jueves, 7 de octubre de 2010

Os he dejado mi Espíritu para ayudaros en la fe, para inspiraros en el amor, y hacer que hagáis caridad. Y ahora desciende sobre quien Yo, en el Padre, he elegido, ahora que mi Iglesia tiene necesidad de ayuda, porque es combatida en su interior, porque son muchos los traidores, muchos los peseteros y los miedosos. ¿Quién puede creer en éstos, que deberían ser otros Yo?
Ahora que mi grey se ha hecho más pequeña, reunid, tú, y tú, y tú, mis ovejas, y llevadlas a mi redil.
Palabras escuchadas y escritas sobre folios; testimonios dados; verdad confirmante.
Os he pedido que hagáis lo que ellos no hacen, y os he dado mi Espíritu. No os preocupéis de las pequeñas pruebas, de lo que os parece un impedimento, de lo que os inquieta. Todo esto es bueno para vosotros, porque sois el instrumento que Yo he elegido y del que dispongo. Mi tierra está atormentada por el odio, parece el espejo de mi Iglesia traicionada, pero es mía, y Yo, y vosotros, la salvaremos.
Sois pequeños, sois imperfectos y débiles, pero Yo os envío. Y para esto os he dejado mi Espíritu. He dicho muchas palabras de vida y de verdad que no han sido transmitidas, y muchas os las repito a vosotros, como testimonios de la única y antigua verdad. No cambia la Palabra; la Verdad es siempre la misma. Defendedla. Desde la Cruz vi la Eucaristía. Con el pasar del tiempo se la quiere dar menos importancia. Me vi a mí mismo cogido por manos impuras; vi la hostia profanada y robada. A vosotros, hombres de hoy, corresponde la gran tarea de defender por todas partes la Eucaristía.

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