viernes, 23 de septiembre de 2011

Biografía « Padre Pío de Pietrelcina

Algunos pensamientos del Padre Pio en Navidad Viernes, dic 24 2010

La ternura de la Navidad

«Todas las fiestas de la Iglesia son hermosas… la Pascua, sí, es la glorificación… pero la Navidad posee una ternura, una dulzura infantil que me atrapa todo el corazón»

Lágrimas de gratitud

«¡Qué feliz me hace Jesús! ¡Qué suave es su espíritu! Pero yo me confundo y sólo consigo rezar y repetir: “Jesús, pan mío”»

Los vagidos de Jesús

«Sólo se oyen los vagidos y el llanto del niño Dios y con este llanto y estos vagidos ofrece a la justicia divina el primer rescate de nuestra reconciliación …»

El más pequeño de nosotros

«Que el Niño Jesús te colme de sus divinos carismas, te haga probar las alegrías de los pastores y de los ángeles y te revista todo con el fuego de esa caridad por la que se hizo el más pequeño de nosotros, y te convierta en un niño pequeño lleno de amabilidad, sencillez y amor»

Dulcísimo Jesús

«Que el dulcísimo Niño Jesús os traiga todas las gracias, todas las bendiciones, todas las sonrisas que plazca a su infinita bondad…»

Jesús llama… movidos por su gracia corren

«Jesús llama a los pobres y sencillos pastores por medio de los ángeles para manifestarse a ellos. Llama a los sabios por medio de su misma ciencia. Y todos, movidos por el influjo interior de su gracia, corren hacia él para adorarle. Nos llama a todos con las inspiraciones divinas y se comunica a nosotros con su gracia»

La justificación de los pecadores

«Nuestra justificación es un milagro extremadamente grande que la Sagrada Escritura compara con la resurrección del Maestro divino. Sí, querida amiga, la justificación de nuestra impiedad es tal que bien podemos decir que Dios mostró su potencia más en nuestra conversión que en sacar de la nada el cielo y la tierra, pues hay más contraposición entre el pecador y la gracia que entre la nada y el ser. La nada está menos lejos de Dios que el pecador. Además, en la creación se trata del orden natural; en la justificación del impío, en cambio, se trata del orden sobrenatural y divino»

Jesús es con mayor razón para los pecadores

«Jesús es de todos, pero lo es con mayor razón para los pecadores. Nos lo dice él mismo: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos”. “El Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido”. “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”»

… lo hace para que seas más humilde

«Nuestro Señor te ama tiernamente, hija mía. Y si no te hace sentir la dulzura de su amor, lo hace para que seas más humilde y te sientas despreciable. No dejes por ello de recurrir a su santa benignidad con toda confianza, especialmente en el tiempo en el que nos lo representamos como cuando era un niño pequeño en Belén. Porque, hija mía, ¿para qué toma esta dulce, amable condición de niño si no es para provocarnos a amarlo confidentemente y a entregarnos amorosamente a él?»

Pidamos que nos revista de humildad

«Pidamos al Niño divino que nos revista de humildad, porque sólo con esta virtud podemos gustar este misterio relleno de divinas ternuras»

Fuente: 30 Giorni

Visto en: Romanistas y en Apostolado Eucarístico

Un nuevo matrimonio camino a los altares: hijos del P. Pío Martes, dic 21 2010

Se ha abierto en Roma el proceso de beatificación de los esposos Settimio Manelli y Licia Gualandris, padres de 21 hijos, entre los cuales se encuentra el fundador de los Franciscanos de la Inmaculada.

El Santo Padre Pío de Pietrelcina, según informa la Positio, les había profetizado: “Superaréis los 20 hijos”.

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Aunque en la casa sólo entrara el sueldo de él, tuvieron en total 21 hijos: un ejemplo de “confianza” y de “aceptación” cristiana que la Iglesia, con la causa de beatificación del matrimonio, indica también a las familias de hoy. Las vidas de “esposos y padres ejemplares” de Settimio Manelli (1886-1978) y Licia Gualandris (1907-2004) llegan al proceso para la elevación al honor de los altares. En efecto, mañana a las 12 hs, en el Aula della Conciliazione del Vicariato de Roma, se abrirá oficialmente la causa con la constitución del Tribunal diocesano y con el juramento de los miembros y del postulador, padre Massimiliano Pio M. Maffei, y de la vicepostuladora, madre M. Grazia Palma.

La particularidad y la “fecundidad” de la descendencia de los Manelli está también el en hecho de que uno de los 21 hijos, Stefano Maria, fundó en 1990 la Orden de los Franciscanos de la Inmaculada, que en pocos años ha llegado a comprender al menos mil miembros, entre frailes y hermanas, mientras que otro, Pio, ha tenido a su vez nueve hijos, de los cuales siete entraron también en la orden religiosa. “Hoy, entre hijos todavía vivos, nietos y bisnietos, la familia cuenta en total con doscientas personas: una descendencia grandiosa”, dice el padre Stefano Maria en vísperas de la ceremonia en el Vicariato.

Settimio Manelli, originario de Teramo, maestro y director en escuelas secundarias, y Licia Gualandris, nacida en Nembro (Bérgamo), se casaron en 1926 y vivieron en Roma. Ambos, desde 1924, conocieron de cerca al Padre Pío, del que se convirtieron en hijos espirituales (y que definió a Settimio “un cristiano de una pieza”) e hicieron profesión como terciarios franciscanos. Incluso en tiempos marcados por la guerra y por condiciones económicas adversas, no dudaron en aceptar los 21 hijos como verdaderos “dones de Dios”. “Recuerdo un episodio de cuando tenía 10 años – cuenta el padre Stefano Maria. Papá entró a casa y mamá le dijo tímidamente, casi en un susurro: «¿Sabes que estoy embarazada de nuevo?». Y él: «¿Ves? Hay otra llama que Dios ha encendido». “Su ejemplo – prosigue – era de aceptar la vida, nunca rechazarla. Y también esto venía de la gran escuela del Padre Pío, con una conducta fidelísima al Evangelio”. El religioso recuerda que, un día, el santo de Pietrelcina, frente a una audiencia de docentes, indicó a Settimio Manelli como un hombre “que observa y vive el Evangelio a la letra”, es decir, su “norma verdadera y concreta”.

Las cosas no fueron fáciles, durante la guerra no llegaba ni siquiera el sueldo como profesor y se iba hacia delante “con la ayuda de los comerciantes, que daban créditos”. Pero lo que ayudaba a hacer avanzar “la empresa” – así la llama el padre Stefano – de una familia tan numerosa “era la asistencia de Dios, la ayuda de la Providencia”. “Papá y mamá – añade – nos invitaban siempre a tener confianza en la Providencia, esperaban su llegada a casa como si fuese una persona”.

El hecho es que, de los 13 hijos que han quedado, “ocho han obtenido una licenciatura y, de todos modos, todos se han instalado”. Un mensaje “para la vida y para la familia” el de los Manelli, frente a los núcleos “destrozados” de hoy. También la confianza, sin embargo, según el padre Stefano, “se cultiva, en particular, con la oración”. “Papá – cuenta – comulgaba todas las mañanas yendo a Misa antes de dirigirse rápidamente a la escuela”.

La llegada a la causa de beatificación, tiempo atrás considerada difícil, “ha estado guiada desde lo alto”. “Hoy son nuestros padrinos – dice el padre Stefano sobre sus padres, pensando en su orden de los Franciscanos de la Inmaculada-. Una vez beatos, serán nuestros protectores”.

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Fuente: La Repubblica

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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San Padre Pío:BONDADOSO CON LOS PECADORES Sábado, oct 23 2010

San Padre Pío:
BONDADOSO CON LOS PECADORES
Anecdota tomada de Los Milagros del P. Pío, P. Luis Butera V. (Producciones Humanas, A.C.), pg. 84.

Para con los curiosos, los hipócritas y los mentirosos, el P. Pío era severo, muy severo. No así para con los pecadores arrepentidos. Un día llegó a San Giovanni Rotondo la riquísima señora Luisa Vairo movida
por pura curiosidad y un poco para desafiar la opinión pública. Al llegar a la Iglesia, donde confesaba el P. Pío, sintió una grandísima angustia por sus pecados, que estalló en llanto, sin preocuparse de los
presentes. Nadie pudo consolarla. Se le avisó al P. Pío, quien se le acercó, diciéndole:

-Tranquilícese, hija. La misericordia de Dios no tiene límites y la sangre de Jesús lava todos los pecados del mundo.
-Quiero confesarme, Padre. -Dijo la señora desconocida que una hora antes se hubiera burlado de una tal propuesta.
-Primero cálmese, le contestó el Padre; vuelva mañana.

La señora pasó toda la noche trayendo a la mente todos los pecados de su vida. ¡No se confesaba desde su infancia! Al día siguiente, delante del Padre Pío, no pudo decir una sola palabra. Sentía un nudo en la garganta que le impedía confesarse. Viéndole así, el P. Pío le presentó la lista de todos sus pecados, a los
cuales contestaba simplemente con un ‘sí’. Cuando pareció terminar, el Padre le preguntó: -¿No te acuerdas más? La señora se sintió profundamente turbada, y calló. El Padre Pío la miró y esperó la respuesta. Finalmente contestó:

-Me acuso también de esto… Y confesó el más grande de sus pecados.

-¡Bendito sea Dios! -exclamó alegremente el P. Pío- ¡Era esto lo que yo esperaba!

Una vez convertida, la señora Vairo siguió el ejemplo de los grandes penitentes. Una mañana de invierno, ella decidió ir a la iglesia descalza. Hacía mucho frío y estaba lloviendo. El camino era lodoso y con abundante grava que cortaba los pies. Empapada de la lluvia y con los pies ensangrentados, llegó a la puerta de la iglesia y en vez de entrar se desmayó. Al despertar vió al P. Pío que le dijo: “hija mía, también en la santa penitencia es necesario no pasarse”.

Luego, tocándola suavemente en la espalda, le dijo: “Afortunadamente esta agua no moja…” Grande fue la sorpresa de todos los presentes al ver que de pronto, los vestidos de la señora quedaron secos.

La voz y fotos del Padre Pío Domingo, jul 25 2010

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UNO DE LOS MILAGROS MAS FAMOSOS: LA NIÑA SIN PUPILAS QUE PUEDE VER Viernes, jun 25 2010

Uno de los casos más extraordinarios de curación del Padre Pío es el de Anna María Gemma Di Giorgio. Diversos oftalmólogos han examinado a Anna María, los diagnósticos son los mismos: carece de pupilas y sus ojos tienen opacidades grises y blancas; así nació y sus ojos siguen iguales al examen físico hasta la fecha. En el lenguaje médico esta condición física significa que ella es y ha sido ciega, con esos ojos es imposible que vea.

¿Cómo ve entonces? Anna María nació ciega y creció con esta limitación hasta que tuvo siete años. Su ceguera total nunca le había permitido ver ni el menor atisbo de luz.
La abuela de la niña decidió escribir al Padre Pío, que le contestó diciendo, “te aseguro que rezaré por la pequeña niña, pidiendo para ella lo que más le convenga”.

Poco después la abuelita se fue con la nieta a ver al Padre Pío, en el camino la niña comenzó a decir, “abuela, veo una barca en el mar”, ¡y en el mar había una barca! Esto duró solo unos momentos. Al llegar donde estaba el Padre Pío, éste le tocó los ojos y trazó sobre ellos la Señal de la Cruz… y desde entonces recuperó la vista de forma permanentemente, hasta ahora.

Se trata de un hecho inexplicable para la ciencia. Para los católicos es una curación milagrosa (ocurrida cerca de 1948, en vida del Padre Pío). Lo ocurrido no consistió en la restitución del tejido o de la parte de los ojos de la que carecía la beneficiaria, sino que le proporcionó un mecanismo por medio del cual las ondas de lo que ve llegan a la segunda parte del ojo sin ser procesadas por la primera parte porque ésta sigue siendo inexistente (las pupilas).

Por eso, todas las veces en que ha sido examinada por los médicos, a éstos no les ha quedado más remedio que concluir: “El mecanismo por el cual ella ve, desafía las leyes naturales y la ciencia es incapaz de explicarlo”.

Para tener una idea exacta, equivale a una cámara fotográfica o filmadora sin lente de entrada o con el lente tapado o cerrado. La imagen no existiría, habría un negro total porque la luz no pasaría a la cámara para generar una imagen. No obstante, si en estas condiciones en la cámara se genera una imagen clara, sería algo que pondría de cabeza a todos los expertos en óptica. ¿Cómo se generaría la imagen? Eso es lo que sucede con Anna María.

Ella aún vive y da testimonio de este milagro sucedido hace 60 años:

Unido al Hijo por medio de la Madre Sábado, may 29 2010

por Alejandro de Ripabottoni, o.f.m.cap.

El padre Pío murió estrechando entre sus manos la corona del rosario; no podía ser de otra manera porque la imagen del padre Pío vivo era inseparable de la corona del rosario: ésta formaba parte, por así decirlo, de su misma estructura física.
El rezo del rosario a la Virgen era como el tejido que unía los espacios que había vacíos entre confesar, decir misa, la vida de comunidad y las visitas. Podía parecer como algo mecánico para un observador extraño, pero era sólo el signo visible de una realidad mucho más profunda y maravillosa.
Esta realidad no era sino el amor filial, expresado en el epistolario y en el modo de hablar, con una sinfonía de apelativos bellísimos: «querida madrecita», «bella madrecita», «bella Virgen María», «bendita madre», «tierna madre», «queridísima madre», «celestial madrecita», «pobre madrecita».
Es en el fondo una ternura teológica ya que María es para el padre Pío el «camino que lleva a la vida», la «vía para llegar a feliz término». Camino y vía que le llevan a combatir por la salvación: «Protegido y conducido por tan tierna madre lucharé hasta que Dios quiera, con la seguridad y confianza puestas en esta madre».
Por eso, el rosario es un arma en sus manos. Camino y vía que llevan al misterio de la cruz: «La Virgen dolorosa nos alcance de su santísimo Hijo el adentrarnos cada vez más en el misterio de la cruz hasta embriagarnos con ella en los padecimientos de Jesús»; camino y vía que nos conducen al amor a la cruz: «La santísima Virgen nos alcance el amor a la cruz, a los sufrimientos, a los dolores: ella que fue la primera en poner en práctica el evangelio en toda su perfección, en toda su rigurosidad, incluso antes de que se publicara».
Es esta «querida madre» la que le da conciencia de su misión en el mundo: «Salgamos con ella junto a Jesús fuera de Jerusalén, símbolo y figura… del mundo que rechaza y reniega de Jesucristo»; es ella la que le acompaña en el sacrificio. «Pobre madrecita, qué bien me quiere. Lo he constatado hermosamente de nuevo al comenzar este bello mes. Con qué cuidado me ha acompañado en el altar esta mañana».
De este modo el padre Pío puede expresar así en síntesis su devoción mariana: «Me siento estrechamente ligado al hijo por medio de esta madre sin ver siquiera las cadenas que tan fuertemente me religan».

LA DEVOCIÓN DEL PADRE PÍO A LA VIRGEN Jueves, may 20 2010

El Padre Tiberio Munari nos explica la Espiritualidad mariana de Padre Pío, en su libro, con las siguientes palabras:

La devoción de su infancia
Un verdadero retrato de Padre Pío estaría incompleto si no se diera el debido realce a su devoción mariana.
Cuando niño, Francisco entraba en la iglesia de Pietrelcina a saludar a la Virgen de la “Libera”. En 1901, cuando tenía 14 años, fue a visitar el santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya, con otros 7 compañeros de escuela y acompañados por el maestro Don Ángel. El 6 de mayo de 1913 escribe al P. Agustín, su director espiritual: “Esta Madre tan tierna, en su gran misericordia, sabiduría y bondad ha querido verter en mi corazón tantas y tales gracias que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús, me siento estrechamente unido y ligado al Hijo por medio de esta Madre!”.

El Mes de mayo dedicado a María
El Padre Pío llamaba el mes de mayo: “el mes de la hermosa mamita”. El 1 de mayo de 1912, él escribía a su padre espiritual: “¡oh el hermoso mes de mayo! El más bonito del año. Si, padre mío ¡este mes nos recuerda muy bien las dulzuras y la belleza de María! Pensando en los muchos beneficios que me ha hecho esta querida Mamita, tengo vergüenza de mí mismo por no haberla amado y servido lo bastante: en cambio, a sus cuidados afectuosos he respuesto con ingratitudes”
“El mes de mayo para mí es el mes de las gracias y este año espero recibir dos: que me recoja consigo para no seguir viendo esas caras feas (demonios); la otra, usted la conoce. Quisiera tener una voz poderosa para invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen”
Para mostrar su devoción a la Virgen y obtener más fácilmente sus gracias, él le ofrece sus sacrificios. El 21 de julio de 1913, escribe al padre espiritual: “Le pido el permiso de abstenerme de la fruta el miércoles en honor de la Virgen” y el 6 de enero de 1917 le pide el permiso de ayunar dos veces por mes, una vez en honor de la Virgen y la otra en honor de San Antonio.
“Su amor a la Virgen era muy grande -cuenta un sacerdote-. Recuerdo que una vez le pedimos a Padre Pío, en la fiesta de la Asunción, un pensamiento sobre la Virgen para ese día. Se le iluminó el rostro y sollozando nos dijo:”Hijos míos amemos a la Virgen. Ella (y aquí se emocionó) es nuestra Madre”. También nosotros nos pusimos a llorar, confundidos y humillados ante a tanto amor”.
Un día Cleonice Morcaldi, su hija espiritual, le preguntó a Padre Pío:
- Padre, ¿la Virgen viene uno que otro día a su celda?
-Mejor di -le contestó Padre Pío- si algún día no viene…
-¿Se le aparece como en Lourdes?- siguió preguntando atrevida Cleonice
-Eh, si. Allá se apareció ., pero aquí nada.
-¡Oh qué paraíso, Padre” Dígame un pensamiento sobre la grandeza de María para que me anime a amarla.
-¿No te basta saber que es Madre de Dios?¿Que todos los ángeles y santos no llegan a alabarla dignamente? Dios es el Padre del Verbo, María es la Madre del Verbo, hecho carne. Nada nos concede el Señor si no pasa por las manos de la Reina del Cielo. Si Dios es la fuente de agua viva, María es el acueducto que la lleva a nosotros. Ámala en la tierra y la contemplarás en el cielo.

Su arma preferida
Su amor a la Virgen se expresaba en particular por el rezo del Santo rosario que llevaba siempre enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma siempre empuñada.
Una tarde Padre Pío estaba en cama y lo asistía su sobrino Mario. El tío le dijo:
-Mario, tráeme el arma.
El sobrino buscó por aquí y por allá en la celda, sobre la mesa, en el cajón.
-Pero tío, no encuentro ninguna arma.
-Mira en el bolsillo de mi hábito.
El sobrino hurgó en el amplio bolsillo, y nada.
-Tío está sólo la corona del rosario.
-Tonto-, ¿no es esa el arma?
-”Toma esta arma”, le había dicho una vez en sueño la Virgen.
Sus cohermanos llamaban a Padre Pío “El rosario viviente” ¿hay oración mas bella -decía él- que aquella que nos enseñó Ella misma? Recen siempre el rosario”.
Y con el rosario en la mano, pronunciando dulcemente los nombres de Jesús y María, entregó su hermosa alma a Dios.
Le gustaba al Padre Pío contar ese sueño:
“Una noche soñé que estaba asomado a la ventana del coro y veía la plaza llena de gente. Les grité:
-¿Qué quieren?-La muerte de Padre Pío-contestaron
-Ah, entonces ustedes son comunistas! -les dije yo, y me metí al coro.
En aquel momento me viene al encuentro la Virgen y me dice:
-No le tengas miedo, aquí estoy yo. Toma esta arma, vuelve a la ventana y úsala.
Yo obedecí y todos se cayeron muertos.
“En nombre de la Virgen te curarás”
Una joven enfermera de Bolonia fue hospitalizada en octubre de 1952 por una forma nefrítica muy grave, necesitando la operación. Una noche le apareció en sueño Padre Pío diciéndole.”En nombre de la Virgen María tus riñones desde este momento, no sangrarán más” y la avisó que volvería. La mañana siguiente los médicos la encontraron clínicamente curada y la dieron de alta. Sin embargo ella dijo que los médicos la habían curado.
Se le apreció nuevamente Padre Pío, muy serio, reprochándole su mentira. “Ha sido la Virgen quien vino a curarte, recuérdate y repíteselo a todo el mundo, porque hay muchas jóvenes de tu edad que se están perdiendo, pero cuando sepan lo que te ocurrió, podrán rehabilitarse”.
“¿Quién no recuerda -escribe Curci- la oración de la “Visita de María Santísima” que Padre Pío rezaba todas la tardes, delante del Santísimo Sacramento? su corazón latía por Ella, y su alma se enternecía hasta las lágrimas cuando llegaba a aquella palabras “No me desampares mientras no me veas salvo en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad”.
El 1959 llegó a Italia, procedente de Fátima, la estatua de la Virgen Peregrina que visitaba varias ciudades de la Península. El 5 de agosto llegó a San Giovanni Rotondo. Padre Pío estaba enfermo y ni siquiera podía celebrar. El se detuvo por mucho tiempo delante de la sagrada imagen y le puso entre las manos su rosario, gesto que arrancó lágrimas a los presentes.
Cuando el helicóptero se levantó de la terraza del hospital, llevándose la Virgen Peregrina, Padre Pío la llamó por su nombre y se quejó amorosamente:
-”Madrecita linda, has llegado a Italia y me he enfermado; ahora te vas y me dejas enfermo”.
En aquel instante sintió como un escalofrío que le corrió por todo el cuerpo. Gritó:
-Estoy curado! La Virgen me ha curado.
En efecto, se curó de su pleuresía y nunca se sintió tan sano ni tan fuerte en toda su vida. El mismo afirmó:
-La Virgen vino hasta aquí porque quería curarme.
Amor concreto y profundo
La Virgen introdujo a Padre Pío en el misterio de la cruz. El escribió al Padre Agustín, su director espiritual:”La Virgen dolorosa nos obtenga de su santísimo Hijo que ahondemos cada vez más en el misterio de la cruz y nos embriaguemos con ella en los padecimientos de Jesús. Que nos consiga el amor a la cruz, a sus padecimientos y a sus dolores. Que María, que fue la primera en practicar el Evangelio en toda su perfección, nos obtenga también la ayuda de llegar junto a Ella. Asociémonos siempre a esta querida Madre, salgamos con Ella junto a Jesús fuera de Jerusalén”:
La Virgen lo introdujo también en el misterio eucarístico. Escribió “Pobre Madrecita, cuanto me quiere. Lo he contemplado con renovado fervor al comienzo del más hermoso mes. Con qué cariño me ha acompañado hasta el altar esta mañana. Me ha parecido que Ella no tuviese ni siquiera en quien pensar sino sólo en mí, al llenarme el corazón de santos afectos”.
Padre Pío no soportaba que se pusiera en duda los privilegios de María.
Un día oyendo hablar de ciertos errores que circulaban en algunas escuelas teológicas y revistas, referentes a la virginidad de María y a la interpretación de su Anunciación, él se fue de allí pidiendo al padre superior que le excusara: “Me marcho -dijo- porque me hace mucho mal oír ciertas cosas”.

“Presencia del Padre Pío” Domingo, ago 23 2009

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(agradecemos la foto de la colección personal del R.P. Andrés del C.J.)

Junto al cuerpo incorrupto del Santo Padre Pio hay una placa de mármol que reza:

“Sucederá en vosotros el milagro que ha sucedido en el Padre Pío.
¡Mirad que fama ha obtenido! ¡Qué clientela mundial a reunido entorno a él! ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porque era un sabio? ¿Porque tenía medios a su disposición?
Porque decía la Misa humildemente, confesaba de la mañana a la noche, y era, difícil de decir, representante, estampado, de los estigmas de Nuestro Señor.
Era hombre de oración y de sufrimiento.”
SS Paolo VI – Roma, febrero 1971

Y en otro sector de la Iglesia, también cercano a su cuerpo, otra placa:

“Presencia del Padre Pío”
Por 52 años, en esta capilla y convento, el Padre Pío celebró la Misa, confesó, aconsejó, consoló, guió, exhortó, reprendió con celo apostólico, oró, sufrió y se consumió gritando como San Francisco “no años, sino almas, por María a Jesús, todos en el Paraíso”.

Consejos del Santo Padre Pío Sábado, jun 20 2009

¿Qué es el misterio de la Santísima Trinidad? Jueves, jun 4 2009

SantisimaTrinidad

Así respondió el Padre Pío de Pietrelcina a esta pregunta:

”El padre, con sencillas palabras, comenzó a disipar las dudas: “Hija, ¿quién puede comprender y explicar los misterios de Dios? Se llaman misterios precisamente porque no pueden ser comprendidos por nuestra pequeña inteligencia. Podemos formarnos alguna idea con ejemplos. ¿Has visto alguna vez preparar la masa para hacer el pan? ¿qué hace el panadero? Toma la harina, la levadura y el agua. Son tres elementos distintos: la harina no es la levadura ni el agua; la levadura no es la harina ni el agua y el agua no es la harina ni la levadura. Se mezclan los tres elementos y se forma una sola sustancia. Por lo tanto, tres elementos distintos forman unidos una sola sustancia. Con esta masa se hacen tres panes que tienen la misma sustancia pero distintos en la forma el uno del otro. Eso es, tres panes distintos el uno del otro pero una única sustancia. Así se dice de Dios: Él es uno en la naturaleza, Trino en las personas iguales y distintas la una de la otra. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Son tres personas iguales pero distintas. Sin embargo, son un solo Dios porque única e idéntica es la naturaleza de Dios”.

Las Apariciones y las almas del Purgatorio Miércoles, may 13 2009

Para el Padre Pío las apariciones ya comenzaron cuando todavìa era joven. El pequeño Francesco no habló nunca porque creyó que las apariciones eran cosas que ocurrieran a todas las almas. Las apariciones eran de Ángeles, de Santos, de Jesús, de la Virgen, pero a menudo, también de demonios. En los últimos días de diciembre de 1902, mientras él estaba meditando sobre su vocación, Francesco tuvo una visión. He aquí como la describió, muchos años después, “Francesco vio a su lado a un hombre majestuoso de rara belleza, resplandeciente como el sol, que le tomó por la mano y lo animó con la precisa invitación: “Vienes conmigo porque te conviene combatir de bravo guerrero”. Francesco fue conducido a un gran campo, entre una multitud de hombres que fue dividida en dos grupos: En una parte habían hombres de rostro guapísimo y cubiertos de vestidos blancos, cándidos como la nieve, de la otra eran como hombres de horroroso aspecto y vestidos de negro sombríos y oscuros. (Explicación. Vienes conmigo (con Jesús), porque te conviene combatir (te conviene luchar contra la tentación, así te haces mas fuerte), bravo guerrero (buen cristiano).Inútil es tu resistencia (habla la tentación), con este conviene combatir. Ánimo (le dice Jesús), entra confiado en la lucha (puedes vencer al maligno), avanza atrevidamente que Yo te seré propicio (puedes retar al enemigo que siempre estaré contigo); te ayudare y no permitiré que el te venza.) El joven situado entre aquellas dos alas de espectadores, vio venir a su encuentro un hombre de desmedida altura, tan alto, que podía tocar con la frente las nubes, y con un rostro horroroso. El personaje resplandeciente que tuvo a su lado lo exhortó a batirse con el personaje monstruoso. Francesco rogó evitar el furor del extraño personaje, pero aquel luminoso no aceptó: “Inútil es tu resistencia, con éste conviene combatir”. Ánimo, entra confiado en la lucha, avanza atrevidamente que yo te seré propicio; te ayudaré y no permitiré que él venza”. El combate fue aceptado y resultó terrible. Con la ayuda del personaje luminoso siempre ayudándole, Francesco venció. El personaje monstruoso, obligado a huir, se arrastró tras aquella gran multitud de hombres con horroroso aspecto, entre gritos, imprecaciones se aturdió. La otra multitud de hombres del vago aspecto, emanó voces de aplauso y laudos verso al que asistió al pobre Francesco, en una tan áspera batalla. El personaje espléndido y luminoso más que el sol, puso sobre la cabeza de Francesco victorioso una corona de rara belleza, que inútil sería describirla. La corona fue retirada por el personaje bueno el que precisó: “Otra más bonita tengo para ti guardada. Si tú supieras luchar con aquel personaje con el que ahora has combatido. Él siempre volverá al asalto…; combates de bravo y no dudes en mi ayuda… no te asustes por su horrorosa presencia…. Yo estaré cerca de ti, yo siempre te ayudaré, para que tú logres vencerlo”. Tal visión fue seguida, luego, de reales batallas con el Diablo. El Padre Pío enfrentó en efecto numerosas batallas contra el “enemigo” de las almas en el marco de su vida, con el propósito de arrancar las almas de las cadenas de Satanás.

Una tarde el Padre Pío estaba descansando en una habitación, en la planta baja del convento, que fue destinada a hospedería. Estuvo solo descansando, y apenas se había extendido sobre el sofá cuando, de repente, he aquí que vino a comparecerle un hombre envuelto en una negra capa. El Padre Pío, sorprendido, levantándose, interrogó al hombre quién era y qué quería. El desconocido le contó que era un alma del Purgatorio. “Soy Pietro Di Mauro. He muerto en un incendio, el 18 de septiembre de 1908, en este convento que fue destinado a un geriátrico, después de la expropiación de los bienes eclesiásticos. Morí entre las llamas, en mi cama de paja, sorprendido en el sueño, justo en esta habitación. Vengo del Purgatorio: el buen Dios me ha concedido la gracia de veniros a preguntar si podrías ofrecer la Santa Misa de mañana por mi descanso eterno. Gracias a esta Misa podré entrar al Paraíso”. El Padre Pío aseguró que ofrecería la Santa Misa por su alma. El. Padre Pío contó: “Yo, quise acompañarlo a la puerta del convento, para despedirlo, y cual sería mi sorpresa; que una vez a mi lado desapareció repentinamente. Por lo que me di verdaderamente cuenta de haber hablado con un difunto”. Tengo que decir que regresé al convento muy asustado. Al padre Paolino de Casacalenda, Superior del convento, que notó mi agitación, le pedí el permiso de celebrar la Santa Misa en sufragio de aquella alma necesitada; después, naturalmente, de haberle narrado lo ocurrido”. Tiempo después, el Padre Paulino, despertado por la curiosidad, quiso hacer la averiguación. Fue al Despacho del registro del ayuntamiento de San Giovanni Rotondo, solicitó y consiguió el permiso de consultar el registro de los fallecidos en el año 1908, la narración del Santo Padre Pío correspondió a la realidad. En el registro relativo a las muertes del mes de septiembre, el padre Paulino localizó el nombre, el apellido y la imputación de la muerte: “En fecha el 18 de septiembre de 1908, en el incendio del geriátrico Pietro Di Mauro verdaderamente murió.”

La Señora Cleonice Morcaldi de San Giovanni Rotondo fue una hija espiritual del Padre Pío. A un mes de la muerte de su mamá, el Padre Pío le dijo: “Esta mañana tu mamá ha volado al Paraíso, la he visto mientras estaba celebrando la Misa.” Lo que quiere decir que tuvo la gentileza de ofrecer la misa por el descanso eterno de su alma.

El Padre Pío contó esta historia al Padre Anastasio. “Una tarde, mientras yo estaba solo en el coro para orar, oí el susurro de un traje y ví a un monje joven que revolvió al lado del altar principal. Parecía que el joven monje estaba desempolvando los candelabros y arreglando los jarrones de las flores. Yo pensé que él era el Padre Leone que estaba reestructurando el altar; y como ya era la hora de la cena, me acerqué a él y le dije: “Padre Leone, vaya a cenar, no es tiempo para desempolvar y reparar el altar”. Pero una voz que no era la voz del padre Leone me contestó”: “yo no soy el Padre Leone”, “¿y quién es usted? “, le pregunté. “Yo soy un hermano suyo que hice el noviciado aquí, mi misión era limpiar el altar durante el año del noviciado. Desgraciadamente en todo ese tiempo yo no reverencié a Jesús Sacramentado, Dios Todopoderoso, como debía haberlo hecho, mientras pasaba delante del altar. Causando gran aflicción al Sacramento Santo por mi irreverencia; puesto que el Señor se encontraba en el tabernáculo para ser honrado, alabado y adorado. Por este serio descuido, yo estoy todavía en el Purgatorio. Ahora, Dios, por su misericordia infinita, me envió aquí para que usted decida el tiempo desde cuando que yo podré disfrutar del Paraíso. Y para que Ud. cuide de mí.” Yo creí haber sido generoso con esa alma en sufrimiento, por lo que yo exclamé: “usted estará mañana por la mañana en el Paraíso, cuando yo celebre la Santa Misa.”. Esa alma lloró: “Cruel de mí, que malvado fui.” Entonces él lloró y desapareció. Esa queja me produjo una herida tan profunda en el corazón, la cual yo he sentido y sentiré durante toda mi vida. De hecho yo habría podido enviar esa alma inmediatamente al Cielo pero yo lo condené a permanecer una noche más en las llamas del Purgatorio.”

Carta que el Padre Pío escribió a su director espiritual: Carta al Fraile Agostino, del 7 de abril de 1913, “Mi estimado Padre, yo todavía estaba en la cama el viernes por la mañana, cuando el Señor Jesús se me apareció. Él se encontraba golpeado y desfigurado. Él me mostró una gran muchedumbre de sacerdotes y dignatarios eclesiásticos indiferentes, quienes estaban celebrando vistiendo sus sagradas túnicas. Cuando yo vi a mi Jesús en esta condición sentí un gran sufrimiento, por consiguiente, yo le pregunte porqué él sufrió tanto. Él no me contestó, él me mostró a los sacerdotes que debía castigar. Pero poco después, el Señor estaba tristísimo al mirar a estos sacerdotes y yo noté, con gran horror, dos lágrimas enormes que emanaron del Santo Rostro. Jesús salió de esa muchedumbre de sacerdotes y con una gran expresión de aversión en la cara, lloró’: ¡”Carniceros”! “Entonces Él me dijo: “Mi Niño, no creas que mi agonía ha sido de tres horas, no; realmente yo estaré en la agonía hasta el fin del mundo; debido a las almas que yo amo. Durante el tiempo de la agonía, mi niño, nadie puede dormir. Mi alma va buscando alguna gota de piedad humana, pero ellos me dejan solo bajo el peso de la indiferencia. La ingratitud hace más severa la agonía para mí. ¡Ellos responden mal a mi amor! El tormento mayor para mí es que crece en las personas su desprecio, indiferencia, e incredulidad. Cuántas veces mi ira deseó destruirlos por el relámpago, pero yo me detuve por los ángeles y las almas que me aman….. Escribe a tu padre y nárrale lo que has visto y Yo te dije en esta Mañana. Dile que muestre tu carta al Padre provincial… “Jesús continuó hablando pero yo nunca puedo revelar lo que él dijo… “
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

En la carta al Padre Agostino del 13 de febrero de 1913: Nuestro Padre Jesucristo me reveló “no te preocupes, yo le haré sufrir pero yo también te daré la fuerza” – “Yo deseo que tu alma se purifique e con el martirio oculto diario; no te asustes si yo permito al Diablo atormentarte, y al mundo para hastiarlo, porque nadie ganará contra esas personas que sufren bajo la cruz por mi amor y que yo he decidido protegerlos. “
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

La carta al Padre Agostino, del 18 de noviembre de 1912, “… Jesús, su estimada Madre, y el Ángel Guardián; estuvieron visitándome con otros para animarme, me dijeron que ellos no se olvidan de decirme que la víctima, ser llamado la víctima, tiene que perder toda su sangre.”
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)
La carta para al Padre Agostino, del 12 de marzo de 1913, “… mi padre, escucha las quejas de nuestro dulce Jesús: ¡Se reembolsa “mi amor para los hombres con tanta ingratitud! Esas personas me hubieran ofendido menos si yo los hubiera amado menos. Mi padre no quiere llevárselos todavía. ¡Me gustaría dejar de amarlos, pero… (Y aquí Jesús guardó silencio y, luego desprevenidamente me dijo:) ¡pero mi corazón es hecho para amar!. Los hombres no hacen el intento de superar las tentaciones. Más bien estos hombres disfrutan sus faltas de equidad. Las almas que Yo amo más son las que sufren una tentación, y cuando ellos no tienen éxito resistiendo, me invocan pidiendo ayuda, y Yo me presento y las fortifico en la tentación. Las almas débiles se desaniman y desesperan. Las almas fuertes que confían en Jesús, me llaman y Yo vengo para relajarlos. Ellos me dejan solo por la noche y en la mañana en la Iglesia. Ellos no cuidan del Sacramento del Altar; ellos ya no hablan de este sacramento de amor; también, las personas que hablan del sacramento lo hacen con la tanta indiferencia y frialdad. De mi Corazón se han olvidado; nadie cuida de mi amor; Yo siempre me entristezco. Mi casa se ha vuelto un teatro de obras para muchas personas; incluso mis sacerdotes que yo siempre he protegido cuidadosamente, que yo he amado como la niña de mis ojos; ellos deben confortar mi corazón lleno de amargor; ellos deben ayudarme en la redención de las almas, en cambio…. ¿Quién lo creería? Yo recibo la ingratitud de ellos. Yo veo, Hijo mío, a muchos de ellos que… (Aquí él se detuvo, los hipos le apretaron la garganta, él lloró) que bajo la semejanza falsa ellos me traicionan con las comuniones sacrílegas, mientras Yo estoy estampando en ellos la luz y las fuerzas que continuamente les doy… “.
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)
Carta a Padre Benedetto del 17 de diciembre de 1917: … “En una de las visitas que tuve de Jesús en estos días, le pregunté con más insistencia si pudiera tener compasión de las pobres naciones, tan a prueba por la desdicha de la guerra y que por fin cediera su justicia y misericordia. ¡Cosa extraña! Él no contestó sino con una señal de mano, que quiso decir: despacio, tranquilo. Pero ¿cuándo?, añadí yo. Y él, con seriedad y con una media sonrisa en boca, posó su mirada sobre de mí y sin decir palabra se despidió.”

«Sacerdote santo – Víctima perfecta» Martes, may 12 2009

«Sacerdote santo – Víctima perfecta»

por Alejandro de Ripabottoni, o.f.m.cap.

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Vistió el hábito capuchino en el convento de Morcone el 22 de enero de 1903, y recibió su nuevo nombre: Fray Pío de Pietrelcina. Con qué propósito y con cuánta entrega vivió el año de noviciado fray Pío nos lo da a conocer él mismo en una carta autobiográfica de 1922: el Señor hacía comprender al quinceañero Francisco que para él «el puesto seguro, el hogar de paz era el batallón de la milicia eclesiástica. Y, ¿dónde podré servirte mejor, oh Señor, que en el claustro y bajo la bandera del pobrecillo de Asís?… ¡Oh Dios! deja que mi pobre corazón te sienta cada vez más y lleva a término en mí la obra comenzada por ti… Que Jesús me conceda la gracia de ser un hijo menos indigno de san Francisco, que pueda servir de ejemplo a mis hermanos de modo que el fervor continúe siempre en mí y se acreciente cada vez más hasta hacer de mí un perfecto capuchino». El 25 de enero de 1904, dos días después de hacer la profesión temporal, partió del noviciado para continuar los estudios y prepararse al sacerdocio; después de haber permanecido en diferentes conventos, en mayo de 1908, tuvo que volver a su casa paterna por motivos de salud. Continúa privadamente los estudios siendo ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en Benevento, y de nuevo se queda en su casa, siempre por motivos de salud, hasta 1916. Cada Santa Misa para el padre Pío es siempre la primera Misa; la gloria es continua e inexpresable, gusta ya el paraíso, siente como un fuego que le abrasa y su boca saborea toda la dulzura de aquella carne inmaculada del Hijo de Dios. Las luchas del espíritu no faltan en este período: grandes tormentas diabólicas, que a veces no lo dejan libre ni siquiera en las horas de descanso: el demonio lo quiere para sí a toda costa; cuando se ve al borde de la desesperación recurre a la Virgen María a la que no sabe cómo agradecer tantas y tan singulares gracias; se pone con confianza en los brazos de Jesús y que suceda lo que Él quiera; Él, ciertamente, vendrá en su ayuda. Orando a los pies de Jesús no siente ni el peso del cansancio al vencer las tentaciones, ni la amargura o el desagrado. Durante un mes de permanencia en el convento de Venafro, en 1911, la comunidad advierte los primeros fenómenos sobrenaturales: «Asistí, y no fui yo el único -escribe el padre Agustín en su diario-, a varios éxtasis y a muchas vejaciones diabólicas. Escribí, entonces, todo lo que escuché de su boca durante el éxtasis y cómo sucedían las vejaciones satánicas». Constreñido a vivir «desterrado en el exilio del mundo, es decir, fuera del convento, en Pietrelcina, como sacerdote se esfuerza por tratar a todos con cordialidad y confianza: el mundo campesino del que proviene es también su propio mundo; va al campo y, lo mismo que antes, saluda, dice buenas palabras de ánimo, acepta voluntariamente la invitación de pararse a descansar, aunque sea por un momento, bajo la sombra de un árbol si hace calor, o dentro del cortijo si hace mal tiempo; en los campos y a los campesinos les habla de Dios en su típico «dialecto». Su apostolado ministerial se reduce a ayudar al párroco en la administración de los sacramentos, excepto oír confesiones para lo que el Provincial no le concede licencia en los primeros años de haber cantado misa, por motivos de salud y por carecer entonces de la suficiente experiencia moral. Hacia finales de este período (1914-1915) inicia la dirección espiritual de algún alma que otra, pero, por correspondencia, y siempre con permiso expreso de los superiores. Pero mucho más que en estas formas visibles, el padre Pío manifiesta su celo por las almas a través del estado de víctima, vivido intensamente como irradiación de la virtud salvífica de Jesús y del sufrimiento del cuerpo y del alma, requerido y aceptado como participación personal y generosa por el rescate de la humanidad redimida y pecadora. Este es su programa trazado desde el día de su ordenación sacerdotal y vivido intensamente día tras día: «Jesús, mi aliento y mi vida, hoy que trepidante te elevo en un misterio de amor, haz que contigo yo sea para el mundo Camino, Verdad y Vida, y para ti sacerdote santo y víctima perfecta».

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El Padre Pío como Director Espiritual Lunes, abr 13 2009

El director espiritual

por Alejandro de Ripabottoni, o.f.m.cap.

El padre Pío inició su actividad de dirección espiritual, en el sentido ordinario de la expresión, con un primer grupillo de almas desde su llegada a San Giovanni Rotondo. Los puntos clave fueron dos encuentros semanales con conferencias en común, la propuesta de los medios de perfección más principales, según la doctrina común tradicional, y la unidad de padre espiritual y confesor.

No es erróneo el reconocer en este pequeño grupo el primer «grupo de oración», según su propósito de formar «pocas y bien formadas almas que a su vez serán simiente para otras almas», y, según su misma sugerencia expresada en el desarrollo de las reuniones: «Los materiales están preparados -dijo-, ahora comenzar a construir». Pero el aspecto más notable de la dirección espiritual del padre Pío y de su estatura como director espiritual se puede deducir de la dirección por correspondencia, considerada por los expertos como extraordinaria. El epistolario publicado comprende tres volúmenes. Tal correspondencia, interrumpida por orden del entonces Santo Oficio el 2 de junio de 1922, ocupa ciertamente un puesto de honor entre los epistolarios clásicos del género.

Motivos de espacio no permiten ni siquiera una sumaria indicación de las características y dimensiones de la dirección espiritual hecha por el padre Pío, y por eso hay que remitirse a los estudios realizados por el padre Melchor de Pobladura: En la escuela espiritual del padre Pío y Problemática de la dirección espiritual en el epistolario del padre Pío.

La novedad de tal dirección no hay que buscarla tanto en los medios y en las indicaciones de teología espiritual cuanto en la constancia de vivir en primera persona y en hacer vivir a las almas dirigidas las verdades fundamentales de la fe, es decir, en la figura del director espiritual.

Con este fin, conviene hacer aquí una primera observación y es que, en la galería de las muchísimas almas dirigidas por él, el padre Pío conmensura el hilo conductor del compromiso en santificarse a la gran variedad de edad, cultura, condición social o profesión de cada una de las personas. El padre Pío se nos revela como un genial y santo artista del método diferenciado. Le dijeron en una ocasión: «Padre, verdaderamente sois todo de todos». Y él añadió rápidamente: «Corrige. ¡Soy todo de cada uno! Cada cual puede decir: el padre es mío».

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Esta totalidad de rendición voluntaria, centrada en cada una de las almas, está basada en la profunda convicción de actuar por mandato de Dios: «Yo soy un instrumento en las manos divinas, que sólo sirve para algo si es manejado por el artífice divino». La exigencia de que los demás vean a Dios y no la imagen del director es el segundo punto relevante, el cual nos permite explicar, con dificultad pero de forma segura, la fuerza moral, a veces brusca y dolorosa, ejercitada al guiar las almas hacia Dios.

«Siguiendo al padre Pío -confiesa cándidamente una hija espiritual- se sufría fuertemente: sus pruebas, sus reprensiones, su diferente trato con las almas, partía de dolor el corazón y se necesitaba mucha fe para decir que su modo de proceder así era justo».

Un tercer elemento de relieve, que subraya su constante vocación corredentora, es la clara, sincera, íntima participación del director espiritual padre Pío en las angustias, conflictos interiores, desolaciones y penas de las almas dirigidas: «Siento como mías vuestras aflicciones». «Haré míos todos vuestros dolores y todos los ofreceré en holocausto al Señor por vosotros». Es el método de la dirección espiritual participada que caracteriza específicamente al padre Pío como director espiritual y hace más eficaz su trabajo como guía de la perfección. El padre Pío se sentía dirigiendo a las almas como el «pobre cireneo», el «piadoso cireneo que lleva la cruz por todos».

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La clientela mundial

La característica más típica de la poderosa llamada de lo divino realizada por el padre Pío durante cincuenta años, es la universalidad. Casi como por una especie de atracción de gravedad, de todas las partes del mundo se moviliza la gente para acercarse al padre Pío. Gente de todas las edades, de toda clase social, de cualquier condición económica, de todas las jerarquías eclesiásticas y políticas, de todo nivel cultural; gente de todas las naciones, de todas las razas acude al padre Pío con su carga de problemas y necesidades. Y cuando la gente no puede viajar hasta él, escribe centenares, quizá miles de cartas al día en todos los idiomas: desde los más diferentes dialectos italianos a la mayoría de las lenguas más difundidas en el mundo. La novedad del hecho manifiesta una especie de revolución copernicana en San Giovanni Rotondo, realizada por el padre Pío en un momento histórico en el cual se pone de relieve la respuesta al mandamiento evangélico: «Id a todo el mundo», con un exagerado activismo. Pero en San Giovanni Rotondo se cumple aquello que Jesús había dicho de sí mismo: «Venid todos a mí». Autorizada y manifiestamente este hecho ha sido puesto de relieve por el papa Pablo VI cuando se ha referido a la «clientela mundial» del padre Pío. Y es natural preguntarse con fray Maseo: «¿Por qué a ti, por qué a ti, por qué a ti?»… Y la respuesta, una vez más, viene dada por el propio Pablo VI que define al padre Pío como «el representante marcado con los estigmas de nuestro Señor» (20 septiembre 1971). La gente no lleva a San Giovanni Rotondo sólo su carga de problemas y necesidades, sino que en lo más íntimo de su alma lleva consigo la única necesidad de ver a Dios y a Jesucristo en el hombre de Dios que es el padre Pío. Se repiten las maravillas de Dios: «Cuando sea levantado sobre la tierra atraeré todos a mí». El mundo percibía claramente la respuesta alternativa al problema fundamental de su siglo: no se puede ser santos sin Dios, no se puede vivir sin la gracia. «Siento asiduamente una voz que me dice: santifícate y santifica», había dicho el padre Pío a una de sus hijas espirituales en el lejano noviembre de 1922. Y con intuición maravillosa la gente de todo el mundo comprendía rápidamente que las señales en las manos, en los pies y en el costado del primer sacerdote estigmatizado no podían ser interpretadas sino como «motivos de credibilidad» de la misión del padre Pío en el mundo contemporáneo de ser clavado en la cruz para actualizar la redención; y comprendía más pronto todavía que los dones carismáticos concedidos por Dios al padre Pío -como el discernimiento de espíritus, la profecía, el don de la bilocación, los efluvios y perfumes olorosos- no eran otra cosa que «medios providenciales para acreditar el misterio de la reconciliación con Dios». Sin embargo, la «clientela mundial», al mismo tiempo, crecía en torno al padre Pío por otra línea de fuerza, de naturaleza esencialmente espiritual: la dirección de las almas, la confesión sacramental y la celebración de la misa.

Un día en la vida del Padre Pío Sábado, abr 4 2009

Una hija espiritual especial: Mary Pyle Miércoles, abr 1 2009

Mary Pyle fue una santa señora que pasaba la mayor parte de su vida cerca de Padre Pío y se considera una de sus hijas espirituales más especiales.

“Mary Pyle”, en realidad Adelia Pyle, nació el 17 de abril de 1888 en Morristown, Nueva Jersey. La hija de James Pyle Tolman y Adeline McAlpin. Su familia era rica y fueron tan fieles presbiterianos Adelia creció en una atmósfera religiosa. Asistió a escuelas privadas y sobre todo aprendió a hablar con fluidez español, italiano, francés y alemán. Ella también estudió música, canto y baile, todos los cuales gozan de ella. Adelia disfrutado un activo social y, en una ocasión, después de una severa caída montando a caballo, se le escuchó decir: “Esto es en reparación por todos los bailes que he hecho”.

Durante sus años de adolescencia María viajó a menudo a Europa y, en una de estas ocasiones, conoció a María Montessori, la educadora que desarrolló el método de enseñanza Montessori. Esto dio lugar a que María Montessori la invitara a María a viajar con ella y actuar como su intérprete. Durante sus viajes, se interesó en la fe católica y fue bautizada en la iglesia católica por los jesuitas, en España en 1913, a los 25 años de edad. Su madre, al oír la noticia, quedó horrorizada y en las propias palabras de María: “Cuando estaba haciendo Su voluntad, me excluyó como si no fuera ya su hija.”

Adelia dijo que escuchó sobre el Padre Pío y sus estigmas en 1921, pero fue antes de 1923 en que decidió ir a verlo por sí misma. No sabemos mucho acerca de esa primera reunión, salvo lo que María dice más tarde: “Vimos un sólo otro. Entonces, me caí de rodillas y dije: « Padre ». Puso su mano sobre mi cabeza y me dijo: ‘Mi hija, no viajes más. Quédate aquí”.
Ella salió de San Giovanni Rotondo, pero regresó en una fecha posterior y entró en la Tercera Orden Franciscana. En una sencilla ceremonia tomó el nuevo nombre de María y recibió el hábito marrón de la Tercera Orden de las manos del Padre Pío. Ella misma construyó una villa cerca de la cofradía, en un piso de manera franciscana y se establecieron bajo la dirección espiritual del Padre Pío.

La madre de María llegó a un acuerdo con ella respecto a su conversión al catolicismo en su visita a San Giovanni Rotondo, al igual que sus hermanos.

María realiza actos de caridad y construyó en Pietrelcina, tanto el convento, el seminario como la Iglesia de la Sacra Familia (La Sagrada Familia).

Así se cumplen los deseos de los habitantes de Pietrelcina y de Padre Pío, que le había dicho: “…. En breve, se dedicarán a la Sacra Famiglia”. El convento se levantó en el lugar cuando el joven Padre Pío había profesado , años antes, un convento que se construyó, para los hijos de San Francisco. Durante los trabajos de construcción Mary Pyle se quedó en Pietrelcina en la misma casa de la calle Santa María de los Ángeles, donde el Padre Pío vivió de 1910 a 1916.

María comenzó a recibir visitantes de habla inglesa en su casa y, por tanto, comenzó una animada correspondencia entre los hijos espirituales del Padre Pío. En muchas de sus cartas, ella habla de la importancia del Ángel de la Guarda.
María pidió a los que se dirigían por escrito a ella que oraran a su Ángel de la Guarda, lo que podría haber sido alentado por el propio Padre Pío. Ella fue una de las pocas mujeres con quien el Padre Pío se daba a la conversación por algún tiempo.

No sólo estuvo ella cerca de su amado Padre Pío, sino también se encargó del cuidado de sus padres, en su villa, a medida que envejecieron.
En diciembre de 1929, María recibió a Mamá Peppa y Papá “Zi” Grazio en San Giovanni Rotondo para que los dos campesinos de edad pudieran estar más cerca de su hijo y permaneció al cuidado de ellos, en su casa, hasta que murieron.

La memoria de María permanece en los corazones de los que vieron su caridad y de los peregrinos y fieles que llegaron a los lugares santos relacionados con el “fraile de Pietrelcina”.


Más información sobre Mary Pyle se pueden encontrar en el libro de Dorothy M. Gaudiose, “La casa de María”.

El amor del Santo Padre Pío por el Sumo Pontífice Lunes, mar 30 2009

Amor del Padre Pío por San Pío X y Pío XII

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El Padre Pío solía decir que San Pío X era el papa más simpático desde San Pedro hasta nuestros días. “Un verdadero santo”, decía siempre, “la auténtica figura de Nuestro Señor”. Cuando murió el Papa San Pío X , Padre Pío lloraba como un niño diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más santa: el Papa”, pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida para salvar a sus hijos del flagelo de la guerra.


Una vez Padre Pío dijo a un sacerdote que iba para Roma: “Dile a su Santidad (Pío XII) que con gusto ofrezco mi vida por él”. Cuando murió Pío XII el Padre Pío también lloraba desconsoladamente. Al día siguiente de la muerte no lloraba más y entonces le preguntaron: “Padre, ¿ya no llora por el Papa?” -“No”, contestó el padre, “pues Cristo ya me lo ha mostrado en Su gloria”.

Padre Pio convierte a un masón Sábado, ene 17 2009

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El confesionario fue el lugar habitual de los sucesivos «milagros» realizados por él. Llegaba a pasar hasta quince horas al día confesando, con lo cual abundaban las verdaderas transformaciones interiores. Una de las conversiones espectaculares, antes de la primera persecución de que fue objeto, fue la del famoso abogado genovés Cesare Festa, gran dignatario de la masonería italiana y primo del doctor Giorgio Festa. Éste había comentado en su informe médico:

«Después de varios exámenes y ver la evolución con el tiempo de las heridas del Padre Pío, no hay otra explicación que la de que nos encontramos ante un caso sobrenatural».

Con su primo Cesare, ateo y rabiosamente anticlerical, mantenían una discusión interminable, hasta que al fin un día le dijo:

–Cesare, anda, vete a San Giovanni Rotondo y encontrarás allí un testigo que acabará con todas tus objeciones. Después ya continuaremos hablando.

Cesare decidió ir, con el propósito de desenmascarar y denunciar lo que él creía ser un fraude.

El Padre Pío no le conocía ni sabía de su existencia. Cuando le vio entrar en la sacristía junto a otros peregrinos, le espetó bruscamente:

–¿Qué hace ése entre nosotros? Es un masón.

–Pues sí, es cierto, lo soy.

–¿Qué papel desempeñas en la masonería?

–Luchar contra la Iglesia.

El Padre Pío, sin decir más, le señaló el confesonario, y ante la estupefacción de todos los presentes el abogado masón se arrodilló, abrió su corazón, y con la ayuda del padre capuchino examinó toda su vida pasada. Cuando se levantó era otro hombre, ¡llevaba la paz en su corazón! Permaneció tres días en el convento y regresó a Génova. Su conversión salió en la primera página de los periódicos. Cesare Festa fue a Lourdes y volvió a San Giovanni Rotondo para recibir de manos del Padre Pío el escapulario de la Orden Tercera franciscana.

Todo en pocos meses: de masón a franciscano. Fue recibido por el Papa Benedicto XV, quien le confió esta misión:

–Tengo en gran estima al Padre Pío, a pesar de algunos informes desfavorables que me han hecho llegar. Es un hombre de Dios. Comprométase usted a darlo a conocer, porque no es apreciado por todos como él se merece.

La Gran Logia italiana se reunió para expulsar al abogado renegado. Cesare Festa decidió asistir y dar a conocer su testimonio. El mismo día recibió una carta del Padre Pío animándole:

«No te avergüences de Cristo y de su doctrina; es momento de lucha a rostro descubierto. El Espíritu Santo te dará la fortaleza necesaria».

(Fuente: Vida del Padre Pío, Enrique Calicó) Gratis date

El Amor a los hijos e hijas espirituales del Padre Pío Jueves, ene 15 2009

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-a la izquierda, tras el Padre Pío, Cleonice Morcaldi, su hija espiritual -

CLEONICE MORCALDI

No se pueden conocer la Persona y los sentimientos de Padre Pio sin un acercamiento a sus escritos a Cleonice Morcaldi. Y esto, algunos biógrafos lo han entendido evidenciando la hora extra que Cleonice nutre para su “Padre espiritual” y la ternura paternal y materna, que Padre Pio nutre para esta hija espiritual predilecta. Muchos testimonios escritos revelan la intensa relación espiritual entre estas dos almas consagradas a Dios.

Cleonice a menudo se comporta, en su sencillez, como una niña respecto a Padre Pio. Y ya que no le es siempre posible encontrarlo y hablarle, maquina la estratagema del “diálogo escrito”, a distancia. Sobre una hoja escribe las preguntas, dejando un espacio libre después de cada uno, de modo que el Padre pueda poner sus respuestas.
Se conservan decenas y decenas de hojas llenadas de este modo, con la escritura de Cleonice Morcaldi entrelazada a la de Padre Pio. Queremos representar aquí, entre los más significativos, algunos billetes escritos entre Cleonice y su “Papá” espiritual:

Cleonice: – Un sacerdote me ha dicho que hace falta separarse de ti, para gustarle a Dios.
P. Pío: – Tú le dirás: hace falta separarse de quien nos aleja o nos distrae de Dios, no de quién nos lleva a Dios.
C: – ¡Cuántas dudas me vienen!…. Pero…. ¿ya no tendré fe? Dime una palabra.
P: sonriente ¡Está tranquila, Dios resplandece en tu ánimo!
C: -Menos mal que Dios me ha dado tí como guía
P: -El buen Dios ha provisto. ¡El buen Dios es providencia!
C:- Eres justo un sol que calienta todo y a todos
P: – ¡Y tú eres la estrella de la mañana que resplandece y calienta mi corazón!
C: -Si encontraras una criatura más voluntariosa y buena ¿me querrás lo mismo?
P: -Rechazo todo. Tú serás para siempre.
C -¿Quién me hará querer a Jesús en la aridez de espíritu?
P:-Yo te la daré esta gracia; te lo conseguiré de Jesús.
C:- La gente murmura porque estoy muy cerca de tu confesionario. ¡Son muchos! Después de todo, ¿que hago de mal? Ruego y de vez en cuando te miro, pienso en lo que sufres y que lo ensalzas a Dios.
P: -¡Canta y deja cantar! Si te sienta bien al alma sigue haciendo lo que siempre has hecho. -
C: -¿Quién te compensará tanto sacrificio y amor?
P: – Tú eres mi recompensa”


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EL AMOR A LOS HIJOS E HIJAS ESPIRITUALES

DEL PADRE PÍO


¿Que debo hacer para orar bien ? le preguntó una hija espiritual:


” El don de la oración está en manos del Salvador. Cuanto más té vacíes de ti mismo, es decir, de tu amor propio y de toda atadura carnal, entrando en la santa humildad, más lo comunicará Dios a tu corazón.”

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Amo a mis hijos espirituales tanto como a mi alma y aun más.

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Un día le pidieron sus hijos espirituales les dejara su herencia espiritual. Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”.

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Al final de los tiempos me pondré en la puerta del paraíso y no entraré hasta que no haya entrado el último de mis hijos.

HOMILÍA DEL PAPA JUAN PABLO II EN LA CEREMONIA DE CANONIZACIÓN DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA Domingo, ene 4 2009

HOMILÍA DEL PAPA JUAN PABLO II EN LA CEREMONIA DE CANONIZACIÓN DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA

ppio1-gracias a Pablo por la imagen-


1. “Mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo 11, 30).

Las palabras de Jesús a los discípulos, que acabamos de escuchar, nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta celebración. Podemos, de hecho, considerarlas en un cierto sentido como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo.

La imagen evangélica del “yugo” evoca las muchas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán dulce es el “yugo” de Cristo y cuán ligera es su carga, cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se adentra en perspectivas de un bien más grande, solamente conocido por el Señor.

2. “En cuanto a mí… ¡Dios me libre gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo!” (Gálatas 6, 14).

¿No es quizá precisamente la “gloria de la Cruz” la que más resplandece en el padre Pío? ¡Qué actual es la espiritualidad de la Cruz vivida por el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza. En toda su existencia, buscó siempre una mayor conformidad con el Crucificado, teniendo una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de manera peculiar con la obra de la redención. Sin esta referencia constante a la Cruz, no se puede comprender su santidad.

En el plan de Dios, la Cruz constituye el auténtico instrumento de salvación para toda la humanidad y el camino explícitamente propuesto por el Señor a cuantos quieren seguirle (Cf. Marcos 16, 24). Lo comprendió bien el santo fraile de Gargano, quien, en la fiesta de la Asunción de 1914, escribía: “Para alcanzar nuestro último fin hay que seguir al divino Jefe, quien quiere llevar al alma elegida por un solo camino, el camino que él siguió, el de la abnegación y la Cruz” (Epistolario II, p. 155).

3. “Yo soy el Señor que actúa con misericordia” (Jeremías 9, 23).

El padre Pío ha sido generoso dispensador de la misericordia divina, ofreciendo su disponibilidad a todos, a través de la acogida, la dirección espiritual, y especialmente a través de la administración del sacramento de la Penitencia. El ministerio del confesionario, que constituye uno de los rasgos característicos de su apostolado, atraía innumerables muchedumbres de fieles al Convento de San Giovanni Rotondo. Incluso cuando el singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, éstos, una vez tomada conciencia de la gravedad del pecado, y sinceramente arrepentidos, casi siempre regresaban para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental.

Que su ejemplo anime a los sacerdotes a cumplir con alegría y asiduidad este ministerio, tan importante hoy, como he querido confirmar en la Carta a los Sacerdotes con motivo del pasado Jueves Santo.

4. “Tú eres, Señor, mi único bien”.

Es lo que hemos cantado en el Salmo Responsorial. Con estas palabras, el nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todo, a considerarlo como nuestro sumo y único bien.

En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tanta fecundidad espiritual, se encuentra en esa íntima y constante unión con Dios que testimoniaban elocuentemente las largas horas transcurridas en oración. Le gustaba repetir: “Soy un pobre fraile que reza”, convencido de que “la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios”. Esta característica fundamental de su espiritualidad continua en los “Grupos de Oración” que él fundó, y que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. El padre Pío unía a la oración una intensa actividad caritativa de la que es expresión extraordinaria la “Casa de Alivio del Sufrimiento”. Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos.

5. “Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque… estas cosas… las has revelado a los pequeños” (Mateo 11, 25).

Qué apropiadas parecen estas palabras de Jesús, cuando se te aplican a ti, humilde y amado, padre Pío.

Enséñanos también a nosotros, te pedimos, la humildad del corazón para formar parte de los pequeños del Evangelio, a quienes el Padre les ha prometido revelar los misterios de su Reino.

Ayúdanos a rezar sin cansarnos nunca, seguros de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.

Danos una mirada de fe capaz de reconocer con prontitud en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.

Apóyanos en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.

Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra.

Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria bienaventurada, donde esperamos llegar también nosotros para contemplar para siempre la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Amén!

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-gracias a Pablo por la imagen-

Padre Pío y la Navidad Viernes, dic 19 2008

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Escribiendo a Raffaelina Cerase, una de sus primeras hijas espirituales, Padre Pío confiesa los sentimientos de alegría y de ternura por la llegada de la Navidad: “ Al comenzarse la Sagrada Novena de Navidad en honor al Santo Niño Jesús, mi espíritu se ha sentido como renacer a nueva vida; el corazón se siente como demasiado pequeño para contener los bienes celestiales; el alma toda deshecha ante la presencia de este nuestro Dios por nosotros hecho carne.

¿Cómo hacer para resistirse y no amarlo siempre con ardor?

¡Oh, abracémonos al Niño Jesús con el corazón inmaculado de culpa, para gustar lo dulce y suave que es amarlo!

No dejaré jamás, y mucho más en estos días santos, de rogar al Niñito por todos los hombres, especialmente por vosotros y por todas aquellas personas que están en vuestro corazón. Lo pediré a fin de que os pueda hacer partícipes de todos los carismas que se han despertado y se van despertando cada vez más en mi espíritu”.

En otra oportunidad dijo el Padre Pío sobre la Navidad:

“Cuáles y cuántas enseñanzas surgen de la Gruta de Belén! ¡Cómo debe sentirse encendido de amor el corazón por Aquel que es todo ternura y se ha hecho para nosotros!

¡Cómo debemos arder del deseo de conducir al mundo todo a esta humilde gruta, asilo del Rey de reyes, más grande que cualquier reino humano! Pidamos a este Divino Niño el poder revestirnos de humidad, porque solo con esta virtud podemos gustar este misterio pleno de divinas ternuras”

La obra del Padre Pío: “la casa del alivio al sufrimiento” Martes, dic 16 2008

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El Padre Pío amaba a los hombres, y les amaba sinceramente como hijos de Dios y hermanos suyos, porque rezaba mucho. Por su bienestar espiritual se había convertido en “el cirineo de todos”; para lenificar las heridas de la carne inventó “la catedral de la caridad” y la llamó “Casa para el Alivio del Sufrimiento”.
S. Giovanni Rotondo sufría la falta de un hospital, y el Padre Pío, el 25 de enero de 1925 tuvo la ilusión de ver inaugurado el pequeño “Hospital civil de San Francisco”, surgido del antiguo convento de las Clarisas: dos cámaras, con siete camas cada una y dos habitaciones reservadas, curas gratuitas para los pobres. Al cabo de trece años, destruido por el terremoto de 1938, el pequeño hospital tuvo que cerrar sus puertas. Restaurado y transformado, el local se convierte en asilo infantil.
Pero las ruinas del terremoto no sepultaron la caridad: en la noche del 9 de enero de 1940, en la celda del fraile, nacía la idea de la “Casa para el Alivio del Sufrimiento”. Los hijos espirituales del Padre Pío recogen la idea de su corazón y una vez que el huracán bélico hubo terminado, e inenarrables dificultades fueron superadas, el 16 de mayo de 1947 se colocaba la primera piedra de la “catedral de la caridad”.
El 26 de julio de 1954 se abren los ambulatorios: el 5 de noviembre empieza a funcionar el Banco de sangre. Y el 5 de mayo de 1956 se inaugura todo el conjunto, bendecido por la voz de Pío XII.
El mismo Padre Pío presentaba así a la desbordante muchedumbre la “criatura de la Providencia”: “Se ha colocado en la Tierra una semilla que el Señor calentará con sus rayos de amor (…). Esta obra que vosotros hoy veis está al principio de su vida (…). Una etapa del camino a recorrer ha terminado. No detengamos el paso, respondamos solícitos a la llamada de Dios por la causa del bien, cada uno cumpliendo con su deber: yo, en una incesante oración como siervo inútil de Nuestro Señor Jesucristo, vosotros con el enorme deseo de apretar contra vuestro corazón a toda la Humanidad que sufre, para presentarla conmigo ante la misericordia del Padre celestial”

ppio311inauguración de la “Casa del sollievo e la sofferenza”

FECHAS DE LA VIDA DEL PADRE PÍO Sábado, dic 13 2008

Francesco Forgione (futuro P. Pio) a los 14 años
Francesco Forgione (futuro P. Pío) a los 14 años

1887 (25 de mayo) Nace en Pietrelcina (Benevento)

1903 (6 de enero) Se traslada a Morcone (Benevento) para iniciar el noviciado en los Capuchinos.
(22 de enero) Viste los ” hábitos de prueba” y se convierte en Fray Pío de Pietrelcina.

1904 (22 de enero) Pronuncia la profesión de votos simples.
(25 de enero) Se traslada a S. Elia en Pianisi (Campobasso) para iniciar “retórica”.

1907 (27 de enero) Pronuncia la profesión de votos solemnes.
(finales de octubre) En Serracapriola (Foggia) para comenzar el estudio de la Sagrada Teología.

1908 (finales de noviembre) En Montefusco (Avellino) para continuar Teología.
(19 de diciembre) Recibe las Ordenes Menores en Benevento.
(21 de diciembre) Es Subdiácono en la misma ciudad.

1909 Durante los primeros meses del año en Pietrelcina, enfermo.
(18 de julio) Recibe el orden del Diaconado en la iglesia del convento de Morcone.

1910 (10 de agosto) Ordenación Sacerdotal en la capilla de los canónigos de la catedral de Benevento.
(14 de agosto) Primera Misa solemne en Pietrelcina; en este año se producen las “primeras apariciones de estigmas” (cf. Epist. I, carta 44).

1911 (finales de octubre)Es enviado a Venafro, pero la enfermedad le obliga a permanecer casi continuamente en la cama. Tienen lugar hechos extraordinarios.
(7 de diciembre) Vuelve a Pietrelcina.

1915 (25 de febrero) Por motivos de salud, obtiene el permiso de continuar fuera del convento, conservando el hábito capuchino.
(6 de noviembre) Es llamado a filas.
(6 de diciembre) Destinado a la 10ª compañía de Sanidad en Nápoles.

1916 (17 de febrero) En Foggia en el convento de S. Anna.
(4 de septiembre) En S. Giovanni Rotondo.
(18 de diciembre) Se reincorpora al cuerpo militar de Nápoles. Permisos y reincorporaciones hasta el 16 de marzo de 1918, baja por “doble broncoalveolitis”.

1918 (5-7 de agosto) Transverberación.

(20 de septiembre) Estigmatización.

1919 (15-16 de mayo) Luigi Romanelli, primer médico que visita al Padre Pío después de la Estigmatización.
(26 de julio) Informe médico de Amico Bignami.
(9 de octubre) Visita médica de Giorgio Festa.

1922 (2 de junio) Primeras medidas del Santo Oficio.

1923 (31 de mayo) Después de una investigación, el Santo Oficio determina que no consta el “carácter sobrenatural de los hechos atribuidos al Padre Pío”.
(17 de junio) Otros mandatos: el Padre Pío debe celebrar en la capilla interna del convento sin público y no contestará a las cartas dirigidas a él, ni directamente ni a través de otros.
(26 de junio) Como consecuencia de una manifestación popular, el Padre Pío celebra de nuevo en la iglesia.
(8 de agosto) El Padre Pío conoce la orden (fechada el 30 de julio) de trasladarse a Ancona, permaneciendo disponible.
(17 de agosto)Debido la agitación popular, se aplaza el traslado.

1929 (3 de enero) Muere en S. Giovanni Rotondo la madre del Padre Pío.

1931 (23 de mayo) El Padre Pío es privado del ejercicio de su ministerio, exceptuando la Santa Misa, que puede celebrar únicamente en la capilla interna del convento, y en privado.

1933 (16 de julio) El Padre Pío celebra la Santa Misa en la iglesia en latín.

1934 (25 de marzo) El Padre Pío vuelve a escuchar confesiones de hombres.
(12 de mayo) Y de mujeres.

1946 (7 de octubre) Muere el padre del Padre Pío en S. Giovanni Rotondo.

1947 (19 de mayo) Comienzo de los trabajos de nivelación para la construcción de la “Casa Sollievo della Sofferenza” (Casa Alivio del Sufrimiento).

1955 (31 de enero) Colocación de la primera piedra de la futura nueva iglesia del convento.

1956 (5 de mayo) Inauguración de la “Casa Sollievo della Sofferenza”.

1959 (1 de julio) Consagración de la nueva iglesia.

1965 (17 de enero) El Padre Pío puede continuar celebrando la Misa

1966 (21 de noviembre) Puede celebrar en público, sentado.

1968 (29 de marzo) El Padre Pío empieza a usar una silla de ruedas, porque no siente las piernas.
(22 de septiembre) A las 5h, su última Misa; a las 18h su última bendición a la multitud en la iglesia
(23 de septiembre) A las 02:30hs. el Padre Pío, después de recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos, muere serenamente con el santo Rosario en la mano y con “¡Jesús!…¡María!… ” en los labios.

Profecías del Santo Padre Pío de Pietrelcina Sábado, nov 29 2008

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Porfecías cumplidas del Padre Pío

* El padre Pío tenía un amigo en común con el cardenal Montini y con dos años de antelación le dijo, a través del mencionado amigo, que sería Papa, para que se preparara para esa dignidad. Lo sería con el nombre de Juan XXIII.

* Un día al pasear con el párroco Salvador Pannullo, se detienen en una calle, Pío percibe un aletear de ángeles y vuelos de campanas y preanuncia que allí se construiría una iglesia capuchina donde el Padre Agustín y el padre Alberto serían superiores de ese convento.

* Cuando Karol Wojtyla era un sacerdote en su nativa Polonia, cada vez que visitaba a Italia viajaba a San Giovanni Rotondo para confesarse con el Padre Pío. En una de esas ocasiones, el Padre Pío pareció entrar en un breve trance y le dijo: “Vas a ser Papa”… y continuó: “También veo sangre… Vas a ser Papa y veo sangre”.

La carta (inédita) de Wojtyla al Padre Pío

Publicado por El pescador en 9 Febrero 2008

Andrea Tornielli

«Me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación…». Hay una carta inédita que Karol Wojtyla envió a Padre Pío de Pietrelcina, el fraile con los estigmas, pocos días antes de ser nombrado arzobispo de Cracovia. Una carta nunca publicada ni conocida, que la postulación de la causa de beatificación de Juan Pablo II ha hallado en el archivo de la Curia de Cracovia y que quizá inicialmente había sido confundida con la transcripción de una de las dos carta del futuro Papa al futuro santo ya conocidas. En cambio aquella copia escrita a máquina era del todo desconocida del todo y añade una nueva prueba fundamental a la reconstrucción de la relación entre Wojtyla y el Padre Pío.

Como es sabido se conocían dos letras, escritas en latín y enviadas al fraile el 17 y el 28 de noviembre de 1962 por el joven obispo auxiliar de Cracovia que en aquellos días se encontraba en Roma para el Concilio. En la primera Wojtyla pedía las oraciones del Padre Pío por la médica Wanda Poltawska, madre de familia, enferma de cáncer. En la segunda el obispo agradecía al santo del Gargano por la curación acaecida de la mujer. La nueva misiva (Archivo de la Curia de Cracovia, fondo K. Wojtyla, BI 3123 a), de la cual “Il Giornale” anticipa el contenido, está fechada el 14 de diciembre de 1963 y es más larga que las precedentes. Como las otras dos fue escrita en Roma, probablemente en la conclusión de la segunda sesión del Concilio Vaticano II. Ha sido publicada y comentada por don Francesco Castelli –colaborador de la postulacón de la causa de Juan Pablo II– en el nuevo número de la revista “Servi della Sofferenza”.

Al final de las primeras líneas, Wojtyla hace referencia a las precedentes peticiones dirigidas por él al Padre Pio: «Vuestra paternidad se acordará ciertamente que ya algunas veces en el pasado me he permitido recomendar a Sus oraciones casos particularmente dramáticos y dignos de atención». Y ya aquí hay una primera sorpresa. Hasta hoy, de hecho, se ha sabido siempre que el futuro Papa pidió y obtuvo las oraciones del fraile sólo para la médica Poltawska. No se conocían otros casos. El joven obispo polaco agradece al Padre Pío la curación de una mujer enferma de cáncer –está claro que se trata del caso ya conocido– pero en el número de las personas curadas Wojtyla añade el hijo de un abogado, gravemente enfermo desde el nacimiento. «Ambas personas están bien», declara en el texto inédito. Por lo tanto, además de esta carta y a las dos ya conocidas existe al menos otra misiva con la cual Wojtyla pedía la curación del joven.

El futuro Papa recurre después al Padre Pío por una señora paralizada de su diócesis, por tanto una nueva petición. Ulterior indicio de una relación consolidada. Pero no es todo. Esta vez, de hecho, el obispo añade una petición personal: «Al mismo tiempo me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación». ¿A qué se refiere Wojtyla, que por primera vez pide algo para sí mismo? ¿Y cuáles son las «ingentes dificultades» que apunta? Desde la mitad de 1962 monseñor Wojtyla atraviesa una fase delicata de su vida. En junio de 1962 había muerto el arzobispo de Cracovia, Baziak, y desde hacía meses estaba abierta la búsqueda de un candidato para la sucesión que sea grato al primado polaco, el cardenal Stefan Wyszynski, y a la autoridad del Estado. Wyszynski había presentado más veces ternas de nombre rechazadas por el gobierno comunista. Después de dos ternas distintas rechazadas de plano, un alto funcionario del Partido comunista, Zenon Kliszko, sugiere que se proponga a «un hombre de diálogo, como el joven obispo auxiliar, del cual he olvidado el nombre, con el cual en dos semanas hemos resuelto el caso del seminario de Cracovia».

Aquel obispo es Karol Wojtyla, que había reivindicado cno firmeza el derecho de la Iglesia sobre la sede del seminario, ocupado por los comunistas locales. Con sólo 43 años, Karol Wojtyla se encuentra así arzobispo de la sede cardinalicia de Cracovia, después de haber regido durante más de un año y medio aquella sede como administrador apóstolico, entre «ingentes dificultades pastorales».

Nótese la coincidencia de las fechas. La carta del futuro Papa al Padre Pío, con la petición de oraciones e intercesión, es del 14 de diciembre. Exactamente dos semans después, el 30 de diciembre, llega la designación como arzobispo metropolitano de la prestigiosa diócesis polaca.

Como es sabido, Wojtyla y Padre Pío se encontraron sólo una vez, en 1948. Pero el descubrimiento de esta nueva carta atestigua la profundidad del vínculo existente entre el fraile con los estigmas y el Papa que lo proclamará beato y después santo.

10 preguntas y respuestas para conocer a Padre Pío Jueves, nov 13 2008

Santo Padre Pio rezando la Santa Misa -de cara a Dios-

Santo Padre Pío rezando la Santa Misa -de cara a Dios-

1) ¿Quién es el Padre Pío de Pietrelcina?

Quizás llame la atención que digo: ¿quién es y no quién era? Porque la muerte es un estado por el que pasa el cuerpo pero no el alma que es inmortal: los justos viven en el Cielo junto a Dios y los malvados en el Infierno junto a Satanás, para toda la eternidad.

Y sin lugar a dudas, nuestro querido Padre Pío, es un alma justa que ya vive en la Gloria de Dios alabándolo con Sus Ángeles y Sus demás Santos.

2) ¿Cómo podemos afirmarlo con tanta seguridad?

Dios cumple lo que promete y el Padre Pío si lugar a dudas, grabó a fuego en su corazón las palabras que Jesús respondió al joven rico cuando le preguntó qué debía hacer para entrar en el Reino de los Cielos: “Ya conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honrarás a tu padre y a tu madre.” El hombre le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.” Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.” (Marcos 10, 19 – 21.)

Como también: “Les aseguro que el que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, recibirá mucho más en este mundo; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.” (Lucas 18, 29 – 30.)

3) ¿Cuál fue el secreto que lo llevó por el camino hacia al santidad?

El Secreto: Su Sentido de trascendencia, el sentirse peregrino de esta tierra, viviendo con los pies puestos en este mundo, pero su mirada extasiada en Dios Trinidad. Fueron sus palabras: “Confía en Dios y espera en su paterna bondad, que la luz deberá hacerse. Levanta la mente llena de Fe hacia la patria celestial y dirige a ella todos tus pensamientos y aspiraciones. Esa es nuestra verdadera patria.”

Si ha sido un hombre como cualquiera de nosotros, ¿qué lo hizo diferente?

Jesús nos dice: “Sed perfectos como el Padre que está en el Cielo es Perfecto.” (Mateo 5, 48.), y este es un llamado para todos si excepción, la diferencia está en nuestra respuesta. Esta fue su meta, fue la ‘estrella’ que siguió como los Reyes Magos lo hicieron, para encontrarse con el Salvador.

4) Al Padre Pío, ¿se lo canoniza por los Dones extraordinarios que tenía como la bilocación y las estigmas de Cristo?

En ningún caso está relacionado con los Dones recibidos, pues éstos son otorgados por Dios como herramientas para llevar a cabo la misión que se encomienda.

Lo que hace a la beatificación o canonización es el perfecto cumplimiento de las Virtudes cristianas, una vida en la cual se destaque la caridad heroica.

Ha sido la misma vida del Padre Pío la que ‘invitó’ a la Iglesia a ser conocida, profundizada, admirada, ‘saboreada’, porque sin lugar a dudas podemos resumirla como un ‘Evangelio viviente”; hizo carne las Palabras de Jesús y lo demuestra diciendo: “Jesús es la Guía segura para todos. Él mismo lo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14, 6). ¡Sigámoslo!”

He aquí dos pensamientos que nos permiten ‘ver’ su alma:

a) “Que la vida sea una vida que se une a Ti y a Tu Amor para así esparcirlo sobre toda la humanidad; y nos haga morir a cada instante para vivir sólo de Ti, para tenerte en nuestros corazones.”

b) “El amor es la actualización y la comunicación de la vida sobreabundante que Jesús, tal como Él nos afirmó, vino a darnos. Escuchemos Su invitación: “Así como el Padre me ha amado, yo los he amado: permanezcan en mi amor”.” (Juan 15, 9).

5) ¿Qué es la bilocación?

Es el Don de poder estar físicamente en dos lugares a vez, pero para casos especialísimos; a muchos Santos Dios le ha dado esta capacidad, pero el Padre Pío es de quien más testimonio se tiene al respecto.

6) ¿Qué son las estigmas y qué significado tienen?

Son las Llagas de Cristo que muchos Santos han llevado en su cuerpo, ya sea alguna o todas. A veces invisibles otras visibles.

Hoy día se habla mucho de estigmas y de personas que dicen llevarlas, pero si bien en muchos casos podría ser cierto, ya que Dios obra como le place, no olvidemos que no siempre son otorgadas por Él, el Maligno también puede hacerlo para dar un toque de ‘santidad’ a una falsa revelación, llevando a creer en su autenticidad. Por eso ante un estigmatizado, es muy importante para no ser confundidos, escuchar lo que la Iglesia decreta al respecto.

Son signo de una perfecta unión con Cristo, especialmente en Su Cruz; cuando el Padre llama a alguien a compartir con Su Hijo Su Pasión, en algunos también les hace compartir las Llagas de la redención, las que antes de ser llevadas en el cuerpo se han llevado en el alma. En otras palabras, quien es portador de alguna de las Santas Estigmas vive en total comunión con Cristo Crucificado, convirtiéndose en un “amigo de la Cruz”.

Era su pensamiento: “Abandónate totalmente en los brazos de la Divina Providencia. Permanece así entre esas tinieblas y arideces, y ten presente a la Santísima Virgen y a San Juan los cuales estando a los pies de la Cruz, entre espantosas tinieblas ya no escuchaban ni veían más a nuestro Señor, y no tenían otro sentimiento que el de la aflicción y la tristeza. Ciertamente, estaban animados por la fe, pero incluso esta fe estaba en tinieblas, porque era necesario que ellos participaran del abandono de nuestro Señor.”

7) ¿Qué actitud corresponde a un verdadero estigmatizado?

La que en todo momento llevó el Padre Pío: imploró al Señor que permanecieran invisibles pero fue en vano; buscó todos los medios de esconderlas, pero no lo logró. Había recibido las cinco llagas, las cuales sangraron durante 50 años, y muchos dieron testimonio de tan sagrada Gracia.

El 8 de Septiembre de 1911 escribe al Padre Benedetto: “Hace casi un año que se repite este fenómeno pero ahora hacía un tiempo que no ocurría. No se inquiete, de todos modos, si es la primera vez que se lo digo, porque hasta ahora me había dejado vencer por aquella maldita vergüenza. Incluso ahora no sabe usted ¡cuánto he tenido que forzarme para contarlo! Qué significa ésto, Padre mío, lo ignoro.”

8 ) Además de la bilocación y estigmas, ¿qué otro Don extraordinario le fue otorgado?

Era un ardiente confesor, pasaba entre quince y diecinueve horas en el confesionario, dándole Dios la capacidad de ver los sentimientos y pensamientos de las personas que se acercaban a él.

Además de la Misa, la pausas breves para las comidas y la oración personal, sólo se dedicaba enteramente a las almas de los pecadores. Se calcula que alrededor de quince millones de personas han tenido la gracia de arrodillarse ante Dios en su confesionario; hasta se llegó a instalar una oficina para organizar turnos.

9) ¿Se lo puede considerar como un místico?

¡Sin lugar a dudas!, porque místico es quien tiene contacto abierto con el mundo sobrenatural y el Padre Pío lo tenía en forma permanente con: Jesús, la Virgen, los Ángeles, los Santos, las almas del Purgatorio.

Sólo así se comprende el ritmo de trabajo que mantenía: Se levantaba a las 3:30 y se dirigía a la Capilla para prepararse para la Santa Misa que celebraba a las cinco, y lo hacía antes de la salida del sol para que los campesinos tuviesen la posibilidad de participar. Fueron alrededor de veinte millones de personas las que alguna vez participaron de las Misas celebradas por él.

10) ¿Y en relación con el Maligno?

Como toda persona que trabaja para acercar almas a Dios, grandes eran los ataques que recibía por parte del demonio y sus secuaces. Pero jamás temía porque toda su confianza estaba puesta en su Dios y Padre. Al respecto nos aconseja:

a) “Nunca tengan miedo a las asechanzas del enemigo que, aún cuando sean vigorosas, jamás los envolverá en sus redes si permanecen fieles al Señor y se mantienen vigilantes, fortalecidos con la oración y con las santa humildad.”

b) “Jesús está siempre con nosotros, y está tan cerca de nosotros que nos ama y nos sostiene en la lucha espiritual. Él está siempre allí para escudarnos de los golpes del enemigo para que no nos haga daño.”

c) “Recuerda que el diablo tiene una sola puerta para penetrar en nuestro interior: la voluntad. No hay otras puertas secretas o escondidas.”

d) “Acuérdate de esto: si el maligno continúa molestando, señal de que todavía no se halla dentro, está todavía fuera. Lo que debe aterrorizarnos es su paz y concordia.”

Última Misa del Padre Pío Martes, oct 21 2008

-un santo moderno con los valores de siempre- Sábado, sep 27 2008

-un santo moderno con los valores de siempre-

-un santo moderno con los valores de siempre-

Biografía
Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión.
El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal “diversidad” fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - “no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: “Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman”.

Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.

En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su “crucifixión”: “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación….”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los “Grupos de ruego”, hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: “Casa Alivio del Sufrimiento.”

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

Muchas han sido las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.

Los preliminares de su Causa se iniciaron en noviembre de 1969. El 18 de diciembre de 1997, Su Santidad Juan Pablo II lo pronunció venerable. Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación, es ciertamente la parte más importante del proceso. El venerable Padre Pío fue beatificado el 2 de mayo de 1999. Tan grande fue la multitud en la Misa de beatificación, que desbordaron la Plaza de San Pedro y toda la Avenida de la Conciliación hasta el río Tiber sin ser estos lugares suficiente. Millones además lo contemplaron por la televisión en el mundo entero.

El día 16 de junio del 2002, su Santidad Juan Pablo II canonizó al Beato Padre Pío. Es el primer sacerdote canonizado que ha recibido los estigmas de nuestro Señor Jesucristo.

Su beatificación y su canonización fueron las de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no pudieron contener las multitudes.

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El Padre Pío es un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.

El santuario del Padre Pío en San Giovanni Rotondo recibe mas peregrinos cada año que el de Lourdes. Es el segundo santuario mas visitado, después del Tepeyac (Virgen de Guadalupe).

A 40 años de su fallecimiento, en este 2008, se exhumó su cuerpo el que se exhibe incorrupto como una nueva señal de su santidad.

Galería de fotos con periódica actualización: http://www.flickr.com/photos/30912936@N03/show/

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Biografía « Padre Pío de Pietrelcina

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