Lugar donde poder encontrar a Dios
miércoles, 17 de marzo de 2010
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Lugar donde poder encontrar a Dios
más el amor que la vida
ResponderEliminarRAMIRO DURÁN - Hace escasamente dos meses murió un hombre y su alma voló del espacio terrenal, a aquel espacio de la corte celestial, dejó su querencia, en esa querencia, quedaron sus amores, entre ellos, uno muy especial, su esposa de hacía cincuenta y siete años, aquella esposa lo vio alejarse, miraba la distancia, miraba la lejanía, sentía que era mucho tiempo esa separación, a pesar que estaba rodeada de sus hijos, de sus hijas, de sus nietos, de sus nietas, de sus sobrinos y sobrinas, de sus yernos y nueras, a pesar de la protección que le brindaban, a pesar del cariño que le profesaban, se sentía sola, algo le faltaba, ella sintió la necesidad de acortar esa distancia, no soportaba esa lejanía, no aceptaba esa separación, a pesar que lo amaba se sentía triste y por esa tristeza, su alma también voló a su encuentro, ahora allá, entre Dios, Jesucristo y la Virgen María se rencontró con Chapel, su Amor Eterno
El amor que nace y que perdura, el amor que se arraiga con raíces fuertes y profundas, el amor que se alimenta con el mismo amor, hace que ese amor sea amor de verdad, porque, el amor cuando es amor, lo es en la vida y aún después de la muerte porque ese amor es amado con el alma.
El veintiocho de marzo de este año dos mil diez, la señora Sixta González de Gil, cumpliría ochenta y cuatro años de bonita vida, pero a escasos días de su cumpleaños, el siete de ese mismo mes de marzo, le entregaba su alma al Creador y con Él, se fue a cumplir su otra misión, estar con sus seres queridos que marcharon antes que ella, allá llegó, Jesucristo la había llamado, Jesucristo la esperaba, por eso, invocando las oraciones de siempre, despidiéndose de su hogar, deshojando los pétalos de sus flores, atravesando las nubes fue llevada por los ángeles quienes la guiaron hasta el lugar que le corresponde.
Ella, la señora Sixta dejó su querencia terrenal, dejó su prole aquí en la tierra porque sentía, tenía la necesidad de ir al encuentro con Jesucristo su protector, de ir al encuentro con la Virgen María, su consoladora, de ir al encuentro con el amor de toda su vida, al encuentro del su Amor Eterno.
Quienes conocimos a la señora Sixta, sabemos que fue una honorable mujer, incansable batalladora, amante de Jesucristo a quien visitaba de domingo a domingo asistiendo a la misa, la señora Sixta fue una amorosa matrona, quien procreó y crió junto a su esposo, una extraordinaria familia, orgullosamente ella miraba a su prole y satisfecha sabía que lo había hecho bien, se sentía contenta, se sentía satisfecha, para ella, siempre fueron sus niñas, sus muchachas; siempre fueron sus niños, sus muchachos; ahora ustedes quienes también han formado sus familias, siéntanse orgullosas y orgullosos por la madre que tuvieron, siéntanse satisfechas y satisfechos por las atenciones que le dieron, siéntanse complacidas y complacidos por el amor que le profesaron y que aún le profesan, aunque sientan un vacío, su amor y su recuerdo perdurarán por siempre.
Miremos las plantas y las flores que cuidaba, miremos la cruz de mayo que adornaba, miremos la hamaca y el fogón, miremos y sigamos obedeciendo las órdenes que impartía, su ausencia es y será recordada siempre porque por siempre vivirá en nuestros corazones especialmente en sus seres queridos, su familia.
Gracias señora Sixta por aquella bonita amistad que me brindó, descanse en paz.
http://spreadsheets.google.com/pub?key=p4xU1Bk8f0djhWhzyjISYEQ&output=html
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