; es decir, la vida me dio, por ejemplo, dinero; pero, ¿el dinero me lo voy a llevar después de que me muera? parece que no. El que pone su esperanza sólo en el dinero ¿qué le pasa? que cuando se va de esta tierra le toca devolver su talento; lo único que hizo fue dinero, y ese dinero, esa fortuna ¿para quién va a ser? será para los herederos, será para las peleas de los juicios de sucesión, que para eso existen los abogados, será para lo que sea; pero a ese hombre no le va a aprovechar;
1. Primera enseñanza: A Dios no le importa la cantidad de mi trabajo; sino la calidad de mi trabajo. El que había ganado cinco talentos recibió la misma felicitación, que, el que había ganado dos talentos; luego a Dios no le importa el número de talentos.
Mire, Él es el dueño del universo; o sea, Él no está necesitando que nosotros le demos, ni unos centavitos, ni unos talentos, ni unos millones, ni nada; Él no necesita nada de nosotros; a Él no le interesa la cantidad; sino la calidad de nuestro trabajo, y ¿cuál es la calidad que Él quiere de nosotros? es muy sencillo: ¡Todo! Así de sencillito; de cinco talentos que tienes; te consigas otros cinco, y si fueron veinte que consigas otros veinte; ¿qué significa eso? Significa: ¡Todo! Todo tu ser. Esa es la calidad, que Él quiere. Entonces, las personas que dan grandes donaciones a las obras de caridad; y dicen, bueno, yo he tenido un año muy bueno; he tenido ingresos por mil trescientos millones de pesos; entonces, yo puedo dar perfectamente, una donación de un millón y medio. Un millón y medio es una donación que, seguramente, ninguno de nosotros podría dar. Nuestras capacidades no dan hasta allá, y nosotros diríamos ¡Guau! Puede dar un millón, y medio. ¡huuy! tiene mucho dinero; pero Dios no mira eso; a Dios le interesa la cantidad; sino la calidad, y la calidad que Dios quiere es ¡Todo! que todo tu ser esté trabajando para la gloria del reino de Dios. ¡Todo tu ser!
2. Segunda enseñanza. Hay personas que están viviendo, como el hombre que tuvo un solo talento; es decir, están viviendo como para devolver todo lo que la vida les dio. Todo.
Por ejemplo, pensemos en la belleza. La belleza es un talento; decía por ahí un pensador “la belleza es el primer don que la naturaleza le da a las mujeres, y es el primer don que les quita” entonces, si una persona vivió, por ejemplo, para la belleza; dicen: “me voy a dedicar a pesar treinta kilos; me voy a dedicar a tener el cabello estilizado; me voy a dedicar a tener la piel tersa; me voy a dedicar a…” Y esa va a ser mi vida; entonces el gimnasio, la dieta, el tratamiento, la vanidad, la crema, el menjurje, la untura, el emplasto, ¿no es cierto? “Me voy a dedicar a eso” pero ¿y qué pasa con esa persona? Pues, pasa, que eso pasa... pasa, que eso se acaba. Entonces, hay personas que están viviendo así; dedicadas a ser porcelanas de museo: y dicen “yo voy a ser una porcelana, voy a tener piel de diosa de aquí en adelante, tendré un cutis apropiado como para una diosa”; y eso es tedioso; porque estás tratando de tener piel de diosa pero resulta que un día todo eso se acaba.
Y, entonces, ¿la persona qué estaba haciendo? no estaba haciendo nada: entonces la segunda enseñanza que sacamos; es que, hay que saber en dónde están trabajando nuestros intereses; en dónde están trabajando nuestros talentos. Porque los otros se fueron a trabajar mientras que este, a la tierra; hay personas que sólo miran tierra; es decir, que sólo miran para este mundo, para esta tierra, y por eso, se entierran; porque sólo piensan en las cosas de esta tierra; el que sólo piensa en las cosas de esta tierra, tiene su talento enterrado, y cuando llegue Dios a pedir cuentas; lo único que va a encontrar es, que, lo que Dios le dio, lo perdió; porque en realidad de ahí no sacó ninguna ganancia, esta es una segunda enseñanza que quería compartir con ustedes.
3. Tercera enseñanza. Vamos a sacar todavía otra enseñanza; muchos de nosotros no conocemos los talentos que tenemos; una de las señales de que una persona no se quiere es que uno se vuelve violento, se vuelve agresivo, se vuelve altanero; las personas que no se quieren así mismas, obran así; de pronto, alguno dirá ¿cómo así? yo no entiendo ¿por qué esa es una de las maneras de no quererse? Pero póngale cuidado; y verá que eso es así, cuando una persona siente que no vale nada, trata de imponerse; es decir, trata de hacerse sentir, porque siente que no vale nada. La agresividad que muchos de nosotros tenemos en nuestras familias; o que tenemos ante la sociedad; o que tenemos en el colegio; o en la universidad; esa agresividad se muestra a veces con las palabras.
Hay personas que van a hablar; pero primero, deberían sacarse un sapo que tienen ahí, de los últimos insultos, majaderías y porquerías que dijeron; hay gente que vive con lagartijas, cucarachas, etc. en su boca… Hay mujeres que consideran que es muy inn y muy interesante ser groseras; entonces abren su boca de alcantarilla apestosa, y sacan todo género de lagartijas y porquerías; y ya sienten que son las mujeres libres, podrán pensar: “¿han visto cómo yo soy libre hablando de lo que me venga en gana y como se me antoje?” Les podríamos decir: “Sí mijita; pero hable para otro lado, porque está que apesta, se le pudrió alguno de sus sapos. Mijita voltéese para allá porque eso está que apesta”; entonces dese cuenta usted, mi querida amigay amigo; toda esa agresividad que acumulamos en las palabras, es porque seguro, hay una falta de amor a si mismo.
Miren, pasan cosas simpáticas; por ejemplo, hay gente que para sentirse fuerte, necesita estar en un grupo, en medio de una “bola” de gente; esas son las famosas pandillas ¿y en qué consiste una pandilla? Pues en que cada uno de los pandilleros es un cobarde, por eso tienen que juntarse; diez, doce, “¡ah! ¡Somos los duros! nos llamamos los duros, sí; ¡Sí, somos los duros!”
Entonces, usted coge a cualquiera de la pandilla, juntos; se sienten fuertes; y retan a cualquiera: “oiga ¿Qué se cree usted? ¿Quién es usted? ¿Qué me ve?” Detrás de esas personas que parecen tan duras, casi siempre, lo que hay es miedo, vacío, soledad, falta de familia, miedo al silencio.
Me comentaba una amiga: “yo llego al apartamento, y lo primero que hago, es poner un ruido”; ¿a qué llama, ella poner un ruido? poner una grabadora, poner el equipo, poner un CD, encender el televisor, lo que sea; y le preguntaba yo “¿y por qué eso? ¿Le pones cuidado a los programas de la televisión, de la radio?” Decía: “no; realmente, no; es tener un ruido de fondo solamente”
Le tenemos miedo al silencio; le tenemos miedo a encontrarnos con nosotros mismos; no nos queremos; es muy curiosa la contradicción que vive la juventud contemporánea; nos consentimos... aparentemente nos consentimos; especialmente, en comodidades, en manjares, en ropa, en esas cosas; en la medida de nuestras posibilidades nos consentimos, y nos mimamos.
Pero, en el fondo son vidas que están vacías de verdadero amor; o sea que, fíjate lo que estamos diciendo, la mayor parte de la juventud, me atrevo, a decir se consciente así misma; pero no se ama ¿Cuál es la señal de la persona que tiene verdadero y recto amor así misma? Es una persona que está en PAZ.
Usted se imagina, por ejemplo, el caso de una pareja de enamorados donde resulta que el varón va a visitar a la pareja, llega a casa de ella, entra; apenas, ha dado un paso dentro de la casa; Ella le dice: “espérate que le voy a subir el volumen al equipo”; “no, pero es que yo quiero que hablemos”; “espera que va a empezar el programa de televisión, perdón un momento, que me voy a acomodar aquí, el walkman”; El, evidentemente, le diría; “bueno, ¿Es que, yo no te importo?” “¡Ay! después hablamos de eso”
Así nos pasa a nosotros; estar en silencio significa, encontrarse uno con uno mismo, y como uno, no es amigo de uno mismo; y como uno tiene miedo de encontrarse con uno mismo, por eso vive con ruidos externos. Entonces, uno está mirando ese modelo de hombre de nuestros días; hombres fuertes, audaces; ante los cuales, todas se derriten; y entonces el hombre común, el hombrecito este se pone a mirarse, y dice: “en primer lugar, estoy un poquito panzoncito; en segundo lugar, ninguno de mis ídolos ha tenido todos los barros que yo tengo; en tercer lugar se me está cayendo el pelo; no tengo músculos, sudo mucho, soy feo, no sé bailar; para decir algo tengo que ir a la cocina”; ...el muchacho no se quiere; el muchacho en esas circunstancias ¿cómo se va a querer? ¿Por qué? porque el está mirando ese ídolo. Y, él dice: “no pues me falta demasiado, me falta mucho”, y si esto decimos de los hombres; analice cuánto sucede también para las mujeres.
Hubo una joven; estas historias son reales, no historias secretas, sino historias reales; una muchacha escribía en su diario; ella me compartió una partecita de su diario, y esa muchacha escribía en su diario sus pequeñas congojas, sus problemas, sus angustias, sus soledades; escribía poesía, pensamientos, autógrafos, en fin todas estas cosas; y entonces ella, por allá en una determinada fecha, escribía: “siento que tengo un grave problema, algo que impide que mi vida afectiva se organice” yo que estaba leyendo eso; (porque ella me había permitido), pensé para mis adentros: “¿Quién sabe que dificultad ha tenido esta pobre niña, seguramente, problemas de familia? ¿Quién sabe, el papá o la mamá? ¿Quizás son separados? ¿Quién sabe que podrá estar sucediendo?”
Ella seguía escribiendo allá en su diario, con una hermosa letra; porque eso si, tenía una letra preciosa; “sí, tengo un grave problema, y yo creo, que aquí, ya nadie me podrá querer, la verdad es que me siento muy distinta, me siento muy sola” en fin, pensaba una cantidad de cosas; y, yo, a esas alturas; porque como es una novelita completa, la del diario, yo seguía leyendo; y entonces, ella dice “pero, a partir de mañana, voy a empezar a solucionar mi problema; a partir de mañana, pondré toda mi fuerza de voluntad; y mi problema se podrá arreglar; voy a endurecer el abdomen”
Todo ese drama tan espantoso, porque ella se sentía acomplejada ¿por qué? porque estaba “aguada”, ese era todo su problema; y como todo su valor, toda su autoestima, todo su ser estaba en no tener un cuerpo aguado; ella sentía que por esa circunstancia, ya nadie la podía querer, “Ya nadie me puede aceptar, estoy aguada, ¿qué voy hacer? Bueno, pero si hay algo que puedo hacer, a partir de mañana, endurecer el abdomen”
Nosotros no nos queremos; y la razón por la que no nos queremos, es porque creemos que tenemos que parecernos a tal modelo, a tal cantante, a tal artista hombre, o mujer; y si no soy así, nadie me va a querer, nadie me va a aceptar; este es nuestro grave problema; y ¿Qué pasa con eso? que no descubrimos nuestros talentos; nosotros tenemos talentos, pero la condición para descubrirlos, la condición para abrirles la puerta a esos dones de Dios, ¿Es cuál?
La condición es que nosotros empecemos por reconocer que así nos ama Dios; que Dios no necesita que te parezcas a ninguna super, ultra, mega modelo; porque si no eres así, y si no tienes mirada matadora, si no tienes una vida revesada; entonces nadie te va a querer; Dios no obra así; Dios es bueno; Dios te ama así, como tú eres.
Eso no significa que Dios no vaya a transformarte; pero Dios empieza por aceptarte, y por eso, lo que nosotros debemos hacer ahora es, hacer una oración para aprender a aceptarnos, para aprender a querernos, y poder decirle a Dios “Señor tu me amas, tu me aceptas a mi”
Y, mientras yo esté pensando que la condición para ser hombre, o para ser mujer; que la única condición para ser hombre o ser mujer es que yo me parezca a tal o cual persona; yo tengo cerrada las puertas de los talentos. Pero este es el dolor, y estas son las lágrimas, y estos son los dolores de muchísimas muchachas, y de muchísimas niñas, este es el dolor, y no solo de las cosas físicas, sino de las cosas de familia, y de las cosas intelectuales.
Hay personas que nos sentimos de pronto acomplejadas, “¡ay! yo soy un bruto, yo siempre la embarro, siempre que llega el examen la embarro, no salgo con nada; y yo he decepcionado mucho a mi mamá, yo tengo muy desinflada a la gente, y todo el mundo me trata mal, y yo no valgo nada”
¿Así, van a florecer los talentos de Dios? Así, no, hermano; así, no, hermana; entonces vamos hacer oración, a pedirle a Dios que nos conceda aceptarnos, que nos conceda amarnos; pero no amarnos con ese amor propio que excluye a otras personas, y que las humilla, sino amarnos como Dios nos ama; es decir, para realmente florecer en Él, para dejar de castigarnos, y así tendremos las puertas abiertas a los talentos que Dios nos regala, y así podremos también poner a trabajar todos esos talentos para su Gloria para su honra para su honor.
domingo 21 de octubre de 2007
La falsa idea de la reencarnación
Entre las ideas básicas de la Nueva Era, merece particular atención la de la reencarnación, o la transmigración del alma que se encuentra en la mitología religiosa de algunos pueblos y, en especial, en la espiritualidad oriental. La idea de que el "yo", personal del ser humano vive varias existencias en forma cíclica, cambiando sólo de cuerpo, a lo largo de centenares o miles de años hasta lograr su "iluminación definitiva", es algo totalmente irreconciliable con la fe cristiana.
El deseo de la eterna felicidad que es un anhelo que Dios mismo ha puesto en Sus criaturas para que, buscándole, lleguemos a El, se explica en el Paganismo Oriental mediante la creencia en la reencarnación. Y se cree, además, que este proceso sucede no una vez, sino muchísimas veces: cuantas veces sean necesarias hasta romper este ciclo re-encarnatorio que es causado por el "karma", es decir, por el efecto que tienen los actos malos de la persona y por los cuales inexorablemente hay que pagar, bien en la vida de esa misma persona o en la vida de las sucesivas personas en las que supuestamente se reencarna esa alma.
Según el Paganismo Oriental, este ciclo re-encarnatorio llamado "samsara" puede concluir cuando, aún permaneciendo en el mundo físico, se llega al desprendimiento total de éste, creyéndose que así se logra la auto-divinización.
La creencia de la reencarnación afirma que la identidad personal e irrepetible de cada hombre es una ilusión o, por lo menos, que esta identidad es independiente del cuerpo que tiene cada uno. Manifiesta desdén para el sentido profundo de la corporeidad humana y menosprecia al valor de la libertad y de la responsabilidad moral de cada hombre. Pero lo más preocupante es que la reencarnación es abiertamente contraria a la revelación cristiana.
Si ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio, así también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos (Hebreos 9: 26-28).
Pero la creencia en este prolongado y desagradable supuesto ciclo de sucesivas muertes y nacimientos, que en el Paganismo Oriental es considerado algo negativo de lo que hay que salir, la estamos adoptando ingenuamente los hombres y mujeres de hoy como algo posible, bueno, conveniente... y hasta agradable y esperanzador, y lo estamos "anexando" a las verdades que constituyen nuestra fe cristiana. Sin embargo, aparte de ser la llamada "re-encarnación" algo inconveniente y negativo, y aparte de estar expresamente negada en la Biblia contradice verdades básicas de nuestra fe cristiana y se podría decir que termina negando toda esa fe. Analicemos sólo dos de estas verdades:
1. Jesucristo Salvador y Redentor: Sólo Dios puede salvar (Isaías 43,3 y 12,2).
Sólo el Hijo de Dios hecho Hombre nos salva y redime (Lucas 19,12 – Juan 10,19 –Romanos 5,12-19). Pero en la teoría pagana de la "re-encarnación" el hombre pretende por sí mismo llegar a la propia divinización, "purificándose" mediante técnicas y prácticas esotéricas. Es decir, el hombre que cree que va a re-encarnar pretende auto-redimirse, negándose así la única salvación posible: la que nos vino a traer Jesucristo, Salvador y Redentor de todos los seres humanos y de cada ser humano en particular (Lucas 1,31 – Mateo 1,21).
Así, para los católicos Jesucristo es Dios, Redentor, Hijo de Dios hecho uno como nosotros por Amor infinito para salvarnos de la muerte y del pecado. En la Nueva Era, Jesús resulta un "profeta más, equiparado con Buda, Mahoma, Laotsé... Llegan algunos a considerarlo un "maestro de la Nueva Era", el ejemplo de una persona "iluminada" que se dio cuenta de que era dios, que es lo que plantea la Nueva Era para todos los seres humanos a través del Panteísmo (Todo es dios ... yo soy dios).
Según la Nueva Era, Cristo no volverá a juzgarnos, como nos dice claramente la Sagrada Escritura sino que vendrá a ayudar a la humanidad, a inspirarla. Esto, por supuesto, es la preparación para recibir al Anti-Cristo que la Nueva Era llama "Maitreya". Nosotros sabemos que Cristo "vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos", como reza el Credo y como también está en los Evangelios.
Según los llamados "evangelios gnósticos" (recordemos que el gnosticismo, herejía del siglo I, fue formalmente refutada en el Concilio de Nicea en el siglo IV, pero sigue prevalente en nuestros días), los gnósticos fueron una minoría perseguida, cuyas enseñanzas fueron suprimidas por razones políticas y eclesiales. Entre los seguidores de la Nueva Era hay una historieta según la cual Jesús vivió en el Oriente pagano y fue iniciado en los misterios gnósticos y esotéricos supuestamente durante los 18 años de su vida, respecto de los cuales no hay nada sobre El en los Evangelios. Lo describen como un yogui que llegó a la iluminación, es decir, a darse cuenta de que era Dios.
Por tanto, según la Nueva Era, Jesucristo no es el Dios-Hecho-Hombre de la Biblia, sino el hombre-hecho-dios del Panteísmo.
2. La Resurrección:
Así como Jesucristo ya resucitó, nosotros también resucitaremos para vivir eternamente (Juan 6,40), no sin antes pasar por el Juicio (Juan 5,25-27): "los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación" (Juan 5,28-29).
Esa es nuestra esperanza; el saber que resucitaremos en cuerpo y alma gloriosos como Jesucristo ya resucitó, para disfrutar del Cielo que nos ha sido prometido, ese lugar inexplicable en términos humanos, pues "ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano imaginó lo que Dios tiene preparado para las que le aman" (1 Corintios 2,9).
En la literatura popular de inspiración Nueva Era abundan "testimonios" y relatos que supuestamente comprueban no sólo el hecho de las "encarnaciones previas", sino también de la posibilidad de llegar al recuerdo pleno y consciente de ellas. Los nuevos movimientos religiosos de corte Nueva Era frecuentemente reconocen en sus líderes reencarnaciones de otras figuras históricas o míticas que han vuelto a la vida para seguir con la obra de iluminar a la humanidad. Las terapias alternativas de algunos programas de potencial humano pretenden ayudar a sus clientes a descubrir las raíces de sus problemas presentes en sus "vidas pasadas" a través de la hipnosis y otras técnicas de auto-sugestión. Todo esto ha sembrado la duda en la mente de no pocos cristianos.
Pero es la verdad histórica y esperanzadora de la Resurrección de Jesucristo la que revela el fin último del hombre. No podemos negar la evidencia indiscutible que una y otra vez se presenta a nuestros ojos: la muerte alcanza a todos los hombres como desenlace terminante de su existencia. La vuelta a esta vida no es posible y no se da. A esta vida sigue una transformación total y eterna de cada individuo, no una sucesión de vidas y muertes sin fin y sin sentido. Cristo venció la muerte de una vez por todos y somos partícipes de su victoria.
“Porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados para no volver a morir. Y nosotros seremos transformados... Y cuando nuestra naturaleza corruptible se haya revestido de lo incorruptible y cuando nuestro cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: "La muerte ha sido devorada por la victoria” (1 Corintios 15: 52-54).
El deseo de la eterna felicidad que es un anhelo que Dios mismo ha puesto en Sus criaturas para que, buscándole, lleguemos a El, se explica en el Paganismo Oriental mediante la creencia en la reencarnación. Y se cree, además, que este proceso sucede no una vez, sino muchísimas veces: cuantas veces sean necesarias hasta romper este ciclo re-encarnatorio que es causado por el "karma", es decir, por el efecto que tienen los actos malos de la persona y por los cuales inexorablemente hay que pagar, bien en la vida de esa misma persona o en la vida de las sucesivas personas en las que supuestamente se reencarna esa alma.
Según el Paganismo Oriental, este ciclo re-encarnatorio llamado "samsara" puede concluir cuando, aún permaneciendo en el mundo físico, se llega al desprendimiento total de éste, creyéndose que así se logra la auto-divinización.
La creencia de la reencarnación afirma que la identidad personal e irrepetible de cada hombre es una ilusión o, por lo menos, que esta identidad es independiente del cuerpo que tiene cada uno. Manifiesta desdén para el sentido profundo de la corporeidad humana y menosprecia al valor de la libertad y de la responsabilidad moral de cada hombre. Pero lo más preocupante es que la reencarnación es abiertamente contraria a la revelación cristiana.
Si ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio, así también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos (Hebreos 9: 26-28).
Pero la creencia en este prolongado y desagradable supuesto ciclo de sucesivas muertes y nacimientos, que en el Paganismo Oriental es considerado algo negativo de lo que hay que salir, la estamos adoptando ingenuamente los hombres y mujeres de hoy como algo posible, bueno, conveniente... y hasta agradable y esperanzador, y lo estamos "anexando" a las verdades que constituyen nuestra fe cristiana. Sin embargo, aparte de ser la llamada "re-encarnación" algo inconveniente y negativo, y aparte de estar expresamente negada en la Biblia contradice verdades básicas de nuestra fe cristiana y se podría decir que termina negando toda esa fe. Analicemos sólo dos de estas verdades:
1. Jesucristo Salvador y Redentor: Sólo Dios puede salvar (Isaías 43,3 y 12,2).
Sólo el Hijo de Dios hecho Hombre nos salva y redime (Lucas 19,12 – Juan 10,19 –Romanos 5,12-19). Pero en la teoría pagana de la "re-encarnación" el hombre pretende por sí mismo llegar a la propia divinización, "purificándose" mediante técnicas y prácticas esotéricas. Es decir, el hombre que cree que va a re-encarnar pretende auto-redimirse, negándose así la única salvación posible: la que nos vino a traer Jesucristo, Salvador y Redentor de todos los seres humanos y de cada ser humano en particular (Lucas 1,31 – Mateo 1,21).
Así, para los católicos Jesucristo es Dios, Redentor, Hijo de Dios hecho uno como nosotros por Amor infinito para salvarnos de la muerte y del pecado. En la Nueva Era, Jesús resulta un "profeta más, equiparado con Buda, Mahoma, Laotsé... Llegan algunos a considerarlo un "maestro de la Nueva Era", el ejemplo de una persona "iluminada" que se dio cuenta de que era dios, que es lo que plantea la Nueva Era para todos los seres humanos a través del Panteísmo (Todo es dios ... yo soy dios).
Según la Nueva Era, Cristo no volverá a juzgarnos, como nos dice claramente la Sagrada Escritura sino que vendrá a ayudar a la humanidad, a inspirarla. Esto, por supuesto, es la preparación para recibir al Anti-Cristo que la Nueva Era llama "Maitreya". Nosotros sabemos que Cristo "vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos", como reza el Credo y como también está en los Evangelios.
Según los llamados "evangelios gnósticos" (recordemos que el gnosticismo, herejía del siglo I, fue formalmente refutada en el Concilio de Nicea en el siglo IV, pero sigue prevalente en nuestros días), los gnósticos fueron una minoría perseguida, cuyas enseñanzas fueron suprimidas por razones políticas y eclesiales. Entre los seguidores de la Nueva Era hay una historieta según la cual Jesús vivió en el Oriente pagano y fue iniciado en los misterios gnósticos y esotéricos supuestamente durante los 18 años de su vida, respecto de los cuales no hay nada sobre El en los Evangelios. Lo describen como un yogui que llegó a la iluminación, es decir, a darse cuenta de que era Dios.
Por tanto, según la Nueva Era, Jesucristo no es el Dios-Hecho-Hombre de la Biblia, sino el hombre-hecho-dios del Panteísmo.
2. La Resurrección:
Así como Jesucristo ya resucitó, nosotros también resucitaremos para vivir eternamente (Juan 6,40), no sin antes pasar por el Juicio (Juan 5,25-27): "los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación" (Juan 5,28-29).
Esa es nuestra esperanza; el saber que resucitaremos en cuerpo y alma gloriosos como Jesucristo ya resucitó, para disfrutar del Cielo que nos ha sido prometido, ese lugar inexplicable en términos humanos, pues "ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano imaginó lo que Dios tiene preparado para las que le aman" (1 Corintios 2,9).
En la literatura popular de inspiración Nueva Era abundan "testimonios" y relatos que supuestamente comprueban no sólo el hecho de las "encarnaciones previas", sino también de la posibilidad de llegar al recuerdo pleno y consciente de ellas. Los nuevos movimientos religiosos de corte Nueva Era frecuentemente reconocen en sus líderes reencarnaciones de otras figuras históricas o míticas que han vuelto a la vida para seguir con la obra de iluminar a la humanidad. Las terapias alternativas de algunos programas de potencial humano pretenden ayudar a sus clientes a descubrir las raíces de sus problemas presentes en sus "vidas pasadas" a través de la hipnosis y otras técnicas de auto-sugestión. Todo esto ha sembrado la duda en la mente de no pocos cristianos.
Pero es la verdad histórica y esperanzadora de la Resurrección de Jesucristo la que revela el fin último del hombre. No podemos negar la evidencia indiscutible que una y otra vez se presenta a nuestros ojos: la muerte alcanza a todos los hombres como desenlace terminante de su existencia. La vuelta a esta vida no es posible y no se da. A esta vida sigue una transformación total y eterna de cada individuo, no una sucesión de vidas y muertes sin fin y sin sentido. Cristo venció la muerte de una vez por todos y somos partícipes de su victoria.
“Porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados para no volver a morir. Y nosotros seremos transformados... Y cuando nuestra naturaleza corruptible se haya revestido de lo incorruptible y cuando nuestro cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: "La muerte ha sido devorada por la victoria” (1 Corintios 15: 52-54).
sábado 20 de octubre de 2007
Paradojas de nuestro tiempo
Fuente: www.fraynelson.com
Ahora tenemos edificios más altos, pero templos más pequeños; autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos.
Gastamos más dinero, y nos gastamos cada vez más; compramos más, pero disfrutamos menos.
Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas, cosas más útiles y menos tiempo para usarlas
Tenemos más educación y menos sentido común; más conocimientos y menos juicio; más expertos y más problemas; más medicinas y menos bienestar.
Tomamos mucho, fumamos mucho, gastamos sin medida; reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enfurecemos demasiado rápido; nos acostamos muy tarde, nos levantamos muy cansados; casi no leemos; vemos demasiada TV, y casi nunca rezamos.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores; hablamos demasiado, amamos muy poco y mentimos casi todo el tiempo. Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a disfrutarla; le hemos sumado años a la vida y no vida a los años.
Hemos ido y vuelto a la luna, pero no podemos cruzar la calle para conocer a un vecino. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior; Hacemos cosas más grandes, pero no mejores.
Hemos limpiado el aire, pero no el alma. Hemos dividido al átomo, pero no a nuestros prejuicios.
Escribimos mucho, pero aprendemos poco. Planeamos todo, pero no conseguimos casi nada. Hemos aprendido a hacer las cosas más rápido, pero no a tener más paciencia, tenemos ganancias más altas, pero moral más baja; más alimento y menos paz.
Construimos más computadoras y no sabemos reconstruir nuestras vidas. Guardamos información, y perdemos nuestras raíces. Hacemos redes fantásticas pero nos comunicamos menos. Cada vez tenemos más cantidad y menos calidad.
Esta es la época de la comida rápida y de la digestión lenta. Hombres altos, de bajo carácter. Profundas ganancias y relaciones superficiales.
Esta es la época de la paz mundial y la guerra doméstica. Más tiempo libre y menos diversión. Más tipos de comida y menos nutrición. Fusionamos empresas y fracturamos parejas; tenemos casas más bellas pero más hogares rotos.
Esta es la época de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad en decadencia, pasiones de una noche, cuerpos con sobrepeso, pastillas que hacen todo, desde alegrarte, hasta calmarte y matarte.
Esta es la época donde tenemos todo en exhibición pero quizá nada en el inventario.
Ahora tenemos edificios más altos, pero templos más pequeños; autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos.
Gastamos más dinero, y nos gastamos cada vez más; compramos más, pero disfrutamos menos.
Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas, cosas más útiles y menos tiempo para usarlas
Tenemos más educación y menos sentido común; más conocimientos y menos juicio; más expertos y más problemas; más medicinas y menos bienestar.
Tomamos mucho, fumamos mucho, gastamos sin medida; reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enfurecemos demasiado rápido; nos acostamos muy tarde, nos levantamos muy cansados; casi no leemos; vemos demasiada TV, y casi nunca rezamos.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores; hablamos demasiado, amamos muy poco y mentimos casi todo el tiempo. Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a disfrutarla; le hemos sumado años a la vida y no vida a los años.
Hemos ido y vuelto a la luna, pero no podemos cruzar la calle para conocer a un vecino. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior; Hacemos cosas más grandes, pero no mejores.
Hemos limpiado el aire, pero no el alma. Hemos dividido al átomo, pero no a nuestros prejuicios.
Escribimos mucho, pero aprendemos poco. Planeamos todo, pero no conseguimos casi nada. Hemos aprendido a hacer las cosas más rápido, pero no a tener más paciencia, tenemos ganancias más altas, pero moral más baja; más alimento y menos paz.
Construimos más computadoras y no sabemos reconstruir nuestras vidas. Guardamos información, y perdemos nuestras raíces. Hacemos redes fantásticas pero nos comunicamos menos. Cada vez tenemos más cantidad y menos calidad.
Esta es la época de la comida rápida y de la digestión lenta. Hombres altos, de bajo carácter. Profundas ganancias y relaciones superficiales.
Esta es la época de la paz mundial y la guerra doméstica. Más tiempo libre y menos diversión. Más tipos de comida y menos nutrición. Fusionamos empresas y fracturamos parejas; tenemos casas más bellas pero más hogares rotos.
Esta es la época de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad en decadencia, pasiones de una noche, cuerpos con sobrepeso, pastillas que hacen todo, desde alegrarte, hasta calmarte y matarte.
Esta es la época donde tenemos todo en exhibición pero quizá nada en el inventario.
La metafísica
Fuente www.corazones.org
"Metafísica" es una de las muchas palabras nobles que han sido abusadas. Tradicionalmente significa: "la ciencia del ser como ser", es decir de los primeros principios del ser. Se relaciona con la Ontología, como estudio del ser en general, y también de las primeras causas. Los filósofos griegos antes de Cristo desarrollaron la metafísica; entre ellos destacó Aristóteles.
La metafísica clásica es parte de la filosofía (no de la religión) y forma parte de los estudios para el sacerdocio antes de entrar en la teología.
LA METAFISICA COMO RELIGION
Llaman también "Metafísica" a diversas creencias ya no filosóficas sino de corte pseudo-religioso y ocultista, que forman parte de la corriente de la Nueva Era. Suelen identificarse como asociaciones no religiosas, sin embargo entran en el campo de la religión y toman sus doctrinas de revelaciones misteriosas de sus maestros.
La página de uno de estos grupos dice: "Se dedica a impartir una enseñanza espiritual que mejora la calidad humana y ayuda a resolver, con éxito, las aparentes dificultades de la vida, a través de charlas, conferencias, eventos que son siempre gratuitos y por medio de la enseñanza contenida en los libros."
¿Que tipo de enseñanza? Si buscamos en el Internet a estos grupos "metafísicos" encontramos que operan en torno a la magia y el ocultismo. Se interesan por la alquimia (cambio de la naturaleza de los metales), la búsqueda de la "Piedra Filosofal", el "secreto de la eterna juventud", etc.
Tienen gran veneración por famosas personalidades del mundo ocultista. Uno de estos es "San Germain" (no canonizado por la Iglesia, claro está) y dicen que tenía una impresionante erudición en todos los campos del saber, capacidades sobrenaturales, como la de crear diamantes de la nada, tiene origen misterioso y juventud eterna. Dicen que regresó a la tierra con otro nombre, como "Maestro Ascendido". No es extraño que todo esto fascine a ciertas personas.
Esta falsa metafísica utiliza una peculiar terminología para ambientar su mitología: Leemos sobre el "Nombre Armónico", círculos de iniciados: "Altas Esferas", "Obra Luz", "nivel etérico", "Avatar de la Era de Acuario", "Poderes de Transmutación"....
El grupo de "Metafísica Renovada Ray Sol", de Venezuela, dice de su fundador: "Como Avatar o Instructor de este planeta, le corresponde dictar la enseñanza que él crea más conveniente y lo hace desde los Altos Planos, porque no está encarnado."
Esta enseñanza es incompatible con la fe cristiana que profesa un solo Señor de quien viene toda autoridad. Toda autoridad terrena es delegada por Dios y está al servicio de Dios, Cristo Nuestro Señor. Es por eso que los verdaderos maestros espirituales no pueden sino predicar en el Nombre de Jesús la verdad que el mismo reveló. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Dios encarnado, murió y resucitó y ha de venir con gloria para juzgar a vivos y muertos. Los falsos maestros enseñan otras doctrinas que no son de Cristo. Llámenles "Altos Seres de Luz" o "Maestros Ascendidos" el "maestro" detrás de estos es Lucifer.
El grupo arriba mencionado suplanta también al Espíritu Santo por un "rayo de amor y luz purísimo, que penetra inadvertidamente en las conciencias para sacudir las viejas estructuras y despertar a los dormidos"
Por todo lo dicho debe quedar claro que la mal llamada "metafísica" es contraria al cristianismo. No por eso dejan de hablar de Jesús, pero no desde la fe cristiana. Como el gnosticismo de los primeros siglos de nuestra era, es una amenaza que suplanta a la verdadera fe cristiana, ofreciendo falsamente la luz, la verdad y la felicidad que solo Jesucristo puede dar. La caridad exige que estos engaños sean desenmascarados, que los cristianos vivamos plenamente nuestra fe y le permitamos a Dios actuar en nuestras vidas para ser testimonio de la verdad en una nueva y urgente evangelización.
"Metafísica" es una de las muchas palabras nobles que han sido abusadas. Tradicionalmente significa: "la ciencia del ser como ser", es decir de los primeros principios del ser. Se relaciona con la Ontología, como estudio del ser en general, y también de las primeras causas. Los filósofos griegos antes de Cristo desarrollaron la metafísica; entre ellos destacó Aristóteles.
La metafísica clásica es parte de la filosofía (no de la religión) y forma parte de los estudios para el sacerdocio antes de entrar en la teología.
LA METAFISICA COMO RELIGION
Llaman también "Metafísica" a diversas creencias ya no filosóficas sino de corte pseudo-religioso y ocultista, que forman parte de la corriente de la Nueva Era. Suelen identificarse como asociaciones no religiosas, sin embargo entran en el campo de la religión y toman sus doctrinas de revelaciones misteriosas de sus maestros.
La página de uno de estos grupos dice: "Se dedica a impartir una enseñanza espiritual que mejora la calidad humana y ayuda a resolver, con éxito, las aparentes dificultades de la vida, a través de charlas, conferencias, eventos que son siempre gratuitos y por medio de la enseñanza contenida en los libros."
¿Que tipo de enseñanza? Si buscamos en el Internet a estos grupos "metafísicos" encontramos que operan en torno a la magia y el ocultismo. Se interesan por la alquimia (cambio de la naturaleza de los metales), la búsqueda de la "Piedra Filosofal", el "secreto de la eterna juventud", etc.
Tienen gran veneración por famosas personalidades del mundo ocultista. Uno de estos es "San Germain" (no canonizado por la Iglesia, claro está) y dicen que tenía una impresionante erudición en todos los campos del saber, capacidades sobrenaturales, como la de crear diamantes de la nada, tiene origen misterioso y juventud eterna. Dicen que regresó a la tierra con otro nombre, como "Maestro Ascendido". No es extraño que todo esto fascine a ciertas personas.
Esta falsa metafísica utiliza una peculiar terminología para ambientar su mitología: Leemos sobre el "Nombre Armónico", círculos de iniciados: "Altas Esferas", "Obra Luz", "nivel etérico", "Avatar de la Era de Acuario", "Poderes de Transmutación"....
El grupo de "Metafísica Renovada Ray Sol", de Venezuela, dice de su fundador: "Como Avatar o Instructor de este planeta, le corresponde dictar la enseñanza que él crea más conveniente y lo hace desde los Altos Planos, porque no está encarnado."
Esta enseñanza es incompatible con la fe cristiana que profesa un solo Señor de quien viene toda autoridad. Toda autoridad terrena es delegada por Dios y está al servicio de Dios, Cristo Nuestro Señor. Es por eso que los verdaderos maestros espirituales no pueden sino predicar en el Nombre de Jesús la verdad que el mismo reveló. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Dios encarnado, murió y resucitó y ha de venir con gloria para juzgar a vivos y muertos. Los falsos maestros enseñan otras doctrinas que no son de Cristo. Llámenles "Altos Seres de Luz" o "Maestros Ascendidos" el "maestro" detrás de estos es Lucifer.
El grupo arriba mencionado suplanta también al Espíritu Santo por un "rayo de amor y luz purísimo, que penetra inadvertidamente en las conciencias para sacudir las viejas estructuras y despertar a los dormidos"
Por todo lo dicho debe quedar claro que la mal llamada "metafísica" es contraria al cristianismo. No por eso dejan de hablar de Jesús, pero no desde la fe cristiana. Como el gnosticismo de los primeros siglos de nuestra era, es una amenaza que suplanta a la verdadera fe cristiana, ofreciendo falsamente la luz, la verdad y la felicidad que solo Jesucristo puede dar. La caridad exige que estos engaños sean desenmascarados, que los cristianos vivamos plenamente nuestra fe y le permitamos a Dios actuar en nuestras vidas para ser testimonio de la verdad en una nueva y urgente evangelización.
Maravillas del Universo
Autor: P. Ángel Peña O.A.R Fuente http://es.catholic.net
¿De dónde viene este universo tan grande y maravilloso en que estamos sumergidos? ¿Existió desde siempre? ¿Ha sido creado por un ser Superior?
Prácticamente, todos los astrónomos actuales aceptan hoy la teoría de que el universo apareció en un instante de creación mediante la violenta explosión de una bola de fuego hace unos 15 (tal vez 20) mil millones de años
Esta violenta explosión inicial o big bang, como suele llamarse, puede comprobarse, porque el universo está en continua expansión. Dice el gran astrónomo Gamow: Midiendo la velocidad de expansión de las galaxias, no es difícil calcular la fecha de su comienzo, en que todo el material del universo, que se encuentra ahora suelto y desparramado a través del espacio, estaba unido y muy apretado. La fecha de este estado superdenso original del universo resulta ser de hace dos o tres miliardos de años2.
En 1965, los astrónomos Penzias y Wilson, según el New York Times, escucharon el grito del universo al nacer, cuando utilizaban un radiotelescopio para captar ondas de radio. Comprobaron una radiación de fondo cósmico, que llena el espacio con un eco de ondas de radio en la longitud de onda de 7,35 cm. Era, según ellos, como el llanto del recién nacido universo, que llegaba ahora a nosotros después de quince mil o veinte mil millones de años de su nacimiento. Por eso, decía el astrónomo jesuita de la NASA, padre Manuel Carreira: Hemos encontrado las cenizas y el resplandor de aquel fuego inicial y podemos estar seguros de su existencia, aunque la edad es todavía discutible. Pero lo cierto es que, como dice el gran astrónomo Yakov Zeldovich: La primera explosión es parte tan firme de la Física moderna como puede serlo la mecánica de Newton.
Hablando de aquella primera fase de la explosión original, hay que decir que el 90% de los átomos eran de hidrógeno y casi un 10% de helio, y una fracción ínfima era de deuterio (H pesado) y de helio (He-3).
Ya sabemos que el proceso que da lugar a las estrellas es la conversión del hidrógeno primitivo en helio, lo cual produce una inmensa cantidad de luz y energía. Las estrellas son como permanentes bombas atómicas de hidrógeno con combustible para millones de años. ¿Cuántos millones de estrellas hay en el universo? Nadie lo puede saber con seguridad. Algunos científicos hablan de 100.000 millones de galaxias, otros de 200.000 millones de galaxias, cada una con unas 100.000 millones de estrellas. Por tanto, se calcula que el número de estrellas del universo es de 200.000 trillones. Un número de 24 cifras.
Las estrellas no son todas iguales. Hay unas recién nacidas, otras son tan antiguas como el universo. Las estrellas rojas son las más frías, con un calor promedio de 3.700 grados, dando luz roja. Las estrellas amarillas, como nuestro Sol, son de tipo medio con unos 5.500 grados centígrados. Las estrellas azules son más calientes, con unos 7.000 grados y emiten luz azul. Pero hay algunas estrellas súper calientes de hasta 50.000 grados, que emiten luz ultra-violeta.
Unas estrellas son enanas, como del tamaño de la tierra. Otras son gigantes. La estrella Betelguese es 27 millones de veces más grande que el Sol. Antares es 113 millones de veces más grande que el Sol. Y lo más impresionante es que cada una de estas gigantes estrellas se mueve a velocidades de vértigo con una precisión perfecta. Nada está quieto en el firmamento, todo se mueve con varias clases de movimientos y con precisión absoluta. Muchas galaxias (conjunto de estrellas) se mueven a la velocidad de 4 millones de kilómetros por hora. La Constelación de Géminis a 9 millones de kilómetros por hora. Si se desviaran una milésima de kilómetro de su órbita, sería una catástrofe cósmica. Pero en el Cosmos hay un orden y una armonía perfectos. Todo está guiado por un plan perfecto.
Nuestra galaxia se llama Vía Láctea o Camino de Santiago. Desde 1974, se habla de que nuestra galaxia tiene unos 200.000 millones de estrellas. Cada 10 años, en nuestra galaxia, una estrella acrecienta de repente su brillo durante un tiempo y se convierte en lo que se conoce como estrella nova (nueva). Según algunos astrónomos, aparecen unas 25 novas cada año en una galaxia normal. Cuando son muy grandes, a estas novas se les llama supernovas. Las novas duran desde un par de días hasta varios meses; después se apagan o vuelven a su tamaño normal. Las supernovas son más raras y se dan una, o acaso dos o tres, por siglo en cada galaxia. Una supernova puede eclipsar con su fulgor durante días o semanas al de miles de millones de estrellas que componen la propia galaxia, pues pueden brillar unas 200 millones o 250 millones de veces más que su brillo normal.
Por otra parte, de la explosión de las superno-vas provienen algunas pulsares, que son estrellas de neutrones en rotación, que dan 650 vueltas por segundo y su densidad es de mil millones de toneladas por centímetro cúbico. Estas estrellas emiten haces de radiación con pulsaciones de periodicidad perfecta. Por eso, se les llama pulsares. De ellas hay dos que emiten pulsaciones detectables desde la Tierra, la Pulsar del Cangrejo y la Pulsar de la Vela, que emiten también rayos X y rayos gamma. Las pulsares emiten las pulsaciones con tanta precisión que pueden predecirse los tiempos de llegada de estas pulsaciones con un año de antelación y una precisión mayor a un milisegundo.
Se supone que nace una estrella pulsar cada cuatro años y dura 4 millones de años. El total de ellas puede llegar a un millón. También hay radioestrellas o cuásares que son intensos emisores de ondas hertzianas de rayos X, y de rayos infrarrojos y ultravioletas. Son los objetos más distantes del universo. Sus dimensiones pueden ser como las del sistema solar, pero su radiación total sería como el de 100.000 estrellas juntas. Son los objetos más luminosos del Cosmos. La mayor radioestrella conocida es DA-240 con un diámetro de seis millones de años luz. La radioestrella (quásar) más lejana de nosotros es la PKS 2.000-330, que está a 15 mil millones de años luz y que es una de las más antiguas del universo.
En nuestra galaxia, la estrella normal más cercana al Sol, el alfa del Centauro, dista cuatro años luz. La Osa mayor está a 20 años luz. La estrella polar, que guía a los navegantes hacia el norte, está a 250 años luz. Sagitario a 50.000 años luz. Y la galaxia más próxima a la nuestra, la Andrómeda, está a dos millones de años luz de distancia y es cuatro veces más densa que la nuestra.
Actualmente, la Astronomía tiene muchas ramas, pues hay estudios especiales, no sólo sobre las ondas de radio emitidas por los cuásares, sino también sobre los rayos X, gamma, infrarrojos o ultravioletas, que proceden del Cosmos. Una de las ramas especiales de la Astronomía es la que estudia los neutrinos, que son partículas del átomo de carga neutra y de masa casi nula.
Pero no debemos confundir Astronomía con astrología. La Astronomía es una ciencia y la astrología no, pues se basa en los horóscopos. Hace un tiempo, 258 científicos del mundo entero firmaron un manifiesto para desengañar al pueblo crédulo, que se fía de la astrología. Dicen lo siguiente:
Es simplemente un error imaginar que las fuerzas ejercidas por las estrellas y los planetas en el momento de nuestro nacimiento, pueden, de alguna forma, determinar nuestro futuro. Tampoco es verdad que la posición de los objetos celestes haga que ciertos días o períodos de tiempo sean más favorables para emprender algún tipo de actividad o que el signo, bajo el que uno ha nacido, determine la compatibilidad de su relación con otras personas. Creemos que ha llegado el momento de rechazar vigorosamente las afirmaciones pretenciosas de los astrólogos charlatanes. Quienes continúan teniendo fe en la astrología, lo hacen, a pesar de que no hay ninguna base científica para sus creencias y sí una fuerte evidencia de lo contrario3.
En cuanto al sistema solar, diremos que está a 20.000 años luz del centro de nuestra galaxia. El Sol es una estrella pequeña del universo, y, al igual que las demás estrellas, está compuesto fundamental-mente de hidrógeno, que se convierte continuamente en helio, dando lugar en este proceso a una gran cantidad de luz y de energía.
El Sol tiene nueve planetas: Tierra, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón; aunque para muchos científicos, Plutón no reúne las características de un planeta.
Estos planetas tienen satélites, como la Tierra tiene a la Luna; hay unos 1.000 asteroides entre Marte y Júpiter, miles de cometas y millones de meteoritos. Y todo se mueve en órbitas elípticas alrededor del Sol, y el Sol en órbita gigantesca se mueve a la velocidad de 72.000 Km. por hora, tardando 150 millones de años en dar una vuelta elíptica completa alrededor de la Constelación de Sagitario dentro de nuestra galaxia. Esto sin contar que cada galaxia se mueve también en órbita elíptica alrededor de un sistema de galaxias, y todo alrededor de un centro general del universo... En el universo nada está quieto, todo está en continuo movimiento.
La Tierra se mueve a una velocidad de dos millones y medio de kilómetros cada día, alrededor de sí misma y alrededor del Sol. La Tierra gira alrededor de sí misma a 25 Km. por minuto, y da una vuelta completa cada 24 horas, dando lugar así a los días y las noches. Se mueve alrededor del Sol a 29.5 Km. por segundo, 106.000 Km. por hora, dándole una vuelta cada 365 días, originando así las estaciones. Además, se mueve junto con el Sol en movimiento espiral alrededor del núcleo de la galaxia. Y, en unión de la galaxia, alrededor de otro centro de galaxias...
El Sol dista de la Tierra 150 millones de kilómetros, pero su luz, a la velocidad de 300.000 Km. por segundo, nos llega en siete minutos. En nuestro sistema solar se conocen un millar de cometas, aunque sus órbitas llegan a nuestro sistema solar para no volver en miles de años. El cometa Donati apareció en 1858 y no volverá a aparecer hasta dentro de 2.000 años. Algunos cometas tardan 300.000 años en dar una vuelta completa a su órbita. Tienen órbitas exactas y los astrónomos pueden calcular cuándo reaparecerán. Con el paso de los años, estos cometas se desintegran y dan lugar a aerolitos. El cometa Biela se desintegró la última vez que pasó por la tierra y apareció en el cielo una nube de millones de aerolitos o estrellas fugaces durante muchas horas. Muchos de ellos cayeron sobre la tierra en forma de bólidos. Cuando caen a la tierra, se llaman meteoritos. Uno de los más conocidos está en el museo arqueológico de New York. Los asteroides son cuerpos rocosos, que miden cientos de kilómetros de diámetro, y son unos 1.000 entre Marte y Júpiter. Cuando se rompen, pueden caer en la Tierra en forma de meteoritos.
Con respecto a la Tierra, digamos que tiene 12.000 Km. de diámetro y pesa unos 6.000 trillones de toneladas. Júpiter es 318 veces más grande, y el Sol un millón y medio más. La Tierra recibe millones de toneladas de materia, que nos vienen continuamente del espacio exterior en forma de polvo cósmico o restos de meteoritos. En un año, esta materia cósmica podría cubrir toda la Tierra con 3 cm. de espesor.
Por otra parte, la Tierra recibe luz y calor del Sol, pero el Sol emite unas radiaciones ultravioletas, que deberían derretir las plantas, animales y hasta las rocas, haciendo imposible la vida en la Tierra; pero esto es evitado por la capa de ozono.
El ozono es una variedad de oxígeno O3, cuyas moléculas constan de tres átomos de oxígeno en vez de dos. Es como oxígeno pesado, con un átomo más de lo normal. La capa de ozono protege a la Tierra de los peligrosos rayos ultravioletas y está entre 15 y 40 kilómetros de altura. La capa de ozono es muy pequeña, representa una milésima de la totalidad del aire, pero es lo suficiente como para que podamos vivir. En la actualidad, esta capa está desapareciendo en algunos lugares, especialmente en los polos, debido a los gases contaminantes de las grandes industrias de los países desarrollados; esto hace que la temperatura de la superficie de la Tierra y el mar esté subiendo, produciendo cambios climáticos que pueden ser desastrosos en un futuro próximo, pues se están derritiendo inmensas cantidades de hielo de los polos y de los nevados de algunos países.
La Tierra se originó hace 5.000 millones de años. Los primeros restos atribuidos a seres vivientes unicelulares se encuentran en rocas de Australia de 3.500 millones de años de antigüedad. Quizás la vida comenzó, se piensa, en el fondo del mar. Hace tres mil millones de años aparecen las especies más antiguas de seres vivos. Después vinieron las algas marinas y los pequeños animales y plantas más primitivos. Hace 600 millones de años aparecen los primeros fósiles marinos vivientes sin esqueleto... Un paso crucial fue la aparición de los vertebrados, cuyo esqueleto interno sirve de apoyo a los órganos de locomoción y fueron surgiendo los peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Hubo un proceso evolutivo de millones de años hasta llegar a los antropoides como el oreopiteco, australopiteco, sinántropo, pitecántropo...
Un factor de importancia crucial en la trayectoria de la vida en la Tierra es el proceso catastrófico de extinción que, en diversas ocasiones, eliminó en muy poco tiempo hasta el 90% de las especies vivientes de la Tierra, en un momento dado. Se encuentran indicaciones de cinco grandes episodios de extinción en los últimos quinientos millones de años, aproximadamente, y, en cada caso, la evolución cambió drásticamente de rumbo; el caso más conocido es el de la desaparición de los grandes reptiles, hace sesenta y cinco millones de años. De no haber ocurrido, es muy dudoso que los mamíferos constituyesen hoy la forma de vida más desarrollada.
Las extinciones parecen haber ocurrido, al menos en algunos casos, por el impacto de cuerpos celestes de varios kilómetros de diámetro: asteroides como los que todavía se encuentran a millares en el espacio entre Marte y Júpiter, con trayectorias que llevan a algunos de ellos a cruzar la órbita de la Tierra. Muy probablemente la desaparición de los dinosaurios siguió a la caída de un cuerpo de diez kilómetros de diámetro sobre la península de Yucatán, donde las prospecciones petrolíferas han encontrado un cráter de doscientos kilómetros de diámetro, parcialmente situado bajo el mar Caribe. Se puede calcular el efecto de tal proyectil, penetrando la atmósfera a unos treinta kilómetros por segundo: causaría una onda de choque con temperaturas de miles de grados que produciría incendios a escala continental. El impacto con la corteza terrestre volatilizando miles de millones de toneladas de roca, volvería opaca la atmósfera durante años con la consiguiente muerte de la mayor parte de las plantas y animales. Tal vez los efectos concomitantes de terremotos, tsunamis y volcanismo, extendieron aún más el período destructivo, de tal modo que la vida tuvo que rehacerse a partir de formas básicamente sencillas y más resistentes... La trayectoria de la evolución es, por tanto, única. No es posible predecir que algo semejante se hubiese dado en cualquier posible repetición de la historia del planeta.
El mismo padre Manuel Carreira, en su libro Metafísica de la materia, dice: La opinión científica considera cada vez más difícil el que se haya dado en otros lugares el conjunto de condiciones que se dieron en nuestro planeta y que influyeron decisivamente en su habitabilidad y en el desarrollo de la vida hasta el hombre. Entonces, ¿existen los extraterrestres? No lo sabemos, pero no tenemos datos ni siquiera para calcular una probabilidad con visos de valor científico.
Digamos solamente que la Tierra es un planeta privilegiado y que la vida ha sido dirigida hasta el final por un ser Superior.
viernes 19 de octubre de 2007
El incomparable (Éxodo 3,13-20)
Fuente: http://fraynelson.com/homilias.html
En este texto hay dos frases que son fundamentales. La primera, esa especie de objeción que pone Moisés. Cuando Dios le quiere encomendar esta misión, que no era pequeña, Moisés pone una objeción; y dice: "Yo iré a los israelitas. Si ellos me preguntan cómo se llama este Dios, ¿qué les respondo?". Esa objeción de Moisés es muy importante.
Y la otra frase a destacar, está unos versículos más adelante. Se supone que es lo que Moisés tiene que decirle al faraón: "Nosotros tenemos que hacer un viaje para hacer sacrificios a Dios, Nuestro Señor" (véase Éxodo 3,18).
Estas dos frases nos iluminan mucho lo que nos quiere decir esta lectura, porque nos ayudan a entender en qué situación, llamémosla espiritual, se encontraban los hebreos, y en qué situación espiritual se encontraban los egipcios.
La situación espiritual de los hebreos está retratada por la pregunta de Moisés: "¿Bueno, y si yo les digo que los voy a sacar de Egipto, y ellos me preguntan que cómo se llama ese Dios?". Y es que Dios nunca había dicho su nombre. Es muy interesante ver, por ejemplo, cómo en una ocasión, Dios se le aparece a Jacob, y no le dice: "Mira, yo me llamo Pepe, o me llamo Segismundo". Dios no se presenta diciendo su nombre, sino se presenta diciendo esto: "Soy el Dios de tus padres" (véase Génesis 46,3). La presentación de Dios siempre era esa: "Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" (véase Éxodo 3,15). Y así se le presentó, de hecho, Dios a Moisés. En otra parte del Éxodo nos dice también que se presenta Dios en la zarza a Moisés, y le dice: "Yo soy el Dios de tus padres". Eso es muy importante. Dios no decía su nombre.
Y es que Dios, ¿amaba poquito a Abraham? ¿Sería que quería tan poquito a Isaac que no le decía el nombre? ¿Sería que era un Dios tan poco cercano a Jacob que no le decía el nombre? ¡Si al contrario, lo que vemos es una dulce intimidad entre Dios y Abraham, entre Dios e Isaac!
El tema del nombre no es un tema que Dios ponga, es un tema que pone Moisés, y lo pone en la tierra de Egipto. Y esto es importante porque la tierra de Egipto estaba repleta de dioses. Cuando hay muchos dioses, es necesario saber los nombres. Entonces ellos tenían, que Ra, que Isis, que Osiris, etc.; tenían un poco de dioses. Así pues, la pregunta de Moisés nos está revelando que el pueblo hebreo ya estaba con una mentalidad idolátrica. El pueblo hebreo ya estaba en una situación tal, que necesitaba que le dijeran el nombre.
Pero ¿qué tiene de malo que Dios haya dicho el nombre? Supongamos que los testigos de Jehová tuvieran razón, y supongamos que el nombre Jehová fuera el gran nombre, como por fin saber que Dios se llama Ernesto, o que Dios se llama como se llame. ¿Qué es lo grave de eso? Que si Moisés llega donde ellos y les dice: "Oiga, que me manda Jehová". "¡Ah! ¡Bueno! Ya tenemos otro: Isis, Osiris, Ra, Jehová, ya tenemos otro...". Era un nombre más.
Por eso, lo que le dice Dios a Moisés, es muy importante. Realmente, no le responde. Dicen que hay más de ciento sesenta interpretaciones de ese versículo, "Dios dijo a Moisés: Soy el que soy" Desde la interpretación metafísica de Santo Tomás de Aquino, que interpreta esto como: "Deus est ipsum esse", es el ser en sí mismo, hasta otras, un poco más livianas, menos metafísicas, que dicen: "Mira, Dios realmente lo que le está diciendo es: "Yo soy el que soy", punto". "Lo que yo soy es asunto mío".
Lo que nosotros interpretamos en el contexto de este artículo es que Dios dice: "Mira, mi nombre no es para que lo pongas a competir con otros nombres". Como quien dice, "ahora un dios que se llama x, y, z mandó decir..., y toca hacerle caso". Lo que Dios le está diciendo es: "No me compares con nadie".
El tema de los nombres es un tema de comparaciones. Lo que le está diciendo con "Soy el que soy", se podría traducir con un elogio muy lindo que los musulmanes le hacen al que ellos llaman Alá. Ellos hablan del Incomparable. Lo que Dios le está diciendo es: "Mira, a mí no me vengas a comparar con nadie".
De manera que le respondió, y no le respondió. Porque le dijo: "Soy el que soy. Tú le dirás a los israelitas: "Yo soy" me envía a vosotros". Él es; simplemente eso: Él es. ¿Quién es? No sabemos quién es. No lo podemos encerrar, no lo podemos encapsular, no lo podemos envolver, no lo podemos comprender. Él es el Incomparable. "El Incomparable me ha enviado".
Yo creo que todo misionero, todo sacerdote, todo catequista, debe tener esa misma actitud. Todo papá debe tener esa misma actitud. Pero especialmente los predicadores del Evangelio deben, o debemos tener esa actitud: "Es el Incomparable el que me envía". Ahí está retratada la situación de los hebreos. ¡Cómo estaban de mal, que pretendían un nombre! Pretender un nombre es estado de mala salud.
Y el estado de los egipcios, desde luego, no era mejor. El estado de los egipcios era gravísimo. Dice Dios por medio de Moisés: "El Señor, Dios de los hebreos, nos ha encontrado". ¡Bonita traducción! Lo que Moisés le tiene que decir al faraón es eso. No es: "Nosotros hemos encontrado a Dios", que esa es la idolatría, cuando uno dice: "Salgo a buscar a Dios; yo salgo a hacer a Dios". En cambio, en nuestra fe es: "Dios me ha encontrado, Dios salió a buscarme". La Biblia entera es eso: "Dios salió a buscarme". Esa es la Biblia. Toda la Biblia es la historia de un Dios que sale a buscarnos.
Pero lo impresionante, para describir la situación de los egipcios, es lo que sigue: "Tenemos que ir a ofrecer culto a nuestro Dios", y de una vez dice Dios: "Pero el faraón no va a soportar eso". Eso, ¿qué quiere decir? El faraón, que supuestamente soportaba a todos los dioses, no soporta que se adore al Incomparable, porque el mismo faraón se consideraba un dios.
De manera que, todo el drama del Éxodo es ese: el drama de un hombre que se cree dios, que es el faraón, que se cree hijo de dioses, que se cree divino, y que opone su creencia en la divinidad y no en la revelación del verdadero Dios. Por eso vienen las plagas. El objetivo de las plagas es completamente pedagógico, es mostrar que el camino por el que el hombre pretende endiosarse, es un camino que se vuelve en contra del mismo hombre. Y esto necesitamos hoy aprenderlo más que nunca, porque el hombre se cree Dios.
Toda esa fantasía, a veces ridícula pero siempre satánica, de la Nueva Era es eso: es la pretensión de que a través de mi mente, a través de mis recursos, todo lo puedo. Con mi conocimiento, con mi concentración, con mi relajación, con mi meditación, me hago uno con el universo, saco el dios que llevo por dentro. Toda esa historia de divinización del hombre por el hombre, es la historia del faraón. Y por eso son necesarias las plagas, para mostrarle a ese hombre que se cree Dios, que no lo puede, que no lo es. Es una historia dramática, y uno no quisiera que las cosas fueran así.
Pero si miramos nuestra propia vida, ¿no es verdad que, muchas veces, hemos tenido que aprender que no somos dioses, cuando encontramos que lo que nosotros queríamos no se logra? Como le dijo Ezequiel a uno de esos reyes, tal vez a algún rey de Persia que se creía Dios: "Bueno, y ¿tú te vas a seguir llamando Dios, cuando estés delante de los que te van a apuñalear? Ahí también, ¿vas a decir,"soy Dios"?"(Ezequiel 28,9).
Y tú amigo lector, cuando las cosas se salen de tu mano, cuando se te acaban las fuerzas, cuando tus deseos no se cumplen, ¿vas a seguir diciendo, "soy Dios"?
En este texto hay dos frases que son fundamentales. La primera, esa especie de objeción que pone Moisés. Cuando Dios le quiere encomendar esta misión, que no era pequeña, Moisés pone una objeción; y dice: "Yo iré a los israelitas. Si ellos me preguntan cómo se llama este Dios, ¿qué les respondo?". Esa objeción de Moisés es muy importante.
Y la otra frase a destacar, está unos versículos más adelante. Se supone que es lo que Moisés tiene que decirle al faraón: "Nosotros tenemos que hacer un viaje para hacer sacrificios a Dios, Nuestro Señor" (véase Éxodo 3,18).
Estas dos frases nos iluminan mucho lo que nos quiere decir esta lectura, porque nos ayudan a entender en qué situación, llamémosla espiritual, se encontraban los hebreos, y en qué situación espiritual se encontraban los egipcios.
La situación espiritual de los hebreos está retratada por la pregunta de Moisés: "¿Bueno, y si yo les digo que los voy a sacar de Egipto, y ellos me preguntan que cómo se llama ese Dios?". Y es que Dios nunca había dicho su nombre. Es muy interesante ver, por ejemplo, cómo en una ocasión, Dios se le aparece a Jacob, y no le dice: "Mira, yo me llamo Pepe, o me llamo Segismundo". Dios no se presenta diciendo su nombre, sino se presenta diciendo esto: "Soy el Dios de tus padres" (véase Génesis 46,3). La presentación de Dios siempre era esa: "Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" (véase Éxodo 3,15). Y así se le presentó, de hecho, Dios a Moisés. En otra parte del Éxodo nos dice también que se presenta Dios en la zarza a Moisés, y le dice: "Yo soy el Dios de tus padres". Eso es muy importante. Dios no decía su nombre.
Y es que Dios, ¿amaba poquito a Abraham? ¿Sería que quería tan poquito a Isaac que no le decía el nombre? ¿Sería que era un Dios tan poco cercano a Jacob que no le decía el nombre? ¡Si al contrario, lo que vemos es una dulce intimidad entre Dios y Abraham, entre Dios e Isaac!
El tema del nombre no es un tema que Dios ponga, es un tema que pone Moisés, y lo pone en la tierra de Egipto. Y esto es importante porque la tierra de Egipto estaba repleta de dioses. Cuando hay muchos dioses, es necesario saber los nombres. Entonces ellos tenían, que Ra, que Isis, que Osiris, etc.; tenían un poco de dioses. Así pues, la pregunta de Moisés nos está revelando que el pueblo hebreo ya estaba con una mentalidad idolátrica. El pueblo hebreo ya estaba en una situación tal, que necesitaba que le dijeran el nombre.
Pero ¿qué tiene de malo que Dios haya dicho el nombre? Supongamos que los testigos de Jehová tuvieran razón, y supongamos que el nombre Jehová fuera el gran nombre, como por fin saber que Dios se llama Ernesto, o que Dios se llama como se llame. ¿Qué es lo grave de eso? Que si Moisés llega donde ellos y les dice: "Oiga, que me manda Jehová". "¡Ah! ¡Bueno! Ya tenemos otro: Isis, Osiris, Ra, Jehová, ya tenemos otro...". Era un nombre más.
Por eso, lo que le dice Dios a Moisés, es muy importante. Realmente, no le responde. Dicen que hay más de ciento sesenta interpretaciones de ese versículo, "Dios dijo a Moisés: Soy el que soy" Desde la interpretación metafísica de Santo Tomás de Aquino, que interpreta esto como: "Deus est ipsum esse", es el ser en sí mismo, hasta otras, un poco más livianas, menos metafísicas, que dicen: "Mira, Dios realmente lo que le está diciendo es: "Yo soy el que soy", punto". "Lo que yo soy es asunto mío".
Lo que nosotros interpretamos en el contexto de este artículo es que Dios dice: "Mira, mi nombre no es para que lo pongas a competir con otros nombres". Como quien dice, "ahora un dios que se llama x, y, z mandó decir..., y toca hacerle caso". Lo que Dios le está diciendo es: "No me compares con nadie".
El tema de los nombres es un tema de comparaciones. Lo que le está diciendo con "Soy el que soy", se podría traducir con un elogio muy lindo que los musulmanes le hacen al que ellos llaman Alá. Ellos hablan del Incomparable. Lo que Dios le está diciendo es: "Mira, a mí no me vengas a comparar con nadie".
De manera que le respondió, y no le respondió. Porque le dijo: "Soy el que soy. Tú le dirás a los israelitas: "Yo soy" me envía a vosotros". Él es; simplemente eso: Él es. ¿Quién es? No sabemos quién es. No lo podemos encerrar, no lo podemos encapsular, no lo podemos envolver, no lo podemos comprender. Él es el Incomparable. "El Incomparable me ha enviado".
Yo creo que todo misionero, todo sacerdote, todo catequista, debe tener esa misma actitud. Todo papá debe tener esa misma actitud. Pero especialmente los predicadores del Evangelio deben, o debemos tener esa actitud: "Es el Incomparable el que me envía". Ahí está retratada la situación de los hebreos. ¡Cómo estaban de mal, que pretendían un nombre! Pretender un nombre es estado de mala salud.
Y el estado de los egipcios, desde luego, no era mejor. El estado de los egipcios era gravísimo. Dice Dios por medio de Moisés: "El Señor, Dios de los hebreos, nos ha encontrado". ¡Bonita traducción! Lo que Moisés le tiene que decir al faraón es eso. No es: "Nosotros hemos encontrado a Dios", que esa es la idolatría, cuando uno dice: "Salgo a buscar a Dios; yo salgo a hacer a Dios". En cambio, en nuestra fe es: "Dios me ha encontrado, Dios salió a buscarme". La Biblia entera es eso: "Dios salió a buscarme". Esa es la Biblia. Toda la Biblia es la historia de un Dios que sale a buscarnos.
Pero lo impresionante, para describir la situación de los egipcios, es lo que sigue: "Tenemos que ir a ofrecer culto a nuestro Dios", y de una vez dice Dios: "Pero el faraón no va a soportar eso". Eso, ¿qué quiere decir? El faraón, que supuestamente soportaba a todos los dioses, no soporta que se adore al Incomparable, porque el mismo faraón se consideraba un dios.
De manera que, todo el drama del Éxodo es ese: el drama de un hombre que se cree dios, que es el faraón, que se cree hijo de dioses, que se cree divino, y que opone su creencia en la divinidad y no en la revelación del verdadero Dios. Por eso vienen las plagas. El objetivo de las plagas es completamente pedagógico, es mostrar que el camino por el que el hombre pretende endiosarse, es un camino que se vuelve en contra del mismo hombre. Y esto necesitamos hoy aprenderlo más que nunca, porque el hombre se cree Dios.
Toda esa fantasía, a veces ridícula pero siempre satánica, de la Nueva Era es eso: es la pretensión de que a través de mi mente, a través de mis recursos, todo lo puedo. Con mi conocimiento, con mi concentración, con mi relajación, con mi meditación, me hago uno con el universo, saco el dios que llevo por dentro. Toda esa historia de divinización del hombre por el hombre, es la historia del faraón. Y por eso son necesarias las plagas, para mostrarle a ese hombre que se cree Dios, que no lo puede, que no lo es. Es una historia dramática, y uno no quisiera que las cosas fueran así.
Pero si miramos nuestra propia vida, ¿no es verdad que, muchas veces, hemos tenido que aprender que no somos dioses, cuando encontramos que lo que nosotros queríamos no se logra? Como le dijo Ezequiel a uno de esos reyes, tal vez a algún rey de Persia que se creía Dios: "Bueno, y ¿tú te vas a seguir llamando Dios, cuando estés delante de los que te van a apuñalear? Ahí también, ¿vas a decir,"soy Dios"?"(Ezequiel 28,9).
Y tú amigo lector, cuando las cosas se salen de tu mano, cuando se te acaban las fuerzas, cuando tus deseos no se cumplen, ¿vas a seguir diciendo, "soy Dios"?
miércoles 17 de octubre de 2007
La hora de la prueba
“Habiéndome elegido – Tú serás siempre mi fortaleza”
El avión que nos transporta por el cielo, la nave que nos lleva por el mar, el coche en la carretera, alguna vez, esos aparatos atraviesan por en medio de la borrasca. Nadie se extraña. También en el camino del alma sucede. Quizás también en nuestra mente están previstas estas contradicciones, pero, cuando llegan, nos encuentran desprevenidos. Nos sorprenden.
¡Misterio el dolor humano! Muy claro cuando lo vemos en otros, ciertamente incomprensible cuando se adentra por nuestros pasillos... ¿Qué haré en la hora de la prueba” ¿Cómo resolver mi incertidumbre? ¿Cómo hacer luz en la oscuridad y paz en la terrible angustia? ¿Cómo abrazarme a la doliente “voluntad de Dios” y “ofrecerme”?
El momento del dolor es una experiencia cumbre en la vida del hombre. Sus efectos le revelan lo más profundo de sí mismo, el alma parece poder tocarse con la mano; allí aparece más desgarradora que nunca la soledad fundamental de la persona, la sensación de su completa impotencia ante las cosas. Es imposible enumerar todas experiencias dolorosas de la vida, pero sea grande o sea pequeña en sí misma la cruz que nos toca llevar, es cierto, siempre, que en cada caso hiere terriblemente las espaldas.
Cuando alguien nos lo ha preguntado, le hemos respondido fácilmente. Le decimos: “¡Ten confianza en Dios!”
Ahora que a mí me sucede: ¡qué poco me dice esto!
Sin embargo, eso es exactamente lo que necesito: echar a andar los recursos de mi fe cristiana. “Efectivamente, el dolor y la muerte pesan sobre el espíritu humano y son un enigma para aquellos que no creen en Dios. Pero en la fe nosotros sabemos que serán superados, que han sido vencidos en la muerte y resurrección de Jesucristo nuestro Redentor”. (Juan Pablo II) Y si recurro al Evangelio, seguiré encontrando respuestas de fe:
“El Padre poda la rama vigorosa para que dé aún más fruto” (Juan 15, 2-3);
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo, pero si muere, da mucho fruto” (Juan 12, 24), etc.
Él me hará ver cómo Cristo camina la senda dolorosa del Calvario como tránsito necesario hacia la gloria de la resurrección. “En el plano divino todo dolor es dolor de parto; él contribuye al nacimiento de una nueva humanidad” (Juan Pablo II, abril de 1983). Por todo ello, comprenderé que no nos es dado poseer un don más grande que el dolor, la cruz y la humillación... pero ahora, en medio de mi tragedia, todo esto me sabe a muy poco, apenas me mueve. ¿Por qué será así? Mi fe no me arrastra a la esperanza, porque es una fe débil. No es como la de Job, que dice clamando: ¡”Yo sé que mi Señor vive”! (Job 19, 25)... “Yo sé” es una convicción, no un sentimiento. Es una certeza, no una idea.
“Yo sé” dice San Pablo, al final de su carrera, mientras yace en la cárcel. “Yo sé a quién me he confiado y estoy seguro de que puede guardar mi depósito para aquél día” (2 Timoteo 1, 12). “Yo sé” es mucho más que saber, es un haber vivido la experiencia, y haberla profundizado.
Y aquí, en la experiencia de la fe y de las certezas que ello comunica, cada uno de nosotros es diferente; Dios es totalmente una historia personal, y por eso mismo ante las pruebas reaccionamos con diversas reflexiones o motivaciones adecuadas a nuestras propias circunstancias. La verdad es que la fe es tan rica como Dios mismo y tiene para cada uno el resplandor adecuado: toda persona, toda situación humana es iluminada espléndidamente por ella. En este caso, ha bastado este reflejo: “Sé que me has elegido” para que el panorama todo quede interpretado, quede construido en la paz.
La sensación de mi impotencia radical ha encontrado una respuesta en la fe: admito que no soy nada y que soy débil, pero sólo cuando me falta Dios. ¡Pero “con Él” lo puedo TODO!, porque consigo hacer mía la potencia misma de Dios: lo he vivido anteriormente, en otras ocasiones, ¡y hoy no debo olvidarlo!, sino actualizarlo.
La fe de que Él está conmigo, de que Él no nos ha abandonado – “He aquí que yo estoy con vosotros hasta el final de los tiempos” (Mateo 28, 20)- va haciendo renacer las fuerzas, las energías morales del espíritu. “Sé, Señor, que habiéndome elegido” significa que voy aprendiendo a ver lo que me sucede como “un algo elegido” por Dios, y no obra de la casualidad y la fatalidad; como algo salido de sus manos por elección precisa y clara. Y si viene de las manos de Dios ¿por qué me angustio? “Habiéndome elegido – Tú serás siempre mi fortaleza” indica que, si Él elige, el se compromete con el elegido; no le cargará la cruz y se irá, sino que compartirá el peso y dará Su fuerza. Y al final nos levantará con la paz que sólo da su Amor, habiendo entendido que las pruebas sirvieron a un fin mayor y más valioso.
Autor desconocido
El avión que nos transporta por el cielo, la nave que nos lleva por el mar, el coche en la carretera, alguna vez, esos aparatos atraviesan por en medio de la borrasca. Nadie se extraña. También en el camino del alma sucede. Quizás también en nuestra mente están previstas estas contradicciones, pero, cuando llegan, nos encuentran desprevenidos. Nos sorprenden.
¡Misterio el dolor humano! Muy claro cuando lo vemos en otros, ciertamente incomprensible cuando se adentra por nuestros pasillos... ¿Qué haré en la hora de la prueba” ¿Cómo resolver mi incertidumbre? ¿Cómo hacer luz en la oscuridad y paz en la terrible angustia? ¿Cómo abrazarme a la doliente “voluntad de Dios” y “ofrecerme”?
El momento del dolor es una experiencia cumbre en la vida del hombre. Sus efectos le revelan lo más profundo de sí mismo, el alma parece poder tocarse con la mano; allí aparece más desgarradora que nunca la soledad fundamental de la persona, la sensación de su completa impotencia ante las cosas. Es imposible enumerar todas experiencias dolorosas de la vida, pero sea grande o sea pequeña en sí misma la cruz que nos toca llevar, es cierto, siempre, que en cada caso hiere terriblemente las espaldas.
Cuando alguien nos lo ha preguntado, le hemos respondido fácilmente. Le decimos: “¡Ten confianza en Dios!”
Ahora que a mí me sucede: ¡qué poco me dice esto!
Sin embargo, eso es exactamente lo que necesito: echar a andar los recursos de mi fe cristiana. “Efectivamente, el dolor y la muerte pesan sobre el espíritu humano y son un enigma para aquellos que no creen en Dios. Pero en la fe nosotros sabemos que serán superados, que han sido vencidos en la muerte y resurrección de Jesucristo nuestro Redentor”. (Juan Pablo II) Y si recurro al Evangelio, seguiré encontrando respuestas de fe:
“El Padre poda la rama vigorosa para que dé aún más fruto” (Juan 15, 2-3);
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo, pero si muere, da mucho fruto” (Juan 12, 24), etc.
Él me hará ver cómo Cristo camina la senda dolorosa del Calvario como tránsito necesario hacia la gloria de la resurrección. “En el plano divino todo dolor es dolor de parto; él contribuye al nacimiento de una nueva humanidad” (Juan Pablo II, abril de 1983). Por todo ello, comprenderé que no nos es dado poseer un don más grande que el dolor, la cruz y la humillación... pero ahora, en medio de mi tragedia, todo esto me sabe a muy poco, apenas me mueve. ¿Por qué será así? Mi fe no me arrastra a la esperanza, porque es una fe débil. No es como la de Job, que dice clamando: ¡”Yo sé que mi Señor vive”! (Job 19, 25)... “Yo sé” es una convicción, no un sentimiento. Es una certeza, no una idea.
“Yo sé” dice San Pablo, al final de su carrera, mientras yace en la cárcel. “Yo sé a quién me he confiado y estoy seguro de que puede guardar mi depósito para aquél día” (2 Timoteo 1, 12). “Yo sé” es mucho más que saber, es un haber vivido la experiencia, y haberla profundizado.
Y aquí, en la experiencia de la fe y de las certezas que ello comunica, cada uno de nosotros es diferente; Dios es totalmente una historia personal, y por eso mismo ante las pruebas reaccionamos con diversas reflexiones o motivaciones adecuadas a nuestras propias circunstancias. La verdad es que la fe es tan rica como Dios mismo y tiene para cada uno el resplandor adecuado: toda persona, toda situación humana es iluminada espléndidamente por ella. En este caso, ha bastado este reflejo: “Sé que me has elegido” para que el panorama todo quede interpretado, quede construido en la paz.
La sensación de mi impotencia radical ha encontrado una respuesta en la fe: admito que no soy nada y que soy débil, pero sólo cuando me falta Dios. ¡Pero “con Él” lo puedo TODO!, porque consigo hacer mía la potencia misma de Dios: lo he vivido anteriormente, en otras ocasiones, ¡y hoy no debo olvidarlo!, sino actualizarlo.
La fe de que Él está conmigo, de que Él no nos ha abandonado – “He aquí que yo estoy con vosotros hasta el final de los tiempos” (Mateo 28, 20)- va haciendo renacer las fuerzas, las energías morales del espíritu. “Sé, Señor, que habiéndome elegido” significa que voy aprendiendo a ver lo que me sucede como “un algo elegido” por Dios, y no obra de la casualidad y la fatalidad; como algo salido de sus manos por elección precisa y clara. Y si viene de las manos de Dios ¿por qué me angustio? “Habiéndome elegido – Tú serás siempre mi fortaleza” indica que, si Él elige, el se compromete con el elegido; no le cargará la cruz y se irá, sino que compartirá el peso y dará Su fuerza. Y al final nos levantará con la paz que sólo da su Amor, habiendo entendido que las pruebas sirvieron a un fin mayor y más valioso.
Autor desconocido
Hay algo que mueve mi interior
En ocasiones pienso que la búsqueda que hago de Dios pudiera no ser tan pura. Y que quizás lo haga, por miedo o conveniencia. Sin embargo y para consolación de mi ser, estoy convencido que aunque muchas veces me haya acercado a El con esas intenciones, la realidad es que brota desde lo más profundo de mí, una necesidad imperiosa de encontrarme con esa corriente de amor y que me envuelva y me lleve a buen puerto.
Siguiendo con esa analogía y como bien lo han comentado varios articulistas que he leído, la bendita realidad es que cuando uno busca esa corriente en el océano inmenso del amor de Dios, cuando menos piensas, ya estás inmerso en ese mar infinito, y es el océano el que te envuelve y cuando menos lo esperas la corriente que buscabas te encuentra a ti y te lleva con suave deleite a mares más profundo y a lugares insospechados pero siempre con la compañía amorosa de nuestro buen Dios.
Repito entonces, esa necesidad profunda de llenar mi vacío con el Inconmensurable, es real, es auténtica, es sincera. Es el sello indeleble de mi naturaleza que llama y busca a su creador.
Lo que me atosiga es el hecho de que a veces parece que no todos lo ven o perciben así. Y he aquí porqué me siento atosigado, ya que quiere decir entonces que por alguna razón Dios lo hace conmigo y con otros no. Al menos esos otros tienen la misma necesidad pero no saben o no quieren saber que sólo Dios la puede saciar.
A lo que voy es que brota entonces también una imperiosa necesidad de hacer algo, de poner en circulación esta buena noticia, de salir a cantar la victoria del Dios que salva. Es por ello que la parábola de la perla escondida que nos dejó Jesús nos habla de que el hombre al encontrarla fue y vendió todo lo que tenía para venir y comprarla.
Pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo decirles sin miedo a todos que Dios es verdad que nos ama? Uno mismo no es digno de su reino, es inclinado al pecado… y aun así tener que salir y gritar a los cuatro vientos que nacimos y que estamos en este mundo por gracia y obra de Dios, que El nos formó con amor desde el vientre de nuestra madre, que nuestro Padre Dios ya nos amaba desde siempre y que nos tiene en la palma de su mano, que no somos un error o una coincidencia y que fuimos hechos para gozar de ese amor gratuito.
¿Cómo explicarlo? Que precisamente por nuestros pecados es que se encarnó y se hizo hombre y que por nosotros murió y resucitó y que nos ha conseguido la reconciliación con nuestro Padre Dios. Que sin ese acto sublime de amor no seríamos salvos y estaríamos condenados al sufrimiento perpetuo.
No es fácil cuando no nos despojamos de la preocupación por el qué dirán, no es sencillo cuando lo queremos hacer con nuestros propios medios. Es incluso pecaminoso cuando lo hacemos buscando nuestra propia gloria.
Pero el grito de batalla sigue ahí, el llamado del Señor es claro.
Dios, te pido tu gracia para hacer no lo que me plazca sino hacer lo que te agrada, no lo que yo quiera sino aquello que te de mayor gloria.
Así sea
Gilberto Palomares
Siguiendo con esa analogía y como bien lo han comentado varios articulistas que he leído, la bendita realidad es que cuando uno busca esa corriente en el océano inmenso del amor de Dios, cuando menos piensas, ya estás inmerso en ese mar infinito, y es el océano el que te envuelve y cuando menos lo esperas la corriente que buscabas te encuentra a ti y te lleva con suave deleite a mares más profundo y a lugares insospechados pero siempre con la compañía amorosa de nuestro buen Dios.
Repito entonces, esa necesidad profunda de llenar mi vacío con el Inconmensurable, es real, es auténtica, es sincera. Es el sello indeleble de mi naturaleza que llama y busca a su creador.
Lo que me atosiga es el hecho de que a veces parece que no todos lo ven o perciben así. Y he aquí porqué me siento atosigado, ya que quiere decir entonces que por alguna razón Dios lo hace conmigo y con otros no. Al menos esos otros tienen la misma necesidad pero no saben o no quieren saber que sólo Dios la puede saciar.
A lo que voy es que brota entonces también una imperiosa necesidad de hacer algo, de poner en circulación esta buena noticia, de salir a cantar la victoria del Dios que salva. Es por ello que la parábola de la perla escondida que nos dejó Jesús nos habla de que el hombre al encontrarla fue y vendió todo lo que tenía para venir y comprarla.
Pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo decirles sin miedo a todos que Dios es verdad que nos ama? Uno mismo no es digno de su reino, es inclinado al pecado… y aun así tener que salir y gritar a los cuatro vientos que nacimos y que estamos en este mundo por gracia y obra de Dios, que El nos formó con amor desde el vientre de nuestra madre, que nuestro Padre Dios ya nos amaba desde siempre y que nos tiene en la palma de su mano, que no somos un error o una coincidencia y que fuimos hechos para gozar de ese amor gratuito.
¿Cómo explicarlo? Que precisamente por nuestros pecados es que se encarnó y se hizo hombre y que por nosotros murió y resucitó y que nos ha conseguido la reconciliación con nuestro Padre Dios. Que sin ese acto sublime de amor no seríamos salvos y estaríamos condenados al sufrimiento perpetuo.
No es fácil cuando no nos despojamos de la preocupación por el qué dirán, no es sencillo cuando lo queremos hacer con nuestros propios medios. Es incluso pecaminoso cuando lo hacemos buscando nuestra propia gloria.
Pero el grito de batalla sigue ahí, el llamado del Señor es claro.
Dios, te pido tu gracia para hacer no lo que me plazca sino hacer lo que te agrada, no lo que yo quiera sino aquello que te de mayor gloria.
Así sea
Gilberto Palomares
Mi testimonio
Quiero compartir mi propio testimonio pra gloria de Dios. Lo escribí hace algunos meses
Está muy cerca mi cumpleaños número 35 que para mi es un número especial; de hecho este 2007 será por mi recordado como un año diferente, llegó a mis 35, cumplo 10 años de matrimonio… pero sobre todo ha sido el año donde por fin me doy cuenta de la gracia que estoy recibiendo a diario de parte de Dios.
En realidad no entendí porque o para que me había vuelto a mi mente ese tremendo reto que significaba el no entender los misterios eternos. Obviamente me tomó de sorpresa, tardé en reponerme de el primer golpe y es que ese pensamiento obsesivo se alojó en mi cabeza y ya no lo pude sacar por mi mismo.
Pero eso es solo una parte accesoria del asunto central. La realidad es que Dios me estaba haciendo un fuerte llamado a regresar a El, o más bien a aceptar su amor que me regala sin merecer. Y claro, se vale de lo que sea para llamar nuestra atención y hacer entender a un cabeza dura como yo.
Anterior a esto sinceramente estaba llevando una vida muy plácida, el trabajo bien, el sueldo bien, el matrimonio, los hijos, la familia, la salud, los amigos, la juventud… en fin todo bien. Y por supuesto no podía hacerme el que no me daba cuenta y entonces para acallar mi conciencia estaba llevando una vida espiritual muy Light. ¿Orar? Bueno, no todos tenemos ese don, me decía, así que rezaba de vez en cuando. ¿Comulgar? Bueno, ya podré hacerlo el próximo domingo, ¿ir a misa? Esta vez no se pudo, no pasa nada. ¿Apostolado? Ahí estuvimos en el MFC pero ahora con los niños “no se podía”, como si fuera la única opción. ¿Evangelizar? Bueno, algún día podré hacerlo con esmero.
Por lo pronto me conformaba con no robar, afectar ni matar a nadie. Reírme de los demás y criticarlos, pues era parte de la chistosada del momento, no había “mala intención”.
Es decir, vivía mi religiosidad muy hacia fuera y nada hacia adentro. No interiorizaba, ni quería hacerlo, pensaba que tal vez llegado el momento de la muerte habría tiempo para arreglar las cosas, por lo pronto había mucho éxito y desarrollo profesional que alcanzar, mucho dinero por conseguir para poder comprar todo lo que la gente bien debe tener, y poder viajar y conocer y que los míos estuvieran bien. ¡Que buena vida he conseguido! -me decía- y claro sabía que se lo debía a Dios pero El era un ser algo lejano para mí y no alcanzaba a comprender el fondo de las cosas. Aprendí a aparentar ser un buen cristiano, aprendí los argumentos suficientes para dar razón de mi fe y que se pudiera pensar que era un buen católico. Yo mismo me aplaudía esa palabra acertada que había dicho en el momento preciso.
Pero que lejos estaba de lo que Dios quería para mí. Por eso me puso delante un acertijo al que siempre le saqué la vuelta, algo que nunca logré dominar y que ahora afloraba como una jugada sucia e injusta de no se quien. Y es que me llenaba de angustia, muchas veces fue terror o pánico, me sentí desolado, abandonado, indigente, perdí la fe, llegué a pensar muy seriamente que quizás era cierto de que Dios no existía, no había manera de escapar de ese pensamiento aterrador que me atormentaba a cada momento.
Total que obviamente me deprimí, estuve afortunadamente sólo como una semana así seguido en la total depresión, ¿para que vivir? Nunca pensé en el suicidio ni nada de cosas extremas porque algo me decía que algún sentido tenía todo lo que había vivido y mis hijos y Caro y la gente con la que estuve hablando me daban ánimos. Pero la verdad no entendía nada, ni ganas tenía de hacer nada, ni para qué hacerlas ni porqué las hacían los demás. Era como pensar que los demás estaban mal de la cabeza y que yo había encontrado la verdad de la vida pero era una verdad cruel llena de desesperanza.
Ahí empecé por gracia de Dios a tener un poco más de fe, un poco más de paz, a sentirme un poco más confiado en El. Pero era un vaivén, a veces bien, a veces muy mal.
No se exactamente en que momento pero Dios me hizo entender que tenía que buscar ayuda, y en verdad creo que ha sido Dios nuestro Señor quien ha movido todos los hilos, quien ha presionado los botones necesarios para hacerme sentir bien a través de los medios terrenales con los que contamos. Y al mismo tiempo, me ha hablado a través de mucho de lo que he leído últimamente y por sobre todo a través de la oración, la confesión y la comunión.
Cosa curiosa, siempre cuando más estuve comprometido con mi apostolado, me decía que yo no había recibido ningún acto o momento de conversión específico. Desde muy pequeño siempre estuve apegado a la iglesia y ahí fui desarrollando mi fe. No había tenido ningún acontecimiento que me hubiera cimbrado para dar un giro a mi vida y sentirme convertido como tanta gente escuché narrar sus experiencias.
Pero he aquí que sin buscarlo, sin pensarlo, sin encontrarle primero relación alguna, ahora se que ésta ha sido mi conversión. Esta ha sido mi experiencia en la que Dios me ha traído “de la orejita” de vuelta a su casa. ¡Bendito sea nuestro Padre que no nos deja ni un momento de su mano!
Por eso ahora lo que quiero es dejarme amar por El, porque no es que uno lo busque, es Dios quien lo busca a uno, la historia de la salvación es la historia de Dios Padre en la búsqueda permanente de sus hijos desvalidos por el pecado. Por eso no dudó en encarnarse, morir y resucitar por nuestra salvación.
Ya no quiero detener ni frenar esa corriente de misericordia que Dios me entrega. Porque se –como decía Santa Teresa- que Dios no estaba obligado a crearme, lo ha hecho por amor, no tenía porque salvarme, lo ha hecho por misericordia. Por eso dice la Biblia: “Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4,7)
No quiero ser por eso un obstáculo en su obra de salvación para los demás. Quiero no juzgar a los demás ni a mi mismo, quiero aprender a perdonar y a perdonarme, quiero seguir orando y tener una verdadera comunicación con El. No quiero que mi fe sea solo una idea, sino descubrir a ese Dios con el cual no había querido, sabido o podido encontrarme. Quiero retomar los sacramentos y la vida de piedad como Jesús lo haría.
Quiero botar el orgullo, la codicia y mi tendencia al racionalismo para pasar a la humildad y a la sana búsqueda de la verdad siempre confiado en mi Dios que nos ama. Quiero entregar mis miedos y mi trastorno y confiado en que El es nuestro sostén poder enfrentarlos y dejarlos ir sabedor de que Dios no tiene más que cosas bellas para mí.
Quiero vivir mi religiosidad de manera sincera y con recta intención, dejando la manera de “hágalo usted mismo”, tomando solo lo que me acomodaba. Quiero ser más que una buena persona, un buen hijo de Dios. Quiero ayudar a esparcir el reino, a llevar aunque sea una palabra de aliento al necesitado y a morir aunque sea un poquito a mi mismo para gloria de Dios. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados” (1 Juan 4,10)
Pero quiero ante todo tener aquello que enseñaba San Ignacio de Loyola y que el llamaba “La santa indiferencia” la cual no consiste en que a uno todo le importe nada, sino consiste en que uno para darle mayor Gloria a Dios esté tan dispuesto a quedarse como a moverse, tan dispuesto a ser reconocido como a ser relegado, tan dispuesto a ser amado como a ser detestado, a que uno esté tan dispuesto a salir por el mundo entero, o a quedarse para siempre en un sitio. La santa indiferencia que decía San Ignacio, corresponde a la absoluta disponibilidad al querer divino.
Todo esto lo deseo y lo pido fervorosamente confiado en aquellos pasajes que dicen:
“Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra? El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con el?” (Romanos 8,31-32)
“Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33)
“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7,7-8)
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mateo 11,28-30)
AMEN
Gilberto Palomares
Está muy cerca mi cumpleaños número 35 que para mi es un número especial; de hecho este 2007 será por mi recordado como un año diferente, llegó a mis 35, cumplo 10 años de matrimonio… pero sobre todo ha sido el año donde por fin me doy cuenta de la gracia que estoy recibiendo a diario de parte de Dios.
En realidad no entendí porque o para que me había vuelto a mi mente ese tremendo reto que significaba el no entender los misterios eternos. Obviamente me tomó de sorpresa, tardé en reponerme de el primer golpe y es que ese pensamiento obsesivo se alojó en mi cabeza y ya no lo pude sacar por mi mismo.
Pero eso es solo una parte accesoria del asunto central. La realidad es que Dios me estaba haciendo un fuerte llamado a regresar a El, o más bien a aceptar su amor que me regala sin merecer. Y claro, se vale de lo que sea para llamar nuestra atención y hacer entender a un cabeza dura como yo.
Anterior a esto sinceramente estaba llevando una vida muy plácida, el trabajo bien, el sueldo bien, el matrimonio, los hijos, la familia, la salud, los amigos, la juventud… en fin todo bien. Y por supuesto no podía hacerme el que no me daba cuenta y entonces para acallar mi conciencia estaba llevando una vida espiritual muy Light. ¿Orar? Bueno, no todos tenemos ese don, me decía, así que rezaba de vez en cuando. ¿Comulgar? Bueno, ya podré hacerlo el próximo domingo, ¿ir a misa? Esta vez no se pudo, no pasa nada. ¿Apostolado? Ahí estuvimos en el MFC pero ahora con los niños “no se podía”, como si fuera la única opción. ¿Evangelizar? Bueno, algún día podré hacerlo con esmero.
Por lo pronto me conformaba con no robar, afectar ni matar a nadie. Reírme de los demás y criticarlos, pues era parte de la chistosada del momento, no había “mala intención”.
Es decir, vivía mi religiosidad muy hacia fuera y nada hacia adentro. No interiorizaba, ni quería hacerlo, pensaba que tal vez llegado el momento de la muerte habría tiempo para arreglar las cosas, por lo pronto había mucho éxito y desarrollo profesional que alcanzar, mucho dinero por conseguir para poder comprar todo lo que la gente bien debe tener, y poder viajar y conocer y que los míos estuvieran bien. ¡Que buena vida he conseguido! -me decía- y claro sabía que se lo debía a Dios pero El era un ser algo lejano para mí y no alcanzaba a comprender el fondo de las cosas. Aprendí a aparentar ser un buen cristiano, aprendí los argumentos suficientes para dar razón de mi fe y que se pudiera pensar que era un buen católico. Yo mismo me aplaudía esa palabra acertada que había dicho en el momento preciso.
Pero que lejos estaba de lo que Dios quería para mí. Por eso me puso delante un acertijo al que siempre le saqué la vuelta, algo que nunca logré dominar y que ahora afloraba como una jugada sucia e injusta de no se quien. Y es que me llenaba de angustia, muchas veces fue terror o pánico, me sentí desolado, abandonado, indigente, perdí la fe, llegué a pensar muy seriamente que quizás era cierto de que Dios no existía, no había manera de escapar de ese pensamiento aterrador que me atormentaba a cada momento.
Total que obviamente me deprimí, estuve afortunadamente sólo como una semana así seguido en la total depresión, ¿para que vivir? Nunca pensé en el suicidio ni nada de cosas extremas porque algo me decía que algún sentido tenía todo lo que había vivido y mis hijos y Caro y la gente con la que estuve hablando me daban ánimos. Pero la verdad no entendía nada, ni ganas tenía de hacer nada, ni para qué hacerlas ni porqué las hacían los demás. Era como pensar que los demás estaban mal de la cabeza y que yo había encontrado la verdad de la vida pero era una verdad cruel llena de desesperanza.
Ahí empecé por gracia de Dios a tener un poco más de fe, un poco más de paz, a sentirme un poco más confiado en El. Pero era un vaivén, a veces bien, a veces muy mal.
No se exactamente en que momento pero Dios me hizo entender que tenía que buscar ayuda, y en verdad creo que ha sido Dios nuestro Señor quien ha movido todos los hilos, quien ha presionado los botones necesarios para hacerme sentir bien a través de los medios terrenales con los que contamos. Y al mismo tiempo, me ha hablado a través de mucho de lo que he leído últimamente y por sobre todo a través de la oración, la confesión y la comunión.
Cosa curiosa, siempre cuando más estuve comprometido con mi apostolado, me decía que yo no había recibido ningún acto o momento de conversión específico. Desde muy pequeño siempre estuve apegado a la iglesia y ahí fui desarrollando mi fe. No había tenido ningún acontecimiento que me hubiera cimbrado para dar un giro a mi vida y sentirme convertido como tanta gente escuché narrar sus experiencias.
Pero he aquí que sin buscarlo, sin pensarlo, sin encontrarle primero relación alguna, ahora se que ésta ha sido mi conversión. Esta ha sido mi experiencia en la que Dios me ha traído “de la orejita” de vuelta a su casa. ¡Bendito sea nuestro Padre que no nos deja ni un momento de su mano!
Por eso ahora lo que quiero es dejarme amar por El, porque no es que uno lo busque, es Dios quien lo busca a uno, la historia de la salvación es la historia de Dios Padre en la búsqueda permanente de sus hijos desvalidos por el pecado. Por eso no dudó en encarnarse, morir y resucitar por nuestra salvación.
Ya no quiero detener ni frenar esa corriente de misericordia que Dios me entrega. Porque se –como decía Santa Teresa- que Dios no estaba obligado a crearme, lo ha hecho por amor, no tenía porque salvarme, lo ha hecho por misericordia. Por eso dice la Biblia: “Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4,7)
No quiero ser por eso un obstáculo en su obra de salvación para los demás. Quiero no juzgar a los demás ni a mi mismo, quiero aprender a perdonar y a perdonarme, quiero seguir orando y tener una verdadera comunicación con El. No quiero que mi fe sea solo una idea, sino descubrir a ese Dios con el cual no había querido, sabido o podido encontrarme. Quiero retomar los sacramentos y la vida de piedad como Jesús lo haría.
Quiero botar el orgullo, la codicia y mi tendencia al racionalismo para pasar a la humildad y a la sana búsqueda de la verdad siempre confiado en mi Dios que nos ama. Quiero entregar mis miedos y mi trastorno y confiado en que El es nuestro sostén poder enfrentarlos y dejarlos ir sabedor de que Dios no tiene más que cosas bellas para mí.
Quiero vivir mi religiosidad de manera sincera y con recta intención, dejando la manera de “hágalo usted mismo”, tomando solo lo que me acomodaba. Quiero ser más que una buena persona, un buen hijo de Dios. Quiero ayudar a esparcir el reino, a llevar aunque sea una palabra de aliento al necesitado y a morir aunque sea un poquito a mi mismo para gloria de Dios. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados” (1 Juan 4,10)
Pero quiero ante todo tener aquello que enseñaba San Ignacio de Loyola y que el llamaba “La santa indiferencia” la cual no consiste en que a uno todo le importe nada, sino consiste en que uno para darle mayor Gloria a Dios esté tan dispuesto a quedarse como a moverse, tan dispuesto a ser reconocido como a ser relegado, tan dispuesto a ser amado como a ser detestado, a que uno esté tan dispuesto a salir por el mundo entero, o a quedarse para siempre en un sitio. La santa indiferencia que decía San Ignacio, corresponde a la absoluta disponibilidad al querer divino.
Todo esto lo deseo y lo pido fervorosamente confiado en aquellos pasajes que dicen:
“Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra? El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con el?” (Romanos 8,31-32)
“Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33)
“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7,7-8)
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mateo 11,28-30)
AMEN
Gilberto Palomares
martes 16 de octubre de 2007
Orar con los salmos
Autor Fray Nelson Medina
Quisiera compartir con ustedes una pequeña reflexión sobre el Salmo, porque eso que hemos leído, es una maravillosa invitación, y es una gran enseñanza: "Alegraos justos con el Señor"
¡Qué impresionante es la Palabra de Dios! Son cinco palabras, pero en esos cinco vocablos hay una invitación que es maravillosa, y hay una enseñanza que es muy saludable. "Alegraos justos con el Señor" Todo el salmo 97 es un salmo muy hermoso, un salmo de alabanza: "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables" (Salmo 97,1), un salmo para proclamar la majestad de Dios.
Vamos a dividir nuestra predicación en dos partes. Primero, un comentario sobre el provecho que traen los salmos como escuela de oración, algo breve, y después volveremos a esa frase, que hemos repetido leído: " Alegraos justos con el Señor" (Salmo 97,12).
Vamos pues con lo primero. A mí me parece que los salmos son la mejor escuela de oración. Dice el Apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos que, "nosotros no sabemos orar, ni como conviene" (Romanos 8,26). Creo que esta es una realidad que muchos hemos experimentado: no saber qué palabras decirle a Dios.
Pero por otra parte, está bien claro, que la vida espiritual, ni nace, ni crece, ni fructifica, si no es con la oración. Además está muy claro, que sólo el Dios verdadero puede hacer verdaderas obras por nosotros; no es el Dios que yo me imagine, no es lo que yo me imagine de Dios, es lo que Dios ha mostrado de sí mismo, es el Dios verdadero, el que puede transformar mi vida.
Es muy fácil en la oración pasar del Dios verdadero a las fantasías de nuestra mente. Está la historia de aquella jovencita, que me decía que oraba todo el día, pero llevaba una vida espantosa, y en la familia no había quién se la aguantara, y era un desastre, realmente; "pero ella estaba en oración continua". Su oración consistía, sobre todo, en una conversación, en un decirle y decirle cosas a Dios, y Dios le respondía en términos muy parecidos a los de ella misma. Era un Dios que se parecía tanto a ella, que terminaba aprobándole todo lo que ella dijera.
Es muy fácil caer en un Dios de fantasía, no sólo en un Dios complaciente, a veces en un Dios rigorista, a veces en un Dios indiferente.
Pregunto: ¿Quién te dijo que Dios era tan indiferente como tú te lo imaginas? ¿Quién te dijo que Dios estaba tan lejos como tú a veces dices? ¿Quién te dijo que Dios era tan estricto como tú a veces lo piensas? O, ¿quién te dijo que a Dios le parece muy gracioso lo que tú haces? ¿Quién te dijo que a Dios le agradaba lo que tú crees que es su voluntad?"
Dios no es una idea, no es un muñeco de cera, no es un muñeco de plastilina para que nosotros lo hagamos como a nosotros nos parece. En Él reposa y de Él mana la fuente única de la vida, es Él quien da la vida, es Él quien nos forma a nosotros, no nosotros, los que tenemos que formarlo a Él.
Y por eso dice en algún lugar la Escritura: “¿Quién ha conocido la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero?” (Romanos 11,34). Y San Pablo dice: “Nosotros no sabemos orar como conviene” (Romanos 8,26).
Por eso toda persona que quiera dar pasos serios en la oración, que quiera dejar de imaginarse a Dios, tiene que acercarse a lo que Dios ha dicho de sí mismo.
San Agustín tiene estas palabras: “Para que el hombre pudiera alabar dignamente a Dios, Dios se dignó alabarse a sí mismo en la Escritura”. Porque la Escritura, inspirada por el Espíritu de Dios, inspirada por el Espíritu Santo, contiene alabanzas a Dios, pero las alabanzas que reconocen lo que Él quiere que nosotros sepamos de Él, y como Él quiere ser llamado.
Yo creo que no hay excusa para nuestra mediocridad. Hoy, las ediciones de la Biblia están en todas partes, y además, pues tenemos las hojitas que se reparten en la iglesia, y tenemos los amigos, y el Internet, y tenemos muchos caminos para recibir la Palabra de Dios. Hoy no hay disculpa alguna. ¿Qué nos impide?, respóndeme sólo eso, ¿qué nos impide tomar la Escritura, y repasar con los ojos, leer lo que allí se dice, ir tomando esas palabras, hacer grupo de oración con el Espíritu Santo? ¿Quién nos impide eso? Nadie nos lo impide.
Cuando yo llegué a la Comunidad, yo tuve un postulantado brevísimo, de menos de un mes; probablemente, eso fue lo que me faltó: más madurez en ese postulantado. Y luego llegamos al noviciado. En el noviciado, pues ya se inició la oración con la Liturgia de las Horas, el Breviario, ese libro que algunos de ustedes ya van conociendo, y van amando. Yo, que estaba acostumbrado a la oración espontánea, a la oración improvisada, a la oración que surge, así no más, del corazón, me sentí raro, semanas enteras en una oración así, con un libro, y siguiendo unos textos; me sentía raro, a veces me sentía postizo. Pero fue obra del Espíritu Santo, que no tuviera yo la terquedad de rechazar esa oración, sino que más bien, intentara acomodar mi corazón, sensibilizar mi corazón a esa oración.
Y fue también obra del Espíritu, que después comprendiera, que en realidad, Dios seguía haciendo conmigo lo mismo que había hecho cuando me llevó a un grupo de oración que se llamaba "Espíritu Santo", allá en el barrio, junto a mi familia. Cuando estuve en el grupo de oración "Espíritu Santo", la gente oraba, yo no sabía decir nada, no se me ocurría decir nada. Llegué allá, me senté en un rincón, me escondí detrás de un mueble a ver cómo eran de ridículos todos, a eso fui. Eso es una etapa inmadura que uno pasa. Pero después de esa etapa inmadura, yo me di cuenta de que el inmaduro era yo, como le pasa a uno con esto de aplaudir, y levantar manos, y todas esas cosas. Al principio yo creí, que todos estaban locos; después descubrí, que el único loco era yo.
Si yo no tenía alegría suficiente para aclamar a Dios, si no tenía júbilo suficiente para darle vítores a Dios, y para gozarme con Dios, el que tenía que estar mal de la cabeza era yo. Si yo no conocía esa alegría, el que estaba mal era yo, y los demás, seguramente, eran los que estaban bien.
Yo podía tener muchas otras cosas, podía tener estudios, podía tener conocimientos, y sobre todo, podía tener una soberbia que no se me ha quitado del todo, creo, una soberbia como tres tallas mayor que yo, lo cual es decir. Yo podía tener todo eso, pero tener sencillez de alma, y alegrarme, lo que dice el Salmo, alegría, yo no tenía; alegría, yo no la conocía. En cambio, toda esa gente “ridícula” de ese grupo, que no tenía lo que yo tenía, sí tenía lo que yo no tenía. Y yo descubrí, que el que estaba mal en la vida, era yo, el que no iba a ir a ninguna parte en la vida, era yo. Pero la historia está, en que yo me escondí por allá detrás de un mueble, a ver que dijeran sus oraciones, y después fui descubriendo, que en esas oraciones había algo hermoso.
Pues bien, volvamos a la historia del noviciado. Estaba allá en el noviciado de mi Comunidad, y entonces entran los Salmos, y me sentía extraño, me sentía postizo; todavía me pasa alguna vez. Yo no creo que yo sea un gran orante, ni mucho menos; bastante camino me hace falta. Pero, por lo menos entendí y he seguido entendiendo, que cuando uno ora con los Salmos, uno está haciendo grupo de oración como esa gente. Y esos textos, que un día nacieron de un corazón como el mío, vienen de Dios, y son una escuela maravillosa. Y después empecé a descubrir, que ahí había arrepentimiento, que era lo que necesitaba mi alma, y alabanza, como a mí nunca se me hubiera ocurrido, y unas acciones de gracias preciosas.
Fui descubriendo eso, y por tanto, he querido compartir con ustedes en esta primera parte de nuestra predicación, la belleza y la utilidad de los Salmos.
Ahora vamos con la segunda parte: “Alegraos justos con el Señor” dice el salmo 97, versículo 12. Alegrarse, alegría, justos, justicia, el Señor Dios... es extraña esta invitación a la alegría. Parece que la alegría ha huido para siempre de algunas vidas, parece un imposible en esta tierra. Lo que dice el salmo creo yo que es una alegría que a uno no se le había ocurrido. Uno había pensado en la alegría, por ejemplo, de ganarse una lotería, en la alegría de sentirse correspondido en el amor, en la alegría de culminar un proceso, digamos, académico, lograr un gran puesto, curarse. Esas son las alegrías que uno conoce, y las alegrías que uno espera.
Aquí se nos habla de una alegría con el Señor. ¿Qué será eso de alegrarse con el Señor? Llega a mi mente el Salmo dieciséis: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa. Mi suerte está en tu mano. Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad” (Salmo 16,5-6).
Descubrir que la porción de uno es el Señor; descubrir eso, sentir que Dios es para nosotros; vamos a decirlo todavía más particular: "Dios es para mí". Intenta en tu corazón decir esa expresión: "Dios es para mí". Intenta pensarlo así, "Dios es para mí".
Si sientes un rechazo en tu alma, quiere decir que este Salmo te va a hacer una gran sanación. Intenta decirlo; si se te bloquea la mente, queda la pantalla en blanco, se rompe la conexión, y se desconcentra, quiere decir que este Salmo, Salmo noventa y siete, te va a hacer mucho bien. Esa verdad es la verdad que le puede traer paz a su corazón, porque la salud no te va a durar todo el tiempo, ni los amigos, ni la suerte, ni una carrera que terminaste. Las alegrías de esta tierra vuelan.
Una Santa compara las alegrías de esta tierra con un río que no para, intentas agarrarlo, y se te va. Así son las alegrías de esta tierra. Claro que había un negrito, un costeño que decía: “Bueno, y lo bailado, ¿quién me lo quita? Lo rumbeado, ¿quién me lo quita?” Eso es cierto; tiene razón también el negrito: Lo bailado, nadie te lo quita.
Pero a la vista de las alegrías que se tuvieron y no se tienen, es más terrible la tristeza. La persona que tuvo más alegría es más triste, incluso que la que no la conoció. Y por eso, los rostros más tristes que yo haya visto en esta tierra, son todos de personas rumberas, todos.
“Lo bailado, ¿quién me lo quita?” Nadie te quita a ti lo bailado, pero precisamente, eso es lo grave, que ese recuerdo te persigue, y te hace amargo este momento. Ese es el recuerdo que hace que este momento sea insoportable para ti, porque no puedes producir más eso. Y lo mismo pasa con las otras alegrías de esta tierra.
Por eso, hay que decir la frase "Dios es para mí", una frase que lo pone loco de alegría. Si sientes que en tu cabeza todo estalla, explota cuando dices, "Dios es para mí", quiere decir que hemos tocado la fibra que es.
Algo parecido tiene que hacer uno con el corazón. Si tu dices la frase "Dios es para mí", y eso te da una risa nerviosa, rabia, angustia, desesperación, ridículo, sarcasmo, "lo que me faltaba", quiere decir que hemos tocado la tecla que es.
Si no puedes decir la frase "Dios es para mí", algo gravísimo ha pasado en tu vida, algo que hace que te sientas radicalmente ajeno al Señor Dios.
Pues yo te invito a que tomes el Salmo noventa y siete, tome este Salmo, tómelo como tratamiento una vez antes de cada comida: "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables, justicia y derecho sostienen su trono" (Salmo 97,1-2).
Reza, lee despacio este Salmo, invocando al Señor, y diciéndole: "Señor, abre mi corazón, abre una grieta en mi alma"; o mejor dicho, "entra por las grietas de mi alma".
Porque una persona que no puede decir la frase "Dios es para mí", le pasa lo mismo que le sucede a las calles de muchas ciudades en algunos sectores. Como decía un taxista: "El problema no es que haya mucho hueco, sino que hay poquito pavimento". Así puede pasar con algunas personas: no es que tengan muchas grietas, sino que ya no tienen pared; es que se les deshizo la vida, se les desmoronó todo, se les acabó todo.
Pues uno tiene que rezar por la calle, y por la casa, y decir: "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables, tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono, delante de Él avanza fuego" (Salmo 97,1-3).
¡Es tan hermoso ese salmo! ¡Tan hermoso! Enamórate de ese salmo, y proclama la majestad de Dios. Cuando después de decirlo varias veces, llegues a, "alegraos justos con el Señor" (Salmo 97,12), estoy seguro, que el Espíritu Santo te va a conceder el deseo intenso de hacer la voluntad de Dios. Pero ya no va a ser la voluntad externa de un tirano que se la impone, sino va a ser la voluntad del Médico, del Amigo, del Amor de mi alma.
Cuando a uno le dicen: "Haga la voluntad de Dios", hay corazones tan heridos, tan rebeldes que dicen: "Y yo, ¿por qué voy a hacer la voluntad de Dios? ¿Por qué? Yo voy a hacer mi propia voluntad". Eso puede decir mucha gente. Pero la persona que habla así, ¿qué diría ante el médico? Si el médico le dice, por ejemplo, “mire, usted tiene que tomarse esto, o su estado mental empeorará”. Al médico sí le hacemos caso; eso es hacer la voluntad del médico.
¿Por qué uno hace la voluntad del médico sin rezongar? Porque uno cree que el médico quiere el bien de uno; por eso uno hace la voluntad del médico. Si usted está en una ciudad extraña, como me pasó a mí, por ejemplo, en Budapest: yo me perdí en Budapest. También me perdí en Praga, pero la perdida en Praga fue peor: fui a dar por allá, en el barrio más terrible, e iba caminando, yo era un jovencito rollizo, iba caminando por el barrio más espantoso de Praga, pero porque me perdí. Y pues, yo no tenía fresco el checoeslovaco en ese momento; de manera que no hallaba cómo expresarme. Por allá me encontró un policía, no sé cómo supo que yo era extranjero, y me dio dos o tres señas que me sacaron de ese infierno.
Ahí yo hice la voluntad del policía sin rezongar. ¡Qué tal que yo le hubiera dicho: "No, déjeme, que yo me meto más en esta alcantarilla, déjeme"! ¿Por qué no dije eso? Porque yo creía que el policía quería mi bien.
Cuando uno se encuentra con Jesús, cuando uno se encuentra con el Señor, uno se encuentra con Alguien que quiere el bien de uno. Sentir el amor de Aquel que quiere el bien de uno, eso es lo que uno necesita, para uno decir: "Yo quiero ser de esos que hacen tu voluntad; yo quiero aceptarte, yo quiero que tú, Señor, seas mi Señor, y yo quiero que tú seas mi alegría".
Obtenido de "http://fraynelson.com/wiki/index.php?title=I215001a"
Quisiera compartir con ustedes una pequeña reflexión sobre el Salmo, porque eso que hemos leído, es una maravillosa invitación, y es una gran enseñanza: "Alegraos justos con el Señor"
¡Qué impresionante es la Palabra de Dios! Son cinco palabras, pero en esos cinco vocablos hay una invitación que es maravillosa, y hay una enseñanza que es muy saludable. "Alegraos justos con el Señor" Todo el salmo 97 es un salmo muy hermoso, un salmo de alabanza: "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables" (Salmo 97,1), un salmo para proclamar la majestad de Dios.
Vamos a dividir nuestra predicación en dos partes. Primero, un comentario sobre el provecho que traen los salmos como escuela de oración, algo breve, y después volveremos a esa frase, que hemos repetido leído: " Alegraos justos con el Señor" (Salmo 97,12).
Vamos pues con lo primero. A mí me parece que los salmos son la mejor escuela de oración. Dice el Apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos que, "nosotros no sabemos orar, ni como conviene" (Romanos 8,26). Creo que esta es una realidad que muchos hemos experimentado: no saber qué palabras decirle a Dios.
Pero por otra parte, está bien claro, que la vida espiritual, ni nace, ni crece, ni fructifica, si no es con la oración. Además está muy claro, que sólo el Dios verdadero puede hacer verdaderas obras por nosotros; no es el Dios que yo me imagine, no es lo que yo me imagine de Dios, es lo que Dios ha mostrado de sí mismo, es el Dios verdadero, el que puede transformar mi vida.
Es muy fácil en la oración pasar del Dios verdadero a las fantasías de nuestra mente. Está la historia de aquella jovencita, que me decía que oraba todo el día, pero llevaba una vida espantosa, y en la familia no había quién se la aguantara, y era un desastre, realmente; "pero ella estaba en oración continua". Su oración consistía, sobre todo, en una conversación, en un decirle y decirle cosas a Dios, y Dios le respondía en términos muy parecidos a los de ella misma. Era un Dios que se parecía tanto a ella, que terminaba aprobándole todo lo que ella dijera.
Es muy fácil caer en un Dios de fantasía, no sólo en un Dios complaciente, a veces en un Dios rigorista, a veces en un Dios indiferente.
Pregunto: ¿Quién te dijo que Dios era tan indiferente como tú te lo imaginas? ¿Quién te dijo que Dios estaba tan lejos como tú a veces dices? ¿Quién te dijo que Dios era tan estricto como tú a veces lo piensas? O, ¿quién te dijo que a Dios le parece muy gracioso lo que tú haces? ¿Quién te dijo que a Dios le agradaba lo que tú crees que es su voluntad?"
Dios no es una idea, no es un muñeco de cera, no es un muñeco de plastilina para que nosotros lo hagamos como a nosotros nos parece. En Él reposa y de Él mana la fuente única de la vida, es Él quien da la vida, es Él quien nos forma a nosotros, no nosotros, los que tenemos que formarlo a Él.
Y por eso dice en algún lugar la Escritura: “¿Quién ha conocido la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero?” (Romanos 11,34). Y San Pablo dice: “Nosotros no sabemos orar como conviene” (Romanos 8,26).
Por eso toda persona que quiera dar pasos serios en la oración, que quiera dejar de imaginarse a Dios, tiene que acercarse a lo que Dios ha dicho de sí mismo.
San Agustín tiene estas palabras: “Para que el hombre pudiera alabar dignamente a Dios, Dios se dignó alabarse a sí mismo en la Escritura”. Porque la Escritura, inspirada por el Espíritu de Dios, inspirada por el Espíritu Santo, contiene alabanzas a Dios, pero las alabanzas que reconocen lo que Él quiere que nosotros sepamos de Él, y como Él quiere ser llamado.
Yo creo que no hay excusa para nuestra mediocridad. Hoy, las ediciones de la Biblia están en todas partes, y además, pues tenemos las hojitas que se reparten en la iglesia, y tenemos los amigos, y el Internet, y tenemos muchos caminos para recibir la Palabra de Dios. Hoy no hay disculpa alguna. ¿Qué nos impide?, respóndeme sólo eso, ¿qué nos impide tomar la Escritura, y repasar con los ojos, leer lo que allí se dice, ir tomando esas palabras, hacer grupo de oración con el Espíritu Santo? ¿Quién nos impide eso? Nadie nos lo impide.
Cuando yo llegué a la Comunidad, yo tuve un postulantado brevísimo, de menos de un mes; probablemente, eso fue lo que me faltó: más madurez en ese postulantado. Y luego llegamos al noviciado. En el noviciado, pues ya se inició la oración con la Liturgia de las Horas, el Breviario, ese libro que algunos de ustedes ya van conociendo, y van amando. Yo, que estaba acostumbrado a la oración espontánea, a la oración improvisada, a la oración que surge, así no más, del corazón, me sentí raro, semanas enteras en una oración así, con un libro, y siguiendo unos textos; me sentía raro, a veces me sentía postizo. Pero fue obra del Espíritu Santo, que no tuviera yo la terquedad de rechazar esa oración, sino que más bien, intentara acomodar mi corazón, sensibilizar mi corazón a esa oración.
: "Yo quiero ser de esos que hacen tu voluntad; yo quiero aceptarte, yo quiero que tú, Señor, seas mi Señor, y yo quiero que tú seas mi alegría".
Y fue también obra del Espíritu, que después comprendiera, que en realidad, Dios seguía haciendo conmigo lo mismo que había hecho cuando me llevó a un grupo de oración que se llamaba "Espíritu Santo", allá en el barrio, junto a mi familia. Cuando estuve en el grupo de oración "Espíritu Santo", la gente oraba, yo no sabía decir nada, no se me ocurría decir nada. Llegué allá, me senté en un rincón, me escondí detrás de un mueble a ver cómo eran de ridículos todos, a eso fui. Eso es una etapa inmadura que uno pasa. Pero después de esa etapa inmadura, yo me di cuenta de que el inmaduro era yo, como le pasa a uno con esto de aplaudir, y levantar manos, y todas esas cosas. Al principio yo creí, que todos estaban locos; después descubrí, que el único loco era yo.
Si yo no tenía alegría suficiente para aclamar a Dios, si no tenía júbilo suficiente para darle vítores a Dios, y para gozarme con Dios, el que tenía que estar mal de la cabeza era yo. Si yo no conocía esa alegría, el que estaba mal era yo, y los demás, seguramente, eran los que estaban bien.
Yo podía tener muchas otras cosas, podía tener estudios, podía tener conocimientos, y sobre todo, podía tener una soberbia que no se me ha quitado del todo, creo, una soberbia como tres tallas mayor que yo, lo cual es decir. Yo podía tener todo eso, pero tener sencillez de alma, y alegrarme, lo que dice el Salmo, alegría, yo no tenía; alegría, yo no la conocía. En cambio, toda esa gente “ridícula” de ese grupo, que no tenía lo que yo tenía, sí tenía lo que yo no tenía. Y yo descubrí, que el que estaba mal en la vida, era yo, el que no iba a ir a ninguna parte en la vida, era yo. Pero la historia está, en que yo me escondí por allá detrás de un mueble, a ver que dijeran sus oraciones, y después fui descubriendo, que en esas oraciones había algo hermoso.
Pues bien, volvamos a la historia del noviciado. Estaba allá en el noviciado de mi Comunidad, y entonces entran los Salmos, y me sentía extraño, me sentía postizo; todavía me pasa alguna vez. Yo no creo que yo sea un gran orante, ni mucho menos; bastante camino me hace falta. Pero, por lo menos entendí y he seguido entendiendo, que cuando uno ora con los Salmos, uno está haciendo grupo de oración como esa gente. Y esos textos, que un día nacieron de un corazón como el mío, vienen de Dios, y son una escuela maravillosa. Y después empecé a descubrir, que ahí había arrepentimiento, que era lo que necesitaba mi alma, y alabanza, como a mí nunca se me hubiera ocurrido, y unas acciones de gracias preciosas.
Fui descubriendo eso, y por tanto, he querido compartir con ustedes en esta primera parte de nuestra predicación, la belleza y la utilidad de los Salmos.
Ahora vamos con la segunda parte: “Alegraos justos con el Señor” dice el salmo 97, versículo 12. Alegrarse, alegría, justos, justicia, el Señor Dios... es extraña esta invitación a la alegría. Parece que la alegría ha huido para siempre de algunas vidas, parece un imposible en esta tierra. Lo que dice el salmo creo yo que es una alegría que a uno no se le había ocurrido. Uno había pensado en la alegría, por ejemplo, de ganarse una lotería, en la alegría de sentirse correspondido en el amor, en la alegría de culminar un proceso, digamos, académico, lograr un gran puesto, curarse. Esas son las alegrías que uno conoce, y las alegrías que uno espera.
Aquí se nos habla de una alegría con el Señor. ¿Qué será eso de alegrarse con el Señor? Llega a mi mente el Salmo dieciséis: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa. Mi suerte está en tu mano. Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad” (Salmo 16,5-6).
Descubrir que la porción de uno es el Señor; descubrir eso, sentir que Dios es para nosotros; vamos a decirlo todavía más particular: "Dios es para mí". Intenta en tu corazón decir esa expresión: "Dios es para mí". Intenta pensarlo así, "Dios es para mí".
Si sientes un rechazo en tu alma, quiere decir que este Salmo te va a hacer una gran sanación. Intenta decirlo; si se te bloquea la mente, queda la pantalla en blanco, se rompe la conexión, y se desconcentra, quiere decir que este Salmo, Salmo noventa y siete, te va a hacer mucho bien. Esa verdad es la verdad que le puede traer paz a su corazón, porque la salud no te va a durar todo el tiempo, ni los amigos, ni la suerte, ni una carrera que terminaste. Las alegrías de esta tierra vuelan.
Una Santa compara las alegrías de esta tierra con un río que no para, intentas agarrarlo, y se te va. Así son las alegrías de esta tierra. Claro que había un negrito, un costeño que decía: “Bueno, y lo bailado, ¿quién me lo quita? Lo rumbeado, ¿quién me lo quita?” Eso es cierto; tiene razón también el negrito: Lo bailado, nadie te lo quita.
Pero a la vista de las alegrías que se tuvieron y no se tienen, es más terrible la tristeza. La persona que tuvo más alegría es más triste, incluso que la que no la conoció. Y por eso, los rostros más tristes que yo haya visto en esta tierra, son todos de personas rumberas, todos.
“Lo bailado, ¿quién me lo quita?” Nadie te quita a ti lo bailado, pero precisamente, eso es lo grave, que ese recuerdo te persigue, y te hace amargo este momento. Ese es el recuerdo que hace que este momento sea insoportable para ti, porque no puedes producir más eso. Y lo mismo pasa con las otras alegrías de esta tierra.
Por eso, hay que decir la frase "Dios es para mí", una frase que lo pone loco de alegría. Si sientes que en tu cabeza todo estalla, explota cuando dices, "Dios es para mí", quiere decir que hemos tocado la fibra que es.
Algo parecido tiene que hacer uno con el corazón. Si tu dices la frase "Dios es para mí", y eso te da una risa nerviosa, rabia, angustia, desesperación, ridículo, sarcasmo, "lo que me faltaba", quiere decir que hemos tocado la tecla que es.
Si no puedes decir la frase "Dios es para mí", algo gravísimo ha pasado en tu vida, algo que hace que te sientas radicalmente ajeno al Señor Dios.
Pues yo te invito a que tomes el Salmo noventa y siete, tome este Salmo, tómelo como tratamiento una vez antes de cada comida: "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables, justicia y derecho sostienen su trono" (Salmo 97,1-2).
Reza, lee despacio este Salmo, invocando al Señor, y diciéndole: "Señor, abre mi corazón, abre una grieta en mi alma"; o mejor dicho, "entra por las grietas de mi alma".
Porque una persona que no puede decir la frase "Dios es para mí", le pasa lo mismo que le sucede a las calles de muchas ciudades en algunos sectores. Como decía un taxista: "El problema no es que haya mucho hueco, sino que hay poquito pavimento". Así puede pasar con algunas personas: no es que tengan muchas grietas, sino que ya no tienen pared; es que se les deshizo la vida, se les desmoronó todo, se les acabó todo.
Pues uno tiene que rezar por la calle, y por la casa, y decir: "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables, tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono, delante de Él avanza fuego" (Salmo 97,1-3).
¡Es tan hermoso ese salmo! ¡Tan hermoso! Enamórate de ese salmo, y proclama la majestad de Dios. Cuando después de decirlo varias veces, llegues a, "alegraos justos con el Señor" (Salmo 97,12), estoy seguro, que el Espíritu Santo te va a conceder el deseo intenso de hacer la voluntad de Dios. Pero ya no va a ser la voluntad externa de un tirano que se la impone, sino va a ser la voluntad del Médico, del Amigo, del Amor de mi alma.
Cuando a uno le dicen: "Haga la voluntad de Dios", hay corazones tan heridos, tan rebeldes que dicen: "Y yo, ¿por qué voy a hacer la voluntad de Dios? ¿Por qué? Yo voy a hacer mi propia voluntad". Eso puede decir mucha gente. Pero la persona que habla así, ¿qué diría ante el médico? Si el médico le dice, por ejemplo, “mire, usted tiene que tomarse esto, o su estado mental empeorará”. Al médico sí le hacemos caso; eso es hacer la voluntad del médico.
¿Por qué uno hace la voluntad del médico sin rezongar? Porque uno cree que el médico quiere el bien de uno; por eso uno hace la voluntad del médico. Si usted está en una ciudad extraña, como me pasó a mí, por ejemplo, en Budapest: yo me perdí en Budapest. También me perdí en Praga, pero la perdida en Praga fue peor: fui a dar por allá, en el barrio más terrible, e iba caminando, yo era un jovencito rollizo, iba caminando por el barrio más espantoso de Praga, pero porque me perdí. Y pues, yo no tenía fresco el checoeslovaco en ese momento; de manera que no hallaba cómo expresarme. Por allá me encontró un policía, no sé cómo supo que yo era extranjero, y me dio dos o tres señas que me sacaron de ese infierno.
Ahí yo hice la voluntad del policía sin rezongar. ¡Qué tal que yo le hubiera dicho: "No, déjeme, que yo me meto más en esta alcantarilla, déjeme"! ¿Por qué no dije eso? Porque yo creía que el policía quería mi bien.
Cuando uno se encuentra con Jesús, cuando uno se encuentra con el Señor, uno se encuentra con Alguien que quiere el bien de uno. Sentir el amor de Aquel que quiere el bien de uno, eso es lo que uno necesita, para uno decir: "Yo quiero ser de esos que hacen tu voluntad; yo quiero aceptarte, yo quiero que tú, Señor, seas mi Señor, y yo quiero que tú seas mi alegría".
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