jueves, 28 de octubre de 2010

Splendor Veritatis Missio

Splendor Veritatis Missio: "Splendor Veritatis Missio

Oracion Litugica y Contemplacion, Musica Sacra, Sagrada Escritura, Caridad y accion social, Tradicion y Fidelidad.
Que es ser Cristiano?
Catolicos Bizantinos
The Byzantine Catholic Tradition
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domingo 24 de octubre de 2010
El Nuevo Orden Mundial y la Desculturacion
Desculturacion de los Medios de Comunicación y su influencia en el ámbito familiar.
de Revista Arbil por José Martín Brocos Fernández
(El) pensamiento único busca subvertir la civilización cristiana y la misma ley natural. A base de
repetición machacona de ideas en los medios de comunicación, siempre en esta línea unívoca, y
tengamos que toda comunicación tiene una dimensión moral (Juan Pablo II, 2004:1,2),
La conformación de la mentalidad contemporánea: positivismo jurídico y dirigismo cultural en los medios de comunicación social.
El positivismo jurídico y el dirigismo cultural impuesto en medios de comunicación social son los instrumentos utilizados por las corrientes ancladas en el inmanentismo antropocéntrico para crear un hombre nuevo y una sociedad nueva, carente de una referencia moral objetiva.
El positivismo jurídico conforma la mentalidad contemporánea pues difumina las nociones de bien y mal
ligadas a la concepción antropológica iusnaturalista de asunción de una verdad objetiva. La Moral rompe así con el Derecho conduciendo a que una ley permisiva contra naturam, acentúa, fomenta y desarrolla en la sociedad ese comportamiento ilícito, oscureciéndose tanto la propia realidad ontológica como la búsqueda de un sentido pleno al desarrollo vital humano (Sanahuja, 2003).
La ética se mide por las consecuencias dañinas, no por el hecho de estar objetivamente mal. Lipovetsky (1994:15,31) apunta que:
Cuando se apaga la religión del deber, no asistimos a la decadencia generalizada de todas las virtudes, sino a la yuxtaposición de un proceso desorganizador y de un proceso de reorganización ética que se establecen a partir de normas en sí mismas individualistas: hay que pensar en la edad posmoralista como en un “caos organizador” (…) La era moderna ha logrado imponer la idea de una vida moral separada de la fe, la igualdad de principio, en materia de moral, entre creyente y no creyente; la vida ética está abierta a todos, independientemente de las opciones metafísicas (…) Con la difusión social de la moral autónoma, la cultura moral se ha alineado con los principios de base del individualismo democrático universalista.

El deber se transmuta en la paulatina asunción de los viejos principios ilustrados de autonomía de la moral y la no aceptación de otras disposiciones que las emanadas por la vía del consenso democrático (Schooyans, 2002). Con razón afirma Lipovetsky (1994:12) que “se ha puesto en marcha una nueva lógica del proceso de secularización de la moral que no consiste sólo en afirmar la ética como esfera independiente de las religiones reveladas sino en disolver socialmente su `forma´ religiosa: el deber mismo”.
Concurre en la creación de esta nueva mentalidad mendaz y rupturista el influjo unilateral de gran parte de los medios de comunicación social, en particular la televisión, convertida por los fautores de esta mutación copernicana del cuadro de valores transmitidos sucesivamente durante generaciones, en el instrumento preferido de creación y asimilación de pautas y comportamientos negadores del sometimiento de todo ente finito por ley natural a Dios, y en el ariete de demolición de los fundamentos básicos de la cultura cristiana de Occidente.
Ley positivista y dirigismo cultural en medios de comunicación producen así una socialización teledirigida de comportamientos contrarios al sistema educativo anterior llegando a conformar con la ruptura del eslabón educativo, toda una nueva generación enraizada en una cosmovisión esencialmente inmanentista. Lipovetsky (1994:49) señala que:
En pocas décadas, hemos pasado de una civilización del deber a una cultura de la felicidad subjetiva, de los placeres y del sexo: la cultura “self-love” nos gobierna en lugar del antiguo sistema (…), las exigencias de la renuncia y austeridad han sido masivamente reemplazadas por normas de satisfacción del deseo y de realización íntima, ésta es la ruptura más espectacular del ciclo posmoralista.

El ataque, -promovido por grupos ideológicos rectores, fuerzas económicas poderosas y centros de poder más o menos ocultos, coaligados en contubernio con arreglo a sibilinas y arteras estrategias- es generalizado, en todos los órdenes, facetas y parcelas de la vida; en el campo intelectual, moral y religioso. Y es esta crisis de verdad (Juan Pablo II, 1994:13,5) la que lleva a la ruptura interior del hombre, que conduce al deterioro moral y a la decadencia generalizada de costumbres, y que trae como consecuencia el ocaso irremediable de la cultura y la civilización.
El hombre masa entierra todo el rico legado cultural, recibido y trasmitido de generación a generación. Como escribe Ortega (1998:133) “lo característico del momento es que el alma vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera”.
Se impone en un igualitarismo patológico la uniformidad mental, la nivelación y homogenización de la cultura, alejada de la mentalidad inducida por valores y criterios religiosos, como fenómeno de proletarización de la sociedad.

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viernes 22 de octubre de 2010
JOSE RIVERA-JOSE MARIA IRABURU, 2ª PARTE La santidad I


Síntesis de espiritualidad católica
2ª PARTE
La santidad I

1. Gracia, virtudes y dones
2. La santidad


1. Gracia, virtudes y dones
C. Baumgartner, La gracia de Cristo, Barcelona, Herder 1968; M. Flick - Z. Alszeghy, El evangelio de la gracia, Salamanca, Sígueme 1967; Antropología teológica, ib.1970; F. La-cueva, Doctrinas de la gracia, Tarrasa, Clie 1980, 2ª ed.; M. M. Philipon, Los dones del Espíritu Santo, Madrid, Palabra 1985; S. Ramírez, Los dones del Espíritu Santo, Madrid 1978, Biblioteca de teólogos españoles 30; M. Sánchez Sorondo, La gracia como participación de la naturaleza divina, Salamanca, Universitas Ed. 1980.
El Catecismo fundamenta la antropología cristiana en la gracia (1987-2029) y en las virtudes y dones (1803-1831).
La gracia en la Biblia
La sagrada Escritura es la revelación del amor de Dios a los hombres, amor que se expresa en términos de fidelidad, misericordia, promesa generosa (Sal 76,9-10; Is 49,14-16). La palabra griega jaris, traducida al latín por gratia, es la que en el Nuevo Testamento significa con más frecuencia ese favor divino, esa benevolencia gratuita y misericordiosa de Dios hacia los hombres, que se nos ha manifestado y comunicado en Jesucristo.
La gracia es un estado de vida, de vida nueva y sobrenatural, recibida de Dios como don: el Padre nos ha hecho «gratos en su Amado» (Ef 1,6; +2 Cor 8,9). Ella nos libra del pecado y nos da la filiación divina (Rm 4,16; 5,1-2. 15-21; Gál 2,20-21; 2 Tim 1,9-10). Pero es también una energía divina que ilumina y mueve poderosamente al hombre. Por ella podemos negar el pecado del mundo y vivir santamente (Tit 2,11-13). Por ella Cristo nos asiste, comunicándonos sobreabundantemente su Espíritu (Jn 10,10; 15,5; 20,22; Rm 5,20; Ef 1,8; Flp 4,19). En la gracia, nuestra debilidad se hace fuerza (2 Cor 12,9-10; Flp 4,13). Ella es también una energía estable que potencia para ciertas misiones y ministerios (Rm 1,5; 1 Cor 12,1-11; Ef 4,7-12).
La gracia santificante
La gracia es una cualidad sobrenatural inherente a nuestra alma que, en Cristo y por la comunicación del Espíritu Santo, nos da una participación física y formal, aunque análoga y accidental, de la misma naturaleza de Dios. Consideremos separadamente algunos aspectos de este gran misterio.
La gracia increada es Dios mismo en cuanto que se nos autocomunica por amor, y habita en nosotros como en un templo. La gracia creada, en cambio, es un don creado, físico, permanente, que Dios nos concede, y que sobrenaturaliza nuestra naturaleza humana. La gracia increada, Dios en nosotros, es siempre la fuente única de la gracia creada; y sin ésta, la inhabitación es imposible. Por eso son inseparables, como se expresa en la liturgia: «Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios y sinceros de corazón, concédenos vivir de tal modo la vida de la gracia que merezcamos tenerte siempre con nosotros» (Or. dom.IV t. ordinario).
La gracia es vida en Cristo. Tenemos acceso a la vida de la gracia si nos unimos a Cristo y permanecemos en él (Jn 15,1-8; 1 Cor 12,12s; Trento 1547: Dz 1524). Cristo, en cuanto hombre, está «lleno de gracia y de verdad; y de su plenitud recibimos todos» (Jn 1,14.16). Santo Tomás enseña que «el alma de Cristo poseyó la gracia en toda su plenitud. Esta eminencia de su gracia es la que le capacita para comunicar su gracia a los demás; en ello consiste precisamente la gracia capital. Por tanto, es esencialmente la misma la gracia personal que justifica el alma de Cristo y la gracia que le pertenece como cabeza de la Iglesia y principio justificador de los demás» (STh III,8,5). Esta es, pues, la grandeza infinita de la sagrada humanidad de Jesucristo: «Toda la humanidad de Cristo, tanto su alma como su cuerpo, influye en los hombres, en sus almas y en sus cuerpos: principalmente en sus almas y secundariamente en sus cuerpos» (8,2).
La gracia es un don creado, por el que Dios sana y eleva al hombre a un vida sobrenatural. Es don creado, sobrenaturalmente producido por Dios, distinto de las Personas divinas que habitan en el justo. Es gracia sanante, que cura al hombre del pecado, y elevante, que implica un cambio cualitativo y ascendente, un paso de la vida meramente natural a la sobrenatural. Implica, pues, un cambio no sólo en el obrar, sino antes y también en el ser. Cedamos de nuevo la palabra a Santo Tomás:
«La voluntad humana se mueve por el bien que preexiste en las cosas [y así las ama en la medida en que aprecia en ellas el bien]; de ahí que el amor del hombre no produce totalmente la bondad de la cosa, sino que la presupone en parte o en todo». En cambio el amor de Dios produce todo el bien que hay en la criatura. Ahora bien, en Dios «hay un amor común [el de la creación], por el que 'ama todo lo que existe' (Sab 11,25), y en razón de ese amor da Dios el ser natural a las cosas creadas. Y hay también en él otro amor especial [el de la gracia] por el que levanta la criatura racional por encima de su naturaleza, para que participe en el bien divino. Cuando se dice simplemente que Dios ama a alguien, nos referimos a esta clase de amor, pues en él Dios puramente quiere para la criatura el Bien eterno, que es él mismo. Así pues, al decir que el hombre posee la gracia de Dios, decimos que hay en el hombre algo sobrenatural procedente de Dios» (STh I-II,110,1).
La gracia santificante es inherente al alma, y de verdad renueva interiormente al hombre, destruyendo en él realmente el mal del pecado. Lutero enseñaba que el hombre pecador al recibir la gracia, recibía una justificación externa, meramente declarativa; como si el hombre, continuando pecador, fuera cubierto por el manto de la misericordia de Cristo, y fuese así declarado justo ante Dios («homo simul peccator et iustus»). Pero no es ésta la fe de la Iglesia. Dios no declara a nadie justo sin hacerlo justo al mismo tiempo, pues su Palabra, Jesucristo, es verdadera, y eficaz para santificar (Trento: Dz 1561).
Un hombre, amaestrando a su perro, puede enseñarle a realizar algunas acciones semejantes a los actos humanos, pero en realidad no serán sino movimientos animales. Para que el perro pudiera realizar actos humanos tendría que recibir una participación en el espíritu del hombre. Y entonces sí, con esa elevación ontológica podría alcanzar una verdadera amistad con su dueño. Pues bien, Dios no se ha limitado en Cristo a dar al hombre una capacidad de realizar actos semejantes a los propios de la vida divina, sino que le ha comunicado su mismo Espíritu, le ha dado vida divina, capacidad real de actos sobrenaturales, para introducirle realmente en su amistad.
Nótese que si la gracia de Cristo no diera tanto al hombre, entonces los actos del cristiano: o serían naturales, y no tendrían proporción al fin sobrenatural del hombre, o serían sobrenaturales, pero en forma totalmente pasiva, sin ser realmente actos humanos, pues no procederían de un hábito operativo inherente al hombre. Hay que creer, por tanto, de verdad que Dios por la gracia de Cristo ha hecho una «criatura nueva» (2 Cor 5,17; Gál 6,15), ha recreado «hombres nuevos» (Col 3,10; Ef 2,15), «celestiales» (1 Cor 15,47), que son los cristianos.
La gracia nos hace hijos de Dios. «Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios, y lo seamos» (1 Jn 3,1). El Padre, por Cristo, nos comunica el Espíritu Santo, que nos hace hijos en el Hijo (Rm 8,14-17). De este modo nos es dado realmente volver a nacer (Jn 3,3-6), nacer de Dios (1,12), participar de la naturaleza divina (2 Pe 1,4).
La gracia nos hace capaces de mérito. Actos meritorios, saludables o salvíficos, son aquellos que el hombre realiza bajo el influjo de la gracia de Dios, y que por eso mismo son gratos a Dios. Los actos buenos del pecador son imperfectamente salvíficos, y le disponen a recibir la gracia santificante. Pero los actos hechos por el hombre que está en gracia de Dios, merecen premio de vida eterna. Y es que «se considera el precio de sus obras según la dignidad de la gracia, por la cual el hombre, hecho consorte de la naturaleza divina, es adoptado como hijo de Dios, al cual se debe la herencia por el mismo derecho nacido de la adopción, según aquello de «si somos hijos, también herederos» (Rm 8,17)» (STh I-II,114,3).
Gracia, virtudes y dones
La fe de la Iglesia nos enseña que la persona humana resulta de la unión sustancial de alma y cuerpo (Vien. 1312, Lat.V 1513: Dz 902, 1440; GS 14a). El alma no es inmediatamente operativa; para obrar necesita las potencias -razón y voluntad-, que en la concepción tomista se diferencian realmente del alma y entre sí (STh I,77,1-6). Es interesante ver cómo Santa Teresa, mujer «sin letras», ajena a estos temas discutidos en teologia, confirma la doctrina tomista: «Me parece que el alma es diferente cosa de las potencias, y que no es todo una cosa; hay tantas y tan delicadas en lo interior, que sería atrevimiento ponerme yo a declararlas» (7 Moradas 1,12).
Pues bien, como enseña Santo Tomás, «la gracia, en sí considerada, perfecciona la esencia del alma, participándole cierta semejanza con el ser de Dios. Y así como de la esencia del alma fluyen sus potencias, así de la gracia fluyen a las potencias del alma ciertas perfecciones que llamamos virtudes y dones, y así las potencias se perfeccionan en orden a sus actos» sobrenaturales (STh III,62,2).
He aquí la explicación teológica: «No es conveniente que Dios provea en menor grado a los que ama para comunicarles el bien sobrenatural, que a las criaturas a las que sólo comunica el bien natural. Ahora bien, a las criaturas naturales las provee de tal manera que no se limita a moverlas a los actos naturales, sino que también les facilita ciertas formas y virtudes, que son principios de actos, para que por ellas se inclinen a aquel movimiento; y de esta forma, los actos a que son movidas por Dios se hacen connaturales y fáciles a esas criaturas. Con mucha mayor razón, pues, infunde a aquellos que mueve a conseguir el bien sobrenatural y eterno ciertas formas o cualidades sobrenaturales [virtudes y dones] para que, según ellas, sean movidos por él suave y prontamente a la consecución de ese bien eterno» (STh I-II,110,2).
Virtudes
Las virtudes sobrenaturales son hábitos operativos infundidos por la gracia de Dios en las potencias del alma, y que las dispone a obrar según la razón iluminada por la fe y según la voluntad fortalecida por la caridad. Son como músculos espirituales, que Dios pone en el hombre, para que éste pueda realizar los actos propios de la vida sobrenatural al «modo humano» -con la ayuda de la gracia, claro está-. Unas de estas virtudes son teologales -fe, esperanza y caridad-, otras son virtudes morales.
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miércoles 20 de octubre de 2010
Oración Carmelitana
Oración metódica en el Carmelo
por Luis Fernando Figari
No es la intención de estos apuntes discutir la validez de los métodos de oración. Hay que reconocer, sin embargo, que el hombre hodierno, en la medida que es testigo de un mundo que se sumerge más y más en la técnica, donde la organización societaria, en muchas zonas del globo, parece apuntar a un avasallar inmisericorde de la persona en una opción sociocéntrica que ante nada se detiene, parecería rechazar, desde su subjetividad humana, todo lo que parece preceptuado, regulado, controlado, en un afán, quizás, de conservar el propio control sobre sí. Con mayor insistencia parece presentarse tal fenómeno en el mundo de la vida interior, en la esfera de la oración, donde la sencillez y la espontaneidad son consideradas por muchos como requisitos de una libertad que por doquier se percibe amenazada.
Paradójicamente, las sociedades avanzadas del Primer Mundo, muestran un resquebrajamiento atomizante de la vida social, donde, desde la soledad angustiante, la persona salta a la masificación más exhuberante, donde la individualidad personal parece disolverse en comportamientos regidos por la psicología de las masas.
Algo semejante ocurre en relación a la realidad interior de las personas, y no sólo en el Primer Mundo, sino también en ese empobrecido sector de nuestro planeta que llamamos Tercer Mundo. Mientras se ignoran las bases de la propia tradición, en el caso concreto de América Latina: el cristianismo, sectores sensibles al llamado de la interioridad buscan respuestas a su hambre interior recurriendo a rígidos y sofisticados métodos o sistemas provenientes de la India, Japón e incluso el Tibet, cuando no se refugian en corrientes sincréticas esotéricas, o en ritos chamanistas, o sincretismos inspirados en cultos africanos. Una verdadera minoría conoce o 'descubre' los métodos de oración surgidos en la historia cristiana. Sin embargo, en el transcurrir de la historia del Pueblo de Dios han surgido muchísimos métodos de oración, y aún hoy siguen apareciendo. Unos con mayor fortuna que otros. Hay tantos y diversos métodos como tipos de personas, carácter, temperamento; y es que los métodos aparecen como respuesta a las necesidades de las personas, de las vocaciones que en la historia de la Iglesia han ido surgiendo; aparecen como medios para facilitar la respuesta del ser humano concreto al Plan de Dios.
Reflexionando sobre las dos paradójicas realidades señaladas, bien cabe concluir que la ignorancia de los métodos cristianos puede ser una de las causas que alientan el recurso de no pocos a fuentes ajenas a la propia identidad religiosa. ¿Por qué no hacer una divulgación de los mismos, aun cuando no sea todo lo perfecta e ideal? A ese objetivo responde esta aproximación a los métodos de oración carmelitas.

El Carmelo
Los carmelitas son una de las órdenes cuyo desarrollo muestra no pocas sorpresas: desde la leyenda que los vincula nada menos que con el profeta Elías, y el hecho cierto de la presencia de ermitaños en el Monte Carmelo hacia el siglo V, hasta el origen histórico en tiempos de las Cruzadas del grupo de eremitas que con San Bartoldo (m.c. 1195) se establecen cerca de la llamada fuente de Elías, en las vecindades de Haifa. Vinculándose a antiguas tradiciones que se inspiraban en la figura de Elías, desde sus orígenes asumen el ideal contemplativo que veían en el profeta. Alrededor de 1209, ya dirigidos por San Brocardo (m. 1231), el pequeño grupo obtiene de San Alberto Avogadro 9v. (1149-1241), Patriarca de Jerusalén, una regla cuya nota más saltante es el eremitismo. Desde esos lejanos tiempos María fue el centro de la vida de la comunidad carmelita, constituyendo la devoción a la Virgen junto con la aspiración contemplativa notas saltantes del Carmelo.
Para el 18 de mayo de 1291, cuando cae San Juan de Acre ante el avance sarraceno, los monasterios carmelitas en Tierra Santa han desaparecido totalmente. Unos cincuenta años antes los eremitas del Monte Carmelo se han lanzado a una diáspora europea que encuentra su momento decisivo en 1247, en Inglaterra, con el Primer Capítulo General reunido en Aylesford (Kent). Ahí se produce lo que se ha considerado como una segunda fundación. En aquella ocasión se promulgan las hoy desaparecidas primeras Constituciones, siguiendo pocos meses después la modificación y mitigación de la Regla de San Alberto, proceso que culminará con la transformación definitiva en religiosos mendicantes de los antiguos eremitas.

Las reformas
Amplia difusión y no menos decadencia siguen con los años. La historia del Carmelo durante los siglos XV y XVIII es también la de una sucesión de reformas orientadas cada vez a rescatar el espíritu de una observancia más estricta, perdido por diversas circunstancias. Algunas de estas reformas permanecen en la estructura de la Antigua Orden, otras configuran nuevas jurisdicciones, y en un caso nace una orden independiente, los Carmelitas Descalzos.
Desde los inicios del siglo XV van suscitándose aires de reforma que encuentran eco en Italia, en la región toscana. Años después, en 1456 el 'Decreto de las casas reformadas' del Beato Juan Soreth (1394-1471) marca el inicio de los esfuerzos por la reforma general. Los santos reformadores, Teresa de Avila (1515-1582) y Juan de la Cruz (1542-1591), constituyen un extraordinario ejemplo del afán de vivir el espíritu primitivo. Tras las huellas de la vigorosa Reforma Teresiana, que se separó de la Antigua Observancia en 1593, bajo el impulso de Felipe Thibault (1572-1638) aparece la reforma Turonense (1604), que desde el Convento de Rennes, en Francia, se extendió ampliamente por diversos países, llegando a sellar con su impronta de estricta observancia a toda la Antigua Orden del Carmen.

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martes 19 de octubre de 2010
La Oracion, y Novena, de San Juan Ma. Vianney

Tomado de Jaime Gea Ortigas, en su pagina web: 'Devocionario Catolico'.
San Juan María Vianney
'Santo cura de Ars'_____
Nació en 1786 en Dardilly, cerca de Lyon, de una familia de campesinos muy humilde. De poca aptitud para los estudios (fue rechazado en el seminario) logró ordenarse sacerdote gracias al apoyo constante del párroco de Balley. Sin embargo durante tres años no obtuvo el permiso de sus superiores para poder confesar. Nombrado párroco de Ars, un pueblo de apenas trescientos habitantes, desplegó un celo sobrehumano en la cura pastoral de sus feligreses alejados de la iglesia y en las miles de almas que acudían a él atraídos por su fama de santidad y vida austera. Tras cuarenta y dos años dedicados de forma incansable a la predicación de la palabra, la penitencia (dedicaba más de diez horas al día al confesionario) y la caridad con los pobres, murió en 1859. Fue beatificado en 1905 por Pío X y declarado santo en 1925 por Pío XI. Es el patrono de los párrocos. Su fiesta se celebra el 4 de agosto.

*****
Oración
¡Oh tipo acabado del pastor de almas! El supremo jerarca de la Iglesia Pío XI te declaró patrón de todo el clero secular. Mira desde el cielo a esta porción de la Iglesia, para que, estando ella a la altura de su misión, ceda su altísimo ministerio en mayor gloria de Dios y bien del rebaño de Jesucristo.

Que es la Oracion?

1. 'La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Criador'. (Sermón sobre la oración).
2. 'Con la oración todo lo podéis, sois dueños, por decirlo así, del querer de Dios'.(Sermón sobre la perseverancia).
3. 'La oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad'. (Sermón sobre la oración).
4. 'Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal'. (Sermón sobre la oración).
5. 'Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar'. (Sermón sobre la perseverancia).
6. '¡Cuántas veces venimos a la iglesia sin saber a qué venimos ni qué queremos pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se sabe muy bien por qué uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: «Vengo a decirte dos palabras para cumplir contigo...». Con frecuencia pienso que, cuando venimos a adorar a nuestro Señor, conseguiríamos todo lo que quisiéramos, con tal de pedirle con fe viva y un corazón puro'. (Sobre la oración).
7. 'Nuestras oraciones han de ser hechas con confianza, y con una esperanza firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo supliquemos debidamente'. (Sermón sobre la oración).
8. 'Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación'.(Sermón sobre la oración).
9.Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas que sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos (Sermón sobre la oración).
10. 'La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la perseverancia. Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que
pedimos'. (Sermón sobre la oración).


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lunes 18 de octubre de 2010
The Work and Witness of the Holy Spirit and of Christ's Holy Catholic Church Are Inseparable
review by G. Parker
Manning, Henry Edward. The Temporal Mission of the Holy Ghost : or, Reason and Revelation / by Henry Edward [Manning]. -- Fourth ed. [i.e. printing]. -- London : Burns & Oates, [1890], t.p. 1892. -- xx, 260 p.

Note: I have described just, above, the book as I have it in my personal collection. There have been reprints, of whatever edition or printing, over the years of Manning's interesting work. One which is readily available is a new one (2010) from Nabu Press (Charleston, S.C.), ISBN 978-1-14861283-6.

Henry Edward Cardinal Manning, the great Nineteenth Century English Catholic convert and ecclesiastic, held the Catholic Church's doctrines regarding the Holy Ghost (Holy Spirit) very much in the forefront of his theological thinking. It is not that Cardinal Manning was some sort of proto-charismatic Catholic, which, of course, he was not; attributing 'charismaticism' to him, in any event, would be an anachronism. However, Manning frequently dwelt on the Holy Spirit in his preaching, much of which was published, and in his other writings. (Perhaps the other most signal aspect of Manning's work was his concern for the poor and for workers, Cardinal Manning's social conscience being quite attuned to that of Pope Leo XIII, the great pioneer of social reform, in the modern sense, among popes.) In this particular study of the work of the Holy Spirit, The Temporal Mission of the Holy Ghost, Manning primarily emphasises work of God the Holy Ghost work in assuring the truth of revelation and the preservation from error of the twin sources of that Divine Revelation, i.e. of the Holy Scriptures of the New and Old Testaments, the Holy Tradition of the Catholic Church, and its Infallible teaching office, the Magisterium, resulting in the error-free teachings of the authoritative decrees of Oecumenical Councils and of the Papacy, as well, of course, as the Oecumenical Creeds. Needless to say, Cardinal Manning along the way sharply contests and refutes Protestant errors, especially those of the Anglicanism which he had professed earlier in life before his notable conversion, and he rejects the logic of unbelief, rebuking the impiety and lack of credibility of both.
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viernes 15 de octubre de 2010
Centering Prayer: Catholic Meditation or Occult Meditation?








Centering Prayer
Catholic Meditation or Occult Meditation?
from The Cross and the Veil
A Critique of M. Basil Pennington's article, Centering Prayer, taken from The Contemplative Prayer Online Magazine.
The following quotes are taken from the above on-line magazine and illustrate the typical errors that have entered the Catholic contemplative tradition through various techniques derived, however innocently, from a mixture of Buddhist meditative practice (which ensures dissociation of the spirit from the body in order to achieved enlightenment) and kundalini yogic practice (which unleashes the occult magic of Kali, the destroyer goddess). This technique, known as Centering Prayer (CP), has been in vogue since the 1970's. Thomas Keating, a Cistercian priest, monk, and abbot in Colorado, is the founder of the Centering Prayer Movement. Father Pennington, another teacher of this technique, is called a 'master of centering prayer' on the web site.
CP devotees claim it to be a revival of ancient meditative practice, referring to it as a new version of the practice of ejaculatory mental prayer wherein contemplatives practiced the presence of God by repeating simple sacred words or sentences such as 'Jesus, I love you'.
Far from simple or sacred, CP is a codified technique which constructs a psychological and spiritual state of awareness designed to unleash unconscious forces and which typically encourages a narcissistic turning-inward and pre-occupation with self awareness, consciousness-raising and the achieving of preternatural experiences.







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miércoles 13 de octubre de 2010
A Closer Look at Centering Prayer
by Margaret A. Feaster, from Catholic Culture

In my research on the New Age which I did for the past ten years, I found that it is not Christian contemplation and that this type of prayer is not recommended by Pope John Paul II, Cardinal Ratzinger, The Catechism of the Catholic Church, or St. Teresa of Avila. There have also been warnings from Johnnette Benkovic on EWTN (Mother Angelica's Network). Johnnette has a program called 'Living His Life Abundantly', and has had a series on the New Age. She has also written a book called, The New Age Counterfeit, and devotes one chapter to the problems of Centering Prayer (CP). She identifies it as being the same as Transcendental Meditation (TM) which is tied to Hinduism.The Centering Prayer Movement has become very popular in Catholic circles today. People sign up for it in retreat centers, in workshops, and sometimes in their own parish. These people believe it to be authentic Christian contemplative prayer practiced by the saints. Is it really Christian contemplation?
What is Centering Prayer?
Centering prayer, as taught by Fr. Basil Pennington and Fr. Thomas Keating, is a method of prayer that is supposed to lead a person into contemplation. It is supposed to be done for twenty minutes in the morning and twenty minutes in the evening. The person chooses a sacred word. He tries to ignore all thoughts and feelings, letting them go by as boats going down a stream. When the thoughts keep coming back, the person returns to the sacred word. The goal is to keep practicing until ALL THOUGHTS AND FEELINGS DISAPPEAR. Fr. Keating says in Open Mind, Open Heart, 'All thoughts pass if you wait long enough.'1 A person then reaches a state of pure consciousness or a mental void. The thinking process is suspended. This technique is supposed to put them into direct contact with God. The idea is to go to the center of your being to find the True Self. This process is supposed to dismantle the False Self, which is supposedly the result of the emotional baggage we carry.
Fr. Thomas Keating is a monk, priest, and abbot of St. Benedict's Monastery in Snowmass, Col. and is the founder of the Centering Prayer movement. He has written four books. Fr. Basil Pennington is a Trappist monk at St. Joseph's Abbey in Spencer, Mass. He has written over thirty books, some of which are on Centering Prayer. Some of the concepts in their books are similar to New Age beliefs and practices.
What are New Age Beliefs?
New Agers borrow many of their beliefs from Hinduism. They believe that we are all connected to an impersonal energy force, which is god, and we are part of this god. This god-energy flows into each one of us; so we too are god. (This is the heresy of pantheism, condemned by the Church at the First Vatican Council). They think because we are god, we can create our own reality, experience our own god-power. This awareness of our godselves is called god-consciousness, super-consciousness, Christ-consciousness, pure-consciousness, unity consciousness, or self-realization. To reach this awareness, New Agers use mantras or yoga to go into altered levels of consciousness to discover their own divinity. They look inside to find their True Self or Higher Self — to find wisdom and knowledge since the True Self or Higher Self is god.
They address god as the Source, the Divine Energy, the Divine Love Energy, or the Great Universal Intelligence. The goal of New Agers is to usher in a new age of peace, harmony and unity. They hope that all mankind will come to 'god consciousness,' which is the awareness that they are god. The complete definition on the New Age by Fr. Mitch Pacwa is as follows: 'The New Age Movement is highly eclectic, borrowing ideas and practices from many sources. Meditation techniques from Hinduism, Zen, Sufism, and Native American religions are mixed with humanistic psychology, occultism, and modern physics.'2 There is a scripture in Col. 2:4-8, that warns us against this pitfall. It states, 'I tell you this so that no one may delude you with specious arguments . . . See to it that no one deceives you through any empty philosophy that follows mere human traditions, a philosophy based on cosmic powers rather than on Christ.'
How do New Age Beliefs Compare to Centering Prayer?
In CP, people are taught to use a prayer word or sacred word to empty the mind. (Fr. Keating says it is not a mantra; but if it is used to rid the mind of all thoughts and feelings, then it does the same thing as a mantra). The goal is to reach a mental void or pure consciousness in order to find God at the center. Pure consciousness is an altered level of consciousness. This is exactly what the Hindus and Buddhists do to reach god-consciousness or pure consciousness. This is also similar to what actress Shirley MacLaine does to go into an altered level of consciousness and discover her Divine Center or Higher Self, which is her divinity.
What are the Similarities Between CP and TM?
Johnnette Benkovic has interviewed people on her show and in her book who have done both CP and TM. They claim it is basically the same. The only difference would be that in TM the mantras are names of Hindu gods, and in CP the sacred word is usually Jesus, God, peace, or love. Fr. Finbarr Flanagan, who was involved in both CP and TM says CP is TM in a Christian dress. He says Fr. Pennington has endorsed TM '. . .without hesitation.'3 Let's look at the similarities:
1) Both CP and TM use a 20-minute meditation.
2) Both CP and TM use a mantra to erase all thoughts and feelings.
3) Both CP and TM teach that in this meditation you pick up vibrations.
4) Both CP and TM claim that this meditation will give you more peace and less tension.
5) Both CP and TM teach you how to reach a mental void or altered level of consciousness.
6) Both CP and TM have the common goal of finding your god-center.
In regard to vibrations, Fr. Keating says, 'As you go to a deeper level of reality, you begin to pick up vibrations that were there all the time but not perceived.'4 Fr. Pennington also speaks of '. . . physical vibrations that are helpful'5 (Vibrations are common TM, New Age language.) Using mantras and reaching a mental void are also New Age, not Catholic. In fact, reaching a mental void is described in the Catechism as an erroneous notion of prayer (#2726).







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