domingo, 30 de octubre de 2011

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El carisma del discernimiento - Monografias.com

El carisma del discernimiento

Enviado por Agustin Fabra

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  1. Introducción
  2. El discernimiento es el arte de reconocer o identificar
  3. El discernimiento es una señal de madurez
  4. El discernimiento espiritual
  5. Las señales externas
  6. Señales interiores
  7. Los frutos y el tiempo
  8. Al Capone y santa Teresa de Ávila
  9. Varios signos
  10. El aprendizaje del discernimiento
  11. ¿Existe el carisma de discernimiento?
  12. Un ejemplo concreto
  13. Reflexiones sobre este ejemplo
  14. ¿Qué es el carisma del discernimiento?
  15. Carismas y carismas
  16. Discernimiento carismático y fenómenos físicos
  17. ¿Quién puede recibir este carisma?
  18. ¿Este carisma es permanente?
  19. ¿En qué casos interviene el carisma?
  20. Discernir el carisma del discernimiento
  21. ¿Un carisma en estado puro?
  22. Utilidad y peligros de este carisma

Introducción

Tratar sobre el carisma del discernimiento de los espíritus es aventurarse en un terreno delicado, por que la materia es difícil y hay riesgo de ser mal comprendido o mal interpretado.

Abundan los tratados sobre el discernimiento en general; o sea, sobre el arte de la ciencia del discernimiento de los espíritus; pero son muy escasos los estudios serios que tratan con alguna profundidad el carisma del discernimiento. Nos encontramos pues limitados, casi exclusivamente, a las experiencias vividas por algunas personas y esas personas generalmente no escriben para describir sus experiencias. Por lo demás, el carisma del discernimiento es en extremo raro.

La experiencia muestra que, para comprender el carisma del discernimiento, hay que compararlo con el arte o ciencia del discernimiento. De ahí las dos partes en que se divide esta exposición.

Primera Parte

Arte o ciencia del discernimiento. Evidentemente no se trata aquí de dar un tratado completo sobre el arte o ciencia del discernimiento, sino de recordar los elementos que parecen esenciales para la comprensión del carisma.

1. El discernimiento es el arte de reconocer o identificar

La palabra discernimiento viene del latín discernere y significa identificar, reconocer, comparar entre dos cosas distintas. El médico, al hacer un diagnóstico, identifica, reconoce, discierne la enfermedad que sufre su paciente. Toda persona, con el tiempo termina por discernir lo que es bueno o malo para ella y así comerá o no ciertos alimentos según los haya reconocido como benéficos o como dañinos, tomará tantas horas de sueño, etc. Se discierne o identifica lo que es bueno o malo para uno mismo.

Entendido en su sentido más amplio, el discernimiento supone un verdadero aprendizaje y por eso decimos que es un arte o una ciencia. Todo arte se aprende, aunque más no sea por ensayos y errores. El alfarero aprende a conocer la arcilla y el torno que le servirá para fabricar sus tiestos. El violinista aficionado, que no ha estudiado música ni frecuentado las grandes escuelas, aprende a sacar melodías de su instrumento y a tocar su violín, después de dar muchas notas falsas. También la ciencia es aprendida y a menudo con mucho esfuerzo. El médico ha estudiado en la facultad de medicina anatomía, química orgánica y muchas otras materias; y después ha cumplido un internado en un hospital donde, bajo la supervisión de un médico más experimentado aprende a aplicar la teoría a la práctica. Así adquirió la ciencia médica.

Cuando se dice que el discernimiento es arte o ciencia se quiere dar a entender que, de manera habitual, se le aprende por medio de la teoría y de la práctica.

2. El discernimiento es una señal de madurez

Aún en el orden natural de las cosas una de las señales del proceso de madurez en los niños es su capacidad mayor para distinguir entre los estímulos a los que se encuentran sometidos interior y exteriormente. Al comienzo de su vida el niño reconoce a sus padres sólo por el tono de voz. Más tarde la vista se perfecciona y aprende a reconocerlos y distinguirlos de los demás por un conjunto de características exteriores que no dejan lugar a error. Cuando el niño haya crecido y llega a ser adulto, reconocerá la presencia, aún muy discreta, de sus padres por un conocimiento interior que viene del corazón. Pero tal discernimiento no es posible para el recién nacido, se desarrolla a lo largo de los años.

El niño que se encuentra en una etapa del descubrimiento y la exploración del mundo

que lo rodea, se siente atraído por los colores fuertes y por las cosas de sabor agradable: todo lo toca y lleva a los labios. Lo padres tienen que advertirle continuamente: no toques eso, es peligroso, te harás daño, te quemarás. Poco a poco, y a menudo por dolorosa experiencia, aprenderá que no hay que tocar tal cosa, o comer la otra. Se dice entonces que se ha vuelto más prudente, más maduro. Se hace adulto aprendiendo a distinguir, reconocer, discernir lo que es bueno y lo que no lo es.

Lo mismo vale en el plano espiritual: un cristiano adulto es el que sabe reconocer, identificar, discernir la presencia y la acción de Dios y distinguirla de sus falsificaciones.

3. El discernimiento espiritual

Aplicado al dominio espiritual, el discernimiento puede definirse como el arte o la ciencia por la que se reconoce el origen, divino o no; la orientación, divina o no, de lo que sucede en una persona o en un grupo, basándose en los signos externos o las muestras interiores. Algunos ejemplos ayudarán a comprenderlo mejor.

Viendo actuar a una persona puedo saber si está o no apurada, si está de buen humor o no, si goza de salud o está gravemente enferma. Una serie de señales que identifico (discierno), me permiten darme cuenta de ello. La experiencia me ha enseñado también que se actúa de acuerdo a lo que se es: al fijarse veremos que una persona brusca no observa igual comportamiento que otra que es la dulzura misma.

Si el Espíritu de Dios está actuando en una vida, obrará de acuerdo a lo que él es. La presencia del Espíritu de amor se dejará ver y reconocer en un comportamiento propio del amor. Si por el contrario es el Maligno el que se encuentra en acción en una vida, se dejará discernir del mismo modo porque tendrá un comportamiento conforme con lo que él es. El discernimiento espiritual o discernimiento de los

espíritus consistirá pues en reconocer, a partir de las señales, qué clase de espíritu está actuando en una vida determinada.

Jesús, Dios hecho hombre, no estuvo exento de ejercer este discernimiento. Es así que se lo ve en el desierto, reconociendo y desenmascarando a Satán, que lo tienta. Además Jesús nos invita al discernimiento y nos da la señal de los frutos como una clave, cuando nos dice: "Tengan cuidado con los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, cuando en realidad son lobos feroces. Es por sus frutos como los reconocerá, no se sacan uvas de los espinos, ni higos de los cardos. Así todo árbol bueno produce buenos frutos, pero el árbol enfermo produce malos frutos. Un árbol bueno no puede dar malos frutos, ni un árbol enfermo darlos Buenos. Por lo tanto reconoceran al arbol por sus frutos." (Mt. 7, 15-18).

La pregunta que viene espontáneamente a la mente es esta: ¿cuáles son esos frutos que nos permitirán identificar la acción del Espíritu Santo o la acción del Maligno? Los frutos son de dos clases: frutos exteriores y frutos interiores.

4. Las señales externas

Podrían mencionarse muchas; pero nos limitamos a tres que son fáciles de reconocer. Primera señal: la conformidad con la Revelación de la Sagrada Escritura.

La persona que se cree guiada por el Espíritu, pero al mismo tiempo niega la divinidad o la humanidad de Jesús, o no acepta la resurrección diciendo que con la reencarnación le basta, está en flagrante contradicción con la Escritura, que es inspirada por el Espíritu. El Espíritu Santo no puede contradecirse.

Segunda señal: la conformidad con la enseñanza de la Iglesia.

No nos referimos a cuestiones de disciplina sino a la enseñanza de la Iglesia en materias de fe y de moral. La Iglesia recibió del mismo Cristo la misión de enseñar en este dominio y goza de esa asistencia especial del Espíritu Santo que llamamos infalibilidad. Una revelación contraria a esta enseñanza de la Iglesia no podría venir del Espíritu Santo, pues el Espíritu es el alma de la Iglesia y estaría contradiciéndose a sí mismo.

Tercera señal: el deber de estado.

Una madre de familia, con marido e hijos pequeños, que va a decirle a su director que el Espíritu le ha indicado que ella ya hizo bastante por ellos y que debe dejarlos para consagrar su vida al anuncio del Evangelio, podrá ser orientada con suavidad y firmeza a volver a su casa porque es poco probable que tal inspiración venga del Espíritu Santo. El Señor es fiel y no la apartará del sacramento del Matrimonio que ya contrajo y de las obligaciones que de él se derivan.

Estas tres señales, fáciles de observar, son de gran ayuda en la primera etapa del discernimiento que haya de realizarse con una persona o un grupo; pero no bastan. Puede suceder que hasta este punto todo sea perfectamente normal y que sea necesario ahondar más. Intervienen entonces las señales interiores.

5. Señales interiores

Todos los autores que trataron del discernimiento espiritual en el transcurso de los siglos, comentaron el famoso texto de San Pablo donde el apóstol enumera los frutos o signos por los cuales se reconoce o discierne la acción del Espíritu Santo: "El fruto del Espíritu es caridad, gozo, paz, paciencia, servicialidad, bondad, confianza en los demás, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay condenacion ni ley. Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y codicias". (Galatas 5:22-24)

Un poco antes, refiriéndose a la carne, San Pablo había dicho cuáles eran los frutos del Maligno: "Es bien sabido lo que produce la carne: fornicación, impureza, desenfreno, idolatría, magia, odios, discordia, celos, arrebatos, disputas, disenciones, cismas, sentimientos de envidia y cosas semejantes". (Galatas 5:19-21)

Sabemos que el amor verdadero engendra esa caridad delicada que es gozo, paz, servicialidad, humildad, bondad, confianza en otro hermano, etc. Si encontramos estos frutos en la vida de una persona tenemos una señal segura de que el Espíritu Santo está en acción.

A la inversa, cuando el maligno está en acción, él, que es padre del orgullo y de la mentira, se manifiesta por todos esos frutos que brotan normalmente del orgullo y que son: la envidia, el odio, los celos, la división, la cólera, la tristeza.

En pocas palabras y simplificando, se puede decir que el Espíritu se manifiesta por la paz, la alegría y la humildad y que el Maligno, por el contrario, se deja identificar por la división, la tristeza y el orgullo.

6. Los frutos y el tiempo

La imagen de los frutos, que el Señor usa en el Evangelio, sugiere la idea de tiempo y de duración. Los auténticos frutos permanecen; no así las flores, que sólo duran un tiempo y pasan. Esto nos indica que el discernimiento, como arte o ciencia, se hace en el tiempo, pues hay que tomarse el tiempo de comprobar si los frutos permanecen. La paz, alegría, serenidad y demás frutos observados,

¿permanecen de manera habitual en la persona o en el grupo? Si es así, el Espíritu Santo está actuando.

A menudo estamos apurados, tenemos la tentación de terminar todo demasiado rápido. Pero la prueba del tiempo es importante. Así lo comprendía San Pablo cuando, escribiendo a Timoteo, le daba el siguiente consejo respecto a los obispos: "No debe ser obispo un recién convertido, no sea que se llene de orgullo y caiga bajo la misma condenación en la que cayó el demonio" (1 Tim. 3:6).

El mismo consejo tenemos al tratarse de los diáconos: "Se comenzará por ponerlos a prueba y despues, si no hay nada que reprocharles, seran aceptados como diaconos" (1 Tim. 3:10).

Y finalmente, un consejo semejante para los presbíteros: "No impongas las manos a nadie a la ligera, no sea que te hagas complice de los pecados de otro" (1 Tim. 5:22).

Los frutos verdaderos permanecen y se revelan en el tiempo. El discernimiento se vive en el tiempo.

7. Al Capone y santa Teresa de Ávila

La prueba del tiempo es tanto más importante cuanto que Satán, padre de la mentira, sabe disfrazarse para engañar mejor. Evidentemente la acción de Dios y la de Satán, no son iguales cuando se trata de Al Capone y de Santa Teresa de Avila. Con un pecador empedernido Satán no tiene de qué preocuparse; ya es suyo. Y lo adormecerá para mantenerlo en el mismo estado. Dios, por el contrario, trabaja en la conciencia del pecador para que se sienta llamado a la conversión, a un cambio de vida.

Por otra parte, el Maligno no puede atacar abiertamente a Santa Teresa de Avila pues ella, entregada completamente a Dios, rechazará de inmediato sus proposiciones. En esos casos el Maligno trata de imitar la acción de Dios y así desviar imperceptiblemente a la persona y atraerla hacia él. Se disfraza de ángel de luz; pero, como dice San Ignacio, siempre será posible descubrirlo por su cola de serpiente.

Si al comienzo aparecen algunos frutos que parecen venir de Dios, siempre existira alguna duda. Después de un tiempo las cosas no se ven tan claras y hay que saber esperar. Al final los frutos manifiestan claramente el origen de lo que sucede en la persona porque constatará que los frutos son o no son los del Espíritu.

8. Varios signos

Sucede a veces que dos personas tienen la voz tan parecida, que al oírlas en el teléfono se las puede confundir. Si no hubiera otras características por las cuales identificarlos uno podría engañarse constantemente. Sin embargo, con la ayuda de muchos otros elementos, se termina por identificar correctamente a las personas. Lo mismo ocurre en el discernimiento.

No hay que depender de un solo signo sino más bien tomar un conjunto de señales que convergen hacia el mismo lugar. El Espíritu que está actuando es el Amor mismo de Dios derramado en nuestros corazones. Cuando alguien ama, no se contenta con solo amar; su amor lo hace ser atento, previsor, delicado, abierto al otro, etc. Es lo que dice San Pablo en el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios, en el himno de la caridad. Cuando se ha releído ese capítulo se comprende por qué, en

Gálatas 5,22 San Pablo dice: "el fruto del Espíritu es…". Y escribe en singular; pero el amor muestra

toda clase de facetas según las circunstancias diversas en las que está llamado a expresarse.

9. El aprendizaje del discernimiento

Un antiguo proverbio afirma que "es herrando como se llega a ser herrero". Así podría decirse que es discerniendo como se aprende a discernir.

Aprender supone que no siempre se consigue el éxito la primera vez, ni siquiera la segunda. Ayudado por el conocimiento de los principios y por la experiencia, se termina por perfeccionarse. La presencia de una guía espiritual competente puede ser una ayuda preciosa para progresar; tanto más tomando en cuenta que solemos tener bastante dificultad para ver con claridad en los asuntos que nos conciernen a nosotros mismos, y en cambio nos parece muy fácil cuando se trata de otros.

En algunas personas este aprendizaje llega a hacer del discernimiento algo tan natural, dan la impresión de una facilidad tan grande, que nos sentimos inclinados a hablar de un don. De esto se tratará mas adelante.

Conclusión

Volviendo a tomar los diversos elementos de que se ha hablado, se puede decir:

? Que el discernimiento es una arte, una ciencia.

? Que el discernimiento se aprende, porque es una ciencia.

? Que esta ciencia se basa en la identificación de un conjunto de frutos espirituales.

? Que el discernimiento se vive en el tiempo porque se necesita tiempo para identificar los frutos y comprobar los que son duraderos.

En otras palabras, se podría decir que este arte o ciencia del discernimiento, llamado también discernimiento clásico, es un discernimiento adquirido, un discernimiento que es el resultado de un análisis de los frutos espirituales, análisis que nos permite finalmente llegar a una certeza moral y afirmar que el que está actuando es el Espíritu Santo o el Maligno.

Segunda Parte

El Carisma del discernimiento.

En la introducción se dijo que el discernimiento como tal ha sido estudiado desde hace mucho tiempo. Basta leer en los diccionarios de teología y de espiritualidad el artículo "discernimiento", para constatar cuántos Padres de la Iglesia y autores espirituales de todas las épocas han tratado sobre el tema. En cambio, se ha estudiado muy poco el carisma del discernimiento de espíritus: los estudios son inexistentes o muy breves. Lo que diremos aquí no tendrá por lo tanto la misma fuerza que lo expuesto en la primera parte. A menudo tendremos que contentarnos con aproximaciones o con opiniones personales.

1. ¿Existe el carisma de discernimiento?

La existencia del carisma de discernimiento no deja duda posible. Basta con remitirse a la enseñanza de la Escritura y a la vida de la Iglesia a través de los siglos. San Pablo en su Carta a los Corintios habla sobre los carismas: "A uno se le da hablar con sabiduría, por obra del Espíritu. Otro comunica enseñanzas conformes con el mismo Espíritu. Otro recibe el don de la fe, que actúa en el Espíritu. Otro recibe el don de hacer curaciones, y es el mismo Espíritu. Otro hace milagros; otro es profeta; otro reconoce lo que viene del bueno o del mal espíritu; otro habla en lenguas, y todavía interpreta lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra del mismo y único Espíritu, el cual reparte a cada uno según quiere" (1 Corintios 8-11)

Aún cuando en los Evangelios no se encuentra la expresión carisma de discernimiento, Jesús lo ejercitó en repetidas ocasiones. En Mateo 16 vemos que en camino hacia Cesarea de Filipo, Jesús interroga a sus discípulos para saber lo que se dice de él. Finalmente Pedro es el que responde: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (vers. 16). Al momento Jesús lo felicita por haber discernido bien; pero ese discernimiento no venía de Pedro: "Esta revelación te ha venido, no de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos" (vers. 17).

Pedro acaba de vivir una experiencia de discernimiento carismático. En el mismo capitulo e inmediatamente después del primer anuncio de la Pasión, San Mateo nos cuenta que Pedro se puso a reprender a Jesús diciéndole: "¡Dios te libre, Señor! ¡No, eso no te sucederá!" (vers. 22). Jesús se volvió y dijo a Pedro: "¡Retírate Satanás! Eres para mi un obstáculo porque tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres" (vers. 23). Esta vez es Jesús el que ejerce el discernimiento identificando de inmediato, con la luz del Espíritu, qué espíritu se hallaba en Pedro al hablar de esa manera.

Si nos detenemos ahora a recordar la historia de la Iglesia, comprobamos que el carisma del discernimiento ha existido a lo largo de los siglos. Se encuentran ejemplos en la vida de ese gran maestro de discernimiento que fue San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Todo el mundo ha oido hablar del Cura de Ars, San Juan María Vianney y de lo que sucedía en su confesionario. No cabe duda que el carisma del discernimiento existe.

2. Un ejemplo concreto

Un ejemplo vale por muchas palabras. El que vamos a narrar se produjo realmente y garantizamos su autenticidad. Nos ayudará a captar en vivo y en acción lo que es el carisma del discernimiento.

Varios años antes de la Renovación Carismática, durante un retiro, una persona de cierta edad solicitó una entrevista al sacerdote que lo dirigía. El sacerdote aceptó y la persona vino. Entrando al escritorio preguntó: "¿Le molestaría si uso la mecedora?" y se sentó y empezó a mecerse. El sacerdote comenzó por hacer algunas preguntas a las que la persona se limitó a responder sí o no. El Padre, molesto, cambió la formulación de sus preguntas para que la persona hablara más. Respondió con tres o cuatro palabras y cayó de nuevo en el mutismo. Después de una media hora el Padre estaba exasperado, mientras que la persona continuaba meciéndose. De súbito, el sacerdote tuvo la luz interior y al instante dijo a la persona: "En su vida ocurre tal cosa y su problema es este". La persona dejó de mecerse, abrió muy grandes los ojos y preguntó: "¿Cómo lo sabe usted?" El resto de la entrevista se desarrolló en forma normal y en la vida de esa persona se produjo un verdadero desbloqueo espiritual.

3. Reflexiones sobre este ejemplo

El sacerdote en cuestión hacía notar después que todo había sucedido con mucha rapidez, "lo que demora decirlo", explicaba. Para comprender mejor lo que ocurrió vamos a utilizar la técnica de cámara lenta.

1) Cuando en el curso de un retiro una persona quiere una entrevista; se puede suponer que desea hablar de un problema, de su vida espiritual, pedir una aclaración, etc. Es normal por tanto que el guía espiritual interrogue para llegar a conocer qué es lo que esa persona está viviendo espiritualmente. Es el camino del discernimiento ordinario, del discernimiento clásico que se trató en la primera parte, y que permite sacar conclusiones partiendo de lo que se ha observado. En el caso presente esa forma de discernimiento se hacía imposible debido a que la persona no aportaba los elementos necesarios. Se produce pues un impase. Es en ese momento cuando surgen nuevos elementos, pero no en la persona que consulta, sino en la que discierne.

2) Uno de los elementos nuevos es la luz interior, la iluminación súbita de la inteligencia que recibió este sacerdote. En el discernimiento ordinario se va haciendo la luz progresivamente, gradualmente, a medida que se van apreciando con más claridad los diversos elementos que se someten al discernimiento. Podría compararse la luz interior del discernimiento tradicional a la iluminación que va aumentando sobre el proscenio de un teatro a medida que el electricista opera los controles. En cambio, en el carisma del discernimiento, se trata de una luz súbita en la que no hay proporción entre lo que la persona comunica y lo que capta repentinamente el que discierne. Es una iluminación que proviene del Espíritu y que es dada. Es lo que suele llamarse un conocimiento infuso, por contraposición al conocimiento adquirido. Este conocimiento no ha pasado por los sentidos, como es el caso en lo demás conocimientos que poseemos, sino que es infundido directamente por el Espíritu Santo en la inteligencia.

3) Esta iluminación o conocimiento infuso se refiere a un punto preciso: el origen y la orientación, divina o no, de lo que pasa en una persona o en un grupo. Sin necesidad de un análisis se sabe inmediatamente si algo viene de Dios o no, si una orientación conduce a Dios o no.

En el caso citado, debido al mutismo de la persona, el Padre carecía de elementos de

juicio en los cuales basarse. Y he aquí que, por una iluminación interior, discierne la causa de lo que ocurre en la vida de esa persona.

4) Este conocimiento infuso va a acompañado por un segundo elemento en extremo importante: la certeza. No se trata de la seguridad que puede tenerse ante un caso muy claro. Es una certeza absoluta, una evidencia interior de la que no se duda, de la que no se puede en absoluto dudar. Movido por esa certeza, el Padre dijo al momento a la persona: "Sucede tal cosa en su vida".

Partiendo de este ejemplo y de las reflexiones que se acaba de hacer, podemos intentar una definición del carisma.

4. ¿Qué es el carisma del discernimiento?

El carisma del discernimiento es un conocimiento que infunde directamente el Espíritu Santo. Esta luz ilumina de tal modo la inteligencia que la voluntad no puede dudar del origen y de la finalidad, divina o no, de los pensamientos, impulsos, experiencias o acciones de una persona o un grupo.

1) Decimos que esta forma de discernimiento es un carisma porque es dado gratuitamente por Dios a algunas personas y no a todo el mundo. Todos están llamados a discernir, pero no todos reciben esta forma de discernimiento que se llama discernimiento carismático.

2) En el carisma del discernimiento el conocimiento es infuso, inmediato, instantáneo y por eso hablamos de una luz interior. En el discernimiento ordinario el conocimiento es adquirido y progresivo.

3) En el discernimiento clásico se puede llegar a una certeza moral que siempre deja lugar a dudas, porque es posible preguntarse si el discernimiento estuvo bien hecho, si se contó con todos los elementos, etc. Cuando se trata del carisma del discernimiento no queda lugar para la duda, ni siquiera hay posibilidad de dudar, porque el conocimiento recibido viene de Dios mismo, que comunica con su propia luz por una revelación interior que El hace a quien quiere.

4) Sea ciencia o sea carisma, en ambas formas el objeto del discernimiento sigue siendo el mismo: el origen divino o no, la orientación divina o no, de lo que sucede en una persona o en un grupo.

5) En el carisma del discernimiento el conocimiento es infuso e inmediato, es una especie de instinto sobrenatural por que se percibe intuitivamente lo que sucede. Fácilmente se comprenderá que el carisma es algo más que un instinto o intuición, aunque puede utilizar esos caminos.

6) Por último, este carisma como todos los otros, no se da para el provecho del que discierne sino para el bien de la comunidad, "con miras al bien común", como dice San Pablo (1 Co. 12:7). La finalidad de los carismas es la construcción del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

5. Carismas y carismas

En la primera parte hemos hecho alusion a personas que poseen una "gran facilidad" para ejercer el arte del discernimiento. Esta facilidad, adquirida por la experiencia y la práctica, es tan notable que se suele decir que tienen el carisma del discernimiento.

A la luz de lo tratado en el último párrafo, se comprenderán dos cosas:

En primer lugar: esta facilidad no es carisma en sentido estricto porque la certeza no es absoluta y el conocimiento no es infuso sino adquirido. Hay pues carisma en sentido estricto y carisma en sentido amplio.

En segundo lugar: No siempre es fácil determinar con exactitud por donde pasa la línea de demarcación entre ciencia y carisma. Si en teoría es fácil establecerlo, en la práctica no lo es. La facilidad para discernir puede ser tan grande que llegue a dar la impresión de que se actúa por una especie de instinto espiritual muy seguro. Este instinto, ¿es adquirido o es un don?. La línea divisoria es muy tenue.

6. Discernimiento carismático y fenómenos físicos

Este es un asunto muy delicado; pero no podemos dejar de tratarlo. Puede ocurrir que el carisma de discernimiento venga acompañado de sensaciones físicas; algunos testimonios hablan de sensaciones físicas precisas o más vagas, como la sensación de malestar o irritación. Otros hablan de calor, algo que quema en el alma, etc. ¿Cómo evaluar estos fenómenos?

1) Aunque no se da en todos los casos ni en todas las personas hay que reconocer que la existencia del hecho es una realidad difícil de negar debido a la seriedad de las personas que hablan de ella.

2) Hay que cuidarse de identificar estos fenómenos con el carisma mismo. Hay auténtico carisma en personas que no los experimentan. A lo sumo ellos podrían constituir una especie de signo que se aprende a reconocer con la costumbre.

3) Al parecer, estos fenómenos físicos, que son algo secundario, solo perduran un cierto tiempo: el tiempo que tarda el Señor en educar a alguien que El quiere guiar. Es como colocar boyas para que se aprenda a reconocer una ruta.

4) Estos fenómenos son frágiles por el hecho mismo de ser exteriores y se hace necesaria una gran prudencia. Como se trata de signos sensibles, pueden comportar una buena dosis de elementos psicológicos y psíquicos que será preciso dilucidar con el tiempo y no resultará fácil.

5) La explicación de los fenómenos físicos está en la situación de encarnación que vivimos: no somos solamente espíritu sino también carne. Cuando el Espíritu infunde un conocimiento sin que pase por la vía obligada de los sentidos, las sensaciones físicas pueden ayudar a tomar conciencia de lo que sucede. Una vez que la persona se habitúa, esas sensaciones podrán desaparecer.

En todo esto hay que recordar la recomendación de San Pablo: "No apaguen el Espíritu. Examínenlo todo y retengan lo que es bueno" (1 Tes. 5, 19 y 21).

7. ¿Quién puede recibir este carisma?

El Espíritu, autor de todos los carismas, "reparte sus dones a cada uno según quiere" (1 Co. 12, 11). En teoría todos pueden recibir este carisma y muchos otros. El Espíritu es libre. Leemos en el Evangelio que Caifás dijo: "Vale mas que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca toda la nación" (Juan

11:50). Y San Juan comenta esta frase diciendo: "Caifás profetizó que Jesús iba a morir por la nación y no

sólo por la nación, sino para reunir en la unidad a los hijos de Dios dispersos" (Juan11:52).

Esto debe llevarnos a la humildad pues los caminos de Dios son misteriosos y desconcertantes; su sabiduría no es la nuestra. ¿Acaso no eligió para fundar a su Iglesia a doce pobres pescadores de Galilea, habiendo tantos hombres brillantes en Jerusalén?

La gracia se injerta sobre la naturaleza, por eso, salvo prueba contraria, pensamos que el discernimiento adquirido, el ordinario, utiliza normalmente como canal ciertas cualidades humanas de sabiduría y equilibrio, informadas por la gracia. En cambio, tratándose del carisma del discernimiento, por ser una luz recibida directamente de Dios, puede utilizar cualquier camino, aún la boca de los niños o de personas que nos parecerían no tan equilibradas. El Espíritu es libre y no nos toca a nosotros indicarle por donde debe pasar.

8. ¿Este carisma es permanente?

Por varios motivos nos inclinamos a pensar que no lo es, por las siguientes razones:

1a.- En la historia de la Iglesia han habido santos en los cuales se reconoció la existencia de un auténtico carisma de discernimiento, como es el caso de San Ignacio de Loyola y del Santo Cura de Ars. Y en ellos el carisma no estuvo siempre en actividad.

2a.- Está de acuerdo al estado de gracia en el cual vivimos. Así como el Señor no hacía milagros a pedido del público ni para asombro de las gentes, tampoco hará que el carisma de discernimiento opere a voluntad de la persona.

3a.- El Señor invitó a todos a discernir, a reconocer los signos de los tiempos. Se trata del discernimiento ordinario que toda persona puede llevar a cabo sirviéndose de la inteligencia e iluminada por la fe, que el Señor mismo nos dio. Antes vimos que el proceso siempre empieza por el discernimiento ordinario, que es el camino habitual. Después, si el Señor lo quiere y por razones que sólo El conoce, puede entrar en juego el carisma.

4a.- Podemos poner el ejemplo del carisma de la infalibilidad papal: El Papa no es infalible siempre que habla. Tampoco el profeta profetiza cada vez que abre la boca, sino cuando es tomado por el Espíritu. Una persona en la que se hubiera manifestado el carisma de discernimiento no por eso va a discernir de manera carismática siempre que emite una opinión.

9. ¿En qué casos interviene el carisma?

Si el carisma de discernimiento no es permanente, se nos plantea de inmediato la pregunta: ¿cuándo interviene el carisma?.

Se manifiesta cuando:

? El discernimiento ordinario se encuentra bloqueado y no se puede avanzar más allá;

? Se hace necesaria, para el bien de una persona o de un grupo, una respuesta inmediata que no se podría obtener de otro modo.

? El Señor lo juzga oportuno para el bien de alguna persona o grupo.

10. Discernir el carisma del discernimiento

Dice San Juan: "Queridos míos, no se fíen de cualquier inspiración. Examinen a los espíritus para ver si vienen de Dios" (1 Jn. 4:1). Por su parte San Pablo escribe: "No apaguen el Espíritu, no desprecien lo que dicen los profetas. Examínenlo todo y quédense con lo bueno" (1 Tes. 5:19-21).

Como todos los demás carismas, también el de discernimiento tiene que ser discernido en base a las gracias recibidas del Señor: visiones, revelaciones, dones, etc. Si no se hace se corre el peligro de dejarse guiar por iluminados. Aunque una persona goce de un auténtico carisma de discernimiento, de todos modos está expuesta al error y a la ilusión, sea en el uso que hace de su don, sea en las conclusiones que saca de él. De ahí la necesidad de discernir, aún tratándose de carisma de discernimiento.

En primer lugar hay que verificar la autenticidad del carisma mismo y eso puede requerir un lapso de tiempo bastante largo, porque hay verificaciones que sólo se realizan a base de los hechos y habrá que

saber esperar. También hay que verificar los límites del carisma y su ejercicio. En esto, igualmente habrá que tomarse el tiempo necesario, porque un carisma puede ser auténtico, pero la persona no conoce aún los límites o no ha aprendido a servirse de él. La precipitación podría hacernos apagar el Espíritu.

La cuestión se vuelve aún más delicada cuando se trata de saber quién ha de realizar esta verificación. No hay que desestimar el valor de la ayuda de un prudente guía espiritual, especialmente si tiene experiencia en el campo del discernimiento. Un grupo de personas, unidas por fuertes lazos de caridad que les permiten expresarse, puede hacer un discernimiento sobre la autenticidad o no de diversas formas de acción del Espíritu. En ultimo término, es de la competencia del Obispo o de sus delegados, el discernir sobre las diversas manifestaciones del Espíritu, incluyendo el carisma de discernimiento.

Dada su naturaleza propia y de la de los carismas en general, es especialmente importante que el discernimiento sea ejercido por varias personas. Está relacionado con la comunión fraterna y el discernimiento de uno solo pide generalmente ser completado, "discernido", por otros. El discernimiento en la Iglesia incumbe más particularmente a los pastores, no solamente para ver lo que es malo, sino para retener lo que es bueno.

11. ¿Un carisma en estado puro?

Sabemos que el oro se encuentra siempre mezclado con otros minerals; a menudo sucede así con los carismas y en particular el de discernimiento. Junto con él se pueden encontrar elementos que corresponden a la profecía, al don de conocimiento o de leer en los corazones, a la palabra de sabiduría, etc. En el ejemplo citado antes, además del discernimiento encontramos el don de conocimiento que permitió al sacerdote identificar la causa de lo que ocurría en la persona.

12. Utilidad y peligros de este carisma

El carisma del discernimiento no sólo sirve en el ministerio de liberación o de exorcismo como parecen pensar algunos autores. Tampoco creemos que sirva únicamente para determinar el origen de los fenómenos carismáticos.

La utilización del carisma se extiende mucho más allá. Permite descubrir de inmediato qué espíritu está actuando en una vida, una actitud, una oración, una profecía, una enseñanza, etc. Útil en toda clase de circunstancias, lo es aún más para las personas que estan a cargo de altas responsabilidades pastorales.

Esta forma de discernimiento comporta sin embargo ciertos peligros.

Peligros para el que discierne:

? Peligro de apegarse más al don mismo que al Autor del don y a la finalidad para la que es concedido.

? Peligro del orgullo y del prestigio personal como si viniera de la persona misma y no fuera totalmente recibido del Espíritu.

? Peligro de utilizar mal el don, equivocándose en las conclusiones que pueden sacarse de las luces que da el Señor.

? Peligro de tomar como luces del Espíritu los propios deseos, temores o angustias.

Peligros para las personas que son objeto del discernimiento:

? Peligro de andar "a la caza de lo maravilloso". Si debido a estar mal informado o haber comprendido mal, una persona puede pensar que el carisma es automático y que funciona en todo momento.

? Peligro de pereza espiritual y de mantenerse en una especia de infantilismo espiritual. En lugar de esforzarse por conocer los caminos de Dios y sus llamados, espera aclarar todas sus dudas por el mensaje recibido, sin hacer nada por su parte.

No hay que fundar la vida espiritual sobre cosas exteriores a uno mismo: palabras, profecías, revelaciones, mensajes, etc. Se correría el riesgo de parecerse a un árbol de Navidad, cargado con adornos exteriores, pero privado de savia y de vitalidad interior.

La palabra discernimiento, escuchada exteriormente, es una ocasión perfecta para verificarla por dentro, en el fondo de uno mismo. Siempre hay que retornar al fondo del corazón para percibir el llamado de Dios para el momento presente; actualizarla. Nadie tiene derecho a actuar de manera automática sin ir a ver al fondo de su conciencia lo que el Señor quiere decirle.

De otro modo se estaría sacrificando el medio más precioso para ir hacia Dios: la conciencia profunda, el juicio y la libertad. Una palabra humana venida del exterior no puede reemplazar lo que el Señor le dice a la persona en el fondo de su corazón.

LECTURA BIBLICA

"Queridos mios, no se fien de cualquier inspiración. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios, porque muchos falsos profetas andan por el mundo. El que reconoce que Cristo Jesús se hizo hombre, habla de parte de Dios. En esto reconocerán al que Dios inspira. En cambio, si un inspirado no reconoce a Jesús, ése no habla de parte de Dios, sino que habla como el Anticristo" (1a. Juan 1-3)

ORACION FINAL

"Sumo y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón, y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento".

San Francisco de Asís

Autor:

Agustin Fabra


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Alabanza y Adoración
Enviado por Agustin Fabra

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Alabanza
Adoración
Diferencias básicas entre alabanza y adoración

"Entren, adoremos, postrémonos, ¡de rodillas ante Yahvé que nos ha hecho!"

(Salmo 95:6)

Mucho se habla actualmente sobre la alabanza y la adoración y se practica, tanto en iglesias cristianas como en movimientos dentro de la Iglesia Católica como, por ejemplo, el movimiento carismático. Pero hay muchas personas, incluso dentro de los ámbitos mencionados, que no pueden diferenciar aún entre el significado de alabanza y el de adoración, e incluso hay quien confunde ambos términos en uno solo. Por otra parte el sentido que actualmente se utiliza se ha vuelto ligero y principalmente enfocado hacia el aspecto musical.

Ante esta situación es necesario estudiar y considerar su significado, su importancia en la vida del creyente, sus prácticas y, sobre todo, el impacto que tanto la alabanza como la adoración deben producir en nuestra vida.
ALABANZA

En líneas generales la alabanza es el resultado de enunciar afirmaciones positivas sobre alguien, ya sea en privado o públicamente. En el contexto religioso, las alabanzas a Dios forman parte integral de la liturgia, tanto como expresión interna como externa, lo cual puede tomar diversidad de formas, como canto, enunciado, danza, pensamiento, etc. El libro bíblico de los Salmos es una colección de himnos y poemas que en su mayoría alaban a Dios.

La etimología de la palabra alabanza proviene del hebreo halal, que significa hacer espectáculo, ser claro, iluminar, ser brillante y celebrar. En la religión, la alabanza es dada a Dios y los cristianos la expresan con exaltación y júbilo por todo lo bueno que Dios provee. Típicamente la alabanza viene como forma de gratitud por sus dones, tanto materiales como espirituales. Por ello, sólo Dios es el único digno de alabanza. Sea cual sea la denominación cristiana, siempre hay vínculos comunes en lo que se refiere a la práctica de la alabanza a Dios, ya sea por medio vocal o musical, o por ambas conjuntamente.

Los motivos para alabar a Dios

Cada uno de nosotros hemos experimentado la manifestación de Dios en nuestra propia vida, por lo cual hay muchos motivos para ofrecerle alabanza a Dios. Sin embargo ya desde la época del Antiguo Testamento se nos mencionan algunos de los motivos que debemos tener presentes para alabar a Dios. Estos son algunos de ellos:

- Por su creación: "Tuyo es el cielo, tuya la tierra, fundaste el orbe y cuanto contiene; creaste el norte y el mediodía, el Tabor y el Hermón te aclaman" (Salmo 89:12).

- Por sus obras maravillosas: "Te doy gracias por tantas maravillas; prodigio soy, prodigios tus obras" (Salmo 139:14).

- Por su carácter y atributos: "¡Aleluya! ¡Dad gracias a Yahvé porque es bueno, porque es eterna su misericordia!" (Salmo 106:1).

- Porque es justo: "Me levanto a medianoche a darte gracias, por la justicia de tus normas" (Salmo

119:62).

- Por su santidad: "Uno a otro se gritaban: santo, santo, santo, Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria" (Isaías 6:3).

- Por su obra redentora; "Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar; y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 5:13).

- Porque es misericordioso: "¡Aleluya! ¡Dad gracias a Yahvé porque es bueno, porque es eterna su

misericordia!" (Salmo 106:1).

- Por su gracia: "para alabanza de la gloria de su gracia" (Efesios 1:6)

- Por su bondad: "Alabad a Yahvé porque es bueno, tañed para su nombre, que es amable"

(Salmo 135:3).

¿Cuándo y cómo debemos alabar a Dios?

La alabanza a Dios no debe ser algo que hagamos solamente los domingos o festivos, debe ser nuestro estilo de vida porque un corazón agradecido a Dios rebosa de alabanza y bendición. Además nuestra actitud de alabanza redundará en edificación y animará a los demás, con lo cual estaremos cumpliendo uno de los propósitos por los cuales Dios nos dio la vida. Por ello la alabanza debe ser:

- En todo tiempo: "Me levanto a medianoche a darte gracias, por la justicia de tus normas" (Salmo

119:62).

- Con nuestras palabras: "Del poder de tus portentos se hablará, y yo tus grandezas contaré"

(Salmo 145:6).

- Con un corazón recto: "Te daré gracias con toda sinceridad cuando aprenda tus justas normas"

(Salmo 119:7).

- Con cantos: "Cantaré a Yahvé mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista" (Salmo 104:33).

- Con inteligencia: "¡Pueblos todos, tocad palmas, aclamad a Dios con gritos de alegría! Porque

Yahvé, el Altísimo, es terrible, el Gran Rey de toda la tierra" (Salmo 47:2-3).

- Con instrumentos: "¡Dad gracias a Yahvé con la cítara, tocad con el arpa de diez cuerdas;

cantadle un cántico nuevo, acompañad la música con aclamaciones!" (Salmo 33:2-3).

- Con danzas: "Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con cuerdas y flautas" (Salmo 150:4).

- Con alegría, gozo y júbilo: "Venid, cantemos gozosos a Yahvé, aclamemos a la Roca que nos salva; entremos en su presencia dándole gracias, aclamándolo con salmos" (Salmo 95:1-2).

- Alzando las manos: "Así quiero bendecirte en mi vida, levantar mis manos en tu nombre" (Salmo

63:5).

- Batiendo las manos: "¡Pueblos todos, tocad palmas, aclamad a Dios con gritos de alegría!"

(Salmo 45:2).

Pero el propio Pablo de Tarso nos dice que sin embargo, todo ello debe hacerse correctamente: "Pero hágase todo con decoro y orden" (1 Corintios 14:40).

Pero todo ello debemos hacerlo con el único fin de alabar al Señor y darle gloria, y no para exhibición personal nuestra ni de nuestra supuesta espiritualidad. La alabanza no sólo tiene que ver con el hecho de cantar, tocar instrumentos o realizar cualquier acción en sí misma, sino con la actitud, fervor y honestidad con que se haga y con santidad en el corazón, evitando esta advertencia bíblica: "Dice el Señor: este pueblo se me acerca de palabra, y me honra sólo con sus labios" (Isaías 29:13).

Expresiones de alabanza

Cualquier forma de expresión de alabanza debe empezar en el espíritu y motivada por el amor a Dios: "Pues es Dios quien, por su benevolencia, realiza en vosotros el querer y el obrar" (Filipenses 2:13). Luego trasciende al alma: "Bendice alma mía a Yahvé, el fondo de mi ser, a su santo nombre" (Salmo 103:1). Y finalmente se muestra en el cuerpo: "Así como te veía en el santuario, contemplando tu fuerza y tu gloria, pues tu amor es mejor que la vida, por eso mis labios te alaban" (Salmo 63:3-4). Es decir, dar tributo de alabanza al Rey de Reyes y Señor de Señores con el ser integral de cada uno.

Algunas formas de expresión son:

- Fruto de los labios: es el instrumento que poseemos para confesar su majestad y su grandeza, pero atendiendo siempre a lo que la Biblia nos dice en cuanto al cuidado de lo que sale de los labios: "En cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está lleno de veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición" (Santiago 3:8-10). El fruto de los labios no es necesariamente cantar una canción previamente aprendida, sino emitir un canto espontáneo y que brote de un corazón agradecido, como indican los Salmos: "¡Alegraos en Yahvé, justos, exultad, gritad de gozo los de recto corazón!" (Salmo 32:11).

- Grito de júbilo: viene de la palabra hebrea terua que significa clamor; en otras palabras, es una

aclamación de júbilo o clamor hacia Dios, en donde se expresan verdades: "Yo y todos mis compañeros tocaremos los cuernos; vosotros también tocaréis los cuernos alrededor del campamento y gritaréis: por Yahvé y por Gedeón" (Jueces 7:18).

- Cántico nuevo: quien ha reconocido y aceptado a Jesús como Señor y salvador personal, posee un cántico nuevo porque ha pasado de la muerte a la vida y ha experimentado el profundo amor de Dios. Ello adquiere un valor incalculable porque vale la sangre preciosa de Cristo: "Sabiendo que habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo" (1 Pedro

1:18-19).

La alabanza en la música

La palabra música no es mencionada como tal en la Biblia, excepto en el evangelio de Lucas cuando dice: "Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y danzas" (Lucas 15:25). Sin embargo esta palabra procede del griego sumfonia, cuya traducción literal al español es sinfonía.

La música juega un papel muy importante dentro de la alabanza, aún cuando no es indispensable para alabar a Dios pues tenemos nuestra boca para cantar, manos para batir palmas y pies para danzar. Pero si a todo ello le incluimos un ritmo determinado e instrumentos musicales, entonces lograremos verdaderamente una fiesta para Dios, complementándolo todo entre sí.

Bíblicamente la música también representa un medio de comunicación, un lenguaje entre el cristiano y Dios: "Siete veces te alabo, por la rectitud de tus juicios" (Salmo 119:164). Es también un medio de comunicación entre hermanos cristianos: "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor" (Efesios 5:19). La música de Dios es la que da importancia al espíritu, al alma y al cuerpo bajo los propósitos divinos e incluso el propio David formó un ministerio de música en honor a Dios.

Pero debemos tener muy presente que un músico del mundo jamás podrá interpretar una alabanza a Dios con honestidad, ya que básicamente prevalecerá su propio ego sobre la espiritualidad, y ello podría incluso desalentar y enfriar a muchos oyentes. El verdadero músico del Señor debe ser una persona convertida y que su expresión musical sea tan espiritual que pueda llegar hasta Dios y contagiar a los demás ya que no le canta al público, sino a Dios.

Conclusión

La alabanza es la forma de expresión de los cristianos para con ella darle gloria y honor al Señor. Pero debe ser realizada íntima y espiritualmente, alejándose de cualquier espectacularidad humana y mundana. Es decir, convertir la alabanza en una comunicación directa con Dios en lugar de realizar un show con ella, lo cual agradará a los oyentes, pero no a Dios.

La alabanza está íntimamente ligada a la adoración y ambas se complementan. Necesariamente deben fundirse ambas en una para alcanzar el propósito de lograr intimidad plena con Dios. Si un cristiano alaba sin adoración puede compararse con un metal que resuena o un címbalo que retiñe. Es por ello que el Señor desea adoradores en espíritu y en verdad, para que el espíritu Santo les prepare para adorar a Dios en santidad.

"Bendeciré a Yahvé en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza" (Salmo 34:2).
ADORACION

Adorar es rendir un culto sagrado y reverenciar con sumo honor a Dios, para entregarle libremente nuestro amor a Él en una expresión sincera de sumisión y respeto. La palabra anglosajona de adoración es worthscripe de la cual deriva el término inglés worship, que significa digno de respeto. La palabra adoración proviene del latín ad (a) y ora (boca) y significa rendir homenaje. Los romanos la utilizaban llevándose una mano a la boca, aventando un beso al objeto de su adoración.

Antiguamente adorar a una divinidad significaba aceptar un modo de vida regida por los preceptos impuestos por dicha deidad. Por lo tanto para nosotros la adoración es la actitud o la intención interna del corazón de la persona hacia Dios. La adoración no implica un tiempo específico de culto a Dios, sino una forma y un estilo de vida de la persona en comunión con Dios, tal como nos indica Juan el evangelista: "Dios es espíritu, y los que le adoran, deben adorar en espíritu y verdad" (Juan 4:24).

La adoración verdadera puede realizarse tanto a nivel individual como en grupo, y deberá estar centrada íntimamente en Dios y no como un modo de entretención hacia los demás. Hay muchas personas que piensan que están adorando a Dios, pero en realidad sólo están creando un sentido eufórico en sí mismos.

Características de la verdadera adoración

La adoración verdadera debe contar con un mínimo de características, que a continuación se detallan:

- Postrarse ante Dios: de acuerdo a la Biblia la posición correcta para adorar a Dios es postrándose. Esto demuestra una humilde sumisión y es también la forma de hacerlo en el cielo para adorar a Dios: "Entonces los veinticuatro Ancianos y los cuatro vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya!" (Apocalipsis 19:4).

- Temor y reverencia: debemos estar ante Dios con temor y con reverencia reconociendo que El es el único Dios y todopoderoso. Es una actitud de profundo respeto, en contraste con la irreverencia: "Sólo a Yahvé temeréis y le serviréis fielmente, con todo vuestro corazón, porque habéis visto este portento que ha realizado con vosotros" (Samuel 12:24). Esto nos motiva a vivir siempre en santidad delante de Él: "Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santificación en el temor de Dios" (2 Corintios 7:1).

La expresión física y emocional en la adoración puede resultar en danza y movimientos del cuerpo. Esta es una respuesta apropiada si la adoración está fluyendo sin esfuerzo y si es espontánea. Pero es inapropiado si es algo inventado y superfluo, o si el enfoque está en la danza o en la música y el canto en lugar de ser un júbilo verdadero e íntimo con el Señor.

Esto da a entender que hay adoración verdadera y adoración falsa. La adoración falsa se hace en ignorancia y sin tomar en cuenta lo que Dios nos ha enseñado, a través de la Biblia, acerca de la adoración. La adoración verdadera se realiza basándose en lo que la Palabra de Dios dice acerca de la adoración, y que ya hemos visto en anteriores citas bíblicas en este mismo trabajo.

Conclusión

A modo de resumen podemos decir que la adoración falsa es externa, siguiendo costumbres y reglas humanas, y centrada en ciertas actividades. La adoración verdadera es interna y espiritual, centrada en una relación íntima y persona con Dios.

"Pero llegará la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren" (Juan 4:23).
DIFERENCIAS BASICAS ENTRE ALABANZA Y ADORACION

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Autor:

Agustin Fabra

Comentarios

S�bado, 10 de Septiembre de 2011 a las 07:48 | 0 votar negativo votar positivo

Adolfo Acosta

muy bueno muchas gracias por estas enseñanzas, y gracias a Dios porque podemos hacer la diferencia entre alabanza y adoración

Mostrando 1-1 de un total de 1 comentarios.

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Alabanza y Adoración - Monografias.com

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La ley Divina

La ley Divina

La ley divina se expresa en los mandamientos de Dios y en los preceptos de la Iglesia. Los mandamientos y los preceptos son la síntesis concreta de todo lo que el hombre debe hacer o evitar para adquirirla las virtudes, conquistar la verdadera libertad y alcanzar el Sumo Bien.

Dios ha dado su ley para que el hombre no se engañe sobre lo que es su verdadero bien. A menudo sucede que las personas no quieren entender para no tener que hacer el bien, es decir, encuentran muchos argumentos para justificarse, y hacer aquello que es más fácil y cómodo en vez de lo que es justo.

Cada mandamiento o precepto contiene una parte positiva (las "ordenes" que se deben cumplir) para realizar el bien, y una parte negativa (las "prohibiciones" que se deben observar) para evitar el mal.

Los mandamientos se pueden comparar con la "receta del médico". El médico en su prescripción compendia su ciencia: manda lo que debemos hacer e indica lo que debemos evitar para adquirir y mantener la salud y el bienestar físico. Así, Dios con los mandamientos prescribe lo que debe ser cumplido y prohíbe lo que debe ser evitado para que alcancemos y conservemos nuestra salud y belleza interior, conformes a la dignidad humana y a nuestra adopción de hijos suyos.

Jesucristo, que es "el camino, la verdad y la vida", es el maestro que nos enseña cómo deben ser observados de modo perfecto los mandamientos y los preceptos.

139. ¿Qué es la ley de Dios?

Es el camino que Dios nos indica para conducirnos a la plena realización de nosotros mismos, y a la consecución del fin de nuestra vida que es la felicidad eterna.

140. ¿Cómo se divide la ley de Dios?

La ley de Dios se divide en ley natural y ley revelada.

141. ¿Qué es la ley natural?

Es aquella ley en el corazón de todo hombre que nos manda ante todo hacer el bien y evitar el mal. Ella ordena, pues, obrar siempre según la razón para alcanzar los bienes fundamentales del hombre, o sea, la conservación de la propia existencia, la procreación y la educación de los hijos, la búsqueda de la verdad, sobre todo la verdad de Dios y la construcción de una sociedad humana basada en la justicia.

142. ¿Qué es la ley revelada?

Es la ley promulgada por Dios en el Antiguo y en el Nuevo testamento.

143. ¿Qué añade la ley revelada a la ley natural?

Añade esencialmente los dos preceptos de la caridad enseñados por Jesús:

- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
- Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

144. ¿Dónde está sintetizada toda la ley divina, tanto la natural como la revelada?

La ley de Dios está sintetizada en los diez mandamiento. A ellos se añadieron después los preceptos de la Iglesia.

145. ¿Cuáles son los diez mandamientos?

Los diez mandamientos son:
Yo soy el Señor Dios tuyo:

- No tendrás otro Dios fuera de mí.
- No tomarás el nombre de Dios en vano.
- Acuérdate de santificar las fiestas.
- Honra a tu padre y a tu madre.
- No matarás.
- No cometerás actos impuros.
- No robarás.
- No darás falsos testimonios.
- No desearás la mujer (o el marido) de tu prójimo.
- No codiciarás los bienes ajenos.

146. ¿Qué prescriben los preceptos de la Iglesia?

Los preceptos de la Iglesia prescriben: la participación en la Eucaristía el domingo y las otras fiestas de precepto; la confesión de los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte, y si se ha de comulgar; la práctica penitencial del viernes y el ayuno en los días prescritos el miércoles de ceniza y el viernes santo). Además nos recuerdan que debemos salir al encuentro de las necesidades materiales de la Iglesia según nuestras posibilidades.

147. ¿Qué debemos considerar en todo mandamiento o precepto?

En todo mandamiento o precepto debemos considerar la parte positiva, que nos indica lo que debemos hacer, y la parte negativa, que nos indica lo que debemos evitar.

El primer mandamiento

148. ¿Qué nos ordena el primer mandamiento?

El primer mandamiento - "No tendrás otro Dios fuera de mí" - nos ordena ejercitar las tres virtudes teologales, es decir, la fe, la esperanza y la caridad, y en particular la virtud de la religión.

149. ¿Qué nos ordena el primer mandamiento de acuerdo a la fe?

El primer mandamiento, respecto de la fe, nos ordena profesarla interna y externamente, y alimentarla y guardarla con prudencia y vigilancia, rechazando todo lo que es contrario.

150. ¿Qué nos prohíbe el primer mandamiento respecto de la fe?

El primer mandamiento, respecto de la fe, nos prohíbe la incredulidad (el descuido o el rechazo voluntario), la herejía (la negación obstinada de cualquier verdad revelada), la apostasí (el repudio total de la fe cristiana) y el cisma (el rechazo de la sumisión al Romano Pontífice).

151. ¿Qué nos ordena el primer mandamiento respecto de la esperanza?

El primer mandamiento, respecto de la esperanza, nos ordena custodiarla y alimentarla reavivando la confianza en las promesas de Dios y en los méritos de Jesús Salvador.

152. ¿Qué nos prohíbe el primer mandamiento respecto a la esperanza?

El primer mandamiento, respecto de la esperanza, nos prohíbe la desesperación de la salvación y la presunción de salvarnos sin merecerlo.

153. ¿Qué nos ordena el primer mandamiento respecto a la caridad?

El primer mandamiento, respecto a la caridad, nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas creciendo siempre más en este amor, y amar al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios.

154. ¿Qué nos prohíbe el primer mandamiento respecto a la caridad?

El primer mandamiento, respecto a la caridad, nos prohíbe la indiferencia, la ingratitud, la frialdad voluntaria, la indolencia (la pereza espiritual), el odio contra Dios y contra el prójimo.

155. ¿Qué es la virtud de la religión?

Es la virtud, relacionada con la justicia, que nos hace dar a Dios el culto debido. Es, en efecto, de justicia que el hombre debe tener a Dios como su bien supremo: debe adorarlo y acoger su amor, sometiéndose a su voluntad y dirigiéndose a él con confianza filial.

156. ¿Cuál es el acto principal de la virtud de la religión?

El acto principal de la virtud de la religión es la adoración, mediante el cual reconocemos la "nada" de la criatura frente a la infinita grandeza de Dios.

157. ¿Cuáles son los otros actos de la virtud de la religión?

Los otros actos de la virtud de la religión son la oración, el sacrificio, los votos y las promesas.

158. ¿Qué es la oración?

La oración es una elevación del alma a Dios, o la petición a Dios de cualquier bien. Es una condición indispensable para obtener la fuerza de obedecer a los mandamientos de Dios.

159. ¿Rezar significa sólo pedir algo a Dios?

Además de la oración de petición y de intersección, existe también la oración de alabanza, de acción de gracias o también de simple contemplación de la grandeza y de la belleza de Dios.

160. ¿Cuáles son las principales formas de oración?

Está la oración vocal, aquella que se expresa con palabras; pero está también la oración mental, que consiste en elevar el propio pensamiento y el propio afecto a Dios. Es la llamada "meditación", tan recomendada por los directores espirituales, y que es absolutamente indispensable para quien quiera vivir en profundidad su vida cristiana y progresar espiritualmente.

161. ¿No es una oración suficiente la de ofrecer a Dios lo que hacemos durante el día?

Esto es una cosa óptima, pero por sí solo no es suficiente, y estrictamente hablando no es oración. Es indispensable dedicar un poco de nuestro tiempo sólo a Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se retiraba a menudo a lugares solitarios para orar. Un buen cristiano jamás descuida, por ejemplo, las oraciones de la mañana y de la noche.

162. ¿Qué es el sacrificio?

El sacrificio es la inmolación de algo a Dios. El único sacrificio verdaderamente perfecto es el que Jesús ha ofrecido al Padre sobre la Cruz, y que ha quedado presente en la Santa Misa. Participando en la Eucaristía, nosotros participamos en el sacrificio de Jesús, y somos invitados a unir al suyo los pequeños o grandes sacrificios de nuestra vida cotidiana.

163. ¿Qué es el voto?

El voto es la promesa hecha a Dios de un bien adecuado y posible. Es un acto de devoción que rinde culto a Dios. Puede ser hecho también para obtener alguna gracia de Dios.

164. ¿Es posible obtener la dispensa de un voto?

El voto puede ser dispensado por la autoridad competente, que para los votos privados emitidos por los simples fieles puede ser también el párroco.

165. ¿Hay votos que tienen una importancia particular?

La Iglesia reconoce un valor ejemplar en los votos públicos de castidad, pobreza y obediencia, que caracterizan la vida religiosa.

166. ¿De dónde nace su importancia?

Del hecho de que con estos votos el cristiano se desprende de los bienes terrenos y corporales, y también de sí mismo, para consagrarse totalmente a Dios amado sobre todas las cosas, convirtiéndose así, no sólo en el primero, sino en el único bien.

167. ¿En qué se inspira la vida religiosa?

La vida religiosa imita el estilo de vida de Jesús, que no formó una familia propia, sino que vivió una vida pobre y austera en total obediencia al Padre. En este sentido la vida religiosa constituye una manifestación particularísima de la santidad de la Iglesia.

168. ¿Cuáles son los pecados contrarios a la virtud de la religión prohibidos por el primer mandamiento?

El primer mandamiento prohíbe la superstición (atribución de algún poder milagroso a cosas o acciones que no lo tienen), la idolatría (adoración de cualquier realidad creada), la adivinación (indebida búsqueda de realidades ocultas), la magia (explotación de poderes ocultos), la brujería y el espiritismo. Además prohíbe los pecados de irreligión, como el tentar a Dios (desafiar a Dios), el sacrilegio (profanación de cosas sagradas) y la simonía (compraventa de bienes sagrados).

169. ¿Están prohibidas, por lo tanto, todas las formas de adivinación o de magia hoy tan difundidas?

Todas las formas de adivinación o de magia, como el recurso a Satanás o a los demonios, la evocación de los muertos u otras prácticas similares, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. El primer mandamiento prohíbe en particular también la fe en los horóscopos, la astrología, la quiromancia, la cartomancia, la interpretación de los presagios y del destino, los fenómenos de videncia, el recurso a los médiums y las prácticas espiritistas de cualquier tipo.

170. ¿Por qué todas estas prácticas son pecado?

Porque se niega a Dios su amor de Padre que provee directamente a sus hijos, y a cada uno personalmente. Además en esas prácticas se esconde siempre un recurso a poderes mágicos que se oponen a la voluntad de Dios, y a menudo se recurre explícita o implícitamente al demonio.

171. ¿El primer mandamiento prohíbe también el culto a las imágenes?

El culto cristiano a las imágenes no es contrario a el primer mandamiento, porque el honor que se rinde a una imagen pertenece a quien es representado.

172. ¿El ateísmo es un grave pecado?

Por el hecho de que se rechaza la fe en Dios, el ateísmo es un grave pecado contra la virtud de la religión. La responsabilidad de esta culpa puede, no obstante, ser atenuada por las intenciones o por las circunstancias.

173. ¿Qué es el agnosticismo?

El agnosticismo es la postura de quien no se pronuncia sobre la existencia de Dios, declarando que sería imposible probarla, de la misma manera que es imposible negarla. A menudo el agnosticismo equivale a un ateísmo práctico. En todo caso esta en oposición con la virtud de la religión.

174. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el primer mandamiento?

Quien observa fielmente el primer mandamiento obtiene la seguridad de una fe sincera, el consuelo de la esperanza, la alegría de la caridad, el gusto de la oración y del culto divino.

El segundo mandamiento

175. ¿Qué nos ordena el segundo mandamiento?

El segundo mandamiento - "No tomarás el nombre de Dios en vano" - nos manda respetar el nombre del Señor, de testimoniarlo profesando nuestra fe sin ceder al miedo, y de cumplir los juramentos y las promesas hechas a los otros en el nombre de Dios.

176. ¿Qué nos prohíbe el segundo mandamiento?

El segundo mandamiento nos prohíbe ante todo la blasfemia, que es objetivamente un pecado gravísimo. Nos prohíbe además pronunciar el santo nombre de Dios, como el de Jesucristo, de la Bienaventurada Virgen y de los Santos, con ira, con desprecio o de otro modo irreverente.

177. ¿Hay diferencia entre la blasfemia y la imprecación?

Hay diferencia porque la blasfemia esta dirigida contra Dios, mientras la imprecación puede ser dirigida también contra el prójimo o hacia los acontecimientos contra los que se rebela.

178. ¿Qué es el juramento?

El juramento es aquel acto con que se pone a Dios como testigo de la verdad de lo que se dice o se promete. Con él se invoca la veracidad divina como testimonio de la propia verdad.

179. ¿Qué prohíbe el segundo mandamiento respecto al juramento?

El segundo mandamiento prohíbe el perjurio o juramento falso, y también los juramentos ilícitos, aquellos con los que nos comprometemos a cumplir el mal.

180. ¿Estamos obligados a mantener los juramentos con los cuales nos comprometemos a hacer cosas injustas o ilícitas?

No sólo no estamos obligados, sino que cometeremos un pecado ejecutando aquellas acciones malas, a las culpablemente nos hemos comprometido de esa manera.

181. ¿Está bien recurrir a menudo al juramento?

No esta bien recurrir a menudo al juramento, sino que está reservado para casos de verdadera necesidad.

182. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el segundo mandamiento?

Quien observa fielmente el segundo mandamiento obtiene una familiar confianza con Dios, con la Bienaventurada Virgen María y con los Santos, su especial protección y una alabanza espontánea y gozosa de la grandeza y de la omnipotencia divina.

El tercer mandamiento

183. ¿Qué nos ordena el tercer mandamiento?

El tercer mandamiento - "Acuérdate de santificar las fiestas" - nos ordena honrar a Dios con obras de culto en los días festivos de precepto.

184. ¿Cuál es la fiesta fundamental para los cristianos?

La fiesta fundamental y primordial para los cristianos es la Pascua de Resurrección, cuya celebración se revive cada semana en el día del Señor, el domingo.

185. ¿Cuáles son los otros días festivos de precepto además del domingo?

Además del domingo celebramos actualmente en toda España como días festivos de precepto las solemnidades de la Santísima Madre de Dios (1 de enero), la Epifanía (6 de enero), San José (19 de marzo), Santiago Apóstol (25 de junio), la Asunción (15 de agosto), Todos los Santos (1 de noviembre), la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), y la Navidad (25 de diciembre). Algunas comunidades autónomas tienen además otras fiestas de precepto.

186. ¿Qué actos de culto están prescritos para el domingo y las otras fiestas de precepto?

La Iglesia ha especificado el tercer mandamiento con l precepto de la participación en la celebración de la Eucaristía. Satisface tal precepto quien asiste a la Santa misa, dondequiera que se celebre el rito católico, en el mismo día de la fiesta o en la tarde del día precedente.

187.¿Es grave la obligación de participar en la celebración de la eucaristía los días festivos?

La Santa Misa en días festivos funda y confirma todo comportamiento cristiano, por lo cual aquellos que deliberadamente y sin un real impedimento no observan esta obligación cometen pecado mortal.

188.¿Se puede sustituir la Misa en días festivos con otra practica o con una Misa en otros días?

Esto no es posible: tanto porque la Eucaristía es el único acto de culto verdaderamente digno de Dios , como porque estaría abiertamente contra el mandamiento que ordena santificar la fiesta . Es especialmente en el domingo, memorial de la Pascua, cuando los fieles se sienten y son comunidad, Pueblo de Dios e Iglesia, unidos por el Espíritu de Cristo muerto y resucitado.

189. ¿Qué nos prohíbe el tercer mandamiento?

El tercer mandamiento nos prohíbe el trabajo en días de fiesta. Por lo tanto, en los días de precepto los fieles deben abstenerse de aquellos trabajos o de aquellas actividades que impiden el culto debido a Dios, La alegría propia del día del Señor, la practica de las obras de misericordia y la necesaria distinción de la mente y del cuerpo. Se debe también evitar, por consiguiente, el imponer a otros sin necesidad lo que les impediría respetar el día del Señor.

190. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el tercer mandamiento?

Quien observa fielmente el tercer mandamiento se siente parte viva de la gran familia de Dios, que tiene a Cristo como cabeza, goza de la presencia de los hermanos en la fe y se siente participe del reposo de Dios (que el séptimo día descanso), viviendo casi un anticipo del paraíso.

El cuarto mandamiento

191. ¿ Qué nos ordena el cuarto mandamiento?

El cuarto mandamiento "Honra a tu padre y a tu madre" nos ordena respetar, después de Dios, a nuestros padres, y también a todos aquellos que Dios, para nuestro bien, ha revestido de una cierta autoridad.

192. ¿ A quiénes se dirige el cuarto mandamiento?

El cuarto mandamiento se dirige ante todo a los hijos, pero implícitamente concierne a cualquiera que esta bajo toda legitima autoridad. Además incluye y sobreentiende los deberes de los padres, tutores, docentes, jefes, magistrados, gobernantes y de todos aquellos que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas.

193. ¿ Cuáles son los deberes de los hijos hacia los padres?

Los hijos deben ejercitar respecto a los padres la virtud de la piedad filial, que comparta el respeto, el reconocimiento, la obediencia y la ayuda a las necesidades, sobre todo durante la vejez.

194. ¿ Cuáles son los deberes de los padres hacia los hijos?

Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes. Ellos tienen el deber de proveer en la medida de lo posible, a las necesidades materiales y espirituales de sus hijos.

195. ¿Qué es la familia?

La familia es la sociedad natural en la cual el hombre y la mujer son llamados al don reciproco de sí mismos en el amor abierto a la vida. Ella es la célula originaria de la vida social.

196. ¿Dónde podemos encontrar un ejemplo de las virtudes familiares y domésticas?

El ejemplo más bellos de las virtudes familiares y domésticas lo encontramos en la Sagrada Familia de Nazaret, donde Jesús vivió sometido a María Santísima y a San José hasta que inició su misión pública anunciando el Reino de Dios.

197. ¿Qué es la sociedad civil?

La sociedad civil es la unión de muchas familias reunidas bajo una única autoridad, con el fin de conseguir con la ayuda recíproca el propio perfeccionamiento y el bien de toda la comunidad.

198. ¿Cuáles son los deberes de la autoridad civil respecto a la familia?

La autoridad debe respetar la familia como sociedad natural que precede a la constitución misma del estado, por lo cual debe tutearla y asegurar el ejercicio de sus derechos fundamentales.

199. ¿Existe la obligación por parte de los ciudadanos de respetar a su vez a la autoridad civil?

Todos aquellos que están sometidos a la autoridad civil deben respetarla y obedecer las leyes que ella promulga. Pero en el caso de que tal autoridad prescribiese algo contrario al orden moral o a la enseñanza del Evangelio, el ciudadano no debe obedecer.

200. ¿Existe algún otro deber hacia la comunidad civil, además del respeto a su autoridad y a sus leyes?

Los ciudadanos deben actuar de tal manera que la sociedad civil sea virtuosa , pacífica, ordenada y próspera, y esto por el bien de todos. Deben, por ejemplo, pagar los impuestos prescritos. Si objetivamente los considerasen injustos, se comprometan a pagar un poco más de cuanto en conciencia crean justo, y además sean generosos con las instituciones caritativas.

201. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el cuarto mandamiento?

Quien observa fielmente el cuarto mandamiento goza de una particular bendición del Señor, que garantiza la concordia familiar y un amor afectuoso y satisfactorio. Posee además el valor del gozo y de la serenidad interior, que nacen de la conciencia de colaborar activamente en la construcción del bien común, que es el bien terreno "más grande y más divino" (Santo Tomás de Aquino).

El quinto mandamiento

202. ¿Qué nos ordena el quinto mandamiento?

El quinto mandamiento - "No matarás" - nos ordena respetar toda la vida humana inocente, desde el momento de la concepción hasta el de la muerte.

203. ¿Por qué debemos respetar la vida humana?

Porque toda persona humana ha sido querida por sí misma a imagen y semejanza del Dios viviente y santo y, dotada de un alma espiritual e inmortal, es llamada a participar en la eternidad de la misma vida de Dios.

204. ¿Qué nos prohíbe el quinto mandamiento?

El quinto mandamiento nos prohíbe matar, herir o golpear al prójimo; dañar de cualquier otro modo su vida corporal o espiritual, y también ofenderlos con palabras injuriosas o desearle el mal. Prohíbe también dañar nuestra propia vida, y sobre todo suprimirla con el suicido.

205. ¿Hay cosas en los cuales es lícito matar?

Los casos lícito están limitados a la legitima defensa, personal o también del bien común de la sociedad civil, supuesto, sin embargo, que no haya ningún otro modo de obtener el resultado deseado.

206. ¿Jamás es lícito el aborto?

El aborto directo, que es la eliminación de una vida humana inocente, es en sí mismo un abominable delito. La Iglesia condena con la excomunión este gravísimo pecado.

207. ¿Es necesario respetar también los embriones humanos?

Dado que debe ser tratado como persona desde el instante de la concepción, el embrión debe ser defendido en su integridad, cuidado y curado como todo ser humano. No debe olvidarse jamás que todo ser humano tiene derecho a nacer en una familia "normal", y a tener un padre y una madre naturales.

208. ¿Es lícita la diagnosis prenatal?

La diagnosis prenatal es lícita si respeta la vida concebida y está a su salvaguardia. Es, por el contrario, ilícita si contempla la eventualidad de provocar un aborto: una diagnosis no debe jamás equivaler a una sentencia de muerte.

209. ¿Es lícita la eutanasia?

La eutanasia, es decir, todo comportamiento que tenga como fin a la vida de personas discapacitadas, ancianas, enfermas o en estado terminal, constituye un homicidio, y por lo tanto es siempre gravemente ilícita. Quien lapide para sí mismo es culpable de suicidio.

210. ¿Qué es el escándalo?

El escándalo es una actitud o comportamiento que induce a otros a hacer el mal. Puede ser un pecado particularmente grave, porque atenta contra la vida de la gracia del prójimo, poniendo en peligro su salvación eterna.

211. ¿Qué debe hacer el que ha dañado al prójimo en el cuerpo o en el alma?

Quien ha dañado al prójimo en el cuerpo o en el alma no basta que se confiese, sino que debe reparar el mal ocasionado resarciendo los daños, retractando los errores enseñados y dando buen ejemplo. Todo esto es requerido por la virtud de la justicia.

212. ¿El quinto mandamiento se relaciona también con la virtud de la templanza?

Ciertamente, en cuanto prescribe la justa medida en el cuidado del cuerpo, y prohíbe, por ejemplo, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y sobre todo de la droga. Todo esto es requerido por la virtud de la templanza.

213. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el quinto mandamiento?

Obtiene la amistad, que es el premio delos buenos. El don de la amistad favorece una gran felicidad, porque en la prosperidad no molesta y en la adversidad no abandona. Con la amistad sobreviene también la alegría de vivir y de obrar por el bien.

Además ve instintivamente en el prójimo a Jesús mismo, el cual ha dicho: "Cada vez que lo hicisteis (o no lo hicisteis) con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis (o no lo hicisteis)" (Mt 25, 40-45). Por tanto, respeta al prójimo en su identidad cultural, religiosa y social, y ayuda según tus posibilidades en las necesidades espirituales y materiales de los otros con generosidad desinteresada.

El sexto mandamiento

214. ¿Qué nos ordena el sexto mandamiento?

El sexto mandamiento - "No cometerás actos impuros" - nos prescribe la practica de la virtud de la castidad según los diversos estados de vida.

215. ¿Qué es la castidad?

La castidad es aquella parte de la virtud de la templanza que regula el uso de la sexualidad según el dictamen de la recta razón.

216. ¿Qué dice la recta razón respecto al uso de la sexualidad?

La recta razón nos dice que la sexualidad tiene dos finales indisolubles: el amor recíproco y la procreación. Por eso no deberá existir relación sexual sin apertura a la procreación, ni procreación sin una relación sexual. Así la sexualidad podrá ser realizada lícitamente sólo en el matrimonio legítimo, y además en tal matrimonio la satisfacción sexual completa podrá ser buscada sólo en la relación conyugal de forma natural y abierta a la vida. En esta norma está resumida toda la moral sexual.

217. ¿Cuál es el fundamento de esta norma?

Esta norma se fundamenta en la naturaleza misma de la sexualidad, que tiene como finalidad unir al hombre y a la mujer en una relación de amor indisoluble (matrimonio) que por su naturaleza es fecundo y abierto al don de la vida. La sexualidad tiene en sí misma algo de sagrado por la intrínseca unión que el hombre no puede romper por su iniciativa.

218. ¿Qué prohíbe, por consiguiente, el sexto mandamiento?

El sexto mandamiento prohíbe a toda clase de personas cualquier uso deliberado de la sexualidad fuera de la norma de la que hemos hablado. Ésta prohíbe , por tanto, la búsqueda en solitario del placer sexual, la fornicación (unión entre el hombre y la mujer fuera del matrimonio), el adulterio (relación de una persona casada con otra que no es el propio cónyuge), la homosexualidad (relaciones sexuales entre personas del mismo sexo), la bestialidad (relaciones con animales) y otras posibles depravaciones sexuales. Naturalmente, están prohibidas también otras faltas más particulares, como por ejemplo, la prostitución y la violación.

219. ¿Es, por tanto, ilícita toda forma de contracepción, si el acto sexual entre cónyuges debe estar abierto a la vida?

Todo comportamiento que, o en previsión del acto conyugal, o en su ejecución, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales se proponga, como fin o como medio, impedir la procreación, es siempre ilícito.

220. ¿Puede ser lícita la continencia periódica en el matrimonio, esto es, el limitar las relaciones conyugales sólo a los períodos no fecundos?

Si se practica por serios motivos, la continencia periódica es lícita, porque no compromete la naturaleza intrínseca del acto conyugal.

221. ¿Existen otras ofensas a la dignidad del matrimonio, además de la ya vistas?

Además del adulterio, son gravemente lesivas a la dignidad del matrimonio el divorcio, la poligamia, el incesto y las uniones libres.

222. ¿En qué situación se encuentran los divorciados casados de nuevo?

Los divorciados casados de nuevo, a diferencia de los que no se han vuelto a casar y que viven en la continencia, se encuentran en una situación objetiva de pecado, en la que libremente quieren permanecer. Por lo tanto, no pueden recibir la absolución y acercarse a la comunión eucarística por la ausencia del arrepentimiento y del propósito de enmienda.

223. ¿Las faltas contra la castidad son siempre graves?

La Iglesia enseña que el orden humano de la sexualidad afecta a valores tan altos que toda violación directa de este orden es objetivamente grave.

224. ¿Hay alguna otra virtud relacionada con la castidad?

Estrictamente relacionada con la castidad, casi para su salvaguarda, está la virtud de la modestia, que regula aquellos actos que pueden fácilmente causar una satisfacción o un placer de naturaleza sexual, como las miradas, los tocamientos, los besos y los abrazos.

225. ¿Tales actos son siempre pecaminosos?

Fuera del matrimonio tales actos pueden ser más o menos pecaminosos según las intenciones de quien los realiza, de su influjo sobre el placer sexual y del peligro más o menos grande de consentir en tal satisfacción o placer.

226. ¿Es, por tanto, importante guardar el sentido del pudor?

El pudor protege la intimidad. Regula las miradas, las acciones y los gestos en conformidad con la dignidad de la persona. Inspira la elección del vestuario y resiste, si es necesario, a eventuales solitaciones de la moda. Enseñar el pudor a los niños y a los adolescentes es suscitar en ellos el respeto de la persona humana.

227. ¿Cuál es la forma más noble de la virtud de la castidad?

La castidad embellece y eleva cualquier estado de vida, tanto el juvenil como el matrimonial y el de la viudez, pero su forma más elevada está, constituida por la virginidad elegida por el Reino de los cielos, es decir, para seguir a Jesús más de cerca. La virginidad consagrada por un voto es, pues, un elemento fundamental y caracterizante del estado religioso.

228. ¿Qué nos enseña, en conclusión, el sexto mandamiento?

El sexto mandamiento nos enseña el respeto del cuerpo, propio y ajeno, sede de un alma espiritual e inmortal destinada a ser templo vivo del espíritu Santo. Nos enseña además la ascesis, la renuncia, el espíritu de sacrificio para vencer nuestro egoísmo y poder amar a Dios, a nosotros mismos y al prójimo sin reservas y con todas nuestras fuerzas.

229. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el sexto mandamiento?

Quien observa fielmente el sexto mandamiento mantiene intacta su belleza y su fuerza interior, haciéndose capaz de un amor y de una donación total, sin esclavitud y sin segundas intenciones. Así el hombre y la mujer se encuentran en el matrimonio para caminar juntos gozosamente sobre la vía de la perfección cristiana, amándose fielmente y ayudándose "como compañeros de viaje" (A. Manzoni). Quien ha elegido, por el contrario, el camino de la virginidad vive en plenitud de la libertad de los hijos de Dios, casi anticipando la condición bienaventurada de los resultados (Lc 20, 35).

El séptimo mandamiento

230. ¿Qué nos ordena el séptimo mandamiento?

El séptimo mandamiento - "No robarás" - prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes materiales y de los frutos del trabajo humano. Exige, en vistas del bien común, el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada.

231. ¿Cuál es la relación entre el destino universal de los bienes y la propiedad privada?

El derecho de la propiedad privada, adquirida con el trabajo, o recibida en herencia o bien como don, no elimina la originaria donación de la tierra al conjunto de la humanidad, por lo cual el destino universal de los bienes permanece como propietario, aunque la promoción del bien común exige el respeto de la propiedad privada, del derecho a la misma y de su ejercicio.

232. ¿Qué virtudes están relacionadas con el séptimo mandamiento?

Con el séptimo mandamiento se relaciona en primer lugar la virtud de la justicia, la cual hace que sean respetados los derechos del prójimo y se le dé lo que es debido, y en segundo lugar la virtud de la solidaridad social.

233. ¿Qué nos prohíbe el séptimo mandamiento?

El séptimo mandamiento nos prohíbe el hurto y toda forma de sustraer y conservar injustamente los bienes del prójimo o de la colectividad, como retener deliberadamente cosas dejadas en préstamo u objetos perdidos, cometer fraudes en el comercio, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia o con la necesidad ajena, no cumplir el propio deber durante las horas de trabajo o sustraerse indebidamente o con engaño a las propias tareas.

234. ¿Tales faltas son siempre graves?

Son graves cuando el daño ocasionado al prójimo es importante.

235. ¿Qué debe hacer el que es culpable de tales faltas?

Quien ha perjudicado de cualquier manera al prójimo en sus bienes no basta que se arrepienta y se confiese; debe también resarcir lo indebidamente apropiado y reparar los daños causados.

236. ¿El séptimo mandamiento considera también los bienes de la naturaleza?

El dominio otorgado por Dios al hombre sobre los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede estar separado del respeto delas obligaciones morales, comprendidas aquéllas que miran a las generaciones futuras.

237. ¿Por qué la Iglesia se interesa también por cuestiones económicas y sociales?

La Iglesia puede y debe dar un juicio en materia económica y social cuando están en juego los derechos fundamentales de la persona y la salvación de las almas. Ella se interesa por el bien común temporal de los hombres en cuanto que está ordenado al Bien supremo que es Dios.

238. ¿En nuestras relaciones sociales es suficiente observar la virtud de la justicia?

La virtud de la justicia es absolutamente necesaria, pero no es suficiente. Además de ella es necesario ejercitar, según las propias posibilidades y las necesidades del prójimo, también la caridad y las obras de misericordia espirituales y corporales.

239. ¿Cuáles son las principales obras de misericordia?

Las principales obras de misericordia espirituales son: instruir a los ignorantes, amonestar a los pecadores, aconsejar a los dubitativos, consolar y confortar a los afligidos, perdonar las ofensas y soportas con paciencia a las personas molestas.

Las principales obras de misericordia corporales son: alimentar a los hambrientos y dar de beber a los sedientos, hospedar a los sin techo, vestir a quien lo necesita, visitar a los enfermos y encarcelados, sepultar a los muertos.

Jesús considerara hecho a Él mismo lo que hayamos hecho al más pequeño de nuestros hermanos.

240. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el séptimo mandamiento?

Obtiene la libertad interior respecto a los bienes materiales. No experimenta, por tanto, la sumisión que embrutece, sino la liberalidad que enaltece, experimentando que "hay más alegría en el dar que en el recibir" (Hch 20, 35). Así el hombre generoso, dispensador de dones, se asemeja más a su Señor, que sin pedir nada a cambio viste a los lirios del campo, alimenta a los pájaros del cielo y hace salir el sol para la felicidad de todas las criaturas.

El octavo mandamiento

241. ¿Qué nos ordena el octavo mandamiento?

El octavo mandamiento - "No darás falsos testimonio" - nos prescribe la verdad, o sinceridad, esto es, aquella virtud que consiste en mostrarse veraces en las acciones y en las palabras, huyendo de la doblez, de la simulación y de la hipocresía.

242. ¿Hay alguna otra obligación que nos atañe en cuanto cristianos?

En cuanto cristianos debemos dar testimonio del Evangelio con los actos y con las palabras.

243. ¿Cuál es el supremo testimonio que podemos dar de nuestra fe?

El testimonio supremo dado por la verdad de la fe es el martirio, que es también el acto supremo de la virtud de la fortaleza.

244. ¿Qué nos prohíbe el octavo mandamiento?

El octavo mandamiento nos prohíbe la mentira, la maledicencia y la calumnia, los juicios y las sospechas temerarias (o infundadas).

245. ¿Qué es la mentira?

La mentira consiste en decir lo que es falso con la intención de engañar. Es por su naturaleza siempre ilícita, aunque normalmente es grave sólo cuando lesiona de forma considerable la justicia o la caridad.

246. ¿Debemos decir siempre toda la verdad?

No es siempre necesario, es más, alguna vez es culpable el decir toda la verdad, por ejemplo en el caso en que estamos obligados al secreto. Pero una cosa es el no decir una verdad y otra al decir una falsedad.

247. ¿Qué son la maledicencia y la calumnia?

La maledicencia, o difamación, consiste en hacer pública sin un motivo válido las faltas verdaderas, pero no conocidas, del prójimo; la calumnia, por el contrario, consiste en referir noticias falsas lesivas de su buen nombre.

248. ¿La maledicencia y la calumnia son pecados graves?

La calumnia es ciertamente más grave que la simple maledicencia. De todos modos, tanto en un caso como en el otro, la gravedad debe ser medida por la entidad del daño acarreado al buen nombre del prójimo, teniendo presente que el buen nombre es más importante incluso que los bienes materiales.

249. ¿Qué debe hacer el que ha cometido tales pecados?

Como en todos los pecados contrarios a la justicia, quien ha difamado o calumniado no basta que se arrepienta y se confiese, sino que debe reparar los daños acarreados al buen nombre del prójimo.

250. ¿Qué son las sospechas y los juicios temerarios?

Se tiene respectivamente la sospecha o el juicio temerario cuando sin un motivo razonable se sospecha o se juzga que el prójimo haya cometido cualquier culpa moral.

251. ¿Las sospechas o los juicios temerarios son pecados graves?

Se comete pecado grave sólo cuando se atribuye al prójimo con certeza y sin fundamento una grave falta.

252. ¿Cuáles son los deberes de la autoridad civil respecto a este mandamiento?

La autoridad civil debe garantizar una pública información fundada sobre la verdad, sobre la libertad y sobre la justicia, y proveer que a través del uso de los medios de comunicación social no se deriven daños para la moralidad pública o lesiones en los derechos personales de los ciudadanos.

253. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el octavo mandamiento?

Quien observa fielmente el octavo mandamiento toma posesión del papel que le compete como criatura dotada de un alma espiritual. Pues de la misma manera que Dios gobierna la creación no sometiéndola, sino atrayéndola con su esplendor, así el hombre veraz participa del privilegio de conducirse a sí mismo y a los demás no con el sometimiento, sino con la luz y la fuerza que dimana de la verdad.

El noveno mandamiento

254. ¿Qué nos ordena el novenos mandamiento?

El noveno mandamiento - "No desearás la mujer (o el marido) de tu prójimo" - nos ordena ser castos y puros también interiormente, es decir, en la mente y en el corazón.

255. ¿Qué nos prohíbe el noveno mandamiento?

El noveno mandamiento prohíbe expresamente todo deseo contrario a la felicidad conyugal, y en general todo pensamiento o deseo contrario a la castidad.

256. ¿Cuándo un pensamiento es contrario a la castidad?

Se tiene un pensamiento contrario a la castidad cuando nos representamos en la mente una acción contraria a la castidad y nos complacemos en ella.

257. ¿Qué se ha prometido a los puros de corazón?

A los puros de corazón esta prometida la visión de Dios (Mt 5, 8).

258. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el noveno mandamiento?

Obtiene la capacidad de ejercitar fácil y gozosamente el pleno dominio sobre su sensibilidad, sintiéndose satisfecho y libre. Lleva una existencia sencilla y es capaz de contemplar y de encantarse, porque vislumbra en los seres humanos la grandeza y la belleza de su Señor.

El décimo mandamiento

259. ¿Qué nos ordena el décimo mandamiento?

El décimo mandamiento - "No codiciarás los bienes ajenos" - nos ordena al desapego de las riquezas y de los bienes terrenales.

260. ¿Qué nos prohíbe el décimo mandamiento?

El décimo mandamiento nos prohíbe la avidez de los bienes terrenales, la codicia desmesurada, la envidia y el deseo de apropiarse injustamente de los bienes del prójimo.

261. ¿Qué es exactamente la envidia?

La envidia es la tristeza o el pesar frente al bien ajeno. Puede ser un pecado grave si llega a desear seriamente un mal grave al prójimo.

262. ¿Qué se ha prometido al que está desapegado delos riquezas terrenas?

A quien está desapegado o desprendido de las riquezas terrenas, al pobre de espíritu, está prometido el Reino de los cielos (Mt 5, 3).

263. ¿Qué obtiene el que observa fielmente el décimo mandamiento?

Quien observa fielmente el décimo mandamiento es colmado de la virtud de los grandes, que es la magnanimidad. Desea sólo el bien, da con generosidad, otorga misericordia y derrama benevolencia. Además es beneficiado con una gracia insólita: la de desear poseer a Dios, que es el Sumo Bien.

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