sábado, 8 de enero de 2011

Consultas de Psicoanálisis Grupo Cero

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SEXTA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS
6 02 2009

La tristeza del insomne de Amelia Diez

La tristeza del insomne de Amelia Díez

Jorge no tenía en el bolsillo secreto de su chaqueta los datos de la empresa que hubiera querido visitar antes de ir a su sesión, así que decidió sentarse en la cafetería a la que acostumbraba ir cuando era adolescente y que estaba sólo a 200 metros de la consulta de su psicoanalista. Su sorpresa fue cuando comprobó que ya no era aquella cafetería, pero aún fue mayor cuando comprobó que el bar minimalista que parecía un cubo perfecto en todas sus direcciones, largo, alto y ancho, todavía ofrecía su cerveza australiana favorita, y no sólo eso, el mismo camarero, con el mismo aspecto y los mismos andares característicos, salvo su pelo blanco y dos leves cicatrices en la frente, se acercaba a su mesa, y le recordaba.









CAMARERO: ¡Don Jorge…qué sorpresa..!

JORGE: ¿Por qué me llamas don, si la última vez que nos vimos me llamabas Jorge?

CAMARERO: Bueno, por un trauma que sufrí ya hace un año…

JORGE: ¿Un trauma..? ¿Qué término es ése para hablar de ti, qué quieres decir con trauma?

CAMARERO: Hace un año vino Don Mariano, ¿recuerdas?, tu compañero de colegio…

JORGE: ¿Mi amigo del colegio….Mariano Cancedo?

CAMARERO: Sí, ese mismo. Me saludó muy amable, y cuando le llamé Mariano, me agarró por los hombros, inmovilizándome, y me dijo: “lo cortés no quita lo valiente”, y todavía continuó, “hay personas que nacen en la cuna y no se sabe dónde morirán”. Me quedé en tan mal estado desde entonces que ya he tenido tres accidentes de moto. Eso sí he salido casi ileso de las tres, sin embargo he dejado en el camino a tres mutilados.

JORGE: ¿Mutilados?

CAMARERO: Sí, los tres hombres, más o menos de la misma edad, -y deteniéndose- más o menos de tu edad.

JORGE: ¡De la edad de Mariano, vamos, no me digas más!.

CAMARERO: No me digas eso…, hay que verlo para creerlo, siempre pagan justos por pecadores…

JORGE: Bueno, pues para de hacer injusticias, acepta que en el mundo hay diferentes personas, no todos somos Mariano.

CAMARERO: Tienes razón, también hay Jorges.

JORGE: Bueno, será mejor que tengas una mirada un poco más múltiple, ni única ni dual, vamos ni sólo papá ni sólo mamá, pero tampoco sólo papá y mamá.

CAMARERO: Gracias Jorge, gracias hermano.

JORGE: ¡Ya estás de nuevo!. Ten en cuenta que con los hermanos también tenemos sentimientos contradictorios.

CAMARERO: ¿Pareces un psicólogo?

JORGE: No exactamente, soy un psicoanalista.

Llaman al camarero desde otra mesa interrumpiendo la conversación y cuando Jorge mira la hora decide ir caminando hasta la consulta de su psicoanalista.

Cuando llega, toca el timbre, su psicoanalista le abre la puerta, y cuando se tumba en el diván comienza a hablar.

JORGE: No sé, no entiendo porqué, pero hoy me he hecho pasar por usted…bueno, no por usted, por un psicoanalista…en realidad no quería hablar de mí con esa persona, así que cuando tuve una oportunidad de ocultarme, lo hice…Lo sorprendente es que fue el otro el que me lo sugirió….hay veces que uno no miente, es el otro el que lo requiere, lo exige, lo impone, lo desea, lo…lo…

PSICOANALISTA: Parece que está un poco neutro.

JORGE: Lo que estoy es neutralizado por una empresa que quiere quedarse con parte del campo del Real Madrid y me lo quiere cambiar por una parte del Atlético de Madrid….no sé qué pensará usted, pero sólo me refiero a un trabajo para estas empresas..

PSICOANALISTA: ¿Y usted qué pensaba?

JORGE: Pensaba que usted pensaría que me estaba pavoneando, parecían palabras de un empresario de alto standing y lo soy, pero no tanto.

PSICOANALISTA: ¿No tanto como quién?

JORGE: Esto del psicoanálisis parece magia o adivinación…

PSICOANALISTA: Tal vez lo que pasa es que le gusta negar el trabajo.

JORGE: Sí, mi trabajo siempre me parece mucho y el de los demás, sobre todo el de mi hermano, siempre me parece un paseo. Me refería a mi hermano, no sé cómo hace que siempre me saca ventaja…o será porque es mi hermano mayor. Con su trabajo no me pasa, doctor, su trabajo me parece… que sería el que me gustaría para mí…hoy hice una interpretación… una pequeña interpretación…pequeña, sí… pero puede que haya salvado a varios hombres de acabar mutilados… ¿Entiende, doctor?, muti-la-dos.

PSICOANALISTA: ¿Qué quiere que entienda, que terminó con las dos sesiones, y que ahora tiene tres?

JORGE: Muti, muda, la dos, la dos quedó muda o me mudé de la dos, ¡ja,ja,ja! Uno siempre dice otra cosa que lo que dice, ¡es increíble!, si no le pasa a uno, claro está. Se tendría que analizar todo el mundo, lo tendría que cubrir la seguridad social….si fuera así se analizaría todo el mundo. Aunque gratis…tampoco es suficiente…algo se tiene que necesitar, querer o desear… o las tres cosas. ¿entiende lo que quiero decir, doctor?

PSICOANALISTA: Yo ya me he enterado de que tiene tres sesiones, le tengo en mi agenda tres veces por semana, ahora es usted el que las tiene que hacer. ¿Continuamos la próxima?.

JORGE: Sí, claro, no entiendo porqué me lo pregunta…no me lo diga… es para que sepa que vengo por mi deseo.

Jorge sonreía con complicidad cuando se despidió del psicoanalista en la puerta. Se fue pensando si su psicoanalista también interpretaría a los camareros.



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UN NUEVO CONTINENTE – EL PSICOANÁLISIS
3 02 2009

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Cuadro: Pájaros en la montañas de Miguel Menassa

VUELVO PORQUE VOLVER ES MI FUNCIÓN

Hoy hablaré de un nuevo continente que, como todo nuevo continente, debe todavía concluir su producción y que, por otra parte, no puede, todavía dar cuenta de sí mismo. Un continente que antes de pensar en su autonomía, tuvo que padecer, para poder ser aceptado en la comunidad de continentes, de todos los imperialismos imperantes. Desde la medicina hasta la poesía. Pasando por la estupidez y la magia y en algunos territorios, también, la policía luchó en contra de cualquier crecimiento desmedido de este nuevo continente.

Estamos hablando del psicoanálisis, aparentemente una cosa tan individual, tan de diván y, sin embargo, poderosos sistemas sociales se oponen a su socialización.

¿No es acaso, la propia familia del loco, la que retira al paciente del tratamiento, aduciendo que los cambios que el psicoanálisis requiere en la familia entera, para que el paciente cure, son demasiados cambios y que es preferible que internemos al enfermo y con algunas pastillas para los nervios, seguimos tirando y dejamos a la familia tranquila?

¿No es acaso la democrática Universidad que impide de mil maneras la enseñanza metódica, en sus aulas, de esta nueva disciplina del hombre?

¿No es acaso, el cuarto poder, la prensa, que selecciona de tal manera los hechos psicoanalíticos, que por ejemplo, para algunos diarios madrileños; es mejor hacer karate para curarse las enfermedades mentales que psicoanalizarse. Según notas aparecidas en estos periódicos, el psicoanálisis sería algo parecido al alcohol y a la heroína? La pregunta sería, ¿quién no reprime el psicoanálisis?

¿No son acaso las instituciones psicoanalíticas, internacionales o no, que interrumpen el psicoanálisis de sus miembros, porque, la política no lo permite?

Y si nos preguntáramos ahora, quién le teme al psicoanálisis? Podríamos responder, en general, todos.

Más difícil nos ha de resultar, responder a la pregunta de por qué se le teme al psicoanálisis. Y aquí, debemos saberlo, el miedo tocará toda reflexión.

A- Si el psicoanálisis es, como venimos tratando de mostrar, una ciencia nueva de un objeto nuevo, no le alcanzará para desarrollarse, tener poder, sino, más bien, poder transformar los modos de apropiación del objeto del cual se trate. El investigador queda implicado en la operación, mucho más de lo que se suponía, ya que no habría psicoanálisis sin el deseo del psicoanalista. El investigador deberá saber, ahora, que toda producción no llevará, como se dice, la marca de su personalidad, sino la de su deseo inconsciente. Pero recién hemos hablado del deseo inconsciente, que no es el psicoanálisis ni mucho menos como se piensa, a veces, que el deseo inconsciente es el aparato psíquico.

El deseo inconsciente es el vector que en el tiempo producido por el concepto de aparato psíquico (que es una compleja articulación de instancias) roza asintóticamente su realización y su muerte. Sin conseguir nunca, ni realizar, ni morir; ya que realización y muerte, son sinónimos, cuando se trata de poner fin al mecanismo que sostiene en vida al aparato.

Una presencia que por su persistencia, termina siendo invisible para nosotros mismos, es decir, actúa en nosotros como una ausencia. Y por otro lado, una ausencia, que de tan ausente, se hace presencia nítida y así, como realidad objetiva actúa sobre nosotros.

Hasta aquí temo al psicoanálisis, porque el primer requisito que se me impone para ser ciudadano de semejante país, es aceptar la incertidumbre, como un estado natural dentro del territorio y en lugar de huir o matar, como nos venía enseñando la familia y, por qué no decirlo, también, el Estado; habrá que ponerse a conversar. Y conversar no es cualquier cosa, sino que es, en la precisión de un diálogo donde se conversa. Y la precisión de un diálogo, no es otra cosa que la determinación teórica que impone a ese concepto de la técnica psicoanalítica, que sea de una manera y de ninguna otra: Él hablará a nadie y menos que menos, al analista.

El Otro hablará para nadie y menos que menos, para el analizado.

Diálogo que ofrece como única garantía: que alguien hablará, él u Otro, pero nunca nadie sabrá quién habla, ni a quién habla.

Si, ahora soy capaz de aceptar esta incertidumbre, en lugar de los riesgos que me ofrece la carretera, el paracaidismo o las cantinas, donde uno puede emborracharse hasta morirse, entonces estamos en condiciones de comenzar.

B- Si soñar, soñamos todos, y trabajando los sueños, Freud produce la teoría del inconsciente, todos, aún no queriéndolo, tenemos nuestra propia vida implicada en el descubrimiento. Por lo tanto, temo por segunda vez al psicoanálisis, cuando después de haberme pedido que, para pensarlo, debía abandonar mi razón, que por otra parte, era mi razón de ser, me pide ahora, como requisito indispensable, para rozar ese saber, no sabido en mí, que modifique mi propia vida. Es decir, que cambie de mis relaciones con los otros, las pequeñas mezquindades, los eternos rituales, sin prometerme nada a cambio sino que simplemente, me prometerá aquello que temo: una transformación. Por lo tanto, temo lo que el psicoanálisis en su transmisión, me requiere, psicoanalizarme.

C- Y si fuera poco motivo de temor, tener que haber modificado los fundamentos que permitían, no sólo, la supremacía de la razón, sino el equilibrio de la misma. Si además de tener que modificar mi propia vida, mis propios sentimientos, el psicoanálisis me da miedo y ésta es la tercera vez: porque por ley de su práctica técnica, impone a la mujer, algo que nadie antes le había impuesto, a pesar del extenso dominio que se ejerce sobre ella. Y es aquí, donde deberíamos detenernos, para contemplar atónitos la verdadera subversión que produce el psicoanálisis, generando un hecho, por primera vez, en la historia de la humanidad contemporánea, que modificará con el tiempo el destino de las civilizaciones, por lo menos, occidentales.

Lo que tengo que decir y si es con tantos rodeos, ha de ser, porque este punto es donde se concentran mis resistencias. Temo por tercera vez, porque la mujer tendrá como obligación hablar y escribir y temo más aún, cuando reconozco, que quien obliga a la mujer por primera vez en su historia como mujer, a hablar y escribir, no es otro, que el psicoanálisis.

Y para que no me confundan con ningún fanatismo de moda, diré que el psicoanálisis, todavía, no ha triunfado sobre nada. Ni siquiera sobre lo que debería ser materia prima y deseo de su desarrollo revolucionario, la mujer. Y es aquí, donde por lo menos renunció Lacan. Ya que todo aquel que haya transitado la práctica psicoanalítica, sabe perfectamente, que hacer hablar a una mujer, es tan difícil y, a veces, tan imposible, como hacer hablar a la poesía.



Miguel Menassa

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Categorías : psicoanálisis y poesía
ENCONTRAR ES MEJOR QUE BUSCAR, PSICOANALISIS Y VIDA COTIDIANA
1 02 2009

la senorita del a libreria

La señorita de la librería de Miguel Menassa

PSICOANÁLISIS Y VIDA COTIDIANA

Repasando, junto con ustedes, que la teoría del valor puede llegar a dar cuenta de los modos en que el hombre es sujetado, como producto-efecto de las relaciones de producción, a una posición social.

Y el hombre, el famoso hombre, deja de ser sencillamente un hombre en general, para transformarse en un burgués; en un trabajador, en un pequeño burgués, es decir un intelectual; en un pequeño trabajador, es decir un lumpen, un marginado. Sin embargo, desarrollos posteriores teórico-técnicos, y ciertos fracasos en estos desarrollos, mostraron a la teoría del valor impotente para dar cuenta de los modos de dos producciones que llamaremos universales.

Producciones que llamamos universales por haberse comprobado su existencia en diferentes tipos de sociedades humanas y sus modos han permanecido inalterables a pesar de los infinitos cambios que se produjeron en la familia, el estado y los modos de producción.

Y cuáles -habremos de preguntarnos- son esas maravillas. Y para responder, utilizaremos algo muy convincente, por ejemplo, un pie de página de casi todas las ediciones de El Capital, donde Marx revela no saber absolutamente nada ni del amor ni de la poesía.

Había un hombre -estaba claro- que se le escapaba a la teoría del valor. La teoría del valor -quedaba claro- carecía por ser ella misma otra cosa, de una teoría del sujeto psíquico, es decir, carecía del instrumento para poder determinar el hecho de que la poesía y el amor no tienen fronteras.

Los practicantes de la teoría del valor, practicaron mal entre otras cosas, por no disponer de instrumentos apropiados de lectura de fenómenos “humanos” que escapaban a la teoría del valor y su práctica. Como ejemplo, y para que esto resulte cotidiano, diré que lo cotidiano era lo que se le escapaba a la teoría del valor.

¿Cómo es posible que después de tantas guerras, tantas muertes, tantas transformaciones, tantas iniquidades, tanta valentía, aún odiemos y amemos como nuestros antepasados? ¿Cómo es posible que aún seamos envidiosos, torpes, personales, individualistas, avaros, déspotas? ¿Cómo es posible que la codicia anide en nuestro ser, cómo es posible que todavía aniden en nuestro ser, la voluntad de poder, el ansia de matar, morir? Quiero decir ¿cómo es posible desear, amar a esa mujer después de tanto?

Seguramente, algún poeta ruso se habrá suicidado al compás de estas preguntas inauditas. Maiacovsky me lo dijo al oído, considerando que yo también soy un poeta: “Me mato porque Stalin no sabe nada del amor, me mato porque el pueblo, tampoco puede con mis versos”.

Miguel Menassa

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QUINTA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS
30 01 2009
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Cuadro: Siete vidas. Miguel Menassa www.momgallery.com
El psicoanalista abrió la puerta y Jorge observó que llevaba un elegante abrigo negro, un paraguas del mismo color y se podía percibir una bufanda de tonos verdosos rozando levemente su largo cuello. Jorge pensó, “vestido así parece más alto”.
PSICOANALISTA: Hola, ¿qué hace usted aquí?
JORGE: Espero a que llegue mi hora, contestó sorprendido y un poco enfadado.
PSICOANALISTA: ¿Su hora? ¿Qué hora…la de su muerte?
JORGE: ¡No! ¡Vaya cosas que me dice!, la hora de mi sesión, evidentemente.
PSICOANALISTA: ¡Cómo la hora de su sesión! . Por cierto, yo no digo cosas, digo palabras.
JORGE: Bueno, doctor, lo pensaré, gracias por la interpretación, las palabras son palabras y las cosas son cosas. Pero lo que está claro es que usted me dio hora para hoy, jueves, a las 11.30.
PSICOANALISTA: Las palabras son el tiempo de las cosas, las cosas son muy diversas, hay cosas que son objetos materiales y hay cosas abstractas, eso como mínimo. Pero lo que está más claro aún, es que hoy es miércoles y no jueves, como dice usted.
JORGE: ¡Qué horror!
PSICOANALISTA: Si a padecer de procesos inconscientes le llama horror, no sé cómo llamará al horror verdadero.
JORGE: Seguro que ha sido porque llevo varias sesiones pensando en la cuestión de la identidad sexual..
PSICOANALISTA: ¡Está seguro de ello!, pues si también está seguro de la identidad, sí que tiene un problema, sólo el otro está seguro de lo que uno es, pero uno mismo no puede estar seguro, también los significantes pueden suponernos sexuados, además saberse sexuado es suficiente, preguntarse por la identidad sexual ya es un síntoma, y como el síntoma habla, habrá que escuchar de qué se trata en su caso. Nos vemos mañana , a su hora.
JORGE: Acabo de perder toda mi seguridad, he entrado en un alto grado de confusión, usted ha hecho que nada sea como yo esperaba.
PSICOANALISTA: No, usted es el que ha cometido un acto fallido, yo sólo se lo he comunicado.
JORGE: Pero me ha dicho que es suficiente con saberse sexuado, como todos, y que preguntarse si deseo ser hombre o mujer es un síntoma.
PSICOANALISTA: No parece tan confundido, ni tan inseguro, más bien sabe aprovechar las conversaciones con los otros.
JORGE: Usted no es un otro, usted es mi psicoanalista.
PSICOANALISTA: Si yo fuera sólo su psicoanalista, no me contrataría nadie más, ni siquiera usted me habría podido contratar. Yo sólo trabajo para usted el tiempo contratado, sólo compra mi fuerza de trabajo, no me ha comprado a mí .
JORGE: Tal vez hoy me tocaba aprender esto, me toca contratar tres empleados más para mi empresa y tengo acordadas 10 entrevistas.
PSICOANALISTA: ¿Hoy o mañana?
JORGE: No, ha sido un olvido selectivo y preciso, para todo lo demás hoy es miércoles.
PSICOANALISTA: Bueno, tiene permiso para pagarme esta sesión.
JORGE: Gracias doctor, solamente venía para contratar mi tercera sesión semanal, gracias por atenderme.
PSICOANALISTA: Continuamos la próxima.
JORGE: Es increíble esto del psicoanálisis, lo importante no es el sillón o el diván sino el paciente y el psicoanalsita. Hasta la próxima, hasta mañana a las 11.30.
Jorge se quedó mirando como se alejaba su psicoanalista con una sensación de haber logrado algo, una satisfacción recorrió su cuerpo y comenzó a caminar pensando “tal vez las cosas más importantes se hagan sin participación de la conciencia, tal vez el inconsciente sea un aliado en lugar de un enemigo, como yo pensaba antes de comenzar este análisis”

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CUARTA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS
29 01 2009
Interestelar. Miguel Menassa. www.momgallery.com

Interestelar. Miguel Menassa. www.momgallery.com

Jorge intentaba no escuchar detrás de la puerta pero sus intentos no ganaban a sus deseos de saber qué y cómo hablaba su psicoanalista cuando él no estaba presente.
PSICOANALISTA: De acuerdo, entonces el viernes a las 12. Un saludo
VOZ DESCONOCIDA: A mí hace mucho tiempo que no me llama ningún paciente.
PSICOANALISTA: Pero, alguien le llamará.
VOZ DESCONOCIDA: ¿Qué quiere decir, que me llaman y yo no contesto? Eso no es así, a mí sólo me llama gente que me pregunta por los honorarios, por la diferencia entre psicología, psiquiatría y psicoanálisis, etc. Sólo me preguntan por los inconvenientes, en cambio, lo acabo de ver, a usted le llaman para pedirle un horario.
PSICOANALISTA: A lo mejor, yo estoy de acuerdo con psicoanalizarme y usted todavía tiene inconvenientes.
VOZ DESCONOCIDA: ¿Quiere decir que si yo cambio también cambiaran los pacientes que me llaman? ¡Uy! Eso que decía que no me llamaban…claro porque espero que me llamen de una manera determinada..
PSICOANALISTA: Tal vez, como usted llamó.
VOZ DESCONOCIDA: Sí, yo había tardado dos años en decidirme, pero cuando le llamé lo hice como si la decisión la hubiera tomado en ese momento. Recuerdo que le dije que quería analizarme y que me diera hora.
PSICOANALISTA: Bueno, ya tiene la hora, nos vemos la próxima.
VOZ DESCONOCIDA: ¡Ja,Ja! Ahora llevo dos años y parece que estoy por comenzar.
PSICOANALISTA: Es como la vida misma…todo comienza hoy.
La puerta se abrió y ante los ojos de Jorge apareció lo esperado. Se puso a un lado para ceder el paso, dijo un hola, y entró sin más preámbulos.
Cuando se tumbó en el diván el psicoanalista todavía no había llegado.
JORGE: Hoy llega tarde usted.., ya sabe que la sesión comienza cada vez.. ¿he entendido bien? ¿no? ¿esto será para el paciente y para el psicoanalista? ¿no es así?. Y hablando de otra cosa, ayer viendo un reportaje que hablaban de Alex de la Iglesia y de una periodista corresponsal en el extranjero, iban haciendo una entrevista paralela y al final hacían que se encontraran, pero lo que más me llamó la atención es que Alex piensa que porque hace películas de entretenimiento no trasmite ideología, ¡qué ingenuidad! Ya se lo había escuchado a otros directores de cine, hablan de una no intención como si no fuera una intención, la verdad es que tener la intención de no tener otra intención que entretener ya es una intención, pero en fin, no lo reconocen… además entretener quiere decir tener entre…
PSICOANALISTA: ¿Tal vez, usted escuchó detrás de la puerta aunque tenía la intención de no escuchar?.
JORGE: Sí, siempre nos creemos mejores que los demás, más mejores o menos mejores, aunque sea más humildes, con menos intenciones… la corresponsal era diferente, estaba más implicada… el paciente anterior sí que estaba implicado con el psicoanálisis, ya es psicoanalista ¿no?
PSICOANALISTA:Sí, trabajo de psicoanalista desde hace más de 10 años.
JORGE: Me gustaría poder conversar como usted..o como un director de cine, no recuerdo su nombre, que decía que el discurso de sus personajes no era forzosamente el de su película. Sí, lo que se dice no sólo se dice con palabras, se muestra con los personajes, también está lo que se dice entre palabras. ¿Ha visto una película que se llama ¿Infidelidad? ?, en ella se puede ver que se trata de la puntuación, porque hasta la interrogacción ya indica que una infidelidad no es sólo porque lo parezca, y después es toda una manera de pensar las relaciones entre las personas, ya sean las relaciones amorosas, las relaciones amistosas….lo nuestro doctor ¿qué tipo de relación es? ¿qué es usted para mí? ¿qué es usted para mí? ¿No me dice nada?
PSICOANALISTA : A mí me parece que yo para usted soy un psicoanalista y usted para mí es un paciente.
JORGE: Eso está claro, pero el psicoanalista que usted es para mí no lo es para ningún otro paciente, y el paciente que yo soy para usted no lo soy como ningún otro paciente.
PSICOANALISTA: Sí, nadie es idéntico ni a sí mismo. Continuamos la próxima.
JORGE: Hoy no nos ha molestado ningún otro paciente.
PSICOANALISTA: ¿Le parece que ha sido una molestia terminar la sesión?.
JORGE: No, me parece bien, tal vez era yo el que quería molestarlo…para ser diferente.
PSICOANALISTA: Ya somos diferentes, ahora se trata de ser alguna otra cosa.
Jorge salió con una sonrisa y no se dio cuenta que había una mujer en la puerta hasta que tropezó con ella. Pidió perdón atropelladamente y se fue pensando “¿cómo sería ser paciente del doctor siendo una mujer?”



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TERCERA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS
28 01 2009
La barca del olvido. Miguel Menassa. www.momgallery.com

La barca del olvido. Miguel Menassa. www.momgallery.com

Esta vez, Jorge, se tumbó en el diván con parsimonia, se tomó unos minutos de silencio y comenzó a hablar como si fuera su primera vez.

JORGE: Usted no sabe que yo trabajo para muchas empresas, desde aeropuertos, hospitales, fundaciones, campos de fútbol, digamos grandes empresas, hasta pequeñas empresas…Las cosas nunca son como uno las imagina, por ejemplo, imaginaba que me encontraría con ese paciente…

PSICOANALISTA: Parece que no se había imaginado como paciente de psicoanálisis.

JORGE: La verdad es que me gusta más competir y ganar que trabajar…¿se ha dado cuenta?… ya quería competir con alguno de sus pacientes…sí, tal vez pueda competir conmigo mismo y hacerme más competente…aunque yo soy… en lo mío…estoy entre los mejores.

PSICOANALISTA: Tal vez por eso quiera competir …en el campo de los otros.

JORGE: ¿Usted cree que quiero competir con usted?

PSICOANALISTA: Buenos, eso lo ha dicho usted.

JORGE: Puede ser, a mí me gusta competir con todos los que de alguna manera están en alguna relación conmigo… vamos que siempre me mido con los demás…¡ja,ja,ja!, mi amigo el que se psicoanaliza con usted, no quiero decir su nombre para que usted no se confunda, ¿sabe?

PSICOANALISTA: Yo ya estoy confundido, no es necesario que se preocupe.

JORGE: ¡Qué chistoso que es usted! No me diga nada, ésta es mi sesión y según mi amigo es toda para mí, ¡ah! lo que quería decir es que mi amigo me diría que siempre “me la mido”…debe ser porque, a pesar de que todas las mujeres dicen que no, yo creo que la tengo pequeña, o al menos está igual desde que cumplí los 15.

PSICOANALISTA: Todas las mujeres…

JORGE: Por qué me dice eso, no me cree, o es porque he dicho todas y sólo son algunas, bueno, qué quisquillosos que son los psicoanalistas, me refería a las mujeres que han estado conmigo.

PSICOANALISTA: Me parece que usted no sabe si yo estoy con usted o si usted está conmigo.

JORGE: Las mujeres que han estado conmigo no sé si estaban, pero tampoco sé si yo he estado con ellas… bueno, aquí es diferente…, hay un contrato, yo pago para que usted esté conmigo, y yo estoy con usted porque pago….no me haga pensar…esta es una relación económica y comercial…nadie está con nadie….como las relaciones amorosas… son relaciones en las que nadie está con nadie, auqnue estén juntos….sabe que llevaba viviendo con la misma mujer desde hacía 15 años, hasta que pasó lo que pasó….todavía no puedo hablar de ello…tal vez…tal vez…

PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?

JORGE: ¿Cuándo? ¿Pueden ser dos sesiones por semana, el mismo día de la semana, algo así como las dos sesiones de hoy?

PSICOANALISTA: De acuerdo, le espero la próxima.

JORGE: ¿Por qué me dice que me va a esperar, es que no cree que venga? ¡Ah, es cierto, no podré venir al primer horario! ¿Puede darme hora… para mañana?

Suena el timbre muy suavemente.

JORGE: ¡Qué delicado!

Acuerdan el próximo encuentro y Jorge va precipitadamente hacia la puerta. Cuando la puerta se abre no hay nadie.

JORGE: Éste si que no quiere ver la cara de ningún otro paciente…se creerá único…¡ja,ja!

PSICOANALISTA: Sólo madre hay una sola, aunque en cada familia, y en cada uno, de todo lo demás siempre hay más de uno.

JORGE: Quiere decir que cuando queremos que una relación sea única es que queremos una relación maternal…

PSICOANALISTA: Hasta la próxima

JORGE: Hasta la próxima

Jorge entró en el ascensor y observó la sombra del próximo paciente, se quedó pensando que le hubiera gustado saber si era hombre o mujer.

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Etiquetas: consulta de psicoanálisis, psicoanalista, psicoanálisis, sésión
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LAS REVISTAS LAS 2001 NOCHES (POESÍA) Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA (PSICOANÁLISIS) CUMPLEN SU NÚMERO 100 Y PASAN A SER VIRTUALES
27 01 2009



Las revistas Las 2001 Noches (Revista de poesía con más de 400 poetas publicados) y Extensión Universitaria (Revista de Psicoanálisis), de difusión gratuita impresa hasta ahora, cumplen su número 100. Les informamos que a partir de este momento pasan a ser revistas virtuales, las podrán ver en Internet en las siguientes direcciones:

http://www.extensionuniversitaria.com/



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http://www.las2001noches.com

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SEGUNDA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS
23 01 2009
Miguel Menassa, de la mano del amor. www.momgallery.com

Miguel Menassa, de la mano del amor. www.momgallery.com

Jorge se mantenía firme frente a la puerta, aunque hacía más de 10 minutos que esperaba, sin dudar ni de su psicoanalista ni de sí mismo. La puerta se abrió y aparecieron su psicoanalista y otro hombre, que intentaba salir, mientras el cuerpo de Jorge se lo impedía con movimientos paralelos a los suyos. Cuando Jorge detuvo sus movimientos y quedó a un lado de la puerta, el otro hombre salió.
JORGE: No me esperaba que hoy precisamente me hiciera esperar y encima que en mi horario atendiera a otras personas. Caminaba con parsimonia y sin volverse a mirar a su psicoanalista, que seguía sus pasos, continuó. ¿No me dice nada? Y sin esperar respuesta alguna, tumbándose en el diván, mejor no me diga nada, no me gustan las excusas. Hace un silencio mientras hace un gesto como que mira el reloj, ayer llegué tarde al trabajo… bueno en realidad llegué demasiado pronto… tenía que tomar una decisión …y todavía no la he tomado.
PSICOANALISTA: Tal vez la decisión que no ha tomado es la de analizarse.
JORGE: Usted no sabe a lo que me dedico, pero decidir si trabajo o no para una empresa de la competencia es muy fuerte… bueno en realidad es de la competencia de uno de mis mejores clientes, claro que el trabajo que yo hago ni hace ni deshace, no da ventaja a ninguna de las empresas… no entiendo porqué no me he decidio antes… tampoco era tan complicado… Por cierto, quería hacerle una pregunta, ¿me puedo analizar con usted siendo como es el psicoanalista de uno de mis mejores amigos?. -Y sin detenerse- Bueno usted como yo podrá trabajar para dos clientes diferentes ¿no es así?
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Eso quiere decir que sí.
Se levanta con agilidad del diván, mira detenidamente la hora y se sorprende:
JORGE: Pero si todavía no es mi hora…. pero si he llegado una hora antes…pero cómo ha podido ocurrir….cómo no me avisó… bueno si usted me ha atendido es que no está mal … será que deseaba analizarme con usted y quería saber si me aceptaba… ¿no le parece?
Suena el timbre insistentemente.
PSICOANALISTA: Si hoy desea otra sesión puede venir a su hora.
JORGE: Ese sí que es impaciente…vaya manera de timbrar. Nos vemos en media hora.
PSICOANALISTA: Hasta la próxima
Jorge se apresura hacia la puerta de salida, tiende su mano hacia el psicoanalista y éste se la estrecha.
Cuando la puerta se abre hay un hombre joven a unos cinco metros de distancia de la puerta que mira hacia otro lado mientras espera que se despidan.
Jorge aprovecha su discreción para observarle y piensa “menuda sorpresa se va a llevar cuando me vuelva a ver cuando salga de su sesión”.

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Etiquetas: PSICOANALISTA PSICOANÁLISIS SESIONES DEPRESIÓN
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PRIMERA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS
22 01 2009

Miguel Oscar Menassa www.momgallery.com
Miguel Oscar Menassa www.momgallery.com



Jorge se tumbó en el diván evitando dirigir su mirada hacia el psicoanalista, lo cual hacía parecer su figura de 1,85 un poco más rígida que la rigidez que lo acompañaba desde su más tierna adolescencia. Había llegado casi corriendo por el largo pasillo que había tenido que recorrer perseguido, a su parecer, más que seguido por aquel extraño que era, por ahora, su psicoanalista.

JORGE: No sé qué hago aquí.
PSICOANALISTA: ¿Se refiere a qué hace en el mundo de los vivos?
JORGE: No, me refiero a haberme encontrado con usted.
PSICOANALISTA: ¿Haberse encontrado…? ¿por qué dice eso, acaso estaba perdido?
JORGE: No, estoy perdido de tanto perder. No puedo dejar de pensar en todas las personas que he perdido y en todos los seres queridos que perderé.
PSICOANALISTA: Parece que usted nunca pierde, siempre pierden los otros.
JORGE: Con ella, he perdido mi vida. Antes de conocerla, para mí vivir era un juego, después cuidar mi vida, para ella, fue mi única misión.
PSICOANALISTA: ¿Cuidaste tu vida o la entregaste?
JORGE: Bueno, quise cambiar de vida y comencé dejando a mis amigos, más tarde fui abandonando mis ideales, en definitiva he dejado de vivir para mí para vivir para ella.
PSICOANALISTA: Parece que cuando te encontraste con ella le dijiste que tu mayor goce era el abandono…
JORGE: ¿Usted siempre tutea a sus pacientes o sólo me turea a mí? -Y sin esperar respuesta alguna prosiguió sin dilación-. Puede ser que usted tenga razón, siempre hice muchas cosas, y aunque nunca abandoné ninguna siempre las hice pensando en abandonar, eso hacia que me sintiese libre. ¿Y usted qué va a hacer por mí?
PSICOANALISTA: Si usted lo desea, puedo invitarle a abandonarse en las palabras.
JORGE: Fui abandonado tantas veces, he perdido tanto…
PSICOANALISTA: ¿Ha conseguido que nadie le perdiera a usted?.
JORGE: Me habría podido perder pero no hubo oportunidad. Es cierto que durante la relación me angustiaba cuando me surgía el pensamiento de que me podía perder. “Me puede perder”, “me puede perder”, era una frase que se imponía en mi pensamiento, hasta que entraba en angustia. Ahora sólo quiero salir de esta situación.
PSICOANALISTA: El verdadero problema no es perder al otro sino que el otro pueda perdernos, no es que el otro sea mortal, que al otro no lo voy a ver más, sino que nosotros seamos mortales, que el otro no nos vea más.
JORGE: Quisiera matarla por haberme hecho esto.
PSICOANALISTA: ¿Se refiere a que le ha hecho comenzar este psicoanálisis?
JORGE: ¡Es sorprendente, sólo podía pensar en matarme y ahora estoy pensando en matarla!, más aún, ¡estoy pensando en sustituirla!. ¡Esta vez seré otro!.
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Si usted me acepta…, esto del psicoanálisis me parece más fácil que suicidarme

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INTERPRETACIÓN II
21 01 2009

dali

Un síntoma anonadado por su propia presencia se hará palabra. Un resto animal en el hombre, antes del psicoanálisis, inconmovible, podrá ahora, después del nacimiento del psicoanálisis, acceder a humana presencia. Toda ciencia es ciencia de una ideología. Toda palabra es muerte de una cosa. Todo saber finalización de una ilusión. Y es en el campo de la ilusión donde la ideología asienta su trono, y es en el límite de la certeza sensible hasta donde llega su poder. Y serán sus instrumentos, entonces, todo lo que en el hombre pueda captar sensiblemente lo real, es decir, todo lo que el hombre pueda registrar como real cuando mira, cuando toca, cuando piensa en soledad. La ideología es el tiempo donde el hombre reconoce y desconoce a la vez las determinaciones de lo que le toca padecer como reconocimiento. Conocer parece ser otra cosa que sentir, parece ser otra cosa que ver, parece ser otra cosa que reconocer.

Conocer será interpretar lo reconocido, más que para alcanzar otro nivel de comprensión, para transformar lo visto y tocado (lo reconocido) en otra cosa. Porque la interpretación no está en los hechos, sino que los hechos sólo existen después de ser interpretados. Y sólo existen para transformarse en otros hechos, ya que la cadena significante no dejará de fluir. Porque si esto aconteciera, no habría de ser la interpretación una interpretación psicoanalítica. Si esto ocurre, podemos decir finalmente que alguien teme por las palabras que tendremos que llegar a pronunciar. Y que en todos los casos serán palabras que tendrán que ver con nosotros, porque del hombre sólo temo las palabras que de él me otorgan una medida de lo humano.

Y si ha quedado claro lo que debería ser una interpretación, no ha quedado clara la posibilidad de su fundamento o, para decirlo de otra manera, el fundamento de su verdad.

Y esto no es otra cosa que lo que brinda el trabajo teórico, el descentramiento acerca de la cuestión, para poder decir de ese vacío que reina en mí, cuando estoy unido a la cosa por los lazos de la ideología, que no son otra cosa que los lazos con los cuales, como científico, ato mi vida al mundo de los hombres. Pasaje espectacular, que sólo podrá ser nombrado por fuera de la casa donde se produce la ruptura. Es decir, si lo que se rompe, se rompe también en mí, no deberé estar en la cosa para nombrarla. Parecería ser como si el hombre es en estos últimos siglos tuviera que determinar un centro del sistema que nunca es él. Como si haberse podido descentar para separarse de la cosa, para transformar el ábaco en la ley de los números naturales lo llevaran en todos estos descubrimientos a hablar de un sistema en el cual el hombre, por hombre, está excéntrico de él.

No es él, el hombre, el que determina las mallas de sus relaciones sociales, no es el hombre el que elige los modos de vida dentro de su inscripción social, él es elegido por el sistema social. No es el hombre, no soy yo e que decido las palabras que he escrito, ni las palabras que pronuncio frente a ustedes, sino que es él, el Otro, el que a mí me falta, el inconsciente, donde se generan estos pensamientos.

Antes de 1900 el pasado existía como determinante y lo que antes era un simple desplazamiento en el cuerpo de la paciente que Freud describía fenomenológicamente con la palabra desplazamiento, después de 1900 tiene detrás de sí el concepto de transferencia, es decir, la movilización de una carga de una representación a otra representación, por lo tanto un desplazamiento que veía, y hasta podía tocar, desconocía cuáles eran sus fundamentos estructurales de producción.

Es con “La interpretación de los sueños” que Freud pone no un límite vivencial, no un límite ideológico, no un límite de los sentidos a la interpretación onírica, sino un límite teórico y se llama ombligo del sueño. Cuando se llega allí se detiene la interpretación psicoanalítica, no es que el psicoanalista tenga ganas de seguir o que el paciente quiera recuperar lo que no pudo. Lo real inconsciente es imposible.

Que la técnica sea la transferencia y la asociación libre querrá decir que lo que se promoverá será la asociación libre y que la transferencia acontecerá siempre como resistencia a la asociación libre. El psicoanálisis comienza más allá de la transferencia, antes es el psicoanálisis de la transferencia, y el psicoanálisis de la transferencia es el psicoanálisis de las resistencias al psicoanálisis.

Si para conseguir formular el objeto teórico tuve que descentrarme, es decir, tuve que ser un otro de mi conciencia, cuando tengo que interpretar tengo que ser un otro de mí en tanto lo que tengo que interpretar tiene que ser para el paciente, el deseo del Otro, el deseo de su propio inconsciente y no del mío, querrá decir que cuando interpreto yo no tengo deseos, a menos que mi deseo sea ser la función, es decir, interpretar. No es la afectividad del psicoanalista la que determina, ni el grado de enfermedad, ni el tratamiento, ni la cura, ni el alta, es la teoría. Momento teórico, entonces, donde habrá que dejar de interpretar y esto no por la finitud del incosnciente, sino por los límites impuestos por la teoría psicoanalítica al sujeto.

Habíamos dicho que la ciencia es lo posible de ser determinado, un punto minúsculo, una visión estrecha del mundo. Que el psicoanalista sea la ciencia del sujeto tampoco le da derecho de transformarse en una visión del mundo, en tanto ciencia.

Sin embargo esta operación de descentramiento que permite transformar la ceguera de la ideología en claridad simbólica no puede, aunque lo intente, terminar con la ideología. Puede, eso sí, interpretarla, rectificarla y hasta transformarla, pero no puede terminar con ella, porque ella es la propia vida del sujeto. Y la propia vida de los sujetos se desarrolla en el campo de la carne, campo infinito y cambiante, ya que cuando determinamos algo en el campo del cuerpo no es para precisar su muerte sino, tan sólo, su transformación. Y es así como un espacio de tiempo después del descubrimiento, y como del hombre se trata, hablamos de lo que hablamos, volveremos a sentir celos, envidia, egoísmo o cualquier otra tontería, que son esos sentimientos llamados humanos, reconociéndolos y en su real dimensión apasionada, en nuestro cuerpo y en nuestra propia vida, y sin embargo desconociendo no sólo la estructura que hace posible en cada sentimiento una verdad, sino también desconociendo los mecanismos de que dicha estructura se vale para realizar el trabajo de transformación.

A esto lo denominamos trabajo inconsciente, cuyo único destino es transformar el deseo inconsciente en verdad para posibilitar su expresión.

Y ahí donde el síntoma impera como verdad y como verdad impera la palabra, los actos fallidos, el chiste, los sueños, la ciencia, la locura, la poesía, allí es donde se inicia ahora un nuevo trabajo, que será el trabajo del psicoanálisis (no ya del inconsciente) el que, desde los efectos últimos de aquel otro trabajo, construirá ahora teóricamente la estructura determinante de dichos efectos. El hombre no tiene del incosnciente sino sus efectos, ya que su inconsciente no está en él, sino en la palabra del otro. Palabra que no lleva debajo su imagen iconográficamente representada, sino que lleva debajo otra palabra, que tampoco sabe nada de ella, sino en la reunión con otras palabras.

Cadena significante, donde el sujeto es, no lo que recorre la cadena, sino el que con su propia vida como sujeto, la funda. Y sé que nunca sabré el significado de las palabras que pronucié, si no soy capaz, si no me atrevo a pronunciar otra palabra y otra y aún otra más, porque como humano debo saber que, para lo humano, no hay último sentido.

MIGUEL OSCAR MENASSA


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