Queridos hermanos:
Preocupado por toda la maldad que hoy vivimos, en la que ya no podemos ni salir a la calle por miedo a ser agredidos, a encontrarnos en medio de un tiroteo, a ser secuestrados, nosotros o alguno de nuestro seres queridos, me puse a orar y descubro, viendo en el Antiguo Testamento, que la situación de nuestro mundo es muy similar a la que vivía el Pueblo de Dios antes de cada una de sus grandes crisis en las que, como dice 1 Sam 12, 9-10, Dios había entregado a su pueblo a merced de sus enemigos.
Hoy, ante un mundo de cristianos que ha abandonado a Dios, que ya no ora, que no va a misa, que no se confiesa y tampoco comulga, que vive arrojado a los brazos de la mundanidad y de la indiferencia religiosa, me parecería escuchar de nuevo a Dios, como 1 Samuel, diciendo: “los he entregado en manos de sus enemigos”.
Hermanos, hoy nuestros enemigos no son los Amorreos, ni los Jebuseos, ni los Hititas o los Filisteos; hoy en México, y en prácticamente todo el mundo, estos enemigos son: la delincuencia organizada, los secuestradores, los terroristas, etc., que bajo diferentes nombres y formas destruyen al pueblo de Dios. Ellos, como en el Antiguo Testamento, son quienes están amenazando con destruir nuestra familia y con ella nuestra sociedad y la paz.
Es por ello que retraigo para ustedes la invitación de Dios a cambiar:
“Si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.” (2 Cr 7, 14)
Es, pues, tiempo de cambiar y regresar a Dios.
Al mismo tiempo, a recordar el poder intercesor de Moisés, que con su oración hizo que cambiara Dios de su intención de destruir a su Pueblo que se había apartado de él para irse con los falsos dioses (Ex 32, 7-10).
Pensando en que un sólo hombre, lleno del Espíritu Santo, logró conmover a Dios, si todos nosotros nos ponemos también en la Brecha (Ez 22, 30), estoy seguro que Dios nos librará de nuestros enemigos y podremos regresar a la paz y a la seguridad en nuestras familias y en nuestra sociedad.
Con esta idea en mi corazón, quiero invitarlos a unirnos en oración todos los Jueves, a la hora que puedas, o si no puedes ese día el día que puedas, orando con la oración que he preparado para este fin y que puedes descargar aquí o solicitarla en tamaño de bolsillo.
Así mismo, que invites a todos tus amigos y conocidos a que se unan a este frente de oración y de intercesión ante Dios nuestro Señor, para reconocer nuestro pecado y regresar a él, pidiendo al Dador de Todas las gracias, a Aquel que nos ha rescatado, al Aquel que mora en nuestros corazones, que nos libre de nuestros enemigos y nos devuelva la paz en nuestras calles y ciudades.
Sé parte de este esfuerzo y regístrate como un orante de la brecha. El compromiso es orar al menos una vez a la semana esta oración.
Les mando mi bendición.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Ernesto María, Sac.
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