viernes, 11 de marzo de 2011

Miércoles DE CENIZA: hay que IR a MISA. Lecturas 09 de Marzo de 2011 - Evangelio del día | Grupos de Google

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Miércoles DE CENIZA: hay que IR a MISA. Lecturas 09 de Marzo de 2011
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De: 'http:// www.iesvs.org'
Fecha: Tue, 8 Mar 2011 10:24:20 -0300
Local: Mart 8 mar 2011 14:24
Asunto: Miércoles DE CENIZA: hay que IR a MISA. Lecturas 09 de Marzo de 2011
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Divina Misericordia†

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
'Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará'.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

† Misal

Miércoles de Ceniza

Cuando se procede a la bendición e imposición de la ceniza sin celebrar Misa, es conveniente hacerlo con una celebración de la Palabra, usando los textos propuestos para la Misa de este día. No se dice 'Gloria'.

Antífona de Entrada

Señor, tú te compadeces de todos y no odias nada de lo que has hecho; cierras los ojos a los pecados de los seres humanos para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.

Oración Colecta

Oremos:
Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Enluten su corazón y no sus vestidos

Lectura del libro del profeta Joel 2, 12-18

Esto dice el Señor:
'Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor, Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia. Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros y nos deje una bendición, que haga posibles las ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios.
Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo,
santifiquen la reunión, junten a los ancianos, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo:
'Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?''
Y el Señor se llenó de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 50

Misericordia, Señor, hemos pecado

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Devuélveme tu salvación que regocija y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Segunda Lectura

Aprovechen este tiempo favorable para reconciliarse con Dios

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20-21; 6, 1-2

Hermanos: Somos embajadores de Cristo y, por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo 'pecado' por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos.
Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto.
Porque el Señor dice: 'En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te socorrí'. Pues bien, éste es el tiempo favorable; éste es el día de la salvación.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: 'No endurezcan su corazón'.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
'Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará'.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

No se dice 'Credo'.

Bendición de la Ceniza

Después de la homilía, el celebrante procede a la bendición de la ceniza, y dice la siguiente oración:

Hermanos: Pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta ceniza, que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.
(Breve oración en silencio).

Después prosigue:
Tú que no quieres la muerte del pecador, sino su arrepentimiento, escucha, Señor, con bondad nuestras súplicas y bendice (†) esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en reconocimiento de que somos polvo y al polvo hemos de volver, a fin de que el ejercicio de la penitencia cuaresmal nos obtenga el perdón de los pecados y una vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Y en silencio asperja con agua bendita las cenizas.

Imposición de la Ceniza

El celebrante puede usar cualquiera de las dos fórmulas propuestas:
1. Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver.
2. Arrepiéntete y cree en el Evangelio.

Mientras se impone la ceniza se canta:

Antífona
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no cierres la boca de aquéllos que te alaban.

Antífona
Cambiemos nuestro vestido por la ceniza y el cilicio; ayunemos y oremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados.

Antífona
Borra mi culpa, Señor.

Puede cantarse también otro cántico apropiado. Acabada la imposición de la ceniza, el celebrante se lava las manos.

Oración de los Fieles

Celebrante:
Con la Iglesia penitente, que sigue las huellas de Cristo, modelo de una nueva humanidad, dirijamos al Padre nuestra humilde y perseverante oración:

Respondemos: Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que el rito de la ceniza, que inaugura el camino cuaresmal, nos recuerde a todos que formamos parte de la Iglesia santa, pero siempre necesitada de penitencia, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que nuestra comunidad una a la oración y a la penitencia el dinamismo de la caridad fraterna, y todo aquello que se quite al egoísmo se transforme en ayuda concreta a los pobres y marginados, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que todos los seres humanos adviertan la exigencia de renovarse en la mentalidad y en las obras, y sepan reaccionar con firmeza contra la falta de compromiso moral y social, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que los enfermos y los que sufren se sientan, más que nunca, en el centro de la comunidad que ora y lucha contra el mal, y se encamina en la esperanza hacia la victoria pascual, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que los discípulos del Señor, iluminados por la Sagrada Escritura, purificados por el sacramento del perdón y fortalecidos con el pan de la vida, testimonien que el Reino de Dios es alegría y paz en el Espíritu, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Celebrante:
Oh Dios, rico en misericordia, danos la alegría de sentirnos salvados y guíanos con la fuerza de tu Espíritu a la gran fiesta que tú preparas a los hijos pródigos que vuelven a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, y concédenos que por medio de las obras de caridad y penitencia, venzamos nuestros vicios y, libres de pecado, podamos unirnos mejor a la pasión de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Prefacio

Los frutos de la penitencia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenadas; y, al darnos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados, nos haces imitadores de tu generosidad.
Por eso,
con todos los ángeles y todos los coros celestiales, te glorificamos y te aclamamos cantando humildemente tu alabanza:

Antífona de la Comunión

El que medita la ley del Señor día y noche, dará fruto a su tiempo.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que esta comunión abra, Señor, nuestro corazón a la justicia y a la caridad, para que observemos el único ayuno que tú quieres y que conduce a nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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† Meditación diaria

Cuaresma. Miércoles de Ceniza

CONVERSIóN Y PENITENCIA

— Fomentar la conversión del corazón, especialmente durante este tiempo.

— Obras de penitencia: Confesión frecuente, mortificación, limosna...

— La Cuaresma, un tiempo para acercarnos más al Señor.

I. Comienza la Cuaresma, tiempo de penitencia y de renovación interior para preparar la Pascua del Señor1. La liturgia de la Iglesia nos invita sin cesar a purificar nuestra alma y a recomenzar de nuevo.

Dice el Señor Todopoderoso: Convertíos a mí de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones, no las vestiduras, convertíos al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso...2, leemos en la Primera lectura de la Misa de hoy. Y, en el momento de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas, el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado original: Memento homo, quia pulvis es... Acuérdate, hombre, de que eres polvo y en polvo te has de convertir3.

Memento homo... Acuérdate... Y, sin embargo, a veces olvidamos que sin el Señor no somos nada. “De la grandeza del hombre no queda, sin Dios, más que este montoncito de polvo, en un plato, a un extremo del altar, en este Miércoles de Ceniza, con el que la Iglesia nos marca en la frente como con nuestra propia substancia”4.

Quiere el Señor que nos despeguemos de las cosas de la tierra para volvernos a Él, y que dejemos el pecado, que envejece y mata, y retornemos a la Fuente de la Vida y de la alegría: “Jesucristo mismo es la gracia más sublime de toda la Cuaresma. Es Él mismo quien se presenta ante nosotros en la sencillez admirable del Evangelio”5.

Volver el corazón a Dios, convertirnos, significa estar dispuestos a poner todos los medios para vivir como Él espera que vivamos, ser sinceros con nosotros mismos, no intentar servir a dos señores6, amar a Dios con toda el alma y alejar de nuestra vida cualquier pecado deliberado. Y eso, en medio de las circunstancias de trabajo, salud, familia, etc., propias de cada cual.

Jesús busca en nosotros un corazón contrito conocedor de sus faltas y pecados y dispuesto a eliminarlos. Os acordaréis de vuestros malos caminos, de vuestros días que no fueron buenos...7. El Señor desea un dolor sincero de los pecados, que se manifestará ante todo en la Confesión sacramental, y también en pequeñas obras de mortificación y penitencia hechas por amor: “Convertirse quiere decir para nosotros buscar de nuevo el perdón y la fuerza de Dios en el Sacramento de la reconciliación y así volver a empezar siempre, avanzar cada día”8.

Para fomentar nuestra contrición la Iglesia nos propone, en la liturgia del día de hoy, el Salmo en que el Rey David expresó su arrepentimiento y con el que tantos santos han suplicado perdón al Señor. También nos ayuda a nosotros en estos momentos de oración: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, le decimos a Jesús.

Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti solo pequé.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme, no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

El Señor nos atenderá si en el día de hoy le repetimos de corazón, a modo de jaculatoria: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

II. La verdadera conversión se manifiesta en la conducta. Los deseos de mejorar se han de expresar en nuestro trabajo o estudio, en el comportamiento con la familia, en las pequeñas mortificaciones ofrecidas al Señor, que hacen más grata la convivencia a nuestro alrededor y más eficaz el trabajo; y además en la preparación y cuidado de la Confesión frecuente.

El Señor también nos pide hoy una mortificación un poco más especial, que ofrecemos con alegría: la abstinencia y el ayuno, que “fortifica el espíritu, mortificando la carne y su sensualidad; eleva el alma a Dios; abate la concupiscencia, dando fuerzas para vencer y amortiguar sus pasiones, y dispone al corazón para que no busque otra cosa distinta de agradar a Dios en todo”9.

Durante la Cuaresma, nos pide la Iglesia esas muestras de penitencia (la abstinencia de carne a partir de los 14 años, y el ayuno entre los 18 y los 59 cumplidos), que nos acercan al Señor y dan al alma una especial alegría; también, la limosna que, ofrecida con corazón misericordioso, desea llevar un poco de consuelo al que está pasando una necesidad o contribuir según nuestros medios en una obra apostólica para bien de las almas. “Todos los cristianos pueden ejercitarse en la limosna, no solo los ricos y pudientes, sino incluso los de posición media y aun los pobres; de este modo, quienes son desiguales por su capacidad de hacer limosna son semejantes en el amor y afecto con que la hacen”10.

El desprendimiento de lo material, la mortificación y la abstinencia purifican nuestros pecados y nos ayudan a encontrar al Señor en nuestro quehacer diario. Porque “quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y, de noche, no lo encontrará”11. La fuente de esta mortificación estará principalmente en la labor diaria: en el orden, en la puntualidad al comenzar el trabajo, en la intensidad con que lo realizamos, etc.; en la convivencia con los demás encontraremos ocasiones de mortificar nuestro egoísmo y de contribuir a crear un clima más grato en nuestro entorno. “Y la mejor mortificación es la que combate –en pequeños detalles, durante todo el día– la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. Mortificaciones que no mortifiquen a los demás, que nos vuelvan más delicados, más comprensivos, más abiertos a todos. Tú no serás mortificado si eres susceptible, si estás pendiente solo de tus egoísmos, si avasallas a los otros, si no sabes privarte de lo superfluo y, a veces, de lo necesario; si te entristeces, cuando las cosas no salen según las habías previsto. En cambio, eres mortificado si sabes hacerte todo para todos, para ganar a todos (1 Cor 9, 22)”12. Cada uno debe hacerse un plan concreto de mortificaciones que ofrecer al Señor diariamente en esta Cuaresma.

III. No podemos dejar pasar este día sin fomentar en nuestra alma un deseo profundo y eficaz de volver una vez más, como el hijo pródigo, para estar más cerca del Señor. San Pablo, en la Segunda lectura de la Misa, nos dice que este es un tiempo excelente que debemos aprovechar para una conversión: Os exhortamos, dice, a no echar en saco roto la gracia de Dios (...). Mirad: ahora es el tiempo de la gracia; ahora es el día de la salvación13. Y el Señor nos repite a cada uno, en la intimidad del corazón: Convertíos. Volved a Mí de todo corazón.

Ahora se nos presenta un tiempo en el cual este recomenzar de nuevo en Cristo va a estar sostenido por una particular gracia de Dios, propia del tiempo litúrgico que hemos comenzado. Por eso, el mensaje de la Cuaresma está lleno de alegría y de esperanza, aunque sea un mensaje de penitencia y de mortificación.

“Cuando uno de nosotros reconoce que está triste, debe pensar: es que no estoy suficientemente cerca de Cristo. Cuando uno de nosotros reconoce en su vida, por ejemplo, la inclinación al mal humor, al mal genio, tiene que pensar eso; no echar la culpa a las cosas de alrededor, que es una manera de equivocarnos, es una manera de desorientar la búsqueda”14. A veces, cierta apatía o tristeza espiritual puede estar motivada por el cansancio, por la enfermedad..., pero más frecuentemente se fragua por la falta de generosidad en lo que el Señor nos pide, en la poca lucha por mortificar los sentidos, en no preocuparse por los demás. En definitiva, por un estado de tibieza.

Junto a Cristo encontramos siempre el remedio a una posible tibieza y las fuerzas para vencer en aquellos defectos que de otra manera nos resultarían insuperables. “Cuando alguien diga: “Yo tengo una pereza irremediable, yo no soy tenaz, yo no puedo terminar las cosas que emprendo”, debería pensar (hoy): “Yo no estoy lo suficientemente cerca de Cristo”.

“Por eso, aquello que cada uno de nosotros reconozca en su vida como defecto, como dolencia, debería ser inmediatamente referido a este examen íntimo y directo: “No tengo yo perseverancia, no estoy cerca de Cristo; no tengo alegría, no estoy cerca de Cristo”. Voy a dejar ya de pensar que la culpa es del trabajo, que la culpa es de la familia, de los padres o de los hijos... No. La culpa íntima es de que yo no estoy cerca de Cristo. Y Cristo me está diciendo: ¡Vuélvete! “Volveos a Mí de todo corazón!”.

“(...) Tiempo para que cada uno se sienta urgido por Jesucristo. Para que los que alguna vez nos sentimos inclinados a aplazar esta decisión sepamos que ha llegado el momento. Para que los que tengan pesimismo, pensando que sus defectos no tienen remedio, sepan que ha llegado el momento. Comienza la Cuaresma; mirémosla como un tiempo de cambio y de esperanza”15.

1 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 109. — 2 Joel 2, 12. — 3 Gen 3, 19. — 4 J. Leclerq, Siguiendo el año litúrgico, Madrid 1957, p. 117. — 5 Juan Pablo II, Homilía Miércoles de Ceniza, 28-II-1979. — 6 Cfr. Mt 6, 24. — 7 Ez 36, 31-32. — 8 Juan Pablo II, Carta, Novo incipiente. 8-lV-1979. — 9 San Francisco de Sales, Sermón sobre el ayuno. — 10 San León Magno, Liturgia de las Horas, Segunda lectura del Jueves después de Ceniza. — 11 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 3, 3. — 12 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 9. — 13 Segunda lectura de la Misa. 2 Cor 5, 20-6, 2. — 14 A. Mª García Dorronsoro, Tiempo para creer, p. 118. — 15 Ibídem.

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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

Domingo Savio, Santo Adolescente Santo, Marzo 9

Domingo Savio, Santo

Adolescente Santo

Martirologio Romano: En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana.

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

PATRONO de:
. Niños y Adolescentes
. Niños Cantores
. Estudiantes
. Monaguillos
. Mamás Embarazadas

Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada.

El 8 de abril de 1849 hace su Primera Comunión. Muy temprano, vestido de fiesta, Domingo se dirige a la Iglesia parroquial de Castelnuovo. Es el primero en entrar al templo y el último en salir. Aquel día fue siempre memorable para él. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hacía tiempo: 'Propósitos que yo, Domingo Savio, hice el año de 1849, a los siete años de edad, el día de mi Primera Comunión:

1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el confesor me lo permita.
2. Quiero santificar los días de fiesta.
3. Mis amigos serán Jesús y María.
4. Antes morir que pecar”.
Estos recuerdos fueron la norma de todos sus actos hasta el fin de su vida.

El 2 de octubre de 1854 conoce a Don Bosco. Este santo sacerdote lo guiará por el camino de la santidad juvenil, convirtiéndose en su padre, maestro y amigo. Lo lleva a estudiar a Turín. Tiene en ese momento12 años y medio. Allí pasa su adolescencia, viviendo como pupilo con los muchachos pobres que el mismo Don Bosco recoge en su Oratorio.

El 1 de marzo de 1857 su delicada salud se agrava. El médico aconseja que vaya a su casa y allí se reponga. Al despedirse de Don Bosco y de sus compañeros les dice: “Nos veremos en el paraíso”. Intuía que muy pronto iba a morir.

Efectivamente, el 9 de marzo, postrado en la cama, en un momento se incorpora y le dice a su papá que lo asiste: “Papá, ya es hora”, y va repitiendo las oraciones de los moribundos que entre sollozos lee el papá. Luego parece adormecerse. Pasados algunos minutos entreabre los ojos y con voz clara y sonriente exclama: “Adiós, querido papá, adiós. ¡Oh, qué hermosas cosas veo!”, y expira con las manos juntas sobre el pecho, tan dulcemente que su padre cree que se adormece de nuevo. Tenía 14 años y 11 meses.

A los dos años de su muerte Don Bosco escribe un librito narrando la vida de este su querido alumno. De los hechos allí narrados son testigos todos sus compañeros; pero lo que no todos ellos conocen bien son las grandes motivaciones de la fe que orientaron la vida de Domingo Savio, cosa que sí conoce Don Bosco, ya que lo atendía en el sacramento de la Confesión y en la dirección espiritual.

¡Adolescente santo, de sólo 15 años de edad! El primero que a tan corta edad, sin ser mártir, fue declarado santo por el Papa Pío XII el 12 de junio de 1954. En esa ocasión el mismo Papa dijo: “Con admiración se descubren en él los maravillosos caminos de la gracia, y una adhesión permanente y sin reservas a las cosas del cielo que su fe percibía con rara intensidad”. Su antecesor el Papa Pío XI dijo de él: “Pequeño, mejor aún, gran gigante del espíritu”.

¿Qué hizo de extraordinario este niño y adolescente para que la Iglesia lo eleve al honor de los altares y lo proponga como modelo de vida cristiana?

Veamos los rasgos de su santidad

Perfil de su niñez:
Una vida en la presencia de Dios, a quien sentía vivo y presente en todo momento. Algunos ejemplos: Se levanta de la mesa y no quiere comer porque un invitado se sienta y empieza a comer sin rezar antes. Los domingos es el primero en llegar a la iglesia, y si la encuentra cerrada se arrodilla junto a la puerta para rezar, haya buen tiempo o esté nevando; y luego su mayor alegría es poder hacer de monaguillo en la santa misa; y su compostura durante la oración es objeto de admiración de los que lo ven: manos juntas, ojos fijos en el sagrario, absorto en la presencia de Jesús. Al recorrer solo y a pie, entre matorrales, los 18 kilómetros para ir diariamente a la escuela, un tío le pregunta: ¿No tienes miedo de ir solo? La respuesta de Domingo, de 10 años, no se hace esperar: “Yo no estoy solo; me acompaña el Ángel de la Guarda”.

El amor personal a Cristo y a su Madre: Esta vida en la presencia de Dios es puesta en evidencia desde su temprana Primera Comunión, con aquel propósito que es la clave de otros tres: “Mis amigos serán Jesús y María”. Los otros tres los hizo como medios para mantener y acrecentar dicha amistad, y son el leit-motiv en sus momentos más importantes. Las lágrimas que vierte tienen su fuente en este precoz concepto del pecado: así por ejemplo pide perdón a su mamá en vísperas de su Primera Comunión; pide perdón cuando cree haber herido su amistad con Cristo por haber cedido ante la invitación de algunos compañeros a darse un baño en un arroyo, motivo por el que lloró repetidamente, y no cedió nunca más a otras invitaciones, como cuando lo invitaban a “hacerse la rabona” y no concurrir a la escuela. Por eso decide elegir a amigos que no le impidan mantener su amistad con Jesús y con la Virgen María.

El cumplimiento heroico del humilde deber cotidiano: A sus padres no les daba sino “satisfacciones”. Para ir a la escuela recorría, con sus 10 años de edad, 18 kilómetros diarios, con cualquier tiempo. Domingo era un chico de recia voluntad, sostenida por la gracia de la amistad con Jesús y María. Don Bosco escribe: “Domingo no se ha hecho notorio en los primeros tiempos del Oratorio por cosa alguna, fuera de su perfecta docilidad y de una exacta observancia de las reglas de la casa…y una exactitud en el cumplimiento de sus deberes más allá de la cual no sería fácil llegar”. A este respecto, cierta vez sus compañeros pupilos notaron que Domingo faltaba en el almuerzo; lo buscaron en vano; le dijeron a Don Bosco, y él fue a la iglesia donde por la mañana había participado en la Misa y había comulgado, y allí lo encontró junto al altar, inmóvil, con los ojos fijos en el Sagrario desde hacía 7 horas; lo llamó por su nombre y nada, tuvo que tocarlo en el hombro para que se diera cuenta; y al enterarse de que ya estaban almorzando pidió humildemente perdón a Don Bosco por la trasgresión a las reglas de la casa.

Con sus compañeros sobresale en dos actitudes: rechaza aprobarlos y seguirlos en sus comportamientos reprensibles; pero por otro lado irradia simpatía y “es la delicia de ellos”, a tal punto que acepta en lugar de quienes lo han acusado falsamente, un humillante castigo. Es decir: tiene firmeza unida a dulzura.

Perfil de su adolescencia:
La edad de la adolescencia: se caracteriza por la inestabilidad, que Domingo supo domarla a fuerza de dominio de sí mismo y de docilidad a las directivas de Don Bosco, y más que nada con su habitual recogimiento en Dios. Y las otras características propias de esta edad también las puso al servicio de su santidad de adolescente: afirmación de sí mismo, llamado a grandes horizontes, fervor de sentimiento. Esto se hace evidente en el exaltante descubrimiento y en el apasionado deseo de la santidad (“¡Yo quiero hacerme santo!”), en su viva ternura demostrada para con la Virgen María, como también con sus amigos más íntimos, en su voluntad de acción, de dominio, de construcción de alguna “obra” (funda la Compañía de La Inmaculada: grupo de compañeros buenos que se comprometen a ayudarse mutuamente y a ayudar a Don Bosco en la educación de los chicos del Oratorio, que los había artesanos rústicos y jóvenes burgueses y aristocráticos, chicos que se peleaban a pedradas, que faltaban a clase, que tenían costumbres de blasfemar, que con placer se entretenían con revistas pornográficas, que no se hacían problemas de tomar a golpes de puño y puntapiés a los otros, que se enfurecían por nada). En medio de éstos es como Domingo ha vivido y ha construido su santidad: con cuatro viajes diarios por las calles de Turín para ir a la escuela; con un Reglamento y un horario de Internado cristiano. En resumen, se halla inmerso en nuestro mundo moderno (aunque no hay todavía bicicletas y televisores), metido en todo aquello que aún hoy es la sustancia de la vida de un estudiante de 15 años.

Aparecen turbaciones y arranques bruscos, como el endurecimiento para consigo que sigue al descubrimiento de que la santidad es posible, las dudas de conciencia que lo llevan a querer confesarse cada tres o cuatro días, el ansia de penitencias extraordinarias (“¡para unirme –dice- a los sufrimientos de Jesús en la cruz!”). También aparece lo trágico de algunas circunstancias: el desgarrón hiriente de sus truncadas amistades, la alarma por su endeble salud, la dolorosa partida del Oratorio… Todo esto hace de Domingo un verdadero y simpático adolescente. Un santo “joven estudiante”.

La presencia de un guía: La adolescencia es una etapa de conquista de la personalidad, a la vez que de gran necesidad de guía y formación individual. Domingo tuvo la suerte de encontrar un guía espiritual en Don Bosco y de saber aprovecharlo. Y así se encuentran la generosidad de un adolescente con la luz de un verdadero sacerdote amigo del alma. Cuando llegó al Oratorio leyó el cartel puesto sobre la puerta del cuarto de Don Bosco: “¡Denme almas, y llévense lo demás!”; y con espontaneidad le dijo: “Don Bosco, aquí se trata de un negocio, la salvación de las almas. Pues bien, yo seré la tela y usted será el sastre. Haga de mí un hermoso traje para el Señor”. A esta docilidad en dejarse guiar, atribuye Don Bosco la orientación de Domingo hacia su santidad de estudiante. En este contexto aparece la función decisiva de la Confesión frecuente. Así va descubriendo el misterio de la redención: Jesús es comprendido como el Salvador; María como La Inmaculada y La Dolorosa. Su alma y la de sus compañeros deben ser salvadas…a través del misterio de la cruz.

Su devoción a la Virgen María: La estadía con Don Bosco coincide con el acontecimiento mundial de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Como santo “adolescente”, Domingo es el fruto de aquel 8 de diciembre de 1854. En ese día hace una confesión general, y delante del altar de la Inmaculada se consagra personalmente a Ella. De aquí en adelante ve a María con su rostro de “Inmaculada”, y su propósito de la Primera Comunión adquiere una nueva dimensión: “el pecado al que preferirá la muerte es ahora, de manera más precisa, la impureza”. Los esfuerzos heroicos de adolescente para conservar intacta su pureza, especialmente con el control de los ojos, se deben a su gran devoción hacia La Inmaculada vivida con espíritu caballeresco y con ardiente ternura. Había días que terminaba con dolor de cabeza, por el esfuerzo de controlar la curiosidad y no mirar cosas que perturbaban su alma limpia y ponían en peligro su amistad con Jesús y María, exponiéndolo a dejarse llevar por pensamientos y deseos impuros (tan comunes en esa edad).

También contempla a la Virgen con su rostro de “Dolorosa”: todos los miércoles hace la comunión en su honor y por la conversión de los pecadores; cada viernes se hace acompañar por algunos compañeros para rezar en la capilla la Corona de los Siete Dolores; más de una vez es visto en extática oración ante el altarcito del dormitorio, donde campea una imagen de la Dolorosa; cada sábado hubiera querido ayunar a pan y agua por Ella (Don Bosco no le permite esto último).

Esta doble devoción es la inspiradora de su apostolado, especialmente en la Compañía de la Inmaculada, que exige de sus miembros una verdadera consagración de sí mismos a María.

Algunos años después de su muerte se aparece a Don Bosco en uno de sus famosos sueños. Éste le pregunta: “Domingo, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de tu muerte?”. Y la respuesta de Domingo: “La asistencia de la poderosa y amable Madre del Salvador”.

Su amor a Jesús. La misa y la comunión cotidiana (cuyos efectos se prolongan a través de frecuentes visitas a la capilla que está junto al patio de juegos), enseñan a Domingo a considerarlo como Salvador de su alma y de la de sus compañeros. Su odio por el pecado crece a medida que comprende el precio que por él ha pagado Cristo y su Madre. Su espíritu de penitencia lo lleva a sufrir para asemejarse a Jesús, por ejemplo cuando es calumniado, cuando se cubre con una sola frazada en pleno invierno o pone piedritas entre las sábanas (al enterarse Don Bosco le prohíbe esta penitencia), cuando transforma sus sabañones en llagas, cuando se le suministran medicinas amargas… Su celo apostólico se ve alimentado en la misma fuente: quiere impedir o reparar el pecado porque arruina el fruto de la sangre de Cristo, y quiere hacer el bien a sus compañeros para asegurar el fruto de esta sangre divina. Este es el sentido de varias de sus intervenciones, como la de impedir el desafío a pedradas de dos compañeros, interponiéndose entre ellos con un crucifijo en la mano y pidiendo que arrojen la primera piedra contra él; el de narrar cosas edificantes o bien enseñar a hacer bien la señal de la cruz durante los tiempos de recreo... (su preocupación era atender de modo particular a los compañeros díscolos, a los recién llegados al Oratorio y a los solitarios, a los compañeros de clase con dificultades y a los enfermos).

Obsesión por la santidad en la alegría: A partir de una predicación de Don Bosco sobre la santidad se desata en su alma una verdadera efervescencia. Realiza un gran descubrimiento: ¡Dios le quiere santo! Y da su explicación: “Yo quiero entregarme todo al Señor. Yo debo y quiero pertenecer todo al Señor”. Por un momento Domingo piensa imitar a los santos en sus prácticas de penitencia y en unas prolongadas y extraordinarias prácticas de piedad. Pero aquí interviene su guía espiritual Don Bosco: “Domingo, lo que Dios quiere de ti, como adolescente, es que cumplas siempre bien tus deberes de estudiante, trates de hacer el bien a tus compañeros y estés siempre alegre”. Y cosa maravillosa: este nuevo impulso de querer ser santo y de que es posible lograrlo, le proporciona una profunda alegría, y de tal modo la suscita que la alegría viene a definir esta santidad tan salesiana y juvenil: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, porque Jesús lo quiere”.

¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas?

Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario.

Se lo puede adquirir en las librerías y/o santerías salesianas, con la imagen del Patrono Domingo Savio, junto con la oración y la historia detallada de este milagro.

El 9 de marzo se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 6 de mayo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

Además de la Vida de Domingo Savio escrita por Don Bosco, hay abundante bibliografía y estudios sobre este adolescente santo. Hay libritos escritos para niños, para adolescentes, para educadores, para todos. Los que no lo conocen se van a sorprender de su santidad extraordinaria viviendo lo ordinario de su vida de estudiante cristiano.

ORACIÓN DE LA MADRE EN LA ESPERA DE UN HIJO

Señor Jesús, por intercesión de Santo Domingo Savio te ruego
con amor por esta dulce esperanza que llevo en mi seno.

Me has concedido el inmenso don de esta pequeña vida que alienta
en la mía; te doy humildemente gracias por haberme escogido como
instrumento de tu amor. En esta dulce espera, ayúdame a vivir en continuo
abandono a tu divina voluntad.

Concédeme un corazón de madre, puro, fuerte y generoso.

Te ofrezco las preocupaciones del porvenir:
las ansias, los temores, los deseos en favor de la criatura que no conozco aún.
Haz que nazca sana en el cuerpo,
aparta de ella todo mal físico y todo peligro para el alma.

Tú, María, que gozaste las inefables alegrías de una maternidad santa,
dame un corazón capaz de transmitir una fe viva y ardiente.

Santifica mi espera,
bendice mi gozosa esperanza,
haz que el fruto de mi seno sea fecundo en virtud y santidad,
como le concediste al adolescente Santo Domingo Savio.
Amén.

ORACIÓN A SANTO DOMINGO SAVIO

Santo Domingo Savio,
que en la escuela de Don Bosco
aprendiste a recorrer los caminos de la santidad juvenil:
enséñanos a imitar tu amor a Jesús y a María,
y tu ansia de llevar a tus compañeros a ser sus amigos;
alcánzanos del Señor que,
practicando tu lema
“Antes morir que pecar”,
podamos conseguir nuestra salvación eterna.
Amén.

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Santa Francisca Romana
(año 1440)
Esposa, madre, viuda y apóstol seglar.

Ascención de JesúsFrancisca nació en Roma en el año 1384. Y en cada año, el 9 de marzo, llegan cantidades de peregrinos a visitar su tumba en el Templo que a ella se le ha consagrado en Roma y a visitar el convento que ella fundó allí mismo y que se llama 'Torre de los Espejos'.

Sus padres eran sumamente ricos y muy creyentes (quedarán después en la miseria en una guerra por defender al Sumo Pontífice) y la niña creció en medio de todas las comodidades, pero muy bien instruida en la religión. Desde muy pequeñita su mayor deseo fue ser religiosa, pero los papás no aceptaron esa vocación sino que le consiguieron un novio de una familia muy rica y con él la hicieron casar.

Francisca, aunque amaba inmensamente a su esposo, sentía la nostalgia de no poder dedicar su vida a la oración y a la contemplación, en la vida religiosa. Un día su cuñada, llamada Vannossa, la vio llorando y le preguntó la razón de su tristeza. Francisca le contó que ella sentía una inmensa inclinación hacia la vida religiosa pero que sus padres la habían obligado a formar un hogar. Entonces la cuñada le dijo que a ella le sucedía lo mismo, y le propuso que se dedicaran a las dos vocaciones: ser unas excelentes madres de familia, y a la vez, dedicar todos los ratos libres a ayudar a los pobre y enfermos, como si fueran dos religiosas. Y así lo hicieron. Con el consentimiento de sus esposos, Francisca y Vannossa se dedicaron a visitar hospitales y a instruir gente ignorante y a socorrer pobres. La suegra quería oponerse a todo esto, pero los dos maridos al ver que ellas en el hogar eran tan cuidadosas y tan cariñosas, les permitieron seguir en esta caritativa acción. Pronto Francisca empezó a ganarse la simpatía de las gentes de Roma por su gran caridad para con los enfermos y los pobres. Ella tuvo siempre la cualidad especialísima de hacerse querer por la gente. Fue un don que le concedió el Espíritu Santo.

En más de 30 años que Francisca vivió con su esposo, observó una conducta verdaderamente edificante. Tuvo tres hijos a los cuales se esmeró por educar muy religiosamente. Dos de ellos murieron muy jóvenes, y al tercero lo guió siempre, aun después de que él se casó, por el camino de todas las virtudes.

A Francisca le agradaba mucho dedicarse a la oración, pero le sucedió muchas veces que estando orando la llamó su marido para que la ayudara en algún oficio, y ella suspendía inmediatamente su oración y se iba a colaborar en lo que era necesario. Veces hubo que tuvo que suspender cinco veces seguidas una oración, y lo hizo prontamente. Ella repetía: 'Muy buena es la oración, pero la mujer casada tiene que concederles enorme importancia a sus deberes caseros'.

Dios permitió que a esta santa mujer le llegaran las más desesperantes tentaciones. Y a todas resistió dedicándose a la oración y a la mortificación y a las buenas lecturas, y a estar siempre muy ocupada. Su familia, que había sido sumamente rica, se vio despojada su sus bienes en una terrible guerra civil. Como su esposo era partidario y defensor del Sumo Pontífice, y en la guerra ganaron los enemigos del Papa, su familia fue despojada de sus fincas y palacios. Francisca tuvo que irse a vivir a una casona vieja, y dedicarse a pedir limosna de puerta en puerta para ayudar a los enfermos de su hospital. Y además de todo esto le llegaron muy dolorosas enfermedades que le hicieron padecer por años y años. Ella sabía muy bien que estaba cosechando premios para el cielo.

Su hijo se casó con una muchacha muy bonita pero terriblemente malgeniada y criticona. Esta mujer se dedicó a atormentarle la vida a Francisca y a burlarse de todo lo que la santa hacía y decía. Ella soportaba todo en silencio y con gran paciencia. Pero de pronto la nuera cayó gravemente enferma y entonces Francisca se dedicó a asistirla con una caridad impresionantemente exquisita. La joven se curó de la enfermedad del cuerpo y quedó curada también de la antipatía que sentía hacia su suegra. En adelante fue su gran amiga y admiradora.

Francisca obtenía admirables milagros de Dios con sus oraciones. Curaba enfermos, alejaba malos espíritus, pero sobre todo conseguía poner paz entre gentes que estaban peleadas y lograba que muchos que antes se odiaban, empezaran a amarse como buenos amigos. Por toda Roma se hablaba de los admirables efectos que esta santa mujer conseguía con sus palabras y oraciones. Muchísimas veces veía a su ángel de la guarda y dialogaba con él.

Francisca fundó una comunidad de religiosas seglares dedicadas a atender a los más necesitados. Les puso por nombre 'Oblatas de María', y su casa principal, que existe todavía en Roma, fue un edificio que se llamaba 'Torre de los Espejos'. Sus religiosas vestían como señoras respetables. No tenían hábito especial.

Nombró como superiora a una mujer de toda su confianza, pero cuando Francisca quedó viuda entró también ella de religiosa, y por unanimidad las religiosas la eligieron superiora general. En la comunidad tomó por nombre 'Francisca Romana'.

Había recibido de Dios la eficacia de la palabra y por eso acudían a ella numerosas personas para pedirle que les ayudara a solucionar los problemas de sus familias. El Espíritu Santo le concedió el don de consejo, por el cual sus palabras guiaban fácilmente a las personas a conseguir la solución de sus dificultades.

Cuando llegaban las epidemias, ella misma llevaba a los enfermos al hospital, lo atendía, les lavaba la ropa y la remendaba, y como en tiempo de contagio era muy difícil conseguir confesores, ella pagaba un sueldo especial a varios sacerdotes para que se dedicaran a atender espiritualmente a los enfermos.

Francisca ayunaba a pan y agua muchos días. Dedicaba horas y horas a la oración y a la meditación, y Dios empezó a concederle éxtasis y visiones. Consultaba todas las dudas de su alma con un director espiritual, y llegó a tal grado de amabilidad en su trato, que bastaba tratar con ella una sola vez para quedar ya amigos para siempre. A las personas que sabía que hablaban mal de ella, les prodigaba mayor amabilidad.

Estaba gravemente enferma, y el 9 de marzo de 1440 su rostro empezó a brillar con una luz admirable. Entonces pronunció sus últimas palabras: 'El ángel del Señor me manda que lo siga hacia las alturas'. Luego quedó muerta, pero parecía alegremente dormida.

Tan pronto se supo la noticia de su muerte, corrió hacia el convento una inmensa multitud. Muchísimos pobres iban a demostrar su agradecimiento por los innumerables favores que les había hecho. Muchos llevaban enfermos para que les permitieran acercarlos al cadáver de la santa, y así pedir la curación por su intercesión. Los historiadores dicen que 'toda la ciudad de Roma se movilizó', para asistir a los funerales de Francisca.

Fue sepultada en la iglesia parroquial, y al conocerse la noticia de que junto a su cadáver se estaban obrando milagros, aumentó mucho más la concurrencia a sus funerales. Luego su tumba se volvió tan famosa que aquel templo empezó a llamarse y se le llama aún ahora: La Iglesia de Santa Francisca Romana.

Cada 9 de marzo llegan numerosos peregrinos a pedirle a Santa Francisca unas gracias que nosotros también nos conviene pedir siempre: que nos dediquemos con todas nuestras fuerzas a cumplir cada día los deberes que tenemos en nuestro hogar, y que nos consagremos con toda la generosidad posible a ayudar a los pobres y necesitados y a ser extraordinariamente amables con todos. Santa Francisca: ruégale al buen Dios que así sea.

He aquí la descripción de una mujer admirable. 'Que las gentes comenten sus muchas buenas obras' (S. Biblia. Proverbios 31).

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Catalina Vigri de Bolonia, Santa Virgen, 9 Marzo

Catalina Vigri de Bolonia, Santa

Religiosa

Etimológicamente significa “ casta, pura”. Viene de la lengua griega.

He aquí otra chica con inquietudes espirituales a la que no le seducen los encantos y esplendores de los palacios reales.

Efectivamente, era hija de una familia ilustre de Italia. Vivía encantada con la princesa Margarita, hija de Nicolás de Est, marqués de Ferrara.

Desde que naciera el 8 de Septiembre del año 1413 de nuestra era, se fue haciendo una joven muy guapa, notaba de día en día que su camino no era la corte ni las riquezas.

A la temprana edad de los doce años buscaba con anhelo en dónde ser mejor y hallar más pronto la perfección a la que Dios nos llama a cada ser humano.

Una vez que la princesa Margarita contrajo matrimonio, ella pudo respirar a pleno pulmón. Se había quedado libre de toda atadura a la corte.

Llegó para ella el momento en el cual, aunque con muchas dificultades, se decidió por entrar en el convento de las Terciarias de san Francisco de Asís.

La dejaron entrar, y ella se sintió más feliz que nunca. Al comenzar su vida de relaciones humanas con las hermanas, todas se quedaban contentas por su trato, sus atenciones personalizadas y por su grado de santidad y de bondad que reflejaba su lindo rostro, imagen de su casta alma.

En el capítulo en el cual se elige a la madre abadesa, todas las hermanas pensaron casi unánimemente que la mejor sería Catalina.

En este convento estuvo toda su vida, hasta el año de su muerte que tuvo lugar en 1463.

Escribió muchos libros acerca de la piedad y de la vida religiosa. Todo el mundo, fino y atento a las cosas del alma, conoce su mejor libro titulado “Siete Armas Espirituales”.

Ella, en su sencillez y con las mejores intenciones, se lo dedicó a todo aquel o aquella que sufra tentaciones.

El Papa Clemente VIII la inscribió en el martirologio incruento y Benedicto XIII la llevó a la gloria de los altares.

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Paciano (Pacià) de Barcelona, Santo Obispo, 9 Marzo

Paciano (Pacià) de Barcelona, Santo

Obispo

Etimológicamente significa “pacífico”. Viene de la lengua latina.

Este catalán universal vino al mundo en el siglo IV. Antes de que lo nombraran obispo de Barcelona, en el año 365, había estado casado.

Su hijo Dexter era el Ministro de Asuntos Exteriores del emperador Teodosio y gobernador en tiempos de Honorio.

Era una persona muy inteligente. Por este motivo se entregó, entre otras cosas, a escribir muchos libros, que tenían como eje central de sus narraciones, la disciplina de la Iglesia.

Es una pena que se haya perdido casi todo este rico material. El propio san Jerónimo escribía las dedicatorias de los libros de la gente ilustre. Pues bien, de Paciano dijo que leyendo sus libros se aprendía la elocuencia , la delicadeza de su lenguaje, reflejo de su castidad y pureza, su santidad de vida y su profundo estudio meditativo de la Sagrada Escritura.

Su único libro, “Exhortación a la penitencia” es todo un clásico en esta materia y una guía práctica para alcanzar la santidad.

Es curioso que Juan Pablo II haya publicado en mayo del 2002 una Exhortación titulada “Misericordia Dei = Misericordia de Dios”, en la que invita a los cristianos que no descuiden este Sacramento del perdón de Dios.

Es el signo más palpable a nivel de realidad eclesial, de cómo se muestra Dios un Padre con entrañas de misericordia.

También se conservan sólo tres cartas de las muchas que escribió contra los herejes novacianos. De estas cartas data el famoso dicho que todo el mundo conoce: 'Mi nombre es Cristiano, mi apellido Católico'.

También hay un sermón sobre el bautismo en la Enciclopedia Benedictina.

Lleno de la gracia de Dios y con fama de santidad, Paciano murió en Barcelona en el año 390.

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Bosa de York, Santo Monje y Obispo, 9 de marzo

Monje y Obispo
Marzo 9

Etimológicamente significa “día lunar del Suna de los indios Muiscas”.

¿Resignarse frente a las contradicciones? Resignarte no, sino darle tu confianza. El Resucitado nunca niega que en la condición humana existe el secreto de una esperanza e incluso de una felicidad. Resignarte no, pero sí ceder en tu interior, abandonarte al Espíritu Santo, al Cristo que está vivo.

Este joven monje y obispo de Inglaterra luchó lo indecible por mantener la unión con Dios, a pesar de que la vida no le fue fácil en su tiempo.

Murió en el año 686. Cuando llegó a su juventud, soñó con entregar su vida al Señor como la mejor ofrenda de su vida en aras de conseguir su santidad y hacer el bien a su pueblo.

En el 678 fue consagrado obispo de Deira, ahora la diócesis protestante de Yorshire. Lo consagró san Teodoro.

El obispo anterior, san Wilfrido, lo echó fuera de su sede el rey Egfrido porque no quería aceptar la división de la diócesis.

Volvió en el año 686, pero volvió a desterrarlo el rey.

Entonces se hizo cargo de la diócesis Bosa. Se distinguió por su gran santidad de vida y por su enorme habilidad política en el trato con el terrible y caprichoso rey.

El gran historiador y sabio de las Islas Británicas, Beda el Venerable, al hablar de Bosa dice estas palabras: 'Fue un hombre muy querido por Dios... y por todos gracias a la santidad y méritos poco comunes de su persona'.

Uno de sus discípulos fue san Acca, quien más tarde seguiría y tendría un gran éxito como san Wilfrido en Hexham.

Lo que importa es no perder nunca la confianza en el Resucitado, aunque surjan dificultades de orden político y social.

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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
Bruno Bonifacio de Querfurt, Santo Obispo y mártir, Marzo 9

Bruno Bonifacio de Querfurt, Santo

Obispo Camaldulense y mártir

Martirologio Romano: En Moravia oriental, san Bruno, obispo de Querfurt y mártir, el cual, cuando acompañaba a Italia al emperador Otón III, movido por la autoridad de san Romualdo abrazó la disciplina monástica, recibiendo el nombre de Bonifacio. Vuelto a Alemania y creado obispo por el papa Juan X, durante una expedición apostólica fue despedazado, junto con dieciocho compañeros, por unos idólatras (1009).

Etimología: Bruno = Aquel que es de piel oscura, viene del germánico

Segundo apóstol de los prusianos y mártir, nacido alrededor del año 970; murió el 14 de Febrero de 1009. Generalmente es representado con una mano cortada, y es conmemorado el 15 de Octubre.

Bruno era miembro de una de las nobles familias de Querfurt y comúnmente se ha dicho que fue pariente del emperador Otto III, sin embargo Hefele (en Kirchenlex, II, s.v. Bruno) lo niega enfáticamente. Cuando tenía escasamente seis años de edad, fue enviado al Arzobispo Adalberto de Magdeburg para ser educado y tuvo como profesor al erudito Geddo en la escuela de la catedral.

El era un alumno laborioso y de buen comportamiento, y mientras era aún un muchacho ascendió al canon de la catedral. El quinceañero Otto III se apegó a Bruno, lo incluyó en su corte y lo llevó a Roma cuando el joven emperador fue allí en el año 996 para ser coronado. En Roma Bruno conoció a San Adalberto, arzobispo de Praga, quien fue asesinado un año mas tarde por los paganos prusianos a los cuales había ido en misión.

Luego de la muerte de Adalberto, Bruno se encontró con un intenso deseo por el martirio. Pasó mucho de su tiempo en el monasterio de Aventine, en donde Adalberto se había convertido en monje y en donde el Abad Johannes Canaprius escribió la vida de Adalberto. Bruno, no obstante, no ingresó en la vida monástica allí, sino en el monasterio de Pereum, una isla entre los pantanos, cerca de Ravenna.

Pereum estaba bajo el dominio del fundador de la Reforma Camaldoli, San Romualdo, un santo que tuvo gran influencia sobre el emperador Otto III. Bajo la guía de San Romualdo, Bruno se sometió a un severo entrenamiento acético el cual incluía el trabajo manual, el ayuno toda la semana excepto Domingos y Jueves, vigilias nocturnas y azotes sobre la espalda desnuda; en adición Bruno sufría profundamente de fiebre.

El encontró placer en su amistad con uno de los hermanos, de la misma edad que el, Benedicto de Benevento, quien compartía su celda y fue uno con el en mente y espíritu. El emperador Otto III deseaba convertir al cristianismo y colonizar las tierras entre el Elbe y el Oder, las cuáles estaban ocupadas por eslavos. El esperaba obtener estos fines a través de la ayuda del monasterio que sería fundado en esta región por algunos de los mas celosos pupilos de Romualdo.

En 1001, Benedicto y Joannes, otro hermano del mismo monasterio, fueron cargados de regalos del emperador a Polonia, en donde fueron bien recibidos por el Duke Boleslas, cristiano, quién les enseño el lenguaje del pueblo. Durante este tiempo, Bruno estudio el lenguaje de Italia, en donde permaneció con Otto aguardando un nombramiento apostólico por parte del Papa. Silvestre II lo convirtió en arzobispo sobre los paganos y le dio el pallium, pero dejó la consagración al arzobispo de Magdeburg, quien tenia la supervisión sobre la misión a los eslavos. Abandonando Roma en 1003, Bruno fue consagrado en Febrero 1004 por el arzobispo Tagino de Magdeburg y donó su propiedad para la fundación de un monasterio. Cuando comenzó la Guerra entre el emperador Henry II y el duque polaco, Bruno no fue capaz de ir a Polonia enseguida; con lo cual, comenzando en el Ratisbon en el Danubio, fue a Hungria en donde San Adalberto también había trabajado. Aquí el finalizó su vida de San Adalberto, un conmemorativo literario de mucho valor.

Bruno buscó convertir al gobernante húngaro Achtum y a su principado 'Hungría-Negra', pero encontró tanta oposición, incluida la de los monjes griegos, que el éxito era imposible. En Diciembre de 1007, fue a Rusia. Aquí el Gran duque Vladimir lo entretuvo por un mes y le dio un territorio extendiéndose sobre las posesiones de los Petschenegen, quienes vivían en las costas del mar Negro, entre el Danubio y el Don. Estos eran considerados los mas fieros y crueles de las tribus paganas. Bruno paso cinco meses con ellos, bautizó cerca de treinta adultos y ayudo a negociar un tratado de paz con Rusia y dejo en ese país a uno de sus compañeros, a quien el había consagrado obispo. Alrededor de la mitad del año 1808, el regreso a Polonia y allí consagro un Obispo para Suecia. Mientras estaba en Polonia, se enteró que Benedicto y sus cuatro compañeros habían sido asesinados por ladrones el 11 de Mayo de 1003. Haciendo uso de los informes de testigos oculares, escribió la conmovedora historia de la vida y la muerte de los así llamados 'hermanos polacos'. Cerca del fin de 1008 escribió una memorable, pero ineficaz, carta al emperador Henry II, exhortándolo a mostrar clemencia y a llegar a la paz con Boleslas de Polonia. Cerca de fin de año, acompañado por dieciocho camaradas, fue a fundar una misión entre los Prusianos, pero el terreno no era fértil y Bruno y sus compañeros viajaron hacia la frontera con Rusia, predicando valientemente en la marcha. En el límite de Rusia fueron atacados por paganos, toda la compañía fue asesinada, Bruno con gran compostura encontró la muerte por decapitación. El duque Boleslas rescato los cuerpos de la masacre y los traslado a Polonia. Se dice que la ciudad de Braunsberg fue llamada así por San Bruno.

Poco después de su muerte, San Bruno y sus compañeros fueron venerados como mártires. Poco valor puede ser agregado al legendario informe del martirio por un tal Wipert. El compañero-pupilo de Bruno, Dithmar o Thietmar, obispo de Merseburg da un pequeño informe de el en sus Crónicas VI, 58.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

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