domingo, 14 de noviembre de 2010

Otros Sacramentos

Otros Sacramentos: "Otros Sacramentos
95,1 - 97,8




95.- El pecado original es el pecado que cometieron nuestros primeros padres, y que heredamos al nacer todos menos la Santísima Virgen.

95,1. La Santísima Virgen es la única que ha sido concebida sin pecado original. Esto es lo que queremos decir al invocarla con el título de Inmaculada Concepción . Dios le concedió este privilegio en atención a que iba a ser Madre de Jesucristo.

96.- El pecado original se lava con el sacramento del bautismo.

96,1. El sacramento del bautismo, al lavarnos el pecado original, infunde en nuestra alma la gracia santificante y nos hace miembros de la Iglesia, hijos de Dios y herederos del cielo .
En el mundo hay muchos paganos sin bautizar. Por eso, los misioneros dejando familia, patria y todo, se van a lejanas tierras para instruirlos, bautizarlos y hacerlos hijos de Dios.
Jesús dijo a los apóstoles: Seréis mis testigos hasta los confines de la tierra .
Podemos y debemos ayudar a la obra de los misioneros con nuestras oraciones, nuestros sacrificios y nuestras limosnas. Tenemos obligación de esto, pero según las posibilidades de cada uno.
Las Obras Misionales Pontificias mantienen en el Tercer Mundo:
Setecientas setenta y cuatro leproserías.
Cinco mil Hospitales.
Siete mil Orfanatos.
Ocho mil Dispensarios.
Nueve mil Asilos.
Y educan en el Tercer Mundo a un millón de universitarios, a seis millones de alumnos de Enseñanza Media y a quince millones en la Enseñanza Primaria .
Para mantener todo esto hace falta mucho dinero, y muchos misioneros y misioneras. España es el país del mundo que tiene más misioneros:
25.000 .
A veces se oye decir: Dejaos de ir a las misiones. Primero instalemos bien la Iglesia aquí . Esto es no entender la catolicidad de la Iglesia. La Iglesia es católica, es decir, universal. Tiene que instalarse en la humanidad entera. No puede limitarse a un pueblo o a una raza. Su caridad universal se extiende a todos sin distinción. Lo mismo a los pueblos en decadencia, que a los de brillante porvenir.
Donde haya un alma, allí está la Iglesia. Las misiones son una actualización de la catolicidad de la Iglesia.
Dijo el Papa Juan Pablo II : ¿Al afirmar que la Iglesia es católica, queremos decir que es evangelizadora, misionera y apostólica; si no tuviera estas características no sería la verdadera Iglesia de Jesucristo?.

96,2. Los sacramentos son ritos, ceremonias sagradas (que incluyen palabra y acción), instituidos por Jesucristo , que, si se reciben con buenas disposiciones, dan vida sobrenatural al alma, es decir, nos dan la gracia santificante , o nos la aumentan cuando ya estamos en gracia . Son siete: bautismo, confirmación, penitencia (confesión), eucaristía, unción de los enfermos, orden sacerdotal y matrimonio. El Concilio de Trento definió que los siete sacramentos fueron instituidos por Jesucristo(931).
El Evangelio nos habla de la institución de cinco sacramentos:
bautismo , eucaristía , penitencia , orden sacerdotal y matrimonio .
De la confirmación y de la unción de los enfermos no habla el Evangelio, pero nos dice el Nuevo Testamento que existían en tiempo de los Apóstoles; por lo tanto, tuvieron que ser instituidos por Jesucristo como los anteriores.
De la confirmación se nos habla en los Hechos de los Apóstoles . Y de la extremaunción en la Epístola de Santiago . También se habla de la institución del sacerdocio en los Hechos de los Apóstoles , y del matrimonio en San Pablo .
Hay tres sacramentos que imprimen carácter . Carácter significa en griego sello imborrable .
Estos sacramentos imprimen un sello indeleble. Es decir, ponen un sello espiritual en el alma que no se borra jamás . Por eso sólo se pueden recibir una vez . No se pueden repetir. Son: bautismo, confirmación y orden sacerdotal. Es de fe que el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal imprimen carácter .
Los sacramentos son fundamentalmente acciones de Cristo : Cuando Pedro bautiza es Cristo quien bautiza . La gracia sacramental no depende de la santidad del ministro, sino de Cristo que actúa por medio de él .
Al celebrar un sacramento, el ministro ha de tener la intención de realizar la acción sacramental que Cristo confió a su Iglesia. Sin embargo, el poder santificador de los sacramentos no depende ni de la fe, ni de la santidad de los ministros, porque cuando alguien bautiza o perdona, es le mismo Cristo quien bautiza o perdona .
Las condiciones de validez y licitud de cada sacramento compete a la Iglesia determinarlo, pues a ella confió Cristo esta misión . Cada sacramento añade una gracia específica a la gracia ordinaria.
No es una diferencia entitativa, sino moral: según los fines de cada sacramento .

97.- Es obligatorio recibir el bautismo, la confesión y la comunión; pero, además, deben recibir el matrimonio los que quieran casarse, y todos la unción de los enfermos en la hora de la muerte.

97,1. La confirmación no es absolutamente obligatoria para salvarse, pero todos los que aún no la hayan recibido deben recibirla, si se les presenta la ocasión oportuna , pues ayuda a conseguir con mayor facilidad la salvación eterna.
El sacramento del orden es sólo para los que quieran hacerse sacerdotes.
El matrimonio y el orden sacerdotal son sacramentos de estado. Lo cual significa que ambos sacramentos no se reciben tanto con vistas a la salvación individual, como para ocupar un determinado estado dentro de la Iglesia, para, dentro de él, servir a la comunidad. De modo que estos sacramentos los recibe el individuo menos para sí mismo que para los demás: los esposos deberían partir siempre del supuesto de que cada uno consigue las gracias necesarias más bien para el otro cónyuge que para sí mismo

97,2. BAUTISMO . Es un sacramento por el que lavándonos con el agua e invocando a la Santísima Trinidad, se nos borra el pecado original .
El bautismo, además de lavar el pecado original, perdona cualquier otro pecado personal que tuviere el que se bautiza , si recibe el bautismo después de tener uso de razón (con tal que tenga el debido arrepentimiento), y todas las penas debidas por ellos El bautismo nos introduce en la Iglesia haciéndonos cristianos, miembros de la Iglesia, hijos adoptivos de Dios y herederos del cielo . Por el bautismo nacemos a una nueva vida, la vida de la gracia, de la fe .
Como el bautismo es la puerta para entrar en la Iglesia, sin haber recibido el bautismo no se puede recibir válidamente ningún otro sacramento .
En los primeros años del cristianismo el bautismo se realizaba por inmersión del bautizando en una piscina. Pero ya a principios del siglo II La Didajé , ya en el siglo primero, habla del bautismo por infusión, derramando agua sobre la cabeza del bautizando .
Los Testigos de Jehová imponen el bautismo de inmersión (por medio del baño) considerando inválida toda otra forma, basados en que Cristo lo recibió así en el Jordán. Pero desde los primeros tiempos del cristianismo, en la Iglesia se empleó también el de ablución, como lo hace hoy la Iglesia. Si San Pablo bautizó en la cárcel al carcelero , no es probable que lo hiciera por inmersión. Lo mismo San Pedro cuando el día de Pentecostés bautizó a tres mil ; no es fácil fuera por inmersión. El catecismo más antiguo que se conoce, la «Didajé», escrito el año 70 de nuestra era, cuando todavía vivían muchísimos discípulos de Cristo , dice : «si no hay agua corriente, para bautizar se derrama agua tres veces en la cabeza»(932).
Cuando un niño nace, debe ser bautizado enseguida , para que se le perdone el pecado original y quede hecho cristiano. La Comisión Vaticana para la Doctrina de la Fe afirma que sigue en todo su vigor la obligación de bautizar, «cuanto antes», a los niños nacidos de padres cristianos normales; si bien actualmente por el avance de la medicina y por haber disminuido mucho la mortalidad infantil, esa forma de «cuanto antes» puede entenderse con mayor amplitud . Pero privar voluntariamente a los niños durante largo tiempo de este sacramento puede ser un pecado grave . El actual Código de Derecho Canónico dice que los hijos deben bautizarse en las primeras semanas(933).
No es absolutamente cierto que puedan salvarse los niños que mueren sin bautismo. Como tampoco es absolutamente cierto que no puedan salvarse. Dios puede tener para salvarlos medios extraordinarios que nosotros desconocemos. Por eso la Iglesia tiene una misa para estos niños, confiándolos a la misericordia de Dios .
La misericordia de Dios nos hace confiar que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo .
Pero es claro que si en caso de enfermedad mortal se dispone de dos medicinas, una que cura y otra que no estamos seguros de que cura, todo el que tenga sentido común aplicará la primera. La existencia de limbo no es dogma de fe(934).
El limbo es el lugar o estado de los que han muerto sólo con el pecado original. No pueden entrar en el cielo; ni tampoco ir al infierno ni al purgatorio, pues no tienen pecados personales . El limbo es una conclusión teológica defendida hoy por casi todos los teólogos católicos .
Al bautizar a un niño conviene ponerle un nombre que no sea ajeno al sentir cristiano .
Estos nombres son los de Jesús, de la Santísima Virgen en sus principales advocaciones y devociones, y de los santos.
El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesión .
Al hijo bautizado hay que educarle cristianamente con la palabra y con el ejemplo (rezar habitualmente en casa, ir a misa los domingos y fiestas de precepto, confesar con frecuencia, vivir la justicia social, cumplir las obligaciones profesionales, respetar los bienes ajenos, ser responsable en la vida pública y social, etc.); y cuando llegue al uso de razón debe preparársele bien a la Primera Comunión .
Para darle una buena formación cristiana conviene llevarlo a la catequesis parroquial , ponerlo en un colegio donde se le enseñe la Religión Católica, seguir de cerca la formación religiosa que recibe en el colegio, formarle rectamente la conciencia (descubrirle el valor del cumplimiento del deber, acostumbrarle a ayudar a los demás, hacerle ver que las cosas no son buenas o malas porque las hagan muchos o pocos, etc.)
Para ayudar a la educación cristiana del bautizado se eligen los padrinos que suplen a los padres, si éstos faltan. Para que puedan ejercer bien su cometido, deben llevar una vida congruente con la misión que van a asumir, no estar impedidos por el derecho de la Iglesia, tener conciencia de que su misión no es un mero trámite, sino que deben estar dispuestos a cumplirla honradamente; por lo cual deben ser católicos practicantes, aceptar la doctrina del Magisterio de la Iglesia, no militar en partidos políticos que tienen una ideología opuesta al Evangelio, realizar su trabajo profesional según criterios morales y no incompatibles con la enseñanza de la Iglesia Católica.
Privar a los hijos del bautismo y de la educación católica pensando que así se les deja con mayor libertad para que ellos elijan de mayores, es tan absuuuuuurdo como el no enseñarles ninguna lengua, para que así, de mayores puedan ellos elegir la lengua que prefieran. Lo lógico es que los padres transmitan a sus hijos todos los bienes que ellos tienen: educación, cultura, lengua y fe. Después, de mayores, cada cual hace suyo todo esto libremente o lo rechaza responsablemente. La inhibición de los padres en este punto puede después ser censurada por sus propios hijos.
Según documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el bautismo debe administrarse en la niñez, debiendo asegurarse una verdadera educación en la fe y en la vida cristiana . Si a un niño le tocara una gran herencia, los padres la aceptarían enseguida para que empiece a disfrutarla, y no esperarían a que fuera mayor. El bautismo vale más que la mayor de las herencias. Para hacer un gran favor a alguien no hay que pedirle permiso. A un niño se le vacuna sin pedirle permiso.
El encargado de bautizar es el párroco; pero, si hay peligro de que el niño muera antes de que llegue el sacerdote, debe bautizarlo cualquiera, hombre o mujer, aunque no sea católico, y aunque ni siquiera esté él mismo bautizado . Basta con que tenga uso de razón y quiera hacer lo que instituyó Cristo(935).
Para bautizar se derrama agua natural sobre la cabeza del niño, diciendo, con intención de bautizar: Yo te bautizo el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo . Las palabras se pronuncian al mismo tiempo que se derrama el agua. Ésta debe mojar la piel de la cabeza y correr por ella . A ser posible, delante de dos testigos. Con todo, si después el niño sale de peligro, hay que llevárselo al párroco, explicándole lo ocurrido, para que complete los requisitos que faltan.
Pero el bautismo sólo se puede recibir una vez, pues imprime carácter y deja el alma sellada para siempre.
Voy a añadir aquí algunas normas sobre el bautismo de urgencia .
Aunque no es frecuente que tenga que realizarse, pues en las clínicas suele haber gente que tiene mucha práctica en hacerlo, me basta que por darlas a conocer aquí pueda una persona más conseguir la gloria eterna. La Iglesia desea que se bauticen los fetos abortivos. Así lo manda en el Código de Derecho Canónico.
Cuando en un aborto se está cierto de que se trata de un ser humano vivo, se bautiza absolutamente según la fórmula que acabo de indicar.
Pero si hay duda, se hace bajo condición: «Si eres capaz...», «si vives...».
Especial dificultad presentan las molas o embriones. Para bautizarlos se pueden coger con las dos manos y con los dedos rasgar la envoltura que los rodea y sumergirlos en un recipiente con agua de modo que ésta toque todo el contenido, pronunciando la fórmula la misma persona que hace esta acción.
Cuando el feto presenta figura humana se bautiza la cabeza. Si presenta señales de vida, con la fórmula ordinaria. Si se duda de que viva, se hace bajo condición. Solamente en caso de cierta y plena corrupción se ha de omitir el bautismo. Si el feto tiene forma monstruosa debe bautizarse siempre, al menos bajo condición. Y si se duda de si es uno o varios, bautizar uno absolutamente y los otros bajo condición. Si es claro que se trata de varias personas unidas entre sí, se bautiza cada uno por separado.
Si por las dificultades del parto hay peligro de que el niño muera antes de salir, debe bautizarse en el seno materno; y si lo primero que sale es una mano o un pie, bautícese ahí, y después, si nace con vida, bautícese de nuevo en la cabeza, bajo condición. Y si la madre muere antes de que el niño nazca, el feto debe ser extraído por aquellos a quienes corresponda, y bautizado, absolutamente si ciertamente vive, o bajo condición si es dudoso que viva : no se olvide que el feto humano puede sobrevivir a la madre una o varias horas, según los casos .
El bautismo es necesario para salvarse . Pero en caso de imposibilidad, puede ser suplido por el bautismo de deseo, por lo menos implícito, el cual se contiene en un acto de sincero amor a Dios . Y es claro que el martirio es un acto excelente de amor a Dios .
¿Los que padecen la muerte a causa de la fe, los catecúmenos y todos los hombres que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, se salvan aunque no hayan recibido el bautismo(936).
La necesidad del bautismo para salvarse está claro en el Evangelio. Le dice Jesucristo a Nicodemo : «El que no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios»(937).
Pero desde los primeros siglos del cristianismo, en la Iglesia, se habla del bautismo de deseo ; pensando no sólo en los catecúmenos que morían antes de recibir el bautismo, sino también en todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscaba la verdad y hacía la voluntad de Dios según él la conocía; pues se podía suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el bautismo si hubiesen conocido su necesidad . El bautismo de deseo lo amplía hoy la Iglesia a todos los infieles que nunca faltaron a su conciencia y estuvieron siempre en disposición de hacer lo que Dios les pidiera.
Para éstos Dios tiene que tener el modo de que puedan salvarse.
Así opinaba Santo Tomás .

97,3. CONFIRMACION. Es un sacramento por el que, con la unción del santo crisma , hecha en la frente con la mano del ministro, y las palabras prescritas, se concede a los bautizados el Espíritu Santo para creer firmemente, ser testigos de Cristo en las palabras y las obras, y defender intrépidamente la fe que recibimos en el bautismo.
El sacramento de la confirmación nos hace madurar como cristianos, nos perfecciona como persona humana, y nos hace mejores templos del Espíritu Santo.
Este sacramento, de ordinario, lo administra el Sr. Obispo; pero si él lo delega, puede administrarlo un sacerdote .
La gracia recibida en el bautismo debemos fortalecerla con el sacramento de la confirmación . Así podremos cumplir mejor los deberes del cristiano, y vencer las dificultades que se nos presenten en el camino de nuestra salvación. La vida cristiana está en abierta oposición con la vida mundana. El cristiano vive en tensión continua:
en el interior lucha contra las malas inclinaciones, y en el exterior contra el mundo y el demonio. La confirmación imprime en el alma el carácter de soldado de Jesucristo , y vigoriza para el combate cristiano. La confirmación nos vincula más perfectamente con la Iglesia. Nos enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo.
Es un obligarse más seriamente a difundir y defender la fe de palabra y de obra . En el n 75 te hablé del apostolado de los seglares.
La confirmación hay que recibirla en estado de gracia . El que recibe la confirmación, a sabiendas, en pecado grave comete un sacrilegio. Si el confirmado tiene uso de razón , debe estar suficientemente instruido en la Religión Católica.

97,4. PENITENCIA . También suele llamarse confesión o sacramento de la reconciliación. Es un sacramento en el que por la absolución del sacerdote se le perdonan, al cristiano arrepentido que se acusa rectamente, los pecados cometidos después del bautismo. (Ver números 53-94 )

97,5. EUCARISTIA . Es un sacramento en el que, bajo las apariencias de pan y vino, se contiene verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo , para alimento espiritual del alma que los recibe en la Sagrada Comunión con las debidas disposiciones. (Ver números 45-52 )

97,6. ORDEN SACERDOTAL . Es un sacramento que, por la imposición de las manos del Obispo, y sus palabras, hace sacerdotes a los hombres bautizados , y les da poder para perdonar los pecados y convertir el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo(938).
El sacramento del orden lo reciben aquellos que se sienten llamados por Dios a ser sacerdotes para dedicarse a la salvación eterna de sus hermanos los hombres. Esta ocupación es la más grande de la Tierra, pues los frutos de sus trabajos no acaban en este mundo, sino que son eternos.
La vocación al sacerdocio lleva consigo el celibato, recomendado por el Señor . La obligación del celibato no es por exigencia de la naturaleza del sacerdocio, sino por ley eclesiástica .
La Iglesia quiere que los candidatos al sacerdocio abracen libremente el celibato por amor de Dios y servicio de los hombres .
La Iglesia quiere a sus sacerdotes célibes para que puedan dedicarse completamente al bien de las almas, sin las limitaciones, en tiempo y preocupaciones, que supone sacar adelante una familia.
El sacerdote debe estar libre para dedicarse, cien por cien, al cuidado de las almas.
Aunque es verdad que en algún caso una esposa podría ayudarle, también es verdad que en otros muchos, una esposa podría absorberle su tiempo por estar enferma física o psíquicamente, o por exigir de él mayor atención, etc.
Y por supuesto, los hijos exigirían de él, no sólo tiempo, sino destinos en los que la educación de ellos fuera más fácil, o evitar atender a enfermos contagiosos, etc.
Es decir, el sacerdote sin familia está más libre para el apostolado; y la Iglesia, en dos mil años de experiencia, así lo ha advertido, y por eso exige el celibato a sus sacerdotes.
Pero, sobre todo, el celibato sacerdotal tiene un fundamento teológico: Cristo fue célibe, y el sacerdote es «alter Christus», es decir, otro Cristo .
El amor de Jesucristo es universal, igual para todos; sin los exclusivismos propios del amor matrimonial. Así debe ser el amor del sacerdote.



La vocación no consiste en recibir una llamada telefónica de Dios. Si un muchacho tiene buena salud (no es necesario ser un superman ), es capaz de hacer estudios (no es necesario ser un genio), puede vivir habitualmente en gracia, con la ayuda de Dios (no hace falta ser ya un santo), tiene buena intención (no se trata de buscar el modo de ganarse la vida ) es decir, busca su propia perfección y la salvación de las almas, debe preguntarse si Dios le llama al sacerdocio.

No se trata de preguntar me gustaría ser sacerdote? sino, me querrá Dios sacerdote? . En caso de duda preguntar a persona imparcial y formada.

Hay que pedirle a Dios que haya muchas vocaciones sacerdotales y religiosas, pues hacen falta muchos párrocos, muchos misioneros, predicadores, confesores, maestros, etc., y también muchas Hermanitas de los Pobres, de la Caridad, en los hospitales, en los asilos, religiosas en las escuelas, colegios etc.; y otras en los conventos de clausura que alaben a Dios y pidan por los pecadores.
Por eso es un gran apostolado ayudar económicamente a la formación de futuros apóstoles, y a los conventos de clausura.
Todos debemos pedir a Dios que sean muchos los jóvenes que sigan la voz de Dios, pues hacen falta muchos y buenos sacerdotes y religiosos.

Los padres tienen obligación grave de dejar en libertad a sus hijos que quieran consagrarse a Dios . Pero también sería pecado -y gravísimo- el inducir a sus hijos, por motivos humanos, a abrazar, sin vocación, el estado eclesiástico.

Los padres deben cuidar de no presionar a sus hijos en la elección de una profesión y estado de vida .


(931) - DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 989. Ed. Herder. Barcelona
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(932) - DIDAJÉ: VII, 3.
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(933) - Nuevo Código de Derecho Canónico, nº 867,1
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(934) - ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 3ª, V, nº 265s. Ed. BAC. Madrid
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(935) - ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología Moral para Seglares, 2º, 2ª, I, 49, 2ª. Ed. BAC.
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(936) - Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1281
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(937) - Evangelio de San Juan, 3:5
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(938) - Concilio de Trento: DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 961. Ed. Herder. Barcelona
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